Extras de Rosas|| libro #3.2

By Rina_garcia

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Las rojas son rosas... Las margaritas blancas... Si creías que era el final de la historia Aguarda, que ahora... More

Notita de autora
Extra #1 (Parte 1)
Extra #1 (Parte 2)
Extra #2
Extra #3
Extra #4
Extra #5
Extra #6
Cuaderno de canciones de Rubí Carlton
Extra #7

Cuaderno de canciones de Rubí Carlton

259 58 31
By Rina_garcia

No Happy Ending:
Autor: Aviv Everton.

Género: R&B

Album: Nice to meet you

Cantante: Caleb Carlton (pero ha sido versionada por Rubí  varias veces)

🎼🎼🎼

Recuerdos de Rubí:

1:30 pm

La Rubí de once años amaba que su tía Sanne la fuera a buscar a la escuela porque eso solo significaba una cosa: pasaría la tarde con ella y con Aviv. Ella la llevaría por un helado, para luego ir al apartamento que su tía compartía con el chico que le sonreía sin necesidad de verla ¿Lo más emocionante de todo eso? Que él le enseñaría acordes en la guitarra, cantarían, hablarían de música...

Nada le hacía más ilusión a Rubí que compartir momentos como ese junto a quien veía como un ídolo.

Pero se dio cuenta de que esa tarde sería distinto cuando su tía suspiró mientras tomaban su helado.

—Hoy no es un buen día para Avi, preciosa —habló, con una mueca triste —. La verdad, ha estado teniendo muchos días malos últimamente. No sé si vayan a hacer música hoy.

—¿Y por qué está triste? —le preguntó ella.

—Cuestiones del corazón, cariño. Hay historias que no tienen los finales que merecen. En el caso de Aviv, su historia se acabó, pero él no ha sabido llegar al final...

—Oh —soltó ella, adivinando lo que ocurría —. ¿Es por la chica de la canción?

Sanne suspiró, bajando sus ojos grisáceos hasta su helado solo porque hay recuerdos que pesan en la mirada. Rubí la observó morder la parte interna de su mejilla, como siempre hacía cuando de Aviv y esa chica se trataba. Rubí se removió en el banco, un tanto cohibida ante tanta tristeza. No supo que hacer, Así que solo esperó a que se esfumara del ambiente. Mientras tanto, pensó en cierta canción. Esa historia de amor de Avi y aquella mujer le habían enseñado dos cosas a esa niña:

Primero, hay gente que duele durante años.

Y segundo, la tragedia es una compañera perfecta para hacer canciones hermosas.

La mejor canción que había escuchado en su corta vida fue escrita por Aviv Everton para una chica con un final inesperado. Fue aquella canción la que la había enamorado de la música, la que la inspiró a querer saber más sobre instrumentos y partituras. Es más, era por esa canción que había comenzado a escribir las suyas propias. Todavía no se las mostraba a nadie, ni siquiera a su hermano. Recién estaba comenzando, pero le gustaba...

Y había llegado ahí por una trágica historia de amor.

La tragedia era hermosa en canciones, pero era horrible en la realidad. Era triste ver a Aviv tener días tan desanimados, en los que simplemente se desconectaba de su personalidad tan animada y positiva de él para convertirse en una...una sombra.

Quizá su tía Sanne tenía razón y lo que le ocurría era que él no le había puesto un final a una historia que ya había acabado.

—Tranquila, tía Sanne —aseguró Rubí, estirando su mano para tomar la de ella. Le sonrió como apoyo —. Ya verás como llegará el día en el que mejore ¿Quién sabe? Quizá encuentre a una chica que reconstruya su corazón.

—No, no, preciosa —negó ella —. Ese corazón terco solo puede ser reconstruido por él. Yo solo espero que encuentre la fuerza para rearmarlo y que alguien consiga amarlo a pesar de las grietas que conservará.

》Esta es la cosa, Rubí: no puedes darle el poder a alguien de reparar tu corazón, porque entonces sería de alguien más y no tuyo. Solo tú debes recomponer tu corazoncito si alguien llega a romperlo. Se la dueña de cada latido y, más importante, de tu felicidad.

La sonrisa de Rubí se expandió. Su tía Sanne le parecía demasiado admirable. Esa mujer había recibido tantos golpes y aún así había sobrevivido. Tenía un corazón destrozado, pero lo estaba reconstruyendo por su cuenta. Pedazo por pedazo, los unía como si fuera un mosaico resguardado en su pecho. 

Sanne había aprendido a ver su felicidad como su posesión más valiosa y eso la convirtió en una mujer con ambisión hacia un futuro, a pesar de lo oscuro de su pasado. Claro, se enojaba y desilusionaba a veces; más seguido de lo que le gustaría y en gran medida eso se debía a Aviv. No obstante, ella había aprendido a levantarse y retocar los pedazos rotos de su corazón ante cada pequeña desilusión...

Ahora iba caminando por la vida con una seguridad impresionante de accesorio, resaltando casi tanto como su cabello rizado y voluminoso. No era una seguridad engreída como la versión pasada de sí misma, esa que tuvo ortorexia. Más bien, era una seguridad necesaria.

