más de ti [camren]

cabellosfreedom tarafından

1.1M 59.5K 108K

[camren] Daha Fazla

INTRO (LEER)
PRIMERA PARTE - APOLO & DAFNE
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
SEGUNDA PARTE - ORFEO & EURIDICE
26
28
29
30
31
32
33
34
35
36
37
38
39
40
41
42
43
44
45
46
47
48
49
50
TERCERA PARTE - EROS & PSIQUE
51
52
53
54
55
56
57
58
59
60
61
62
63
64
EXTRA #1
65
66
67
68

27

18K 916 2.3K
cabellosfreedom tarafından




Lauren

No sé si Camila está furiosa conmigo por haberla interrumpido así, si está enojada con él porque me encuentra la razón, o si quiere que ambos nos vayamos para dejar de molestarla. Se cruza de brazos y resopla, sin querer escuchar a Nicholas cuando niega por segunda vez que la estaba tomando a la fuerza aunque ella claramente no quería.

Verla podría tenerme al borde de un ataque de histeria porque mentiría si dijera que no sigue causándome lo mismo que la primera vez que estuvimos a solas al verla con la botella de vodka, pero supongo que el hecho de verla irritada me hace dar cuenta que no es una situación en la que pueda ponerme nerviosa como antes. No estamos aquí para coquetear. No cuando en el fondo estoy tan molesta de lo que vi. Detesté cómo Nicholas la tomó del brazo para sacudirla.

—Yo... —Estoy por repetir que no tiene que explicarme lo que pasó porque yo lo vi, pero me doy cuenta que es una pérdida de tiempo hacer que lo admita—. Bien, no vamos a discutir por algo que sabemos cómo pasó, pero si quieres que sea honesta —le digo a él—, es preocupante que pienses que 'no fue nada' cuando toda la universidad te estaba mirando porque Camila tuvo que gritar para que no te acerques.

—Lauren —me dice Nicholas, sonriéndome—. Estábamos discutiendo, por eso gritó. No tenías que acercarte porque no es como si la estuviera golpeando, tranquilízate. Además, ¿desde cuándo es tu amiga para que saltes así? Ni siquiera Kat reacciona tan mal. —Frunce el ceño al mencionarlo.

—No... No somos amigas. —No sé por qué me cuesta tanto decirlo—. Y estoy segura de que si Kat estuviera aquí reaccionaría igual o peor que yo, o de lo contrario sería pésima persona como todos aquí que prefieren sólo ver para después ir corriendo a contar lo que vieron. —Le sostengo la mirada cuando entrecierra un poco los ojos.

—Lo haría —me dice Camila, que de pronto pareciera no saber qué decir. La miro sin entender mucho a qué se refiere y creo distinguir que su actitud a la defensiva baja cuando nota que estoy aquí—. Kat lo haría. —La defiende, aunque supongo que sabe que mi intención nunca fue insultarla. Al verla así, tan callada, me siento hasta un poco culpable de haber creído antes en los rumores que la dejaban a ella como una mala persona.

Me interesé en Nicholas sabiendo que tenían muchas discusiones, pero como siempre catalogaban a Camila como una novia complicada, de carácter fuerte, supuse que... tenían razón. Supuse que ella se negaba a superarlo porque era demasiado caprichosa, me hice una de ella sin quiera conocerla, y se me olvidó que, en realidad, tampoco conocía a Nicholas como para ponerme siempre de su parte y querer una cita con él.

Pero ahora, después de hablar con él, de ver cómo niega tener responsabilidad en esos celos por todas las veces que la engañó, y ver cómo encuentra hasta la mínima oportunidad para hablar mal de ella... Me siento culpable, aunque quizás no tenga mucho sentido.

— ¿Qué estás esperando, Lauren? —Me pregunta Nicholas—. ¿Que me disculpe contigo? Ni siquiera sé por qué estás aquí.

—Acabo de decirte que me sorprendió que...

—No. Me refiero a que dejaste muy claro que no querías volver a saber de mí, así que no entiendo qué haces aquí.

Frunzo el ceño.

— ¿Qué tiene eso que ver con lo que estamos hablando?

—No estudias en esta facultad, Lauren, y a la única persona que conoces aquí es a mí.

—Tú tampoco estudias aquí, Nicholas.

—Pero tengo varios amigos que sí, casi siempre estoy cerca.

—No vine a verte, si eso es lo que piensas —le aclaro—. La fotocopiadora no funciona, así que tuve que venir... —Me detengo porque estar dando explicaciones sobre esto es ridículo—. ¿Tú en serio piensas que vine para encontrarme contigo? ¿Que buscaba una excusa?

—No sé —me dice, esbozando una sonrisa como si acabara de descubrirme, aunque me doy cuenta de que sigue molesto y sólo es una forma de fingir no estar tan tenso—. Dímelo tú.

—No tiene sentido lo que estás diciendo, Nicholas, porque para verte entonces sólo tenía que esperar hasta esta tarde. Tenemos clases de ciencias.

Camila hace un sonido de exasperación al ser excluida de la conversación y ambos nos volteamos hacia ella cuando recoge sus cosas antes de marcharse, sin decir nada. Ahora definitivamente puedo decir que está enojada porque ni siquiera nos mira cuando camina entre nosotros para ir a donde creo que está la salida de la facultad.

Me quedo mirándola un buen rato, pensando en si debería seguirla para preguntarle si de verdad está bien o para disculparme... Aunque ¿por qué tendría que pedirle disculpas? No hice nada malo, e independiente de que a ella pueda gustarle tener este tipo de enfrentamientos con Nicholas, no iba a hacer la vista gorda cuando Camila tuvo que pedirle no una, sino dos veces que la dejara tranquila.

