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« Locura »
Moon Bin
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La locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes. Si no lo puedes explicar de forma simple, no lo entiendes suficientemente bien.
"No tengo talentos especiales, pero sí soy profundamente curioso". Dijo alguna vez Albert Einstein. La verdad, ahora que lo pienso mejor, si entiendo esa frase.
Estoy loco por Dongmin.
Pero muy aparte de eso, la locura ¿Qué es? Según la psicología es un trastorno mental el cual hace que tu cerebro no ocupe la suficiente capacidad de neuronas para razonar alguna acción o palabras que salgan de tu boca. Pero yo creo que... todos padecemos de locura.
Aun sea la persona más cuerda del mundo, siempre tendrá una pizca de locura en su interior. Ya sea en el amor, en lo que ama hacer, y en muchas otras cosas. La locura esta dentro de nosotros como la sangre. El humano por naturaleza busca el peligro, y que más que la locura vaya de la mano.
Cosas mías sin sentido.
Me encontraba sentado bajo un árbol en medio del área verde que había en la escuela. A unos cuantos metros de mí se encontraban aquellos asientos de piedra que formaban un círculo y al centro estaba rellenado de césped y una pequeña planta. Mismo ligar en donde vi a Dongmin por primera vez y lo comencé a perseguir por toda la zona solo para hacer el ridículo frente a todos.
Estaba de espaldas al sol, el aire era fresco y de vez en cuando me ponía a jugar con mi propia sombra, sobre todo con mis manos, haciendo figuras con ellas como aves, perros y conejos, era entretenido.
Entre mis rodillas las cuales estaban pegas casi a mi pecho, sostenía un cuaderno con páginas completamente en blanco, y un lápiz en medio de este. La hoja actual que estaba frente a mí poseía un lindo boceto del rostro de Dongmin. El cual se encontraba a varios metros adelante mío, conversando alegremente con una chica bastante tierna.
No me agradaba.
Era bastante bueno dibujando, lo tengo que admitir. Hace algún tiempo salía a los parques cerca de mi hogar solo para ponerme a dibujar tranquilamente. Pero nunca faltaba esa gente que veía como dibujabas de reojo, se te acercaba, te entablaba una conversación y al final decía: "¿Me dibujas?"
Vete a la mierda, claro que no.
Es tan frustrante que te digan eso. Solo porque dibujas algo que esta frente a ti no significa que vaya a dibujar cualquier otra cosa.
Pura gente básica.
Aparte del dibujo también me gusta cantar y bailar, son mis pasatiempos favoritos. De hecho mis padres tienen varios videos de mí guardados en una cámara que no sé donde está, la cual contiene vergonzosas etapas en donde no era bueno en ninguno de los dos.
Si fuera por mí ya habría eliminado esos videos.
Tomé el lápiz con algo de fuerza y comencé a hacer un ligero sombreado por la parte del cuello en Dongmin, si que era bello.
—Si que ese tipo te tiene embobado. —comentó Minhyuk mientras se apoyaba con un hombro al costado del árbol en donde estaba y en su derecha sostenía una bebida con popote.
—Y tú no tienes consciencia por las tortugas, idiota. —este rio mientras se colocaba de cuclillas observando mi dibujo.
—¿Han hablado?
—¿Quiénes?
—Tú y Dongmin, luego de lo que pasó en el centro comercial. No se veía muy feliz a decir verdad.
Chasquee la lengua algo frustrado por aquello. Desde ese día todas las veces que he tratado de acercarme a Dongmin este se ponía a la defensiva siempre y trataba de esquivarme, por más obvio que pareciera haciéndolo.
Es lindo, inteligente y buena persona, creo, pero luego de eso no sé nada más acerca de él.
Donde estudió, qué es lo que hizo o hacía antes de llegar al campus, si tiene hermanos, porqué lo transfirieron aquí y demás cosas. Lee Dongmin, necesito respuestas pero tú solo me das más preguntas.
El otro día lo vi en la biblioteca, sentado en una de las mesas más alejadas completamente solo, mientras leía un delgado libro atentamente y poseía unas lindas gafas de enmarque color bronce y bastante delgadas. Traía una chompa de lana marrón que dejaba ver parte de sus clavículas y cada cierto tiempo se relamía los labios dos veces.
Labios que quisiera probar la verdad. ¿Y quién no? Son tan apetecibles a simple vista para cualquiera.
