Jugando con una tramposa #3 ♧...

By LoveandRainbows15

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Lauren aprendió desde pequeña a desenvolverse en los barrios bajos de Londres. Ahora que sus hermanas se han... More

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By LoveandRainbows15

Mientras Lauren se desnudaba lentamente para Camila, sus ojos no dejaban de observar con atención la romántica disposición de la estancia. La pequeña mesa instalada en un rincón estaba abarrotada de deliciosos manjares y suculentos postres que no hacían sino tentarla. Hermosos centros de flores estaban repartidos por todo el lugar, brindándole un agradable olor a primavera. Las sillas y la mesa que presidían la habitación eran elegantes y hermosas, organizadas para una planeada seducción a lo largo de la cena. Las tenues velas dotaban de candor a tan elaborado despliegue de incitación.

Lauren se negó a volver sus ojos hacia la monumental cama de madera, con finas sábanas blancas de seda, en la que había reparado nada más entrar en la guarida del Diablo, pero finalmente tuvo que hacerlo al oír cómo una enérgica voz le ordenaba que hiciera realidad uno de sus mayores temores.

-Mírame -exigió Camila desde su lecho, donde permanecía sentada, observando a su tentadora mujer-. Esta noche sólo seremos tú y yo, Lauren, y quiero que en todo momento sepas que quien te hace suspirar de placer soy yo. Puedo asegurarte que, después de esta noche, olvidarás el nombre de esa joven despreocupada a la que tanto adoras.

Lauren controló sus miedos y se enfrentó a los retadores ojos marrones que la admiraban con deseo.

-Te garantizo, Camila Sin, que después de esta noche tú nunca olvidarás mi nombre -declaró entonces desafiante.

-Ya lo sé, créeme -respondió Camila mientras se dirigía hacia ella decidido a hacer realidad sus más profundos deseos-. Desde que te vi en uno de los sucios callejones detrás de mi club planeando con tu amante cómo desplumar a esos avariciosos lores, no he podido dejar de pensar en ti.

Lauren la miró sorprendida al recibir la confirmación de que todo lo ocurrido esa noche había sido planeado cuidadosamente por Camila para que ella finalmente acabara en su cama.

-¿Acaso no tienes suficientes amantes que te satisfagan? ¿Por qué yo? - preguntó molesta mientras arrojaba la chaqueta a un lado y comenzaba a desabrochar los botones de su chaleco.

-Tú sabes jugar, y eres una tramposa consumada. Si no hubiera hecho trampas esta noche, tal vez me habrías ganado -contestó despreocupadamente Camila mientras desprendía a Lauren del sombrero y la peluca, que escondían su espléndida melena de rizados cabellos morochos que tanto deseaba acariciar.

-¡Así que admites haber hecho trampas! -se enfrentó airadamente Lauren a su oponente a la vez que se despojaba de la camisa, revelando ante ella unos tentadores senos ocultos por un apretado vendaje.

-Sí, he hecho trampas durante toda la noche. Al igual que tú, mi querida fullera. ¡Por Dios! Me preguntaba cómo podías esconder tus atributos de mujer y aquí tengo la respuesta. ¡Es un sacrilegio que les hagas esto a tus espléndidos pechos! -señaló Camila con impaciencia mientras buscaba el borde de las vendas para descubrir su busto.

-¡Quita! -la reprendió Lauren apartando sus manos de una palmada.

Camila la contempló enojado al verse privado de uno de sus mayores deseos en esos instantes y a continuación le dirigió una mirada inquisitiva.

-¿Piensas cumplir con el trato? ¿Sí o no?

-Cumpliré con el trato, pero como te he dicho antes: lo haré a mi manera. Así que olvida mis pechos por un rato y ayúdame con estas engorrosas botas.

-Créeme, es imposible que en estos instantes me olvide de tus pechos. Estoy tremendamente excitada sólo con la idea de descubrirlos, tocarlos, besarlos y lamerlos para luego dedicarme plenamente a ellos con tentadoras caricias de mis manos y mi boca.

