Había rosas en la puerta de la entrada.
Era su aniversario y Louis estaba ayudando a Harry a comer sopa.
Últimamente Harry había tenido problemas para levantar la cuchara y comer por sí mismo, eso lo molestaba mucho y solía hacer rabietas cuando sucedía, pero si eso pasaba Louis llegaba y acariciaba sus rizos diciéndole que estaba bien, que él a veces incluso olvidaba la forma correcta de escribir su apellido y luego le daba cucharaditas de su sopa a Harry.
Louis había preparado sopa de fideos para Harry porque esa era su sopa favorita y había estado de malhumor las últimas semanas, así que buscaba con qué animarlo y la comida siempre era una buena idea.
Los últimos años habían sido pesados y sobretodo lentos y aunque era difícil de creerlo, lo eran más para Louis que para Harry.
Harry permanecía horas inmóvil sentado sobre su silla o de pie viendo a la ventana, pasaba el día y la luz atravesaba la sala con rayos cálidos hasta que era reemplazada por la luz de la luna que alumbraba el rostro de Harry.
—Amor, es hora de ir a la ducha.
Y sin respuestas-como ahora se había convertido en una costumbre- Harry tomaba la mano de Louis que extendía para llevarlo al baño y mientras caminaban juntos Louis le contaba a Harry cómo había sido su día y preguntaba por el suyo y aunque sabía que Harry respondería poco -cuando tenía suerte- o simplemente no respondería, él lo seguía haciendo.
Seguía preguntando a Harry cómo iba su día porque estaba interesado en él, porque quería saber que su esposo se sintiera bien en sus manos y estuviera cómodo bajo su cuidado.
Pero Louis no lo sabía, él nunca lo sabía.
Llegaron a la ducha y Louis empezó a desvestir a Harry mientras este veía la cortina del baño con suma atención el castaño desabotonaba la camisa color amarilla que vestía ese día.
Al despojarlo de sus prendas, Louis reprimió un sollozo en su garganta.
Harry era tan delgado.
Tenía días donde no quería dar ni un bocado a su comida aunque llevara horas sin alimento, también solía tener problemas estomacales regulares; pero lo que más le preocupaba a Louis es que su organismo ya no trabajara como antes lo hacía.
—Ven Hazz, vamos a darte un baño de agua caliente con espuma ¿Recuerdas la espuma? Te gusta mucho.
Las piernas delgadas de Harry tocaron el agua que llegaba casi hasta sus rodillas, se sumergió en la tina mientras Louis echaba agua tibia en la espalda de Harry y enjabonaba su cuerpo con una esponja.
—Mira, mi amor—Louis sacó detrás de su espalda un botecito que tenía escondido—Son tus burbujas favoritas con olor a cereza.
Abrió el frasco dejando caer líquido a la tina haciendo que la espuma comenzara a subir. En cuanto Harry vio las burbujas una enorme sonrisa llegó a su rostro.
—¡Burbujas!—Exclamó sonriendo y llevando espuma a su rostro.
Después arrojó toda esa espuma a Louis y cayeron en sus ojeras que llevaban días pintadas.
—¡Oh, entonces quieres una pelea de burbujas!
Louis puso más de ese líquido en el agua y después llenó los rizos de Harry con un montón de burbujas provocando en el menor carcajadas a los cuatro vientos.
Cuando el agua comenzó a enfriarse, Louis limpió a Harry y pasó una toalla a sus hombros para secarlo mientras lo ayudaba a salir de la tina.
Harry solía llorar al salir de la tina, le gustaba quedarse durante mucho rato jugando con la espuma, pero si se quedaba tanto como quisiera podría enfermarse después, Louis lo calmaba diciéndole: "mañana tendremos más burbujas que hoy y quizá esta vez pueda ganarte al fin"
Después iban a la habitación donde Louis vestía a Harry con ropa cómoda porque ya casi era hora de acostarse.
Su habitación era la parte favorita de toda la casa, a Harry le gustaba mucho ver los cuadros y aunque ya no recordara ninguna de la toma de esas fotografías, Louis no podía despegarlo de ellas hasta que terminara de verlas.
