AMATISTA (Editando)

Galing kay GriMikiSinchicay

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La amatista, la Esmeralda, el Cuarzo rosado, la Aguamarina, el Jade, la Obsidiana, la Hematita, el Ámbar y po... Higit pa

Capítulo 1: El gato y la Luciernaga
Capítulo 2: ETHAN
Capítulo 3: Ámbar
Capítulo 4: "Fragmentos de minerales"
Capítulo 5: Ander
Capítulo 6: Bajang
Capítulo 7: ¿Un fin en común?
Capítulo 8: El Clan Bestial
Capítulo 9: Óscar Guerreiro
Capítulo 10: Los seres mágicos
Capítulo 11: La piedra del ámbar
Capítulo 12: Crystal
Capítulo 13: El Cordewa y el Brahmaparush
Capítulo 14: Radomsky
Capítulo 15: Piensa bien en quién confiar.
Capítulo 16: Dana
Capítulo 17: El Cuarzo Rosado
Capítulo 18: Doble ataque.
Capítulo 19: El poder del ámbar.
Capítulo 20: La Esmeralda
Capítulo 21: Daría la vida por no dejar de mirarte
Capítulo 22: El secreto
Capítulo 23: Desencantado
Capítulo 24: ¿Hasta dónde llegamos por ira o desesperación?
Capítulo 25: ALP
Capítulo 26: Más que humanos
Capítulo 27: Entregando su confianza
Capítulo 28: Alan
Capítulo 29: En busca de los fragmentos (parte 1)
Capítulo 30: En busca de los fragmentos parte 2
Capítulo 31: Las mentiras tienen patas cortas
Capítulo 32: Un héroe
Capítulo 34: Bruja Adze
Capítulo 35: ¿Futuro?
Capítulo 36: José
Capítulo 37: Revelaciones (parte 1)
Capítulo 38: Revelaciones (parte 2)
Capítulo 39: Puntos de conexión.
Capítulo 40: Rakshasa (FINAL)

Capítulo 33: La visión.

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Galing kay GriMikiSinchicay

Elián se encontraba entre los Bosques de Palermo, caminando sin rumbo, débil y dolorido. Sus pocas fuerzas las usaba para mantenerse de pie, buscaba a Liam. 

Su hermano mayor se había alejado mucho antes de hallar a Crystal y no regresó desde entonces. 

¿Dónde se había metido? 

Agotado, se sentó en el césped y trató de descansar un poco.

Las imágenes del ser del Jade recorrían su mente junto a lo que decía el Alp. No dejaba de preguntarse una y otra vez a qué se refería con aquellas palabras donde insinuaba saber algo que él desconocía.  

Era de noche, no había nadie por la zona. El maldito de Ethan Blud era otro tema que torturaba su cabeza, hasta que por fin su hermano se dignó a aparecer.

—¡¿Qué demonios te pasó?!—preguntó Liam, alzando ambas cejas al verlo tan malherido.

Elián rodeó sus ojos.

—La pregunta es ¿Dónde estabas?—habló el menor, de manera molesta.

Liam se rascó su nuca antes de responder.

—Bueno yo...me distraje un poco. —respondió. —Lo importante es que regresé. —agregó despreocupado.

—¡La misión se está yendo al carajo! —exclamó con rabia Elián. —¿Y tú te distraes?

Liam bufó con fastidio, detestaba que su hermanito actuará como líder -aunque fuera uno.-

—Da igual, eres muy fuerte. No creí que ante mi ausencia te darían una paliza. —dijo el mayor, disgustado.

—Liam esto es grave. —explicó el menor. —Ese chico, Blud no es alguien ordinario. Es muy poderoso. —continuó diciendo.

Durante la pelea tuvo grandes dificultades para defenderse, aquella fuerza que poseía el castaño era impresionante.

—¿Él te dio esa paliza? —ahora sí el rubio mayor estaba impresionado.

—Y no sólo pasó eso. Su fuerza era muy grande. Cómo la de un...—se detuvo un momento antes de continuar. —..¿Vampiro viejo? —preguntó para ambos.

El primer ejemplo que se le ocurrió fue el de aquellos demonios, no encontraba otra manera de describir aquel poder. 

Liam rodeó sus ojos.

