SÓLO ES MI JEFE

By valerizales

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Contrato. Erika Collen, tiene 23 años , lleva 1 año trabajando como asistente personal en Owens corporation... More

Cap 1/~¿Maica?~
Cap 2/~¿Tradición Owens?~
Cap 3/~ Señora Henderson ~
Cap 4 ~Nada es lo que parece~
Cap 5/~ ¿Sin empleo? ~
Cap 6 /~ El contrato ~
Cap 7/~ Lo quiero ~
Cap 8/~ El cuadro ~
Cap 9 /~ Yo no te compré ~
Cap 10 /~ Relación pública ~
Cap 11 /~ Gran actor ~
Cap 12 /~ Escoria ~
Cap 13 /~ ¿Iremos? ~
Cap 14 /~Club Rudbeck~
Cap 15 /~ Ella ~
Cap 16 /~ Contando ovejas ~
Cap 17/~Rómulo=problemas~
Cap 18 /~ Encuentro~
Cap 19 /~ Erick 2.0 ~
Cap 20 /~100 años de mala suerte~
Cap 21/~ Demasiado fácil ~
Cap 22/~ Crisis ~
Cap 23/~Buen trabajo~
Cap 24/ ~Un castillo~
Cap 25/~¿Qué pasa con Elizabeth?
Cap 26/~Desconocida~
Cap 27/ ~Tres sonrisas en un día~
Cap 29 ~ Hablemos ~

Cap 28/ ~Cama compartida~

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By valerizales


El viaje de regreso no ha sido la gran cosa, al parecer nadie tenía los suficientes ánimos para sacar un tema de conversación. Yo ni siquiera quería interactuar con Guzmán porque sentía haber tenido suficiente de él en este día . No quiero ser malagradecida ya que él había sido muy paciente al momento de enseñarme todo sobre la equitación. Fue tan divertido tratar con caballos.

Owens estaba muy extraño, más de lo habitual, admitiré que su voz llegó a irritar a mis oídos y su perfume a mi olfato. Quise intervenir en algunas ocaciones y detenerme para intentar hablar con él, la cercanía era algo inaceptable que ya no pensaba tolerar; sin embargo, el señor había pasado de mí todo el tiempo y sólo a soltado su estúpida línea de: "No estamos solos".

Charlatán.

¿Le divertía jugar con n su papel?

Más le vale que no me entere.

A la hora de conducir fue imposible pasar en alto su indiscreción al observar mis movimientos. No iba robar su auto o sacar una daga para matarlo ahí mismo, seguramente esas eran sus opciones. Me sentía como la novia de un mafioso y estoy segura que estaba más vigilada que obra de arte en un museo.

— ¿Guzmán? — una voz hace eco entre el pasillo y no es difícil reconocerla—¿Eres tú?— se trataba de la señora Owens.

— Sí, madre— responde con voz suave. — estamos de regreso.

Al instante aparece Fabiola y no llega con las manos vacías, camina con dos tazas de té sobre una hermosa bandeja de plata, brillaba más que mi futuro y eso estaba claro.  Guzmán se acerca a su madre y la saluda con un beso en la mejilla, hago lo mismo cuando estos se separan y luego vuelvo a colocarme junto Guzmán.

— ¿Tienen hambre ?— sonríe  plácidamente y discretamente observó cómo se le achinan los ojos.

Luce muy adorable.

Guzmán coge una de las tazas mete la mano en el bolsillo trasero de sus pantalones y saca su móvil con una llamada entrante.

— Tengo que atender— levanta el teléfono y lo agita para darle atención. Coge la llamada y sólo se hacen esperar segundos para que comiencen un diálogo.

Fabiola se acerca a este y ambos se susurran algo. Como una niña pequeña intento hacer que mi sentido auditivo se expanda y escuche lo que estos dos hablan en secreto. Existen momentos en los que tan sólo soy una chica de 23 años.

— Está bien— Faviola asiente con delicadeza— Estás en tu casa— agrega.

Guzmán abandona la habitación y lo observo desaparecer completamente al subir las escaleras. La señora Owens se acerca y toma asiento en el sofá más pequeño,  acto seguido, da pequeños golpes sobre otro sofá y  hace señas para tomar asiento junto a ella.

— Charlemos un poco, querida— sugiere.

Con una hermosa sonrisa en el rostro la señora Owens intentará conseguir detalles e información de lo que vino a ser nuestro día al aire libre, no tenía que recurrir a mi sexto sentido para notarlo.

— Los Gordon tienen establos hermosos ¿no es así?

— Sí, muy lindos — Hermosos.

Nunca había ido a uno, pero estoy segura que ningún otro le puede ganar en la hermosura, todo está tan bien cuidado y los trabajadores te trataban de lo más lindo, fue realmente espectacular.

Me ofrece la última taza de té y gustosamente acepto su amabilidad.

Durante unos segundos  me observa esperando a que diga algo y en realidad no tenía mucho que decir, no había cogido demasiada confianza en tan sólo un día, no podíamos charlar como dos viejas amigas, ella podría entenderlo perfectamente.

Estoy sudando a cantaron y el clima no es de mucha ayuda.

—Guzmán no a podido conmigo y se a retirado para atender una llamada— dice— Te a dejado para lidiar con mis preguntas. Espero que no te moleste.

—No se preocupe— le digo.

Realmente trato de no soltar una tontería y  meter la pata como siempre.

Rápidamente, la señora Owens, ensancha una sonrisa misteriosa y asiente lentamente sin quitarme la vista de encima.

Creo que nunca voy a entender a esta mujer, no me malinterpreten, por favor. De hecho, es grandioso ser un misterio para la sociedad.

— Daniel te a agradado primero ¿cierto?.

¿Cómo lo sabe?

Hmm...—temo por como vaya a tomar mi respuesta, me ha dejado sin habla.