Louis había quitado hace tres semanas atrás el espejo que estaba en su habitación, una tarde después del baño diario de Harry mientras le estaba poniendo un suéter calientito él no había dejado de ver el espejo.
—¿Quién es él?
—¿Quién es quién, amor?— Preguntó poniendo atención a Harry que señalaba al espejo dándose cuenta que su dedo índice estaba apuntando hacia él mismo. Louis tragó y fingió una sonrisa—Ese eres tú, amor ¿Ves esos rizos? Mira—Tomó uno de los rizos largos de Harry entre sus dedos y se lo enseñó al menor—Es tuyo, tú eres ese hombre del espejo.
Después de esa tarde ya no había espejo.
En la última visita al médico le recomendaron a Louis que fuera buscando una silla de ruedas para Harry y también que buscara un buen lugar donde pudiera vivir con atención continua, Louis se negó al instante; aunque buscaba lo mejor para Harry no podía abandonarlo en una casa con un montón de personas desconocidas, así que iba a contratar a una enfermera la siguiente semana para que le ayudara a cuidarlo.
Hace años atrás Harry había dejado de trabajar y ahora le llegaba dinero mensualmente y ayuda médica después de todo el tiempo que estuvo detrás del sonido.
Louis echaba de menos esos momentos, donde Harry salía por las mañanas a trabajar y él se quedaba en casa con Copito y su máquina para escribir; luego, Harry llegaba en la noche con algún ramo de flores o la invitación a una cena romántica para dos, después llegarían a casa a hacer el amor y Louis caería dormido en el torso desnudo de Harry mientras él le preguntaba "¿Qué día es hoy, Boo?" Y Louis respondía la fecha del día.
No habían pasado tantos años después de esos días y ya ni siquiera parecía haber sido su vida.
Louis estaba cansado, constantemente tomaba pastillas para no quedarse dormido durante el día porque tenía que cuidar a Harry y a veces en las noches había problemas, cómo Harry despertando a las dos de la mañana y viendo una de sus fotografías en silencio sin algún tipo de ropa calientita, cuando eso pasaba Louis lo arropaba nuevamente y lo hacía dormir hasta caer en los brazos de Morfeo después de ver los ojos cerrados de su esposo.
Anne los visitaba dos veces por semana para cuidar a su hijo y que Louis pudiera descansar, esos días se sentía como dormir en una nube de algodón de azúcar pues Louis podía dejar con total confianza a Harry con su madre. Pero también, esos días eran los más tristes.
Cuando estaba con Harry-y eso significaba todo el día- se tenía prohibido llorar frente a él porque no quería que Harry comenzara a hacerlo sin que él pudiera hacer nada. Se guardaba todo por cinco días y los últimos dos que era el fin de semana cuando Anne llegaba, él podía llorar en su habitación sin lastimar a Harry.
Solía tomar la ropa de su amado e inhalar el perfume que había en ella, porque Harry siempre había usado un mismo perfume con olor a menta y cuando se terminaba iba a comprar otro, después de que los problemas comenzaran y Harry olvidara su perfume, Louis comenzó a comprárselo ¿Y por qué? Porque ahora todo lo que Louis tenía del recuerdo del antiguo Harry era ese olor a menta.
Y se sentía mal, se sentía tan mal consigo mismo porque su esposo estaba en la misma casa que él y Louis era tan afortunado de tenerlo, pero tenerlo ahí sin pronunciar a veces no más de diez palabras en el día era como no tenerlo.
Louis se embriagaba con el olor a menta en el recuerdo de Harry.
También sacaba la caja de palabras de Harry y limpiaba las etiquetas con regularidad, aunque Harry ya no las usara.
Junto a la mesa de noche estaba la carta que Harry le había escrito a Louis hace unos años atrás, él nunca había tenido la valentía de abrirla, pero ahora la situación cada vez era más difícil, cada vez Louis sentía que era más difícil cuidar a Harry y la vida se le estaba yendo en ello.
Sólo necesitaba aliento de su esposo para poder continuar, eso era todo.
