Renacimiento © ✓

By MariaAparcio

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Serie Las Dos Caras de la Luna: Libro III "Nadie es dueño de tu vida. Tú decides quien quieres ser y como viv... More

Introductorio
Prólogo
Capítulo 1: Regresión
Capítulo 2: Choque de intereses
Capítulo 3: Punto muerto
Capítulo 4: Advertencias
Capítulo 5: La manada
Capítulo 7: La confrontación
Capítulo 8: Desolación
Capítulo 9: La feria
Capítulo 10: La confesión
Capitulo 11: La historia
Capítulo 12: En la mira
Capítulo 13: La telaraña
Capítulo 14: El vecino
Capítulo 15: Amigo sorpresa
Capítulo 16: La oveja
Capítulo 17: El regreso
Capítulo 18: Punto y cierre
Capítulo 19: Catarsis
Capítulo 20: El espejo
Capítulo 21: Un paseo animado
Capítulo 22: Noctámbula
Capítulo 23: Lo bueno y lo malo
Capítulo 24: La declaración
Capítulo 25: Las motivaciones
Capítulo 26: El tormento
Capítulo 27: Heridas abiertas
Capítulo 28: Las sospechas
Capítulo 29: Punto de partida
Capítulo 30: Clase y práctica
Capítulo 31: Realidad y fantasía
Capítulo 32: Posibilidades
Capítulo 33: El gato y el ratón
Capítulo 34: La caja de Pandora
Capítulo 35: Bertram
Capítulo 36: El monstruo
Capítulo 37: Luchar y sobrevivir
Capítulo 38: Renacimiento
Capítulo 39: El despertar
Capítulo 40: Única
Capítulo 41: Hija de la Luna
Capítulo 42: Mis chicos, mi familia
Capítulo 43: Una nueva realidad
Capítulo 44: Resiliente
Epílogo
Capítulo Extra (Rick)
Playlist- Renacimiento
Curiosidades sobre Renacimiento
Cosas Extras
Agradecimiento y nota de la autora

Capítulo 6: Cara a Cara

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By MariaAparcio

Lucas aceptó llevar a la casa de Cleo, al día siguiente sin oponerse e íbamos en su moto. Era una Suzuki B-King Black y estaba intranquila, por tres cosas: uno, por viajar en motocicleta. Solo me había subido una sola vez, y me aterraba. Dos, habían transcurrido más de dos semanas, después que vi o hablé con Rick. Y tres, iba a ver a todos los Shepard. ¿Qué estarían pensando de mí?, ¿era malvada por hacerle daño a Rick?, ¿ahora me odiaban?, ¿tendríamos una guerra por mi culpa? Estaba asustada y me aferré a la cintura de mi hermano, mientras íbamos por el camino. Papá nos dejó irnos temprano, no quise decirle nada sobre mi reunión con Cleo, pero creo que lo intuía. Lucas no dijo nada, aunque le dio a Michael una breve excusa; tal vez una inventada. No le presté atención, al final nos dio permiso, a pesar de las protestas de Joel y Will. Lucas nos miró, les mostró el dedo medio y entre dientes les gruñó: "Púdranse" Me quedé ahí quieta sin decir nada, y espera algún conflicto. Joel le gritó maldiciones en español y en inglés. Will giró los ojos y Joel resopló. Suspiré y nos fuimos.

Era extraño. Sentía el viento y las vibraciones de la moto, pero mi ansiedad empezó a crecer mientras íbamos a acercándonos a la casa. ¿Podría hablar con ellos? ¿Con Rick? Además, él quería verme, pero ¿yo quería verlo? Sentí un nudo en el estómago. Sus ojos color miel, cabellos rizados color castaño oscuro y sonrisa aniñada. Yo no estaba lista, quería estar lista pero no lo estaba. ¿Y entonces por qué iba? ¿Por qué?, tal vez para hacer feliz a Cleo y que no me detestaran. Apreté más a Lucas, mientras nos aproximábamos a la casa. Tenía recuerdos agradables ahí y también con el resto de ellos; me sentía abrumada por cómo iba resultar todo esto.

>>> Mamá, ayúdame <<<, pensé, mientras sentía que Lucas, empezaba a desacelerar y para detenerse en el camino de grava

Me sentía aturdida, cuando descendí de la Suzuki. Lucas se quitó el casco y me quitaba el mío. Empecé a respirar en cuanto, nos movíamos hacia el porche y noté otra Suzuki, pero está era azul, cerca de la entrada del garaje. La moto de Zeke. Cuando estuvimos en la puerta, Lucas me tocó el hombro. Reaccioné y lo miré.

