Si decides querer (Draco Malf...

By tigreDEpapel

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Segunda parte de "Lo que no sabes de mí (DracoMalfoy)" Después de tomar la decisión que le separaría de Nat... More

Nota de la autora
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14

Capítulo 8

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By tigreDEpapel

Slughorn terminó la larga perorata sobre sus mezclas favoritas y luego pasó a pedirnos que colaborarámos de dos en dos en una redacción sobre lo bueno de la poción Veritaserum en la sociedad mágica, una completa bobada. No entendía por qué tenía que ser en parejas, pero el profesor se había empeñado en que el trabajo en equipo era bueno, que teníamos que olvidar nuestras diferencias y demás rollitos moralistas baratos en los que preferí no intervenir.

- Tenéis que entregármelo antes del final de clase - fue la sentencia con la que dio por empezado nuestro período de trabajo.

Malfoy se puso a alisar su pergamino como para hacer tiempo y luego me miró.

- ¿Dejas de suspirar y empezamos ya? No querrás sacar mala nota, ¿verdad? - añadió eso último curvando la comisura del labio para luego humedecerlo.

- Obviamente no - rodé los ojos - ¿Se te ocurre algo para ir empezando? ¿Quién escribe?

Fue rápido al responder.

- Tú. Me gusta verte escribir.

Me sorprendió al principio, pero lo disimulé como pude, intentando no buscarle algún sentido equivocado.

- Entonces tú deberías ser el de las ideas.

- Suerte que hoy me siento inspirado - respondió subiendo las cejas, un gesto que le quedaba demasiado natural a su cara.

- Pensándolo mejor, déjame a mí. Me gustaría no suspender - añadí. Sabía que al príncipe de Slytherin no se le daban nada mal las pociones, pero también sabía que era capaz de arriesgar un pequeño porcentaje de su expediente solo por fastidiar.

Las primeras líneas de la redacción me salieron casi solas. Era siempre el mismo patrón, el mismo esqueleto intrínseco que usaba en los trabajos escolares y que parecía decir muchas cosas cuando solo le daba vueltas a una sola. Era un poco incómodo porque sentía que Malfoy me observaba escribir cada palabra y aunque me daba igual lo que pensara, tenía presente ese sentimiento que te empuja a hacerlo todo un poquito mejor.

- ¿Me dejas ver qué has puesto? - que lo dijera tan de repente hizo que mi pluma soltara una buena cantidad de tinta sobre el papel. Le miré con una cara que no debía de ser las mejores, pero él solo sé limitó a añadir algo más - Es también mi trabajo.

Le pasé el pergamino y le observé mientras analizaba mis recientes palabras con un dedo cerca de la nariz. Podía ver su mirada balanceándose entre las pocas líneas. Por un momento asintió, luego chasqueó la lengua.

- Vale, todo esto está muy bien, pero no es lo que nos está pidiendo - fue lo que soltó cuando hubo acabado de leer - "El Veritaserum es un suero de la verdad, poción incolora e inodora que obliga a quien la bebe a decir la verdad. Comúnmente utilizada en interrogatorios..." eso lo sabe todo el mundo, pero aquí el señor profesor quiere saber tu opinión acerca de la forma en la que se usa.

Lo lanzaba como un entendido en la materia, esperando mi reacción para probablemente decir luego otra cosa. Y lo extraño de aquello es que daba la impresión de decirlo no para dárselas de superior, sino que había algo entre cada palabra que me hacía pensar que hablaba en serio.

- Tiene que salir de aquí - señaló mi cabeza con el dedo - no de cualquier libro de pociones poco concreto.

- No hace falta que me tires el rollito moral, Malfoy - le solté - Sé perfectamente...

- Ya, ya sé que lo sabes, pero también es mi nota la que está en juego.

Decidí concederle una oportunidad tomándome un tiempo para pensar lo que decía. Había hecho trabajos como ese mil veces, pero tampoco creía que fuera a pasar nada malo por cambiar de técnica.

- A ver, ¿qué propones?

