Si decides querer (Draco Malf...

By tigreDEpapel

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Segunda parte de "Lo que no sabes de mí (DracoMalfoy)" Después de tomar la decisión que le separaría de Nat... More

Nota de la autora
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14

Capítulo 3

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By tigreDEpapel

Las clases empezaron con toda la fuerza inicial del curso. Durante el desayuno no se dejó de hablar del nuevo cambio del profesorado, pues aún ninguno podía creer que Snape hubiera conseguido su tan anhelado puesto. No se le veía muy entusiasmado por ello, nada parecía haber cambiado en él de la imagen que yo tenía en la memoria. Podía estar planteándose mil cosas a la vez o simplemente dejando la mente en blanco, estar imaginando un homicidio o pensar en qué habría para comer. Nunca se sabía.

La primera asignatura nos tocó compartirla con los de Ravenclaw, Historia de la Magia. Fue tan petardo como siempre, una de esas clases que parecen repetirse indefinidamente cada año y de las que no encuentras forma de quitarte de encima. No es que las guerras mágicas o la lista de hechiceros más importantes no consiguieran llamar mi atención, el mayor inconveniente era que el profesor Binns, el fantasma de Hogwarts por antonomasia, no lo hacía demasiado... ameno. 

La clase que provocaba mis nervios matutinos ese día era Alquimia. Desde que había oído hablar de ella me moría de ganas de que llegara mi sexto año en el colegio. Los gemelos solían contar que el profesor era una risa, de esas pocas personas que podía enseñar a la vez que entretener, pero que también sabía dónde estaban los límites. De mi grupo no la había cogido nadie, pues por muy bien que se hablara de ella, también corrían rumores de que los exámenes eran muy difíciles. Además, no era extrictamente necesaria para ninguna de las carreras que ellos habían elegido y supongo que preferían centrarse en otras cosas.

Me despedí de ellos y quedamos en vernos después. La clase se impartía en la zona de Ravenclaw, aunque no sabía exactamente el número del aula. Recorrí el pasillo entero, llamé a dos puertas que resultaron no ser la que andaba buscando y, después de preguntar a un chico muy alto que andaba por allí, logré llegar.

Llamé a la puerta con el miedo subiéndome por el cuello y una sensación de vergüenza que se intensificó cuando, al abrir, todas las miradas recayeron en mí. Al parecer no habían empezado todavía, ya que la mayoría estaba sacando el libro y abriéndolo por la primera página.

- ¿Stanford, no? - dijo la grave voz del profesor.

- Sí, soy yo.

Sus ojos oscuros me observaron durante un momento. Era bastante alto, con unas gafas cuadradas a las que calificar de modernas sería un poco arriesgado, barba negra no demasiado larga y pelo desordenado. No parecía mayor, aunque se sabía que lo era por algunas canas traviesas aquí y allá. Tenía un estilo informal de jersey azul oscuro y camisa blanca que sobresalía por arriba, aunque ambas prendas parecían desgastadas. Se daba un toque al profesor Keating en el Club de los Poetas Muertos, no solo físicamente.

- No hace falta que me mires con esa cara de miedo, solo llegas un poco tarde - río educadamente - Eso sí, espero que no se repita muchas más veces. Puedes sentarte donde quieras.

Con un rápido vistazo elegí el asiento libre que más cerca se encontraba. En esa clase, como en la mayoría en el colegio, las mesas eran de dos personas y justo ka que yo había escogido venía con una chica de regalo. No quería interrumpir más la clase, por lo que me senté en seguida y saqué el libro lo más rápido que pude.

- Genial, ahora seré la fea del pupitre - la chica de mi lado habló como para sí misma, pero lo suficientemente alto como para que lo oyera. Me giré para ver si la conocía - Era un cumplido.

