passionate innocence ึธึถ yum...

By sehogays

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๐“‚ƒ๏นŸ๐Ž๐Ÿ“ ๊ง‡ supermarket โœฐ

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By sehogays

     ─ ¿Y cómo harás para hacer eso que dijiste que harías ayer?

     ─ ¿Hacer qué?

     ─ Tirarte a HaeRi.

     El rostro de TaeYong se oscureció enseguida. Tosió un par de veces, volviendo su rostro hacia la ventana lateral del vehículo, irguiéndose sobre el asiento. Yuta elevó ambas cejas, chasqueando los dedos sobre su rostro, apresurando la respuesta.

     ─ Pienso fingir que la quiero y que quiero algo serio con ella.

     ‹¿querer? ¡eso era lo más estúpido que había escuchado!›.

      Contuvo una carcajada, mientras se mordía el labio con fuerza y presionaba el acelerador. querer era una palabra solo incluida en el diccionario de los imbéciles. Era tan ridículo que podría echarse a reír una semana y media, y seguir riendo después de que la vuelva a escuchar.

     ─ ¿Ah, en serio? ¿Cómo harás eso?

     ─ ¿A qué viene esa pregunta ahora, Yuta?

     ─ Solo escúpelo.

     Yuta observó cómo su antiguo compañero de "caza" se removía sobre su asiento y se encogía de hombros, lanzándole una mirada incómoda.

     ─ Pienso conquistarla, ¿Qué otra cosa puedo hacer?

     ─ ¿Cómo vas a hacer eso?

     ─  Yo... No sé, la verdad... ─ dijo, frunciendo el ceño de forma extraña   ─  En serio, Yuta, ¿A qué demonios vienen estas preguntas?

     ─ Curiosidad, simple curiosidad.

     Aceleró incluso más la velocidad del maldito deportivo, manteniendo una sonrisa discreta en su rostro, mientras se llevaba una bebida energética a su boca. Se la terminó de un solo trago y miró directamente a TaeYong, que parecía estar más tieso que muerto en ataúd.

     ‹¿por qué carajos estaba así? ¿Tanto le enojaba hablar de su estúpido plan de cómo tirar?›.

     ─ Pienso ser amable con ella, decirle cosas cursis, regalarle chocolates, invitarla a cenar y todas eso y luego que logre lo que quiero, romperé con ella...

     La maldita carcajada salió de sus labios, así que solo optó por dar una palmada sobre el hombro de TaeYong y girar el auto hacia la izquierda con brusquedad. Un puto camión se estaba interponiendo en su vía cada diez segundos.

     ─ Qué putada, loco ─ soltó con sinceridad, mientras intentaba no romper en risas.

     El aludido le lanzó otra mirada incómoda, quizá, debido al sarcasmo de sus palabras, y luego extendió la mano, apuntando la otra calle con su dedo índice.

     ─ Yuta, bajo acá, en la esquina. Te veo luego, no te pierdas mucho y si haces reuniones, me llamas.

       Yuta detuvo el auto frente a la vereda de la nueva calle, notando cómo el otro salía de volada y cerraba la puerta de un solo porrazo. Aceleró nuevamente, soltando todas las risas que había contenido y se perdió entre la ciudad, moviendo el auto de derecha a izquierda, incapaz de detenerlo en algún lado. En realidad, la idea de TaeYong sonaba como mierda para él.

     ‹¿cómo diablos podía alguien hacer todas las estupideces que había mencionado?›.

     En lugar de "Ser amable con ella", debería tratarla como la zorra que es.

     En lugar de "Regalarle chocolates", debería lanzarle lencería escotada.

     En lugar de "Decirle cosas cursis", sería mejor que la insultase. A algunas les pone eso.

     En lugar de "invitarla a cenar", sólo debe darle su número de departamento.

     ‹bueno, al menos eso sería lo que él haría›.

     Yuta soltó otra risotada y guiñó el ojo a un grupo de mujeres mayores que caminaban, sonriéndole a cada momento.

     Y de repente algo llamó su atención en las puertas de un supermercado. Entrecerró sus ojos, escudriñando todo con la mirada, mientras una sonrisa se formaba en sus labios. Su atractivo criado estaba saliendo con unas bolsas en sus manos y se dirigía hacia algún lugar en particular. Movió el auto hacia la derecha, apegándolo hacia la acera.

     ─ Precioso, ¿No quieres subir?

     Una sonrisa se contorneó en los labios de Yuta cuando los ojos de su criado se encontraron con los suyos y se quedó paralizado en medio de la calle, incapaz de reaccionar. Le guiñó el ojo, llamándole con el dedo índice, pero la única respuesta que obtuvo fue mirar cómo Mark sujetaba las bolsas con fuerza. Mark era empujado por unas cuantas personas que transitaban por ahí, y luego agachaba la cabeza e intentaba seguir con su camino.