Yo tampoco digo nada cuando Nicholas se va en la dirección contraria, pero no me pasa desapercibido el hecho de que me envía una mirada desafiante cuando me deja ahí. Y dudo que me vea así porque sospeche que hubo algún acercamiento entre nosotras, sino porque con ese temperamento debe odiar cuando alguien lo detiene. Me pregunto cuántas veces habrán tenido que intervenir para que no llegaran a gritarse sin parar en público.

Me muerdo el labio inferior con algo de inquietud cuando me debato en hablarle a Camila o simplemente irme, y sostengo con fuerza mi mochila antes de caminar hacia la salida, buscándola. Ignoro que han pasado semanas desde la última vez que hablamos y que al contrario de mí, que estuve por escribirle más de dos veces, ella no mostró interés en seguir con nuestra... relación de amistad -o lo que sea- ni una sola vez.

Eso no importa ahora.

La alcanzo cuando está pasando las puertas, y tengo que controlar mis pasos para no verme tan desesperada cuando ambas estamos fuera y tomo su brazo para que no siga caminando. Camila, de nuevo, piensa que soy otra persona al voltearse porque parece que está por ladrarme que me vaya cuando se encuentra conmigo.

— ¡Soy yo! —Le aseguro, riéndome un poco—. Soy yo. —Repito cuando baja la guardia, aunque no pasa mucho antes de que vuelva a ponerla al girarse para estar frente a mí.

— ¿Qué quieres? —Me pregunta.

—Saber... —Me aclaro la garganta—. Saber si estás bien.

—Lo estoy. —Es lo único que me responde, y entonces me arrepiento un poco de haberla seguido porque ¿en qué estaba pensando? No debería preocuparme tanto...

Pero lo haces, me digo a mí misma. Te preocupas demasiado. Sacudo la cabeza.

— ¿Estás enojada conmigo? —Murmuro.

— ¿Por qué estaría enojada contigo, Lauren? —Rueda los ojos—. ¿Por lo que hiciste?

—Sí... Supongo. Por algo te lo estoy preguntando.

—Me defendiste, ¿no? Sólo una estúpida se enojaría por eso.

Si bien está aclarando que en parte lo agradece, o al menos así lo tomo, su forma de verme dice todo lo contrario, así que no pienso intentarlo más. Asiento con la cabeza.

—Está bien —le digo—. Cuídate, entonces. —Menciono antes de pasar por su lado para volver con mis amigas antes de nuestra siguiente clase de ciencias. Clase que tengo con Nicholas. Perfecto.

No sé por qué Camila tiene que ser siempre tan difícil de entender si supuestamente dice que sólo una estúpida se enojaría... Debería avisarle a su rostro porque me ve como si me odiara. Se ve justamente como alguien que está furiosa.

— ¡Espera! —Escucho su voz sólo un poco después de avanzar un par de pasos. No puedo darme la vuelta porque Camila avanza hasta estar frente a mí para impedirme el paso, viéndose como si estuviera más irritada que antes—. Espera. No debí hablarte así. Es que... —Aprieta los labios antes de seguir—. No estoy enojada contigo.

Tengo la sensación de que quiere decir algo más, así que no me muevo del lugar.

— ¿Pero? —Le pregunto.

A ella le toma unos segundos responderme.

—Pero nunca me habían defendido así. No sabía qué decir y estoy segura de que se está riendo por cómo me vi. —Se cruza de brazos.

— ¿Cómo que nunca te habían defendido?

—Me refiero a que nunca se metieron en mis peleas con él.

—Sé lo que querías decir —le digo, negando con la cabeza porque mi pregunta se refería a otra cosa—. Pero no entiendo cómo nunca... ¿Te molestó que lo hiciera?

—No —responde—. No, Lauren, no me molestó. Sólo me tomó por sorpresa y me quedé callada como una imbécil. Nicholas debe pensar que soy una imbécil, y eso es lo que me molesta. No me gusta que nadie me vea así.

— ¿Así cómo?

—Como alguien... débil. —Hace una mueca de desagrado—. Como alguien que se queda callada sin hacer nada. Lo odio, y sentirme así no tiene nada que ver contigo. —Insiste—. Yo pensé que tú estabas enojada, de hecho.

No sé si lo dice para desviar el tema de lo que acaba de pasar, o porque lo crea de verdad, pero sea cual sea la razón, prefiero centrarme en eso último para evitar ponerla incómoda y que siga sintiéndose como una imbécil cuando es todo lo contrario. Al menos yo no interpreté su silencio como si lo fuera.

— ¿Yo? —Le pregunto con sorpresa, y arrugo la nariz—. ¿Por qué?

Camila enarca las cejas con gesto sarcástico y así se ve más como ella.

—Dijiste no querer volver a verme —me recuerda.

—Ah... —Me acomodo un mechón de pelo detrás de la oreja y me encojo de hombros—. No fue porque estuviera enojada.

— ¿No? —Me pregunta y tengo que apartar un poco la vista de su cara porque ese tono desafiante me provoca cosas que no debería—. ¿Y por qué fue, entonces?

—Por lo que pasó en el bar-...

—El beso que me diste —me interrumpe, sin ningún tipo de vergüenza mientras yo me sonrojo cuando lo dice.

—Y lo que tú me hiciste en el baño.

—Lo que te dejaste hacer en el baño. —Sonríe un poco, y no sé si se deba a que quiere cambiar el tema u olvidar que, según ella, es primera vez que alguien la defiende, pero lo dejo pasar—. ¿Te enojaste por eso?

