Renacimiento © ✓

By MariaAparcio

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Serie Las Dos Caras de la Luna: Libro III "Nadie es dueño de tu vida. Tú decides quien quieres ser y como viv... More

Introductorio
Prólogo
Capítulo 1: Regresión
Capítulo 2: Choque de intereses
Capítulo 3: Punto muerto
Capítulo 4: Advertencias
Capítulo 5: La manada
Capítulo 6: Cara a Cara
Capítulo 7: La confrontación
Capítulo 8: Desolación
Capítulo 9: La feria
Capítulo 10: La confesión
Capitulo 11: La historia
Capítulo 12: En la mira
Capítulo 13: La telaraña
Capítulo 14: El vecino
Capítulo 15: Amigo sorpresa
Capítulo 16: La oveja
Capítulo 17: El regreso
Capítulo 18: Punto y cierre
Capítulo 19: Catarsis
Capítulo 21: Un paseo animado
Capítulo 22: Noctámbula
Capítulo 23: Lo bueno y lo malo
Capítulo 24: La declaración
Capítulo 25: Las motivaciones
Capítulo 26: El tormento
Capítulo 27: Heridas abiertas
Capítulo 28: Las sospechas
Capítulo 29: Punto de partida
Capítulo 30: Clase y práctica
Capítulo 31: Realidad y fantasía
Capítulo 32: Posibilidades
Capítulo 33: El gato y el ratón
Capítulo 34: La caja de Pandora
Capítulo 35: Bertram
Capítulo 36: El monstruo
Capítulo 37: Luchar y sobrevivir
Capítulo 38: Renacimiento
Capítulo 39: El despertar
Capítulo 40: Única
Capítulo 41: Hija de la Luna
Capítulo 42: Mis chicos, mi familia
Capítulo 43: Una nueva realidad
Capítulo 44: Resiliente
Epílogo
Capítulo Extra (Rick)
Playlist- Renacimiento
Curiosidades sobre Renacimiento
Cosas Extras
Agradecimiento y nota de la autora

Capítulo 20: El espejo

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By MariaAparcio

¡Les recomiendo escuchar la canción antes de leer el capítulo!

Al principio no sabía qué creer, pero conformé pasaban los días, estaba claro para mí. Ya no sentía mal a medida que se terminaban los días y pronto iba a terminarse el marzo. Y me hice una rutina: trabajaba, cuidaba de la casa y salía con mis amigas. También, agarré el hábito del ejercicio. Trataba de mantenerme en movimiento, y aunque sabía porque lo estaba haciendo; podía sentir que mis pantalones me apretaban. Intentaba hacerlo una costumbre aunque me dolían horrores las piernas y los pies.

Y así fue cómo empecé.

Fue extraño, al principio porque sentía una mezcla de emociones entre tranquilidad y agridulce. ¿Estaba siendo egoísta?, podría ser porque le rompí el corazón a Rick y no lloré. No había derramado ni una sola lágrima, pero también una parte de mí era realista sobre Rick y a veces tenía noches en que divagaba, sobre cómo estaría. No quise llamarlo ni enviarle mensajes. Era sería muy tonto. Yo rompí con él pero creo que sentía un poco de ansiedad, y ahora cosa interesante: no tuve más mensajes y casi no mencionamos el tema de las fotos. Rick había dicho antes de las desapariciones, que habían ocurrido y el descubrimiento de restos humanos en ciertos lugares, y hasta yo misma lo busqué e investigué en Internet pero había muy poco sobre eso. ¿Cómo era posible? Tampoco Michael ni los chicos mencionan nada eso, tal vez no sabían o Cleo y Sofía no querían que ellos supieran. Estaba teorizando cosas y dejando que mi imaginación volara.

