más de ti [camren]

By cabellosfreedom

1.1M 59.6K 108K

[camren] More

INTRO (LEER)
PRIMERA PARTE - APOLO & DAFNE
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
SEGUNDA PARTE - ORFEO & EURIDICE
26
27
28
29
30
31
32
33
34
35
36
37
38
39
40
41
42
43
44
45
46
47
48
49
50
TERCERA PARTE - EROS & PSIQUE
51
52
53
54
55
56
57
58
59
60
61
62
63
64
EXTRA #1
65
66
67
68

25

17.3K 902 2.4K
By cabellosfreedom




Lauren

La incomodidad de Camila es tan clara, tan evidente, que dudo que Nicholas no la haya notado cuando se detiene detrás de ella, mirándome sobre su hombro. Y no es hasta que él habla para llamar mi atención que dejo de esperar una respuesta de su parte que no va a llegar. No es tan valiente.

— ¿Ah? —Digo cuando pareciera que Nicholas está hablándome. Él sonríe, un poco incómodo y luego dice que acaba de preguntarme algo—. ¿Qué cosa? Disculpa, no te escuché. —No me pasa desapercibido que por un instante, tan breve que no lo habría visto de no haber estado mirando justo en esta dirección, Nicholas apoya una de sus manos sobre la cintura de Camila para quitarla de la puerta.

Aparto la mirada tan rápido como me doy cuenta de lo que está haciendo porque no quiero sentirme como una intrusa en tierras extrañas, pero me siento peor al ver que ella no aparta su mano. Cien veces peor.

—Te estaba diciendo que no pensé que vendrías tan pronto —me dice Nicholas, cruzándose de brazos cuando Camila se niega a moverse—. Creí que estarías todo el día durmiendo después de anoche porque dijiste que habías bebido de más con tus amigas.

—Te escribí hace poco para avisarte que venía en camino —le hago saber—. De hecho, estuve llamándome hasta poco después de subir en el ascensor para preguntarte si podía venir, pero supongo que no lo viste. —Arrugo la nariz—. Si es un mal momento, entonces podríamos vernos en la universidad. No quiero interrumpir nada.

Camila me mira con una expresión incrédula al escucharme ser tan comprensiva con él como no lo fui con ella, pero la ignoro. Obviamente lo seré si es él quien me dice que no puede recibirme porque justamente vengo a verlo a él y es su casa.

—No interrumpes nada, Lauren. —Nicholas abre un poco más la puerta y se hace a un lado para dejarme pasar—. Entra, parecía ser algo urgente cuando me llamaste hoy en la mañana.

—Lo es, pero... —Me aclaro la garganta y sacudo la cabeza, de pronto sintiéndome como si estuviera entra la espada y la pared—. Pero puede esperar.

— ¿Te molesta que no esté solo?

—Es que te ves ocupado.

—No te preocupes por eso. Preguntaba porque sé que la idea era no ir a tu casa porque estaba tu papá y querías privacidad... —Hace una mueca y detrás de Camila, finge una expresión de rechazo al tenerla entre nosotros. Sé que se trata de una broma, pero a mí no me da risa.

Niego con la cabeza.

—No, no me molesta —respondo distraída—. Supongo que será divertido... O lo que sea. —Es lo primero que se me ocurre agregar y además de hablar mucho hasta el punto de ser insoportable, los nervios hacen que diga incoherencias.

Soy tan ridícula. ¿Qué podría tener de divertido estar con Nicholas mientras ella está en el mismo lugar?

—Sí, qué divertido, Lauren. No aguanto la emoción. —Camila me responde sarcástica y luego se aparta, entrando al departamento antes que yo. Nicholas esboza una sonrisa como disculpa, pero finjo no haberme dado cuenta de lo descortés que está siendo.

Al entrar, no sé muy bien qué hacer con mis manos, así que las meto dentro de los bolsillos de mi chaqueta. Camila se sienta en el sofá y la veo rodar los ojos al darse por vencida a la idea de que voy a quedarme, aunque no vuelve a decir nada.

Me gustaría acercarme y preguntarle a qué se refiere con decir que estaban en medio de algo importante, pero supongo que tengo que resignarme a que no podré hablarle durante el resto de la tarde si no quiero que Nicholas sepa que nos hemos acercado las últimas semanas.

La verdad es que a mí ya no me importaría que lo supiera, se lo diría yo misma si no fuera porque sé que Camila se moriría si Nicholas supiera que somos como... Amigas, por decirlo de una manera. No querría volver a dirigirme la palabra, y a veces hasta tengo la impresión de que lo negaría y me dejaría como una mentirosa.

— ¿Subamos a mi habitación? —Me pregunta Nicholas, rascándose la nuca mientras se pone de espaldas al sofá—. Estaremos más cómodos y vamos a poder hablar mejor.

Su expresión es una clara advertencia de que no quiere estar en presencia de Camila, y me encuentro asintiendo con la cabeza porque por la actitud que ella tiene, dudo que podamos hablar sin antes ver cómo se involucra en nuestra conversación.

No me sabe bien dejarla sola, ni mucho menos por él. A pesar de que a Camila no le importaría si la situación fuera al revés, y hasta me sonreiría victoriosa por ser quien pasaría tiempo a solas con Nicholas, no puedo estar feliz. No puedo sentirme tranquila cuando parecía estar a punto de suplicar que por favor me fuera.

Lo último que puedo ver antes de subir las escaleras es que está moviendo sus piernas, impaciente, y que se lleva las manos a la frente mientras cierra los ojos y también suspira, controlándose o tratando de hacerlo antes de explotar por la idea de que Nicholas vuelva a dejarla sola por mí. Al menos yo creo que se trata de eso porque la veo capaz.

Estando detrás de Nicholas al llegar a su habitación, me fijo en que él también tiene el pelo húmedo, que huele a jabón y perfume masculino, pero trato de ignorarlo o en serio podría ponerme a llorar y me niego a quedar en vergüenza.

—Discúlpame por no abrir la puerta —me dice cuando cierra la puerta antes de ofrecer su ayuda para quitarme la chaqueta y estar más cómoda. Me pongo de espaldas a él para que lo haga mientras veo por primera vez su habitación.

—No pasa nada —le sonrío un poco.

