Me asomé a las ventanas del misterioso. Un mal amor llenóme de amargura y disfrazado con risa y con locura la ridícula pena de ser serio. En lucha abierta con mi mala suerte, supersticioso y con la fe perdida vivo, con gran desprecio de la vida y un espantoso miedo de la muerte. Y al pensar en mi infancia y mi inocencia quiero nacer de nuevo, y mi existencia detener por un raro sortilegio, en medio del camino, en la pradera, en un dia de plena primavera con pájaros, con sol y sin colegio.