—Sí, claro. —dijo sarcásticamente. —¡Un chico de veintidós años ahora es un vampiro viejo! ¿Te estás escuchando?—soltó una risa ante tan patética hipótesis.

—¡No lo entenderías! —se defendió el menor. —Esa fuerza no la he visto en nadie más…

—Por favor, Elián. Lo que dices no tiene sentido. —intentó hacerle entender el mayor.

Elián permaneció en silencio, su hermano tenía razón, era imposible que Ethan Blud fuera un vampiro viejo pero..¿Qué era entonces?

—Además. —agregó Liam. —Eres un dramático, que sea un chico fuerte no quiere decir que la misión se vaya al demonio.

—No lo dije por eso. —dijo el menor de los B. —Crystal está en peligro, un Alp se llevó su jade y todo el grupo de Blud me vió con ella. —el chico se veía preocupado.

—Maldición.. ¡¿Y qué hacías con ella?!. —exclamó el mayor apretando su puño con furia. —¿Ander, él también? —agregó luego.

Esperó la respuesta de su hermanito, por fortuna éste negó con su cabeza.

—Bien, es lo importante. De lo contrario Radomsky nos mataría por nuestros errores. —dijo más tranquilo el mayor. —Y olvídate de Crystal, ya está muerta. 

—No pienso olvidarme de ella. —respondió seria y sinceramente Elián.

«Es un idiota» pensó Liam. Si tan sólo supiera la verdad...

—Tendrás que hacerlo, porque ya encontré la Fluorita. —comentó con seguridad, buscando que el contrario recapacitara.

Elián no podía creer lo que acababa de oír.

///

Crystal aún se encontraba débil, pero lo único que podían hacer para ayudarla era encontrar un Jade o recuperar el suyo.

El grupo se dividió para lograr encontrar la piedra lo más antes posible. Según las investigaciones de Óscar, el ámbar podía ser utilizado como guía para hallar el jade. 

Por ese motivo cada grupo tomó un fragmento de la piedra de resina amarilla.

Se dividieron de la siguiente manera, Ámbar junto con Ander, Óscar con Ethan y por último Min, Darién y el Bajang. 

A su vez, Carla y Dana se quedaron para cuidar las piedras, los fragmentos y a Crystal.

Ámbar y Ander decidieron buscar por la zona de los Bosques de Palermo, era de noche, hacía frío y las calles de camino hacia el lugar estaban casi vacías.

—Tu ciudad es muy bonita por las noches. —comentó Ander, tomando por sorpresa a la rubia.

—No creí que algo pudiera parecerte bonito. —bromeó, pues el chico de cabellos oscuros siempre se quejaba de todo.

—Te sorprenderías demasiado. —dijo él sonriendo de lado. —Creo que dividirnos así será inútil. —agregó cambiando el tema, observando las calles iluminadas con pocos autos transitando.

— ¿Por qué pensas eso? —preguntó la morena con curiosidad.

Ander la miró a la cara.

—Porque probablemente tú seas la única que pueda dominar el Ámbar para hallar el jade. —respondió y luego apartó nuevamente su vista.—Además, esa piedra es más fuerte cuando se encuentra a la luz del sol. 

Ámbar permaneció un momento en silencio, sin dejar de caminar en dirección a los bosques. Tal vez Ander tenía razón o quizás sólo eran alardes. Comenzaba a tener algo de frío, sobre todo cuando una fuerte brisa de viento los envolvió.

—Óscar dijo que cualquier puede hacerlo. —dijo abrazándose a sí misma, la rubia.

—Entonces ¿Por qué sólo nosotros  vamos rumbo a los Bosques? —preguntó serio y luego se detuvo para verla. 

La joven seguía abrazándose a sí misma, a la vez que frenó sus pasos en cuanto el chico se detuvo. Lo miró en silencio, sus ojos grises no dejaban de mirarla. Respecto a lo que dijo, era una buena pregunta.

—¿Tienes frío, Ámbar? —preguntó de repente Ander. 

La chica se ruborizó levemente. 

—Un poco. —respondió y vio como él se sacaba su campera. —¡No! ¿Qué haces? —exclamó de inmediato.

—Ten. —le ofreció su campera, Ander. —Yo no tengo frío.

—Pero después sí vas a tenerlo. —habló la chica, negándose a su ayuda.