—Espero que Camila no haya dicho nada que te hiciera sentir mal —agrega al dejar mis cosas sobre un sofá que está en una de las esquinas—. Estábamos... Bueno, estábamos discutiendo antes de que te llegaras y espero que verte no empeorara su mal humor.

—No te preocupes, sólo me saludó y estaba preguntándole por ti cuando saliste. —Sigo con una sonrisa falsa en la boca para que no se dé cuenta de lo mucho que quiero estar en cualquier otro lugar menos aquí.

No precisamente por tener algo contra Nicholas, hasta diría que me agrada pasar tiempo con él, pero no puedo parar de pensar en que Camila se quedó callada cuando le pregunté si había pasado algo antes de que yo llegara o si estaba enamorada de él. Al verlo, eso es todo lo que veo. Todo lo que pienso.

—Bien —me dice, esbozando una sonrisa ladeada que meses atrás habría provocado que quisiera lanzarme a sus brazos para besarlo—. Odiaría que te hiciera pasar un mal rato por mi culpa.

— ¿Estás seguro de que puedo quedarme? —Le pregunto al tener la sensación de que es verdad que estaban en algo importante—. ¿No interrumpo?

—Para nada —me asegura—. Quédate tranquila.

Lo miro unos segundos y confirmo que no vamos a funcionar. No siento las mariposas. No siento la exasperación que aparece cuando Camila llega creyéndose el centro del universo. No hay nada.

Y aunque cuando dije que me gustaría ser su amiga lo dije de verdad y porque me gusta tener una buena relación con las personas que no me ha hecho nada, no me gustar sentir que miento. Y con él me siento como una mentirosa todo el tiempo, incluso en la primera cita cuando ya había tenido pensamientos sobre Camila al verla lamerse los dedos después de beber vodka cuando estudiamos por primera vez. Esa sensación de no estar siendo sincera es la que me incomoda, no él.

—Por cierto, ¿cómo estás, Lauren? —Me pregunta al sentarnos sobre la cama, él tiene la mandíbula un poco tensa, pero se esfuerza por parecer tranquilo—. Te despedirte tan rápido en el bar que no pude preguntarte si te ibas a tu casa o esperarías a una de tus amigas. Creo que... ¿Sophie? ¿Así se llama? —Asiento con la cabeza—. Creo que ella se fue con Audrey, así que supongo que tú te fuiste a tu casa.

—Sí. Pedí un taxi a una salida del bar —le digo parte de la verdad—. No tuve tiempo para despedirme bien porque tenía que llegar antes de que mi papá se preocupara. ¿Te quedaste hasta que Aiden se fue?

—No, no —me responde—. Lo habría hecho, pero Kat quería dormir y Hook no tenía intenciones de dejar ese bar. Me ofrecí a traerla al departamento y luego me quedé cuidándola mientras ellos terminaban la fiesta. —Lo escucho con atención—. Lamento no haberte llamado anoche, o hablarte en el bar. Mi celular murió y te debo muchas disculpas.

—Ya te disculpaste, Nicholas.

— ¿No estás aquí para eso?

—No. Hoy iba a quedarme en mi casa a estudiar todo el día, pero salí porque necesitaba hablar contigo. —Me acomodo en el centro de la cama y me hago una coleta mientras Nicholas pone a cargar su teléfono después de mostrarme que su batería está muerta—. Ahora que lo pienso debí esperar que me contestaras... —me disculpo—. Si hubiera sabido que estabas tan ocupado entonces habría venido otro día.

—No estaba ocupado —me dice—. En realidad tampoco sabía que Camila iba a venir. Estaba durmiendo cuando llegó porque tuvo algunos problemas en su casa y quería estar con alguien.

— ¿Problemas en su casa? —Pregunto rápido porque me alarma pensar que de nuevo la están haciendo sentir mal.

Incluso sintiéndome mal por el hecho de que pudiera estar con él, sigue preocupándome que haya podido discutir con su mamá o su hermana esta mañana cuando se fue de mi departamento.

—Sí, lo mismo de siempre. La familia de Camila es casi tan problemática como ella.

Que Camila tenga problemas en su casa no es sorpresa incluso para lo poco que la conozco, porque si quiso irse a dormir conmigo significa que la situación no mejora. Pero también está el hecho de que continúa recurriendo a Nicholas cuando se siente mal.

Sé que es lo esperable, que se conocen desde hace años y que hace sólo unos meses decidieron terminar, pero me causa una sensación extraña. Una sensación que ni siquiera puedo identificar como celos porque nunca antes la había sentido.

—Espero que con verte se haya sentido mejor —murmuro sin pensar, y lo digo de verdad porque más me importa que no se sienta sola que el hecho de que pueda llegar a herirme.

—No creo —me dice Nicholas.

Los labios me pican con curiosidad cuando las palabras se me atoran en la garganta, y por más que no quiera meterme en asuntos que no me corresponden, le pregunto—: ¿Por qué no?

—Porque no creo que nada la haga sentir mejor. Ni ella entiende qué es lo que tanto le molesta de la gente. Desde que la conozco que pelea mucho con sus papás... —Se encoge de hombros y me mira—. No me caen muy bien, pero ella también es bastante complicada y debe ser difícil convivir con su carácter todos los días, no culpo a nadie.

No oculto la sorpresa de que indirectamente los esté defendiendo. O más bien justificando.

— ¿Qué quieres decir?

—Que he visto cada faceta de Camila, sobre todo las peores y cuando discute y se enoja es como... Como un volcán. Es muy impulsiva y tendría problemas aunque su hermana y su mamá fueran unas santas.

Por cómo se refiere a ella cuando está conmigo, sin saber que la conozco más que por verla un par de veces en la universidad, pensaría que no la soporta. Me cuesta entender por qué Camila buscaría a alguien que no la quiere para consolarla, alguien como Nicholas que se esfuerza tanto por dejarla mal con otra gente.

No sé nada de su relación, puede que hasta tenga razones en decir que es mentirosa y manipuladora, pero no sólo se trata de cómo se refiere a ella, sino que Nicholas pareciera no querer dejarla tranquila al recibirla en su casa para darle a entender que va a ayudarla y luego convencerla de que es todo su culpa además de hablarme mal de ella en la primera oportunidad que se le presenta.

No puedo entender cómo alguien así le transmite tanta confianza como para buscarlo cada vez que tiene un problema.