Ríe con la delicadeza que la caracteriza y antes de volver a hablar cambia de posición cruzando las piernas, como toda una dama.

— No te espantes. — enseguida me avergüenzo e intento actuar con normalidad— He visto crecer a esos muchachos y sé perfectamente que Samuel es una persona muy difícil de tratar. No es de confiar en cualquiera— en unos escasos segundos levanta la vista y observa el techo mientras recuerda el pasado— Quizá es por eso que Guzman y él congenian demasiado.

No negaré que esas palabras también pasaron por mi cabeza, sin duda esa fue la primera impresión que tuve de el mayor de los Gordon.

— Daniel es un encanto, de seguro ya lo notaste— asiente, convencida de sus palabras —él adquirió todo el encanto de la familia, sin embargo, es demasiado malo para los cargos empresariales. Todos tenemos absurdos defectos —expresa como consejo de vida— ¿Haz conocido a Norma? — la intriga inunda a sus pupilas.

— No. — respondo— Al parecer se encontraba de viaje, fuera del país junto a su esposo— digo exactactamente lo que su hijos nos habían comentado.

— Es una lastima. Norma es un encanto , sin duda te habría agradado— sonríe y emito lo mismo en respuesta.

— Supongo que sí— me hundo de hombros para luego beber un sorbo del té.



***



Dudo que sea de mala educación si me quedo encerrada durante toda la tarde. No quiero salir a algún otro lugar o estar por ahí y toparme con algún otro miembro de la mansión. Me siento exhausta y solo quiero dormir.

Me tallo lo ojos y suelto un pequeño bostezo, miro a mi alrededor y termino mareada por la variedad de colores sombríos en habitación.

Drácula le habría puesto mejores telarañas a este lugar.

Dejó escapar una risilla y solo lo juzgo porque sé que no se enterará.

Cuando estoy libre opto por continuar algún libro, pero lastimosamente esta vez no había guardado ninguno en la maleta.

Necesitaba algo de distracción ya que mis pensamientos perturbaban mi tranquilidad . Por alguna extraña razón el nombre de mi jefe no dejaba en paz a mi cabeza.

Quería llevar todo a la conclusión de que sólo había sido amable y que en verdad no fue al gran cosa, pero algo impide que despeje mi atención del tema.

La canción termina y el reproductor hace lo suyo continuando con una de Bruno Mars, tardo segundos tratando de identificar la melodía, sin embargo no tengo ni la menor idea de qué canción se trata.

— Demonios— maldigo en un susurro.

La playlist había sido distorsionada nuevamente, ya ha pasado, evidentemente son fallas de la aplicación.

Me pone de mal humor el sólo pensar en volver a ordenar las canciones.

No lo haré. No me da la gana de volver a hacerlo sabiendo que será en vano.

Hago un abdominal y me siento sobre la cama, está tenía un nuevo edredón crema al águala que las sábanas.

— Al fin he dado contigo— la voz se oye después del click al cerrar la puerta. Sé perfectamente de quién se trata y eso ocasiona que mi estado de ánimo cambie— Te busqué por todas partes, creí que te habías marchado con mi madre.

Y yo creí que ambos teníamos planeado evitar al otro durante todo lo que queda del día. Me hubiese gustado que fuese así. Quizá él ni siquiera pensaba en estas cosas y yo era la única tonta que estaba planeando hacer la ley del hielo por un asusto absurdo.

— Estoy aquí— levantó las manos aseguran que no me he marchado a ningún lado con nadie.

Evalúa mi semblante sin tomarse mucho tiempo debido a que al instante se da paso al interior para tomar asiento en el sofá y continuar con su supervisión.

— ¿Me buscaba por algo en particular?— discretamente bajo los pies del edredón y estos cuelgan al borde sin hacer contacto con el suelo.

— Fabiola dispuso que nos encargáramos de la cena.—

Hundo el entre cejo examinado sus palabras y me llama la atención el hecho que haya llama a su madre por su nombre. Él no parece vacilar con sus palabras y se mantiene totalmente serio sin la necesidad de esperar una respuesta.

No es de los pregunta, sino de los que demanda. Eso es algo que me jode, pero al mismo tiempo es algo admiro por su parte.

Me levanto de un impulso con la mente centrada en pedir unos minutos para tomar un baño y después bajar, el ajetreo de la mañana y el

— Está bien. ¿Puedo hacerlo después de darme una ducha? — espero a que diga algo, pero él no se nota muy convencido por alguna razón— No huiré.

*No soy tan cobarde para la cocina*

— Esperaré.

Esa no fue la mejor respuesta, pero al menos obtuve una. Selecciono ropa de los cajones y me adentro a la ducha con una toalla en manos.


Después de aproximadamente 15 minutos salgo de la ducha con un vestido cómodo y lindo, uno con estampado floral de color negro que me llega dos dedos arriba de las rodillas.

Tengo el cabello envuelto con una toalla y aún calzo unas sandalias de baño. Justo ahora voy a cambiarlas por unas Converse clásicas.

Camino hacía el sillón y tomo asiento para comenzar a colocarme las medias, prosigo con las zapatillas y al final termino haciendo un nudo imperfecto en cada una. Me retiro la toalla de la cabeza y comienzo a secarme el cabello por partes.

— Deténte— dejo lo anterior y levanto la vista hacia la entrada, justo donde se encontraba Guzmán con una secadora en manos. — Ten.

*Tan preciso.*

Se da paso completamente hacia el interior y comienza a acercarse . Por alguna extraña razón él ya no estaba igual, llevaba puesto una camiseta blanca con el logo de Los Ángeles Kings, un equipo de hockey de Los Ángeles, lo sé porqué ese también es uno de los equipos favoritos de Erick, el año pasado le regalé una chaqueta con ese mismo logo. Él quedó más que encantado ese día.

— Gracias — tomo la secadora y comienzo a secar mi cabello.

