Las cosas en Sirmione iban regresando a la normalidad. Los alumnos por fin podían regresar a sus actividades escolares sin más retrasos.
Pip caminaba junto a Butters para ir a sus primeras clases del día.
-Te has estado comportando muy raro Butters -comento el inglés.
- ¿Raro? -dijo Leo mirando desconcertado a su amigo - ¿A qué te refieres?
-Has estado evitando a Kenny, siempre que lo ves por los pasillos tomas una ruta diferente -respondió Pip -También durante el almuerzo, prefieres quedarte en el salón que ir a la cafetería, y cuando vas te sientas con Cartman... ¡Cartman! -exclamo el inglés.
-C-Cartman me cae bien.
Al escuchar lo que su amigo decía Pip se detuvo y miró incrédulo a Butters.
-Estás bromeando, ¿cierto? -pregunto Pip esperando que la respuesta fuera "si".
-No, realmente me cae bien -respondió seguro el rubio de ojos heterocromáticos.
- ¿Qué te hizo ese infeliz? -Pip tomo de los hombros a su amigo y comenzó a zarandearlo - ¿Te tiene amenazado?, ¿Te lavo el cerebro?, ¿Acaso estás hechizado? -Pip saco su varita y apunto a su amigo -Déjame deshacer el hechizo. Nov-
El inglés fue interrumpido antes de terminar de recitar el hechizo.
-Estoy bien, Pip -dijo serio su amigo, asustando un poco al de ojos marrones -Simplemente me di cuenta de cosas -Butters se separó drásticamente de Pip, sorprendiéndolo aún más.
- ¿De qué cosas? -interrogo el inglés.
-Solo de... cosas -sin agregar nada más Butters dejo a un incrédulo y sorprendido Pip.
Definitivamente algo pasaba con su amigo, y eso tenía que ver con el hijo de puta de Cartman, sea lo que sea tenía que averiguar qué era lo que tenía su amigo. Y si era necesario golpear a Cartman.
Suspiro cansado Pip y corrió a su salón, estaba retrasado y no podía perderse ni una clase, menos estando los exámenes regionales tan cerca.
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Un hermoso y llamativo coche negro llamaba la atención de las personas por donde pasaba. Las personas que trabajaban en las últimas reparaciones de Sirmione dejaba de hacer su labor para admirar el vehículo.
- ¿Qué paso?, ¿acaso hubo una guerra? -pregunto la persona a bordo del vehículo, mientras veía las calles de Sirmione, las cuales a pesar de estar en reconstrucción seguían viéndose un poco deplorables.
-Eso parece, señorita -contesto el chofer -Al parecer un mago loco quiso destruir Sirmione, pero la Corte logro detenerlo -explicó.
-Hump, que bien que no vine antes, pero lástima que llegue en las reparaciones -la señorita volvió a subir la ventana del coche y poso su mirada al frente.
- ¿Está emocionada por su nueva escuela? -cuestiono el chofer.
-Se supone que es una de las mejores escuelas de magia, así que estoy curiosa. Pero por lo menos no es un asqueroso internado de señoritas.
-Esperemos que le toque una buena casa.
-Yo solo espero que ese tonto por fin haya madurado y no se siga escondiendo de sus responsabilidades.
El vehículo no tardó en llegar a la entrada del instituto. La chica, que aún estaba dentro del coche, se permitió observar detenidamente la gran reja que estaba frente suyo y el enorme escudo de la escuela arriba de su cabeza.
-Nada mal. Por lo menos no está en ruinas -murmuro antes de salir del vehículo.
-Debemos ir con el director para ver en qué casa quedará para poder bajar las maletas -comento el chofer mientras cerraba la puerta trasera -Primero permítame ver si está disponible para atenderla -dicho eso ambos entraron y mientras el chofer iba en busca del director, la señorita se permitió vagar por el patio de la escuela.
Veía ir y venir a los alumnos, todos se veían ocupados. También había alumnos que se iba y otros regresaban, todos con maletas en manos; al parecer no era la única en entrar a la escuela a mitad del año.
Las instalaciones le fascinaban a la chica, estaban muy bien cuidadas y eran enormes, como un hermoso castillo de la realeza.
-Pero miren que trajo el viento -al escuchar una voz familiar detrás suyo, la chica se giró encontrándose con una enorme sonrisa y maletas en el suelo.
-Gregory Yardale -dijo devolviéndole la sonrisa -No pensé encontrarte aquí, pensé que ya te habías regresado a Francia.
-Pues tengo la suerte de, antes de irme, verte de nuevo. Estella.
-Escuché que Christopher ya se había ido a Francia, así que pensé que te habías ido con él -cometo la blonda.