— ¿Y le dijiste todo eso? —Frunzo el ceño al preguntárselo.

— ¿Qué cosa? —Pregunta distraído.

—Lo que acabas de decir —le aclaro—, que sería difícil convivir con ella y que en parte entiendes a sus papás y su hermana, ¿se lo dijiste o sólo lo pensaste?

—Mmm... ¿Sí? —Suena como una pregunta, seguramente porque no entiende a qué va mi pregunta—. Sí, claro que se lo dije.

Asiento con la cabeza y me hago la que no entiendo.

—Entonces... —murmuro—. Tu ex viene porque tuvo problemas en su casa, problemas que conoces porque estuviste con ella tanto tiempo que conoces a sus papás al punto de que no te simpaticen, ¿y le dices que es culpa suya por ser tan complicada? ¿Así es como consuelas a la gente?

Nicholas no responde de inmediato, sino que parece pensarlo unos segundos antes de aclararse la garganta, algo incómodo.

—Dicho así suena horrible.

—Porque es horrible.

—Es que no entiendes porque no la conoces. Siempre se lo digo y por eso se molesta, odia que le digan la verdad. Camila viene, hace cosas de las que después se arrepiente y cuando doy mi opinión sincera sobre las peleas de mierda que tienen en su casa, empieza a gritar como una loca. —Abre mucho los ojos para dramatizar el estar agotado de escucharla—. Pensé que te había dicho algo malintencionado cuando las vi en la puerta porque precisamente estaba gritándome antes de que llegaras.

Suspiro y aparto la mirada.

—Tal como lo dices deberías no recibirla en lugar de hacerla entrar y ya. Digo, si es tan insoportable, no entiendo para qué la dejas entrar. —Nicholas no entiende mi sarcasmo y asiente con la cabeza, pensando que estoy de acuerdo con todo lo que me dice y quiere hacerme entender.

—Tendré que seguir tus consejos para que me deje tranquilo —trata de bromear—. ¿Tú también tienes ex's locos que no te dejan en paz? Siempre hay uno. —Se ríe de su propio chiste—. Creo que tengo una debilidad con las más difíciles, ¿sabes? No existe una sola que quiera verme porque siempre terminan odiándome.

—Me llevo bien con todos mis ex's. —Le respondo, tragándome la molestia de que siga llamándola por lo que él intenta sean descalificaciones en vez de su nombre.

—Nah, no te creo. —Se ríe—. ¿Con todos?

— ¿Por qué es tan difícil de creer?

—Porque es imposible —me contesta—. Estadísticamente imposible.

—Eso es mentira. Sólo he salido con dos personas, pero eran mis amigos antes de empezar una relación y si no me hicieron nada y yo no hice nada intencional para hacerles daño, no entiendo por qué tendría que odiarlos.

—No hablo de odiarlos, Lauren, sino más bien... —Se recuesta en la cama con las manos debajo de la cabeza—. No sé, se me hace imposible pensar que puedes llevarte tan bien con alguien a quien quisiste o con quien te acostaste, aunque puede que tenga la especialidad de relacionarme con trastornadas y sean el problema de no poder como tú. —Me sonríe.

No puedo evitar no hacer una mueca.

— ¿Trastornadas? —Por más que me sonría, que sea simpático al decirlo como si fuera una palabra inocente, no puedo evitar preguntarme si yo también terminaría dentro de la categoría de novias locas de la que tanto habla.

—Sí. Ya sabes, mujeres complicadas, histéricas, como la mayoría... —Se da cuenta de cómo lo estoy mirando y se retracta de lo que iba a decir—. Es broma, es broma. —Se inclina para empujarme suavemente e intentar hacerme reír—. No estoy diciendo que todas lo sean, sólo la gran mayoría con las que yo he estado. Estoy hablándote desde mi experiencia personal.

Nunca podría negar algunas de las cosas que dice de Camila, porque incluso sabiendo su versión podrían ser ciertas, pero me llama la atención que nunca hable de sí mismo.

Me cruzo de brazos y apoyo en mi espalda en la pared junto a la cama, ya sin ganas de hablar con él en absoluto. Me iría ahora si pudiera.

— ¿Te puedo hacer una pregunta?

—Ya me estás haciendo una. —Bromea. Yo no me río.

— ¿Cómo sabes que ellas son el problema y no tú? —Le pregunto.

— ¿A qué te refieres?

—Que así como tú piensas que es imposible llevarte bien con un ex, para mí es imposible pensar que todas tus novias estuvieron locas porque tendrían que ser muy parecidas y la verdad lo único que tienen en común es que estuvieron contigo. —Me llevo unos dedos a la barbilla y murmuro, pensativa, haciendo un mohín con la boca antes de seguir—. ¿Cómo puedes estar seguro de que no eres tú el problema? ¿Lo has pensado alguna vez o sólo las culpas porque es lo más fácil? —Ahora sí sonrío para hacerlo ver como una broma cínica.

La cosa es que a Camila la detuve cuando trató de hablarme de Nicholas cuando estudiábamos juntas porque como he pensado muchas veces, su relación no es de mi incumbencia ni me corresponde saber detalles de quién lastimó más a quién. No puedo basarme en las historias que cada uno cuenta porque no sé la verdad y no me gusta cuando intentan fundarme un odio injustificado por historias que no son mías, y es exactamente lo que Nicholas ha tratado de hacer desde que nos conocimos.

Claro que puedo opinar, sentir que estoy más de un lado que del otro, pero no puedo hacer eso cuando Nicholas no me dice hechos concretos, sino opiniones propias. Por Camila supe que Nicholas le fue infiel, no sé cuántas veces pero lo fue, sin embargo, él sólo me dice lo manipuladora, mentirosa e impulsiva que es Camila sin decirme nada más. Y no voy a despreciarla por eso, nunca podría.

Si supiera algo que haya hecho Camila en el último tiempo para manipular, entonces le daría la razón a Nicholas, pero por lo que he visto, no es tan mala como ha querido hacerme creer, no al menos todavía.

— ¿Estás segura que Camila no te dijo nada antes de entrar? —Me pregunta él, devolviéndome la mirada con duda—. Estás extraña, más callada y... No sé, rara. ¿Todo está bien?

—Sí, sólo te estoy haciendo una pregunta.