Dicen que la práctica hace al maestro, pero yo soy una pésima alumna en los tips de belleza, por otro lado Fabiana es toda una profesional y tengo la suerte de aprovechar su talento hasta entonces.

Inconscientemente observo a Guzmán y este está centrado en mí con el entre cejo hundido, está sobre la cama sentado con las manos atrás recargando todo el peso sobre ellas.

Pierdo el control de mis ojos y estos se dirigen a sus brazos detallando cada músculo marcado, viajo a su cabello y este reluce un brillo fino por el excelente cuidado, finalmente termino el recorrido en su mandíbula y con inconsciencia me humedezco los labios.

*Menudo porte*

Digo sólo para mí.

Eh aquí el claro ejemplo de inteligencia y belleza. Todo depende le queda magnífico.

Aprieto los labios y continuo apreciando sus generosos atributos.

*Fabiana moriría por una foto*

Pienso.

Mi jefe se asemeja a lo que suelen llamar el Hombre ideal: guapo, intelectual y de buena familia, no hace falta manifestar que vaya a dónde vaya siempre impone elegancia.

Lástima que cargue una repugnante actitud consigo, nadie es tan perfecto después de todo.

*Debo parar.*

Rápidamente silencio mis pensamientos y dejo el tema atrás.

Guzmán niega con la cabeza al mismo tiempo que en sus labios se dibuja una sonrisa burlona, olvidé por completo que él estaba observándome desde un inicio.

Me repara por algunos segundos y después vuelve la vista al frente dejándome con el afán de salir corriendo y huir del planeta.

Espero a que diga algo mientras al mismo tiempo rezo para que no lo haga.

Capto sus movimientos y me enderezo sobre el asiento buscando comodidad mientras espero lo que está por soltar.

— Date prisa— ordena.

Se reincorpora del todo y va directo hacia la puerta, rápidamente lo sigo con los ojos y observo cómo abandona la habitación.

Mis oraciones fueron escuchadas.

Apago la secadora y busco el cepillo para comenzar a desenredar los últimos cabellos rebeldes.

Cuando termino me levanto del sillón y también salgo de la habitación rumbo a la cocina.

Llego a la planta baja y me percato de un silencia igual al del espacio, nada pintada de energía el lugar. Recorro toda la cocina con la vista y no se que Es exactamente o que quiero encontrar.

Pienso en mi jefe y en su paradero, pero no hay rastros, ni siquiera una pista suya.

— Director Owens— intento gritar en un susurro — Guzmán, ya he llegado. — continuo con el mismo tono, pero nadie hacía caso a mi llamado.

Salgo hacia el pasillo y noto que el reloj marca las 7 y media, lo primero que se me viene a la mente es que falta mucho para que todos vuelvan a la cena, todos menos Guzmán. Parece como si la tierra se lo hubiese tragado, y estoy enojada porque yo siempre he querido eso.

El sólo imaginar que me he quedado sola en la residencia me aterra. No me lo creía. Que se supone que deba hacer en una cocina que no es mía, no sé nada sobre este lugar. ¿Dónde se supone que están todos los utensilios de cocina?

Dejé el pasillo y me dirigí hacia el salón principal, continué buscando a Guzmán por cada rincón visible de la casa, sin embargo, no había ningún rastro suyo, y yo ya estaba entrando en apuros.

Vuelvo a la cocina y comienzo a abrir cajones y a revisar la estantería, con suerte doy con servicios y también con algunos víveres. A él no le molestará si comienzo por mi cuenta ¿verdad?.

— Bien empecemos— me digo.

Antes de empezar me lavo las manos y las seco con una toalla de cocina.

Paseo alrededor de la barra y detallo cada rincón del lugar.

¿Qué es lo tengo hacer específicamente? Nadie me había dicho que es lo que comían los Owens.

Una vez Guzmán hizo macarrones, pero dudo que eso se vuelva a repetir. La mayor parte de los días comemos fuera de casa debido a la falta de tiempo para la cocina, Dylan y Fabiana nos han acompañado numerosas veces y es incómodo sonreí tanto tiempo, sobre todo, frente a tus mejores amigos.

Cada vez las pruebas son de mayor dificultad.

— Bien deberíamos empezar. — su voz llega a mi oídos y rápidamente capto su presencia a mis espaldas.

Aprieto los labios y me paso una mano por el cabello, me quedo quieta por un momento y luego volteo hacia la barra. Él estaba ahí recargado en una columna cerca a la entrada, tenía una mano en el bolsillo y con la otra sostenía una bolsa de macarrones.

— ¿Macarrones? — enarco las ceja mientras me acerco a él.

— Si — afirma entregándome el paquete— Empecemos.

Comienzo a creer que eso es lo único que aprendió a cocinar en el trayecto de su vida, no es como si yo fuera una cocinera experta, pero al menos me defiendo cocinando tres o cuatro platitos diferentes.

La receta de macarrones con queso al estilo americano suelen hacerse con los macarrones curvos o coditos que son populares. Mayormente este plato se le suele conocer con el nombre de Mac & Cheese, siendo habitual cocinarla con queso Cheddar. Los macarrones son variados, pero con cualquiera queda exquisito.

Por otro lado, voy a decir que es una bomba hipercalórica de las que marcan época, así que calcularé muy bien en raciones pequeñas porque esta receta, además de ser rica, es muy calórica.

Guzmán tomó la iniciativa poniendo a calentar una olla con agua salada, para coser en ella la pasta. No quise ser un carga así que me quise encargar de la salsa, una especie de bechamel elaborada con leche y la harina de maíz. Para ello, discretamente me escabullí entre los cajones en busca de un sartén, pero no encontré nada. Espera, ¿Guzman de dónde había cogido esa olla?.

— ¿Necesitas algo? — se detiene a observarme.

