Khadija me dice que estudie y haga todas las cosas que a ella no le dejaron hacer. Pero que no me olvide de ella, de mi mama. Mi madre es una mujer que fue reprimida desde que nació. Se crio en Derb Ghalef, el barrio donde acaban vuestros móviles robados en España. La mediana de 10 hermanos dormía en el suelo y nunca tuvo ropa nueva. Mientras estaba estudiando en la escuela mi abuelo y mi tía fallecieron de golpe y causa del trauma dejó de ir al colegio, condenándose a ser analfabeta sin saber leer ni escribir. Mama me dice que, aunque no tenían nada y perdieron mucho ella valoraba las personas que le rodeaban y ella siempre soñó en ser la diva del barrio. Mama sufrió abusos por parte de su familia, nunca le dejaron ser ella misma y tenía que vivir al lado de la sombra de su prima que siempre le dejaron brillar. Mama llegó a España para ser obligada a trabajar en el taller y al intento de huir de casa de mi tia, el marido de su mejor amiga la intentó forzar a mantener relaciones sexuales. Conoció la crueldad del mundo siendo menor de edad. Pronto, se hizo novia de mi padre y un tiempo más tarde, se quedó embarazada con 21 años. Mi tía quería que ella abortara y por negarse, la echaron de casa. Mi padre nunca fue un santo: la humilló, esclavizó, maltrató y la limitó mucho más de lo que ya estaba. Mama me dice triunfa y sácame de aquí. De puertas a la calle, le tocó vivir en la España de finales de los 90 dónde tuvo que escuchar Mora de mierda, idos a vuestro país. No sois bienvenidos. Llévate a tu hija de color basura de aquí. Vete que no sabes ni hablar. Todo eso no me lo ha contado, lo he vivido y escuchado yo misma mientras me tenía cogida de la mano con fuerza. Mama me decía que a la persona que es buena, Allah siempre lo bendice.