Ser adolescente. No saber quién coño eres. Sentir que las decisiones que tomaste cuando eras pequeño repercuten en lo que eres y, que las que tomas en el presente, repercutirán en lo que serás en el futuro. Ver como las personas llegan a tu vida, te destruyen, y se van. Llorar, reír, enamorarte, estudiar, divertirte, emborracharte... Pero sobre todo, poder resurgir de las cenizas en las que te convierte la sociedad a la que te ves sometida.