***

Miré el calendario de mi celular y era veintisiete de marzo. Viernes, por la noche. Papá, Chad, Will y yo estábamos en casa y el resto en otros planes (Lucas fue a cenar con Madison en su casa, Zack se habían ausentado unos días para ir a Nueva Orleans, para ver a algunos familiares y Joel tenía una cita); pero Ethan como novedad, no estaba en casa, aunque ya nos estábamos acostumbrado a sus ausencias. Subí a mi habitación cuando dejé los platos sucios de la cena, Will y Chad iban a lavarlos; era su turno esta semana. Cuando llegué arriba, me quité la ropa y me fuí a darme un baño. Había hecho ejercicio esa tarde y las piernas me mataban. Un baño relajaría mis músculos. Mientras lavaba mi cabello, me di cuenta lo largo que estaba e hice pequeñas bolas de pelo. ¡Eran un fastidio! Suspiré, oliendo a naranja y manzana. Había días en que quería una bañera y recordaba el departamento de Axel y Charlotte y ¡era hermoso! Quería cosas así, mi modo de vivir. Simple y mundana vida. Dejé que el agua se llevara mis preocupaciones, los dolores y pensar mejor las cosas.

Cuando terminé y salí con mi bata, me senté en la cama. Tomé mi celular y había un mensaje de Sean. Sonríe. A pesar que había salido con Ellie y Lacey, haciendo cosas de chicas; una fiesta de pijamas, algunas compras de ropa y el arreglo de las uñas -manos y pies por igual-, era divertido y agradable. Ellas eran primero pero Sean se estaba haciendo lugar.

Suspiré y froté mi cabello. Estuche un crujido y miré hacía la ventana. Había mucho viento hoy y nubes. Suspiré y oí otra notificación de Sean.

Sean y su padre, se habían ido al noroeste a la ciudad de Bridgeport, en condado de Litchfield; según Sean era para vender algunas cosas en casas de empeño. Eso me llamó la atención de porqué irse tan lejos para conseguir dinero y Sean me respondió que eran costumbres de su papá. Me reí.

Hice una mueca

Pensé un poco, antes de responderle.

Sean me puso tres pulgares arriba y un guiñó.

El fin de semana fue animado. Volví a tener noticias de Axel pero fue por correo electrónico; en resumen, él y Charlotte estaban alertas por alguna otra cosa ocurría pero tampoco, había nueva información. Eso era muy desconcertante. Axel no señaló nada nuevo sobre eso. Le respondí ese lunes por la mañana y me fui a trabajar.

***

Ese lunes empecé, haciendo turno con mis hermanastros y Joel. Zack había extendido su estadía en Nueva Orleans porque tenía familia ahí, exactamente a su hermana menor. Eso era interesante. Cada uno tenía su historia, cómo Will. Lucas y Chad estaban atrás para ver el almacén, Joel estaba trabajando pero pude notar que estaba distraído, con algo. Después le preguntaría. Estaba tratando de hacer un poco más de trabajo, o más bien rápido, quería irme temprano. Chad se dio cuenta de eso.

- ¡Hey, hey, hey! -me dijo agarrándome el brazo. - ¿Qué pasa, Lizzie? Estás haciendo las cosas demasiado rápido hoy, ¿no crees? ¿Qué te pasa? -me preguntó

Lo miré, haciendo una mueca y bajando una caja. Estaba sudando. Suspiré.

-Quiero salir temprano hoy, Chad-le expliqué. Me sacudí las manos en los pantalones vaqueros. - ¿Y Lucas? -miré a su alrededor

Chad sonrió.

-Atrás, mirando para ver si se nos han terminado los clavos -respondió e hizo una mueca. - ¿Sean? -me insinuó, levantando una ceja

Disimulé, una risa.

-Me invitó a salir hoy, Chad -repuse con ánimo. - Me agrada

Miré a mi hermano. Tenía sus rizos afro amarrados con una coleta y tenía algo de barba, en la mandíbula.

- ¿Te molesta? - le pregunté, caminando por los pasillos

Chad se encogió en hombros.

