"Aquello que dejaste atrás, se convirtió en mi vida" Esa frase era la única que Shinji sabía con certeza. Cada que cerraba sus ojos, podía ver una cabellera color miel alejándose de él, en el peor de los casos...Amanecía con sudor frío, empapado en llanto, sintiendo sucias sus manos por haber matado a lo único que le daba alegría a su patética existencia. Aun así, ese trece de septiembre tenía esperanza. Quizá eran los vientos o "invierno" resonando en pleno lo que le hacía sentir tan confiado de que ese día todo saldría bien, de que ese verano invernal cambiaría todo de por vida.