-¡Las botas! -gimió Lauren, mostrando en su sonrojado rostro los primeros síntomas de excitación.

-Sí, señora -sonrió ladinamente Camila mientras recorría despacio con las manos el cuerpo de la joven hasta llegar a las puntas de sus sucias botas.

A continuación, se arrodilló delante de su hermosa pilla de ojos verdes y observó emocionada desde su aventajada posición las maravillas del cuerpo de su presa: sus sinuosas caderas, que pronto abarcaría entre sus manos para mostrarle el ritmo de su desenfrenada pasión; sus erguidos pechos, que, aun escondidos entre las restricciones de su disfraz, se notaban turgentes y deliciosos; su hermoso rostro que, con sus característicos rasgos, la hacía parecer una provocadora hada que solamente existía para cumplir cada uno de sus pecaminosos deseos... Unos hermosos ojos verdes que siempre que la miraban, la retaban a seguir jugando, y unos carnosos labios para los que definitivamente tenía muchas ideas lujuriosas. Labios que rompieron finalmente el silencio que se cernía desde hacía unos minutos sobre ellos.

-¿Qué se siente al saber que al fin una mujer ha conseguido ponerte de rodillas, Diablo? -comentó maliciosamente Lauren.

Camila se rió despreocupadamente y, sin apartar los ojos de ella, tiró con brusquedad de sus botas hacia arriba y la hizo caer de golpe sobre su trasero. El calzado, no obstante, salió con facilidad. Mientras Lauren descansaba sobre sus doloridas nalgas, Camila aprovechó el momento para tumbarla en el suelo y aprisionar su cuerpo bajo el suyo para que ella notara lo que suponía jugar con alguien tan peligroso.

Sin darle tiempo a responder ante su brusco comportamiento, Camila besó apasionadamente sus delicados labios, le hizo entreabrir la boca con deliciosos mordiscos de pasión, y, antes de que ella pudiera protestar por sus avances o darse cuenta de adónde la llevarían sus besos, introdujo su lujuriosa lengua buscando una respuesta que no se hizo esperar.

En un principio pareció dubitativa, como si nunca antes hubiera besado a una persona, pero eso no podía ser cierto si era la amante de Jessica. Después de unos segundos de espera, por fin Lauren comenzó a responder con la pasión que encerraba su ardoroso cuerpo. Su lengua buscó la de Camila con desesperación y la acarició como le había enseñado tan sólo segundos antes.

Cuando las manos de la joven aferraron con entusiasmo sus cabellos para acercarla más a su embriagado cuerpo, Camila supo que tendría que parar sus avances si no quería sucumbir a hacerle el amor a su tramposa en el frío suelo de su habitación.

Decidido a apartarse, aunque reacia a alejarse de su ardoroso cuerpo, desplegó un camino de lujuriosos besos a lo largo de su delicado cuello mientras susurraba su revancha a tan atrevida observación.

-Creo, querida, que tú y yo siempre estaremos al mismo nivel. Aunque puedo asegurarte que habrá momentos en los que desee con entusiasmo tenerte encima de mí.

Cuando las palabras de Camila fueron al fin comprendidas por su enturbiada conciencia, Lauren la apartó de sí furiosa, aunque no tanto con Camila como consigo misma por haber caído en las redes de tan terrible embaucadora.

Acto seguido, se apresuró a ponerse en pie y se alejó hacia un rincón de la estancia, desde donde miró al Diablo con el corazón desbocado mientras buscaba con desesperación una salida.

-Aún no estás desnuda -señaló sarcásticamente Camila-. ¿Significa que prefieres que sea yo la primera en desnudarme? En ese caso, no te preocupes, no soy tan vergonzosa como tú y no tengo reparo alguno en mostrarte mi cuerpo.

Tras esas palabras, Camila se despojó de sus ropas con gran celeridad, sin permitirle a la joven que su mente encontrara una salida a tan escandaloso trato.