- ¿Por qué habría de molestarme, Liz? -inquirió. Suspiró. - Me parece bien que tengas amigos por ahí, pero sigues siendo mi hermanita y siempre me preocupare por ti-afirmó. -Debo cuidarte, especialmente de los chicos - me dijo guiñandome el ojo

Me reí y me detuve para acomodar unas pinturas del anaquel.

-No soy una niña -señalé. Lo miré. - Pronto cumpliré dieciocho, el veinte de mayo, Chad. Además, yo...no estoy para estar con alguien, ahora. -comenté

Chad hizo mohín.

-Mmm-murmuró. - ¿Con alguien, eh? ¿Quieres decir que también te pueden gustar las chicas? -comentó

- ¡Chad! -exclamé y golpeé su musculoso brazo. - ¡No seas idiota! - susurré riéndome

- ¡Auch! ¿Qué? - se quejó y se palpo el brazo. -Eso duele...-farfulló, fingiendo dolor. Me saco la lengua. - Podría pasar. El amor es libre y diverso

Giré los ojos fastidiada, alejándome de él y me fui hasta el pasillo para artículos de jardinería.

-Te amo, Chad...

-Yo también, hermanita. -me interrumpió él divertido

Gruñí.

-Pero a veces quisiera estrangularte con mis propias manos -murmuré.

Chad se rió complacido. Lo observé.

- ¿Qué?

-No podrías matarme con tus manos delicadas, Lizzie -me aseguró. -A los Hombres Lobo solo puedes matarlos con objetos hechos de plata. Cómo balas o cuchillos -me explicó. - ¡Oh! También puedes decapitarnos, sacarnos el corazón o darnos a beber valeriana

- ¿Qué? ¿En serio? ¿Un metal blando y hierbas para la ansiedad? - inquirí. Miré por el pasillo y estábamos solos. - ¿Me estás jodiendo? -murmuré

Chad parecía divertido con esto.

-Pues no, hermanita -me contestó. - Papá dice que la plata viene con todo lo que implica ser un Hombre Lobo, y especialmente, a nosotros. Es cómo los Seivias el oro y la belladona, ¿recuerdas? A los Seivias, la belladona les da sueño o puede lastimarlos-me explicó y asentí. - Bueno, para nosotros la valeriana cómo para las personas, es un sedante fuerte y no importa si estás transformado o no, de igual manera nos daña.

-Creí que ser hombre lobo de nacimiento, te daba cierta inmunidad -comenté

Chad suspiró.

-No, no la hay -agregó. -No importa si eres un licántropo Infectado o Auténtico, la plata siempre será una de nuestras debilidades, Elizabeth.

- ¿Mmm? - pregunté. - ¿Hay más?

-Uhm, bueno la plata y la valeriana. Además, de decapitarnos, sacarnos el corazón - se rió.

-Chad...-presioné.

Mi hermano sonrió.

-La familia, Liz- me indicó. - Para los Hombres Lobo, la familia es todo y cuando atacan a un miembro de tu familia...-murmuró y añadió: -Bueno, siempre la cuidaran, cómo sus manadas. Es importante. Cómo nuestra manada. -me dijo pasando un brazo por mi cuello, apretándome.

Gemí e hice un mohín.

-Seré adulta pronto, Chad -repetí. - No soy una niña. Y además, yo no soy una mujer lobo -señalé.

Chad resopló.

- ¿Y eso qué? -comentó. - Eres nuestra hermana. Seas cómo seas, te cuidaremos -murmuró y me dio un beso en la sien cómo papá lo hacía.

- ¡Hey, Chad, Liz! -

Era Joel haciéndonos señas. Chad me liberó y fuimos con Joel.

