Eternamente mía.

Od KAoi208

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El hombre es codicioso por naturaleza, siendo capaz de hacer cualquier cosa por cumplir su cometido. No le im... Viac

Eternamente mía. (Parte 1)
Eternamente mía. (Parte 2)
Eternamente mía. (Parte 3)
Eternamente mía. (Parte 5)

Eternamente mía. (Parte 4)

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Od KAoi208

"¿Y era solo la imaginación lo que me conducía a creer que a medida que mí firmeza aumentaba, la de mi atormentador sufría una disminución proporcional?"

★    Capítulo IV: Ese mayordomo, propone.

Dejarme matar o acceder a morir ¡He ahí el dilema! Cualquiera alternativa terminaba con un espantoso [porque agradable no debía ser] deceso. Aguardé con la esperanza puesta en que [aunque fuese en conptra de su malévolo temperamento] él recapacitara y abandonara ese delirante sueño de querer poseerme, quizás que encontrara alguna víctima dispuesta a comprometerse al poner su firma en el letal contrato de vida y sangre pero... Nunca ocurrió, en cambio la afonía combinada con la intransigente mirada hizo que quisiera que ese maldito momento llegara a su fin.

Confieso que columbré en todas las direcciones buscando la respuesta a mí predicamento y allí me di cuenta de que en realidad había una tercera opción, la opción de acceder sin acceder. Me explico, para ese entonces no tenía ningún deseo relevante por cumplir, ni un solo anhelo, no había ningún chico que me gustase, mis padres me daban todo lo que necesitaba, estaba iniciando una carrera universitaria y no era precisamente fea, [aunque suene presuntuoso que yo misma lo diga] pero pese a mí carácter hostil muchos eran los muchachos que se aventuraban a conquistarme y todos fracasaban rotundamente por no ser lo que yo esperaba. Cómo sea, mí vida no era del todo mala exceptuando la convivencia con el resto de los humanos, por esa razón llegó a mí la retórica de: "Si por ahora no quiero nada ¿Cuánto podré prolongar mis tres deseos? ¿Habrá manera alguna de hacerlo?", no perdía nada con intentar así que cosas como el que avisara antes de actuar eran favorables para mí porque dejaban en claro que tenía un especial valor para él y por ende valía más respirando que tres metros bajo tierra.

— Y sí... - inicié y su mirada se fundió en la mía — ¿Y sí esperas un poco? - no había negación, al contrario, aceptaba que mí destino sería perecer en sus manos pero los términos eran los que me negaba a aceptar.-

— ¿A qué se refiere?

— Bueno... Si pido cosas absurdas que puedas cumplir en un día como "riqueza" o "poder" me comerás muy rápido por eso, quiero pensar que hacer para prolongar el tiempo.

Fui lo más sincera y objetiva posible, a lo que él respondió tomándose el mentón pensativo:

— Si lo pone de ese modo no tendría sentido solo devorarla. Jum...- amplió su sonrisa y continuó en un tono por debajo de lo habitual el cual casi que no pude captar con claridad — « Sería justo como con "él".»

¿Él? ¿Quién es "él"? Cómo en muchas otras veces no quise profundizar ya que no tenía la suficiente confianza [¿Algún día podría?] como para exigir una respuesta.

— Entonces, está bien. Esperaré.

¿En serio? ¿Tan fácil? Pensé que iban a salirle cuernos y colmillos y que me arrancaría la cabeza para jugar básquet con ella. Suspiré aliviada más aún:

— Pero...

¡Maldición! ¡Tenía que haber un pero! Recolocando las manos con los dedos entrelazados junto a su vientre consumó:

— Lo dicho antes se mantiene. Me quedaré aquí. No le molesta ¿Verdad?

Si no hay opción. Eso era lo que valdría la pena responder pero mis energías habían sido menguadas y ya no deseaba seguir dándole largas al asunto así que negué tanto con mí voz como con la cabeza después de todo no podía hacer nada.