—Nunca he pensado que yo sea el problema —me dice, pasándose la mano por el pelo—. Casi siempre venían a joderme por celos y no me gusta que me controlen, así que tenía muchos problemas. Con Camila más que con cualquier otra porque ha sido la única con la que he estado en una relación seria. —Me mira—. ¿No crees que ser controladora sea sinónimo de tener un problema?

—Puede ser, pero una cosa es hacerle ver a tu pareja que tiene un problema y otra muy distinta es no tener en cuenta que tus acciones también son responsables de cómo se sienta, Nicholas. ¿O nunca, jamás hiciste nada que pudiera hacer que fueran celosas contigo? —Me refiero puntualmente a poner los cuernos.

Yo en particular no suelo ser muy celosa, ni me gusta que lo sean conmigo cuando no creo estar haciendo nada que los justifique, pero eso no significa que no voy a entenderlos cuando me explican la razón de sentirlos. Nunca me han sido infiel, al menos no que yo lo sepa, pero imagino que también me sentiría muy insegura e insuficiente si alguien llegara a hacerme algo como eso.

Cuando Camila admitió estar celosa de que estuviera hablando con Nicholas en el bar, lo que me molestó fue que esperara que yo hiciera lo que ella quería, no el hecho de estar celosa en particular.

—Hay relaciones que son más complicadas que otras, Lauren —dice en vez de responder—. Dijiste que fuiste amiga de tus parejas, lo que pudo ayudar a que todas tus relaciones terminaran bien, pero nunca fui amigo de Camila. Nunca fuimos nada más que... Sexo. Siempre fue una relación muy física hasta que empezamos a sentir cosas por el otro y además éramos muy jóvenes. Y estúpidos. Es normal cometer errores cuando desde un comienzo Camila fue difícil de tratar. No lo entenderás porque no la conoces.

Enarco mis cejas.

— ¿Qué tiene eso que ver con lo que te estoy preguntando?

—Será mejor que me digas lo que querías decir esta mañana. Se escuchaba urgente. —Cambia el tema, aclarándose la garganta y apartando la mirada para volver la atención a su teléfono cuando se enciende—. Perdimos mucho tiempo por no haberte respondido las llamadas cuando quisiste avisarme que vendrías y Hook llegará antes de las nueve, y si Kat viene con él, no podremos hablar a solas aunque queramos.

—Sí, tienes razón. —Le digo, mirándolo con atención hasta que vuelve a poner la vista en mí—. Pero antes que nada, quiero aclarar que no lo pregunté para atacarte o meterme en tus cosas, sino porque no me gusta que hables tan mal de Camila o de cualquiera de tus ex's a sus espaldas cuando me repites una y otra vez que no las conozco.

—Como quieras —accede—. No sabía que te molestaba tanto, Lauren, o no te habría hablado del tema.

—Me incomoda, no me molesta. Además, todo lo que dices habla más de ti que de ella. —Cedo fácil a mi necesidad de defenderla porque sigo sin tolerar que se refiera tan mal a ella; es como si fuera más grande que yo, como si no pudiera evitar sentir que debo detenerlo cada vez que menciona su nombre para insultarla.

Juro que si no fuera porque tengo que quedarme, porque es una obligación que termine con esto antes de verme más involucrada, ya me habría ido. No me hubiera quedado a escuchar cómo de nuevo intenta hacerme creer que no hizo nada para que su relación con Camila fuera tan horrible.

—Está bien —dice, sin preguntarme nada más del tema—. Entendido. No deberíamos estar hablando de Camila o de mí, sino de ti —me mira—. O de por qué querías verme.

Asiento con la cabeza y sentándome mejor en la cama, me acomodo el pelo detrás de las orejas al aclararme la garganta. Una de mis ventajas es no ponerme tan nerviosa antes de un rechazo. O sea, no es que esté rechazándolo cruelmente, pero al saber que mis intenciones son buenas y que nunca planeé jugar con él, no me siento culpable o en deuda ante el hecho de no querer una tercera cita. No tendría por qué tomárselo tan mal.

—Yo... —Me detengo un segundo para empezar otra vez—. Quería a hablar sobre lo que pasó anoche.

— ¿Anoche? —Frunce el ceño—. Dijiste que no tenía que disculparme...

—Y no tienes que hacerlo —lo interrumpo—. Estoy aquí porque tenemos un trabajo que terminar y me gustaría aclarar las cosas. Sobre nosotros —añado cuando me mira sin entender—. Es claro que nuestras citas no están funcionando, Nicholas.

— ¿Cómo?

Me lamo los labios, tratando de hablar lo justo y necesario para que lo entienda.

—Me caes bien. De hecho... más que bien —aseguro—. Pero creo que congeniamos mejor como compañeros porque en clases nuestra relación fluye sin esos vacíos que sobran en las dos citas que hemos tenido. O como amigos, puedes verlo como quieras.

Nicholas parpadea y hace una mueca extraña.

— ¿Quieres ser mi amiga?

—Sí —murmuro, sin duda—. Me gustaría ser tu amiga.

— ¿Es broma? —Se le escapa una risa y sigue viéndome como si estuviera hablándole en chino—. Pensé que tendríamos otra cita, Lauren, no que no querrías volver a verme.

—Nunca dije que no quiero volver a verte —le aclaro—, sino que prefiero hacerlo como amigos.

—Lauren, no soy estúpido. Me doy cuenta de cómo me mirabas desde antes de terminar con Camila y... Ah, entiendo, ¿es eso? —Tuerce la boca en un gesto irritado—. ¿Es por ella?

— ¿A qué te refieres?

—Camila te dijo algo en la entrada y por eso ya no quieres salir conmigo.

—Camila no tiene nada que ver —repito. Y sé que en realidad sí tiene que ver, pero lo niego porque no como él piensa—. Ya te dije que sólo me saludó, Nicholas, y si estoy aquí es porque lo decidí esta mañana, así que aunque hubiera me hubiera amenazado con asesinar a toda mi familia, no habría cambiado nada.

—Entonces ¿tengo que creer que cambiaste de opinión de la noche a la mañana? ¿En serio piensas que voy a tragarme eso?