— ¿Estás segura, Lizzie?— me preguntó.

Respiré y dije:

—Sí, Luke. Mmm, eso creo...

Lucas arqueo una ceja, mirándome con atención.

—Liz...—presionó Lucas

Estoy bien—insistí y añadí: —Toca la puerta, por favor.

Lucas suspiró, tocó y en un instante alguien nos abrió.

***

Carly nos abrió y fuimos adentro. Era extraño. La casa seguía siendo la misma. A mi derecha, estaba la cocina y la encimera de granito. La pequeña mesa y las sillas; había un florero encima. Tenía unas amapolas. Había un desnivel en la cocina, para ir a la sala. Todo seguía igual, excepto los colores; los habían cambiado. Todavía estaba la oficina y más a mi izquierda está el largo corredor hacia el hermoso comedor. Me gustaba, lo había visto unas veces. Respiré. Carly se fue con Zeke y Alex, quienes estaban jugando videojuegos, pero se detuvieron en cuanto nos vieron. Carly me sonrió, y su oscuro cabello amarrado con una coleta alta y apretada. Ella estaba haciendo poses y fruncía los labios, era obvio que se estaba tomando selfies. Zeke y Alex nos saludaron y noté que Alex tenía una camiseta que decía Qué la Fuerza te acompañe. En eso escuché pasos de arriba y aguante la respiración. Pero sentí alivio cuando apareció Madison. Me observó con ojos de lástima, luego se abalanzó contra Lucas; lo abrazó y le dio un beso. Mi hermano la apretó y la hizo girar; después la bajó y me miró. Todo estaba callado además de los ruidos del videojuego, me extrañaba porque tenían tres bebés que cuidar. Levanté las cejas.

— ¿Estás bien? —me preguntó, y sus ojos zafiro brillaban.

Tenía el cabello un poco largo, pero seguía corto y con mechas de color rosa. Respiré y miré un poco hacía el piso. Madison era alta hasta un poco más, entonces noté que usaba zapatos de plataforma negros con cordones amarillos. Levanté los ojos de nuevo y respiré.

—Lo estoy, Maddy—le aseguré y miré alrededor. — ¿Y los demás?

Mi hermano nos dejó y fue a sentarse con Alex y Zeke, mientras seguían con su videojuego. Carly estaba estirada en el sillón, mirando su celular y girando su coleta. ¿Dónde está todo el mundo? No me gustaba eso. ¿Dónde demonios estaba Cleo? ¡Carajo! Apreté los dientes.

—Mis padres están con el tío Rick, arriba. Mis tías están en el pueblo, con los bebés. Y el resto mis tíos estaban de salida. Regresaran pronto— nos informó Maddy, y movió un poco su cabello.

Respiré.

—De acuerdo. ¿Madison? —repuse nerviosa.— ¿Crees que pueda...?

— ¡Elizabeth!

Miré hacia las escaleras y vi a Cleo con Zane. El color natural de Cleo era castaño claro, pero ella casi siempre se lo teñía de rojo. Rojo rubí o borgoña. Esta ocasión era borgoña, hermoso y lustroso; el rojo resaltaba su pálida piel. Sabía que su último embarazo le había sido muy difícil, y que su estado fue muy delicado. Antes se encontraba demacrada y frágil, pero ya se había recuperado. Se notaba, un poco la delgadez que había sufrido y a pesar de todo seguía siendo hermosa. Velozmente, ellos bajaron las escaleras, y Cleo llegó directo a abrazarme, con fuerza. Ella olía a rosas.

>>> Cleo siempre huele a rosas...<<<, pensé

Su abrazo de boa, duró un segundo más hasta que me soltó. La mira, sus ojos celestes me observaban con preocupación. Cleo siempre parecía estar inquietada.

— ¡Oh, Lizzie! —gimió y exhaló. —Gracias por estar aquí

Zane se movió y quedó al lado de Cleo; él era unos centímetros más alto. Su cabello gris azulado estaba peinado, algo recortado pero sedoso. Sus ojos esmeraldas estaban serenos, en comparación a la intranquilidad de su esposa.

—Hola, Liz —saludó Zane. — ¿Dónde está Luke?

Moví mi dedo detrás de mi hombro.

—Jugando videojuegos— repuse con gentileza. Zane se rio y Cleo suspiró.

Respiré y empecé a poner nerviosa. Me estaba poniendo inquieta y Cleo lo notó.