Desde que Sophe y Helen se fueron pasaron 40 minutos, luego una o dos horas acordando normas a las que denominé como: "Reglas de convivencia oficial". Lo sé, lo sé. El nombre es patético pero fue lo que se me ocurrió, las enumeré en orden de prioridades como se muestran a continuación:

Regla #01: No entrar a ninguna habitación habitada sin permiso a menos de que sea una emergencia.

Regla #02: No espiar mientras me cambio, baño, camino, respiro, en fin, no hacer nada a mis espaldas que se considere acoso.

Regla #03: No matar a nadie.

Nota mental: mis prioridades son muy raras.

Regla #04: No hacer nada que atente contra la lógica de mí mundo.

Regla #05: Dejarme ir sola a la universidad.

Básicamente fueron 5 las reglas a las cuales accedió, empero, ¿Las cumpliría? Eso estaba por verse ya que así como yo propuse las mías El impuso las suyas a las cuales nombró: "Reglas para que la señorita sobreviva un día más" ya con eso puse toda TODITA mí atención en los mandatos divinos del señor de las tinieblas:

Regla #01: Nada de malas palabras.

¡LA CHINGADA CONTIGO PUTO ESTIRADO DE MIERD-- \>:V/

Regla #02: Cumplirá con sus labores educacionales y tomará clases aparte de modales, postura, danza y dicción.

¡¿EN QUÉ DEMONIOS QUIERE CONVERTIRME?! ¡ACTUALÍZATE! ¡SIGLO XXI! ¡¿NO TE DICE ALGO ESO?!

Regla #03: Restringir el uso del celular, computadora, tablet o cualquier otro medio electrónico a un par de horas al día bajo mí supervisión.

.     .     . Osea que técnicamente quiere que retroceda en el tiempo a la edad de los cavernícolas...

Regla #04 (modificación de mí regla #01): No entrar a ninguna habitación sin permiso exceptuando la de Khayrine.

¡¡MALDICIÓN, FREEEZEEER!! ¡¿CÓMO HIZO PARA TERGIVERSAR MIS PALABRAS DE ESA FORMA?!

Regla #05: No ir a ningún lado sin su permiso y si es necesario me acompañará.

Osea que tendré un chaperón o niñero... Genial, mega genial. Mí vida social está arruinada. [Ja. Salir con un mega sexy demonio la arruina... Eso ni yo misma me lo creo.]

Regla #06: [¡¿HAY MÁS?!] Se alimentará correctamente sin hacer berrinches de ningún tipo.

Oh, hasta que hay algo que puedo hacer. Osea, yo como lo que sea mientras tenga rico sabor así que...

Regla #07 y última: tiene como límite un mes para realizar el contrato. De no cumplir tomará mí alma cuando se venzan los días establecidos.

Técnicamente no hay nada malo en ello pero como que algo no cuadra... Ah, sí. Me dió un plazo para morir. Recontramega genial. Moriré a los 18 con cinco meses, virgen y sin un título universitario. En fin, a todo dije que sí ya siendo la 1 de la tarde.

Después del intercambio de ideas lo único que quedaba era que él se organizara en la habitación de huéspedes, por supuesto que no me sorprendió el que de la nada apareciera una maleta, si había sacado una silla de su trasero [ Sí, fue de la chaqueta pero ¡¿Qué pedo?! Sigo furiosa con él] obvio que podría con otras cosas.

No sé que hizo exactamente en la habitación pero luego de que ingresó un ruidoso ajetreo causó que la osamenta de la casa vibrara. No cruzamos palabras más que las estrictamente necesarias, de hecho me encerré en la habitación y desde ahí esperé la llegada de mis compañeras. El prólogo se me hizo eterno ¿Y cómo no? Ni siquiera podía ver la hora en mí teléfono porque ¿Qué creen? Una de las reglas era que no iba a usar ningún artefacto sin su consentimiento [además de que seguía en su bolsillo]. Créanme, lo intenté con la tv y desde la puerta me dijo que la apagara [menudo Nasi controlador]. Ahora bien, ¿Saben lo difícil que es bañarse con el miedo de que alguien te observa? Hay zonas a las cuales no les llega la luz solar que no quisiera que fueran vistas por una persona o cosa, o eso, que acabo [hipotéticamente hablando] de conocer. Tuve que enjabonarme prácticamente con la toalla encima y luego secarme con la tela ya empapada [así de mal iba mí vida].