— Estoy buscando una sartén para la salsa. ¿Podrías decirme dónde encontrar una?— pregunto.

Asiente y con la barbilla me indica la mueblería que estaba debajo del porcelanato, me pongo de cuclillas y cojo el primer sartén que veo, después de cerrar el estante me reincorporo y comienzo a mezclar la harina diluida con un poco de leche fría, añado el resto de la leche, una cucharada de mostaza, una pizca de sal y al final otra de pimienta. Mezclo todo correctamente y luego lo caliento a fuego medio.

— Nada mal. — asiente y tome el comentario como un cumplido.

Se recarga sobre la loza mientras observa todo lo que hago. Pero no hago mucho en realidad.

— Gracias. — es lo único que digo.

Lo vigilo con mi vista periférica sin que él lo note. Finjo tener la vista en la salsa, pero es difícil centrarme completamente en su textura.

— Ten — dice.

Su voz se siente demasiado cerca que ni siquiera me da tiempo para reaccionar, su respiración chocaba contra mi cuello y como resultado se me eriza toda la piel. Parece como si el corazón se me va a salir del pecho.

Pero todo se vuelve insignificante cuando giro sobre mis talones y me topo directamente con él. Ambos quedamos frente a frente, la diferencia de altura pierde importancia cuando encuentra mis ojos.

*Mierda*

Desvío la mira y la centro detrás de su porte.

*Cobarde*

Me digo.

Su aroma llega a mis sentidos e inunda el ambiente con gran rapidez. Dior Sauvage. Sé perfectamente que ese es el nombre de su costosa fragancia ya que me he topado con una que otra botella en su habitación.

— Hmm...— intento hablar, pero fallo con torpeza.

Siento que apenas me logro escuchar yo misma.

Él sólo levanta las cejas y pasa algo sobre mi cuello, no logré ver qué era esa cosa.

Luego siento que sus manos se posan en mi cintura e influyen a que nuevamente me de vuelta. Él se acerca más y coge unas cuerdas de ambos lados, presiento que hace un nudo a nivel de mi espalda y cuando termina me pide que continúe sin ningún problema.

— Cerca a un 10/10— no lo puedo ver porque siento el calor de mis mejillas pintadas de carmesí por la vergüenza.

Lentamente bajo la mirada y noto que lo único que había hecho era ponerme un delantal de cocina.

*Tiene que ser una broma*

Cambio de humor.

Es increíble que tenga que seguir con estos pensamientos patéticos en la cabeza, debo dejar de jugar con mi mente y centrarme en la realidad.

Sacudo la cabeza y vuelvo a enfocarme en la salsa, por suerte esta aún seguía en su punto, se había convertido en una especie de crema espesa, era la textura indicada para agregar el queso cheddar.

— ¿Podrías pasarme la pasta?— pido sin observar lo directamente, creo que él también lo hace de la misma manera.

Con la pasta ya cocida, la mezclé junto a la salsa y la coloqué en una fuente de horno. Al final. Guzmán cubrió la superficie con queso parmesano rallado, prosiguió a meter la fuente en el horno y a cronometrarlo por aproximadamente 15 minutos.

— Listo— anuncia y por mi parte sólo asiento con neutralidad.

Muero de hambre, pero me apena intervenir justo ahora, los minutos se pasarán volando y en menos de lo que imagino me veré comiendo la cena con total satisfacción.

Los macarrones comienzan a destilar su exquisito aroma que rápidamente llena toda la cocina haciendo que mi estómago gruña y yo suelte un suspiro de frustración.

Saco mi móvil y tecleo el número de Dylan, prometí hablar con él y eso es sólo que intentaré ahora. Si puedo ayudar a que ambos estén bien pues haré todo lo que esté en mis manos.

Suena el primer tono y nadie toma la llamada, espero al segundo y sigue igual, las esperanzas se agotan cuando lo llamo por tercera vez y este se niega a contestarme.

Dejo un mensaje en su buzón y vuelvo a guardar el móvil.

Dylan es paz y amor la mayor parte del tiempo, ahora que lo pienso bien creo que ambos somos iguales. Es por eso que nuestra amistad perdura intacta a pesar de su relación con nuestra amiga.

Llegó Fabiana y gracias a ella disfrutamos muy bien de nuestras etapa universitaria, ella fue la gota de alcohol que mi sistema aceptó sin problema. La relación de mis amigos no ha afectado nuestra amistad y espero que eso nunca cambie.

El timbre del móvil llama mi atención y vuelvo a centrarme en este.

Era un mensaje de Gabriel.

"Érika, cuando regreses quiero ir por ese helado. No lo he olvídalo y espero que tú tampoco."

Inconscientemente sonrío por su mensaje debido a que yo ya lo había olvidado por completo, se supone que íbamos a ir por ese helado cuando regresase de España, pero lastimosamente no se pudo dar a consecuencia de mi repentina desaparición.

Bueno, mi repentino secuestro.

— Guardaré esto — avisa.

Tecleo un mensaje para Gabriel y apago el móvil de una, no espero a su respuesta porque sé que de seguro tiró el móvil al llegar a casa.

Guzmán se adueña de mi atención cuando lo escucho commerce unas galletas integrales, hubiese rogado por algunas si no fuese porque están en mi lista negra, no me interesa que sean calificadas como "nutritivas".

¿Qué de nutritiva tiene esa cosa?

— ¿Hablaste con Victoria? —

* Y se supone que te importa porque....*

— No, pero lo haré después. Erick me dijo que estuvo ocupada desde la mañana.

Me sorprende que tenga un poco de interés en mi madre, ya tengo suficiente con que haya conseguido el número de mi hermano y este solo se la pase contándome todo lo común que dice tener con mi jefe.

— ¿Te has sentido cómoda?—pregunta.— Presiento que mi abuela ha sido tu peor jurado. Ella es dura y difícil de complacer, no te sientas culpable si crees que no le agradas.

