He escuchado miles de veces que el tiempo es relativo, y lo he comprobado con el paso de los años. Sin embargo, el tiempo avanza verdaderamente rápido, incluso sin darnos cuenta.
Pero ahora, el tiempo realmente me preocupa, pues los días han pasado demasiado rápido para mi gusto. Mañana es la batalla, y el problema no es ese, si no que aún no he logrado poner los escudos. Es muy frustrante, tanto que, no he querido decirle a mi padre que me ayude porque se supone que debería de poder. No quiero decepcionarlo. Nunca ha habido algo que no pueda hacer y no comenzaré con esto.
Esta semana, Edward ha tratado de que lo perdone, pero aún no lo hago. No del todo. Una parte sigue siendo molesta ante el hecho de que me haya comparado. Aparte de que me gusta hacer un poco de drama.
Me miro en el espejo. Mi falda roja se ajusta a mi cuerpo y la blusa gris combina perfectamente. Me pongo mi labial rojo fuego, el cual, no puede faltar y listo.
Bajo las escaleras y ya todos me están esperando.
—Vamos —dice Kate y así todos salimos.
No tengo idea de cómo hacerlo, pero tengo que poder poner esos escudos. Y no es porque lo vayan a necesitar, fácilmente podría proyectar el don de Isabella a mi favor, pero soy Ignis Estrella de la Mañana y debo poder poner los dones, como la hija del diablo y la creadora de vampiros que soy.
Todos fuimos a una parte del bosque. Nos detuvimos. Los que quedaron cerca de mi fueron Emmet, Garret, Jasper, Edward y Kate. Los lobos se encuentran también pero más alejados, evitando crear incomodidades o algún posible enfrentamiento con los demás vampiros.
—No es por presionarte, pero solo tienes el día de hoy para poder poner los escudos —dice Kate
parándose enfrente de mí—. Tienes que visualizarlo. Imagina de qué color es. Imagina quién quieres que lo tenga...
—Es difícil —digo frustrada al ver que no puedo—. Por primera vez, creo que no podré hacerlo —digo en un susurro.
—¡Oh, vamos! Eres nuestra creadora, claro que podrás hacerlo —exclama Emmet con una sonrisa burlona, pero sé que lo dice de verdad.
—Probemos con... —detiene su vista en Rose, la cual está en un árbol, pero niega con una sonrisa.
—Paso —dice y alza las manos.
—Necesita un incentivo. Tal vez así pueda hacerlo —dice mirando a todos, con excepción de Edward. Él se acerca y se pone en frente de Kate.
—Yo lo haré —me iba a negar, pero Kate adelanta.
—No —dice—. Está enojada contigo, hasta podría dejarte morir —todos ríen, pero Edward y yo no lo hacemos.
—Lo haré —dice con decisión. Me mira y yo asiento con la cabeza.
Trataré de hacer todo para que no te pase nada. Digo en su mente.
Te amo y haré hasta lo imposible para que me perdones.
No respondo, solo sonrío un poco y él también lo hace.
—Empecemos —dice Kate—. Porque esas caras que ponen me dan miedo —nosotros solo reímos—. Bien, efectuaré mi don en Edward y tú busca la manera en que él pueda defenderse.
—¿Cómo se supone que haré eso? —pregunto, pero ella solo se encoge de hombros.
—Está bien, aguantaré.
—Eso dice ahora —susurra Garret, aunque todos lo escuchamos a la perfección.
—Concéntrate, o le va a doler —dice Emmet con burla y Ed solo rueda los ojos. Kate acerca su mano a Edward y antes de que pudiera decir algo, él cae adolorido al suelo.
—¡Kate, para! —digo preocupada—. Perdóname, ¿estás bien? —asiente y me da una sonrisa, la cual correspondo.
—No te preocupes, estoy bien —lo ayudo a levantarse—. Inténtalo de nuevo. Sé que puedes —yo asiento y le sonrío.
—¡Oye, no la está motivando! —exclama Emmet con su típica sonrisa burlona.
—¿Quieres intentarlo? —Edward lo reta con un poco de desespero y Emmet solo alza los brazos en signo de rendición.
—Vamos de nuevo —siento como algo sale de mi y pasa a Edward pero solo fueron unos segundos para que volviera a caer al piso—. Vamos bien, ya lograste pasar el escudo pero no lo has dejado permanentemente.
—¡Estás loca, Kate! —exclamo, pero ella se encoge de hombros.
—De acuerdo, este es todo mi poder —dice poniendo su palma al frente mientras Edward me da una mirada de súplica.
Me vuelvo a concentrar y siento como algo vuelve a salir de mí para ir con Edward, cuando Kate pone su mano, no pasa absolutamente nada.
Los demás sueltan una expresión de asombro. Pero siento como alguien quiere contactarse conmigo así que lo dejo.
Conversación mental
—Hola, hija —yo sonrío.
—Hola, padre ¿pasa algo?
—Es sobre el don que tratas de poner. Hay algunas cosas que debes saber —frunzo el ceño ante sus palabras, se supone que no debía saber nada, pero claro, es el diablo—. ¿Todos los que estarán en la pelea se encuentran reunidos en este momento contigo?
—Así es, padre, ¿por qué?
—Te ayudaré a poner el don en todos al mismo tiempo. Pon atención —yo asiento, pero ruedo los ojos al recordar que no puede verme—. Imagina a todos los que quieres poner el don —dice y yo hago lo que dice mientras cierro los ojos—. Piensa en el color de cada uno —hace una pausa—. En los dones de cada uno, en la vida humana que tuvieron. Piensa en como se vería si ya lo están proyectando y por último, recuerda que eres mi hija y no hay nada que no puedas hacer.
—Ya lo hice, pero no sé si haya funcionado.
—Compruébalo y si no, inténtalo de nuevo. Sé que podrás hacerlo —sonrío por eso—. Una cosa más, el escudo solo los protegerá así mismos y durará un par de días ya que es una habilidad implementada, no es parte de ellos.
—Gracias por todo, padre, te veré mañana.
—Así será, hija. Y tienes que saber que puedes pedirme lo que sea, nunca me decepcionarías.
Fin de la conversación mental
—Solo espero que no esté platicando con su amigo —dice Edward sin saber que ya lo escucho.
—No tendrías que estar celoso —todos voltean a verme cuando me oyen—. Estaba hablando con mi padre —puedo notar como se tensan ante la mención.
—No se alarmen, solo es el diablo cuando se enoja —dice Edward tranquilo, lo cual me da risa porque cuando lo conoció, sin duda desprendía un poco de miedo.
—O cuando amenaza —lo secundo.
—O cuando no hay alcohol —dice Edward siguiéndome el juego al ver a los demás un poco asustados.
—O cuando lo contradicen.
—O cuando cuida a su hija —ruedo los ojos divertida.
—O cuando... —iba a seguir hablando, pero Emmet me interrumpió.
—¿Y cuando no es el diablo? —pregunta con burla, pero también con algo de miedo y nervios. Edward y yo nos miramos.
—Cuando está con Chloe —decimos al unísono.
Espero les guste el capítulo.
Jocelyn C.