Lauren pronto pudo observar, detenidamente y por primera vez en su vida, el maravilloso cuerpo desnudo de una persona, una mujer que, al contrario de los insulsos nobles, poseía un cuerpo fuerte y moldeado por el duro trabajo, con alguna que otra cicatriz en el pecho y en el costado, indudablemente procedente del filo de un cuchillo, que demostraban que su camino hacia el éxito no siempre había sido tan fácil como algunos creían.

Sabía que no debía permitir que sus ojos indiscretos vagaran más allá de su cintura, pero no pudo resistir su curiosidad y muy pronto se encontró extasiada mirando intensamente un fuerte y erguido miembro, que parecía reclamar sus caricias.

Por su parte, Camila parecía estar encantada de que Lauren la admirara con detenimiento. Incluso llegó a sonreírle jovialmente mientras le mostraba con desvergüenza su trasero a la vez que se dirigía con lentitud hacia la cama, donde se instaló y, donde, gracias a Dios, se cubrió con las sábanas mientras se tumbaba despreocupadamente, descansando sus manos tras la cabeza, a la espera de que Lauren pusiera fin a su deuda de honor.

Tiempo, tiempo...

* * * 

Lauren necesitaba ganar tiempo. Sólo así podría salir de esa embarazosa y vergonzosa situación en la que finalmente había acabado metida. ¡Si tan siquiera hubiera convencido a Camila de cenar con ella...! ¡O si hubiera refrenado su lengua un poco! Pero no: ella tenía que contestar siempre de manera impertinente y no dejar de retarla. 

«¡Mierda!»

Y ahora, ¿Qué podía hacer mientras el tiempo pasaba? Sin duda tendría que desnudarse finalmente, pero después, ¿Qué haría para entretenerla? Tal vez si bailaba desnuda frente a ella, Camila terminaría por aburrirse... ¡No! Por lo que había oído de labios de su hermana Lena , eso sólo serviría para avivar su deseo... ¿Y si la ataba a la cama y luego se marchaba? No, tampoco. Así había acabado Lady Dragón obsesionada con Perrie, y, definitivamente, después de esa noche, Lauren no quería volver a ver nunca más a esa mujer despreciable que parecía encarnar al mismísimo diablo.

Juego, juego..., a Camila le encantaban los juegos. Tal vez si jugaban a algo, se distraería lo suficiente y ella podría conseguir el tiempo que tan desesperadamente necesitaba.

-Quizá podríamos jugar a algo antes de comenzar... a cumplir mi parte del trato - propuso titubeando a la espera de su respuesta.

-No quiero jugar a juegos de azar -replicó Camila-, esta noche ya he tenido suficiente de eso. No obstante, te permitiré jugar conmigo.

-¿De qué manera? -quiso saber Lauren, interesada ante la idea de ganar tiempo.

-Te dejaré que lleves la voz cantante por el momento. Me tumbaré aquí mientras tú te sientas encima de mi cuerpo y decides lo que quieres hacer con él y lo que quieres que yo haga contigo.

Lauren dudó unos instantes.

Si ella era la que tenía que decidirlo todo, no podía ser tan malo, ¿no? Simplemente le ordenaría que no la tocara y Camila no la tocaría, que no la besara y no la besaría, y mientras tanto podría explorar su excitante cuerpo y poner fin a su ávida curiosidad por el sexo . Sí, ésa parecía ser una magnífica idea. Ella nunca sucumbiría y Camila obtendría lo que quería, aunque fuera tan sólo por unos instantes.

No obstante, mientras se dirigía decidida hacia la cama, sus turbadoras palabras la detuvieron y le hicieron preguntarse si en verdad no era un juego algo peligroso el que estaba jugando con Camila Sin.

-Tendrás que desnudarte si quieres jugar conmigo -exigió el Diablo a su tramposa mujer mientras la observaba detenidamente desde su lecho.