— No se preocupe, de todos modos no será por mucho tiempo. Esto acabará más rápido de lo que creemos.— le digo.

Todos queremos que esto termine lo más rápido posible y volver a nuestra vida cotidiana, quiero volver a mi apartamento y dejarle de ver la cara, que por cierto es hermosa.

— ¿Estás enojada, Collen?.

La discreción no es lo suyo y dudo que en algún futuro sea así. Guzmán Owens no es él sino interviene tajante en cualquier momento.

Yo no estaba enojada, ni siquiera tenía cabeza para estarlo, mis pensamientos flotaban alrededor de mi madre y mi hermano, cosas que aportan en mi vida.

—Collen— llama con insistencia y rápidamente abandono mis pensamientos — ¿Lo estás?.

¿Y se supone que es una pregunta insistente?

Finge preocupación y eso hace que me hierba la sangre por dentro, se perfectamente que mi opinión le importa un pepino al igual a mi estado de ánimo.

Es un gran actor y nunca sabes si está ensayando sus guiones o si ya está en escena.

— Estoy tranquila.

— Dejemos las mentiras.— dice hastiado.

— No estoy mintiendo. — me defiendo, pero él solamente vacila y alza las cejas sin creer ni una de mis palabras.

¿Cree saber todo de mi?

Insiste con la mirada y me obliga a sacar un carácter poco inusual con él.

— Bien entonces usted deje el papel de preocupado porque no se asimila ni un poco a su persona— automáticamente recuerdo mi huida a la playa.

— Genial. — vuelve a la actitud límite— no me apetece discutir de eso justo ahora, dejémoslos para otro momento.

* ¡Que te den! *

Si a él no le apetece pues no se hace, que a Érika la parta un rayo y que se joda ¿verdad?.

Suelto una voceada de aire y recargo el trasero sobre la loza, cruzo los brazos a la altura de mi pecho y finjo ponerle toda mi atención a los macarrones.

Hablar con Guzmán es como exponer frente a tus compañeros, no escucha y le vale mierda el tema central.

Puede ser un empresario famoso y heredero de todo un dineral con muchos ceros, pero si a todo eso no le agrega algo de educación o amabilidad pues que le den y se joda.

No quiero lidiar con un energúmeno petulante que pase de mí cuando le de la gana.

— Paremos con esto ya.— llama mi atención de golpe— No se haga la víctima, Collen.

— Soy una víctima—lo encaro— hasta podría decirse que soy un objeto de empeño en esta situación.

Prácticamente fui intercambiada temporalmente por un gran fajo de billetes para una mierda de inversión.

¿Y me quejo por..?

Por lo estúpida que fui al aceptar tremenda estafa.

— ¿Es mi lío que te sientas así? — pregunta como si no supiese la respuesta.

¡Si, claro que era su lío!

— No, claro que no es su lío, y porque no es su lío debería dejar de hacerse el preocupado.

— Estar a mi lado no es lo peor del mundo.

— Sí, si lo es.— susurro a voz muy baja porque no hace falta decir que soy una cobarde.

Necesito fecha para lo premios Nobel, se que no tengo competencia para la más cobarde y él no la tiene para el mejor farsante.

— Collen, necesitas dejar las diferencias de lado. —comenta serio y levanta la cara para mirarme— Eres una excelente asistente y no quiero que mezcles lo laboral con lo personal.

— ¿Llama personal a nuestra relación por medio de un contrato?— finjo sorpresa— Discúlpeme, pero eso entra como un negocio en mi vida por lo tanto es algo laboral.

— ¡Ya para con la formalidad! — levanta la voz— aquí no soy tu jefe y tú no eres mi empleada. ¿Es tan difícil entender eso?.

No sé si es alucinación mía o en verdad él está tan cerca como parece, advierte con acercarse más, pero soy rápida y reacciono alejando la cabeza y mirando hacia otro lado.

¡Maldita loza en la me he venido a acorralar!

Observa mi pendiente con total seriedad perdiendo la mirada también en él.

— Me importa una mierda si eso entra como algo  laboral en tus ideas —hace una pausa y yo paso saliva— Espero que dejes la maldita formalidad porque te lo no voy a volver a pedírtelo.

¡Maldita fragancia masculina!

¿Cuál es el problema con la formalidad? Hemos hecho uso de ella durante todo el tiempo que vengo trabajando para él . ¿Por qué demonios se queja ahora?.

Me armo del poco valor que me queda y giro la cara para encontrármelo, durante varios segundo pienso en lo que puedo decir o algo con lo que pueda contraataca.

— Dice que ahora no es mi jefe y aún así se atreve a darme órdenes. — me burlo por sus contradicciones.

Asiente y empuja la mejilla con la punta de su lengua en el interior.

* Te jodí, perdiste *

Se aleja con lentitud e internamente doy saltos de festejo mientras doy gritos de felicidad. Oculto mi sonrisa y me apresuro en bajar de la loza traicionera.

— Entonces te lo digo como tu socio de contrato matrimonial.

*Dios, ya llévame por favor*

Guzmán se detiene frente a los macarrones y permanece allí dándome la espalda con las manos crudas en la espalda baja.

— No quiero que nos vean juntos.

No hace falta entrar en detalles sobre los rumores en los pasillos de la corporación.

— Todos saben que eres mi prometida.

— Si y ese es el problema. Ya nadie ve entrar a una asistente en tu oficina.

Después del anuncio que dió frente a todos los empleados, he sido expulsada de todos los grupos de planes laborales. Ya nadie ha vuelto a preguntar si puedo quedar por unos tragos o para una cena.

Oficialmente fui exonerada de los planes de fin de semana.

— ¿Quién ha dicho eso?— inmediatamente se da vuelta y me interroga con el entre cejo hundido.

