— ¿Qué quieres decir con que desaparecerás?
La intensa mirada de Zero me convence de que no está bromeando. De pronto, siento un nudo en el pecho.
—Es así. Solo existo porque me necesita. Mi existencia tiene solo un propósito: mantener a Weber a salvo.
—Pero, Zero... ¿No quieres vivir? ¿No quieres existir por tu cuenta?
—Es imposible. No es mi propósito, no estoy destinado a... Hay algunas cosas que él no puede hacer y yo puedo. Puedo cortar zombies en pedazos sin pestañear. Puedo matar hombres antes de que parpadeen. Y soy inmune a los encantos de las mujeres pero...
— ¿Pero qué?
—No sé cómo... vivir. Weber sí. Él... aprecia la vida. Le gusta la gente... y las flores. Los animales. Cosas así.
(Lo había notado...)
—Honestamente, no veo por qué. Estaríamos a salvo si estuviéramos solos, pero él... se siente solo así.
—Así que no importa cuánto intentes alejarte... algo te llama, te hace buscar contacto con otros...
—Exactamente. Es increíblemente molesto.
—Es humano. Eres humano, Zero, por mucho que quieras que la gente te vea como este... monstruo...
—Los humanos son los verdaderos monstruos. Lo viste por ti misma. ¿O lo vas a negar?
—Bueno...
Suspiro, incapaz de encontrar las palabras adecuadas.
(¿Qué podría decirle? ¿<<No todos somos así>>? Ni siquiera estoy segura de no estar de acuerdo con él...)
—Y, aun así...
Miro a Zero. ¿Cuándo se acercó tanto a mí?
—Algunas cosas me gustan. La emoción de la casa. El aroma intoxicante del peligro. La forma en que tiemblas cuando estoy tan cerca de ti.
—No estoy temblando...
—Mhmm...
Zero se aleja y me doy cuenta de que he estado conteniendo la respiración.
—No quiero que desaparezcas, Zero.
— ¿Qué debería hacer, entonces?
—Eres una persona, Zero. Te mereces vivir tanto como Weber. ¿No sería mejor si ambos pudieran disfrutar de la vida al mismo tiempo?
—Los dos... ¿Cómo una especie de quimera?
De pronto, me doy cuenta de algo: Zero está tan confundido por su existencia como el resto de nosotros.
Pongo mis manos sobre sus hombros.
—Como la persona completa, valiente y hermosa que eres.
Zero sonríe y quita mis manos de sus hombros.
—Lo pesaré... pero eso no significa que vaya a perdonar tu traición.
—Tienes todo el derecho a estar enojado conmigo, si eso es lo que quieres. Hablaremos de eso mañana.
—No hay nada de qué hablar. Es... yo... Espera...Tal vez podría...
Zero agacha la cabeza y se frota los ojos. Cuando vuelve a levantarla, es una persona completamente diferente.
— ¿Qué...?
—Oye.
—Hola... tengo mucho sueño de repente.
Bosteza y se estira. No puedo evitar sonreír.
(Es adorable...)
—Yo también. Nos vemos mañana, Weber...
(Algo está mal.)
Tan pronto como entro a mi casa, algo se siente fuera de lugar.
Siento un cosquilleo familiar en la nuca... y llevo las manos a mi cintura instintivamente.
(Maldita sea... no tengo mi pistola... Maldición, esto se siente como...)
Como si me observaran.
Un instante después, algo pesado golpea mi cabeza... y pierdo el conocimiento.
Un zumbido agudo llena mis oídos mientras abro lentamente mis párpados.
(El mundo está girando... ¿Dónde estoy?)
Intento moverme, pero no tengo éxito. Una cuerda muy gruesa aprieta mi piel, haciéndome daño.
(Estoy atada a la silla...)
— ¡Pero miren quién ha despertado!
— ¿El alcalde? ¿Qué...?