La sonrisa que puso al escucharme ceder parecía acercarse a una victoria.

- Me gustaría escuchar qué opinas tú al respecto.

Ya estaba ahí esa picardía tal suya, ese ánimo demasiado arriba que nunca parecía avecinar nada bueno. Sonreía como el niño más travieso de la clase esperando lo que yo tenía que decir. Y conocía esas características, se podían encontrar entre las veces que se había burlado de mí y de mis amigos, nos había dejado en ridículo, había mencionado cosas preferibles de olvidar y otras muchas escenas acumuladas, pero por alguna razón, olvidé todo eso por un momento y contesté.

- Creo que se debería usar en todos los juicios para evitar malentendidos.

Él asintió ligeramente y me dedicó una corta mirada de curiosidad antes de quedarse pensando, tal vez en mis palabras.

- Hay muchas formas de usar mal el veritaserum - fue todo lo que recibí en tono de anciano sabio.

- Bueno, se supone que la justicia debe usarlo para buenos fines.

- Suponer eso es, en muchos casos, un grave error.

- Entonces, me gustaría saber cuál es tu opinión - por primera vez, no entoné la frase en un tono excesivamente borde.

Cerró los ojos mientras pensaba y luego los volvió a abrir. Era como si se debatiera entre si debía decirme algo o pasar del tema. Sus iris brillaron un instante y una sonrisa para nada inocente se asomó entre sus labios.

- Verás... - comenzó como si fuera a dar un gran discurso, pero dejó la frase a medias cuando al hacer un movimiento brusco con la mano tiró el tintero que estaba entre los dos - ¡Mierda!

El recipiente cayó hacia un lado y la tinta se extendió por la mesa, volviéndolo todo de un color oscuro como el carbón. El líquido alcanzó la esquina del pergamino, una pequeña parte llegó al suelo, pero la mayoría fue a parar al pantalón del slytherin. Él se levantó en cuanto se dio cuenta, pero no fue lo suficientemente rápido.

- ¡Joder!

- ¡Qué genio! - se me escapó, o tal vez no, sólo para echar un poco más de leña al fuego.

Él me miró como si me fuera a estrangular allí mismo, con el ceño fruncido, las pupilas dilatadas y los labios ligeramente subidos hacia la nariz. Zabini se había girado solo para observar el espectáculo, pero se volvió en seguida, bajando y subiendo las cejas.

- No hace ni puta gracia - sentenció el rubio completamente serio, se le notaba la mandíbula claramente marcada. Yo intentaba reprimir la risa por todos los medios mientras él se manchaba las manos intentando limpiarse - Como te rías...

Esa frase fue exactamente el incentivo que necesitaba para reírme. Algunos curiosos se volvieron y la mirada que me regaló Malfoy esa vez estaba cargada de una ira muy poco camuflada. Pero a medida que la gente volvía a sus redacciones y mi risa se ahogaba poco a poco cuando me llevé las manos a la boca, vi cómo curvaba los labios tímidamente.

- Vale, ya está bien - bufó con el fantasma de esa sonrisa todavía señada.

Miraba a todas partes para asegurarse de no ser el centro de atención por primera vez en su vida. Hasta sentí un poco de lástima por él.

- Te voy a ayudar solo porque me das pena.

- Yo no quiero tu compasión... - empezó sirviéndose de su propio orgullo.

Ignoré lo que decía y apunté con mi varita al lugar indicado. Todo era, cuanto menos, incómodo.

- Tergeo.

En un momento, el líquido que se había derramado desapareció de la tela.

- Podías haberlo hecho antes.

- Me gusta verte sufrir - encogí los hombros - Por cierto, ¿cómo se dice?

- Gracias - le oí suspirar mientras ponía los ojos en blanco. Yo reí.

- Podría acostumbrarme a esto.

La alegría de ir a Hogsmeade se reflejaba en todas las caras que esperaban con impaciencia el visto bueno de Filch. Sin un lugar concreto al que ir, paseábamos por entre las tiendas. El frío del invierno que se acercaba se hacía cada vez más presente, ya había quien llevaba gorro de lana y la bufanda aunque ni siquiera hubiera caído un solo copo.