—No fue de la noche a la mañana, fue después de la primera vez que me invitaste a tu departamento. —Le explico—. Tú también sabes que no fue la mejor porque igual que anoche en el bar, estabas en otra parte. Estuviste distraído toda la tarde y... Y creo que no tenemos que forzar las cosas. No funciona.

—Para mí sí funciona, Lauren, y si estás enojada por lo de anoche, te expliqué que era el cumpleaños de Hook y que no fue mi intención dejarte sola...

—No quiero que me expliques nada, en serio —lo detengo, sin mostrarme enojada porque estoy tranquila. No vine aquí a pelear o exigir cosas que no quiero de él—. Pero ya no estoy interesada en verte más que como un buen... amigo. Podemos ser amigos. —Termino con esa palabra para no sonar tan fría cuando en realidad dudo que podamos ser amigos.

Y no lo digo por mí, sino porque Nicholas no parece el tipo de persona que querría tener una buena relación conmigo sabiendo que estoy interesada en su ex novia.

—Espera, Lauren. ¿Te parece si... —Se detiene cuando escuchamos el sonido de su celular y suspiro al oír que Camila grita desde el primer piso que Kat lo está llamando porque Hook necesita ayuda con algo en el estacionamiento. Nicholas pone una expresión de 'lo sabía' y yo me aguanto las ganas de rodar los ojos porque no pude llegar en un peor momento.

Al menos ya se lo dije, pero odio cuando me interrumpen una conversación importante. No me gusta.

—Tengo que bajar, es importante, pero deberíamos seguir hablando otro día —me dice cuando ve las llamadas perdidas en su celular.

— ¿Otro día? —Digo con decepción porque quiero terminar las cosas hoy.

—Tú... Puedes irte. Deberías irte, Lauren, porque si no lo haces tendrás que quedarte sola con Camila y no quiero que te meta cosas en la cabeza —murmura al ponerse de pie—. Discúlpame, ¿sí? Te prometo que seguiremos hablando.

No me da tiempo a responderle porque sale de la habitación y lo último que escucho de él es el sonido de la puerta cuando la cierra con tanta fuerza que doy un ligero respingo en mi lugar. Me quedo sentada un par de minutos, esperando que Camila suba para preguntarme qué tenía que hablar con él, pero no lo hace, y por alguna razón no me atrevo a salir de la habitación ahora que sé que vamos a estar a solas. No me atrevo a verla si estará igual que cuando llegué.

Aún pienso en que Camila no fue capaz de responderme en la puerta, y hay un nuevo pensamiento que ahora no deja de repetirse en mi cabeza y es el hecho que, sin ánimos de sentirme superior o menospreciar que en algún momento sí estuvo realmente enamorado de ella a su manera, sé lo que soy... Y soy muy diferente a Nicholas.

Conozco mi forma de querer, de estar con alguien que me gusta, y aunque no digo que una forma sea mejor que la otra, es un hecho que mi manera no se parece en nada a la visión que tiene Nicholas de estar con otra persona, ni mucho a la visión que seguramente también tiene Camila, así que pienso que si aún está tan enamorada de alguien como él, es muy poco probable que algún día llegue a interesarse de verdad por alguien como yo.


Camila

No sé cuánto tiempo pasa desde que suben a la habitación de Nicholas porque después de los primeros diez minutos pierdo la cuenta, pero me desespera no saber qué pudieron hablar durante esos minutos antes de que Nicholas saliera del departamento para ayudar a Kat con Hook. Me desespera que ellos estuvieran ahí y yo... ¡Yo aquí sola! Estoy convencida de que él le pidió que se juntaran en el departamento para insistirle en tener una segunda cita. Lo conozco.

Pero aunque eso me preocupa, lo que más me tiene irritada es que Nicholas pudiera decirle algo de lo que acaba de pasar porque entonces todo el plan se me iría a la basura. Lauren no querría volver a dirigirme la palabra y ya sé que seguir con eso no es tan necesario ahora que literalmente me acosté con él pero... Pero... ¡Arghhh!

Conociendo algo la personalidad de Lauren, es probable que piense que las dos estamos en algo más serio después de lo que pasó en el bar y no quiero verme envuelta en una situación de mierda que jamás quise. Bueno, una que yo misma busqué. Ese detalle me enoja más.

Me levanto del sofá con la intención de subir hasta la habitación de Nicholas y hacer una escena monumental que obligue a Lauren a marcharse, pero vuelvo a sentarme cuando me doy cuenta que no puedo seguir tratándola mal cada vez que me pongo celosa y que sólo me haría quedar en ridículo. Tengo que controlarme.

A ver, a ver... Tengo que hacer algo, no puedo quedarme aquí con los brazos cruzados. ¿Por qué tiene que demorarse tanto en salir si ya no está con él?

Me pongo de pie al pensar que tal vez podría estar llorando después de saber que tuve sexo con él, pero vuelvo a sentarme cuando me doy cuenta que estoy tomándome su reacción demasiado personal y que no debería importarme tanto que lo sepa. El plan funcionaría de todos modos porque si Lauren no quiere volver a verme, tampoco querrá volver a verlo a él... Pero la verdad no quiero que lo sepa. No quiero que se entere. Ugh.

¡Ugh!

Estoy levantándome por tercera vez cuando escucho la puerta de la habitación. E inmediatamente corro la cocina para servirme un poco de jugo y fingir que no estuve pensando en ir a buscarla yo misma.

Sacudo la cabeza y dejo el jugo sobre la encimera antes de irme a la terraza, sin saber muy bien por qué sigo aquí si debí irme en el instante en que Lauren decidió subir con él. Nicholas me ignorará el resto de la tarde, ella debe estar enojada por mi actitud al recibirla, y aunque Kat esté en el estacionamiento, no es motivo suficiente como para quedarme.

Giro mi cabeza para mirar hacia la cocina y para mi sorpresa, Lauren está caminando directamente hasta la terraza. Mirarla me hace sentir mucho, mucho peor porque es como si todo se mezclara en mi cabeza y juro que no entiendo por qué me siento tan mal. Tan culpable.

Me encantaría ponerme a gritar si no fuera porque en menos de lo que esperaba, dejo de estar sola y Lauren se detiene a mi lado en la terraza, apoyando ambas manos sobre el pasamanos del balcón y quitándose el pelo que se le pega a la cara por el viento. Evito mirarla cuando se cruza de brazos.