—Te has estado metiendo donde no deberías, leoncita. Para esta comunidad, eras un héroe. Imagina lo que sentirán cuando sepan que fuiste tú la que estuvo detrás del ataque zombie.
— ¿Yo... qué?
—<< ¿Qué?>> ¿Serán estas tus últimas palabras? Al menos hazlas memorables.
(No entiendo... ¿Cómo es esto posible? ¡Necesito detenerlo!)
—Por favor, déjame ir.
—Tsk, tsk, tsk. ¿Suplicando piedad ya? Vamos, señorita Lucy. Realmente me decepcionas.
—Podría... decir lo mismo... Zero tenía razón sobre ti.
— ¿Ese loco? ¡Ja! Nadie le creería. Ni siquiera ustedes le creían.
— ¡Tú...! ¡No te saldrás con la tuya!
La ira se mezcla con una sensación de nauseas. Tengo ganas de vomitar.
Mi respiración se acelera.
(¡Necesito encontrar una manera de salir de aquí!)
—Es una maldita vergüenza. Estuvieron bastante bien los tres. Jacob, Raven, Zero... por supuesto, llegarán a su fin antes del amanecer. En cuanto a ti...
Levanto la cabeza, tratando de quitarme el cabello de la cara, pero el sudor no me lo permite.
El alcalde levanta una jeringa llena de un líquido verde oscuro.
—Estás a punto de sernos mucho más útil
— ¡Déjala ir o te disparo!
Giro la cabeza y veo al vicealcalde. Tiene una pistola en la mano.
(¿El vicealcalde? ¿Pero... por qué?)
—No puedes hablar en serio. Ya hemos hablado de esto, hermano. Si te estás arrepintiendo...
— ¡¿Arrepintiendo...?! ¡Nunca quise esto! ¡Me obligaste a participar en este horrible plan tuyo! ¡Me usaste!
— ¡Te di todo! ¡Te di una casa! ¡Seguridad! ¡¿Y así es como me devuelves el favor?!
El alcalde da un paso hacia su hermano. El vicealcalde levanta su arma.
— ¡DIJE QUE LA DEJES IR!
—Tranquilo... Tranquilo. No tienes que hacer esto. Todavía podemos...
— ¡No le escuches! ¡Es un maníaco! ¡Ha manipulado a todos todo este tiempo!
—Yo... no puedo soportarlo... Me hizo hacer cosas... Cosas malas...
—Lo sé. Está bien... vamos a arreglarlo, pero te necesitamos de nuestro lado.
— ¡No escuches a la bruja! ¡Eres mi hermano!
— ¡Cállate! Quiero que te vayas. ¡Vete ahora y nunca vuelvas!
— ¡Esta bien! Está bien, me voy...
El alcalde levanta los brazos y camina hacia la salida.
—Te arrepentirás de esto...
—No puedo creerlo... ¡Se ha ido!
— ¡Libérame!
El vicealcalde me desata y me pongo de pie, pero me arrepiento de inmediato.
(Me siento muy mal... Creo que tengo una contusión...)
—Mis amigos... están en peligro... tenemos que...
—Deja que te ayude. ¿Dónde están?
Intento pensar. Me cuesta mucho hacerlo, pero se me ocurre un lugar.
—El bar. Puedo ir sola. Tú... tú quédate aquí y asegúrate que no vuelva para destruir la evidencia.
—Si estás segura... ¡Toma, llévate el arma!
Dudo un momento, pero la acepto y me tambaleo hacia la salida.
—Volveré pronto.
El aire frío de la noche me ayuda a despejarme un poco. Ahora, menos confusa, me siento una completa estúpida.
(Debería haber confiado en Zero... ¡Oh, Dios! ¡Zero!)
(¡Jacob y Raven están juntos! ¡Tengo que encontrar a Zero! Pero... ¡No sé dónde puede estar!)
Recuperando mí fuerza, corro de regreso a la ciudad.