—Nunca estuve enojada —vuelvo a aclarar, pero también me río sin poder evitarlo—. Tú sabes que no estaba molesta, Camila. Te pedí distancia porque luego dije... —Me detengo porque decirle por segunda vez que me gusta sería demasiado—. Lo que dije.

—Y yo no sentía lo mismo.

—Pero no fue por eso que quise alejarme —sigo explicándolo—. No estabas obligada a corresponder nada y fuiste sincera, así como yo. Nunca me enojaría porque me dices la verdad. Si mintieras, ahí sería algo diferente. No aguanto la mentira.

Camila me mira por un buen rato antes de asentir con la cabeza. No puedo identificar qué piensa durante ese rato en el que literalmente, sólo me mira, pero supongo que busca asegurarse de que esté diciendo la verdad respecto a no tener nada contra ella.

—Nicholas no querrá volver a hacer trabajos contigo —murmura después, sin ocultar la sonrisa que seguramente tiene reprimiendo desde que nos vio discutir un poco—. No querrá volver a verte, de hecho. Pensará que le heriste el orgullo.

—No nos vemos ni hablamos hace meses, Camila. Sólo en las clases. —le respondo—. No cambiará nada porque tampoco hacemos trabajos juntos, el que teníamos pendiente ya lo entregamos, e incluso si siguiéramos teniendo citas le habría hablado como le hablé ahora. No deberías dejar que te trate así.

Ella hace un gesto desinteresado con los hombros.

—A mí tampoco me gusta cuando se pone así, pero no me conoces. A veces hago bromas que no están bien y me cuesta saber cuándo parar.

—Sigo pensando lo mismo.

—Ni siquiera sabes de qué estábamos hablando.

—Podrían estar hablando de cualquier cosa y no voy a cambiar de opinión. Tienes que detenerlo, Camila, porque quizás para ti no sea gran cosa, pero yo vi cómo te miraba. Por poco te arrastra.

Se ríe, bajándole el perfil. ¡Se ríe! No quiero ni imaginarme cuáles habrán sido sus peores peleas como para que se lo tome tan a la ligera. Me dan náuseas de sólo pensarlo, y quizás sea porque yo jamás he tenido discusiones de ese tipo, pero no puedo sacarme de la cabeza cómo la tomaba del brazo mientras ella lo empujaba.

—Estaba molesto y yo seguía burlándome de él. —Me dice—. Seguí presionándolo y yo misma le pedí a Kat que se fuera para que pudiéramos hablar solos. Toqué un tema que sé que es delicado para él, y lo hice a propósito.

— ¿Por qué tratas de convencerme de que tú eres la culpable?

Frunce el ceño y me mira seria.

—No estoy convenciéndote de nada, Lauren.

—Lo estás defendiendo.

—Sólo fue una pelea que yo provoqué, eso es lo que estoy diciendo. Si me crees o no, es cosa tuya.

—Pero sabes que aunque tú hayas iniciado todo, él no tiene por qué tratarte así, ¿verdad?

—Si estás pensando que iba a golpearme, entonces estás equivocada. Nicholas nunca fue violento conmigo.

—Hay muchas formas de ser violento, Camila. Que te tomara así del brazo no creo que lo excluya de serlo.

Ella niega con la cabeza, pero no dice nada al respecto. Quizás no tenga más argumentos para defenderlo, o de verdad piensa que todo es responsabilidad suya. Ojalá pudiera hacerle ver que no se trata de creer o no porque aunque ella tocara un tema delicado, no le da ningún derecho a tocarla si ella no quiere. Prefiero quedarme callada y hacerle creer que tiene razón, pero tengo una sensación extraña en el estómago porque es bastante claro que busca defenderlo y justificarlo.

—Tú... ¿Tienes clases ahora? —Me pregunta, distrayéndome cuando muestra un ligero interés en seguir hablando conmigo.

—Sí. —Le contesto—. Ya debería irme, en realidad, porque voy un poco tarde y tengo unos libros que Sophie necesita para la clase. ¿Tú te vas a quedar?

—No —me dice—. No tengo muchas ganas.

— ¿Te irás a tu casa?

Asiente.

—Con suerte, mi mamá no estará por haber ido de compras o qué sé yo.

Hay un instinto que me dice: Quédate con ella. No seas tonta, quédate con ella.

Pero no lo sigo porque Camila en ningún momento me lo pide, y sigo pensando lo mismo respecto a nuestra distancia. Sería una pésima idea estar a solas cuando incluso después de dos meses y con sólo una pequeña conversación, me dan ganas de acercarme más. Se reproducen los recuerdos de ese bar en mi cabeza y ni siquiera son de lo que pasó al encerrarnos en el baño, sino de haberla besado.

No paro de pensar en que me gustaría besarla de nuevo. Besarla por más tiempo. Besarla hasta que ella me pidiera hacer más porque siente lo mismo que yo.

Fuerzo una sonrisa cuando le recuerdo que voy tarde, y aunque debería actuar normal y despedirme con un beso en la mejilla como hago siempre, simplemente sacudo mi mano. Luego quiero suicidarme al lanzarme del quinto piso porque casi me tropiezo al girarme demasiado rápido y escucho su risa; no una cualquiera, sino una con ganas.

No mires atrás. No mires atrás.

Mi cara está roja de la vergüenza y me obligo a mentalizarme en que probablemente pasarán meses antes de volver a hablar, porque así están las cosas. Yo no voy a ser quien toma la iniciativa y mucho menos lo será ella.