Un motor que le permitía avanzar día a día.

En ese momento, Rubí supo que en el futuro quería llegar a ser una mezcla entre Aviv y Sanne: ser trágicamente inspiradora como él, pero impresionantemente luchadora como ella.

—Yo digo que vayamos con Avi, tía —aconsejó ella, tomando un poco de su helado —. Él es quien reconstruye su corazón, pero nosotros podemos ayudarlo ¿No es así? Podemos...sostener la cinta adhesiva que usa para cubrir todas esas grietas que tiene.

—Interesante forma de verlo, preciosa —carcajeó Sanne, poniéndose de pie. Extendió su mano libre de helado hacia su sobrina, ella la tomó sin pensarlo —. ¿Sabes qué? Es una buena idea. Siempre voy a estar a favor de animar a ese terco, ¿quieres saber por qué?

—¿Por qué?

—Porque tiene la tercera sonrisa más bonita que he visto. Las primeras dos le pertenecen a tu hermano y a ti.

—Claramente la mía antes que la de Caleb, ¿no?

—Sí, pero si le dices que lo admití lo voy a negar. Ya sabes, que no se entere que eres mi favorita.

Rubí soltó una carcajada mientras comenzaban a caminar por las calles de Londres una vez más. Iban camino a a una persona con el corazón tan helado como el clima de ese lugar; no por ser frío o insoportable, sino porque parecía que sus latidos se habían congelado en el tiempo.

Que se quedaron estancados en una época más brillante.

No era que Aviv no quería avanzar, era que creía que lo había hecho y que esos momentos de tristeza solo eran "bajones emocionales". Creía que por haber conseguido un empleo que le gustaba, por haber vuelto a divertirse de vez en cuando y por decir cierto nombre sin temblar, había conseguido superarlo todo.

Pero lo cierto es que hay heridas mucho más profundas de lo que uno cree.

Él suspiró mientras tocaba algunos acordes en su guitarra. No estaba solo, su fiel amigo peludo lo acompañaba en su apartamento esa fría tarde de recuerdos pesados. Loto mantenía la cabeza apoyada en las piernas de su amo, y Aviv mantenía la cabeza en una persona que alguna vez amó.

Y que ahora era quien más daño le hacía, pues la culpa era algo que decía haber superado...pero solo mentía.

Escuchó la puerta abrirse y al segundo Loto se alejó de su regazo. Debía de ser Sanne, su perro guía solo corría de esa forma cuando se trataba de ella. Incluso siendo un can un tanto viejo, seguía comportándose como un cachorrito cuando se juntaba con la morena.

—Hola, cachorrito bonito —confirmó que era ella al escuchar su voz. Siempre que le hablaba a Loto ponía ese tonito de mamá enternecida que conseguían sacarle una sonrisa ladeada al chico —. ¿Quién es el perrito más hermoso de este mundo? ¿Quién? ¿Quién?

—No te va a responder —soltó él desde el sillón —. ¿Lo sabes, no?

—¿Escuchas lo gruñon que es tu dueño, Loto? Solo está celoso porque pregunté quien es el cachorrito más tierno de este mundo en lugar de preguntar quien es el terco más lindo del mundo.

—¿Y la respuesta habría sido yo?

—No lo sé. Mírate a un espejo, Everton.

Aviv soltó una carcajada ante la ironía emplementada por su mejor amiga, ese humor de doble filo que ella solo usaba cuando estaba muy desanimado. Sabía que solo así traía de vuelta al Aviv animado aunque fuera por instantes.

Sanne era esa persona que nunca creyó necesitar, pero ahora la tenía y podía decir que no sabía ver su vida sin ella. Olfateó el aroma a coco de su amiga llenar la habitación. Además, sus sentidos captaron otro que logró hacerlo sonreír por completo a pesar de la tristeza:

Olor a canela y miel. Solo alguien olía así.

—Hola, Rubí —dijo, sin saber muy bien donde estaba —. No te esperaba hoy.

—Siempre me va a impresionar el que puedas notarme sin verme, o escucharme —soltó ella, antes de acercarse y dejar un beso de saludo en su mejilla.

—Enana, aunque no lo creas, no ver trae sus pequeñas ventajas.

—Yo si te creo. Siempre te creo, Aviv.

¿Lo mejor que había hecho Sanne por él? Pues, simple: obligarlo a mudarse con ella a Londres y presentarle a sus dos sobrinos. Años después de conocer a los Carltons y ya los veía como familia, como un rayo de sol entre tantas nubes grises. Caleb era un chico increíblemente atento, que lo sorprendía cada vez más con su talento y con su corazón que se hacía cada vez más valioso. Se había prometido a sí mismo hacerlo famoso, llevar su voz a lugares que ni él mismo imaginaba.

Le había agarrado tanto cariño que ahora Aviv solo pensaba en como ayudarlo a triunfar.