Me siento aliviada cuando veo a Weber sentado en un banco de la plaza. Cuando me ve, se pone de pie.
— ¿Pasa algo malo?
—El alcalde... ¡Me secuestró! Dijo que te haría daño...
—Lo sabía. Voy a matar a ese maldito bastardo.
Sin prestarme más atención, Zero se va. Corro detrás de él.
— ¡Espera...! ¡Tenemos que buscar a Jacob y a Raven! ¡Están en peligro!
Un grupo de hombre con cuchillos emerge de entre las sombras. Levanto mi arma, pero Zero me detiene.
—No dejaré que me niegues este placer.
Zero, riéndose como un maniático, se pone en posición de combate.
—Vengan, cobardes. Ahora el hilo de sus destinos está listo para mi cuchillo.
En el instante en el que uno de los hombres lo ataca, Zero salta con la agilidad de un gato.
Zero esquiva la estocada y, con un movimiento rápido, le corta la garganta. El hombre cae en un charco de sangre.
— ¿Quién quiere ser el siguiente?
— ¡Pagarás por eso!
— ¡Ah! ¡Un voluntario!
Zero lanza su cuchillo, que se hundo en el pecho del hombre.
—No necesito un cuchillo para matarlos a todos. Puedo hacerlo con los ojos vendados.
— ¡Vámonos...! ¡Salgamos de aquí!
— ¿Se van tan pronto? Qué decepción...
— ¡Cuidado!
De pronto, uno de los hombres intenta lanzarle su cuchillo a Zero. Levanto mi arma y le disparo en el brazo.
Su cuchillo cae al suelo y el hombre grita.
El resto de los atacantes escapan.
Oímos pasos que se acercan. Al darnos vuelta, vemos a Raven y a Jacob.
Les explico rápidamente lo que pasó.
—Oímos un disparo, así que corrimos hasta aquí lo más rápido que pudimos.
—El alcalde debe haber enviado a estos hombres a atacarnos. ¡Debe de estar planeando venganza!
—Tenemos que volver a los almacenes. Esto termina esta noche.
Tan pronto como nos acercamos a los almacenes, nos damos cuenta de que es demasiado tarde.
Los gruñidos y gemidos nos alcanzan antes de que los veamos: un ejército de zombies avanza hacia nosotros.
—Puedo encargarme de unos veinte a la vez, pero necesito que distraigan al resto.
— ¿Cuántas balas tienes, Lucy?
—Veamos... Cinco. Me quedan cinco balas.
—Dame la pistola. Con un poco de estrategia, puedo hacer que cada bala cuente.
Le doy el arma a Raven.
—Úsame como carnada. ¡Lucy, cúbrete hasta que nos ocupemos de ellos!
— ¡Martin podría ayudar! ¡Iré a buscarlo!
—No hay tiempo para discutir planes. ¡Aquí vienen!
La horda ataca a mis tres amigos.
Los disparos resuenan en la noche mientras corro hacia el almacén donde Martin está encerrado.
Busco la llave en mis bolsillos, pero me doy cuenta de que no es necearía.
—Está abierto... ¿Martin? ¿Estás aquí?
No hay respuesta. Al darme cuenta de que ya no oigo los ruidos de la batalla, vuelvo a salir.
Zero está sentado en el suelo, cubierto de sangre. Raven y Jacob están de pie a unos pasos de él.
— ¿Todos están bien?
—Eso parece. No puedo creerlo. Los matamos a todos.
— ¿Dudabas de que lo lograríamos?
—Es una pena que nadie haya podido ver esos disparos. Fueron simplemente perfectos.
—Ya habrá tiempo. Ahora, tenemos que...
Un grito espeluznante procedente del último almacén nos detiene en seco.
¿Se saldrá con la suya el alcalde?
¿Qué pasó con Martin y el vicealcalde?
¿Qué les espera a los héroes?