—Cleo...—dije y me mordí los labios

Zane puso su mano en la cintura de Cleo, apretándola, ella hizo una mueca.

—Amor, debemos dejar que Lizzie vaya con Rick —afirmó él. Su voz era firme pero serena

Ella lo miró a él y después a mí. Suspiró. Cruzó los brazos y me miró, de nuevo.

— ¿Cómo está él?— pregunté insegura.

Cleo cerró los ojos, un momento con gesto de molestia. Zane beso su cabello, y eso pareció calmarla.

— ¿Sinceramente? Está en una etapa normal —murmuró

—Mamá...—advirtió Madison, con preocupación. — Nada de lo que hizo mi tío fue normal.

Madison cruzó los brazos, frunciendo el ceño. Cleo abrió los ojos y miró a su hija.

—Se lo que quieres decir pero...

— ¡No lo defiendas!—exclamó Madison

Sus padres la miraron, y Madison tenía una expresión amarga. Respiré y mi corazón comenzó a acelerarse. Y Madison me miró.

— ¿Debemos dejar que lo vea?—inquirió su hija

Zane contempló a su esposa.

— ¿Cleo?

Cleo suspiró.

— ¿Quieres verlo?—me preguntó

Los tres me miraron. Se me aceleró el corazón y las manos me empezaron a sudar. Tragué saliva, pero traté de ponerme firme y murmuré:

—Sí. Necesito verlo.

>>> O mejor dicho, terminar con todo esto...<<<, pensé

Cleo asintió.

—De acuerdo — respondió y añadió: — Pero iré contigo.

Eso me llamó la atención.

— ¿Por qué?

—Rick está mal, Elizabeth. Y ha tenido algunos arranques de ira, y a causa de eso hemos tenido que reparar algunas paredes —respondió Zane y frunció el ceño. — Debemos estar seguros de que no te lastime, Elizabeth.

— ¿Sabes sobre los ataques de animales?—me preguntó Cleo

Asentí, recordando los titulares de los sitios de noticias en Internet

>>> ¡Santo Dios! <<<, pensé

¡Oh, Dios! Tal vez mi papá tenía razón en preocuparse.

***

Sentía que iba a sufrir un colapso. Cleo iba delante de mí mientras subíamos, hacia arriba y llegábamos a las habitaciones. Había un largo corredor y varias puertas; distribuidas en cada habitación. Eran puertas parecidas pero tenían diferentes tonalidades de marrón. Entonces, llegamos a la habitación de Rick, quién compartía con su sobrino, Zeke. Cleo abrió la puerta, respiré y controlé el latino de mi corazón. Y miré la habitación, era amplia y observé ciertos cambios en ella; antes las paredes eran color azul verdoso, ahora eran color oscuro. A mi izquierda, cerca de la puerta estaba el moderno escritorio tenía papeles, esparcidos, una laptop que no recordaba haber visto antes, parecía nueva. Había dos plantas tipo bonsáis en el escritorio. Fruncí el ceño cuando noté dos taburetes color gris, no tenían las sillas que yo recordaba. Había una cama con sus almohadas, arreglada. En las paredes habían colocado varios pósteres y reconocí algunos: Blade Runner: El cazador implacable, Alien: el octavo pasajero, Parque Jurásico, Los Juegos del Hambre; y otros de Linkin Park, Nirvana, My Chemical Romance, Evanescence, Guns N' Roses. Seguí con mi campo visual, y a mi derecha el armario color negro, con puertas corredizas y junto a este, la otra cama hecha un desastre y otra puerta para el baño, estaba cerrada. Pero sentí que se me iba a detener el corazón cuando miré frente a mí.

Frente a mí estaba la enorme ventana y las cortinas estaban abiertas. Se veían los pinos moviéndose y el clima tenía algunas nubes oscuras. Hoy llovería. Tragué saliva. En suelo, frente a la ventana estaba Rick. Estaba sentado con las piernas cruzadas; en una alfombra circular. Me daba la espalda. Tenía una sudadera y pantalones vaqueros. No tenía zapatos. Parecía rascar algo en el suelo. La ventana no estaba abierta, pero sentía que el aire estaba pesado, tensó y me empezaron a sudar las manos. Suspiré y Rick dejó de hacer ruido. Subió la espalda y le escuché murmurar algo, y cómo un animal asustado empecé a retroceder hasta que sentí a Cleo detrás de mí. La miré.

—Lizzie—me dijo con ojos suplicantes. —No creo que...

— ¿Cleo?

