30 Días en detención ©

By jennifferplopez

332K 26.6K 16.5K

Ella tan fuego y él tan decidido a quemarse... ❝Nunca se está lo suficientemente jodido ni lo suficientemente... More

Sinopsis.
Prólogo.
Epígrafe + Dedicatoria.
Reparto.
Booktrailer + Playlist.
Conociendo a los personajes.
Capítulo 01.
Capítulo 02.
Capítulo 03.
Capítulo 04.
Capítulo 05.
Capítulo 06.
Capítulo 07.
Capítulo 08.
Capítulo 09.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.

Capítulo extra.

5K 453 213
By jennifferplopez


🥀

Capítulo extra - Pool party versión paralela de Paty y Dorian. [inserte shipp]


—¿Dónde diablos están esos bastardos llamados amigos? —pregunto estresada a nadie en particular.

La fiesta ha empezado y ya hay una cantidad considerable de personas en mi casa, se supone que los invitados solo serían los de último grado, con motivo a conocernos y para darme mi merecida fiesta de bienvenida, pero aquí hay personas que no asisten al School Brunx.

Y bueno, sé que soy nueva, pero no es un instituto lo bastante grande como para que en una semana no vaya a identificar quiénes asisten a él.

Suspiro y camino al exterior de la enorme casa para asegurarme de que todo esté marchando bien y no hayan personas indeseables porque no me temblarán las manos para echarlos como se merecen. Me gusta organizar fiestas, pero soy muy reticente con algunas cosas. Soy de poner reglas para que nada se me salga de control, me altera que desconocidos estén paseándose por mi casa tocando y revisando cosas que no les incumbe, por eso les advertí que la entrada a la mansión está prohibida.

Mandé a ambientar la cabaña de la piscina exactamente para eso, todo el desastre que quieran hacer lo pueden realizar allí.

—Señorita Patricia, ya todo está en orden y los aperitivos listos como usted ordenó —dice Marlén, una de las tantas empleadas que mis padres tienen.

Resoplo.

—Marly, ya les he dicho que me tuteen por favor, si hasta soy menor que ustedes —ruedo los ojos divertidos cuando ella niega con la cabeza —Llámame Paty. Muchas gracias por todo, Marly, puedes decirle a tus otros compañeros que son libres de salir a divertirse un rato. ¡Son jóvenes!

La chica asiente y se marcha con una sonrisa discreta.

La mayoría de los empleados de la Mansión Jones son jóvenes, contamos con servicio en la cocina, para los quehaceres de la casa, para cuidar los jardines y en la lavandería de la casa hay otra parte.  Recuerdo haberle pedido a mis padres que contrataran  personal de servicio lo más cercano a mi edad que pudieran.

Ya saben, son con los que más paso el tiempo aquí en casa, casi como mi familia, a veces recluto a Marlén y Karina para charlar un rato o ver películas. Así de patética es mi vida donde mis amigos, aparte de los parásitos de Dorian y Flavio, son mis empleados. O bueno, los de mis padres.

No es que me moleste, para nada, pero a veces me da lástima mi propia situación. Mis padres no dudan en darme lo que yo necesite, todos mis caprichos son cumplidos tan solo con pedirlo, solo hay una cosa en la que no han sido capaces de complacerme.

En darme su total atención.

Parpadeo rápido para alejar las molestas lágrimas que empiezan a acumularse en mis ojos.

«No es momento para pensar en esto. Papá y mamá me adoran, solo que les cuesta un poquito demostrarlo con cosas no materiales. Además tienen muchas obligaciones». Me repito ese mantra una y otra vez hasta que me siento más calmada.

Sonrío cuando llego al jardín trasero de la casa y recuerdos de un niño pequeño y sonriente correteando por el lugar vienen a mi.

—Es enooooorme —exclamó maravillado.

Hice una mueca no muy de acuerdo.

—No lo es, desde afuera se ve muy distinto a cómo se siente. A cómo yo lo siento —dije sentándome en el césped.

El niño me igualó sentándose a mi lado hundiendo sus pequeños dedos en el pasto.

—¿Eres infeliz en esta mansiónsososota? —pregunta asombrado.

—No diría que infeliz, pero no lo suficientemente feliz como se supone que es una niña de seis años —dejo caer mis hombros.

—¿Por qué? —Preguntó Flavio sobando uno de mis bracitos como si ese fuese el problema.

—Mis papis casi nunca están, no juegan conmigo porque siempre andan muy ocupadotes.

Mi único amigo frunció sus cejas.

—Puedes jugar con mi mami y conmigo. Ella siempre trabaja, pero hace tiempo para jugar conmigo —sugirió y dibujé una sonrisa.

—Hablaré con mis papis para que le den más tiempo libre a tu mami, así podrá jugar con nosotros —dije contenta.

—¡Eso sería maravilloso! —exclama sonriente—. Mamá siempre llega muy cansadita a casa.

—Pues ya no más. Tendrá más tiempo libre para jugar con nosotros. Así ya no estaré tan solita.