—No seas cabezota. —dijo el joven Radomsky y le tiró la campera en la cara. 

Ámbar perdió la vista por unos segundos al quedar su rostro completamente cubierto por la ropa negra del chico, la cual retiró de inmediato.

—¡¿Por qué hiciste eso?!—exclamó casi a los gritos al percatarse que el chico continuó caminando.

Ander no le prestó atención y ella trotó hacia él.

—Porque te haces rogar. —dijo entre pequeñas risas, Ander.

La morena no pudo evitar reír, pero no porque el vampiro tuviera razón sino porque su risa le resultó contagiosa.

—Bueno, pero no te vayas adelante que no es por ahí. —habló la rubia mientras se colocaba la campera ajena. —Es por la izquierda. —agregó segura y comenzó a caminar hacia aquella dirección.

Ander sonrió para sí mismo. Tenía razón, sólo ella podía controlar con precisión el ámbar.

///

—¿A dónde vamos? —preguntó Ethan a Óscar.

Ambos caminaban por el barrio de Palermo.

—A dónde nos guía el ámbar. —respondió el mayor.

Ethan permaneció en silencio, observando las casas de la zona. El lugar le resultaba familiar.

—¿Y a dónde creés que nos lleva?—preguntó nuevamente el joven Blud.

—No estoy muy seguro. —dijo Óscar. — pero a este paso vamos a llegar a casa de Kate.

—¿La mamá de Ámbar? —consultó sorprendido, Ethan.

—Sí. —exclamó serio el mayor.

Óscar comenzaba a creer que el fragmento los estaba guiando mal. Probablemente lo llevaba a la fuente principal del Ámbar, porque sabía exactamente qué Kate también poseía una piedra de resina amarilla.

—Ella también tenía la piedra del ámbar. —comentó el joven de ojos cafés. 

Óscar no dijo nada. Siguió caminando.

—Capaz por eso estamos llegando a su casa. —agregó el chico, sacando sus propias conclusiones que eran las mismas teorías del contrario. Aun así Óscar no le daba demasiada atención. Sólo pensaba en Kate y la enorme cantidad de mentiras o secretos que debía tener. No estaba seguro de que fuera una buena idea ir a verla. 

—Bueno, supongo que ella también forma parte de nuestro equipo. —dijo Ethan y Óscar se volteó a verlo.

—No. —habló mientras lo tomaba de los hombros. —Escuchá, Ethan. Le prometí a tu mamá que iba cuidar de ustedes, por eso te pido que confíes en mí cuando te digo esto...—

Ethan se sorprendió al oír las palabras del mayor, pero permaneció atento a lo que decía.

—...No podemos fiarnos de Kate. — continuó diciendo Óscar. —Creo que ella esconde algo, pero no se lo dije a Carla porque se lo muy amigas que son. 

Óscar se expresó con tanta sinceridad que Ethan pudo percibir, a través de sus ojos esmeraldas, lo mucho que quería a su madre.

«Probablemente tiene razón, después de todo esa mujer sólo sabe mentir» pensó el  castaño menor al recordar la discusión de aquella mujer con su hija.

—Que creas eso es la razón principal por la que tenemos que ir a su casa, Óscar. —dijo el joven Blud. 

Era mejor averiguar si estaban en lo cierto que vivir en la incertidumbre.

///

Darién no dejaba de mirar al Bajang, era el muchacho de aquella noche en el bar. El mundo se le hacía muy pequeño.

Por su parte, Min llevaba la delantera guiando a sus compañeros. 

—¿Por qué me miras tanto? —preguntó el chico de piel canela al colorado.

—Es que... Ya nos vimos una vez—respondió Darién encogiéndose de hombros.

—Lo recuerdo—comentó sin mucha importancia el Bajang.

—Tuve un amigo como tú. —dijo el colorado algo triste. 

—Creo que deberíamos superar esa historia. —intervino Min alegremente como si la muerte de ese tipo de demonios no tuviera grado alguno de importancia.

—Yo hasta le había puesto un nombre. —se quejó Darién. —Y no es que no supere el asunto, Min sino que Ander y vos deberían buscar otros medios para salvar a otros. —agregó con algo de ira.

Min lo miró impresionado, nunca lo había visto tan enojado.