Me detuve, cuando lo escuché y giré la mirada. Rick estaba levantado, su cabello estaba despeinado, con sus rizos castaño oscuro. Parecía que los tenía un poco más largo y sus ojos se orientaron y me miró.

—Liz, ¿qué haces aquí?—inquirió frunciendo el ceño.

Su voz seguía siendo musical pero no era dulce. Y sus ojos tampoco. ¡Maldita sea! ¡Carajo! Me mantuve callada, pensando en que decir, pasaron unos segundos hasta que Cleo habló. Sentí su mano en mi espalda.

—Yo la llamé. Le pedí que viniera, hermanito—repuso Cleo, con humildad pero firme. Ella me miró y me sonrió para girarse y ver a su hermano. — Ustedes tienen mucho de qué hablar...

— ¡No es tu maldito problema, Cleo!—bramó Rick y apretó los dientes.

Me sorprendí por su reacción. En el tiempo que estábamos juntos, nunca, jamás, lo vi reaccionar de esa forma. ¿Qué tanto podía cambiar alguien en tan solo dos semanas? Cleo tocó mi hombro y espere.

—Sí es mi maldito problema, porque eres mi maldito hermano y vives en mi maldita casa—argumentó Cleo, con solidez.

Eso me sorprendió. Era extraño a Cleo maldecir, de una vez en una misma oración.

— Los dejaré solos—dijo con un suspiró— Estaré afuera—me hizo una mueca y palmeó mi hombro. —No te preocupes.

Salió y cerró la puerta aunque sabía que estaba afuera. Rick seguía en el medio de la habitación y yo estaba cerca de la puerta, o a la salida. Estamos solos. ¿Qué demonios iba a pasarnos? Por lo nerviosa que estaba, empecé a jugar con la pulsera de goma. Respiré y esperé, pero no podía mirar a Rick; tuve la mirada abajo. Y al cabo de un rato, y el aire pesado preguntó, con aspereza:

— ¿Por qué estás aquí?

Respiré y con las fuerzas que apenas saqué, lo miré. Sus ojos miel estaban oscuros y hacia una línea de dureza, en su boca. ¿Estaba molesto o decepcionado?

—Cleo me envió un mensaje. Quería que viniera a verte—murmuré, y el corazón se me aceleró. —Está preocupada por mí y yo...—dudé y respiré hondo. —Necesitaba verte.

Lo observé con firmeza y él cerró los ojos, respiró y me miró. Sus ojos seguían sombríos, pero se giró y miró para afuera. Lentamente, empecé a aproximar a él

— ¿Necesitabas ver? —repitió, con ironía. Se rió. — No te creo

Respiré y me acerqué más. Rick seguía mirando la ventana, camine a dónde estaba su cama, la desarreglada y me senté. Entonces, Rick se giró y me miró, con una mirada vigilante y eso no me gustó. Me estaba estudiante. ¿Y para qué?, ¿para ver cómo iba a reaccionar?

—Mi hermana te pidió venir—repuso. —Tú no querías venir, ¿verdad?—afirmó

Estaba tratando de controlarme y llorar en ese momento. Ahora, no podía dejarme llevar.

—No quería antes, pero me di cuenta de que tenía que —contesté, con miedo y respiré. — Teníamos que hablar Rick. Tú y yo, nosotros, lo nuestro. De eso quería conversar contigo. Mira, tu propuesta me sorprendió y no supe cómo reaccionar, es decir, no sabía que debía decir en ese momento y realmente, ya no sé si es real—señalé y titubeé. Apreté mis manos sobre mi regazo— Yo...

Bajé la mirada.

—Lo siento—susurré

Esperé un momento y levanté la mirada. Rick me miraba con una expresión que no comprendía. Eso me alarmó.

— ¿Rick?—lo llamé, preocupada

— ¿Realmente me amas, Elizabeth?—inquirió con molestia. — ¿Algunas vez me has amado cómo yo te amo a ti?

— ¡Sí!—exclamé. — Pero...

— ¡¿Pero qué, Lizzie?!—gritó y avanzó hacia mí. — ¡Me humillaste! ¡Me hiciste sentir el muchacho más idiota e infeliz esa noche!—bramó, mirándome con rabia, se detuvo. Cerró los ojos y exhaló

Apretó sus manos hasta hacerlas puños y se sentó en el suelo, con un ruido seco. Lo observé confundida y esperando que gritara algo, pero no lo hizo. ¿Qué estaba pasando?

— ¿Qué estás haciendo, Rick?— pregunté, confundida y algo asustada.

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