******

— ¡¿Cómo que te peleaste con Nicholas y no estuvimos ahí para presenciarlo?!

Sophie grita tan fuerte que me alejo de ella para cubrirme los oídos mientras Audrey niega con la cabeza y deja de pintar una de las paredes de la habitación de Betty.

Vinimos a su casa después de clases y aunque estuve debatiéndome si contarles o no sobre lo que pasó con Nicholas y Camila, al final decidí hacerlo. No tanto porque quisiera, sino porque después de tardarme tanto en contarles lo que hicimos con Camila en ese bar, además de otras cosas que pasaron en mi departamento cuando la ayudaba a estudiar, casi dejan de hablarme por tres horas.

Sophie estaba tan indignada que creí que se enojaría en serio porque según ella, las amigas no se cuentan ese tipo de cosas después de tantas semanas, sino inmediatamente. Me hizo repetirlo hasta que entendió que necesitaba aclararme yo primero antes de contarlo, y todavía siente algo de rencor.

— ¿Puedes no gritarme? Gracias. —Murmuro, limpiándome la mejilla porque pasé a mancharme con la pintura.

—Es que no puedo creer que me perdí ese enfrentamiento, ¡debimos estar para verlo! —Se escandaliza, ignorándome—. ¡O para ayudarte! La habríamos defendido contigo —me asegura—. Cuéntame los detalles.

—Es que eso fue todo —me río cuando vuelvo a mi tarea en la pared que tiene una ventana. El suelo está cubierto por hojas de periódico y muchas, demasiadas, manchas de pintura rosa por todas partes—. No fue un enfrentamiento como tú dices.

—Pero ¿qué cara puso cuando le dijiste que no estabas ahí para verlo?

—Estaba enojado —le respondo—. O sea, me dio más la sensación de que no estaba acostumbrado a que le dijeran nada cuando peleaba con ella.

—Y luego le hablaste a Camila, ¿verdad? —Me pregunta Audrey—. En eso estabas.

—Ay, ni me lo recuerdes —dice Sophie—. La emoción me llega hasta ahí porque insisto en que no deberías haber corrido tras ella, Lauren.

— ¿Por qué no? —No entiendo qué tiene de malo.

—Porque es obvio que sigue enamorada de Nicholas —me responde, sentándose en el suelo después de acomodar su brocha sobre el tarro de pintura que nos ofrecimos a comprar para ayudar a Sophie a pintar la habitación de su hermana.

—Me acerqué para preguntarle si estaba bien, no para tomar ventaja y que se enamore de mí. —Le digo de mala gana—. Me da lo mismo que siga enamorada de él.

—O sea quieres que se enamore de ti.

— ¡No dije eso!

—Pero lo piensas.

—Claro que no. ¡No! —Insisto cuando ambas se miran entre sí—. ¿Por qué me hacen esas preguntas si ustedes mismas me dijeron que no debí haberle dicho que me gustaba? Me están confundiendo.

—Yo no te dije nada —me dice Audrey—. La que casi se muere cuando nos contaste lo que hablaron en el departamento de Nicholas fue Sophie.

—Y sigo sin saber por qué —murmuro de mala gana.

—Porque agobiada es poco para lo que debe estar. —Responde Sophie, sentándose en el suelo, sin importarle que esté ensuciando la manera junto a la pared con las gotas de pintura que cayeron en sus zapatos—. Si yo fuera ella, no querría volver a verte, así que por eso creo que fue mala idea correr tras ella.

—Estás exagerando —le digo.

—No, no lo hago. Por algo existen los límites, Lauren. La conoces hace meses, ¿no aprendiste nada sobre lo que me decías de ir lento?

Ruedo los ojos porque no es lo mismo, ni se le acerca. Si le aconsejé que fuera precavida al volver con Dylan fue para que evitara volver a sufrir lo mismo que las otras veces, no para que escondiera lo mucho que quería intentarlo otra vez. No apoyo esconder las cosas.

—Le dije que me gustaba —le digo—, no que quería casarme con ella y llenar la casa de gatos. No es para tanto.

—Excepto que sí lo es, Lauren, porque déjame decirte que para las personas como Camila, haberle dicho eso es prácticamente lo mismo que prometerle una casa llena de gatos —me dice Sophie.

— ¿Cómo que es lo mismo?

— ¡Sí, es lo mismo! —Me discute—. Camila es... Diferente. Está en una relación tóxica, Lauren. Tienes que tratarla como un animal enjaulado.

— ¿Y tú como sabes eso si no la conoces? —Le pregunto—. No voy a tratarla como algo que no es.

—Porque se nota. Sólo un ciego o una tonta como tú no se daría cuenta.

—Oye, oye —la detiene Audrey—. Sin insultos.

La miro irritada y niego con la cabeza, cansada de que ni siquiera intente ayudar, sino hacerme sentir peor. Sophie lleva dos meses enteros haciéndome dudar de cómo abordé las cosas y me está desesperando que entre más tiempo pasa, entre más la escucho, más razón le encuentro en cuanto a decírselo en el departamento de su ex.

Quizás... Quizás eso no estuvo tan bien.

Antes no estaba ni un poco arrepentida de lo que pasó con Camila, estaba hasta orgullosa de haber sido tan valiente para preguntarle si sentía cosas por mí después de sentirme rechazada, pero tuve la increíble idea de contárselo a Sophie y Audrey esperando que pudieran animarme, y ya no creo que haya sido una de mis mejores ideas.