-Yo y Ze mole no hemos hablado desde lo ocurrido hace años -admitió Gregory.
-Al parecer ese malentendido sigue sin resolverse ¿Eh? -inquirió Estella con notable fastidio -Realmente no entiendo cómo puedes aguantar que la persona de la cual has estado enamorado, prácticamente, desde la infancia siga creyendo que lo odias y te desprecie de tal manera -Estella miro de reojo a su amigo y agrego -Claro a menos que ya no sientas nada por él.
Al no obtener respuesta alguna la rubia sonrió un poco divertida por la situación.
-Tú no cambias nada, Gregory.
- ¿Y tú sí, Estella? -pregunto Gregory.
La rubia alzó una ceja confundida.
- ¿A qué te refieres?
-Solo digamos que tienes la misma actitud arrogante de cuando éramos niños, al igual que esa fría idea de que el amor es lo más asqueroso que le puede pasar a alguien. Sigues siendo igual de inmadura.
Estella no dijo nada, solo miró molesta a Gregory. Sí, era amigos desde hace años, pero eso no significaba que no hubiera discusiones y peleas; no todo era color de rosa en su amistad, en especial tomando en cuenta el carácter de ambos rubios que ahora se debatían en un duelo de miradas.
- ¿No tienes que irte ya? -pregunto Estella sin quitarle la mirada a quien llamaba amigo.
- ¿No debes de buscar a tu prometido? -Gregory tampoco quería ceder.
-Ya debes irte, ve detrás de tu perro francés. Asegúrate de que no le mené la cola a alguien más -al escuchar esas palabras Gregory sufrió un pequeño tic en el ojo derecho lo que ocasiono que Estella comenzara a reírse -Jajajaja, al parecer Christopher no tardo en buscar tu reemplazo. Déjame preguntar algo... -la rubia dejo de reírse y respiro profundamente - ¿Es rubio también?
De nuevo el pequeño tic se hizo presente en la expresión de Gregory.
-Por Dios -Estella quería reírse nuevamente, pero no iba a ser tan cruel con el único amigo que tenía -Bien, solo una cosa más.
-Detente Estella -pidió Gregory ya harto de todo y comenzando a tomar sus maletas para irse.
-No soy tan cruel, no seguiré burlándome, solo quiero saber algo.
Al ver que la rubia hablaba sinceramente Gregory dejo nuevamente las maletas en el suelo.
-Pregunta -dijo el rubio cruzándose de brazos.
- ¿Por qué no has avanzado?
Gregory dejo caer sus brazos y dudoso les respondió.
-No lo sé -se encogió de hombros y siguió -Realmente me gustaría dejar todo atrás, pero se me hace difícil. No sé, tal vez solo quiero aclarar las cosas y con eso tal vez pueda seguir adelante.
- ¿Y qué pasará si no es así? -pregunto Estella - ¿Qué harás si después de aclarar todo, aún no puedes dejarlo ir y seguir?
-No lo sé. No quiero pensar en eso ahora. ¿Por qué me preguntas esto ahora? -Gregory estaba fastidiado con toda la situación.
-Porque te irás a Francia. Gregory, tú y el perro francés estarán juntos quien sabe cuánto tiempo, debes empezar a pensar que harás para terminar con toda esta situación. Si no tienes un plan sufrirás más de lo que ya lo has hecho.
- ¿Qué te hace creer que algo cambiara con esto?
-Espero que cambie algo, porque no me gusta verte sufrir tanto por alguien. Y menos ver como tu corazón roto aún no sana a pesar de que ha pasado tanto tiempo, y que en lugar de sanar se esté quebrando más.
El hologarar de Gregory comenzó a vibrar indicando que ya era hora de que saliera del instituto.
-Debo irme -le anuncio a su amiga mientras tomaba de nuevo las maletas -Suerte con lo de tu prometido -dijo Gregory dándose la vuelta dispuesto a irse, pero al darse cuenta de algo volvió a girarse a mirar a Estella -Por cierto, nunca me has dicho quién es tu prometido.
-No hace falta, cuando vayas a mi boda lo sabrás -contesto con simpleza la blonda.
-Siempre haciéndote la curiosa ¿Eh? -sonrío tenuemente Gregory y con un movimiento de manos se despidió nuevamente de su amiga.
-Ay, Gregory, Gregory -negó repetidas veces y suspiro -Si supieras lo que te espera en Francia -Estella se mordió el labio inferior y se lamentó mentalmente por no haberle dado, aunque sea un indicio a su amigo de lo que le esperaba.
Pero como podía ayudarlo si su tía prácticamente la amenazo si le decía algo a su amigo.
Estella decidió no pensar en eso y rezar porque todo se arregle, tanto con su amigo Gregory y su amor fallido, como lo que le esperaba al llegar a Francia.