— Eso ya no importa. Quiero que entienda que no puedo estar para usted todo el tiempo porque ahora no soy sólo su asistente.

— ¿Me estás limitando?

— Si quiere verlo de ese modo pues no tengo problema.

Pasa el pulgar por su mandíbula mientras se sumergen dentro de sus pensamientos, dentro de ese templo de máxima seguridad en donde nadie puede entrar.

El cronómetro suena y alerta que los macarrones ya están listo. Observo a Guzmán coger unos guantes de horno y rápidamente se los pone para retirar la charola de plata.

Apenas saca los macarrones estos vuelven a destilar su exquisito aroma acompañado con una buena pinta.

— Pondré la mesa — me ofrezco.

Coloco dos cubiertos misma manera hago con los individuales, Guzmán me pidió que saque dos cervezas del refrigerador y los ponga en la mesa para acompañar los macarrones.

No es un alcohólico compulsivo, pero he notado que tiene la manía de beber por las noches, los six packs en la nevera pueden confirmar mis argumentos.

Por otro lado, yo no soy tan fan del alcohol como para llegar a ese extremo de tomar una cerveza por noche, a comparación de mi jefe, creo que prefiero una gran taza de café con leche para acompañar mi lectura.

— Solo coloca dos cervezas si también beberás.

Eso llega demasiado tarde ya que hace un momento me había ordenado que sacase dos.

Guzmán se acerca a la mesa con dos platos en cada mano, luce como todo un chef de bufé con el mandil que trae, yo parezco un ama de casa así que no entraré en detalles.

— Adelante. — me alienta a que comience.

Gustosamente lo hago clavando unos cuándo macarrones en mi tenedor, llevo el cubierto a mi boca y siento el paraíso en mi papilas gustativas.

No quiero sonar presumida, pero esto nos ha quedado más que delicioso.

— Ha quedado muy bueno.

*¿Por qué carajos abro tema de conversación?*

Me arrepiento de inmediato al tiempo que disimulo mi reacción al comer la pasta.

A él también le sorprende que haya soltado la lengua. Intenta ocultar una media sonrisa cuando se lleva más macarrones a la boca.

— ¿Los macarrones?.

Claro que los macarrones.

— Si, los macarrones.— afirmo.

No dice más y continúa degustando su cena, hago lo mismo y me llevo la lección de no volver a abrir el pico sin pensarlo antes.

Los platos quedan vacíos y las cervezas igual, él procede a lavar los trastes y yo me siento inútil con solo ordenar la mesa.

¿A quien rayos le gusta lavar los trastes? A nadie, sin embargo yo quería hacerlo para quedar como una buena invitada, eso hace todo el mundo y no me pueden juzgar por querer hacer lo mismo .

La entrada principal nos alerta cuando el se oye abrir el seguro de la puerta.

Guzmán se da la vuelta y va directo hacia la sala principal dejándome sola en la cocina.Yo también quería ver de quién se trataba porque tenía la seguridad de decir que esos no eran los dueños de la mansión.

— Hola — la voz femenina la reconozco, pero no completamente.— No creí que aún seguirías en casa, acabo de llegar. ¿Ya cenaste? Puedo prepararte algo de comer si deseas.

— Ya comí no hace falta.

El eco deja de ser eso cuando siento la proximidad de sus voces.

— Ya veo — cada vez se oyen más cerca así que me aseguro de no verme como una vieja chismosa cuando lleguen.

Ambos llegan a la cocina y yo finjo enjuagar un vaso limpio.

— Oh, Érika— llaman mi nombre.

Me doy vuelta medio haciendo me la sorprendida de sus presencia.

— Hola ... Hmm, Elizabeth— ahora recuerdo su nombre— Buenas noches. ¿Como te ha ido?

Ella toma asiento apoyando los codos en la barra, coge una jarra con agua y vierte cierta cantidad en su vaso.

— Ha podido estar mejor— me responde.

Toma un trago de agua y lleva la mirada a inspeccionar la cocina.

—¿Y el tuyo?— investiga— Escuché que Guzmán te llevó a los establos Gordon. Preciosos ¿verdad?

Miro a mi jefe y este solo permanece en la entrada escuchando toda la conversación.

No sabía si oficialmente ella vivía en la mansión, no tengo claro si es amiga de la familia o alguna prima lejana, pero dudo mucho la última hipótesis.

— Si, me atrevo a decir que es un lugar muy lindo para distraerse, sin embargo es lamentable que no se me de muy bien la equitación.

— Vaya— sonríe de impresión— por un momento creí que eras toda un profesional.

Vuelve a reí y me obligo a acompañarla para no originar un mal momento.

Elizabeth se levanta y pasa directo a la refrigeradora.

— Deberías ir a visitar a tu abuelo — dice para Guzmán — Estar las 24 horas del día en un cuarto de hospital no es la mejor cosa del mundo. Hoy tuve que ir a hacerle compañía porque Francisca tuvo pendientes en el club. ¿Quieres que mañana te acompañe a verlo? — le pregunta— Le encantará ver a su nieto otra vez. Él único ahora — susurra.

No logro entender con claridad lo último que dice, ella se ha acercado más a él y ahora solo mantienen una conversación de dos.

*Robert Owens*

Por primera vez se me viene a la cabeza el nombre del fundaron de Owens corporation.

No tenía idea que el empresario estaba pasando sus días en un cuarto de hospital.

He escuchado rumores sobre su enfermedad y uno que otro sobre su supuesto fallecimiento, no soy de integrarme a esas cosas y continuar el chisme por los pasillos, prefiero no involucrarme con aquellos.

Guzmán la toma del brazo y tira de ella hacia el conector de un pasillo con el salón.

No soy tonta y se que estoy de colada aquí, no me siento bien haciendo mal tercio en discusiones , porque sin duda esto no un juego de ajedrez.

No me siento en el derecho de irme hacia otro lugar porque la mansión no es mía y yo no soy de aquí.