      Yuta le observó de pies a cabeza y exhaló, todavía sonriendo, mientras su auto seguía cada uno de los pasos de su intimidado criado.

     ─ ¿Qué pasa, precioso? ¿Quieres jugar a las escondidas?

     Mark apresuró la marcha con el rostro sonrojado, desviando su mirada para mirar si alguien estaba observándoles, pero la gente continuaba su camino, sin prestarles mucha atención.

      Yuta tocó el claxon unas cinco veces, mostrando una sonrisa divertida.

     ─ Es una orden, Mark, y te he dicho que odio que desobedezcan.

     El cuerpo de menor se detuvo y tras tomar las bolsas de compra con fuerza y oprimir los ojos, se volvió hacia el vehículo, quedándose frente a las puertas traseras, aunque cuando hizo amago de abrir una de ellas, Yuta la bloqueó con seguro, sonriéndole y señalándole el asiento junto a él, así que no le quedó más remedio que moverse hasta la otra puerta lateral, entrando en el vehículo intensamente avergonzado.

     Yuta lanzó una carcajada, toqueteándose el labio por enésima vez.

     ─ ¿Por qué hace esto, joven Nakamoto? ─ La voz de Mark sonaba nerviosa y quebrada, aunque intentaba lucir con un cierto aire de decisión en esos momentos.

     Yuta notó como sus nervios incrementaron cuando él cerró su puerta de salida con seguro también; era entretenido verlo.

     ─ Solo llámame Yuta y tutéame, eso también es una orden.

     ─ Lo siento, la señora Nakamoto no me tiene permitido...

     ─ Me vale un carajo lo que la señora Nakamoto te tenga permitido. Es mi madre y no va a mandar en cómo me llames.

     La respiración de Mark se detuvo en seco. Sus manos se cerraron aún más sobre las bolsas repletas de cosas domésticas y su mirada se elevó un tanto hacia Yuta, aunque todavía continuaba rehuyéndole la mirada.

     ─ ¿Por qué haces esto...?

     ─ ¿Hacer qué? ─ Yuta se estiró de brazos, relamiéndose los labios al observar la clavícula expuesta de Mark ─ Por cierto, hoy estás muy guapo.

     Entonces, la mano de Yuta se plantó sobre la de Mark, sujetándola con fuerza. Los ojos de Mark se abrieron cómo platos, y su respiración se entrecortó. Centró sus ojos en sus propios zapatos y el fuerte rubor de su rostro se implantó también en su cuello y en sus brazos. Parecía un cachorro muriéndose de miedo y de frío.

    ─ Por favor, mueva el auto, tengo que llevar la comida a su casa, o sino no habrá almuerzo y la señora se preocupará... ─ intentó decir con seguridad, mientras oprimía su mano y un escalofrío lo recorría al sentir el contacto del mayor.

     Yuta sonrió ante el tono de su voz, dejando la mano del menor en paz.

     ─ Oye, de verdad no hay motivo para que te asustes cuando me veas, nene, nunca te haré algo que no quieras. Y tutéame, es la última vez que lo repito.

     Las facciones de Mark parecieron relajarse en cuanto escucharon esas palabras, aunque el rubor de su rostro solo incrementaba más y más. Elevó su nerviosa mirada hacia Yuta y exhaló un tanto, mirándolo a los ojos.

     ─ Mueva el auto, por favor, no puedo demorarme mucho.

     ─ Lo que tú digas, nene.

     Puso el auto en marcha, mientras veía por el espejo cómo su criado se quedaba quieto ante sus últimas palabras, incapaz de procesarlas. Se metió por una calle conocida. El puto tráfico estaba de asco, toda la maldita ciudad se ponía de asco a esas horas.

     ─ ¿Ha llegado alguien mientras he estado afuera?

     ─ No, no lo han hecho...

     ─ No sé cuándo van a llegar, ojalá se demorasen un año fuera o más, pero siempre vuelven después de algunos días para ver cómo están los negocios. La última del imbécil de mi viejo es que quiere que yo maneje su empresa ─ soltó una carcajada algo exagerada  ─ Y me envió a Boston a que vea eso, pero me la pasé bebiendo y disfrutando de la vida. Por mí, su empresa puede irse al diablo, aunque sé que no me dejará en paz hasta que esté sentado como él, envejeciendo en una oficina.

     Notó cómo el menor lo escuchaba en silencio, con sus ojos puestos en sus rodillas.

     ─ ¿A usted... Perdón, a ti no te gusta la empresa de tu padre?