—Bueno, bueno tranquilo fueguito. —dijo mientras movía sus manos en gestos de "alto".

—¿Ander mató a tu amigo? —preguntó sacando sus propias conclusiones el Bajang.

—Fue una situación de vida o muerte. —lo defendió Min.

Palabras suficientes para confirmar la pregunta que acababa de formular el demonio.

—¿Y por qué lo besaste si mató a tu amigo?—volvió a preguntar.

Darién abrió grande sus ojos y boca. 

«¿Cómo sabía él eso? ¡No, ahora Min también lo sabe!» pensaba muy avergonzado, el pecoso.

—Tranquilo, Darién yo ya lo sabía. —dijo Min dándole unas palmaditas en su espalda.

—¿Qué? —balbuceó Darién.

—Sí, Ander me lo dijo. —alzó sus manos mientras se encogía de hombros. —No vayas a enojarte, se supone que los mejores amigos no tienen secretos entre sí.

Si Min le estaba haciendo pasar un mal momento, con eso último lo hizo aún más. Él ahora tenía secretos con Dana y eso no terminaría bien.

—Todavía no me has respondido. —dijo el Bajang que aún esperaba una respuesta.

—¡Es que eso no es asunto tuyo! —exclamó Darién ocultando su rostro con sus manos.

El vampiro soltó una divertida risa y el Bajang rodeó sus ojos.

—Bueno, supongo que lo quieres mucho. —dijo el chico de piel canela mientras se acercaba al pecoso. Acto seguido le tomó suavemente de sus manos y lentamente lo obligó, con cuidado, a descubrir su rostro.

Darién no tuvo más opción que mirarlo directo a los ojos. Ojos bien negros, pero con unas pestañas bastante llamativas y largas. 

El Bajang le sonrió levemente.

—Siempre quise tener un nombre, Darién ¿Me pondrías uno? —habló sin dejar de mirar sus pupilas azules.

Min quedó boquiabierto ¿Acaso se estaban coqueteando?

///

Carla y Dana se encontraban en la habitación cuidando al ser mágico. Ambas muy preocupadas.

—¿Creés que se va mejorar? —preguntó la rizada.

Llevaba horas viendo a la chica de cabellos grises inconsciente y no podía dejar de pensar en cómo se sentía Ethan en este preciso momento.

—Claro que sí. —respondió con energía la rubia teñida. —No te preocupes, linda. Tus amigos y Óscar hallarán la piedra a tiempo.

—Ella es importante para Ethan. —dijo Dana mientras jugaba con sus propios dedos y yacía su mirada baja. —No sé si él soportaría perderla.

—No la va perder. —insistió la mayor. —Tenés que ser positiva, Dana. —le explicó con amabilidad.

Dana la miró a los ojos.

—Lo intentó, pero últimamente todo me sale mal. Me siento muy sola y no hago más que fallarle a todos. —soltó con tristeza. —Ethan no tiene idea de lo que me está pasando. Él solía darse cuenta de todo y ahora que está enamorado sólo le importa Crystal. Y lo entiendo, no me molesta, pero lo extraño. —continuó diciendo apenada. —Carla yo tal vez estoy algo celosa, pero aún así no soportaría ver sufrir a mi mejor amigo. —añadió casi al borde de las lágrimas.

La mujer de ojos cafés, conocía a Dana hace tiempo y sabía perfectamente la relación amistosa y unida que tenía con su hijo. Ella jamás buscaría su malestar. 

Comprendía sus sentimientos, o al menos hacía un gran esfuerzo por hacerlo. 

—Tranquila. —dijo a la vez que le daba un abrazo. —Ethan estará bien y en cuanto a tus emociones, hablá con él. Lo conocés, es muy descuidado, a veces no se da cuenta que está haciendo las cosas mal. 

Dana soltó una que otra lagrimita mientras se aferraba al abrazo de Carla.

—Eso es verdad, no se olvida la cabeza porque la tiene pegada. —exclamó entre pequeñas risas, separandose del abrazo. 

—Todo va mejorar. —habló la mayor acariciando el cabello rizado de la joven. —Voy a preparar un poco de té, te va hacer bien. —agregó mientras se ponía de pie.

—Gracias. — dijo Dana, observando cómo la mujer salía de la habitación. 