-Hola, disculpa -una chica de larga cabellera negra y linda sonrisa se paró enfrente de Estella - ¿Tú eres Estella Havisham?
-Si soy yo, ¿Por qué pregunta?
-Ah, perdona la descortesía. Soy Wendy Testaburguers, la presidenta estudiantil -Wendy le extendió la mano a Estella en modo de saludo.
La rubia aceptó el apretón de manos.
-Estoy aquí para darte la bienvenida al In Conventu Animarum. Tu casa ya ha sido asignada por favor sígueme. (Imperium)
La rubia le hizo caso a Wendy y la siguió. Mientras caminaban al jardín principal donde se encontraban las casas Wendy se encargó de explicarle todo acerca de las clases, como están establecidos los horarios, las reglas de la escuela, los uniformes, materiales que necesitara y todo lo demás.
-Tu casa asignada es Imperium -la pelinegra señalo la gran casa de tres pisos con el escudo colgando de la chimenea -Tus cosas ya fueron instaladas en la habitación 6 y empiezas mañana las clases. Toma tu horario -Estella tomo la hoja entre sus manos y la inspecciono rápido -Eso sería todo. Bienvenida a la escuela y suerte.
Dicho eso la pelinegra dejo en la entrada de la casa a Estella y se fue a seguir con los otros estudiantes.
-Nada mal -murmuro la rubia al ver la casa. Camino hasta la puerta y la abrió, siendo recibida por un montón de estudiantes que subían de la biblioteca.
Todos saludaron a la nueva y siguieron con su actividad dirigiéndose al comedor.
Wendy no le había dicho en que piso estaban las habitaciones así que Estella no sabía si subir o bajar, estaba parada en el pasillo que divide el comedor y la sala principal. Parada justo debajo de las escaleras que dan al segundo tercer piso.
-Hey, muévete estorbas -escucho que le decía desde arriba de las escaleras, al girarse y mirar en aquella dirección se encontró con unos enormes ojos rojos.
- ¿Disculpa? -pregunto indignada viendo como aquel sujeto terminaba de bajar las escaleras.
-Te disculpo, pero deja de estorbar -contesto aquel chico.
- ¿Quién te crees que eres para hablarme así? -Estella no iba a dejar que la humillaran de esa manera - ¿Acaso sabes con quién hablas?
-No me importa quién eres, solo deja de ser un estorbo.
-Que poco caballeroso eres, ¿Acaso los lobos te criaron?
-No, yo fui criado por el mismísimo Satán.
-Hump, ya veo porque tus modales son como el infierno.
-Vaya que ingeniosa, ¿se te quemaron las neuronas al pensar en eso?
-Y tú no eres nada ingenioso. Además, eres muy blando para ser hijo del diablo, ¿Es por eso que estás acá, por ser demasiado bueno?
-Estoy aquí para rostizar a personas como tú.
-Uy que miedo, ¿me vas a planchar el cabello con tus manos?
-Tsk, no vale la pena seguir con esta mierda -el chico estaba dispuesto a irse, pero fue detenido por Estella.
-Espera -pidió con la voz más calmada que pudo - ¿Me dices donde están las habitaciones? -pidió Estella sin amabilidad, pero con una voz serena.
-Dile a tus sirvientes que te lleven, princesita -contesto sarcásticamente el de ojos rojos.
-Tsk, ni siquiera sé para qué te pregunté maldita rata de alcantarilla -Estella iba a bajar las escaleras que dan a la biblioteca, pero la voz de Demian la detuvo.
-Hey, princesa -ante tal apodo la chica giro a mirarlo con el ceño fruncido y la nariz arrugada -Están subiendo las escaleras.
Dicho eso, Demian siguió su camino a la salida de la casa.
-Mi nombre es Estella Havisham -dijo la rubia.
-No te pregunte -contesto el pelinegro.
- ¿Cuál es el tuyo? -pregunto Estella.
-No te interesa -Demian estaba a punto de irse nuevamente.
-Si te pregunto es por qué me interesa -insistió la rubia. El pelinegro suspiro cansado y girando los ojos respondió.
-Soy Damien Thorn. Y no fue un gusto conocerte.
El pelinegro salió de la vista de la nueva alumna, quien después de perder de vista a Damien subió las escaleras para ir a su habitación.
Al encontrar su habitación entro dándose cuenta de que sus cosas estaban ahí. Ella ignoró eso y camino hasta el balcón que tenía vista al jardín principal, ahí vio a Demian caminar despreocupado.
Ella sonrió al verlo.
-Será muy divertido estar aquí -dijo para sí misma mientras suspiraba mirando al anticristo.