El tiempo transcurrió y las aludidas habían vuelto a casa. Cuando escuché su alboroto decidí bajar. Debo acotar algo muy importante que es necesario que comprendan con respecto a la distribución de la zona donde vivíamos. La casa contaba con una planta baja en la que se encontraba una sala de estar, un baño, la cocina/comedor y detrás un pequeño patio el cual solo el dueño cuidaba, en la planta de arriba estaban las habitaciones, 9 para ser exactos, 4 de lado a lado separadas por un pasillo y una al fondo que me pertenecía. Se consideraba de "huéspedes" a todas aquellas desocupadas y ya que éramos tres las que vivíamos en esa casa existían seis de las cuales disponer a voluntad. La de Sophe era la primera que se divisaba tras subir la escalera que conectaba ambos niveles y la de Helen estaba a mano derecha perpendicular a la mía. Sebastián decidió ocupar la otra a mano izquierda aunque no estaba segura de que él necesitara una habitación, o dormir, o comer alimentos humanos, entre otras cosas, es por eso que me sorprendió que al momento de bajar las chicas estuvieran sentadas a la mesa siendo atendidas por el de vestuario oscuro.

— ¿Qué es todo esto? - eso fue lo primero que se me ocurrió preguntar.-

— ¡Es nuestra cena! ¿No es increíble?

Helen como siempre encantadora y bulliciosa atisbaba con gran fascinación cada uno de los platillos perfectamente ejecutados por el varón. Les digo, nunca había visto tantos colores y formas desde Master Cheff u otro programa de Foot Network, ahora añádanle el componente del aroma ¡Y gualá! Inmediatamente me abrió el apetito ocasionando que un gruñido desatara la lucha más intensa en mí estómago en dónde el intestino grueso se devoraba al delgado.

— Iba a subir por usted, señorita.

Siguió sirviendo y cuando terminó con el plato de Sophe se aproximó a la silla para tomarla del respaldo y rodarla hasta tener una abertura en la que pudiera desplazarme con comodidad.

— Tomé asiento.

— No gracias. No tengo hambre.

Mentí creyendo que con eso lograría algo a parte de hacerlo enfadar que para mí desgracia fue lo que conseguí. Cuando me di vuelta su voz grave y autoritaria promulgó un ultimátum:

— ¿Entonces es así como va a ser? Es una pena. Pero, aún queda un mes.

Lo siguiente fue mí taconeo al correr a la silla, casi caer y colocarme firme sin ni siquiera moverme tomando el cubierto en la derecha y el cuchillo en la izquierda.

— ¡Que aproveche!

Empecé a comer como si no hubiese mañana.

— (Cuánto te odio...) - mientras comía se podía apreciar como apuñalaba la carne con un fruncido entrecejo.-

— Los modales.

¡DE PASO QUE ME OBLIGA NO ME DEJA COMER EN PAZ! Si, estaba bastante buena la comida PERO en definitiva, lo odiaba. Procuré comer más despacio y erguida, usando correctamente los utensilios para que "Don Mandón" no reclamara. Apartándose del espaldar procedió a ubicarse en la silla junto a mí.

— ¡Que rica está!

¡¿Ah?! ¿Por qué a ella no le dice nada? Helen parecía un hámster introduciendo semillas de girasol en sus mejillas expandiéndolas a más no poder y no solo eso, hablaba con la boca llena y solo obtenía cortesía del azabache allí me di cuenta de que el aborrecimiento era mutuo.

— Me reconforta que sea de su agrado, señorita Helen.

Ahora que lo pienso, él muy poco utilizaba mí nombre al referirse a mí ¿Tan feo es? Rayos, es un... ¡PAREN TODO! ¡NI SE LES OCURRA PENSAR QUE ESTOY CELOSA! Hice un puchero y no por celos sino porque... Pues... Bueno, él se había servido y empezó a comer, parecía un príncipe o una persona de la nobleza, tenía demasiado porte y su estilo refinado hacía que tal título le quedara corto, pero en un momento se detuvo y es pues que de los presentes había alguien que no había probado bocado.