Me mantuve contemplándolo desde la lejanía durante varios minutos, mientras que las palabras de Minhyuk entraban por un oído, y salían por el otro. No le presté mucha atención la verdad.
Dongmin traía una camisa blanca con rayas azules abierta por fuera, mientras que debajo había una ligera prenda color azul oscuro junto a unos jeans color negro y raspados en la zona de la rodillas, con unos botines marrones opacos que lo hacían ver levemente más alto de lo que ya era.
Era tan feliz con solo verlo. Y de ahí me vino a la cabeza una pregunta peculiar. Lee Dongmin ¿Qué es lo que te hace a ti feliz? A mí el bailar, dibujar, cantar y poner a mis padres orgullosos por ejemplo ¿Pero a ti qué? ¿Estudiar? Si ese es el caso supongo que serás de esas típicas personas que se la pasan leyendo un libro 24/7, pero no es así, porque de ser así no sonreirías tanto, no te divertirías tanto y pasarías tantas tardes yendo con esa chica a locales en donde tienen esas maquinitas para jugar.
¿Quién es ella? ¿Tu novia? ¿Tu hermana, tu amiga, tu prima? Necesito saber. Porque yo me estoy sintiendo... amenazado con ella.
¿Qué dices? ¿Una desconocida? Me alegra saberlo Dongmin, ¿A ti tambien? Eso creí.
Rio por mi conversación imaginaria tan estúpida con él mientras Minhyuk me miraba de forma rara. Este se encontraba mirando su celular atentamente a cada momento, como si estuviera esperando por algún mensaje.
¿Otra cita? Quizás. En el último mes ha salido en reiteradas ocasiones por la noche con disque su cita, pero cada vez es otra chica. Al parecer tiene muchos matches en Tinder. Conversan por tiempo y cuando deciden juntarse, Minhyuk parece querer escapar.
¿Por qué? Sinceramente no lo sé. Es buen partido, es obvio que varias chicas querrían con él, pero al parecer él no piensa lo mismo.
Desde que lo conozco siempre a tenido inseguridades consigo mismo. Su personalidad, su actitud, su rostro y algunas veces su autoestima llegaba hasta el suelo. Así que cada vez que eso sucede, siempre le doy el típico discurso de que lo más importante es quererse a uno mismo y que si lo hace verá que las cosas serán diferentes y ya.
Mentira, claro que no, esos discursos nunca sirven. Son completamente inútiles
Simplemente lo tomo de la mano, lo guio al centro de la habitación, y coloco música a todo volumen en mi celular, la que sea, energética o lenta. Luego de eso siempre hago lo mismo.
Bailar.
Bailo con él, haciendo lo que se me ocurra con mis brazos, saltando mientras cierro mis ojos y dejo que la música entre a mis oídos. Siempre funciona, bailamos durante minutos, y al finalizar, siempre terminamos con una sonrisa en nuestro rostros y varias burlas por los tontos pasos que habíamos hecho.
Él era mi persona, no había duda.
Dejé el lápiz dentro de mi mochila al igual que mi cuaderno. Coloqué ambos brazos colgando de mis rodillas mientras mis dedos se entrelazaban y jugueteaba con ellos a la vez.
Noté a Dongmin algo raro, lo cual hizo que arrugara mi entrecejo rápidamente y me preocupara.
Aún tenía una sonrisa en su rostro mientras conversaba con aquella chica pero algo no andaba bien. Una de sus manos estaba colocada encima de su estómago y cuando la chica frente suyo no estaba mirando arrugaba la cara fuertemente como si le estuviera doliendo.
La campana que anunciaba que todos debíamos volver a nuestras clases sonó, y Dongmin aprovechó esto para despedirse rápidamente y empezar a correr hacia el interior del edificio.
Me coloqué la mochila solamente en el hombro derecho y me retiré del lugar sin despedirme de Minhyuk, de todas formas nos vemos todo el tiempo.
—¡Maleducado! —gritó este a lo lejos mientras guardaba su comida que su madre el enviaba dentro de un táper.
Comenzó a caminar al interior del edificio. Pasé las puertas de cristal y me detuve en una intersección entre dos pasillos.
El de la derecha, que llevaba hacia mi siguiente salón, o el de frente mío, que guiaba a los baños en los cuales probablemente Dongmin había ido para estar solo, como hacía recurrentemente.
Lo sé, si parezco acosador.