Nos dimos una pequeña vuelta por Zonko, donde inevitablemente cayeron bastantes de las muchas gominolas que había allí y observamos con la nariz roja algunos de los escaparates de las otras tiendas. Todo me parecía tan bonito en Hogsmeade: una pareja que se adoraba en silencio, mano sobre mano; risas entre amigos y la espuma de cerveza de mantequilla en el labio inferior; monedas que temblaban en los bolsillos por la impaciencia de ser gastadas. Podía mirar a cualquier lado y conseguir romantizar con una canción de mente toda escena que veía.

Al final, como era ya vieja costumbre, aterrizamos en Las Tres Escobas buscando con la mirada un sitio libre. Lo encontramos al final del pub, donde las sillas crujieron con nuestro peso y las bebidas calientes se pusieron ante nosotros en cuanto se acercó la camarera. Las cervezas hicieron el efecto esperado y pronto los cuatro estábamos riendo y poniéndonos al día con todo lo que no nos había dado tiempo a comentar.

- Dean está algo raro, por cierto. Yo creo que le da vergüenza hablar conmigo, como sale con mi hermana - decía Ron, tan empanado en lo suyo como siempre.

- Ron, ¿no sabes que han cortado? - le decía Herms.

- ¿Ah, sí? Con razón no les había vuelto a ver juntos.

Los tres nos reímos un poco a expensas del despiste del pelirrojo. La conversación comenzó a girar después en torno a asuntos del Ministerio y los Éxtasis, hasta desembocar finalmente en él.

- ¿En serio sigues pensando que es un mortífago?

- Tengo razones para sospecharlo. Además, ya casi no viene a clase, ni va a entrenar con su equipo y siempre veo que en el mapa...

Harry no llegó a terminar la frase, porque de repente empezó a saludar a alguien a lo lejos. Sorprendidos, nos giramos para ver a quién podía sonreír tanto y nuestros ojos se detuvieron en el profesor Slughorn que acababa de entrar por la puerta.

- ¿A qué juegas? - Weasley hablaba por lo bajo.

- Ya os lo contaré - respondió el otro aún menos perceptible.

Horace parecía encantado de recibir tanta amabilidad por parte del Elegido, tanto que incluso se acercó a nuestra mesa sin dejar de mirarle complacido.

- ¡Ah, hola Harry! ¡Qué alegría encontrarte aquí! ¿Tomando unas cervezas de mantequilla?

- Sí, señor. Aquí es donde venimos siempre.

- Muy buen sitio, ya lo creo. Romilda es muy buena amiga mía, sí, sí - respondió el anciano mientras se rascaba la cabeza - Por cierto, Potter, ya te hablé de los banquetes que solía hacer, ¿no?

- Creo recordar que sí.

- ¡Ah, muy bien, muy bien! He estado pensando en dar una fiesta y por supuesto estás más que invitado, ya lo sabes - rió jovialmente, percatándose por fin de que Harry no era el único en la mesa - ¡Ah, Granger! A usted también me gustaría verla allí. Una bruja como usted tendría que estar sí o sí entre los mejores del colegio.

Ron y yo nos miramos extrañados. Él pareció darse cuenta.

- Bueno, ya os diré fecha y hora, cuando nos veamos - se giró entonces hacia nosotros dos - Y buenas tardes, Waldy y... y...

- Stanford - le aclaré.

- Stanford, sí, sí.

Dándose la vuelta con dificultad octogenaria consiguió volver a la barra, donde otros profesores le estaban esperando probablemente con algún tema que tratar.

- Tiene que estar de coña - Ron bufó mirando hacia otro lado.

- Podía ser un poco menos obvio - yo estaba en el mismo plan.

- Una estúpida fiesta, bueno, pues bien.

- Olvídalo, Ron - Harry quería cambiar de tema, aunque le hiciera gracia la reacción de su amigo - Es una bobada.

- Sí, probablemente no hagamos nada especial.