Él asiente.

—Es muy feo ser hijo único, ¿cierto? —preguntó arrugando sus pequeños labios.

Asentí.

—Pero después de que tu mami entró a trabajar con nosotros ya no estoy tan solita porque estás tú —digo sintiendo cómo mis ojitos se van llenando de lágrimas.

—Desde ahora ya no estamos solos, nos tenemos a nosotros y tú tendrás a otra mami que te ponga más atención.

—¿Lo prometes? —pregunto esperanzada.

—Lo prometo.

Sacudo mi cabeza para regresar a la realidad y sonrío sin planearlo.

Flavio montés me salvó de la cosa a la que más le temo en la vida, la soledad.

Salvó a Dorian del rechazo hacia él mismo y de igual forma de la soledad.

Se salvó él mismo.

Maldita sea, todos necesitamos un Flavio en nuestras vidas. Me gustaría encerrarlo en una cajita de cristal para que nadie le haga daño, porque tanta bondad a veces puede jugarle en su contra. Siempre quiere ayudar a todos y le cuesta decir No a las personas. Él es todo lo que está bien en esta nefasta vida.

Suspiro y me dirijo dentro de la mansión para revisar una última vez que todas las habitaciones estén cerradas con llave y cuando lo hago me dispongo a disfrutar de mi fiesta en lo que aparecen mis amigos.

(...)

Trato de no expresar el disgusto que se instala en mi pecho cuando noto la compañía de Dorian.

Aclaremos algo; no es que me caiga mal, no es mala tipa, lo que me causa una ligera molestia es que sea la compañera de Dorian.

Él no invita a salir con sus mejores amigos a las chicas con las que folla, lo que quiere decir que, no es solo una chica más.

Conocí a Cristal el día que regresé a la ciudad. Teniendo en cuenta que Dorian y yo vivimos cerca, fue al primero al que fui a ver. Eso Flavio no lo sabe. Aunque bueno, hay muchas cosas de las que aún no está enterado...


Aparco la vieja bici en el porche de la enorme casa de Dorian, me acomodo la corta falda negra de cuero que llevo puesta, paso mis dedos por las leves ondulaciones de mi pelo rubio y me encamino ansiosa hacia las puertas de la mansión.

Dos años.

Han pasado dos años desde que no sé nada de él, con Flavio me he mantenido en contacto, pero desde el día en que subí a ese avión para irme lejos de Southville no he sabido nada de Dorian Cooper.

Y contrario a todo lo que pensé que pasaría, no he dejado de extrañarlo ni un solo minuto.

Decido entrar por la puerta de la cocina que siempre se mantiene sin seguro para
no tener que tocar el timbre y sorprenderlo. Le dije a Flav que volvería, pero no le hice saber día.

La mansión de los padres de Dorian siempre ha dispuesto de pocos empleados domésticos, al contrario de la mía, por eso no me encuentro con ningunos en el momento en que subo a la segunda planta en dirección a su habitación con los nervios de puntas y las ansias carcomiéndome.

Sé que su reacción no será la mejor, puesto que desaparecí hace dos años sin siquiera despedirme de mis dos únicos amigos, pero espero que al menos se alegre de verme.

Cuando estoy llegando a la que recuerdo es si habitación, la puerta se abre y por ella sale la figura de Dorian Cooper. Me detengo abruptamente conteniendo un suspiro.

Lleva puesto solo unos pantalones largos a cuadros de pijama, descalzo, con su cabellera ahora rubia desaliñada y su torso firme al descubierto.

Dios... el rubio le queda tan malditamente bien.

Tan solo da dos pasos cuando levanta la vista y me observa petrificado.

Muerdo mi labio inferior conteniendo las ganas de correr y trepar encima de él.

—¿Patricia? —pregunta con voz baja, ronca, cautivadora y arruina bragas.

Termino mandando todo al diablo y corro hacia él enganchando mis piernas al rededor de su cintura y abrazándolo fuerte.

—Maldita sea, te extrañé. Los he extrañado tanto —digo con voz emocionada.

Dorian no dice nada y me baja de encima suyo para quedarse viéndome sin decir nada.

—¿No piensas hablar? —sonrío confusa. A continuación frunce sus pobladas y castañas cejas.

—¿Qué putas quieres que diga? ¿Que me alegro de verte o esas maricadas?

Mi sonrisa se borra al instante.

—Pues la verdad es que sí, esperé un poquito más de emoción por tu parte —me cruzo de brazos y el rubio deja deja salir una risa carente de humor.

—Eres descarada, Patricia Jones —entrecierra los ojos —te largas por dos años sin decir nada y luego llegas de la misma forma esperando que te reciba con besos y abrazos. ¿Estás demente o que carajos?

—Me dio con un corazón roto —me justifico pobremente.

—No —responde tajante—. Te fuiste con el ego herido. no lo confundas con un corazón roto, pero ambos sabemos que quién resultó destrozado no fuiste tú.