La imagen que me regalaba mi compañera no era la de alguien que conociera, aunque sí que me sonaba de haberla visto en alguna clase. Tenía los ojos marrones, la cara redonda y unos labios prominentes que me ofrecían una sonrisa sincera. El pelo estaba recogido en una coleta terriblemente mal hecha, con algunos mechones increspados a ambos lados de las pequeñas orejas. Supuse que me había dicho aquello porque no tenía lo que se llama un cuerpo normativo, sino unas tallas de más, pero parecía ser de estas personas a las que no les importan demasiado esas cosas. Llevaba el uniforme de Hufflepuff con mucho estilo. Me regaló en seguida un sentimiento reconfortante y al instante me pareció que no podía perder la oportunidad de conocerla, porque estaba segura de que aquella chica tenía mucho que ofrecer. Y aunque su primera interacción no fuera la más adecuada para empezar una amistad, ahora me miraba como si fuera una amiga de la infancia a la que llevara mucho sin ver.

- Charlotte, majestad - se presentó inclinándose como una reverencia.

- Anda, como una de las hermanas Brönte - añadí y estreché la mano que me ofrecía, estaba muy suave.

- Ni idea de qué hablas, pero si tú lo dices.

Me reí con disimulo. Lo cierto es que la forma que tenía de decir esas cosas me hacía mucha gracia.

- Yo soy Nathalie Stanford. Nat es la opción fácil.

- Para qué elegir una si puedes quedarte con las dos. A mí me llamarían Lot, si tuviera amigos - nos empezamos a reír sobre aquello hasta que el profesor nos hizo callar con una mirada de aviso.

- Bueno, ahora que me parece que ya estamos todos, me presento. Soy Oliver Mayson y aunque no me gustan demasiado las formalidades, señor Mayson suena mucho mejor. Como ya sabéis, voy a ser vuestro profesor de Alquimia, que no es porque lo diga yo, pero es la asignatura más interesante - dijo acercándose la mano a la boca simulando que contaba un secreto - Aunque también de las más difíciles. Por eso un aplauso para vosotros - empezó a aplaudir sonoramente - Venga, venga, os lo merecéis. Es un acto de valentía apuntarse a mi clase. Y también os lo agradezco, porque si no hay suficiente demanda, yo me voy para casita.

Solo había una clase de alquimia, pues no se apuntaba demasiada gente y muchas veces ni siquiera salía. Por eso la nuestra era un aglomeración de alumnos de las cuatro casas. Todos empezamos a aplaudir con el profesor, algunos lo acompañaban con unas risitas.

- Bien. Ahora, quiero que cerréis los libros. Sí, venga, que no vea ni uno abierto - el señor se paseaba por el aula con la naturalidad de un propietario - Vale, ¿alguien me sabe decir qué es la alquimia? Porque leer sabemos todos, o deberíamos.

La clase se quedó entonces en el más absoluto de los silencios. Se oía la brisa golpeando las ventanas y a alguien moverse en el asiento, hasta que una ravenclaw levantó la mano.

- ¿Es el estudio de los cuatro elementos básicos?

- Exacto, y la transmutación de las sustancias. Muy bien, señorita...

- Doyle.

- Doyle. No tengas miedo de responder, casi nadie me lo sabe decir a la primera.

La chica asintió y sonrió.

- Vale, vale. ¿Y puede alguien decirme qué significa transmutación? - volvió a preguntar él con esa sonrisa amable que no se le quitaba ni aunque la clase volviera a quedarse en silencio - Estoy seguro de que alguien lo sabe y no quiere decirlo. Os prometo que yo no soy como el profesor Snape. Si contestáis mal solo os caerá media horita de torturas con Filch.

Esta vez sí que le respondimos, pero con risas. La participación de la clase siempre ha sido el principal objetivo de los profesores, pero muy pocos logran llegar a ello. Sin embargo, el señor Mayson parecía muy dispuesto a conseguirlo.

- Está feo dejar al profe hablando solo, él también tiene sentimientos - las risas volvieron a hacer de banda sonora cuando él se llevó una mano al pecho e hizo una mala actuación de alguien sufriendo - Os lo pido como un favor.

Todos parecían intentar recordar algo. El profesor esperaba paciente, por lo menos estaba consiguiendo que lo intentáramos. Yo trataba de hurgar en mi tan deficiente memoria, haciendo un esfuerzo por dejar la vergüenza a un lado.

- La transmutación, en simples palabras, es la conversión de un elemento químico en otro - finalmente solté. Todo el mundo se giró hacia mí y luego volvió la vista al feliz docente.