***

Prometiendo cocinar la cena por una semana, Chad dejó que me fuera más temprano de la ferretería. Agarré mi bolso y me fui caminando unas calles abajo. Quería hacer algo tenía algún tiempo en mi mente; quería cortarme el cabello. Además, de que tenía planes de salir cómo "amigos" con Sean hoy, quería hacerlo -no por la cita-, era más bien por mí. Siempre había tenido el cabello largo con ondas o rizos pero sólo cortaba las puntas. Lo tenía bien cuidado y hermoso, hasta Ellie y Lacey lo envidiaban pero quería hacer algo. Un pequeño cambio. Camine unas calles abajo de la ferretería, hasta mi destino fijado: la peluquería. Tenía un cartel que decía: ABIERTO. Entonces, noté que no estaba el Volkswagen New Beetle, verde manzana, significaba que Jennifer no estaba y extrañamente; eso me tranquilizó un poco. Me apoyé en el vidrio de afuera del lugar, para ver cómo estaba adentro. Reconocí algunas mujeres mayores y dos mujeres jóvenes; continué mirando y la madre de Ellie y Lacey, Loretta, estaba secando el cabello a una de las mujeres. Suspiré y me moví hacía la puerta y entré. El lugar olía a productos para el cabello, el murmullo de las conversaciones y otras cosas más. Hasta había un poco de música, gracias a un viejo iPod conectado a unos altavoces.

- ¿Elizabeth? ¡Oh, Elizabeth! ¡Eres tú, nena! - exclamó alguien a mi izquierda.

Sentada detrás del mostrador redondo, estaba Kelly Gilbert. Sus ojos azules me miraban con emoción. Tenía una libreta abierta y un lápiz de color rojo. Al parecer, estaba escribiendo o tachando cosas. Tal vez, una agenda de citas de las clientas. Era rubia pero algo baja de estatura; su rostro tenía forma redonda, casi lleno pero no tanto. Era simpática y agradable. Su cabello era de un tono rubio cenizo tenía ondas amplias pero no muy voluminosas. Hasta tenía sus labios pintados de color rojo. Kelly no era chica era delgada pero tampoco era obesa. Según ella tenía un poco más de "peso" extra en ciertas zonas de su cuerpo, cómo las caderas y la cintura; algunos usarían las palabras cómo: gorda, obesa o regordeta. Hice una mueca, y palpé mi propio estómago.

Kelly me seguía mirando con curiosidad. Inclinó la cabeza y me preguntó, qué hacía por aquí.

-Mmm -musité y miré la punta de mis Nike color rosa- Vine a arreglarme el cabello, Kelly.

Kelly se levantó de su silla.

- ¡Oh! - comentó animada. - ¿Un nuevo look, Lizzie? -me indicó

No pude evitar sonreír, algo avergonzada. Y asentí. Kelly dejó su puesto y se dirigió hacia mí.

-La chica que corta el cabello se enfermó hoy del estómago- me explicó. Hizo una mueca. -Así que llamé a la señora Solari y me dijo que por unos días me encargaría de sus citas.

Sabía que la dueña de La Bellezza Venus, era una mujer llamada Brunella Solari. Era italiana, muy anciana para su edad pero era más activa cómo una mujer de treinta años. Así que le pregunté, a Kelly si podría atenderme. Ella regresó a su puesto y le echó una mirada a la libreta. Me dijo que podía atenderme, porque en la tarde no tenía casi citas; tenía dos pero eran para las tres y media de la tarde. Kelly estuvo más que dispuesta a ayudarme, me guió hasta donde estaban las sillas con los espejos largos al frente. Me sentó y me preguntó que quería. Hice una mueca y le dije que quería cortármelo, pero de otro estilo. Kelly estuvo de acuerdo mirando mis rizos oscuros y se fue a buscar las cosas. Miré el celular y no tenía nada. Cuando Kelly regreso, me puso la capa de barbería y con algunas cosas que podría necesitar. Puso las manos en mis hombros y preguntó:

- ¿Qué estilos tienes en mente?

Sonreí y se lo dije. Kelly me miró un momento, ella no objetó nada. Creo que había querido hacerme otras cosas, pero quiso insistir. Kelly aceptó complacida y dispuesta. Y yo no tuve quejas de ella, mientras me preguntaba cosas de mi vida y su vida. Cosas normales. Y hasta me reí unas cuantas veces, cuando estaba arreglándome el cabello. No tuve quejas de Kelly, cuando finalmente terminó y sonreí, cuando miré el resultado en el espejo. Sonreí.

