LA MALDICIÓN DE UN PECADO ⚜️...

By Cigarrettes98

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"Los Targaryen se casaron ente hermanos por trescientos años..." Era lo que nos decíamos cada día, cada noche... More

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HARRENHAL

Cuando la reunión terminó los hombres abandonaron el cuarto uno por uno; eran de complexión imponente, algunos con barbas espesas pero a la mayoría podía verse reflejada la experiencia en las marcas de sus rostros. Gianna siempre se había sentido intimidada ante ellos.

Tywin había mandado a llamar a su nieta minutos antes de que la reunión concluyera porque si iba a estar con él entonces debía aprender algo en vez de estar rondando por todo el castillo sin tener nada que hacer. Arya le dio una rápida mirada y volvió enfocarse a las tareas que ahora tenía.

Por la noche Gianna había tenido un gran debate consigo misma; mentirle a su abuelo, el hombre más tenido de los siete reinos, no era algo de su agrado así que por un segundo considero despertarlo a mitad de la madrugada y confesarle la verdad sobre su nueva sirviente. Luego recordaba los días que estuvo en Winterfell y lo poco que convivió con las niñas Stark mientras estuvo en Desembarco del Rey, y de inmediato se arrepentía. Al final llegó a una buena conclusión, misma que le comunicó a Arya esa mañana a primera hora: no la delataría pero tampoco la ayudaría a escapar.

Sonaba bastante justo.

La silla se arrastró creando un sonido pesado cuando tomó asiento al lado izquierdo de su abuelo, Arya de inmediato dejó una copa de vino para ella sobre la mesa.

— Me mandaste a llamar. —fue la primera en hablar.

— No te traje conmigo para que estés encerrada en tu habitación. —le respondió. Estaba de pie a su lado con su respectiva copa en la mano— Desde este momento estarás presente en todas las reuniones por muy pequeñas que sean. Veamos que puedes empezar a aportar.

Gianna no comentó nada en respuesta, pero no podía evitar pensar que prefería estar en ese lugar que tener que estar soportando a Joffrey ahora que había sido nombrado rey. En cuanto a Evan, era un sentimiento completamente diferente. Lo extrañaba tanto que dolía, nunca habían estado separados tanto tiempo y era como si le faltara su otra mitad. Ahora debía saber en dónde se encontraba gracias a su tío Tyrion, era lo único que le daba tranquilidad.

— Lord Petyr Baelish. —anunciaron en el umbral la puerta.

Dejó de divagar y en un segundo se puso alerta. Arya estaba congelada en el mismo lugar, sus brazos temblaban y no precisamente por él pesado libro que sostenía, ambas sabían que Baelish la reconocería en cuanto la viera a los ojos. Por ahora, la vida jugaba en su contra.

— Limpia todo esto. —le ordenó Tywin.

Arya se apresuró, y mientras Baelish y su abuelo se saludaban como viejos amigos —aunque no lo fueran— Gianna se apresuró a juntar las copas que se encontraban en la mesa para que así Arya pudiera terminar más rápido y mantenerse lejos de ese hombre. 

— Alteza. —la saludó Petyr con una pequeña reverencia— Escuche algunos rumores de que se encontraba aquí pero no creí que fueran ciertos.

— No iba a permitir que Robb Stark la tuviera como rehén al igual que mi hijo. —respondió Tywin en su lugar— Estoy seguro de que mi nieta nos sorprenderá, Baelish, tiene una mente muy astuta.

— Y no lo dudo, mi Lord.

Gianna sonrió mientas que no dejaba de cuidar a la niña Stark por el rabillo del ojo.

— ¿Vino?

— Gracias.

Pero Arya no era tonta, sabía actuar de acuerdo a la situación en la que se encontraba. La princesa cedió el crédito de la rapidez de sus movimientos a las clases impartidas por Syrio Forell.

— ¿Qué noticias hay de la capital? —preguntó Tywin bastante interesado. Gianna también quería saber.

— He viajado aquí directamente desde el campamento de Renly Baratheon.

— Ah, el difunto rey Renly. Fue asesinado por una mujer, según escuché.