Entonces, Lauren se despojó despacio del vendaje que envolvía sus opulentos pechos, dejándolo sin aliento ante tan bellos atributos. Sus sonrosados pezones estaban erguidos llenos de excitación y se movían de una manera deliciosa mientras ella forcejeaba con el cierre de sus pantalones, que muy pronto terminaron en el suelo. Al fin, no hubo barrera alguna que impidiera a timbres conmemorativos observar descaradamente el cuerpo de su sensual tramposa. Sus largas piernas eran firmes y torneadas, y el delicado centro de su feminidad estaba coronado por unos hermosos rizos que la tentaban sin piedad alguna. 

La joven se acercó lentamente a Camila, y, cuando estuvo a su lado, sus ojos curiosos la observaron sin saber qué hacer. ¿En verdad era tan inocente como parecía a pesar de tener un amante? ¿O tal vez Jessica no era su amante aún?

Decididamente, después de esa noche, Jessica no sería rival alguno para Camila.

Sin darle tiempo a dudar, Camila la agarró con celeridad y la depositó a horcajadas encima de su cuerpo. Su miembro estaba muy próximo al húmedo interior de Lauren, no obstante, controló su deseo y, como había prometido, dejó que fuera ella quien, desde el principio, decidiera qué hacer.

Mientras permanecía encima de Camila como una tentadora amazona, la joven comenzó a acariciarla lentamente con sus suaves manos como nunca la había acariciado una mujer antes, y, sin repudiar sus cicatrices, las besó con delicadeza, sin asustarse por la violencia que denotaban.

Camila gimió de placer al tiempo que su miembro se hinchaba cada vez más, reclamando el ardoroso cuerpo que lo montaba. Pero, por el bien de su inexperta dama, controló su pasión y la dejó continuar con su escrutinio.

Lauren besó todo su rostro con castos y pequeños besos que la hicieron sonreír ante tanta pureza, pero cuando por fin rozó sus labios con los suyos, no pudo evitar responder apasionadamente y su lengua fue la que reclamó con pasión la boca de ella.

Al principio Lauren pareció dudar, e incluso Camila creyó que se apartaría negándole así la miel de sus labios. Pero pronto sus besos fueron devueltos con una pasión que podía fácilmente igualar a la suya. Fue entonces cuando su joven inocente se convirtió en puro fuego entre sus brazos y comenzó a frotar sus turgentes senos contra su pecho, gimiendo cada vez que eso le proporcionaba placer y dejándola sin capacidad de razonar para entregarle un control que ya no era suyo.

Sus manos, que durante todo el tiempo habían permanecido a un lado a la espera de los deseos de Lauren, se movieron con delicadeza por su cuerpo, acariciando sus senos con anhelo, jugando con sus erguidos pezones, pellizcándolos levemente para luego calmarlos con sus caricias.

Ella abandonó su fogoso beso, y, cuando una protesta comenzaba a formarse en sus labios, Camila lamió y mordisqueó uno de sus senos mientras con su otra mano seguía el juego de la seducción que había comenzado segundos antes.

Lauren se revolvía enfebrecida contra su miembro. Estaba húmeda y acalorada, y Camila la necesitaba, pero, decidida a dejar su huella en ella para siempre, ignoró su deseo y se movió con celeridad, de manera que su íntimo interior quedó en una posición perfecta para que Camila la devorara ávidamente mientras sus manos seguían excitando sus sinuosos senos.

Lauren se agarró fuertemente al cabecero de la cama gritando su nombre.

Confusa en el momento en que su lengua tocó por primera vez el centro de su placer, sus gritos continuaron, pero esta vez estaban llenos de exigencias mientras movía escandalosamente sus caderas en busca de la culminación de su goce.

* * *

¡Dios! ¿Qué es lo que le estaba haciendo esa mujer? Apenas podía pensar cuando sus manos y su boca devoraban su cuerpo. Sus uñas estaban clavadas en el cabecero de la cama porque definitivamente tenía que agarrarse a algún lado para que su tembloroso cuerpo no se derrumbara.