Y Rubí...Rubí era especial para él. No sabía lo que era ser padre, mucho menos cuidar de una hija, pero él la sentía a ella como una. La había visto crecer, pasar de una niñita inocente de seis años a una preadolescente demasiado perspicaz y lista. También tenía un don impresionante con la música. Es más, Aviv jamás había conocido a alguien con tanta pasión por la música como esa niña.

A ella no solo le esperaba la fama, le esperaba muchísimo más. Él lo sabía y esperaba estar a su lado una vez esos logros se cumplieran.

Escuchó a Sanne salir de la sala de estar, diciéndole a Loto que le daría de comer. Rubí y él se quedaron solos, así que él comenzó a tocar una melodía en la guitarra.

La melodía.

Tocarla le traía paz, no tristeza. Era una trágica canción para una trágica historia de amor, pero a él le recordaba el lado bueno de algo hermoso. Era su medicina en los días horribles, podía tocarla por horas y horas solo para sanar su corazón.

Ahí estaba la cinta adhesiva: tenía forma de canción.

Rubí lo observó, maravillada ante los acordes de la guitarra ¿Cómo podía sonar tan perfecto? Se sentó junto a él y comenzó a cantar. Siempre que usaba su voz, lo hacía de corazón. Cantaba desde ahí adentro, desde el pecho, y era como si todo su cuerpo se convirtiera en chispas y pasión al instante. Estaba enamorada de la música y no lo podía ocultar.

Aviv se le unió y pronto fueron dos voces entonando una canción bellísima, hecha para alguien quizá no tan bella que había dejado cientos de marcas feas. En cierto punto, Rubí escuchó la voz de Aviv entrecortarse. Miró hacia arriba, él estaba llorando.

Era tan trágicamente bonito lo que esa canción lograba mover en corazones agrietados.

Ella lo abrazó de costado, apoyando su cabeza en el hombro de quien consideraba un tío. Su familia. La canción culminó y ninguno de los dos mencionó el llanto, no hizo falta. Ese día, Rubí aprendió que las lágrimas se pueden volver parte de una partitura

Ellas son parte de la melodía.

—¿Puedo decirte algo, Avi? —preguntó ella, con cautela.

—Siempre, preciosa.

—Esa es la canción más hermosa de todos los tiempos...

Él sonrió de lado y la abrazó de vuelta. Suspiró antes de hacer una confesión:

—Lo es. Es de la clase de canciones que obtienes con una inspiración trágica y hermosa por igual: una canciones que te mueve el corazón.

Y él no lo sabía, pero también habían canciones que reconstruían corazones latido a latido...


🎼🎼🎼

Lyrics:

Once upon a time,
I found a princess with no crown
Who enjoyed romantic stories,
And loved holding my hand

We needed no castle,
To found what we found:
The taste of a happy ending,
Broken by the tears of an unexpected goodbye.

Take care of my heart, in the kingdom of broken glass (X2)

The taste of her lips,
The sence of her scars,
I'll never forget myself,
For being that blind.

Never saw her eyes,
Neither all that suffering.
Oh, she needed a prince charming,
I was more like the ogre.

Oh, What a fool! Oh, What a shame!
It wasn't even midnight,
When her nightmares came!
And I did nothing, nothing.
Now she's gone, with both shoes on,
And our happy ending has been stolen.

Take care of my heart, in your kingdom of broken glass (X2)

I'll never forget that princess,
Who hold a dragon in her soul.
Oh, she was afraid of mirrors
I was afraid of living alone...
Oh, that princess with no crown,
I should have never let you go.
Now our ending has the taste,
Of those stories you hated the most.

Take care of my heart, in the kingdom of broken glass (X2)

Maybe we will found our happy ending,
In another once upon a time...

🎼🎼🎼

TRADUCCIÓN:

Erasé una vez,
Una princesa sin corona
A la que le gustaban las buenas historias,
Y tener nuestras manos juntas.

No necesitamos un castillo,
Para encontrar lo que encontramos:
El sabor de un final feliz,
Roto por las lágrimas de un adiós inesperado.

Cuida de mi corazón en tu reino de cristales rotos (X2)

El sabor de sus labios,
La textura de sus cicatrices,
Nunca me perdonaré
Por ser tan ciego.

Nunca vi sus ojos,
Ni su sufrimiento.
Oh, ella necesitaba un príncipe de cuento,
Pero yo soy solo un ogro.

¡Oh, y que tonto! ¡Oh, y que lastima!
Ni siquiera era media noche,
Cuando la alcanzararon sus pesadillas.
No hice nada, nada.
Ahora se fue con ambas zapatillas,
Y se robó nuestro final de cuento de hadas.

Cuida de mi corazón en tu reino de cristales rotos (X2)

Nunca olvidaré a esa princesa,
Ella tenía un dragón en su alma.
Oh, le tenía miedo a los espejos,
Yo a la soledad...
Oh, esa princesa sin corona,
Nunca debí dejarla ir.
Ahora esta historia,
Sabe a las que ella tanto odia .

Cuida de mi corazón en tu reino de cristales rotos (X2)

Quizá encontremos un final feliz en un "Érase una vez" distinto...

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