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By SPACELATINOS

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Eleanor tiene que aprender muchas cosas pero sobre todo a como no morir por las tendencias suicidas de su sob... More

introduction
graphics
prologue
━━━ act i
1. Eleanor Rigby
ii. Pésimas bienvenidas
iii. El niño que sobrevivió
iv. Momentos incómodos
v. Despedidas
vi. El corazón del dragón
vii. Cediendo
viii. Inesperado
ix. El perro negro
x. Investigación
xi. Mentiras
xii. La verdad siempre sale a la luz
xiii. Peter Pettigrew
xiv. El aullido del lobo
━━━ act ii
xv. Libertad
xvi. Juntos de nuevo
xvii. Pesadillas
xviii. El caos Weasley
xix. El campeonato de quidditch
xx. La marca tenebrosa
xxi. Alastor Moody
xxii. Bella durmiente
xxiii. Bertha Jorkins
xxiv. Ansiedad
xxv. Sospechas
xxvi. Cuando las mariposas aparecieron
xxvii. Cenas incómodas
xxviii. El apoyo
xxix. Enfermedad
xxx. Traidor
xxxi. Preguntas
xxxii. La maldición Potter
xxxiii. Impostor
xxxiv. Ha vuelto
xxxv. Priori incantatem
xxxvi. La crueldad de un Crouch
xxxvii. Número 12 de Grimmauld Place
xxxviii. Primera reunión y la misión de Eleanor
xl. Los celos están en el aire
xli. Rojo y azul
xlii. Fragilidad
xliii. Feminidad
xliv. La cita
xlv. Shell Cottage
xlvi. Confrontaciones
xlvii. Agridulce

xxxix. El buen gancho de Eleanor

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By SPACELATINOS



CAPÍTULO TREINA Y NUEVE;
EL BUEN GANCHO DE ELEANOR




La primera semana después de que los chicos salieron de Hogwarts, quizá fue una de las más peores que Eleanor tuvo que soportar. Para empezar, tener que aparentar estar de lado de Cornelius Fudge no fue tan fácil cómo lo imaginó después de su charla días atrás. Ella creyó que allí acabaría toda su farsa y simplemente tendría que ser vigilada desde entonces por el ministro para asegurarse de que su lealtad no era falsa, pero no fue así, no. Todo se volvió más publico cuando al día siguiente de su plática en la oficina de Fudge, el mismo dio la orden de que Eleanor Potter fuera trasladada al departamento en el que los cargos más importantes (en este caso, el de Fudge) y estuviera acomodada en uno de los mejores siendo así parte de la seguridad personal del Ministro de Magia.

Esto obviamente no pasó desapercibido por nadie, ya que los trabajadores y sus mismos compañeros el departamento de aurores comenzaron a tener un trato distinto al que ella había forjado con ellos en esos cuatro años. De repente, su nombre comenzó a verse en boca de cada trabajador y no quedó allí, no, sino también podía sentir múltiples miradas juzgadoras en su espalda. Por supuesto, los únicos con los que Eleanor no tuvo que lidiar fueron los integrantes de la orden del fénix que al comienzo, sorprendidos, se enteraron de la misión que le habían otorgado a la joven azabache. Pero eso no fue suficiente, de los miembros de la orden, sólo algunos pertenecían al Ministerio de Magia y eran una minoría comparada al resto que la críticaba libremente a sus espaldas por las acciones que estaba tomando.

Se suponía que la tía del niño que sobrevivió debía estar apoyándolo, no al contrario (¡¿Qué clase de tía era juntándose con el primero que señalaba a su sobrino de ser un mentiroso?!).

Y lo peor fue que Eleanor pretendió que cada rumor no le molestaba en absoluto, que el que todos hablaran sobre la falsa lealtad que le guardaba al apellido Potter y por supuesto, a su sobrino Harry; no le remordía en nada.

Pero eso no fue lo más grande que pudo aguantar aquella primera semana fingiendo estar a la orden de Cornelius Fudge. No, ni de cerca.

Todo empezó cuando la joven Potter de un momento a otro se volvía la mano derecha de Fudge. A dónde él se dirigiera, ella debía estar presente, incluso se vió envuelta en más de un injusto despido por la falsa sospecha de traición que los empleados estaban haciendo al Ministerio de Magia. Era claro que todo era más que una paranoia del ministro al creer que todos tenían contacto con Albus Dumbledore, pero eso no importó porque en el trabajo y en dónde fuera que estuviera, la voz de Eleanor no tendría tanto realce cómo el de un hombre tan poderoso como lo era Fudge.

Y para su desgracia, ella tuvo que mantenerse callada sí quería cumplir al pie de la letra la misión que el director Dumbledore le había encomendado.

Eso creó más de una rivalidad entre los trabajadores contra ella, de pronto Eleanor Potter ya no era «La loca tía de Harry Potter» si no también se había convertido en una «Traidora».