— ¿Sucede algo señorita Sophe?

Ambas la miramos percatándonos de que no paraba de jugar con el tenedor en el plato. ¿Qué ocurría? Ella no era así, esperaba ese comportamiento por parte de la pelirroja pero de ella jamás.

— No tengo hambre.

Contestó tajante. ¿Tanto lo odiaba? Osea, está bien que yo lo odie ya que desea comerme pero, ella ¿Por qué? A simple vista se notó el descontento de Sebastián así que quise limar asperezas y por ello musité:

— Vamos, no está tan mal.

Recibí una mirada que parecía no ser para mí, en ella sentí culpa y desconsuelo así como profunda remembranza. Levantándose se marchó a su habitación.

— Vaya que si tiene mal carácter. ¿Se vale repetir?

Siseó Helen tragándose el resto de su porción y pidiendo más a lo cual él por supuesto accedió pero en eso ella dejó caer el tenedor y su sonido metálico resonó o al menos creí que provenía de el.

— ¿Uh? ¿Qué ocur--

¡Ay, mamá! La comida... ¡La comida! Sebastián tenía esa típica expresión en la que aparentaba felicidad pero que gracias a que el cucharón se partió en sus dedos denotaba que próximamente habría un inquilino menos.

— Oh, vaya... Está defectuoso... Cuanto lo siento.

¡Defectuoso mis polainas! ¡Acabas de delatarte, imbécil! Él se excusó limpiando inmediatamente el salpicado en el mantel así como recogiendo las partes del difunto objeto.

— Ah, no te preocupes. Eso le pasa a cualquiera.

¿¡A CUALQUIERA?! ¡¿ES EN SERIO?! ¿En qué planeta un humano rompe un cucharón de acero inoxidable como si fuese mantequilla? Seguramente ese de dónde venía la ojimarrón porque en el mío eso significaba "peligro".

No hubo más incidentes y con ello fue la hora de dormir. Debo decir que estaba preocupada, Sophe era callada pero no budista, osea, no
ayunaba por placer, por eso el que se acostara sin cenar me confundió y alarmó. Toqué su puerta esperando que pudiéramos conversar más solo dijo desde dentro: "Ya duérmete, Khayrine"; eso me hizo entender que estaba bien o le pasaba algo terrible, si, no soy para
nada de ayuda pero es que esa mujer no era abierta con sus cosas por eso bien podrías creer que estaba enojada y realmente se sentía feliz. Suspiré retirándome a mis aposentos en dónde me encontré con el azabache sentado al borde de mí cama.

— Pero... ¿Cómo?

— ¿Cómo?

— Olvídalo.

Él había estado limpiando los trastes y reacomodando el comedor justo luego de terminar pero, ahora estaba aquí. Obviamente con sus "habilidades" un segundo bastaría para acabar con todo, es más ¿Qué me aseguraba a mí que lo que comí no había salido del mismo lugar que la silla? De solo pensarlo debí cubrir mí boca para no vomitar.

— Parece desganada ¿A qué se debe? - preguntó. -

— No lo entenderías. - respondí bordeando la cama y sentándome al lado contrario a una distancia prudencial de espalda a él.-

— Seguro se debe a la señorita Sophe.

¿Oh? ¿Si lo entendió? Cruzó los brazos mirando al techo mientras yo me volvía a verlo.

— Si me lo pregunta, es una verdadera molestia.

— Que bueno que no te pregunté. - Tch. Qué tipo tan insensible. Pensé que diría algo relevante más solo hecho más leña al fuego.-

— Supongo que no le gusta que le lleven la contraria pero si le encanta hacerlo usted. - tomó con la mano su mentón de manera pensativa y lanzando un vistazo por sobre su hombro acotó: — Eso explica lo de teñirse el cabello ¿Acaso la hizo sentir superior o independiente?

— ¡No digas estupideces! - tomé la almohada y la lancé en su dirección, solo le bastó con mover el torso a un lado para esquivarla mientras que ésta no tenía tanta suerte y terminaba el trayecto chocando con la pared.-

— Solo digo la verdad. ¿O existe otro motivo por el cual lo hizo?