Sus palabras me saben amargas, pero las acepto con la frente en alto porque tiene razón.

—Tienes razón, mi partida fue algo brusca y...

—Y un acto cobarde —añade.

Suspiro.

—También, pero era una adolescente con pajas en la cabeza, no trató de justificar mis mediocres actos, pero al menos quiero repararlo.

—¿Dos años después? —ríe con amargura— ¿no te parece un poco tarde, chiquita? —sonrío sin planearlo al escuchar el mote por el que solía llamarme antes de que todo se torciera.

—Lo único que vine a recuperar es la amistad de mis dos mejores amigos. Puedes estar tranquilo —arrugo los labios—. No tendrás que lidiar con mi culo intenso. No voy a insistir con eso, respeto tu decisión.

Él me observa como si yo no fuera capaz de entender el verdadero problema.

—Tú nunca has insistido, Patricia.

De un momento a otro siento como si se estuviese refiriendo a otra cosa.

—¿Debí de haber insistido en algo? —pregunto —. Porque ya no estoy entendiendo nada.

—No puedes insistir si no te nace y la verdad es que tú putamente nunca has entendido nada.

—Te extrañé mucho —me muerdo los labros porque no puedo evitarlo ni hacerme de la vista gorda —tú humor de perros no ha mejorado ni un poco, pero estás más guapo —le doy un fugaz repaso — y el rubio re queda de maravilla.

Lo único que hace es arquear una ceja.

—Siempre he estado ardiente a la vista y te consta.

—Ya deja de ser borde conmigo —ruedo los ojos.

—No pidas imposibles, chiquita. Ahora que te veo tan ... —se calla dedicándose a mirarme detalladamente estancado su vista en mis piernas desnudas —¡ah! Me lleva el puto diablo.

Río y doy un paso hacia él.

—Tienes tus razones para estar molesto conmigo, pero es justo que empecemos de cero. Tú, Flav y yo. Prometo no volver a irme.

—No me interesa follarte —deja claro y sus palabras bruscas me chocan.

—No vine a Southville nuevamente a mendigar una follada, Dorian, ni siquiera a ser tu novia ni nada de eso. Admito que cometí errores como cualquier ser humano, y me fui como una cobarde, pero tampoco es justo que me menosprecies de esa manera. Lo único que vine a hacer cuando entre por esa puerta fue a charlar para intentar hacer las pases contigo.

—Pues me alegra que esta vez sí tengas tus intereses claros, porque los míos son estos: no pienso follarte y tampoco me interesa ennoviarme con nadie, mucho menos pienso hacer de cuenta que con tu llegada todo queda borrado y olvidado. Yo no soy Flavio.

—Lamentablemente —gruño, pero luego me doy cuenta del impacto que tuvieron mis palabras —no quise decir eso. Perdón.

—No te agobies, si me van a comparar con alguien que sea con él. Total, él es todo lo que yo quisiera ser —en sus palabras no se nota otra cosa que no sea orgullo, pero con sus ojos me dispara dagas.

—¿Sabes qué? En el fondo sabía que esta conversación no sería nada fácil, ni terminaría bien. Así que lo intentaré en otro momento. No te fastidies —decido retirarme cuando detrás de Dorian, por la puesta de su habitación sale una chica rubia, delgada, pero sobre todo desnuda con sus pechos al aire y se dirige a Dorian  sin percatarse de lo presencia.

—¿Fuiste a fabricar los condones, o qué?

El ambiente se torna tenso, mi amigo dirige su vista hacia mí y ahí es cuando la chica se da cuenta de mi presencia y se apresura a entrar de nuevo a la habitación roja de la vergüenza.

No tengo derecho a molestarme, lo sé, lo sé. Pero es inevitable, pero sonrío restándole importancia.

—Linda chica —dije antes de voltearme para irme.

Lo escuché balbucear una maldición y me detuve para preguntarle:

—Flav sigue viviendo en la misma casa, ¿cierto? —él asiente confundido y cuando me voy a girar nuevamente me llama.

—A estas horas debería de estar en su nuevo trabajo.

Me pasa la dirección y le agradezco.

—No hay día en que no me arrepienta por eso que hice, pero soy humana, tomo decisiones estúpidas y la mayoría sin intenciones. Fallo, y posiblemente seguiré haciéndolo, y nadie está obligado a soportar mis fallas y excusas mediocres, pero quiero intentar ser mejor ¿bien? Recuperar la mejor amistad que la vida me ofreció en mí solitaria vida. Espero que algún día me perdones.

Él sonríe con ternura, lo cual me sorprende.

—A veces eres tan idiota. Yo te perdoné hace años, incluso en el mismo momento que te dusculpaste.

—¿Entonces...

—Porque a veces uno perdona, pero no con la intención de empezar de nuevo. El punto no es hacer como que si nada ocurrió. Es ser conscientes, vivir con eso y en algún punto superarlo. Pero no se puede superar algo que te empeñas en olvidar —susurra.

