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Subimos las escaleras sin dejar que nuestros labios se separasen, jugaba con su cabello y el solo intentaba subir y no matarnos a los dos en el intento.
Entramos a mi cuarto, y Jeff me dejó encima de la cama.
-te necesito
-¿d-de que estas hablando Woods?
-¿no lo ves? Me estoy muriendo por dentro, no te quiero alejar de mi lado, quiero que seas solo mía, ____ yo te amo con toda mi alma
m-mi corazón martilla muy fuerte, me voy a morir de la maldita alegría.
-y-yo…
-sé que también me amas – sonreí al escuchar de nuevo su maldito ego salir.
Sonreímos ligeramente, para luego juntar nuestros labios.
Empecé a quitar su buzo y luego su polera negra, él no se quedaba atrás, empezó a quitarme los pantalones y luego la ropa interior.
Hizo un recorrido con sus labios por mi cuello hasta llegar a mis pechos.
-J-Jeff – sentí como mordisqueaba lentamente uno de mis pezones.
Su mano viajó hasta mi parte intima, donde comenzó a jugar con mi clítoris.
-J-Jeff – la sensación que sentía en este momento era indescriptible.
Luego introdujo lentamente un dedo en mi interior
-estas tan húmeda
-n-no me digas
-si te digo – sonreí, pero enseguida Jeff metió otro de sus largos dedos en mi
Un gemido brotó de mis labios, era tal la excitación que estaba experimentado que ya no tenía control de mi misma.
-ahora es mi turno idiota – agarré su miembro entre mis manos
-n-no lo hagas – Jeff se recostó en la cama, dejándome ver su cuerpo entero.
Empecé a masajear su pene lentamente, ganándome unos roncos gemidos de su parte.
-¿m-me estas torturando?
-es tu culpa
-h-hazlo más rápido –sonreí y accedí a acelerar los movimientos.
-ahora es nuestro turno – Jeff me subió a la cama y se acomodó entre mis piernas
-hazlo despacio Jeff – el sonrió, luego se introdujo lentamente en mí.
-s-s-se siente jodidamente bien
Junté nuestros labios para que no se escapara un grito de dolor.
Jeff se separó y luego me empezó a besar el cuello.
Sus embestidas eran suaves y profundas, todo el dolor era reemplazado por una sensación de placer.
-t-te amo
-y-yo a ti
Empezó a embestir más rápido, los gemidos llenaban la habitación y posiblemente toda la casa.
Con una última embestida, ambos llegamos al tan anhelado Clímax.
Nos miramos fijamente y con una sonrisa, junto a un beso nos dimos las buenas noches.