Se burlaba ¡Y de qué manera! Más aún para mí ese tema era delicado, algo que no discutiría con un ser tan despreciable como él.

— No es tú problema.

Estaba agotada de pelear, harta de que cada día de mí vida fuese una persecución en la que debía apostar mí vida, mí dignidad e integridad para no quebrarme, hasta que yo misma le suplicara que acabara con esto aún a costa de mí vida. También, guardaba cierto resentimiento uno orillado a lo infantil. Cuando me había acostumbrado a su presencia, el que de un momento a otro desapareciera resultó imperdonable.

— Ya veo.

Suspiró, levantándose lentamente y caminando en dirección a mí se ubicó con la rodilla derecha en el piso manteniendo el equilibrio con la izquierda en alto.

— Entiendo que esté molesta pero...

"Splat", otra vez, nuevamente, intenté abofetearlo y fuí detenida. Sujetó mí mano con la suya y la mantuvo quieta pese a mis jalones cada vez más y más erráticos con los que me infringia daño.

— ¡TÚ NO SABES NADA DE MÍ! - grité furiosa lanzando otro ataque con la mano libre el cual terminó justo como el anterior.-

— Sé lo suficiente de usted cómo para entender que lo que muestra es nada más que una coraza.

No encontré fallas en su lógica y es pues que junto con decir aquello se levantó apretando mis muñecas impulsándome hasta tenerme de espalda al colchón y con los brazos a ambos lados de mí cabeza usando sus manos como grilletes que no podría [por mucho que intentara] romper.

— ¡Ya déjame!

En un último intento por zafarme hice lo posible por golpearlo con la rodilla en la entrepierna cosa que no funcionó ya que en cuestión de un parpadeo mis muñecas fueron unidas bajo el aciago agarre de su derecha dejando que la izquierda atajara el golpe a su intimidad.

Diré que, fui una tonta al creer que eso funcionaría, más que nada teniendo conocimiento de lo que era pero es que, ese sentimiento de inútil fragilidad amargaba mí garganta como la hiel de tal manera que solo resistir aún siendo en vano lo aliviaría.

— Pensé que habíamos aclarado esto pero... - con brusquedad apoyó la mano bajo mí rodilla para así levantar mí pierna de forma tal que pudiera acomodarse entre ellas. Luego de esto la soltó y de inmediato ocupó la mano para oprimir mis cachetes con violencia, teniendo cuatro en una mejilla y el pulgar en la otra ejerció tanta fuerza que se podía ver como la piel era marcada por su agarre.— Parece que deberé educarla de otro modo.

¡Ni que fuera perro! Sé que otra chica en mí posición le hubiese gritado o insultado o actuado como Helen dejándose hacer lo que sea pero, pero... Temblorosa como estaba y sin poder hablar su voracidad secó mí seso a tal punto que no pude sustraer absolutamente nada de información, ni una sola réplica con la cual controlar mí siguiente movimiento. Era como si me encontrara en un tablero de ajedrez siendo la reina y él un caballo, no tenía a dónde huir, él me lo impediría, arrinconada, sin salida más que acceder a sus deseos... Es hilarante si lo piensan, se supone que soy yo quien lleva las riendas, si tan solo pudiese atarlo como un vil perro, eso me ampararía.

— (No quiero... No así...)

Llenos de lágrimas nuevamente mis ojos se desbordaron, estando tan cerca su aroma, no, su presencia como tal no me fueron indiferentes, con esto quiero decir que si bien yo lo detestaba mí anatomía [la muy traidora] daba atisbos de lo contrario.

