Las chicas me sorprendieron. Me llevaron a una feria. ¡Una feria! ¡No lo podía creer! Era extraño pero a veces cuando había buen clima, se instalaban pequeñas ferias aquí en el pueblo. No era muy grande en comparación a otros que se conocían pero tenía algunos juegos, comida y otras cosas más. Todavía había claridad y algunas nubes blancas en el cielo. Sonreí, era un buen día. Ellie estaciono el auto cerca de la salida, pero significaba que había que caminar más a la entrada de la feria.
—Creo que es una tradición—comentó Ellie, caminábamos.
— ¿De qué? — le pregunté mirándola.
—Por la primavera—dijo encogiéndose en hombros.
— ¡Es una feria primaveral! —exclamó Lacey, sacando del bolsillo de su falta, su celular. — ¡Vamos, chicas! ¡Una selfie! — dijo animada
Paramos, y nos juntamos las tres. Sonreímos, mientras Lacey sostenía su celular y la tomaba. Miramos la foto con gusto. Después de algunas fotos más, entramos a la feria. Era sábado y había gente, quizás porque no era de noche. Había muchos puestos de comida, juegos de dardos y tiro al blanco; también con globos y juegos mecánicos. Me sentía cómo una niña, mientras Ellie, Lacey y yo corríamos hacia dónde estaban los juegos. Las luces, los sonidos de risas, tiros en los juegos y algunos niños riendo, hacía un tiempo que el pueblo no tenía alguna feria y se podía notar. Reconocí a varias personas del pueblo, con sus familias y algunos con sus hijos. Menos mal que tenía que revise mi billetera, antes de venir porque de verdad tenía que traer dinero para los juegos.
Sentí que me halaban de mi brazo y noté a Ellie. Me sonreí mientras que Lacey no se decidía en qué juego subir.
— ¿Estás bien? — me preguntó
Asentí.
—Sí, de maravilla— contesté con una sonrisa. — Quiero subirme a algún juego
Finalmente, Lacey eligió la rueda de la fortuna, Ellie la pareció un poco tonto y a mí no me importo. Solo podíamos subir dos, así que Lacey y yo fuimos juntas y Ellie fue en otro asiento, detrás de nosotros. La rueda de la fortuna, era pequeña y pintada de colores, aunque las luces no estaban encendidas, sabía que debía verse hermosa de noche; mientras se movía podía ver en el horizonte al pueblo y hacia otro lado estaba Long Island Sound. Había viento y Lacey y yo nos reímos mientras, nos deteníamos y respiré.
— ¡Estamos muy alto! — grité y me incomodaba la altura
— ¿Lizzie?
La miré. Lacey estaba haciendo un mohín, y enroscaba uno de sus rizos. Estaba pensando.
— ¿Qué?
— ¿Te puedo preguntar algo, sin que te molestes?
Tragué saliva.
—Depende de lo que vayas a preguntar—repuse y recogí un mechón de mi cabello, detrás de mí oreja.
Lacey se mordió, el labio
—Bueno, Liz, mi hermana y yo escuchamos...—empezó a decir ella, dudó pero continuó: — Hay gente que dice cosas por ahí, sobre los Shepard y tu novio...—suspiró. — Escuchamos que se pelearon y que por eso se fue del pueblo. ¿Es cierto?
— ¿Quién te contó eso, Lacey? — le pregunté frunciendo el ceño.
Mordió su labio y bajó la mirada. Parecía estar nerviosa.
—Fue mi mamá, Liz —contestó, incómoda. — Lo siento, pero fue a la iglesia hace unos días y se encontró con el padre Shepard. Solo fue amable y le preguntó sobre su hijo y él le contó sobre ustedes y ella nos contó—murmuró
Dejé de mirarla y pase la mano por mi cabello, con frustración
—Perdón, Lizzie — repitió y añadió: — Pero quería saber, si estabas bien y también escuchar la parte de la historia.
Respiré. Amaba White Rose pero lo malo del pueblo, eran que los rumores se difundían a velocidad luz. Y tampoco podía culpar a Lacey ni tampoco a su madre, ni mucho menos a Jack. Él era el padre de Rick y era decisión suya a quien le contaba los asuntos en lo que estábamos metidos.
—Mira, lo que está pasando entre Rick y yo, es...—le contesté e hice una pausa. Suspiré. — Te lo resumo: estábamos en resolver, en qué estado está nuestra relación.
Lacey meneo la cabeza.
— ¿Estado?— repitió. — ¿Terminaron? — preguntó con los ojos abiertos
Sentí una sensación pesada, en el estómago.
—No —dije suspirando. Cerré y abrí los ojos. — Nos dimos un tiempo, Lacey. Todos los novios, se dan un tiempo, ¿verdad?