- ¡Bravo! ¿Ves como no ha sido tan malo? Bueno, pues eso. La alquimia es, aparte del estudio de los cuatro elementos básicos y la transmutación de las sustancias, una antigua práctica protocientífica y una disciplina filosófica. Combina, ojo a lo que se viene ahora, elementos de la química, la metalurgia, la física, la medicina, la astrología, la semiótica, el misticismo, el espiritualismo y el arte - enumeraba mientras daba pequeños paseos por la clase.

- Joe con la alquimia - soltó Lot a mi lado - tiene más ingredientes que una opción avanzada.

- Nuestro querido legado nos viene nada más y nada menos que... redoble de tambores... ¡Grecia! Así es, señores, los orígenes de esta bella arte se dan aquí, y estos son técnicos y mágicos a la vez. Pero como no quiero adelantaros nada antes de tiempo, os hago esta pregunta. ¿Conocéis a algún alquimista famoso?

- Nicolas Flamel - se oyó una voz masculina a lo lejos.

- ¡Muy bien! Flamel fue el único fabricante de la Piedra Filosofal y logró llegar a la avanzada edad de 665 años gracias al elixir de la vida que él y su esposa habían creado con la piedra. Ella murió con 658, que en paz descansen. Vale, pues ya tenenemos uno. ¿Otro más?

- Albus Dumbledore.

- ¡Eso es! Nuestro querido director no es solo conocido por darle puntos de más a Gryffindor - recalcó levantando la cejas - Es broma, es broma, no quiero ganarme el odio de ningún león.

La gente le seguía el juego con intercambios de sonrisas. Parecía estar ganándose nuestra simpatía muy rápidamente.

- El último os lo digo yo: Theophrastus Phillipus Aureolus Bombastus von Hohenheim, más conocido como Paracelso. Es posible que os suene menos porque no era mago, pero no por eso hay que restarle ninguna importancia. De estos tres grandes alquimistas, a los que debo directa e indirectamente mi estancia aquí, hablaremos luego. Ahora me gustaría que fuérais a la página número 20 y leyéramos un poco sobre la Piedra filosofal.

El ruido de páginas y libros abiertos inundó nuestro campo auditivo durante unos minutos. La piedra siempre había sido un tema comentado en el colegio, sobre todo después de lo que pasó en primer año, pero en realidad casi nadie sabía mucho de ella.

- Ummmm - Mayson paseaba la vista entre las caras de todos los integrantes de la clase mientras se rascaba la barbilla. Una expresión de picardía se le reflejó en el rostro cuando llegó hasta mi compañera hufflepuff - Loti, mi niña, ¿puedes leer?

La clase entera estalló en carcajadas cuando la cara de Charlotte se pusó de todos los colores mientras se la tapaba con las dos manos.

- Merlín. ¿Por qué a mí?

Pasaron unos largos minutos hasta que la estancia volvió al silencio, todavía seguían los coloretes de mi compañera.

- No es que sea muy dado a estos tuteos, pero por si alguien no lo sabe, es mi hija - parecía muy orgulloso de decirlo. Faltó poco para que saltara la mesa y le diera a la chica unas palmaditas en la espalda - Pero no preocuparse, porque no va a tener ningún derecho más que vosotros. Todavía me estoy pensando si hacerle el examen más difícil.

Ella me miraba ahora con un poco de vergüenza, aunque se reía de los comentarios de su padre. Paseé la vista entre los dos, ahora que me tomaba la molestia de mirarlos juntos, la misma nariz proclamaba aquella relación directa, y también podía encontrar algún rasgo de familiaridad en la forma de la boca, los dos sonreían igual.

- Se me olvidó mencionar eso.

Le resto de la clase fue de lo más divertida. El profesor Mayson no paró de hacer bromas y decir comentarios graciosos con cada explicación. Nos contaba curiosidades que no venían en el libro, algunas de las cuales me comentaba Lot que probablemente se había inventado para hacerse el interesante, y nos hizo charlar en parejas sobre qué campo nos parecía el más importante de todos los que recogía la alquimia. Entre esta y otra cosa, la chica de la casa amarilla me contó curiosidades de su vida y me preguntó sobre la mía. Le hablé de mis padres muggles y me sentí ligeramente halagada cuando ella se interesó por mi vida no mágica y los libros que leía.