Ruedo los ojos y suspiro, sin ánimos de seguir discutiendo o que venga a exigirme una disculpas que no voy a darle. Si se acercó sólo para hacerme ver lo equivocada que estuve en hablarle así cuando la vi llegar, entonces no me importará dejarla hablando sola porque no estoy de ánimos para eso.

No estoy de humor para nada, en realidad, porque no me soporto ni yo.

— ¿Puedo saber por qué estás tan enojada conmigo? —Me pregunta Lauren, y aunque sigo sin verla, me parece que no está enojada, sólo seria—. O mejor dicho, ¿por qué te molestó tanto verme llegar cuando sabes que sigo hablando con él? —No puedo evitar preguntarme si sabe lo que pasó entre nosotros porque por más que Lauren sea transparente y directa, tal vez quiere ver qué tan sincera soy.

O quizás me estoy imaginando cosas y no sabe nada.

—No todo tiene que tratarse siempre sobre ti. —Le respondo—. No quería que entraras porque estábamos discutiendo y ya te dije que-... Ay, ¿qué importa eso si ya estás aquí? No es asunto tuyo.

—Bueno, en eso tienes razón —admite y nunca dejará de sorprenderme lo difícil que es ofenderla porque nunca se toma las cosas mal—. Pero no me quedé sólo para molestarte sino porque de verdad teníamos cosas que hacer. No todo siempre se trata sobre mí, pero tampoco sobre ti.

—Está bien, Lauren. No me molesté y no necesitas repetirme tus motivos para estar aquí porque ya me los dijiste.

—No, sí tengo y no mientas diciendo que no te molestaste porque estás que tiras humo por las orejas —me discute—. Además, quiero que sepas que aunque no me gustó para nada cómo me hablaste al abrirme la puerta porque no era necesario ser tan maleducada, no haría nada para que estés celosa o molesta a propósito.

— ¿Celosa?

—Sí, celosa. Y no estoy dándote explicaciones —agrega, mirándome—, no pienses que intento dártelas porque no te debo ninguna. Sólo quería que lo supieras.

Su determinación me hace reír. Y no es una sonrisa sarcástica o fingida, sino una real, espontánea, porque me causa gracia que quiera marcarme los límites al ya conocer mi lado medio controlador, y me causa gracia porque... me gusta. Hace que empiece a agradarme un poco más y que sienta algo como un cosquilleo en el estómago. Es una sensación que se parece mucho a lo que pasa cuando escucho que se ríe.

Me pregunto si continuaría siendo tan determinada si me atreviera a tocar sus piernas con cuidado, o mejor dicho, si acariciara sus muslos antes de introducir mi mano en su pantalón como una forma de disculparme por ser tan maleducada.

Es un pensamiento fugaz que me tiene pensando en cómo fingió estar enojada en el bar y si estaría dispuesta a hacer lo mismo ahora que sí tiene razones para estarlo... Pero obviamente lo deshecho porque lo que pasó anoche no puede volver a pasar. Fue algo de una vez.

—Tienes carácter, Lauren —le digo—. Y un odio al control que me asusta.

—Tengo mis motivos para odiarlo.

— ¿Sí? —Eso me causa interés—. ¿Cómo qué?

—Son motivos de los que no voy a hablar ahora. —Prefiere dejarme con la duda y me giro para tenerla frente a frente.

— ¡No! —Exclamo en serio—. No puedes decir algo como eso y después cambiar el tema. No es justo.

Ella ríe porque piensa que es una broma, y ese sonido hace que deje de estar tan a la defensiva e irritada siempre. Ojalá lo hiciera más seguido.

—Si tú no respondes mis preguntas, ¿por qué tendría yo que responder las tuyas?

— ¿No eras tú quien dijo que la venganza no es buena?

—No es venganza —me dice—, sino que somos iguales. Tú respondes, yo respondo.

—Yo hasta te conté sobre mis traumas familiares —me cruzo de brazos y niego con la cabeza—, y también te hablé acerca de Julia. ¡Sabes que mi hermana está embarazada!

—Una información que no me interesaba.

—Te abrí mi corazón al hablarte de esas cosas y no estás haciendo lo mismo. Me estás haciendo sentir mal. —Me hago la ofendida y finjo estar muy afectada por su falta de confianza—. ¿Qué hay de mi miedo a la soledad? ¿No es importante para ti?

Lauren rueda los ojos.

—No seas dramática y deja de cambiar el tema. ¿Tanto miedo te da decirme la verdad?

— ¿Qué verdad?

—La que te negaste a decirme en la puerta, Camila. Te pregunté si seguías sintiendo cosas por él.

Bueno, esto ya se está sintiendo como un ataque personal y como si toda la presión de la conversación estuviera en responder si estoy -o no estoy- enamorada de Nicholas.

—La respuesta es fácil, Lauren.

Se sonroja de pronto y arruga la nariz.

—Si piensas que es tan fácil, entonces d-dime la verdad. —Se le escapa un tartamudeo por lo nerviosa que está—. No voy a dejar pasar el tema, así que para de querer distraerme.

Resoplo y aprieto los labios con molestia. No me gusta pensar que Lauren querrá dejar de hablarme cuando sepa que sigo sintiendo cosas por Nicholas. No sé explicar por qué, pero no quiero que las cosas cambien. No quiero que se aleje de mí.

Hago una pausa que podría hacerle creer que no voy a responder por lo mucha que dura, y cuando vuelvo a pensar en todo lo que me pasa con él, con ella, conmigo, me entra una desesperación que me hace soltar un quejido en voz baja.

— ¿Por qué te interesa tanto? —Resoplo—. ¿Haría alguna diferencia lo que responda?

— ¿En serio me estás preguntando por qué me interesa?

—Pensé que estábamos bien con coquetear de vez en cuando y eso... Sólo eso. —Enfatizo la palabra porque aferrarme a la cobardía es lo único que se me ocurre para librarme de responder.

— ¿Para ti se trata sólo de coquetear de vez en cuando? —Me pregunta.

—No dije eso.

—Pero dijiste que estás bien con esa idea. Necesito que seas más clara.

— ¿Por qué?

—Porque sí, Camila. No soy adivina ni puedo leerte para mente para saber qué te pasa conmigo.