Fue hasta la mesita donde había una lámpara apagada sobre ella y tomó la carta, el sobre estaba ya amarillento, pero perfectamente cerrado todavía, una de las esquinas ya estaba doblada.
Rompió el sobre y comenzó a leer.
"Querido Boo:
Seguramente cuando estés leyendo esto es porque estés buscándome, te conozco tan bien para saber en qué momento necesitarás de mi ayuda.
Así que aquí está.
Louis, eres un hombre valiente, nunca te dije que te llegué a escuchar llorar en las noches y a la mañana siguiente cuando yo despertaba ya estabas preparando nuestro desayuno como si no hubiera pasado nada por la madrugada.
Pero Louis, ser un hombre valiente no significa que dejes de sentir.
Llora y no lo guardes, llora a más no poder y grita, porque esa tristeza tiene que salir, lo único que tenemos que acumular es la alegría y yo quiero que tengas mucha de ella.
Un día estarás terriblemente hartó de mí sin saber que hacer posiblemente, y ese día probablemente sea hoy porque has indagado en mis palabras, mi consuelo y quiero que cada vez que te sientas así vengas a leer esto que te estoy escribiendo.
El día que no puedas más conmigo háblame de nosotros, háblame de todas los fotografías que nos hemos tomado juntos, háblame del día que nos conocimos, háblame del día que tuvimos nuestra casa, háblame del día que adoptamos a Copito, háblame de ti y de mí que yo siempre te escucharé.
No me veas como un chico enfermo por favor, sabes que siempre he odiado eso, sígueme viendo como el hombre que se enamoró de ti.
Te he dejado frases ocultas en toda la casa, para que el día que te aprendas esta carta de memoria puedas leer algo nuevo de mí. Búscalas los días que no puedas cargar con mi presencia.
Un día te llegarán rosas, y al siguiente año también tendrás, he hecho una de las mejores inversiones de mi vida y está hecha para ti; cada año tendrás flores en la puerta de la entrada, no te preocupes por el gasto, yo me he encargado ya de eso, ve por ellas el día de nuestro aniversario y ponlas en agua, esas flores se marchitarán algún día, pero luego vendrán más, porque así es nuestro amor Louis, un día sentirás que no puedes estar más conmigo y cuando eso pase tú recibirás más rosas.
Louis, aunque no puedas verlo, mi corazón aún late y lo hace por ti, porque él nunca te podría olvidar, pero cuando tú comiences a hacerlo búscame: búscame en nuestro anillo de compromiso, búscame en nuestras películas favoritas y las canciones que cantábamos juntos, búscame y encuéntrame porque siempre voy a estar ahí.
Te dejo aquí mi primera frase antes de que te olvide: ¿Qué día es hoy, Boo?
Atte: Hazz"
No supo en qué momento pero había comenzado a llorar y las lágrimas estaban cayendo sobre la manta que cubría la cama, dejó la carta de nuevo en la mesa de noche y salió corriendo aún con lágrimas en el rostro a la puerta de la entrada.
Hoy era su aniversario y como la carta lo decía, había un ramo de rosas en la puerta.
—Anne ¿Podría dejarnos a Harry y a mí a solas un momento?
La madre de Harry asintió y se marchó a otra habitación mientras Louis caminaba junto a Harry cargando el ramo de flores, sacó una rosa del ramo y la dejó sobre su regazo.
—Y aunque tus recuerdos ya no estén sé que tu amor aún lo está, porque me sigues cuidando aunque no lo sepas.
Besó la frente de Harry, pero vio una expresión de terror en su rostro cuando se separó.
—¿Qué día es hoy, Hazz?
—Yo...no lo sé.
Y eso era todo, había llegado el día en el que Harry no supo qué día era.
Porque finalmente, Hazz había olvidado a su Boo.
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Nunca había llorado escribiendo algo.
SE VIENE EPÍLOGO, OKEI.
Lo consideré mucho y decidí que sería una buena idea escribirlo.
Ahora, por favor, si les ha gustado "¿Qué día es hoy, Boo?" Recomiéndenla a sus amigas, me encantaría que más personas leyeran nuestra historia.
El fin de semana subo el epílogo, besitos.