Trataba de mantenerse atenta a la conversación porque de verdad estaba bastante interesada en aportar algo, pero todo sería más fácil si Arya Stark no estuviera entre los mismos cuatro muros que Petyr Baelish. Observaba cada movimiento, acción y expresión de cada ambos, si Baelish llegaba a sospechar ella tendría que ser rápida e intervenir.

— Después de los Lannister y los Stark, los Tyrells comandan las huestes más grandes. Sus tierras son las más fértiles en los Siete Reinos alimentando caballos y soldados. —continuó explicando el hombre apodado Meñique, como si tratara de convencer al león— Aún no se han declarado por ninguno de los reyes que aún viven. Loras quiere venganza, él culpa a Stannis de la muerte de Renly, y Margaery...

— Quiere ser reina. —para Gianna no fue difícil adivinar, conocía a la joven Tyrell desde que existió la posibilidad de unir a las Casas Baratheon y Tyrell.

— Está en lo correcto, Alteza.

Tywin se irguió en su silla no muy convencido y dándole el último sorbo al vino en su copa.

— La Casa Tyrell se rebeló contra el Trono de Hierro, en contra de mi nieto.

— Lo hicieron —concedió el hombre— y tal vez esa traición debería ser castigada un día, después de que Stannis y Robb Stark sean derrotados.

Cada vez que mencionaban a Robb, Gianna no podía evitar tensarse y mirar de reojo a la niña Stark para ver si reacción. Al parecer esas palabras estaban convenciendo a su abuelo, pues se mostró más interesado y le ordenó a la chiquilla servirle más vino a su informante.

— Si me permite representar los intereses de su familia, creo que un acuerdo ventajoso...

— ¿El ejército de los Tyrell volvió a Altojardín? —indagó el Lannister.

— Lo han hecho.

Gianna entró en pánico y estuvo a punto de saltar de su asiento cuando Arya derramó vino justo a un lado de Petyr Baelish, quien cada segundo se iba mostrando más curioso respecto a la chica y discretamente buscaba verla a los ojos.

— Perdón, mi Lord. —se disculpó de inmediato, limpiando el desorden sin dejar que el hombre pudiese ver su rostro.

— Sólo es vino.

Pero con un hombre tan astuto y perspicaz como lo era Petyr Baelish, para Gianna era difícil descifrar si él ya se había dado cuenta de su verdadera identidad y prefería ocultarlo o si de verdad lo ignoraba.

— ¿Y montaría hacia allá usted mismo, Lord Baelish? —Gianna carraspeó para llamar su atención, así Arya pudo salir de su campo visual.

— Esta misma noche, Alteza. —le respondió con cortesía, mirando a Tywin después— Con su permiso, claro.

— Tendré una respuesta para cuando caiga la noche. —respondió Tywin, y luego, sin mirar directamente a Arya dijo:— Eso es todo, niña.

Arya pudo retirarse y Gianna pudo dejar esa presión a un lado.

───༺༻────────༺༻───

DESEMBARCO DEL REY

Esa mañana, Evan abrazó a su pequeña hermana con todas sus fuerzas. Dos días antes su madre había estallado en ira maldiciendo a Tyrion una y otra vez hasta que su garganta se secó pero aún así las palabras no se acabaron, él tuvo que adentrarse en la habitación e intentar de todo para que se calmara, lo cual tomó un largo rato pero al final funcionó, después de maldecir se alargó a llorar.

No la culpaba. Sólo a Tyrion se le hubiese ocurrido hacer un trato con Doran Martell sin consultárselo a su hermana. Y ahora estaban todos reunidos para despedir a la joven princesa que poco a poco se iba alejando con lágrimas cubriendo su rostro hasta llegar al barco que la llevaría hasta Dorne.

— Suenas como un gatito maullando por su madre. —se quejó Joffrey ante el llanto de Tommen. Aún era muy joven y en poco tiempo le había tocado ver como sus dos hermanas abandonaban su hogar— Los príncipes no lloran.

— Mi hermano pequeño lloró cuando dejé Winterfell. —comentó Sansa, en defensa del menor— Parece algo normal.

— ¿Tu hermano es un príncipe?

— No.

— No es relevante entonces, ¿o si?