- No leo mucho, lo reconozco, pero es porque soy una vaga.

Tenía un hermano mayor que ya no estudiaba en Hogwarts, de Ravenclaw, llamado Benjamin y  que hacía poco que había empezado a trabajar en Gringotts. Me acabó contando, con la melancolía filtrándose en su voz, que había perdido a su madre cuando aún era muy pequeña en un accidente muggle.

- Bueno, yo no la recuerdo, pero a veces me gusta creer que sé cómo era.

Yo no supe qué decir, pero ella añadió que no hacía falta, que ya la ayudaba mucho con escuchar. Aunque decía que no tenía amigos, se llevaba muy bien con todos los de su casa, que a veces le hacían alguna broma y a los que me describía por lo bajo cada vez que alguno hablaba.

- Oye, ¿soy yo o Adam te está mirando mucho? - me susurró con un deje de confidencia que no se había molestado en usar hasta ahora.

- ¿Adam?

- Segunda fila a la derecha.

Dirigí la mirada a dónde me decía para encontrarme con un chico sencillo que me saludó con una tímida sonrisa, y luego bajó la cabeza avergonzado. Era bastante alto y tenía ese tipo de cara dulce que parecía confesar que no dormía demasiado bien. Toda su persona emanaba la calidez propia de un hufflepuff.

- Es golpeador en nuestro equipo, se le da bien. Buena persona donde las haya y se rumorea que sigue siendo virgen. Os podría presentar - soltó con naturalidad. Para ella esas cosas eran de lo más normales.

- No...no necesito que me le presentes, gracias - reí un poco.

- Pero él si lo necesitará, es muy tímido.

Cuando volví con mis amigos, estaba de demasiado buen humor. Les hablé de Charlotte, les conté todo lo que pude sobre el señor Mayson y alabé la clase tantas vences que temí aburrirlos. A los tres les entraron ganas de conocer a mi nueva amiga, sobre todo a Hermione. Se alegraron de que me hubiera gustado la clase y me contaron sobre las suyas y todas las veces que habíamos oído mencionar los ÉXTASIS.

La última clase fue Pociones. He de confesar que tenía ganas de empezar con ella, porque el profesor Slughorn parecía ser buena persona y algo más simpático que su antecesor en la materia. Harry había mencionado que ya lo conocía y que según Dumbledore, el que tuviéramos nuevo profesor para el puesto había sido gracias al chico.

- Me dijo que cuando estaba en Hogwarts solía tener un "grupo de eminencias" y le gustaba dar fiestas y banquetes - había contado el moreno - A mi madre le tenía especial cariño.

Su voz se había teñido entonces de un pequeño melancolismo del que había sabido salir sin problemas con las bromas de Ron. Sin embargo, ni él ni el pelirrojo podían asistir a su clase por algunos pequeños deslices en los TIMOS que según Harry ya le habían quitado su puesto de auror. Por eso solo Hermione y yo nos dirigimos hacia las mazmorras, dejando a los chicos en el pasillo sin otra cosa que hacer que meterse las manos en los bolsillos.

- ¿Hablaste con la profesora McGonnagal, no? - me preguntó la castaña antes de entrar.

- Sí, me estuvo diciendo algunas carreras y...

- ¿Y?

- Bueno, estoy pensando en el Ministerio.

Ella pareció alegrarse de mi decisión y me sonrió con confianza. Entramos en el aula, donde el típico frío glacial hacía que los alumnos se agarrasen las capas con la intención de taparse un poco más. Se me hizo un poco difícil habituarme a los olores tan variados y la poca luz del sitio, apesar de que sabía que no había cambiado nada. Simplemente no lograba recordar muy bien las lecciones del año pasado en esa sala.

- Muy bien - Horace Slughorn entró entonces con una gran sonrisa y su libro bajo la mano. Detrás de él venía mucha más gente, casi todos de Slytherin pues eran con los que nos tocaba compartir la clase - Buenos días a todos, yo soy Horace Slughorn, vuestro nuevo profesor de Pociones...