Asentí de acuerdo.

—Ahora lo entiendo. Tú me perdonaste, pero no querías...

—Yo te perdoné, pero estaba tan lleno de ira todavía, con el ego herido y solo quería que sintieras un poco del dolor que estaba sintiendo, pero eventualmente el enojo se disolvería y a lo mejor hubiésemos podido intentarlo mejor, pero...

Dejó que yo completara la frase.

—Me fui.

Mi pecho arde, quema. En este momento me doy cuenta de cómo él vio las cosas hace un tiempo. En aquel momento yo solo estaba llena de culpa y me sentía rechazada. Quise huir de todo el desastre que causé, lo hice sin ni siquiera pelear por una segunda oportunidad.

Fue un acto cobarde lo admito. Allí me hice de cuenta como que nada pasó, traté de empezar de cero, pero nunca hice amistades con nadie. Fui temporal para cada persona que se me acercaba. Y admito que dejé unos que otros corazones rotos de aquel lado del mundo. El instituto al que fui era una total pesadilla, no hice amigos, aunque muchas chicas sí quisieron acercarse a mí, pero ningunas con las mejores intenciones.

Intenté llenar vacíos con chicos que no hacían otra cosa que complacerme sexualmente por una noche y nada más. Allí fui todo lo opuesto a lo que fui aquí. Si bien nunca he sido una mansa paloma, me comporté como una total perra en ocaciones, claro, solo cuando la situación lo ameritaba. Pero un día me desperté dándome cuenta que mi vida no era allí, aunque mis abuelos me daban todo el amor que aquí me faltaba, mi hogar no era en Kansas. Allí no iba a florecer nunca y menos teniendo asuntos inconclusos aquí.



Suspiro deshaciéndome de esos recuerdos.

Eso es parte de lo que pasó, parte de la conversación que tuvimos, una pequeña parte de nuestro pasado rememorado. Así que sí, no he sido la mejor persona, perdona si te desilusiono, pero resulta que soy tan humana como cualquier otro y si bien "ser humano" no debe ser la excusa para justificar las "decisiones con intenciones" que muchos hacen pasar por errores, supongo que es inevitable no querer justificarse con eso. Pero algo sí es muy cierto: no hay especie más estúpida que el ser humano.

Quisiera que alguien me diera clases para dejar de cometer estupideces que puedan afectarle a otros, pero ¿existirá alguien así?

Recuerdo que ese día salí de la Mansión Cooper con otra perspectiva de los hechos y sintiéndome una basura humana, pero cuando me encontré con el chico que se supo ganar el puesto de hermano en mi vida, todo se volvió un poquito más liviano.

Flavio disipa las nubes grises de mi paisaje.

Lo observo buscar a alguien insistentemente con la mirada y se lo hago saber, caminamos por los alrededores de donde se está llevando a cabo la fiesta (mi enorme y desolado jardín) es la primera vez en muchos años que mi casa parece estar llena de vida. Eso me reconforta.

Charlo otro poco con Flavio que hace que me despoje de mi corto vestido para lucir mi pequeñito bañador.  Reímos y hacemos unos cuantos comentarios más antes de que llegues Dorian junto a su acompañante y nos ofrezca una cerveza.

Trato de fingir que no me doy cuenta de cómo su mirada se arrastra por cada parte de mi cuerpo sin ningún disimulo y admito que me causa una pizca de placer ver su reacción. Le molesta y no sabe disimularlo. 

Así que caminamos discutiendo hasta llegar a algunas de las mesas, Flavio y Cristal nos ignoran deliberadamente porque esto es algo común en nosotros, siempre estamos discutiendo, pero en mi defensa; Dorian es un completo idiota.

La voz y el golpe que nuestro amigo le da a la mesa nos hace sobresaltar e interrumpe nuestra riña.

—Tranquilo, viejo —dice Dorian entre risas para intentar calmarlo. No es un secreto que está tenso porque cierta señorita gruñona no se ha aparecido en la fiesta.

—¿Por qué no mejor vas a atender a tu acompañante en vez de estar discutiendo con Paty?  —sugiere un irritado Flavio.

Sonrío conforme como si hubiese ganado la batalla. Eso hasta que mi amigo el mandón vuelve a hablar.

—Y tú ve a hacer de buena anfitriona o diviértete. Parecen dos niños pequeños.

Mi sonrisa se esfuma y la de Dorian aparece.

Bufo molesta.

—¿Qué esperas? Ve detrás de tu noviecita, patán —Me arrepiento al instante por haber soltado esa estupidez, ¡por Dios! Hasta pareciera que estoy celosa. Cosa que no es cierto, eh.

Dicho comentario desencadena otra pequeña riña entre nosotros, pero esta vez sobre su 'amiga'.

—Bueno, de todos modos a ti no te importa si me enrollo con ella o no —exclama Dorian. Y cuánta ta razón tiene, esta es una discusión sin pies ni cabeza. Yo no debería estar reclamándole nada joder, soy su amiga y puede enrollarse con quien le de la gana.