—Sí, eso creo —murmuró
La rueda se empezó a mover y terminó la vuelta. Las dos bajamos y Ellie se nos unió. A pesar de la plática de Lacey, fuimos a explorar qué otros juegos nos podíamos subir. Esta era una forma de distraerme y quería estar distraída, una forma de matar el tiempo y comprender el punto entre Rick y yo.
— ¡Elizabeth! — gritó Ellie, moviendo la mano. Lacey estaba a su lado, revisando su maquillaje.
Y con una sonrisa, corrí hacia ellas.
***
Nos subimos a otros juegos; gritamos, giramos y nos reímos toda la tarde. Comimos algodón de azúcar y unos helados. El azúcar nos animó y fuimos a otros juegos. Lacey no quiso en la montaña rusa de gusanito, porque pensaba que eran para niños pequeños. Ellie y yo nos montamos con gusto y varias veces la saludamos. Después Lacey quería fotos y videos para sus redes sociales, así Lacey y yo nos subimos al carrusel; me reí mientras Ellie estaba entre la gente con el celular en la mano. Poco a poco empezó a hacerse de noche, y la feria se llenó más de gente. Volvimos a tener hambre, así que fuimos a los puestos de comida. Mientras mirábamos que comer, Lacey busco dónde sentarse quejándose que le dolían los pies, y no me sorprendía, ¡estaba usando botas con plataforma! Ellie y yo la miramos, giramos los ojos y fuimos a comprar comida. Había mucha gente en la fila para comprar comida, mientras esperábamos, escuché una voz. Y a pesar de los sonidos de risas, gritos, explosiones y la abundancia de personas, pude reconocerla porque estaba frente a mí.
— ¡Alexander! ¡Idiota! —gritó. — ¡Eres un tragón sin remedio!
>>> ¡Oh, no! <<<, pensé
A unas cinco personas al frente, reconocí a Sofía Rhodes. Tenía su larga cabellera rubia lustrosa trenzada y junto a ella estaba su esposo, Carter. Él era alto y con buena musculatura, mientras que su esposa tenía poca altura. Una enana, quizás. Pero tenía una actitud furiosa y malhumorada, la mayoría de las veces; me fijé y tenía zapatos altos. Y de su cuello colgaba una costosa cámara fotográfica. Cerca de ellos estaba Desirée Shepard y su esposo, Alex. Alex tenía su cabello chocolate alborotado y usaba una camiseta con el símbolo de Superman. Desirée se estaba riendo, y su cabello anaranjado estaba recogido con un prendedor mientras que Alex estaba con las manos ocupadas, tenía un recipiente lleno y era la porción grande y se lo estaba comiendo feliz. Y con ellos estaba, Jennifer Devine. Jennifer tenía su largo cabello negro, recogido con un moño pero algunos mechones salían y traía puesto aretes largos y brillantes. Todos miraban a Alex comer contento, mientras que Carter y Jennifer se movían para pedir otras raciones; Sofí parecía estar molesta, porque cruzó los brazos y movía su pie rápidamente, en el suelo.
Alex la ignoraba, mientras que se acercó a su esposa y le ofreció su comida, Desirée con una sonrisa agarró algunas porciones y se las comió. Empezaron a moverse, y me di cuenta que venían cerca de nosotras y por alguna extraña razón, me sentí preocupada. Empecé a moverme con nerviosismo, y Ellie lo notó.
— ¿Liz? ¿Qué pasa?
— ¿Mmm? —murmuré y la miré—. Nada, es que tengo...hambre
Ellie empezó a mirar y los vio.
—Liz, ¿esos son los Shepard? Bueno, una parte de ellos—susurró. Me mordí el labio y asentí. Ellie meneo la cabeza, mirándolos. — Escuché que Jenn se divorció de su esposo y según mi mamá fue porque la engaño. Pobre mujer— suspiró y agregó: — Su esposo era muy sexy.
— ¿En serio, pensabas eso de Anthony Hall, Ellie? — inquirí, mirándola con un ligera sonrisa
—Sí. Muchas chicas y mujeres en el pueblo, pensaban que era un Ángel o un Dios —repuso Ellie con interés. — Soñé muchas fantasías con ese hombre, Liz —me susurró y eso me sorprendió. — ¿Qué? No me mires así, Lizzie. Por favor, tú estuviste dentro de esa casa y no me digas que nunca te fijaste en esos tipos, bueno a excepción de Alex. Es muy delgado— comentó, haciendo una mueca
Le iba a contestar, cuando noté que todos ellos empezaron a moverse yéndose con sus pedidos de comida. Me moví un poco hacia fuera, del lado de Ellie y esperaba que no me vieran. Respiré cuando, vi me que fueron rápido, hablando y riéndose de algo, mientras que Sofía gruñía un poco pero su esposo la agarró de la cintura, y la mantenía a su lado. Sofía suspiró y Carter bajó la cabeza. Sofía le echó para atrás y se dieron un beso. Jennifer los observaba con detalle, cómo si buscará algo, suspiró y empezó a comer, de una ración que tenía en las manos. Por suerte no me vieron, y para mi alivio ellos se alejaron al lado contrario. Carter dijo algo y todos se rieron. Sofía empezó a tomar fotografías y Jennifer también tomaba fotos, con su celular; todos reían y hacían poses.