—Aggh, Lauren, para. —la detengo—. ¿Por qué tiene que ser tan importante? —Pierdo la paciencia y vuelvo a enfadarme, sintiéndome en el borde de una respuesta que no quiero dar porque no quiero perder nada—. ¿De verdad es tan necesario que todo tenga un nombre? ¿No podemos pasar el rato y ya?

— ¿Y tú no puedes responder una simple pregunta y ya?

—No es una simple pregunta, me estás agobiando.

Lauren suspira y se mete las manos en los bolsillos de su chaqueta.

—No trato de agobiarte, sólo te estoy pidiendo que... ¡Que seas sincera! —Se frustra.

—Si quieres sinceridad, entonces no lo sé. No sé qué me pasa contigo. Ahí tienes tu respuesta. —Le digo de mala manera—. No sé si sea sólo coqueteo, no sé si seremos amigas o dejaremos de hablar mañana. No lo sé, y no creo que tú tengas una mejor respuesta.

—Para mí no es sólo coqueteo —me dice—. Es más que eso.

Ruedo los ojos.

—Entonces tendrás que perdonarme porque no todos podemos tener siempre las cosas tan claras como tú. No puedes obligarme a responder nada.

—Yo nunca te he obligado a contestar. —Sacude la cabeza—. Espero que sea una broma lo que acabas de decir.

—No, no lo es.

—Nunca esperaría que me correspondieras a nada, Camila. —Me discute, frunciendo el ceño—. Si no lo sabes, entonces no lo sabes y está bien porque no espero nada de ti, pero al menos podrías decirme eso en lugar de quedarte callada.

—No pareces estar bien y sigo sin entender por qué estás tan desesperada en saberlo. Insistes como si fuera un asunto de vida o muerte cuando no lo es. Pero bueno, ya no importa. Ahora, si no te molesta, tengo que ir-...

— ¿Ir dónde? —Sabe que sólo me estoy escapando y no quiere darme tregua. Creo que vuelvo a odiarla.

Se cancela mi petición para que sonría más. Sigue siendo odiosa.

—Ugh, ¡para! —Le repito—. Para de darle tanta importancia.

—No, porque que tú no lo sepas no significa que yo no pueda decirte lo que me pasa. A me interesa tanto saberlo y es importante porque... —Me interrumpe, aunque luego se detiene. Una parte de mí presiente lo que va a decir y la miro mientras niego lentamente con la cabeza, casi rogándole que se quede callada, que no diga lo que creo que va a decir, pero pese a mi expresión, ella continúa—. Porque... —Le entra el nerviosismo y se queja en voz alta—. Ay, porque a mí me gustas, Camila. ¡Por eso!

Siento una punzada en el estómago, una que es repentina y violenta. Tengo que apartar la mirada porque es tan súbita que temo caerme por desestabilizarme, aunque sé que es imposible, y si antes estaba entrando en pánico, ahora tengo todas las alertas y advertencias encendidas.

Ella se aclara la garganta.

—Me gustas mucho —agrega—, y no voy a dejar de darle importancia o quedarme callada porque admitirlo no tiene nada de malo, incluso si no sientes lo mismo. No creo que sea un error que lo sepas cuando además creo ser bastante obvia.

Sí, lo es, pero tenía la esperanza de que no quisiera decírmelo todavía. O no así. Tenía la esperanza de tener un poco más de tiempo para acostumbrarme a la idea antes de saber que... Que mi intención de confundirla había ido mucho más allá.

En mi cabeza hay una gran luz roja que grita por estar entrando en una crisis que amenaza con destruirme. Un sudor frío me recorre las palmas de las manos y siento algo que podría parecerse a una gripe... O una peste. Una peste mortal y desconocida que nunca tendrá cura. Me muero. Me estoy muriendo porque no sé qué mierda hacer.

¡La negación! Sí, eso siempre resulta.

—Lauren, no creo que te guste-...

—No me importa lo que creas, Camila —me corta, más decidida y tajante. Bueno, misión abortada, la negación no siempre funciona—. No quiero escuchar tus suposiciones porque no son necesarias.

—Pero...

—Estoy diciéndotelo a la cara y estoy siendo lo más clara que puedo: Me gustas. —Agrega—. Y puede no es el mejor momento para decírtelo, pero al menos lo estás escuchando de mí, así que tienes que creerlo porque pocas veces miento y ésta no es una de ellas.

No estoy familiarizada con relacionarme con gente hablar sobre sus sentimientos de forma tan tranquila y sin ninguna duda. Esta certeza, la comunicación que Lauren quiere tener, la seguridad de saber lo que la otra siente, arreglar los problemas apenas comienzan... No sé ni cómo tomármelo, porque casi siempre me relaciono con malos entendidos, peleas y celos. Es lo que me hace sentir cómoda porque es lo único que conozco.

No me gusta este cosquilleo que me recorre los brazos cuando ríe, habla mucho al estar nerviosa, o esa sensación asfixiante que le procede a escuchar que le gusto a Lauren. No me gusta porque no estoy acostumbrada y porque odio las cosas nuevas e inesperadas, son sensaciones tan diferentes para mí que casi no puedo soportarlas.

Sé que voy a lastimarla, sé que mi impulsividad, mis celos y mi control van a terminar ahuyentándola, pero por alguna razón tampoco quiero que se vaya. No quiero que deje de hablarme.

¿Por qué tiene que decírmelo justo ahora?

¿Justo hoy?

No quiero que se dé cuenta de cuánto me afecta escucharla, así que me cruzo de brazos y alzo la barbilla, volviendo a mirarla para dejar atrás mi malestar. Me aclaro la garganta y trago saliva para asegurarme de que la voz no va a fallarme.

—Está bien, si tú eres honesta, entonces puedo hacer lo mismo y mi respuesta es . —le respondo, porque ser honesta con ella es lo mínimo que puedo hacer. Al menos le debo honestidad ahora después de todas las mentiras que le hice creer al principio. Lauren se ve confundida hasta que cae en cuenta de lo que le estoy diciendo—. Sí, sigo enamorada de él.

En parte me siento bien porque le estoy diciendo una verdad que se siente como un secreto a voces, pero también tengo ganas de desaparecer.

—Lo sabías, Lauren. —Le digo, como si recordar ese detalle le sirviera de algo—. Escucharlo no te sorprende.