     ─  No, en absoluto, es detestable. Estoy faltando a todas las malditas clases en el instituto ahora y espero que mi viejo no se entere o cuando regrese, me armará una bronca enorme.

     Mark se volvió un poco hacia él, su delicada frente estaba fruncida en un precioso gesto.

     ─ Pero si faltas a las clases, nunca te graduarás y estarás desperdiciando mucho dinero...

     Yuta sonrió otra vez, elevando una ceja al mirarle.

     ‹¿era estúpido o qué?›

     ─ Nene, mi padre tiene muchos contactos y siempre le deja millones al director del instituto y aparezco aprobado.

     ─ Ah...

     ─ Lo que le cabrea es que no le haga caso y me la pase jodiendo en vez de estudiar.

     Un semáforo apareció en su frente, pero el atractivo playboy lo esquivó de inmediato.

     ─ ¿Y tú, no estudias?

     Mark pareció estremecerse ante la pregunta.

     ─ Solía hacerlo, pero mi madre se enfermó y ahora no puedo darme el lujo de estudiar. Tengo que trabajar mucho para que ella no tenga que hacerlo y esté cómoda...

     ─ Yo nunca haría eso por la mía. Por mí, ella se puede ir al demonio, al igual que toda mi familia. Déjame decirte que todos son una mierda, precioso.

     Un silencio incómodo se formó en el interior del lujoso vehículo. Yuta mordió su pulgar nuevamente, colándose entre los demás autos con una habilidad increíble. Miró de reojo a su criado, que ahora estaba con el rostro ensombrecido, pensando en silencio.

     ─ ¿Y tu bola de pelos? ¿La dejaste toda la noche dentro de la casa o se largó?

     ─ No, no lo hice, Didi se fue apenas terminé de limpiar.

     ─ Puedes quedártelo, mientras mis viejos no estén.

     ─ ¿En serio? ─ Sus mejillas se encendieron, y sus ojos brillaron de repente, formando un rostro femenino y atractivo.

     Yuta se mantuvo observándole, mientras se mordía el labio con fuerza.

     ‹eso no podía ser un chico, ¡de ninguna maldita manera!

     ─ Claro, pero mételo en tu cuarto y no lo dejes que ande vagando por ahí. No solo hizo mierda mi camiseta, sino que rompió mis jeans, ¡Menuda bestia!

     Mark soltó una risita, mientras se colocaba las manos sobre los labios y enrojecía mucho más, descendiendo la mirada, aunque ahora mucho más calmado y cómodo.

    Yuta continuó con sus ojos puestos en él; mordió mucho más su labio y sintió que su labio terminaría por sangrar en cualquier momento si el menor seguía riendo de esa manera, provocándolo.

     ‹oh, mierda, esto empezaba a salirse de control›.

     ─ Vale, empecemos de nuevo. Mark, prometo no volver a incomodarte. Creo que podemos llevarnos muy bien ya que vamos a convivir mucho tiempo...

     ─ ¿Empezar de nuevo?

     ─ Hmmm, olvidemos el pasado y empecemos a conocernos de nuevo.

     Movió su cabeza hacia el menor, que solo atinó a sonreír, sonrojarse más y asentir con la cabeza. Sentía que terminaría abalanzándosele en cualquier momento, aunque tenía que controlarse, o si no...

     Detuvo el vehículo en un solo movimiento y salió de su interior con rapidez, notando cómo su inocente criadito salía haciendo enormes esfuerzos por cargar con todas esas bolsas rellenas de un sinfín de estupideces. Yuta se las quitó de golpe y se dirigió hacia la puerta, guiñándole un ojo, mientras el menor se quedaba boquiabierto y sin lograr reaccionar de un modo u otro. Quizá, estaba algo confundido con las últimas actitudes de Yuta o simplemente no entendía por qué le estaba ayudando. ‹porque le estaba ayudando, ¿verdad?›. Se ruborizó y le devolvió la mirada, confundido.

     ─ ¿Vas a pasar o te quedarás afuera?

    ─  Gracias y lo siento... ─ Mark caminó rápidamente en el interior de la casa.

     Yuta llegó hacia la cocina y lanzó las bolsas sobre la mesa, mientras su criado se apresuraba por abrirlas y sacaba unas cuantas manzanas y las llevaba hacia el lavadero. Después de algunos segundos, volvió a revisar más frutas, mordiendo su labio inferior.

     ─ No muerdas tu labio de esa forma, nene.

     Yuta rompió el silencio con esas palabras, y Mark solo logró elevar la mirada, en señal de confusión, mirándole con una mezcla de inocencia y nerviosismo.

     ─ ¿Por qué...?

     ─ Porque tengo unas enormes ganas de besarte cuando lo haces.

     Y salió con una sonrisa arrogante de la cocina, como si nada hubiese sucedido.

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