Lo pienso muy bien y al final decido retirarme con un aviso de anticipación.

— Tengo mucho sueño y creo que aún no me he duchado— intento hablar lo más bajo posible, pero a la vez no lo hago para que ellos escuchen que me retiro.— con permiso.

Salgo por otro pasillo hacia el salón y de ahí subo escaleras hacia la habitación de Guzmán.

Claro que ya había tomado una ducha por la tarde, mi cabeza no razona bajo presión y es por eso que siempre terminaba soltando la primera tarugada que se me ocurre.

Llego y me tiro a un sillón para sacar el móvil y revisarlo.

Recuerdo que no he hablado con mi madre así que remplazo la excusa de la ducha para hacerlo.

—Hola mamá.— la saludo.

— Hija — chilla — ¿Como estás? ¿Como te han recibido los Owens?.

Me levanto del sofá y caigo de barriga sobre la cama, esta iba a ser una gran charla.

— Ha sido una buena bienvenida — digo para tranquilizarla— sus padres son gente amable al igual que su abuela.

Quizá mienta con lo último, sin embargo creo que he sido yo la que no ha dado una buena impresión.

No la culpo, está en el derecho de sentirse así, ya que su nieto llega con una completa desconocida y anuncia que está comprometido y con totalmente enamorado de esta.
Menuda noticia para ella.

— Me alegro, cariño. — dice con sinceridad— ¿Dónde dormirás?.

*Sobre eso...*

— ¿Mamá, como se portó Lía el día de hoy? Si siguen haciendo galletas Erick tendrá que volver a correr en las mañanas y sabes que a él no le gusta ir solo. — hago una pausa para que ella continúe, pero no lo hace— Me obligará a acompañarlo. — le recuerdo.

— Érika Agustina Collen Torres.

*Aquí vamos otra vez*

No te atrevas a cambiarme de tema.

Es increíble que se tan mala para eso.

— ¿Dónde dormirás? — reitera su pregunta.

— Mamá, la señora Owens me ha brindado una linda habitación. Estoy bien, ¿ok?.

— Te creería si me hubiese respondido a la primera, yo te traje al mundo y a mí no me puedes engañar, señorita.

— Vale. — asiento y sé que ella no me puede ver, pero de todos modos lo hago — Atrapada.

— No insistiré si no me lo quieres decir.

Victoria Torres tiene el don de hacerte sentir mal con unas simples palabras. Esto me lleva a los recuerdos de mi infancia y a la veces que fui castiga por mentir muy mal cuando me excusaba.

— El clima está frío por aquí, bebe una taza de café y ve a la cama temprano —aconseja— Te quiero, cariño.

— Yo también, mamá. Buenas noches.

Cuelgo la llamada y tiro el móvil a un lado.

De la nada parece reproducirse una canción que viaja por la mansión, llega a mi oídos con el volumen demasiado bajo.

Mi mejilla toca el edredón al tiempo que estrujo las sábanas con las manos, pataleo con los pies fuera de la cama y termino mi ataque de rabia cuando suelto un grito contra el colchón.

Estoy enojada sin ningún motivo, estoy cansada sin ninguna razón y siento la necesidad de golpear a alguien con un bate.

Respiro hondo y cuento hasta tres como es de costumbre, nunca he llevado terapia, pero tengo la manía de hacer eso cuando no estoy bien.

Vuelvo a coger el móvil y reproduzco una playlists cualquiera. Hot N Cold es quien da inicio a las canciones, siento que encaja perfectamente con mis pensamientos y la cambio de inmediato indagando en qué tipo de brujería era esta.

Dos toques contra la puerta me obligan a detener la siguiente canción, salto de la cama dejando el móvil encima, voy hacia la puerta y le doy pase a la persona del otro lado.

— ¿Que tal la ducha?.

Elizabeth entra a la habitación y pasa a coger un cable de IPhone que se encontraba en uno de los sillones.

— Guzmán dejó el suyo en Los Ángeles, espero que no te importe que me haya pedido prestado el cable.

— No, no te preocupes. Sin cuidado. — aparento sonreír.

Ella también lo hace mientras vuelve a la puerta.

— Debes estar cansada — se detiene en el marco y voltea a mirarme. — Dejaré que descanses, si necesitas algo no dudes en llamarme. — juega con el cable — Guzmán y yo estaremos abajo. Ten buena noche.

— Gracias. De igual manera para ti.

Se va por haca el pasillo conectado con las escaleras y cierro la puerta de un tirón.

Nuevamente estaba enojada, no me andaré con rodeos y diré que esta mujer me acaba de caer al mal.

¿Por qué demonios me enojaría por un simple cable?

Sé que ella estuvo más tiempo aquí y que ahora hasta vive en la mansión, pero tener un poco de educación y pedir permiso para ingresar no le cuesta nada.

Además, ¿Por qué simplemente no venía mañana por la mañana? No soy dueña de mi jefe ni mucho menos soy su prometida real, él puede pedir un cargador a quien le plazca.

— Aunque pudo habérmelo pedido a mí, yo también tengo el mismo teléfono.

*Mierda. ¿Que estoy diciendo? *

Voy hacia el lavado y me quito la ropa en el camino, visto mi pijama y paso a lavarme los dientes.

Recojo mi cabello en un moño flojo y me voy a la cama.

En una casa cómo está hasta siento ganas de vivir la vida, el antiguo candelabro en el techo me hace sentir como en un verdadero castillo, el balcón tiene una vista hermosa hacia el jardín y el diseño de la habitación me da vibras de madurez masculina.

Also mi teléfono para ver la hora y me doy con sorpresa que ya han llegado las diez de la noche.

Continúo observando el techo con las manos en el estómago y los pies bajo las sábanas.

— ¿De qué hablan tanto?— me pregunto.