Suspiré cuando finalmente, fue nuestro turno. Ellie pidió hamburguesas de pollo para ella y su hermana, yo pedí pollo frito. Y una porción grande. Duramos un rato, cuando nos entregaron nuestra comida y con las bebidas incluidas. Ellie silbó cuando miró lo que había pedido.
—Tienes hambre—comentó Ellie, sorprendida.
—Sí — contesté, encogiendo en hombros. —Tengo hambre.
Ellie le dio su hamburguesa a su hermana, mientras que las miraba y empezamos a comer. Lacey miró con asombro, la porción de pollo frito que yo me iba a comer.
— ¿Acaso vas a hibernar? — me preguntó.
—No— le dije mirándola. — Me gusta el pollo — repuse, con una sonrisa torcida y empecé a comer.
Ellie se rio y Lacey la miró, sin más empezaron a comer. Mientras comíamos, hablamos de cosas triviales aunque siempre eran cosas que entre ellas y yo conocíamos bien. Pero luego de un rato, sentí un escalofrío. Solté un quejido, con la boca e hice una mueca de molestia. Ellie me miró.
— ¿Liz? ¿Qué pasa? — me preguntó, confundida
Tragué y tomé un sorbo de mi bebida. Aclaré la garganta.
—Nada. Me mordí la boca— mentí
Ellie continuó comiendo, como si nada y yo esperé un momento. ¿Qué demonios había sido eso? Era una sensación extraña, pero sentía algo. Sentí algo detrás de mí, cómo tuviera algo detrás de la espalda. Respiré, no le di importancia y seguí con mis amigas y la comida. Lacey dijo algo gracioso y su hermana y yo nos reímos. Finalmente, nos fuimos. Se estaba haciendo de noche, y todas teníamos toque de queda. Caminamos cansadas hacia la salida, y mientras avanzábamos podíamos escuchar las risas, los gritos y la música de la feria. Sonreí. Al final había sido una buena salida. Cuando llegamos al Toyota gris, sentí mi celular vibrar varias veces. Agarré mi celular, y tenía tres mensajes; dos los reconocí fácilmente, uno era mi papá, otro de Chad. "Liz, ¿dónde andas? ¿Ya regresas?", decía el mensaje de Michael; "Hermana. Papá inquieto. Regresa", decía el mensaje de Chad, junto a un emoticón de preocupado. Me reí y a los dos les contesté "Bien. Regresando a casa. Sana y salva" Pero cuando miré el otro, tuve una sensación de pesadez en el estómago. Lo leí.
Tragué saliva, cuando miré que tenía varias imágenes adjuntas. Éramos las chicas y yo, entrando a la feria. Otra era riendo mientras nos tomábamos selfies, y la última era cuando estamos sentadas comiendo. Maldije en voz baja y tuve una sensación fuerte, demasiado intensa en el estómago, o quizás tenía el principio de una indigestión. No lo sabía realmente, pero ver esas fotos hizo que me sintiera mal. Realmente mal. No recordaba bien, cómo fue el viaje de vuelta, ni cómo soporte la música alta, pasar el puente y despedirme de Ellie y Lacey. Salí del auto, caminé hasta el porche y vi que la puerta se abría. Michael salió. Mi papá me observó, movió la cabeza y me preguntó:
— ¿Estás bien, hija?
Lo miré.
—No —le contesté y entonces, tuve una sensación familiar.
Me moví rápidamente hacía unos arbustos, cerca del porche, tiré mi bolso y vomité. Sentí las manos de mi papá en mi espalda, mientras expulsaba lo que había cenado.
—Maldita sea —gruñí, apoyando las manos en las rodillas y con mi padre ayúdenme a entrar a casa.
—Shhh, nena. Tranquila—me dijo, frotando mi espalda y tosí. — ¿Te sientes mejor? —me preguntó y levanté la mirada
—Creo que sí— gemí. — Quizás fue la cena, papá — respiré y me erguí
Michael levantó una ceja, atento.
—Comí una gran ración de pollo frito— repuse abochornada. Papá hizo una mueca y se rio
—No es gracioso — refunfuñe, mientras me dirigía a la casa.