Luego se acercó a Crystal, la observó con detalle. Realmente estaba muy pálida, parecía un muerto, pero aún respiraba.

—Por favor, Crystal. Aguantá un poco más. —pidió en voz alta esperando que el ser mágico pudiera oírla. 

Luego volteó hacia la mesita de luz y observó la caja de madera donde Óscar dijo que guardaba la piedra Hematita, hasta les pidió que la usaran en caso de emergencia y el Aguamarina, de la cual no habló al respecto.

La curiosidad por saber cómo se veían esas piedras le ganó y abrió la caja.

 Ahí se encontró con dos bellos materiales. El primero, la Hematita, era una especie de hierro negro con tonos rojizos. Su textura era fría, lo supo porque le pasó suavemente la yema de su dedo índice. El segundo, era hermoso, la Aguamarina. Su color era un verde muy claro y brillante. A simple vista no podía distinguir de qué tipo de mineral se trataba. Intrigada lo tomó entre sus manos.

Era liviana, a pesar de tener un tamaño de aproximadamente quince centímetros, podía ver su reflejo a través de ella. La acarició suavemente disfrutando de la textura que su tacto percibía. Fue en ese instante que un destello blanco se desprendió de la piedra, cegando por completo a la joven quien por instinto cerró con fuerza sus ojos.

Aquamarine time 

Al abrirlos se encontraba en un lugar completamente desierto y blanco. 

A lo lejos, pudo divisar un campo repleto de flores y a una joven de vestido blanco corriendo entre ellas. 

Aquella joven tenía el cabello algo corto y rubio, su piel era morena y su figura, muy familiar.

—¿Ámbar? —exclamó la rizada, confundida. 

Allí comenzó a oír una voz masculina, la cual jamás había escuchado, repetir una y otra vez la palabra "Ámbar, Ámbar, Ámbar".

La voz se tornaba cada vez más potente. Dana pudo ver como su amiga comenzaba a correr, como si intentara escapar de aquel llamado pero..¿Realmente era un llamado? 

Al instante el escenario cambió y la joven pudo ver a un chico que reconoció de inmediato, tirado en el suelo, parecía tener algo clavado en su pecho.

Corrió hacia él de inmediato. Cuando llegó pudo verlo con claridad. Ander. 

—¡Ander! —gritó aterrada ante la cantidad de sangre que estaba perdiendo, intentó retirar esa especie de estaca que tenía clavada, pero sus manos la atravesaron como si fuera la simple imagen de un reflector. 

—¡Maldito!—oyó la misma voz masculina de antes. 

Al voltear a ver a su dueño se encontró con la imagen de un hombre calvo y alto, que vestía de negro. Su mirada era aterradora, se veía furioso. Era enorme y fuerte, la joven sintió el terror recorrer todo su cuerpo.

Dana no entendía qué estaba pasando ¿Acaso ese hombre lastimó a Ander?

Al mirar a su alrededor pudo ver a Min inconsciente, tenía una enorme herida en su cabeza. Sangre, vio mucha sangre. También reconoció al chico rubio cenizas del clan Bestial, herido e intentando levantarse. 

El escenario comenzó a cambiar. 

Pudo ver a Ethan atravesando una especie de portal y finalmente dos manos femeninas. Las veía como si fueran las suyas, pero no las reconocía. Eran diferentes. 

Dana observaba aquellas manos delgadas, jóvenes, blancas y con unas perfectas uñas. Definitivamente era como si viera a través de los ojos de alguien más. 

Sintió varias lágrimas recorrer sus mejillas y mucho dolor. No comprendía su razón, pero dolía demasiado. De un segundo a otro esas manos se cubrieron de sangre. 

End aguamarine time.

En cuestión de segundo la joven se encontraba nuevamente en la habitación.  

«¿Qué demonios fue eso?» se preguntó con sus ojos al borde de las lágrimas y una sensación horrorosa recorriendo todo su ser.

///

Kate se encontraba en la cocina, bebiendo una taza de café, mientras la observada un gato negro que no era otro que el Alp. 

Ahora se encontraba más tranquila y relajada, aunque no comprendía bien porque el demonio insistió en verse como felino en lugar de seguir siendo un humano. 

