Cincuenta maneras de besarte...

By BeautifulDerangement

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Pequeñas historias de Bright y Win disfrutando la Navidad. // ©BeautifulDerangement More

Uno: Beso accidentado
Dos: Beso de recuerdo
Tres: Beso entre risas
Cuatro: Beso reconciliador
Cinco: Beso en la oscuridad
Seis: Beso en público
Siete: Beso en forma de canción
Nueve: Beso de descubrimiento
Diez: Beso de buenos días

Ocho: Beso soñado

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By BeautifulDerangement

El tren no era algo completamente de su agrado, pero Win se sentía avergonzado cuando utilizaba su coche nuevo y todo el mundo lo miraba, así que no tenía otra alternativa más que subir a aquel tren todas las noches para volver a casa. No le gustaba que la gente lo juzgara por su dinero ni por ser el hijo del jefe de una importante empresa, prefería el perfil bajo y pasar desapercibido.
La rutina lo mantenía aburrido al punto de sentarse y mirar por la ventana, perdido en su imaginación, en una vida paralela en la que era un chico libre y feliz que hacía lo que le gustaba y no estaba atado a un futuro tan estresante.

Una noche, una persona desconocida se sentó a su lado. Jamás lo había visto en el tren, estaba seguro de que si lo hubiera visto antes, lo reconocería al instante. Una cara así era inolvidable para él.
El viaje transcurrió con normalidad, las estaciones pasaron tan lentamente que Win deseaba cerrar los ojos y descansar un momento, incluso sus párpados se sentían pesados, pero un toque en su hombro lo despabiló. Al girar la cabeza, se encontró con que la persona sentada al lado apoyó la cabeza sobre él.

Se había quedado dormido.

Al comienzo a Win le pareció incómodo, iba a moverse para despertarlo porque le parecía vergonzoso, pero ver el reflejo de aquella persona en la ventana le hizo cambiar de parecer. Nunca antes había pensado que alguien se vería tan bien incluso durmiendo en un tren como si estuviera en la privacidad de su casa; miró nuevamente a la persona para encontrarse de cerca con sus ojos cerrados y quedó inevitablemente perdido en la visión de las abundantes y largas pestañas, la nariz delicada y, por supuesto, los labios rosados entreabiertos como un niño que ha caído en un profundo sueño.
Win nunca había pensado que otro hombre podía verse tan angelical y dulce, pero tan varonil y atractivo a la vez. No tenía idea de por qué aquel desconocido le llamó tanto la atención, pero incluso si era la última vez que lo veía, sabía que había encontrado al primer y único hombre que le hizo dudar de todo. De su sexualidad y de qué estaba haciendo con su vida. Win se concentraba tanto en tener una apariencia genial para que todos lo aceptaran y respetaran, que no quería siquiera que nadie lo viera haciendo algo tan simple como dormir en el tren o comer comida callejera. No se relajaba, no tenía tiempo de ser él mismo.
Ver a alguien siendo tan despreocupado le hizo pensar en todo. El chico llevaba ropa común, nada ostentoso ni elegante, incluso aquellos zapatos se veían algo desgastados, ¿por qué parecía tan genial con ello, cuando él se estresaba tanto por llevar sus zapatos brillantes a donde sea que fuera?

Su estación estaba cerca, así que tocó a la otra persona suavemente para despertarla. El joven adormilado levantó la cabeza y la vista hacia Win y se avergonzó al instante soltando un simple "lo siento" que le hizo sonreír.

De alguna manera, aquel evento se había convertido en algo cotidiano. Win tomaba el tren a las nueve, media hora después se aparecía el chico a sentarse a su lado; veinte minutos después el hombro de Win era ocupado por la cabeza ajena y una hora después se iba. No hablaban, no se decían una palabra, pero eso ocurría con total normalidad.
No era como si Win no quisiera hablar, pero su compañero de viaje se veía tan cómodo, que no se animaba a despertarlo.

El día de Navidad se acercaba cada vez más, razón por la que el tren se llenaba más de lo normal incluso de noche, pero aún así el chico siempre terminaba por sentarse a su lado. Cuando no podía, simplemente se quedaba alrededor.
Hubo un día en concreto en el que aquel desconocido se sentó y habló, acción que sorprendió de sobremanera a Win.

—Me llamo Bright.

La mano del chico tocó la ajena y Win lo miró a los ojos con timidez.

—Soy Win.

—Así que mi almohada personal tiene nombre —bromeó Bright—. Siento dormir en tu hombro, es que siempre vuelvo muy cansado.

—Es un poco ofensivo que me llames así, pero agradezco que puedas descansar.

—No quise decir eso —sonrió el chico un poco avergonzado—. Eres cómodo y tu perfume es agradable, no puedo evitar caer sobre ti cada vez que tengo sueño.