***

Cuando salí del salón de belleza, con mi nuevo cabello. Kelly hecho era justo lo que había querido. Era un estilo Bob, según me había dicho, lo tenía lavado y suave; me lo cortado hasta un poco más de los hombros, quizás un recordé de puntas, pero me lo había secado y planchado. Miré hacia el cielo hacía un buen clima. Cuando llegué a la ferretería no se hizo de esperar, los elogios y silbidos por parte de Joel y Chad, hasta Lucas me elogió el corte de cabello.

-Creo que te hacía falta, Lizzie-comentó Lucas

Sonreí.

-Te ves muy bien, reina - me elogió Joel, en español

-Gra...cias -le respondí y le saque la lengua

Joel sonrío.

También, había estado aprendiendo un poco más de Español, gracias a Joel (porque él lo hablaba y me había estado enseñando), pero también había estado aprendiendo por una aplicación que había descargado. Intentaba distraer mi mente con otras cosas. Trabajé un poco más, antes de arreglarme para mí "salida de amigos" con Sean.

El domingo le envíe un mensaje a Ellie y Lacey sobre eso y no tardaron ni una hora en llamarme después de haberles enviado el mensaje. Las dos estaban muy animadas cuando les expliqué que no era una cita, pero ellas estaban insistentes con llamarlo una cita. Me desocupé de mis cosas, y me fui. Fui al baño que había atrás y le puse el seguro. No quería que me molestaran. De las mellizas, Lacey era la que más sabía de moda, aunque Ellie tenía sus gustos, así que le escribí primero.

Suspiré. No le mencione mi nuevo corte de cabello.

Había traído una pequeña maleta de viaje con un cambio de ropa. No quise que Sean fuer a buscarme a la casa, así que para ahorrar tiempo me iba a cambiar aquí. Cuando era casi, la hora de mi cita con Sean me envió un mensaje.

Hice una mueca.

Él tardo un momento en contestar.

***

En la maleta de viaje tenía mi ropa, acomodada lo mejor posible. Y la miré con cuidado; no era gran cosa pero me parecía correcto. Era una blusa con mangas cortas de color rosa pálido, con un pequeño lazo al costado y unos pantalones tipo leggings, con estampado de mezclilla. Suspiré, cuando toqué mi panza con el dedo; agradecí las salidas de compras y las rebajas de precios. Miré mis pies; me había puesto unos zapatos Nike color rosa, estaban casi sin usar y parecían combinar bien. Hasta me había traído un cepillo para el cabello y un bálsamo labial de fresa. Bueno, al menos sabía que mi rostro estaba bien, cuando me examine esta mañana; no tenía granos pero tuve que echarme un poco de crema en el rostro, porque me di cuenta de que estaba grasosa.

Mientras me sacaba la camiseta, me quedaba con mi sostén, recordé algo más que había metido. Sabía que no ir a casa tenía sus desventajas y lo había llevado por si acaso; me mordí los labios cuando lo miré al fondo de la maleta. Pero antes levanté mi afeitada axila y olfateé, por si acaso. Gemí y gracias a Dios, había metido en desodorante. Era de barra, y me pase cuatro veces en cada uno. Cuando termine de arreglarme y cepillar mi cabello, en bolso mi celular y activé la cámara. Me hice una selfie y se la envié a Lacey. Me respondió de inmediato, porque escuché el aparato sonar. Me estaba llamando.

- ¿Saliste de clases? - le pregunté

Lacey se rió pero no muy fuerte.

-Sí, pero estoy en la biblioteca por una tarea y por eso hablo en voz baja-me susurró

Suspiré.

- ¿Y bien? ¿Qué opinas?

-Chica, tienes mi aprobación- me dijo animada. - Me gusta que te hayas cortado un poco el cabello. ¡Se te ve más iluminado y fresco!

-No exageres - le comenté. -Solo es una salida de amigos, Lacey. Nada más- le recordé.