Estoy dudando tanto que quiero que la tierra me trague y me devuelva cuando Camila no pueda recordar nada. Ojalá que pierda la memoria sobre esa tarde para no tener que tocar el tema nunca más.

— ¿Cuándo fue la última vez que hablaste con ella? —Me pregunta Audrey, pidiéndole a Sophie que se quede callada porque nadie la soporta, y por primera vez no interfiero en lo que parece ser el comienzo de una pelea porque tiene toda la razón.

—Esa tarde —respondo, mordiéndome el labio inferior con impaciencia—. La última vez que hablamos fue cuando le dije que me gustaba, lo que fue hace más de un mes y medio, y... Si te refieres a hablar por mensajes, eso es más tiempo.

— ¿Más tiempo?

—A ver, es que casi nunca me respondía los mensajes, así que-...

— ¡¿Qué?! —Sophie es tan dramática que al parecer si no alza la voz, entonces no puede decir nada. Me cruzo de brazos y planeo ignorarla—. ¿Y aun así no me das la razón?

—Porque no la tienes —le digo.

—Le dijiste que te gustaba a alguien que primero, no te respondía los mensajes —enumera con sus dedos—, segundo, aún tenía y tiene una relación dependiente con su ex, tercero, te dijo explícitamente que sigue enamorada de él, y cuarto, la conociste mientras te gritaba en una fiesta porque te acercarse cinco centímetros de más a quien era su novio hasta hace pocos meses. —Me mira fijamente, regañándome con la mirada—. ¿Te das cuenta de lo mal que estaba el panorama?

— ¿Y qué me hubieras sugerido que hiciera? —Frunzo el ceño, ignorando la parte de mi cabeza que dice que Sophie tiene toda la razón y que fue una pésima idea—. Nos besamos la noche anterior y... ¡Y llevaba coqueteándome varios días! ¿Ella puede ir a mi departamento, acercarse a mí, devolverme el beso, pero cuando se trata de , decirle que me gusta es un crimen?

—Sí —me responde Sophie—. De hecho, sí. Porque podrías haberte quedado callada y continuar con lo que hacían. ¿Para qué arruinarlo?

—No, no lo es —dice Audrey, enviándole a Sophie una mirada de advertencia porque se da cuenta que me estoy sintiendo mal, culpable y arrepentida—. No es un crimen, Lauren, y está bien que sientas cosas por ella, pero tal vez si se lo hubieras dicho a solas... Pienso que no fue el mejor momento y que es normal que no esté tan feliz con la idea.

— ¿Dices que fue muy pronto?

—No, no —niega con la cabeza—, me refiero al lugar. Convengamos que una declaración así en el departamento de tu ex a todas nos llegaría de sorpresa.

— ¿Una declaración así? —Suelto una risa mientras sacudo la cabeza y me pongo de pie, sintiendo la repentina necesidad de ponerme a caminar porque me estresa no estar tan confiada como antes—. Ustedes lo hacen sonar como si le hubiera dicho que estoy enamorada y no lo estoy. Sólo le dije que me gusta.

—Por poco no se lo dijiste —murmura Sophie, rodando los ojos y apuntándome con la brocha—. ¡Dale gracias al universo por no avergonzarte más! Escúchame bien, Lauren, en este tipo de cosas tienes que pensar con la cabeza, no con tu vagina.

Me inclino para empujarla.

—Yo no pienso con-...

—Sí lo haces. Todas lo hacemos.

—Habla por ti —le dice Audrey—. Eres la única de las tres que piensa con la vagina, te enamoras con la vagina y es tu consejera cuando no quieres seguir la voz de la razón.

—Bueno, ignorando las tonterías que dice ésta —murmura Sophie, sin siquiera mirarla al acercarse a mi lugar en el suelo—. Volvamos al tema importante: Camila. Ahora te diré mi opinión sincera.

— ¿No estabas siendo sincera? —Le pregunto.

—Sí, más o menos. Quiero decir que ahora voy a decir lo que pienso sin tratarte mal o burlarme, Lauren. —Se acomoda el pelo rubio detrás de las orejas y se aclara la garganta mientras Audrey se acomoda en el otro lado y apoya su mejilla en mi hombro, entrelazando sus dedos con los míos para darme ánimos. Es tan linda.

—Ah... ¿Gracias? —No estoy muy segura de qué decirle a Sophie cuando se me queda mirando en silencio esperando una respuesta.

—Creo que te equivocaste en preguntárselo más de una vez. —Me dice Sophie, torciendo la boca en un gesto inseguro—. Me gusta que seas directa, es una de las cualidades que más me hacen confiar en ti y te juro que me encantaría que toda la gente fuera como tú, pero no es así, Lauren.

—Pero yo necesitaba saberlo, no fue con intenciones de presionarla.

Suspira.

—Ya, pero deberías entender que no puedes esperar lo mismo que das, ¿me entiendes? Porque si no quiso responderte cuando se lo preguntaste al llegar al departamento quizás fue porque no quería decírtelo. Y a veces hay que respetar eso.

—Y además, que alguien no diga nada no significa que no se atreva a decirte las cosas —sigue Audrey, mirándome y encogiéndose de hombros—. Puede que no tenga nada que decir, ¿pensaste en eso? Que haya dudado podría significar que puede no estar tan enamorada como antes, pero si la presionas, es obvio que te dirá eso porque está acostumbrada a responder siempre lo mismo. —Sophie va a asintiendo con la cabeza—. No le diste tiempo para pensar bien qué le pasa con él y qué papel tienes ahora que también empezaron a pasarle cosas contigo.

