-Tú novio luce un poco...
Rodé los ojos. Aquí viene de nuevo.
-Aburrido
-¿Aburrido? ¿Enserio Kaori? Mírale la cara, se la está comiendo viva.
Sentí escalofríos en toda la espalda, subiendo y bajando hasta terminar en mi nuca.
-Parece estar drogado
Fruncí el ceño.
-Mierda, aquí viene.
-Nos vemos Inna~
Me despedí de mis amigas y giré mi cuerpo, topándome de frente a Suna.
-¿Pasa algo? - su ronca voz acaricio mis oídos.
Negué
-Lo de siempre- observe su rostro serio y esos ojos sin emociones- ¿como mierda puedes ser tan sexy con esa cara de amargado?
Me alcé de puntas para intentar besarlo.
Su rostro estaba sonrojado, tratando de ocultar una que otra sonrisa traviesa.
Bese la comisura de sus labios, mordiendo ligeramente uno de ellos.
-Hey Hey, par de zorros calientes.
Juré sentir que Suna y yo hacíamos la misma cara de desinterés al oír su voz.
-¿celoso? - arquee una Ceja
-Pues a decir verdad, un po...
- Déjalos en paz. - El gemelo maduro tomó de la chaqueta al rubio y comenzó a jalarlo de regreso a la cancha.
-Es molesto. - respondió
Lo mire de vuelta y sonreí -Es divertido.
La tarde transcurrió tranquila. Después de esperar a que Suna terminara de entrenar decidimos ir juntos a su casa.
Varias personas en el camino miraban a mi novio, quien caminaba tomado de la mano conmigo de lo más normal del mundo.
La mayoría del tiempo me molestaba que miraran de forma rara a Suna, o que pensaran cosas erróneas solo por que su rostro siempre parece desinteresado y con ganas de matar al mundo.
La primera vez que nos conocimos fue en la chanca de la preparatoria. Había solicitado ser manager, pero los lugares habían sido ocupados y no quedaban más solicitudes para aceptar.
Malditas fans de los gemelos.
Aún con la esperanza y la actitud hasta los suelos, decidí quedarme a observar el partido de práctica que tenían.
Todos parecían ser personas geniales. Pero Suna... Suna demostraba lo contrario.
Tenía una aura imperceptible, no tenía razones algunas para sobresalir, y parecía aburrirle todo a su alrededor.
No fue hasta que entró en el juego, cuando sus habilidades cautivaron mi mirada y atención.
Estando a dos puntos de ganar el partido, esos ojos oliva se dirigieron hacia donde me encontraba, penetrando mi alma completamente.
Un escalofrío había recorrido todo mi cuerpo y mi corazón había comenzado a latir demasiado rápido.
¿Amor a primera vista?
Que mierda.
-Estás muy callada.
Su voz interrumpió mis pensamientos.
Levante mi cabeza para mirarlo.
-Tú también.
Sus entre cerrados ojos me miraron sin emoción alguna.
Parecía que le aburría. Pero en realidad, sabía que Suna me amaba.
No es por echarme flores chicas, pero bastantes veces me lo ha dicho. Ni se diga cuando me lo dice en el oído después de despertar con su grave y ronca voz temprana.
-¿Pasa algo?
Negué
-Vamos a casa.
Después de haber caminado 7 calles más, nos encontrábamos entrando a la silenciosa y gran casa de mi novio.
-¿Siguen de viaje?
Levantó ambos hombros restándole importancia.
-Eso creo.
Refunfuñé.
-Rintaro, debes estar al pendiente de tus padres.
-No me interesa. -Me crucé de hombros en la entrada de la casa - me interesas tú.
Se acercó lentamente hacia mi, haciendo mi cuerpo temblar.
-Luego por que las personas creen que los odias, nunca te interesa nada.
Traté de sonar lo más molesta posible.
-Mhh~ - Rodeó mi cuerpo con sus brazos, colocando su cabeza entre mi cuello- No me interesan.
-Deberías, la gente piensa que estas drogado todo el tiempo.
Las ganas de reír explotaban en mi interior.
- Mhh~ -Movió su rostro y comenzó a besar mi cuello - Tu me haces sentir drogado todo el tiempo.
-Oh Suna, cállate -Reí
Una sonrisa de lado fue todo lo necesario para subir mi temperatura corporal.
Mierda, es tan jodidamente sexy.
Besé sus labios con intensidad.
A quien quiero engañar, quiero estar con el.
Comenzó a llevarme hacia la sala de estar.
Sonreía tontamente mientras lo miraba.
Se sentó en el sofá y palmeó su pierna.
No tuvo que hacer otra acción para que yo entendiera y cumpliera su capricho.
Me senté en sus piernas y pase uno de mis brazos tras su nuca.
-Eres tan perfecta. - sonrío
Pude haber muerto en ese instante y aún así sería la mujer más feliz de este planeta.
Mi rostro explotaba de vergüenza.
- No es verdad.
Comenzó a besar mi mejilla y volvió a bajar hacia mi cuello.
Susurrando palabras de amor.
- ¿De verdad dijeron que tenía cara de drogadicto?
Asentí
-Eres el drogadicto más hermoso
Hizo una cara de tremenda confusión.
Y yo me dediqué a reír a carcajadas.
-Amo tu rostro y tú forma tan desinteresada de ser - acaricié su mejilla - porque sé que cuando estamos solos, puedo ver tus mejores sonrisas.
-Que cursi.
-Oye - Golpee su hombro - Habló enserio. Las chicas te tienen miedo y yo soy feliz de que no estén detrás de ti pidiéndote fotos. Eres mío Suna Rintaro. Mio.
Su mirada pacífica se convirtió en diversión.
Su risa era mi melodía favorita, que pocos eran dignos de escuchar.
-No me interesan las demás. Tú eres todo lo que necesito.
Sus achinados ojos se cerraron, dando paso a una gran sonrisa.
-Te quiero.
Mi corazón se derretía.
-Yo te amo. -Respondió acariciando un mechón de mi cabello.
-Pero ya no seas un drogadicto por favor.
Recibí un golpe de su parte.
Amaba a este hombre, y jamás me cansaré de él y su seria mirada.
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Una pequeña historia que tenía guardada por ahí.
Disculpen La tardanza pero por fin puedo decir que chingo a su madre el semestre.
Tendré tiempo libre y las historias volverán.
Las amo mucho.
Yai 🤠