Poco tiempo después entró Neville seguido de Luna y Ginny, todos de muy buen humor y con las mejillas coloradas. Por un momento, sentí la distancia tan larga que me separaba de la que yo consideraba mi mejor amiga, pero los tres no tardaron en sentarse a la mesa y hacer de la conversación algo más divertido.

No abandonamos el acogedor ambiente hasta que se hizo tarde y no tuvimos más remedio que volver a Hogwarts. Hermione, Ginny, Luna y yo íbamos delante, Neville, Ron y Harry se quedaron más atrás. Yo comentaba algo sobre Adam, porque Gin me había preguntado tanto por el chico que no tuve más remedio que hablar de él y porque hacía mucho tiempo que no tenía una charla hormonal con las chicas.

- Anda, ¿no es ese?

Miré por encima del hombro la figura que se acercaba corriendo por detrás. Llevaba un gorro de lana color azul oscuro que dejaba al descubierto unos mechones traviesos y me miraba directamente a mí acortando cada vez más esa distancia.

- Eh, hola - dijo con voz de colegial y luego se llevó las manos al gorro como si se lo colocara mejor - Nat, ¿puedo hablar contigo?

Oí a Ginny reír.

- Claro.

Me parecía que estaba un poco más nervioso de lo que solía mostrar, algo normal teniendo en cuenta que todos mis amigos nos miraban mientras nosotros nos alejábamos un poco del grupo.

- Bueno, no sé si te has enterado, pero el profesor Slughorn va a organizar una fiesta... - yo asentí, todavía recordando la escena de hacía unas horas - El caso es que a mí me ha invitado, como soy golpeador y todo eso, - cada vez iba bajando más la voz - y me preguntaba, si quizás querrías... venir... conmigo.

Realmente no me esperaba aquello, por lo que tardé en contestar. Un sentimiento de felicidad infantil se instaló en mi pecho mirando los ojitos brillantes del hufflepuff, la respuesta me salió casi sola.

- ¡Claro!

El Layne dejó escapar el aire que inconscientemente había estado reteniendo mientras esperaba. Sonrió muy fuerte y seguidamente me abrazó. Fue rápido, contradictorio, cálido. Al notar aquel impulso, él se echó hacia atrás, aunque yo no hubiera ningún gesto de disgusto.

- Lo siento.

- No te preocupes.

- Mejor... mejor me voy - las mejillas ya se le habían puesto tan rojas como las bolas de colores que adornaban los árboles de Navidad - Ya verás, será divertido.

Le despedí tímidamente con la mano, casi salió corriendo de allí.

DRACO

No quedaban apenas personas en Hogsmeade y eso era exactamente lo que necesitaba. Los alumnos ya se iban porque el tiempo que nos habían dado corría en su contra, pero aún podía ver personas dentro de Las Tres Escobas.

Había estado toda la tarde observándole, yendo de un lado para otro sin que nadie me viera, aunque el viejo me lo había puesto demasiado fácil. Desde que había entrado hacía como tres horas en el pub, no le había visto salir ni una sola vez. Por eso cuando decidí asomarme por la ventana más discreta para echar un vistazo al interior, lo vi sentado hablando con la camarera en una de las butacas al lado de la tarima. Era mi momento.

Saqué la botella que había tenido escondida todo el tiempo. Mi madre me la había enviado hacía unas noches envuelta en mil capas y con algunos hechizos adheridos para el peor de los casos. Siempre me enviaba lechuzas por la noche, era mucho más discreto y menos comprometedor, y también una de las causas del porqué me mantenía casi todas las noches en vela.

El líquido se removía entre el cristal casi como si tuviera vida propia. Decidí que era le momento de actuar, tenía que quitarme la presión de encima lo antes posible, aunque fuera de una manera tan desenfrenada. Rodeé el lugar hasta dar con la puerta de atrás y la abrí con un ligero Alohomora. Me temblaba todo el cuerpo mientras esperaba en la oscuridad. Temía que algo saliera mal en el último momento, temía esos pensamientos que se me agolpaban alrededor sin que me atreviera a verlos claros. Aún no era consciente de que me iba a convertir en un asesino.