Trato de centrarme antes de responder.

—Tienes razón, me mejor me largo — me pongo de pie y doy pasos dispuesta a largarme y terminar de una vez por todas con ese te numerito sinsentido, pero algo hace que me detenga abruptamente y caiga de culo contra alguna cómoda superficie o lo que sea, no le presto la más remota atención porque mi vista está enfocada en algo mucho más interesante. —Demonios ¿y esos dioses de qué reino cayeron?

Esto parece un sueño del que no quisiera despertar. Joder, hasta las chicas están buenísimas.

—Son mis compañeros de trabajo —escucho la voz de Flavio como un eco lejano.

No me doy cuenta que me remuevo hasta que escucho un leve gruñido y algo duro debajo de mi trasero. Tarde me doy cuenta de dónde estoy sentada. Salgo disparada como una bala y escucho a Flavio reír estrepitosamente.

—Maldito canalla, ¿estabas estrujando tu sucio pene contra mi trasero? —pregunto descolocada.

—Error, pequeña, tú estabas estrujando tu culo grande en mi amigote —pronuncia Dorian con una sonrisita de burla, pero claramente afectado como yo, solo que intento camuflarlo.

—Puerco —hago una mueca con mis labios, pero la borro cuando me percato del escrutinio que me da porque siento como mi piel va calentandose. Me estoy sonrojando de la manera más idiota posible.

—Yo voy al baño — dice el rubio pervertido poniéndose de pie.

Me acerco hacia él para poder susurrarle algo que él solo pueda escuchar.

—Cuidado con lo que vas a hacer en el baño, no seas cerdo.

Su sonrisa me hace desviar la mirada unos pocos segundos hasta que habla igual de bajito.

—Te aseguro que me haré la paja de mi vida después de que restregaras ese culo encima de mi amigote. Quedas avisada, chiquita.

Mis labios se entreabren con sorpresa y tengo que apretar mis muslos para intentar calmar el ligero calor que siento mientras él se marcha riendo.

Me recompongo a puras bregas cuando me percato  de que Flavio se acerca a sus amigos. A continuación soy presentada a cada uno de ellos y tienen tan buena vibra que me caen bien de inmediato. Lo siguiente es que acompaño a las chicas a cambiarse y eso me da la oportunidad de interactuar con cada una de ellas. Jaggie no pierde la oportunidad de coquetear conmigo supongo que en broma y yo no hago más que seguirle el juego divertida.

Pasan las horas y la fiesta va poniéndose en su buena. Tomamos, comemos, bailamos, reímos y reímos aún más cuando sucede el numerito de Flavio y Miley, la chica que lo tiene coladero y aún no se entera. Lo que sucede es tan icónico que hasta tomó su cámara para grabarlo y que sea recordado por siempre.

Dorian se mantiene algo alejado con su amiga, novia o lo que sea, interactúa muy poco y eso me tiene intrigada por lo que lo consulto con Flavio, lo que termina siendo una pésima idea.

Media hora más de tragos, bailes y risas pasan hasta que sucede el momento agrio de la noche. Lindsey encuentra a su novio besuqueándose con su hermana. Decido alejarme lo más que puedo para evitar estar presente durante ese incómodo momento. Agarro un vaso de cerveza y lo llevo a mis labios, pero antes de que el líquido pueda llegar a mi boca un mano me arrebata el vaso.

Arrugo el entrecejo.

—¡Oye!

—No tomes más —ordena, lo que provocó que me riera escandalosamente.

—Tú no me dices qué hacer —trato de quitarle el vaso, pero lo tira al piso sin importarle que haya provocado un reguero.

Hago un puchero tonto sin despegar la vista del sitio donde derramó mi cerveza.

—Ya te dije.

—¿Qué demonios te pasa, Dorian? No me estoy metiendo contigo, ¿por qué no te largas?

—¿Por qué tan alejada, te trae malos recuerdos la escena? —señala el lugar donde están discutiendo Lindsey y el idiota.

Agudizo la mirada hacia él.

—No vayas a empezar, Dorian —cierro los ojos en una súplica silenciosa, pero no se calla.

—¿No me digas que te molesta que saque el tema? Es una tontería —ríe con burla y casi quiero pegarle un puñetazo para que deje de ser tan idiota.

—Quedamos en que no volveríamos a hablar sobre eso, que quedaría atrás. Tú lo dijiste — digo exasperada.

—Uy, que sensible estamos hoy, no era para que te molestaras — dice como si nada y eso me hace rabiar más. No hace más que burlarse de mí —deberías conseguirte quien te baje la arrechura.

—Y tú quien te quite lo pendejo, ¡ah no, que eso es imposible! —lo empujé antes de alejarme lo más que puedo de él.

La rabia no hace más que crecer y cuando enfoco a mi amigo me siento entre el medio de él y Miley  dejando escapar lo primero que se me ocurre. El pobre no entiende nada de lo que pasa y sus preguntas solo provocaban que casi me echara a llorar, así que opté por dejarlo a solas con su chica y seguir embriagándome.