Parecía bastante majo para ser un slytherin y tenía pinta de saber sobre la materia, aunque en la pequeña presentación que nos dio sobre sí mismo se trabó unas cuantas veces. Nos preguntó nuestros nombres uno a uno, a algunos los conocía por el apellido y por haber tenido relación con sus padres. Empezó con Hermione, de la que aseguró que había oído hablar, pasando por el centro del grupo hasta llegar a la figura que se mantenía un poco apartada del resto de la clase.

- Draco Malfoy.

Hasta que pronunció su nombre con voz ronca y ahogada no me di cuenta de que estaba allí. En todo lo que llevábamos de clase no había hecho ninguno de sus típicos comentarios, que para mi desgracia sí recordaba muy bien, sino que se mantenía con la mirada perdida en algún punto de la clase. Se adelantó un poco saliendo mínimamente de la oscuridad que lo envolvía y entonces pude ver que estaba distinto. Vestía todo de negro, de cabeza a los pies, y unos cuántos anillos color plata decoraban sus manos. Vi cómo movía la cabeza en mi dirección y me volví rápidamente, no quería convertirme en la primera dentro de su rutina de desprecio.

- Malfoy eh... - el anciano se rascó la barbilla rebuscando aquel apellido en su lista. No le sería difícil encontrarlo, la familia había salido en los periódicos durante el verano cuando fue el juicio de su padre. Como fuera, el profesor prefirió hacerse el sueco.

En ese momento, se oyó el ruido de unos nudillos contra la puerta del aula acompañado de murmullos que llegaban del otro lado. Horace tardó lo suyo en reaccionar, pero cuando lo hizo, mandó pasar a aquellas personas que se escondían detrás de la madera. Hermione y yo intercambiamos miradas de sorpresa cuando vimos entrar a Ron y a Harry.

- Perdona, señor. Yo... nosotros, bueno, pensamos que no podíamos cursar la asignatura, pero la profesora McGonnagal... - empezó el último, que parecía bastante nervioso al darse cuenta de que nadie le quitaba los ojos de encima.

- Pasa, pasa, Harry. Estaré muy contento de admitirte en mi clase - dijo el sustituto de Snape con las manos abiertas - Pasad los dos y ponéos donde queráis, acabamos de empezar.

- Yo, la verdad que no creo que deba estar aquí, ni siquiera se me dan bien las pociones - empezó el pelirrojo. Parecía haberse arrepentido de acompañar a su amigo - Sería un estorbo, lo mejor es que me vaya...

- De eso nada, hombre, los amigos de Harry son mis amigos.

- Pero, profesor - el azabache - No tenemos libro.

- ¡Ah! Podéis coger lo que queráis del armario.

Nuestros dos amigos se dirigieron hacia el armario que había en el fondo de la clase y después de lo que pareció una pelea silenciosa, volvieron los dos con el libro necesario, el de Ron prácticamente nuevo y el de Harry bastante destartalado. Empezamos la clase, Slughorn nos enseñó algunas pociones nuevas de las que sólo habíamos oído hablar, hablándonos de sus propiedades y haciendo alguna que otra pregunta que la mayoría de las veces era contestada correctamente por Herms.

- Y esto es lo que os ofrezco - entre sus dedos relucía el pequeño botecito - "Felix Felicis". A quien consiga hacerme a la perfección "El Filtro de Muertos en Vida" al acabar la clase. Tenéis todo lo necesario en la página 14. Es prácticamente imposible, pero...

Bueeeeeno, ya se han presentado tres personajes a los que amo demasiao jajajjaja Aquí podemos ver mínimamente lo lindoso que es Adam, para ponerle un poco de competencia a Drac, ¿no? Y bueno, ¿qué tal os parece la familia Mayson? Espero que la queráis tanto como yo. Bueno, para hacer a estos dos personajes me he inspirado en gente de mi vida. Charlotte es un poco como mi mejor amiga y, bueno, lo de que su padre sea el profe no es pura coincidencia jajaja. Mi padre fue mi profesor durante dos años y (fun fact) lo de: "mi niña, lee" me pasó. Nada, risas, a día de hoy sigue con traumas.

Hoy os pregunto algo muy simple: ¿Cuáles son vuestros personajes favoritos de HP? A mí me es super difícil elegir, aunque obviamente Draco está entre ellos. Creo que me quedo con los Merodeadores.

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