Evan, quien estaba a su lado, luciendo su brillante armadura dorada y la impecable capa blanca podía escuchar perfectamente todo lo que el estúpido de su hermano decía. No era indiferente ante los malos tratos que la joven Stark recibía, y ya que siempre trataba de salir en su defensa, su madre comenzó a frenarlo dándole siempre la razón a Joffrey.

— Cierra la boca, Joffrey. —masculló Evan rodando los ojos— Nadie está de buen humor como para tener que soportarte ahora.

El rey se mostró ofendido y se giró enfrentando a su hermano mayor.

— Quizás sería bueno que recuerdes tu lugar. —le dijo amenazante como si tuviera alguna posibilidad de intimidar al mayor— Renunciaste a la corona y ahora tu deber es servirme y tratarme con respeto.

Evan soltó una corta risa, Sansa lo miraba con cierta admiración pues era el único que se atrevía a burlarse de Joffrey en su cara.

— Sigo siendo tu hermano mayor, estúpido.

Joffrey separó los labios y lo señaló con su dedo con indignación.

— ¡Yo soy el...

— El rey. —completó Evan— Si, si, si. Te escuché desde la primera vez.

Durante el trayecto de regreso al castillo los guardias se encargaron de despejar el camino manteniendo al margen a los campesinos para que la familia real pudiera pasar con tranquilidad. Evan y Tyrion se mantenían alertas, no podían confiar en que el pueblo se mantuviera tranquilo, estaban atravesando por una situación difícil y las personas suelen ser más violentas en esos casos.

— ¡Gloria a Joffrey! ¡Gloria al rey!

Gritaban unos cuantos, todo lo demás era silencio absoluto, no muchos secundaban ese apoyo al rey.

— ¡Asesino! ¡Bastardo!

— No es un rey. ¡Es un bastardo!

— ¡Por favor, su majestad! ¡Estamos hambrientos!

Esos gritos fueron los que alertaron a Evan, miró a su alrededor analizando a cada uno de ellos, las miradas no eran agradables sino que estaban llenas de ira. Tyrion de inmediato ordenó a las doncellas y algunos guardias llevar a Tommen por un camino más seguro y él se mantuvo cerca de su madre. Cersei tomaba el brazo de su hijo sintiéndose segura a su lado.

El caos llegó rápido.
Joffrey comenzó a gritar descontrolado y los guardias se agruparon a su alrededor para protegerlo mientras la multitud furiosa comenzaba a atacarlos.

— ¡Llévensela de aquí! —le ordenó a los guardias que cubrían a su madre. Cersei lo miró asustada— ¡Ve!

Muy aparte de sus deberes como miembro de la Guardia del Rey, cuando aún se preparaba para suceder a su padre en el trono, Evan se dijo a sí mismo que nunca lastimaría a su pueblo o inocentes, mucho menos si no tenía una razón para hacerlo. Ahora la tenía y aún así su espada no se manchó con la sangre de los campesinos. Una vez que se aseguró de que Tommen y su madre ya no se encontraban ahí, se dispuso a mantener a los atacantes lejos de las doncellas u otros miembros de la corte tanto como podía.

Busco a su tío Tyrion y lo encontró rodeado de guardias y escapando del peligro inminente cuando éste se acercaba a él.

— ¡Mátenlos! ¡Mátenlos a todos! —Joffrey gritaba sin control, totalmente furioso pero no hacía nada útil para calmar a la multitud— ¡Ejecuten a todos!

Para Evan la solución era fácil; el pueblo se moría de hambre y Joffrey era el responsable. Bien podía tomarlo y entregárselos en una bandeja de oro si así lo querían, podía vivir con eso.

Pero no era lo correcto.
Lo matarían por traición y esperaba vivir un poco más para volver a tener a Gianna en sus brazos.

Pero regresando a la realidad, descubrir que su familia estaba prácticamente a salvo —a excepción de Joffrey— buscó a la única persona que estaba lejos de su vista y entró en pánico.

— ¡¿En dónde está Sansa Stark?!