— Realmente no lo entiende ¿No es así? - pupilas retractiles e incandescentes iris que sucumbían ante una luz mayor propiciada por la bombilla pero que si hubiese estado apagada doy fe que ese para de ojos funcionarían como linternas.-

— «No debiste irte.» - me quebré, dejando el cuerpo lánguido como una vil muñeca de trapo, cada extremidad se extinguió bajo el peso de lo inexistente — «Cuando te necesité ¿Dónde estuviste?» - era extraño que se quedara callado. No, lo que lo era es que su agarre en mis manillas hubiese flaqueado — ¡RESPONDE! - antes solo murmuraba debido a la separación obligada de mis pliegues pero con mayor libertad de movimiento increpé a todo pulmón.-

Que egoísta... Todo el tiempo cuidó de mí y aún así... Aún así... No podía perdonarlo. Podía decir lo que fuese pero, su resguardo acompañó esos 12 años que ahora le reclamaba. De no ser por él quizás la hubiese pasado mucho peor que simplemente recibir un vil apodo.

Ja,ja, me he vuelto tan llorona, incluso ahora no podía evitar que las lágrimas se asomaran en cambió él, permaneció quieto, estático, escudriñando taciturno y exánime. Les aseguro que, de no haber sido por la mano que cedió y fue recolocada en mí mentón hubiese creído que hablaba con algo similar a una pared pero, alzó mí mentón plantando sus fríos y delgados labios en los míos y no saben con cuanta sorpresa los recibí. Ese vacío beso en el que mis ojos fueron cerrados marcaron mí derrota ante él. Me apena sin lugar a dudas decir que mí voluntad había sido removida y es pues que “me es difícil definir, e incluso describir, mis verdaderos sentimientos hacia él. Constituían una mezcla heterogénea y abigarrada: algo de petulante animosidad que no llegaba al odio, algo de estima, aún más de respeto y un mundo de inquieta curiosidad”. Sin embargo, sea cual fuera el motivo mi gesto reflejaba un grato apego a esa condición de "relación de intereses".

Él pasó de estar con la mano en mí barbilla a plantar su antebrazo justo al lado de mí cabeza rozando con el codo por poco la unión de mí cuello y hombro. El beso no se profundizó, de hecho tal como llegó, se fue. Efímero y devastador, dejó ese amargo y dulce sabor de la vergüenza que realmente adoré, y así él, fue recobrando su posición hasta colocarse en pie fuera de la cama, atisbando mí reacción la cual constituyó el cubrir mis ojos con mí antebrazo llevando la mano libre en puño hasta tenerla en el pecho.

— Han sido demasiadas emociones por un día. - espetó dirigiéndose [según el trayecto que oí de sus pasos] hacia la ventana donde luego de cerrarla procedió a descolgar una a una las cortinas impidiendo con ello el paso de la infortunada luz. Terminada la tarea los siguientes sonidos fueron más distantes y el más perceptible y comprensible de todos fue el del picaporte al girar y el de las bisagras al abrirse la puerta — Descanse, señorita.

La hipofrenia me invadió con su partida y más después del melifluo tono con el que se había despedido, como si sintiera algo por mí pero... Esa cosa ni sentimientos tenía. Aún así decidí enfocarme en el tacto que elevé hasta mis labios en el que luego de explorarlos con el índice y medio encontré que habían dibujado una sonrisa.

Había salido y cerrado cuidadosamente pero, no se movió de su sitio, de hecho permaneció algunos minutos fuera carente de expresión pero realizando la misma acción al acariciarse los labios con el índice su mueca se extendió de cada extremo de sus comisuras, en ella no había nada, absolutamente nada de calidez, repleta de codicia y pasión fingida susurró:

— «Es una damita muy interesante. Un poco insoportable pero puedo lidiar con ello, además...» - ¿Cuán más despreciable y manipulador podía llegar a ser? — « Por ahora eso bastará para que se quede tranquila después de todo, el corazón humano es algo muy difícil de manipular, no es algo que como demonio pueda hacer pero, si en sus ojos encuentro ese incansable y desesperado anhelo de cariño y afecto ¿Qué sería de mí si como mayordomo, no, como ex mayordomo al servicio de la familia Phantomhive no pudiera realizar tan pequeña labor?»

Sin saberlo una telaraña había atrapado mis alas, y estiraba, y envolvía hasta que ya no pudieran moverse más, hasta que lentamente por la tracción se fuesen rompiendo de a poco y en consecuencia mí única salvación fuese arrastrarme cabizbaja y sin orgullo a los brazos de aquel que se convertiría en mí verdugo.

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