—Pero... —Sacudo la cabeza—. Eso también es asumir cosas, Audrey. Lo dices porque piensas que a ella también le pasan cosas conmigo y puede ser que no.

—Obviamente le pasan. Puede ser algo físico, pero le pasan, o no te habría devuelto el beso. Siempre esperas que todo se diga, que todo sea estrictamente claro, pero hay cosas que es mejor no decir porque son obvias.

Viéndolo desde fuera, sí podría sonar como que la presioné a responderme. En el momento no me di cuenta de lo insistente que fui porque estaba tan ilusionada en escuchar un no por más que supiera que era un que nunca me detuve a pensar que podría estar agobiándola.

Es como si hubiera estado predispuesta a que me dijera que sí y decidiera preguntárselo hasta escucharla decir eso.

— ¿Tú crees? —Susurro, aún sin convencerme.

—Un poco, sí. —responde Audrey, acariciándome la espalda como apoyo moral—. Pero bueno, no conocemos en nada a Camila ni estamos en tu situación, así que sólo podemos opinar desde afuera. No es que seamos expertas o que seamos las mejores referentes.

—No intentes hacerla sentir mejor —la detiene Sophie—. Admitir que cometió un pequeño error no va a matarla.

Que lo llame error me hace despertar y darme cuenta que todas estas inseguridades no son mías, sino de ellas. Si yo, la involucrada, no me siento avergonzada por hablar de mis sentimientos delante de alguien como Camila que no me los correspondió, entonces no entiendo por qué es tan terrible e inimaginable para ellas.

—Sigo sin pensar que fue un error —le digo, negando con la cabeza y poniéndome de pie porque estar sentada no está ayudando. Me acomodo la camiseta y vuelvo a tomar mi brocha—. Tienen razón en decir que el lugar pudo no ser el mejor y si pudiera cambiar eso, claro que lo haría para que estuviéramos solas y pudiéramos hablar mejor, pero no me arrepiento de nada de lo que le dije aunque ustedes digan que fue demasiado rápido.

— ¿No te arrepientes? —Sophie enarca las cejas.

—No, para nada. Puedes llamarme tonta o lo que quieras, pero lo haría de nuevo. Lo que pasa que están acostumbradas a quedarse calladas siempre y esperar que Dylan o Aiden actúen leyéndoles la mente, y lo peor es que se enfadan cuando no hacen lo que ustedes esperan porque piensan que los demás son adivinos... Digo, está bien si a ustedes les funciona y quieren seguir con eso, pero a mí no me gusta. —No trato de sonar molesta, pero inconscientemente puede que lo esté un poco aunque no entiendo la razón—. Si Camila me gusta, entonces me gusta. ¿Por qué tiene que ser tan terrible? Si no está cómoda, perfectamente puede dejar de hablarme porque no la estoy obligando a nada. Sólo quería decírselo y no, no me arrepiento de nada lo que dije. —Repito.

— ¿Y si Camila no quiere hablarte más porque la espantaste? —Me pregunta Sophie, mirándome como si tuviera toda la razón y yo estuviera fingiendo estar bien—. No te ha hablado en dos meses, Lauren. ¿Sigues pensando que lo hiciste bien?

—Si Camila no quiere hablarme más entenderé que era mejor terminar las cosas antes de llegar a más, Sophie. Obviamente hubiera querido que eso no pasara, no voy a mentir, pero iba a pasar en algún momento y si lo piensas, es mejor que ocurra lo antes posible.

—Suena como si te estuvieras poniendo el parche antes de la herida.

— ¿A qué te refieres?

—Convengamos que cuando te gusta alguien, te asustas —me dice Audrey, haciendo una mueca cuando piensa mejor su respuesta—. Es decir, es normal, seguro a todas nos pasa, pero tú en específico tienes mucho miedo de que las cosas salgan mal y... No sé cómo explicarlo.

— ¿Explicar qué? —Las miro a ambas, que se miran entre sí—. No entiendo.

—Como te dije antes —empieza Sophie, dándole golpes al espacio en el suelo junto a ella para que me siente, pero niego con la cabeza—, el panorama con Camila estaba terrible, si quieres que te diga la verdad. Yo no me habría arriesgado y esperaría a que las cosas se aclararan solas, ¿me entiendes? Creo que es lo que la mayoría de la gente hubiera hecho en tu lugar —suelta una risa—. Es verdad que no soy tan directa y que cada uno es como es, pero debes admitir que también lo hiciste por tu miedo a sufrir.

—Es verdad —murmura Audrey—. O sea, yo también creo que preferiste decepcionarte ahora que hacerlo después porque estás segura de que sí o sí habrá una decepción y por eso elegiste el momento que más te favorecía para sufrir lo menos posible.

—Pero no fue una decepción cuando ya sabía lo que iba a responderme.

—Exactamente.

— ¿Exactamente qué? —Me está confundiendo.

—Estás predispuesta a que las cosas salgan mal con Camila y aunque sabías que seguía enamorada de Nicholas, se lo preguntaste de todas maneras para decepcionarte porque te gusta... Y te gusta tanto que te asusta. —Murmura Audrey.

—Tómalo como... Como una forma de protegerte, Lauren. —me dice Sophie—. Creo que en el fondo y sin darte cuenta querías que Camila se sintiera agobiada para así no tener que tomar la decisión de alejarte cuando sabías más que bien que después de besarla, ya no podías.

Entreabro la boca para responder, pero me hace un poco de sentido lo que está diciéndome. En parte, al menos, porque es verdad que a veces pienso demasiado las cosas y entro en pánico cada vez que existe tan sólo un resultado que podría no ser favorable.