Win sonrió tímidamente. —Eso suena romántico.

Bright acomodó la cabeza y cerró los ojos mientras hizo preguntas básicas. No durmió, solo habló hasta bajar. Win supo que Bright despertaba muy temprano y trabajaba en una empresa televisiva, además era un actor en ascenso y se esforzaba mucho, por lo que volvía cansado. También aprendió otras cosas nuevas sobre él: Era soltero y vivía solo, sabía tocar algunos instrumentos, su bebida y comida favorita, sus colores preferidos y que tenía una mascota.
Al día siguiente, ambos conversaron sobre sus familias. Win le contó que deseaba ser artista, pero el negocio familiar era algo que no podía abandonar, así que simplemente se dedicó a ello.

Una semana después, Win subió al tren completamente deprimido. El negocio tuvo una pérdida bastante grande, lo cual ocasionó que se sintiera culpable. Últimamente tenía la cabeza en las nubes e hizo cálculos erróneos, lo que llevó a un desastre económico. Bright no preguntó nada, supo que algo andaba mal cuando se sentó a su lado y Win no le sonrió.
El joven empresario apoyó la cabeza en el hombro ajeno y miró por la ventana mientras las estaciones pasaban. Se preguntó mentalmente si había algo más reconfortante que alguien que no hacía preguntas pero daba su apoyo incluso aunque no hubiera dicho una palabra.

—Todo estará bien —oyó Win antes de cerrar los ojos y permitirse dormir.

Se visualizó a sí mismo en una pasarela junto a Bright, ambos siendo dueños de los flashes. En su agradable sueño ellos eran dos actores reconocidos, la pareja del momento, los hombres más carismáticos de la industria. No había nada que no pudieran lograr juntos.
El sueño del joven transcurrió de forma amena, todo parecía tan real, incluso aquella sensación de algo cálido y suave sobre sus labios. Otros labios, los de Bright, que lo besaba dulcemente y se sentía tan a gusto que no quería que terminase.

—Win... Win, despierta. Ya debo irme.

El muchacho abrió los ojos y encontró los ojos ajenos llenos de confusión, ya que su cara estaba completamente roja. No podía entender por qué aquel sueño donde era besado por un hombre se sintió tan bien.

—¿Estás bien? Mi estación es la siguiente.

—No te preocupes —dijo Win, bajando la mirada hacia aquella boca—. Solo fue un sueño.

—¿Qué soñaste?

—Tonterías —sonrió.

Bright lo saludó y se detuvo antes de bajar. Estaba por decir algo, parecía un poco preocupado, pero sonrió y siguió su camino.
Al día siguiente la Navidad había llegado, por lo que el tren estaba vacío a la hora que Win había subido. Tomó su lugar de siempre y a su lado había un sobre que no quiso mirar. Esperó hasta llegar a la estación en la que Bright subía todos los días, pero no lo vio.

El joven actor no estaba en el tren.

Miró a su alrededor y se encontró solo en el vagón, así que echó una rápida mirada al sobre, sorprendiéndose al encontrar su nombre escrito en el frente. Lo abrió con curiosidad y encontró una bonita tarjeta de navidad con el reverso escrito en una letra muy prolija.


Win:

Esta noche no viajaré y tal vez no vuelva al tren durante mucho tiempo. Me asignaron para trabajar en Estados Unidos y cuando leas esto, estaré en el aeropuerto. Me bajé una estación antes de que subieras, así me aseguraba de que pudieras encontrar esto. Soy inteligente, ¿verdad?

Como sea. Esta carta es para decirte que siempre fuiste mi crush, desde el primer momento que subiste al tren. No sabía nada de ti, pero tu mirada perdida en la ventana me hizo saber que incluso un chico tan formal como tú puede llevar miles de constelaciones y sueños reflejados en los ojos, como un niño. El verte día a día hizo que desarrollara un sentimiento extraño hacia ti, al comienzo era admiración, luego reaccioné y admití que eras lindo. El día que me di cuenta que me gustabas fue cuando me senté a tu lado y me quedé dormido en tu hombro por accidente.

No quiero extenderme, pero te deseo una buena vida, en caso de que no volvamos a encontrarnos. Sigue tus sueños, jamás te des por vencido, ¿de acuerdo? No dejes que nadie te obligue a hacer cosas que te hagan infeliz.
Tal vez, en otra vida, encontremos un tren que nos vuelva a poner en el mismo camino.

Feliz Navidad.

pd: Tomé una foto nuestra cuando te dormiste, te la regalo para que no me olvides.

Bright.


Win se secó una solitaria lágrima y sonrió al ver la fotografía adjunta. Tal vez no volverían a cruzarse, pero el mejor regalo de navidad de su vida había sido el conocer a aquel chico en el tren y besarlo en sus sueños.

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