La camarera apareció poco después, era bonita, pero no lo suficiente como para que en algún momento me hubiera apetecido follármela. Llevaba un escote que me producía repugnancia, pero no era eso lo que me interesaba en el momento.

- ¿Quién está allí? - oí su voz mientras se acercaba entre cristales y bebidas baratas. Probablemente había notado mi presencia.

Supe que era el momento de actuar. Ya tenía la varita preparada desde que había entrado, la hechicé en un abrir y cerrar de ojos como si fuera un pobre animalillo y sin la mera necesidad de salir de mi escondite. La chica se paró de inmediato en el centro del lugar con los ojos muy abiertos y supe entonces que podía estar tranquilo.

Necesitaba mantener la calma y estar despejado, por eso no pensaba en nada más que en la misión que se me había encomendado, pero cuando vi el rostro de esa mujer, fui consciente de lo que estaba haciendo. Tenía una expresión que no reflejaba absolutamente nada, las facciones relajadas y la vista perdida en algún lugar detrás de mí, como si no le quedara ningún rastro de vida. No era una persona lo que estaba delante de mí, era un autómata bajo mis órdenes.

- Entrégale esto al hombre que está sentado en la barra, el profesor Horace Slughorn - le dije entregándole la botella de hidromiel envenenada que tanto me pesaba en las manos - Dígale que es un regalo para el director Albus Dumbledore. Tiene que dárselo a Albus Dumbledore, ¿entendido?

Las palabras me salían débiles y poco claras, ni yo sabía muy bien lo que estaba haciendo. Tuve miedo de que la botella se cayera y se rompiera en mil pedazos, pero la camarera la agarró en seguida.

- ¿Lo has entendido? Repite lo que he dicho.

Ella volvió a decir las mismas palabras con un tono que intentaba parecer humano, con eso me di por satisfecho. Antes de que pudiera hacer cualquier movimiento, yo ya había salido corriendo de allí.

Esa noche no conseguí dormir más que media hora seguida. En cuanto cerraba los ojos, una voz, que parecía ser a la vez una mezcla de la de mi padre, la del director, la de mi madre, mi tía, Voldemort, incluso la de ella, una voz gutural y ronca, me repetía una y otra vez aquella palabra.

Asesino.

Eso era exactamente lo que era, desde el momento que había aceptado, hasta siempre. Siempre llevaría aquello grabado en cada poro de mi piel hiciese lo que hiciese y nada podría cambiarlo.

Hola 😀 Para acabar con el cap, vengo con una duda que me taladra el alma todas las noches. ¿Vosotr@s veis a Nat como una rayita o os la imagináis como personaje? No sé si me explico bien, pero al principio de "Lo que no sabes de mí" puse algo como me miego a unar lo de t/n cuando hablaba de Nat y con eso se entendía que ella era algo parecido. Pues bueno, sí, en principio lo era, porque para qué nos vamos a engañar, el importante era el Dreiko, you know, y yo hablando como lectora de fanfics entiendo que en general no nos centramos en la prota. Pero el caso es que con el tiempo la he acabado cogiendo cariño a mi pequeña 😢 y ahora pues la quiero, qué voy a decir. No sé si os caerá bien o mal, yo soy consciente de que a veces es un poco infantil y en demasiadas ocasiones sigue el arquetipo de rayis, pero al fin y al cabo esto es un fanfic, no una novela. Me gustaría oír (bueno, leer, me entendéis) vuestras opiniones sobre ella a ver qué os parece esta chiquilla.

Y otra cosa, creo que ya lo dije con anterioridad, pero lo repito otra vez 🙄 Como podéis ver, aunque intento seguir el hilo de los libros/pelis (un poco mezcla de ambos), pues hay cosas que no van a suceder en el mismo orden y otras que omitiré, lo digo para que no os hagáis un lío pensando "¿Esto no lo decía en el 5° año?" o cosas así. Y yastaría 🙂

Un besazooo 😚😚😚

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