Fui directo donde estaban los compañeros de trabajo de Flavio, quienes hicieron un vitoreo cuando me vieron llegar.

—La rubia más sexy de la fiesta —dijo Flynn. Le sonreí en agradecimiento y lo primero que hice fue quitarle el vaso que sostenía Jaggie y vaciar todo el contenido en mi boca provocando que parte de él se deslizara por mi barbilla.

Los chicos rieron, pero continuaron en lo suyo.

—Dale suave, cariño, la bebida no se va a acabar —dijo Jaggie limpiando la comisura de mis labios con su dedo índice. El cabreo empezó a disminuir y aproveche el momento. Entreabrí mis labios y en un acto atrevido lamí y chupé la yema de su dedo. Jaggie donrió mientras sus ojos adquirían un brillo travieso.

No sé qué pasaba aquí, pero empezaba a gustarme y más si me hacía olvidar cierto episodio indeseable.

Llevó el mismo dedo a su boca para lamerlo igual y no sé porqué ese simple acto me gustó. Y mucho.

Pasó un largo rato en el que reímos, hablamos y hasta chismorreamos entre todos. Esto me gustaba, me encantaba mejor dicho. No existía más nada que este grupo de gente alegre y yo, pasándola bien.

Estaba un poco mareada, me encontraba riendo demasiado y observando el cielo nocturno como si fuese lo más interesante que hubiese visto en mucho tiempo. Eso hasta que una voz me sacó de mi ensoñación.

—Creo que la cerveza ya está haciendo efecto —dijo Jaggie. Arqueé una ceja —¿me acompañan al baño chicas? —preguntó, pero ningunas pareció querer ir. Yo me ofrecí a acompañarla y me sonrió en agradecimiento.

Ella caminaba sin importarle la mirada crítica que algunas chicas le daban, era obvio que la juzgaban por sus curvas, pero ella no parecía darle importancia.

Hizo sus necesidades una vez llegó al baño, lavó sus manos e incluso refrescó su rostro mientras yo esperaba recargada del lavamanos.

—Como que hace calor, ¿no? —preguntó abanicandome con las manos.

—Un poco, sí —sonrió de lado mientras me recorría con la mirada. Instintivamente me acerqué hacia ella y decidí hacer lo mismo de refrescarme el rostro. Todo bajo su atenta mirada.

—¿No te importa que te esté comiendo el culo con la mirada o que te esté coqueteando? —preguntó sin tapujos y yo reí dando media vuelta para quedar frente a ella.

—¿Te parece que me molesta? Porque estoy sorpresivamente excitada —dije sonriendo lobuna.

Mi mirada se arrastró por su cuerpo nuevamente y no pude negar que me gustó lo que veía. Relamí mis labios y mi vista volvió a su rostro antes de que ella diera dos pasos logrando estar por completo pegada a mí.

—¿O sea que no te enojarías si te doy un beso inocente?

—Compruébalo —solo dije.

Y eso hizo. En menos de un segundo tenía sus labios devorando los míos.

Era diferente, totalmente distinto a los besos de los chicos, sus labios eran suaves y astutos. Nunca había besado a una chica, pero me gustaba. Creo que el alcohol me tenia lo suficientemente anestesiada como para sentir vergüenza y eso me alegraba en parte. Disfrute del beso para nada inocente. Hicimos eso de jugar con nuestras lenguas y toquetearnos, se estaba saliendo de control porque ya me encontraba demasiado excitada. Jaggie se separó de mí y me ayudó a subir a la encimera del lavamanos mientras sostenía mi pequeña cintura y yo me agarraba de sus hombros.

—¿No nos hace esto unas putas fáciles? —cuestioné, pero no dejé que respondiera—. Porque si es así me importa muy poco.

Eso provoca que ella ría antes de volver a besarnos, pero esta vez con más deseo. Apretujé sus prominentes senos masajeándolos y supe que le estaba gustando por los leves gemidos que dejaba escapar en medio de los besos. Fuimos disminuyendo la velocidad del beso, saboreando nuestras bocas con delicadeza. Era algo demasiado erótico que me tenía apretando los muslos para calmar el palpitar de mi parte baja.

Ella sonrió dándose cuenta, por lo que arrastró una de sus manos hasta esa parte necesitada de atención y casi sin darme cuenta me vi abriendo un poco más las piernas ansiosa por su tacto. Ambas gemimos cuando por fin sus dedos hicieron contacto con esa parte de mi cuerpo.

—Estás... —habló con tono acelerado —estás... Emhmm.

—¿Vergonzosamente húmeda? Sí —admití. Ella mordió mi labio inferior.

—Eso no tiene nada de vergonzoso, al contrario —dijo haciendo círculos con sus dedos.