Intentó verlo desde el lado positivo como le decían Remus y Sirius siempre (si era que lo había). Se mentalizó que lo único que debía importarle era que su familia y sus amigos cercanos supieran la verdad. Que ella sería incapaz de hacerle algo así a su sobrino si en verdad no tuviera opción.

Sin embargo, eso no bastó ya que no sólo había ganado rivalidad con otros departamentos, sino incluso el propio hijo de los Weasley, exactamente el tercero: Percy.

Ya casi había terminado el final del día y por suerte, el de la semana de trabajo, cuando una inesperada noticia llegó hasta ella: Percy Weasley milagrosamente había sido ascendido al mismo departamento que el de ella con el cargo de junior pero la pequeña gran diferencia era que para Eleanor se le hizo que era muy sospechoso que un joven como él, que sólo había entrado a trabajar hace apenas un año atrás, hubiera llegado a un puesto tan importante después de todo el caos que se había causado por el señor Barty Crouch.

Y Eleanor no dudó en darle su opinión al hermanito de sus mejores amigos.

Un pésimo error.

—Percy —lo detuvo Eleanor cuando estuvieron a solas. Él se giró a observarla de forma despectiva, algo que no había recibido antes de su parte. Más bien, ella creía que el hijo de los Weasley ya supiera de que trataba su misión, mucho más cuando esa misma noche la familia entera llegaría al Grimmauld Place para quedarse allí. Ignorando su actitud, ella habló con suavidad para alertarlo—. Debes tener cuidado con lo que dices frente a Fudge. Él te ha ascendido para vigirlar a tu padre.

—¿Eso es lo que piensas, Eleanor? —inquirió Percy, ofendido. Quizá ella no había usado las mejores palabras pero no esperaba una reacción tan defensiva de su parte—. Quizás el ministro se dio cuenta de mi desempeño y por eso me ha ofrecido el puesto. No habría nadie más competente, si me preguntas.

Eleanor inspiró con fuerza tratando de no alterarse por la actitud tan pomposa que tenía pelirrojo. A fin de cuentas, el joven era con el que menos había podido interactuar de la familia Weasley en todos esos años, pero ella siempre lo llegó a respetar por su inteligencia y responsabilidad.

—¿Se te olvidó la investigación que enfrentaste por lo del señor Crouch? Es imposible que te hayan ascendido después de eso. —Y no era un secreto. Percy Weasley no le había dicho nada al Ministerio sobre las actitudes tan raras que había tomado el fallecido señor Crouch, (Y, ¿cómo no?) si al pelirrojo no le convenía en nada avisar si él había quedado encargado de todo el trabajo de en ese entonces jefe del Departamento de Cooperación Internacional Mágica. Ella trató de hacerlo razonar—. Escucha, Fudge sospecha de tu padre por su relación con Dumbledore y tratará de hacer hasta lo imposible por saber que es lo que sabe.

Él miró sobre su hombro para asegurarse que nadie pudiera escucharlos y se dirigió a ella de manera hosca.

—¿De verdad, Eleanor? ¿Eso es lo que piensas? —bufó Percy incrédulo—. Pude haberme ganado ese puesto con mi esfuerzo.

—Y no lo dudo —dijo Eleanor—. Pero... ¿Por qué ahora? Eres muy joven y es muy sospechoso que te haya ofrecido ese puesto para mantenerte en su radar.

Él sacudió la cabeza con molestia y la señalo directamente:

—Eres la persona menos indicada para venir a decirme todo esto.

—¿Qué? —parpadeó Eleanor.

—No tienes que fingir conmigo, Eleanor. Sé lo que estás haciendo. —dijo Percy con brusquedad—. No puedes engañarme. No sé que plan están tramando tú y mis padres junto con Dumbledore, pero yo no me creo nada de lo que estás haciendo, sólo actúas como una víctima para ganarte la confianza del ministro y ser ascendida. En realidad, por un momento, llegué a creerte todo pero ahora lo pongo en duda, y me molesta que mi familia no pueda darse cuenta de la clase de persona que finges ser.

Decir que estaba sorprendida era poco, él no estaba comprendiendo lo que ella quería decir ni mucho menos el por qué de sus acciones. Esperaba que su familia le hubiera dicho pero al parecer, omitieron ese pequeño detalle.

—No estás entendiendo nada, Percy. —Eleanor frunció el ceño—. ¿Ellos no te han dicho sobre...?