Sin duda, Camila era un diablo que la estaba haciendo pecar descaradamente, pero no quería dejar de hacerlo. Al principio, cuando había abandonado sus labios, Lauren estaba resuelta a protestar, y más al verla adoptar una posición tan embarazosa, pero no pudo. Sus palabras fueron acalladas por unas indescriptibles oleadas de placer que parecían ir en aumento, y Lauren no podía parar, no podía dejar de moverse contra su lengua exigiendo algo que no conocía, pero que sabía que, en cuanto Camila se lo diera, sería delicioso y su ardor por fin se calmaría.

Sus hinchados senos exigieron más caricias cuando la lengua de Camila comenzó a acariciarla con más celeridad, haciendo que se moviera alocadamente contra ella. Al cabo de unos segundos, una sensación de inmenso placer comenzó a inundar su cuerpo. Lauren quiso huir, pero las manos de Camila aprisionaron sus nalgas obligándola a enfrentarse a su deseo. Entonces ella gritó su nombre hasta quedar afónica mientras su cuerpo se convulsionaba hacia el éxtasis y finalmente quedaba lánguido, saciado y carente de fuerza alguna.

Luego se apartó de Camila avergonzada.

Pero ella no le dio tiempo a arrepentirse. Volvió a besarla y a acariciar su cuerpo con pasión, avivando de nuevo su deseo. La colocó bajo su cuerpo mientras besaba sus senos, hasta que de repente dejó de hacerlo y se derrumbó pesadamente sobre Lauren como si de un lastre se tratara.

Al parecer, finalmente el tiempo que Lauren necesitaba había transcurrido antes de que sucumbiera por completo ante los encantos del Diablo.

Hasta ese instante, Camila había sido la jugadora más aventajada, pero como en los juegos de azar, la suerte siempre puede cambiar y, por desgracia para ella, con trampas o sin ellas, Lauren siempre conseguía que la suerte le sonriera.

* * *

-¡Me has drogado! -gritaba una indignada e inmóvil Camila a la que ninguna parte de su cuerpo parecía responderle, aunque sentía cada una de las caricias que realizaba una dulce mano que la utilizaba como mesa de juego.

Bueno, «ninguna» no. Por lo visto, las únicas dos partes del cuerpo de Camila que parecían funcionar ante el engaño eran tremendamente inútiles en esos momentos, ya que se trataba de sus cuerdas vocales y de su impaciente miembro, que aún permanecía erguido y con ganas de jugar.

-He cumplido exactamente con lo que tú me pedías -sonrió ladinamente Lauren mientras proseguía su juego de cartas en solitario sobre el desnudo cuerpo de Camila -. ¿Acaso no estoy desnuda y entre las sábanas de seda de tu cama? ¿Acaso tú no estás también en ella, desnuda, y en mi inestimable compañía? Según lo que tú me exigías en esa nota, yo he cumplido perfectamente.

-Mueve ese nueve de corazones al montón de la derecha -comentó Camila molesta, sin poder dejar de admirar a su ladrona y sus cartas-. Sabes que lo que yo pedía en mi nota nada tiene que ver con lo que estoy recibiendo por tu parte.

-Ah, pero no especificaste, y en los tratos de honor siempre hay lagunas con las que se puede jugar libremente.

-Ese as va a tu derecha -volvió a interrumpir Camila, sin poder aburrirse con la perspicacia de su bella tramposa-. Por eso hiciste ese brindis tan extraño, y ése sin duda fue el momento que aprovechaste para drogarme. Dime, ¿me dejará alguna secuela ese veneno que me has echado en la bebida?

-No, que yo sepa. Mi hermana lo utilizó en una ocasión y su esposa parece estar en perfectas condiciones.

-¿Tu hermana envenenó a su pareja? -indagó Camila asombrada, preguntándose finalmente si Lauren y su familia no eran unos locos peligrosos escapados de alguna institución psiquiátrica.