Al verla en el departamento de Nicholas, imaginé que querría volver con él al saber que yo no estaba más interesada y mi nerviosa necesidad de escucharla, no sólo saber, sino escucharla decir que está enamorada fue la única manera que se me ocurrió de confirmar que no existían posibilidades para mí.

Pensé que su regreso con Nicholas era un destino inevitable y que no tenía nada más que hacer, que nunca podría enamorarse de alguien como yo porque no soy el tipo de persona que podría quererla como está acostumbrada a que la quieran y... Buscaba protegerme, más que nada.

Pude haberle dicho que me gustaba sin insistir en que me respondiera, pero necesitaba escucharla. Necesitaba confirmar esa verdad que yo ya conocía.

—Bueno, puede ser —digo después de hacer una pausa—. No lo había pensado así, pero es posible que... Es decir, no quería que se sintiera agobiada —aclaro porque al menos no era mi intención—, sino que ansiaba escucharla decir que estaba enamorada de Nicholas para entender que nunca vamos a funcionar. Camila tiene una relación muy extraña con él y estos días he pensado que jamás va a desligarse completamente de eso, ¿sabes? —Me rasco la frente y suspiro—. Pensé que era mejor así... Saberlo ahora antes de involucrarme más.

—Siempre dices que las cosas no son blanco o negro —me recuerda Audrey—, y creo que aquí está pasando justo eso. Piensas que sólo puede ser posible una cosa, una elección, y no es así, Lauren. Ni siquiera hay una elección que tomar porque que esté enamorada de Nicholas no significa que no pueda sentir cosas por ti... Algún día, claro, no pasará de la noche a la mañana.

— ¿Y tengo que conformarme con ser la segunda opción?

—Es que no vas a ser la primera —me dice—. Por más que quieras, no lo vas a ser. A Nicholas lo conoce hace años y a ti hace meses, pero si dices que sólo te gusta... Pudiste haber esperado un poquito más.

—Porque puede que tú tampoco te enamores de ella, puede que en un mes ni se saluden o... Hay muchas posibilidades. Nadie sabe lo que pasará en el futuro y tenerle miedo es una tontería que te está dominando —continúa Sophie, ya sin esa actitud burlesca—. Mira, a lo que queremos llegar, o lo que yo pienso de todo este enredo, es que no tener las cosas claras no asegura que sí o sí te hará sufrir. A mí, al menos, me sorprende que te haya devuelto el beso en vez de lanzarte lejos. Es un avance.

—También es válido que no quieras esperar y que prefieras alguien que no esté tan atada a su ex —me dice Audrey, sonriéndome—. Pero eso tienes que decidirlo tú, no ese miedo irracional que le tienes a sufrir.

Suspiro.

—No es tan así... Bueno, sí, pero no. ¡Aggh! —No sé por qué de pronto me dan ganas de ponerme a llorar—. Yo pensé que se había acostado con Nicholas, por eso se lo pregunté tantas veces. Me asusté.

—No creo que se haya acostado con él —me dice Audrey—. Por lo que sabemos, él la odia.

—Camila me dijo que no había pasado nada y le creo, pero me puse nerviosa.

—Puedes sólo acostarte con ella, coquetear y pasarlo bien, ¿verdad? —Me dice Sophie—. ¿Quién dice que ella no querrá eso?

—Para mí no sería sólo coquetear —le digo lo mismo que le dije a Camila porque es la verdad y porque me conozco lo suficiente para saber que relacionarlos sólo de esa manera lo va a empeorar para mí—, y no sirvo para esas cosas. No, gracias.

—Eso pasa porque te enamoras por la vagina —presume Sophie—. ¡Te lo dije! Todas lo hacemos.

—Que tú lo hagas no significa que todas lo hagamos —le dice Audrey—. Mejor cállate porque no la estás ayudando.

—Tú eres la que más lo hace —se burla Sophie, poniéndose de pie para terminar toda la habitación antes de las seis de la tarde, que es cuando su mamá llega del trabajo y cuida a los mellizos—. Bueno, eres la segunda. La primera es Lauren porque acaba de destronarte y creo que vale el doble porque sólo le dio un beso hace meses y sigue pensando en ella.

— ¡Ya deja de decir eso! —Tomo un poco de pintura con mis dedos y trato de ensuciarle el pelo rubio—. ¡No me enamoro por la vagina!

— ¡Vagina! —Escuchamos la voz de Betty en la puerta de la habitación y nos giramos para verla en su vestido de princesas después de hacer una mini fiesta de disfraces para que se entretuvieran en la sala de estar—. Yo tengo una. —Hace girar la falda de su vestido celeste y ríe.

—Gracias, Lauren —se queja Sophie—. Ahora no dejará de decirla así como no para de repetir la vergonzosa historia de mis bragas sucias.

— ¿Qué? Tú empezaste, además no es una mala palabra. —Me defiendo, aunque Betty es pequeña para andar repitiéndola cada cinco minutos. Espero la olvide.

—Sí, sí, como digas, ahora hazte cargo de ella para que vuelva a la sala de estar —me ordena, limpiándose el pelo mientras Audrey se ríe porque Betty me odia y me lo hará más difícil que a ellas—. Es tu turno de jugar con mis hermanos hasta que olviden que estás ahí y puedas volver a ayudarnos.

—Me ofrecí para ayudarte con la habitación, no para ser una niñera.