Guiaron a todos hasta un lugar seguro donde todos pudieron finalmente descansar, las personas aún gritaban histéricas al otro lado de las puertas prácticamente exigiendo las cabezas de la familia real. Evan se tomó un momento para inspeccionar el desastre que estaba hecho, su armadura estaba salpicada de sangre y algo de suciedad cubría su rostro sin siquiera saber como había llegado ahí.

— ¡Quiero sus cabezas! —seguía gritando el rey.

— ¿Estás ciego, maldito idiota? —replicó Tyrion en voz alta.

— ¡No puedes insultarme!

Evan estaba demasiado cerca de la discusión como para perdérsela.

— Han habido reyes crueles y han habido reyes idiotas. ¡Pero nunca nos habían maldecido con un cruel idiota como rey! —espetó el pequeño Lannister.

— ¡No puedes...!

— ¡Puedo y lo hago!

Tyrion se iba acercando tanto a él que en pocos segundos se estaban enfrentando cara a cara.

— ¡Me atacaron!

— ¡Te lanzaron mierda y decidiste matarlos a todos!

Ver a doncellas heridas siendo atendidas por otras hizo enfurecer a Evan.

— ¡Se están muriendo de hambre, idiota! ¡Todo por una guerra que tú empezaste!

— ¡Le hablas a tu rey!

La pesada mano de Tyrion se estampó contra la mejilla del inútil rey.

— Y ahora golpee al rey, ¿se me cayó la mano?

Evan no tenía tiempo para seguir escuchando las quejas de su insoportable hermano, tenía algo más importante de qué encargarse.

— Voy a regresar. —le aviso a su tío, quien de inmediato lo miró cuestionándole el por qué— Sansa no está aquí.

— ¡Que se la queden! —gritó Joffrey con más fuerza.

Evan, quien ya estaba a punto de retirarse, dio vuelta y se aproximó al rey tomándolo del cuello ignorando sus quejas y gritos.

— Si algo le pasa te juro que vendré y te arrancaré los dientes uno a uno. —amenaza con un tono que nunca en su vida había usado.

{...}

Sansa luchaba con todas sus fuerzas a pesar de no tener ninguna posibilidad contra los cuatro hombres que la tenían acorralada. Las lágrimas resbalaban por sus mejillas y la desesperación llegaba a cada parte de su cuerpo tembloroso.
Sabía lo que querían hacer con ella, matarla era claro la última parte del plan.

Los hombres tenían un vocabulario que no es correcto que una dama escuche y con esas mismas palabras se encargaron de hacerle saber lo que estaba a punto de pasar mientras la arrojaban al suelo y forcejeaban para arrancarle el vestido o una parte de el.

Gritaba y gritaba, lloraba a mares, pero nadie parecía estar ahí para escucharla. Sus esperanzas iban muriendo de a poco, hasta que una cabellera rubia y una brillante armadura dorada sería la imagen de su héroe.

Evan había jurado nunca manchar su espada con la sangre de su pueblo, pero eliminar escorias del mundo también era algo que se había jurado. La sangre manchó más su armadura y el vestido roto de la joven Stark ahora lo cubrían algunas gotas de la misma.
Sansa aún respiraba con pesadez en el suelo, cubriendo su cuerpo con la tela desgarrada.

Cuando los cuatro cuerpos de los hombres cayeron al suelo, Evan se apresuró a tomar a la chica en brazos con mucha delicadeza y llevarla a donde ya estaban todos reunidos.

Tyrion corrió hasta ellos cuando los vió llegar, Sansa tenía varias heridas en su rostro, su vestido estaba sucio y roto y su peinado era un completo desorden.

— Bien hecho, Evan. —felicitó Tyrion, él asintió y le pidió que cuidara de la chica.

Mientras Sansa era atendida, Evan se dispuso a buscar a Joffrey, no se detendría hasta que lo encontrara. Y cuando lo hizo, el chico aún soltaba un sin fin de maldiciones e insultos golpeando el suelo con sus pies. Evan se apresuró y lo tomó de nuevo por el cuello estampándolo contra la pared.

— ¡¿Qué te pasa?!

— ¡Si vuelven a intentar matarnos a todos por tu culpa, yo mismo te entregaré a ellos hasta que te despedacen! ¡¿Entendiste, idiota?!

Joffrey comprobó de nuevo, que no era rival para su hermano mayor.

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