Decidí caminar hacia adelante, a paso rápido y tratando de que algún profesor que se encuentre vigilando los pasillos no me pille en un "escapada de clases". Me mantuve alerta en todo momento, en cuando doblé una esquina, pude ver la puerta de los balos.
Suspiré.
Caminé a paso lento hacia la puerta, fijando mi vista en la perilla en todo momento. Y cuando llegué, pose mi mano en esta pero me detuve.
¿Será buena idea? El entrar y verificar si es que está bien. Porque seguramente me catalogará como un acosador nuevamente y quién sabe, tal vez me denuncie con la policía por acoso.
Me mantuve unos cuantos segundos ahí, quieto en mi lugar, pensando si era buena idea abrir esa puerta. Pero cuando oí un gemido de dolor ahogado me importó una mierda y abrí la puerta de golpe dejando ver el interior del baño.
Primero miré el lavamanos, encima de este se encontraba la mochila de Dongmin tirada en medio del caño. El área estaba levemente mojada por lo cual indicó que se había lavado el rostro de forma desmesurada.
Me fijé en el suelo y vio unas cuantas gotas de...¿Sangre? Eran oscuras, de un tono rojizo, pero me negaba completamente a la idea de que fuera sangre.
Y por último miré hacia donde se encontraba los cubículos celeste pastel a mi derecha. Me fijé por debajo de estos y vi que en el último se encontraba Dongmin de rodillas al inodoro, mientras soltaba varias arcadas y oía como vomitaba en el retrete.
Me acerqué lentamente, sintiendo algo de náuseas al oírlo vomitar. Seré sincero, no me gusta ver el vómito, cada que lo veo, las ganas de vomitar también se apoderan de mí.
Aún recuerdo la vez en donde de pequeño estaba regresando en un bus escolar luego de haber ido de viaje de un día entero con todo mi colegio, era tradición del colegio llevarnos a algún sitio reservado con piscinas y eso.
La cosa es que en el camino de vuelta, uno de los niños se sentía mal y el profesor le había dado una bolsa para que respirara mejor, seguro por la altura, pero al final terminó vomitando en esta. La chica que estaba sentada a mi costado era algo parecido a su enamorada, así que tomó la bolsa de vómito en su mano mientras el profesor atendía a aquél niño
¿Recuerdan lo que dije acerca de la locura? Bueno pues esta también te puede llevar a hacer cosas completamente estúpida e inútiles, pero estoy hablando en un sentido literal.
¿Saben por qué? Porque yo mismo le pedí prestado a esa niña la bolsa llena de vómito, ¿Y saben qué hice? Lo olí.
Así es damas y caballeros, yo, Moon Bin, olí aquella bolsa llena de vómito de un niño que ni siquiera conocía, ¿Las consecuencias? Que yo también vomitara.
En serio es una parte de mi vida que quisiera olvidar.
Volviendo al presente. Comencé a caminar a pasos lentos oyendo estos mismos resonar por el lugar. Me posicioné frente a la puerta en donde se encontraba Dongmin y antes de que me atreviera a abrirla, esta misma se abrió dejando ver a un Dongmin bastante agotado mientras se limpiaba la boca con su muñeca.
Se detuvo en seco al verme, y yo simplemente me congelé en mi lugar. Tensó la mandíbula y paso por mi costado ignorándome por completo. Abrió el caño dejando caer bastante agua por este y comenzó a lavarse las manos, para luego el rostro.
—¿Estás bien? —pregunté con notoria preocupación en mis ojos.
Dongmin cerró el caño y se apoyó de este con ambos brazos estirados mientras que su rostro estaba completamente empapado y algunos mechones de cabello por igual. Su boca se encontraba medio abierta y su mirada se posicionó encima de mí a través del espejo haciéndome erizar todos mis vellos y sentirme intimidado por su penetrante mirada.
—Si, lo estoy. —respondió mientras secaba su rostro con un pedazo de papel toalla que se encontraba colgado en la pared junto al lavamanos.
—¿Seguro? Porque no creo que lo estés. —y era verdad, sus ojos se encontraban agotados, tenía ojeras, estaba pálido y sus labios no tenían color. Era completamente diferente al Dongmin que vi hace ya unos minutos.
Este rodó los ojos.
—Que si joder, estoy bien. —cogió su mochila y la puso en la espalda para luego comenzar a dirigirse hacia la salida. Pero no lo consiguió porque me interpuse entre él y la puerta, colocando mi cuerpo como un escudo.
—No te dejaré ir.
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