El gato negro tenía un pelaje suave,  reluciente y ojos muy llamativos que combinaban entre el verde y amarillo. Permanecía en silencio y se comportaba como cualquier gato observador.

La mujer de cabellos castaños oyó el sonido del timbre y salió al jardín de camino al portón negro en dónde pudo ver a Óscar junto al hijo de Carla. 

—¿Óscar? —soltó al verlo. —Que sorpresa. —lo era, no esperaba recibir visitas a estas horas de la noche.

—Sí, tampoco planeaba llegar tan tarde. —habló el castaño de ojos esmeraldas. —¿Podemos pasar? —preguntó sin rodeos.

—Claro. —dijo Kate abriendo el portón. —Hace frío para estar ahí afuera, pasen hice café. —continuó diciendo mientras se adentraba al interior de su hogar y los dos la seguían.

Ethan tuvo una extraña sensación al sólamente posar un pie dentro de la enorme casa.  Como si una presencia ajena a ellos lo vigilara, a su vez, Óscar prestó atención a cada comportamiento de su "amiga."

En la cocina, Kate les sirvió un poco de café a ambos.

—Gato nuevo. —exclamó Óscar al ver al animal encima de una de las sillas de la cocina.

Kate miró al Alp y luego regresó la vista hasta sus visitas dedicándo una cordial sonrisa. 

—Debe ser de algún vecino, lo dejé entrar porque estaba rascando la ventana. —mintió con estrategia la morena.

—Es muy lindo. —opinó Ethan antes de beber un sorbo de café. 

Kate supuso que habían mordido el anzuelo, pero la realidad era que a estas alturas ninguno de los castaños confiaba en los gatos.

—¿Y Ámbar? —preguntó la mujer.

—Ella está buscando las piedras junto a uno de sus amigos. —dijo Óscar y la morena mantuvo la calma, tal como se lo indicó el Alp minutos atrás.

—Me imagino. —murmuró para luego tomar asiento. —Ella está grande y parece que heredó de su papá  el querer saber acerca de ese mundo. —agregó.

Por dentro Kate podía sentir dolor y estar en desacuerdo con lo que hacía su hija, pero antes de que su amigo llegara tuvo una conversación con el Alp. Éste se encargó de explicarle que debía mantener la compostura, sobre todo cuando sus amigos o su hija comenten la búsqueda de cada fragmento o piedra semipreciosa.

—Hoy a la mañana me llevé la piedra del Ámbar, Óscar. —confesó tomando por sorpresa al recién nombrado. —No te lo dije porque no me lo hubieras permitido.

Óscar no sabía si creer en aquellas palabras, pero no esperaba este tipo de confesiones. 

—Creí que podía usar el ámbar para encontrar a José. —continuó diciendo mientras se relamía sus propios labios y bajaba la cabeza. —No funcionó, por eso la voy a poner en su lugar apenas salga el sol.—agregó esta vez mirándolo a los ojos.

Óscar observó los bellos ojos verdes de su amiga, se veían tristes y parecía hablar en serio. Sintió culpa por creer que ella ocultaba algo. Desconfiar de sus seres queridos no era algo común en él y lamentaba haberlo hecho.

Por otro lado, Ethan no le creyó del todo. No era porque consideraba que lo recién dicho fuera mentira sino que presentía que había algo más detrás de su cuento, sin mencionar el hecho de que aquel gato negro no dejaba de observarlo. 

—No te preocupes, Kate. —dijo Óscar y le tomó de la mano. —Somos un equipo, si José aún sigue vivo lo vamos a encontrar. —agregó dedicándole una leve sonrisa. 

Ethan comprendió que Óscar nuevamente confiaba en ella. El castaño de ojos esmeraldas no dejaba de lamentar haber confiado en las palabras de un estúpido Bajang y creer que su mejor amigo, José, le habia engañado.

Kate se sintió un poco mal por no decir toda la verdad. Al final sólo quería dejar de mentir, pero mentir era lo único que hacía. No tenía otra alternativa, Óscar jamás confiaría en un Alp y ese demonio era el único que podía llevarla con José.

—Gracias. —dijo Kate. —Pero ¿Qué los trajo a mi casa a estas horas?—

Aquella pregunta fue crucial para ambos castaños ¿Acaso debían contarle que un demonio Alp robó el jade de un ser mágico que si no recupera su piedra a tiempo, podría perder la vida? 