—¡Ah! —eché mi cabeza hacia atrás sin poder manejarlo.  Ella intentaba hacer a un lado la pequeña tela de mi bañador cuando escuchamos un jadeo que nos hizo alejarnos por completo.  En la entrada del baño se encontraba una chica viendo el espectáculo con los ojos muy abiertos. Como pude me bajé de donde estaba subida y compartí una sonrisa cómplice con mi ligue de la noche. Ambas actuamos como si nada pasara mientras nos dirigíamos a la salida del baño pasando a la pequeña y vergonzosa chica.

—Todo tuyo —dijo Jaggie a la chica ruborizada.

Salimos riendo a carcajadas.

—¿Viste su cara? Por poco y se desmaya de la vergüenza.

—No sabía dónde meter la cara, pobrecita —dice Jaggie fingiendo un puchero.

—Nah, seguro que ese beso la dejo muy excitada.

—Eso dalo por hecho —volvimos a reír y nos integramos nuevamente en el grupo.

He perdido la cuenta de los vasos que me había tomado, solo era consciente de que reía por cada palabra que escuchaba.

No sé en qué momento decidimos jugar el tonto y típico juego de verdad o reto, y tampoco recuerdo con exactitud el momento en que llegué ahorcadas al regazo de Jaggie y terminamos comiéndonos la boca nuevamente, pero esta vez delante de todos.

Solo era consciente de sus manos masajeando mis tetas y de mis leves movimientos encima de ella. De vez en cuando soltaba unos gemidos bajitos que solo yo podía escuchar. La falta de oxígeno provocó que me separara de ella y mordisqueara su labio inferior, pero tan pronto dejé ir su labio ella volvió a acercarme a su boca que gustosa devoré.

Nunca imaginé que besar a una chica me iba a gustar tanto. Segundos después Jaggie se separa de mí con una sonrisa dibujada en su rostro antes de hablar.

—Será mejor que paremos esto aquí antes de que termine por salirse de control —señala con la cabeza hacia el público que tenemos y rio por lo bajo.

—¿Será? —pregunté en respuesta, pero me bajó de su regazo de manera torpe.

Pasados unos minutos, horas, o no sé qué, la verdad no estoy muy consciente del tiempo, pero decidimos jugar parchis, uno muy distinto en el cual las fichas son chupitos que claramente me tocaba tomar a mí debido a que, según ellos, soy pésima jugadora. Según ellos.

—Ahí vienen tus amigos —dice una voz que ya no reconozco y suelto un hipido para luego reír.

—Estoy feliiiiizz —exclamo entre risas.

Alguien dice que la fiesta ha terminado y un coro de abucheos se escucha. Frunzo el ceño. No quiero que acabe. ¡Es mi fiesta! Yo decido cuándo termina.

Siento que alguien se me acerca y me levanta del suelo donde estaba medio acostada.

—¡Oye! Estaba cómoda.

—Cómodas mis putas pelotas —escucho esa voz áspera responder.

—Bla, bla, bla...

Bufo. Intento volver a sentarme, pero soy levantada y de repente todo está de cabeza.

—¡Dorian Cooper cara de mierda, suéltame ahora! —vocifero y lo próximo que sé es que soy lanzada de bruces en el césped.

—¡DORIAN! —gritamos yo y Flavio al mismo tiempo. Frunzo el ceño y lo observo como si pudiese matarlo con la mirada.

—¡Me pidió que la soltara, no putas jodas! — dice el idiota ese.

—¿Y desde cuándo haces lo que te digo? —trato con toda la dificultad posible ponerme de pie y cuando lo logro entre tambaleos me dirijo hacia la entrada de mi enorme y vacía casa.

Ser hija única apesta.

Apenas entro a la sala me dejo caer en una de los extensos sofás y sonrío porque me siento agotada, como si hubiese caminado tres horas y al fin llegara a mi destino.

—Arriba, tienes que darte una ducha para que se te pase esa borrachera —escucho esa molesta voz de nuevo y gimo fastidiada.

—No me jodaaas y desapareceeee.

—Lo de desaparecer te lo dejo a ti —escupe—. Se te da mejor.

Dejo escapar un gruñido.

—No empieces otra vez —entierro el rostro en uno de los cojines con desespero.

El pesado vuelve a tomarme en brazos y  yo q quejarme hasta aparece Flavio, discutimos y nos molestamos otro poco, luego mi amigo se despide o eso creo y up soy arrastrada hacia mi habitación.

—No seas un grano en el culo y colabora —pide, casi ruega.

—¿Por qué no te fuiste a tu casa? Si tanto te fastidio no deberías estar aquí —digo mientras siento como me lagrimean los ojos.

—¡Oh, no! —No me digas que la etapa se borrachera que sigue es la de llorar sin razón alguna.

—¡No estoy llorando! Se me metió una pajita en el ojo –digo estrujándomelos tontamente.

—Como digas —bufa —. Mejor ayúdame a ayudarte. Necesitas una ducha.

No respondí mientras trato de enderezarme y deshago torpemente el nudo de la parte superior mi bañador y me apresuro a quitar la inferior.

