Tokoyami nunca se había sentido de esta manera, menos al ver a su amiga. No sabía en qué momento él había decidido salir de su casa para dirigirse a la de ella. Se arrepintió enseguida, pero era tarde. Ya había tocado a su puerta, recibiendo como respuesta un grito por parte de de la fémina.
—¿Cuervito? ¿Qué haces aquí? —preguntó con una sonrisa— ¿Tanto me extrañaste?
Como de costumbre, ella se acercó a él y lo abrazó. Escuchó como él murmuraba, pero de igual manera le correspondió. Se separó de ella rápidamente, lo ponía muy nervioso la simple idea de que se repita lo mismo del día anterior. No sabría manejarlo.
—¿Qué haces aquí? Es raro que vengas por tu cuenta —bromeó.
—Solo pasaba a...
—¡Te extrañaba, Akira!
Si, tener una sombra en estos casos no es muy bueno que digamos. Tokoyami no tenía la intención de admitirlo por su cuenta, mucho menos hacerle ver a su amiga cómo se sentía con ella. El no lo entendía, ella tampoco lo haría.
—¿Por qué no pasan? Estaba por preparar algo para almorzar, los invitó.
Ella les dedicó una sonrisa mientras se corría para que entraran. Tokoyami tenía todas las intenciones de irse, aunque quisiera todo lo contrario. Pero al igual que un rato antes su cuerpo y su sombra se adelantaron sin darse cuenta.
El ruido de la puerta cerrándose lo hizo reaccionar, haciendo que buscará con su mirada a la joven que se encontraba detrás de él. Como siempre le pidió disculpas por el desorden mientras tomaba unos libros y apuntes que dejó en la mesa, por lo que se podía deducir que estaba en época de exámenes o algo por el estilo.
—¿Muy pesado el tercer año? —pregunto.
—Ni te lo imaginas. —suspiro cansada— Pero vale la pena.
Akira soltó una pequeña risa solo de recordar muchas de las cosas que había pasado en estos tres años, en especial este último, donde conoció a su lindo cuervito por el cual suspira con solo escuchar su nombre. Terminó de acomodar todas sus cosas y se dirigió a la cocina a preparar algo para ellos. Tokoyami, por su parte, se había quedado en la sala mientras pensaba en todo lo que había estado sintiendo últimamente. Por un lado estaba aquella chica anónima que no dejaba de mandarle esos mensajes. Por el otro lado, tenía a su amiga y senpai, quien en los últimos días había logrado que él se sintiera totalmente diferente a lo que acostumbraba.
—¿Todo bien Fumikage? Te noto distinto —preguntó algo preocupada.
—Si, tranquila —la intentó tranquilizar— ¿Necesitas ayuda?
—¿Podrías preparar la mesa? Ya casi termino.
Asintió y tomó las cosas para comenzar a acomodarlas en la mesa. Ella lo miró por el rabillo del ojo y con una sonrisa estiró su brazo hasta su teléfono, intentando que él no se diera cuenta. Algo impaciente, tecleo lo más rápido que sus dedos le permitieron mientras las pequeñas y casi inaudibles risas salían de sus labios. Tokoyami la escuchó, sin embargo no le prestó tanta atención y siguió con lo suyo.
Fue cuestión de segundos para que una vibración lograra que Fumikage frenará con lo que estaba haciendo. De fondo volvió a escuchar la voz de su amiga que entre risas le preguntaba que pasaba.
—Otro más... —dijo sin más mientras veía la pantalla de su teléfono.
—¿Y qué dice? —preguntó fingiendo sorpresa.
'Ils m'ont dit que vous êtes très distrait ces jours-ci, à qui pensez-vous tant? Qui est l'heureux qui a gagné une place dans votre esprit? Je suis certainement jaloux de lui.'
Al igual que los mensajes anteriores, Tokoyami lo tradujo para ver que le quería decir ese día. Por su parte, la de cabellos claros se acercó a él por detrás y apoyó su rostro en el hombro de su amigo. La pobre ya no sabía cómo disimular sus nervios al ver como Fumikage leía la traducción de su mensaje, simplemente no podía calmarse.
'Me contaron que estas muy distraído estos días, ¿En quien piensas tanto? ¿Quién es la afortunada que se ganó un espacio en tu mente? Sin duda le tengo envidia.'
El quedó estático, ¿Cómo lo sabía? Ahora era él quien estaba temblando y peor aún cuando se dio cuenta de la cercanía que tenía con Akira en ese momento.
—Oi, Tokoyami —llamó su amiga— ¿Es verdad lo que dice? No me lo hubiera imaginado.
—No se de que habla —negó al nervioso.
Si, como si ella no se hubiera dado cuenta ya.