— ¡Ah! Ahí viene tu fiel enamorado. —Exclama Sophie cuando Brett se detiene detrás de Betty, sonrojándose cuando lo miro desprevenida. Me causa gracia que sea tan tímido a diferencia de su hermana, que no tarda en hacerme un desprecio por lo celosa que está de que Brett no haya querido jugar a las muñecas con ella, pero conmigo sí—. Hola, Brett. ¿Viniste a buscarme?

Él niega con la cabeza y con uno de sus dedos me apunta para hacerle ver que quiere jugar conmigo, no con ella. Podría derretirme ahora mismo.

—Betty, no le pongas esa cara. —La regaña Sophie—. Lauren es nuestra amiga, no seas mala. Enséñale tus juguetes y sé amable.

—No quiero enseñarle nada —le responde Betty, lamiéndose unos restos de chocolate que encuentra entre sus dedos—. Tengo hambre, Soph. ¡Comida, comida, comida! —Anima a Brett a saltar mientras grita con ella, y aunque él está un poco avergonzado de hacerlo, termina siguiendo los gritos de Betty.

—Yo también muero de hambre —dice Audrey, acercándose a Betty para tomarla en brazos—. ¿Por qué no hacemos una pausa y vamos a cocinar algo? —Betty pone sus manos en los hombros de Audrey, aún reacia a cualquier interacción con nosotras porque juro que es la niña más difícil que he conocido en mi vida, pero se convence de que cualquiera de nosotras es mejor que yo, así que no le queda opción que quedarse quieta cuando Sophie se inclina para cargar a Brett.

Me acerco a Sophie para saludarlo y de inmediato le sonrío alegre. Toco la punta de su nariz con mi dedo índice mientras arrugo la nariz y sacudo la cabeza, acercándome en un intento para que se sienta más en confianza conmigo, pero él lo único que hace es cubrirse el rostro con las manos y acurrucarse en el cuello de Sophie. Está tan avergonzado que me siento hasta mal, pero no estoy haciendo nada.

—Ya que Lauren tiene las manos desocupadas... —murmura Sophie—. Y si no quieres ser niñera, entonces te toca cocinar porque las tareas son compartidas, ¿verdad, Betty?

Betty me mira y vuelve a hacerme un desprecio infantil.

— ¿Me haces esas caras después de ayudar a decorar tu habitación nueva? —Niego lentamente con la cabeza, decepcionada mientras capto su mirada—. Creí que seríamos amigas ahora que te conseguí ese disfraz de último momento.

—No es un disfraz —me dice, mirándome mal—. Es mi vestido.

—Pero te compré esa linda corona y te hice esas trenzas tan lindas que tienes. —Mi intento por agradarle a Betty es de las cosas más patéticas que he hecho porque no se me da muy bien y hace que me replantee la idea de trabajar en un hospital pediátrico. Pensaba ser buena con los niños por la paciencia que les tengo y lo mucho que me gusta jugar con ellos, pero Betty es la excepción. La única excepción hasta ahora.

Ella no me responde, sino que se voltea en dirección a Sophie para darme la espalda y repetirle que tiene hambre. Audrey me mira llena de compasión como si hubiera recibido el peor rechazo de mi vida, Sophie se burla cuando los mellizos no están viéndola y Brett continúa escondido porque no soporta el peso de la vergüenza al tenerme cerca.

Estoy desastrosa. Tengo puesta una camiseta vieja que me dobla en tamaño y que ya está sucia con la pintura, unos pantalones que se rasgaron en la zona de la rodilla cuando comenzamos a sacar los muebles de la habitación y el pelo es lo único rescatable al peinármelo en dos trenzas que me hacen ver casi igual que Betty. Sólo puedo pensar en irme a casa, comer chocolate y luego ducharme para ir a estudiar.

Suspiro antes de ir hasta la cocina con ellas y buscar mi bolso para llamar a mi papá y avisarle que llegaré un poco más tarde antes de empezar a cocinar cualquier cosa que se me ocurra. Estoy escuchando cómo Betty canta una canción de princesas, Sophie intenta que Brett deje de estar avergonzado y Audrey se une a jugar con Betty cuando encuentro mi celular...

Y juro que mi corazón se detiene cuando veo que tengo un mensaje de Camila.

Empiezan a sudarme las manos y aprieto mis labios con fuerza cuando parpadeo, confirmando que es ella. Es un mensaje... de ella.

Al principio pienso que quizás se equivocó porque es el nombre de una canción. Y luego recuerdo nuestra conversación sobre esa banda que tanto le gusta. Una conversación que creí olvidada porque como ese mismo fin de semana dejamos de hablar, no creí que lo retomaría. No creí que volvería a hablarme, a decir verdad.

Pero ahí está. Su nombre avisándome un nuevo mensaje.

''Pensando en cuándo será la próxima vez que te escuche cantar canciones de Justin Bieber mientras me maquillo porque por cierto, tengo más sugerencias para mejorar tu gusto musical cuando volvamos a vernos, así que... Tú sólo avísame.''

Okumaya devam et

Bunları da Beğeneceksin

1.1M 68.3K 59
http://royal-disposition.tumblr.com/
246K 14K 49
Sinopsis: -¿Cómo sucedió esto?- preguntó mi padre confundido y sin mirarme. -Todo era tan perfecto y ahora....- -Esto es real.- susurré intentando...
53K 3.7K 12
"¿En qué momento se nos pasó esta puta idea por la cabeza? Si tan sólo hubiéramos sido precavidas, si tan sólo nos hubiéramos quedado en casa a ver p...
624K 41.3K 92
Cuando tenía 15 años, creía fielmente en el amor. Creía en la fidelidad de un hombre. Le atribuía todo lo bueno que un príncipe azul pudiera poseer...