Sus pómulos se sonrojan, sus párpados caen suaves y veo que aprieta sus labios mientras asiente con la cabeza, tomando una respiración profunda.

—Hoy pasó algo entre ustedes, ¿verdad? —Suena resignada—. Quieres volver con él. —Ya no pregunta, sino que lo afirma.

—No —miento—. No pasó nada, Lauren. —Mi primer instinto es negárselo, lo que está mal, ya sé, pero me convenzo de que es una mentira pequeña... O más que pequeña.

— ¿Ni siquiera lo besaste?

Niego con la cabeza, y miento tan bien que hasta yo sigo sin entender cómo lo hago.

—No.

Lauren hace una pausa interminable que me pone los nervios de punta y pone al límite la paciencia que ya se me acabó desde antes de hablar con ella. Sólo asiente con la cabeza, sin decirme nada, y parece pensar durante todos esos segundos en lo que acabo de responderle.

Pienso que va a marcharse cuando avanza un par de pasos porque tardo en darme cuenta que lo hace en mi dirección para bajar la voz a pesar de que aún estamos solas. Sigue sin estar muy cerca, pero camina lo suficiente para que pueda oírla.

— ¿Y no sientes nada por mí? —Murmura, enfrentándome y tan valiente que no puedo entender cómo lo hace. Si yo fuera ella, no querría mostrarme tan vulnerable frente a alguien que acaba de admitir querer a otra persona... Insistiría, probablemente lo haría, pero no en esa actitud desinteresada que tiene ella.

— ¿Por ti? —Busco acobardarla para que se retracte, el único mecanismo de defensa que me queda—. ¿Qué podría sentir yo por ti?

Pero ella me mira y las sacudidas internas en mi cuerpo aumenta cuando lo hace.

—Podría gustarte también —sugiere—, o podrías no sentir nada. Depende lo que me digas.

Creo que tomárselo tan a la ligera es su forma de ignorar el hecho de que tiene razones de sobra para acobardarse, y conociéndome podría hacer bromas al respecto si otras fueras las circunstancias, pero como no quiero que se sienta peor, me quedo callada. Y también porque por lo que parece ser una primera vez, estoy sin palabras.

¿Desde cuándo soy tan cobarde?

Me estoy dando demasiadas vueltas para algo simple, que además no tiene nada de extraño porque evidentemente tendría que gustarme para haber querido besarla.

—No sé qué respuesta te gustaría escuchar, Lauren —le digo al final—. Pero no creo que pueda sentir nada lo que tú esperas. —Siento la necesidad de aclarárselo porque con mentirle sobre lo que pasó con Nicholas antes de que llegara es más que suficiente. Seré una mentirosa, pero tengo mi cuota máxima.

—Oh —murmura, bajando la mirada—. Ya veo.

En ese momento, en ese preciso momento, siento que me odio más que nunca.

Y no encuentro la razón de tener un cambio tan radical, porque han habido muchos días en los que he hecho cosas de las que no estoy orgullosa, pero estar mintiéndole cuando Lauren es tan sincera, me deja un sabor horrible en la boca. Creo que está siendo de las pocas veces en las que me avergüenzo de mí misma.

La punzada no abandona mi estómago, sino que aumenta mientras ambas nos quedamos calladas. Hasta diría que más que querer mentirle para cuidar de poco que recuperé con Nicholas hace unas horas, lo hago para protegerme a mí misma. Para que no se enoje conmigo, para que no se decepcione de lo superficial que conoce de mí, y para que su versión de mí no se vea alterada por lo que supongo sentirá como traición.

Aunque mis intentos por impedir una consecuencia inevitable a mis sentimientos por Nicholas no funcionan, porque Lauren sonríe un poco cuando vuelve a mirarme y se encoge de hombros, como si ya no hubiera nada que hacer.

—Supongo que tendrás que buscar a alguien más que te enseñe, porque yo ya no puedo. Ni quiero hacerlo —murmura, sin dejarme hablar cuando alza su mano al ver que voy a responderle—. No. No me digas nada, Camila. Por favor. Sé que vas a convencerme y no... No quiero. —Niega con la cabeza.

Miro hacia la entrada del departamento para asegurarme de que nadie cruza la puerta, y entonces en lugar de celebrar que podría convencerla si así quisiera, me dan ganas de golpearme en la pared.

—Es mejor distanciarnos un poco —añade con voz suave—. Lo que pasó anoche significó mucho más para mí que para ti, así que... —Suspira—. Hay que tomar distancia.

— ¿No quieres que te hable más? —Me es inevitable preguntar porque me preocupa que eso sea lo que quiere decir.

—No en persona —me dice—. No... así. Ya sabes a lo que me refiero.

Mierda.

— ¿Nunca más?

—Es que necesito tiempo, Camila. —Sacude la cabeza, sin negármelo—. Necesito pensar y no puedo hacerlo si constantemente estoy malinterpretando lo que haces o dices cuando estás conmigo.

—No creo que-...

—Te pedí que no me dijeras nada —vuelve a decir—. No quiero que me hagas cambiar de opinión. No quiero que hagas nada. Dejémoslo así. Por favor.

No estaba segura antes, pero con esto sí. Estoy segura de que es una de las primeras veces en las que decido no ser una basura y no aprovecharme de las debilidades que alguien más admite tener. Porque podría presionar, insistir, convencer. Podría acercarme, decir unas cuantas mentiras, y fingir que seguir viéndonos es una buena idea. Que no le hará más daño. Pero decido no hacerlo. Decido hacer lo que me pide, y no hacer nada.

Pero por más que una buena acción debería hacerme sentir bien, orgullosa... No siento ninguna satisfacción cuando Lauren se da la vuelta para darme la espalda y salir de aquí.

Continue Reading

You'll Also Like

1.1M 68.3K 59
http://royal-disposition.tumblr.com/
246K 14K 49
Sinopsis: -¿Cómo sucedió esto?- preguntó mi padre confundido y sin mirarme. -Todo era tan perfecto y ahora....- -Esto es real.- susurré intentando...
220K 16.6K 200
「Un incorrect Quotes de mis historias」「Nada de lo que escribiré pasara en mis historias.」
1.1M 66.6K 53
Las personas podrán olvidar tus palabras, tus actos e incluso tus promesas, pero nunca olvidarán cómo les hiciste sentir.