Lacey se mofó.

-Sí, claro -bromeó con bufido. - Por lo que he visto y oído de Sean en la preparatoria, no ha salido con nadie desde que llegó de California. Tú eres excepción, Liz.

Eso me sorprendió.

- ¿En serio? - le pregunté

-Sí -afirmó y añadió: - Además, me gusta ese cambio en ti, chica. -comentó animada

-Gracias- murmuré con sonrisa

-Entonces, ¿es cierto? - preguntó dudosa

- ¿Qué?

- ¿De verdad terminas con Rick Shepard? -inquirió

Tuve una sensación, cómo escalofrío en la espalda. Los rumores de White Rose eran un asco y no me sorprendía que lo supiera. Yo misma se lo había dicho a Lacey y su hermana, y hasta Sean lo sabía; a los tres se los había contado.

Suspiré.

-Es oficial-repuse

-Mierda-susurró. -Sigo sin poder creerlo. ¡Y fuiste tú quien le terminó! ¡Te felicito!

- ¿Te alegras por eso? - pregunté con tono alto. - No lo puedo creer...-me quejé

Lacey se carcajeó en tono bajo.

-Mmm, sí, supongo -murmuró. -Hay mejores chicos que él, Liz - comentó

- ¿Él? - pregunté. - ¿Te refieres a Rick?

-Pues sí-repuso. - Rick Shepard siempre ha sido raro, quizás lindo pero extraño-comentó.

Apreté los labios. No quería hablar sobre él y menos de cómo era Rick. No quería, menos hoy. Logré cambiar de tema con Lacey, y ella me estaba dándome ánimos y consejos hasta que me preguntó algo que no estaba preparada.

- ¿Tienes protección?

Esa pregunta me sacó de órbita y rápidamente, entendí a lo que se refería. Me pase la mano por el rostro, disgustada.

>>> ¡Definitivamente, no voy a hablar de esto! <<<, pensé

-No -comenté. - ¿Dame una buena razón para llevar preservativos a una cita? - le pregunté y me di cuenta de mi error

Maldije y ella chilló dichosa

- ¡Lo sabía! -gimió pero luego murmuró: - ¡Oh, mierda! No debo gritar. Mira ya debo irme, y estoy feliz de que vayas a una cita- declaró. - Y sí, deberías tener preservativos, condones o cómo quieras llamarlo pero no sabes si quiere "algo más" y es mejor estar preparada.

- ¿Preparada? - pregunté. - No voy a tener...

- ¿Y eso qué? - me interrumpo. - No sabes si tiene herpes o tal vez SIDA o si es virgen-señaló. -Y es mejor prevenir que lamentar después, Lizzie.

- ¿Lamentar qué? - le pregunté. Pensé un momento y gemí. - ¡No me voy a embarazar, tonta! ¡¿Por quién me tomas?! -chillé. - No voy a abrir las piernas a cualquier muchacho, Lacey-suspiré y añadí: -No soy una p... -

Lacey se rio.

- ¡Lo sé! - intervino. Se escuchó un siseo atrás y susurró: - La señora de la biblioteca, ya me vio y no estaba muy feliz. De voy irme. ¡Suerte! -

Colgué y miré el celular. Tenía un mensaje de Sean. Estaba afuera. Guarde todo y salí del baño. Cuando iba hacía la entrada, los chicos me miraron fascinados y les pedí que se llevaran la maleta. Joel se encargó de ella y le tire un beso; Chad y Lucas se miraron y se encogieron en hombros. Les sonreí desde afuera de la tienda y miré en la acera. A unos metros estaba una Toyota Hilux, azul oscuro. Fui hasta la camioneta y me subí al asiento del pasajero. Sean me observó animado y lo saludé. Me abroché el cinturón, él colocó música.

Sean comentó que me veía bien, y me sentí avergonzada. Pude sentir calor en mis mejillas. Le agradecí por eso y él animado, puso la radio y se escuchó Sugar de Maroon 5.

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