- Lejos... - No puedes alejarme de nadie, no eres nada mío -argumenta cruzando sus brazos mirando al pelinegro desde el balcón. Deja el cuarto y avanza por el apartamento en toalla hasta llegar con la joven de ojos ámbar y empujar su cuerpo contra la pared cercana a ella. - Todos creen que somos hermanos, me importa un bledo lo que me digas para recordar que no lo somos -la sujeta por el cuello con su mano derecha-, te alejas de él o me encargo de hacerle saber que no puede tenerte -la señala con su otra mano, mirando fijamente los ojos de la mujer que irradian miedo y angustia. - Aki... ¿cómo harías eso? La mirada severa se relaja ante la duda de la joven. - No debes preguntar si conoces bien la respuesta, mi corazón Da media vuelta y se dirige de nueva cuenta al baño donde decide tomar la ducha que alguien le había interrumpido por sus constantes quejas.