///

Ander siguió a Ámbar hasta una pequeña colina que llevaba directo a un alambrado, en el cual se puede ver unas viejas vías detrás, en los Bosques de Palermo.

—¿Qué hacemos aquí? —preguntó el chico al no ver más que árboles y aquel alambrado. 

Ámbar no tenía idea porque caminó hacia aquel lugar, pero estaba segura que debía ser por el jade.

—Creo que un Jade puede estar por acá. —respondió mientras prendía la linterna de su celular. 

—Min tenía que venir con nosotros, el Lapislázuli sería muy útil en este momento. —se quejó el vampiro.

—Ustedes sí que son como un dedo y su anillo. —bromeó la rubia al mismo tiempo que alumbraba el césped a su alrededor.

Ander sonrió de lado.

—Él es como un hermano para mí. —confesó el joven observando la zona alumbrada.

—¿No tenes hermanos, Ander? —preguntó Ámbar concentrada en la búsqueda.

—No, mi mamá no tuvo la oportunidad de tener más hijos. —respondió en tono suave.

Era un tema delicado para él, hablar de su madre siempre le quebraba la voz, pero con Ámbar logró sacar el tema sin demasiado pesar.

—Ella era muy joven cuando murió. —agregó y luego se sorprendió a sí mismo por seguir hablando de ello.

Ámbar lo miró con empatía y se acercó a él posando su mano sobre la suya.

—No hace falta que hablés de eso si no querés. —le dijo en tono suave.

—Contigo no me molesta. —confesó con sus ojos cristalizados. 

La rubia notó aquella triste mirada y no evitó darle un cálido abrazo al chico. No era usual de su parte abrazar a la gente, mayormente detestaba ese tipo de gestos, pero le nació realizar al menos un pequeño esfuerzo para que él se sintiera mejor.

Ander rodeó la cintura de la chica, correspondiendo a aquel sorpresivo y agradable abrazo. Sonrió levemente y negó con su cabeza sin separarse.

—Es admirable que los humanos hagan este tipo de cosas para ayudarse entre sí. —dijo el vampiro en voz baja, sólo para ella. —Pero no tienes que hacerlo si no quieres. 

—Con vos no me molesta. —exclamó seguido de unas pequeñas risitas, Ámbar. 

Ambos rieron al unísono y al separarse la joven pudo ver una luz llamativa de color rosa volar cerca de ellos.

«¿Nayade?» se preguntó a sí misma.

 La necesidad por seguir a aquella bonita luciérnaga creció como la primera vez que vio una.

—Ámbar, espera. —le pidió Ander al ver que ella comenzaba a seguir aquella luz.

Otras luces rosadas iban iluminando  el lugar, poco a poco, eran muchas luciérnagas.

—¿Qué sucede? —preguntó la rubia al detenerse y mirar a su amigo. 

—Será mejor que nos larguemos de aquí. —respondió con una expresión muy seria y preocupada.

La joven lo miró sin comprender, el ámbar que llevaba con ella comenzó a parpadear y la presión en su pecho se hizo presente. Nada bueno solía ocurrir ante aquella señal.

—¡Ahora! —exclamó en voz alta Ander al mismo tiempo que usaba su velocidad para tomar la mano de la joven e intentar sacarla de allí cuanto antes. 

Lamentablemente falló en el intento, cada una de esas luciérnagas desprendió un enorme polvillo luminoso que al desvanecerse dejó ver a varias mujeres de color, orejas puntiagudas, labios gruesos y colmillos, con enormes ojos fríos que los observaban con odio y que llevaban una sonrisa despiadada. 

Se trataba de aproximadamente doce brujas Adze,  furiosas, que se sentían afortunadas y felices por encontrar al hijo del demonio que más detestaban. 

Era una gran oportunidad para llevar a cabo una venganza contra Erik Radomsky.

///
Hola!! Antes que nada quiero pedir disculpas por atrasarme con la publicación.

¿Qué les pareció el capítulo? ¿Les gustó?

Espero les haya gustado mucho! Las cosas se están poniendo cada vez más peligrosas e intensas.

No olviden dejar sus comentarios, compartir sus teorías que amo leerlas y dejar un voto que eso me ayuda mucho 💕

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