—Oye, oye, ¿qué putas haces, Patricia? —lo ignoro y deshago los dos nuditos de cada lado bajo su estupefacta mirada —¡Maldita sea!

Se voltea y da grandes zancadas hasta mi armario, ladeo mi cabeza confundida.

—¿Por qué te enojas? Voy a ducharme como dijiste.

—Sí, pero el Olán no era que terminaras de desnudarte en mi pura cara, joder —noto como su respiración se acelera y le cubre rápidamente con la toalla sin siquiera bajar la mirada a mus pechos.

Arrugo mi nariz.

—¿Tan fea soy? —mis ojos pican y siento su rechazo. Me duele. Hago un puchero y quito el nudo que hizo con la toalla a mi alrededor —¿no te gustó ni un poco?

—¿Qué? —pregunta cómo si no entendiera el idioma de mus palabra. —Estás irremediablemente loca, Patricia, ve al baño —señala la puerta del baño y se encamina hasta sentarse en mi cama y descansar su cabeza de sus manos.

Dejo caer la toalla al piso y me acerco hacia él quien sube demasiado rápido la cabeza hasta que su mirada interrogante choca con la mía.

—¿Por qué ?

—¿Ah? —cuestiona posando sus ojos en cualquier sitio, menos en mí.

Me acerco hasta sentarme en su regazo y tomar su mejilla con mis manos para que me vea.

—¿Por qué lo haces? —repito.

—Estás borracha.

Ruedo los ojos. A estas alturas, parte de mi borrachera se ha esfumado.

—Ay por favor, Dorian. Ambos sabemos que eso importa muy poco. Sabes a lo que me refiero.

—Y prefiero ignorarlo, ve a ducharte —dice poniéndome de pie para luego incorporarse.

—Me estás rechazando otra vez —digo calmada, pero con un barullo de sentimientos contenidos.

—Estoy evitando una estupidez —pronuncia dejándome estupefacta.

—¿Estar conmigo sería una estupidez?

—Lo fue en su momento. Lo será ahora —se encoge de hombros evitando mi mirada.

Asiento y con la poca dignidad que me queda me cubro con la toalla. Me siento tan pequeña que agradecería desaparecer en este momento.

—Fui una tonta, lo admito, pero estaba enamorada de ti, perdón por lo que hice. Me fui porque no pude lidiar con eso. No sabía cómo.

—Ya no importa.

Río sin una pizca de humor.

—Tienes razón, ya no vale la pena —me encojo de hombros ganándome una mirada de ojos entrecerrados —perdón por incomodarte, esto — nos señalo —. Esto que pasó hoy no se repetirá.

—Descuida —es lo único que responde. Asiento otra vez dando media vuelta para dirigirme al cuarto de baño, pero me detengo cuando habla nuevamente —. Aunque no lo creas, esto es más difícil para mí de lo que parece.

Río por lo bajo.

—Seguro— resoplando sin volver la vista reanudando mis pasos hacia mi destino.

Cuando salgo duchada ya no está en mi habitación y suelto un respiro.

¿Algún día dejará de volverme loca Dorian Cooper? O no, ¿Algún día me corresponderá? ¿Cuando será que dejará de luchar contra lo que aún siente y me dará una segunda oportunidad?

Tomadas esas preguntas y más no me abandonan durante el resto de la noche. Me tiro en la cama esperando que el sueño me venza y siento su presencia cada vez que aparece para chequear que todo esté bien con mi cuño borracho, pero yo finjo estar dormida.

Sea como sea, espero que cuando quiera darme otro chance ya no sea tarde.

Solo eso espero.









********************

¡Cucarachones! Ya los extrañaba. :'c

Perdonen la eterna tardanza y larga agonía. En serio que yo he sufrido más al no poder traerles capítulo. He estado tan agobiada que no se imaginan.

Disculpen los fallos que puedan encontrar, eventualmente serán corregidos. Ya me pongo las pilas para la próxima actualización, tranquilos.

Les amo, gracias por su paciencia, no los merezco. 💜

Síganme en Instagram y twittee para que estén al tanto de la novela y de mí si quieren: Jennifferplopez

Continue Reading

You'll Also Like

30.6K 2.2K 12
LIBRO TRES DE LA SAGA ÁMAME. Summer ha estado enamorada de Nikolai desde que tiene memoria, ella siempre ha estado consciente de que nunca pasaría a...
262K 15.1K 51
❝ El Chico De Omegle ❞ El verano de Abi iniciaba y su aburrimiento no se quedaba atrás. Uno de esos días de aburrimirnto, descubre una página nu...
4.9M 433K 81
Nunca debí caer por él. Sin embargo, tampoco detuve mi descenso. Nada logró apaciguar las maliciosas llamas de deseo que se prendieron dentro de mí. ...
35.7K 1.8K 43
Eva, una talentosa fotógrafa en ascenso, y Jase, un apuesto modelo, se cruzan en una fiesta caótica donde Jase, tras beber en exceso, cuenta con la i...