Dicen que la curiosidad mató al gato, pero nunca dicen cuál fue el chisme que condenó al felino.

La grandeza de la mansión no me permite escuchar sus voces, ni ecos ni susurros.

Apago las lámparas y la habitación se inunda de oscuridad.

No consigo dormir así que alcanzo el teléfono para trabajar organizando cosas de la empresa, esto abarca la agenda de Guzmán y todos los pendientes que tiene durante el siguiente mes.

Llama mi atención que haya agregado una reunión con mi padre el día viernes.

¿Cómo es que había pasado por alto ese encuentro?

Continuó inspeccionando su agenda minuciosamente.

La perilla suena y dejo caer el móvil en la cara.

Tomo el edredón cubriéndome todo el cuerpo mientras me acomodo de lado, guardo el teléfono bajo la almohada y finjo estar dormida.

—Collen, allí duermo yo. — una torrente de nervios me recorre por la boca del estómago.— Por favor pasa al otro lado.

Habla a mis espaldas y eso me favorece para no verlo a la cara.

Escucho sus pasos hacia el lavado y en cuanto cierra la puerta me arrastro hacia el otro extremo de la cama.

Le doy la espalda volviendo a colocarme de lado, escucho la puerta y nuevamente me hago la dormida.

Enciende una de las lámparas y creo que lo oigo desvestirse.

— No volviste a tomar una ducha — susurra, cuando entra bajo las sábanas.

*Deja de hablar se supone que duermo.*

Collen, no quiero retomar el tema de la educación.

Educación tus malditas ganas de joder mi sueño.

Me doy por vencida y giro hacia el otro lado.

Abro los ojos y me encuentro a él con el iPad en las manos, recostado de espalda y sin una puta playera de dormir.

*Jesús, apiádate de este ser y bendícelo con un descuento en playeras de pijama.*

Nota que tiene mi atención así que baja la mirada a observarme.

—¿La desperté?.

Muy cínico y todo.

Me enfoca con el IPad y pide que me reincorpore.

— Frederick te envío un correo electrónico, necesito que le eches un vistazo y me pases el resumen de toda esa lista.

Me indica que tome el móvil y me ponga a trabajar.

— ¿De que se trata?.

No voy a concertarme hasta que él se disponga a colocarse una playera, necesito que tape esos bendecidos bíceps y me deje trabajar en paz.

— Trabajo.

No me digas, creí que tenía algo que ver con ponis y hombres lobos.

Ruedo los ojos al momento de ir por mi portátil, vuelvo a la cama e inicio sesión en mi correo.

— La próxima semana tendrás una reunión con mi padre.

Mi intento de sonar casual se desvanece por completo en cuanto suelto la palabras..

— Si.

Sigue centrado en la pantalla del IPad.

— Recibí una llamada suya, y dijo que necesitaba reunirse conmigo. — veo que tensa los músculos— ¿Pasa algo? — pregunta.

Relajo mi semblante y a igual que él, me pongo a la defensiva y mantengo mi atención en el portátil para fingir no tomarle importancia.

— No. — comienzo ha hacer el resumen.— Es que me sorprendió ver que tenías una reunión con él. Solo es eso.

Veo que no tiene pensado responder así que continúo con mi trabajo en silencio.

Leo más de dos hojas y hasta ahí siento que la vista no me da para más. La luz verde comienza a lastimar mis ojos haciendo que estos lagrimeen con dolor.

Also las muñeca y me tallo los párpados con delicadeza, le bajo el brillo a la pantalla y continúo leyendo la última hoja.

Guzmán se remueve a mi costado y quita el portátil de las piernas.

— Olvídalo— guarda el archivo y apaga el computador — lo terminas mañana y me lo entregas a tiempo.

— Ya estaba por terminarlo — trato de quitarle la máquina.

— Dije que me lo entregas mañana — se niega— seguirá lastimándose los ojos si continúa leyendo ahora. ¿Planeas dejarme como un líder que explota a sus empleados?.

Apaga su tableta y la deja sobre la mesa de noche junto al computador.

Se devuelve a la cama y cubre la mitad de su torso con el edredón, hago lo mismo volviendo a cubrirme hasta los hombros.

La cama era grande y espaciosa, imposible de creer que aquí sólo pudiese dormir una persona.

El cuello me atormenta y me obliga a acostarme hacia el centro, me doy el tiempo de detallar a Guzmán quién descansa con los brazos cruzados detrás de la nuca.

Siento que el frío congela mis pies a la hora de conciliar el sueño, me acurruco aún más y muevo los pies debajo de las sábanas intentando calentarlos.

Guzmán se remueve hacia el centro y abre los ojos  para encontrarse con mi rostro, ambos cara a cara sólo con la luz de la luna.

— Tu padre quiere que comience con la transacción, es por eso que aparté una reunión para hablar con él.

Me llama la atención que su explicación llegue sin que yo haya insistido. No obstante, lo escucho de todos modo.

— Era eso lo que querías saber pues ahí lo tienes.

Conecta con mi ojos y no los pierde de vista hasta que yo me propongo cerrarlos y mirar el techo.

Mi corazón modera sus latidos al tiempo que intento esconder una medio sonrisa.

Hago una línea con los labios luego los humedezco. Me doy vuelta hacia el centro y cierro los ojos para no tener que mirarlo.

— Le he dejado mi cable en la mesa de noche, vi que no trajo el suyo y pensé que necesitaría cargar su móvil.

No hacía falta volver a molestar a Elizabeth por un simple cargador.

— Tenga buenas noches.

Abro los ojos y los vuelvo a cerrar para caer en un profundo sueño hasta el día siguiente.








_________________________________

Hi!

Me tardé, pero ya estoy aquí. Espero que hayan disfrutado de este capítulo al igual que los anteriores.
L@s quiero mucho y no olviden beber 2L de agua. :)



100% mío/ 100% para ti .

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