-Eso fue antes de que se casaran, y tenía que hacerlo. De lo contrario, ¿Cómo iba a robarle?

-¿Eres una ladrona? -se interesó Camila, cada vez más confusa con el pasado de su bella bribonzuela.

-Exladrona. Soy mejor jugadora que ladrona.

-¿Sabes cuánto tiempo permaneceré en este estado? Tengo un club que dirigir y me preocupa quedarme sin movilidad para lidiar con mis empleados. Dudo mucho de que pueda atemorizarlos sólo con mi voz.

-Creo recordar que, cuando lo utilizó mi hermana, Jade estuvo paralizada durante un par de horas. Pero su veneno era mucho más potente, y de un solo pinchazo ella se derrumbó al instante. Por el contrario, el tuyo es ingerido y es un poco más flojo, aunque quien me lo vendió me aseguró que, a pesar de que tardaba en hacer efecto, tenía una duración superior. Así que lo más probable es que permanezcas inmóvil toda la noche.

-¡¿Toda una noche desperdiciada cuando podríamos haber estado haciendo cosas mucho más interesantes?! -suspiró Camila, rindiéndose finalmente ante su evidente derrota-. Porque no puedes negar que has disfrutado intensamente de los momentos que has pasado en mi lecho...

-¡Eres una desalmada! ¿Cómo te atreves a sugerirme que he disfrutado? ¡Únicamente estaba haciendo tiempo para que la droga surtiera efecto! -declaró Lauren, sulfurada por sus palabras.

-¿De verdad? -preguntó Camila irónica, intentando alzar una ceja-. Por un momento, tus gritos y los arañazos que dejaste sobre mi cabecero llegaron a engañarme, pues.

-¡Eres odiosa! -chilló Lauren ofuscada.

-Ese seis va en el centro -indicó Camila, volviendo de nuevo a la partida que tenía lugar en su inmóvil torso-. Podrías devolverme el favor que te he hecho...

-Sé cómo hacer un solitario, deja de darme órdenes -se quejó ella molesta por sus insistentes interrupciones-. ¿A qué maldito favor te refieres? -preguntó algo confundida.

-A la que te hizo gritar como una loca. ¿Por qué no utilizas tu hermosa boquita para algo más que para insultarme? -propuso Camila escandalosamente.

-¡¿Cómo te atreves?! -exclamó Lauren indignada-. ¡Como me hagas una sola más de tus deshonestas proposiciones, te pongo una mordaza!

-Siento decirte, cariño, que no tienes nada para amordazarme, ya que mi vestidor está en otra habitación -señaló alegremente Camila, desoyendo sus amenazas.

-Improvisaré -declaró Lauren, señalando el hermoso centro de frutas en el que descansaban unas hermosas manzanas.

-Lo lamento de verdad, cielo -se burló el Diablo con despreocupación-. Pero, aunque decidieras silenciarme con una de esas frutas, no creo que lograras que abriera la boca lo bastante como para dejarme callada. Por otra parte, si decides meterme uno de tus jugosos pechos en la boca, no lo rechazaré, y creo que mi lengua no está del todo dormida. Quizá podamos llevar a cabo uno de mis más lujuriosos pensamientos: yo te devoro a ti y tú...

Camila quedó en silencio cuando Lauren se levantó lánguidamente de la cama totalmente desnuda y dirigió sus pasos sensualmente hacia la mesa donde se hallaba la fruta. Agarró con fuerza una manzana, y, cuando volvió junto a ella, ésta se negó a abrir la boca.

Sólo profirió una leve amenaza:

-Si crees que voy a...

Camila calló en cuanto observó cómo Lauren acariciaba lentamente sus turgentes senos con una de sus manos, dándose placer, y gimió apasionadamente cuando ella continuó dirigiéndola lentamente hacia abajo. Su miembro se elevó más aún, recordándole que su deseo todavía no había sido saciado, y finalmente abrió la boca cuando la joven se tocó íntimamente su húmedo interior y soltó algún que otro gemido de placer...

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