—No me importa. —la cortó tajante y acomodó sus gafas mirándola desafiante—. Mis padres y mis hermanos están equivocados con ustedes dos: Harry y tú, me refiero. Yo fui más inteligente y decidí no caer en toda la mentira que tratan de crear, he forjado una imagen diferente aquí en el Ministerio y me he esforzado para que se mantenga así. Mi padre nos ha hecho ver a los Weasley mal. Él no tiene ni una pizca de ambición y por eso nos ha ido tan mal económicamente. Yo soy el único que ha luchado contra la mala reputación que él nos ha dado a mis hermanos y a mí. No Bill, no Charlie, sólo yo. —habló con recelo—. No sé que clase de hechizo encantador les hayas puesto a todos en mi familia pero yo no caeré ni mucho menos voy a permitir que ninguno se interponga en el camino que he estado tratando de arreglar por culpa de la estúpida obsesión de mi padre con los muggles.

Quizás se trató de todo lo que estaba conteniendo, las molestias, los rumores incluso el que tratara de menospreciar la palabra de su sobrino pero el que se referiera de esa forma a Arthur Weasley, un hombre que sólo se ha esforzado por mantener a su familia día a día. Un padre que ella hubiera dado todo por tener... Eleanor no pudo permitirlo. Estaba molesta y si fuera humanamente posible, ella echaría humo por los oídos y espuma por la boca de la rabia que se apoderó de su cuerpo. Por eso, mientras él pelirrojo seguía despotricando, el puño de Eleanor se estrelló contra su nariz en un golpe seco y duro, lo suficiente para poder escuchar en el momento en que su hueso se quebró al contacto.

Las gafas de Percy cayeron al piso y la sangre comenzó a salir a borbotones de su nariz (ahora rota). Y un quejido doloroso se escapó de los labios del tercer hijo de los Weasley y con dolor, se llevó ambas manos en dónde Eleanor le había golpeado. Los ojos azules ahora cristalinos junto con un ardor de ira en ellos mientras la miraba.

En lugar de sentirse terrible por lo causado, Eleanor sintió una profunda satisfacción de haberlo hecho.

—Espero que retires lo que has dicho de tu padre ahora mismo. —habló entre dientes—. Nunca imaginé que fueras un hijo tan malagradecido, Percy, tu padre ha hecho lo mejor hasta ahora y les ha criado de una manera honrada. Y para que sepas, no te he golpeado por todas las cosas que has dicho de mí o de Harry. Lo he hecho para ver si así de ésta manera (con la nariz rota) te das cuenta de una vez que has sido bendecido con una familia, cómo las que algunos nunca pudimos tener.

Tras decir eso, ella se alejó de allí dejando a Percy Weasley con lágrimas en los ojos.








Tal vez Eleanor no lo pensó dos veces cuando le rompió la nariz con su mano derecha y mucho menos cuando ella tenía tan poca experiencia al golpear a alguien (cómo nunca realmente).

Adolorida, y muy cansada, ingresó al cuartel general de la orden sólo para escuchar los gritos de Cassiopeia Black peleando con su adorada abuela (justo cómo lo venía haciendo toda la semana desde que regresó del castillo) a muerte. Las palabras cómo "traidora" y "holgazana" salían de la boca de Walburga Black mientras que la de la melliza escupían palabras cómo "anciana" y "demente".

Los primeros días, resultaba molesto para Eleanor tener que escucharlos pero después al ver que Sirius también se le unía a su hija para gritarle al retrato juntos, se volvió algo tan común que mejor prefería ignorar justo como lo hacía Alphard Black. Era cómo un pasatiempo que los permanecía entretenidos, mientras que al resto lucía raro e incómodo. Bueno, Cassiopeia era tan Sirius que Eleanor comenzó a verlo sumamente normal.

La azabache pasó el vestíbulo y siguió su camino hasta la cocina en dónde pudo encontrar a su hermano adoptivo cocinando u al menos intentándolo. Los dotes en la cocina no estaban hechos para él ni mucho menos para Eleanor que podría incendiarla de formas inusuales (justo cómo Remus Lupin le había enseñado, cabe aclarar). El hombre Black se giró a verla y allí pudo ver que traía puesto el mandil de color rosa que su hija le había obsequiado en dónde las palabras «Mi papá es el #1 de todo el mundo mágico» estaban tejidas por ella misma (mal hechas, y totalmente desordenadas pero su hija lo había hecho y eso era lo único que a él le importaba). No faltaba agregar que Sirius la portaba con orgullo. Tiernamente Sirius le sonrió a Eleanor pero al ver la cara de pocos amigos que traía la joven mejor la borró.

Ella se dirigió hasta la heladera que Cassiopeia (siendo amante de los objetos muggles) obligó a su padre a comprarle, para sacar una cerveza de mantequilla helada y en lugar de tomarla como cualquiera lo haría normalmente, se la colocó en su mano tratando de que el frío pudiera amenguar un poco la inflamación que le provocó boxear contra el rostro de Percy Weasley.

Ugh. Golpear a un idiota dolía más de lo que había pensado.

Eleanor tomó asiento en la pequeña mesa de la cocina y con la nariz arrugada haciendo un puchero.

—No tuve un buen día... ni una buena semana... ni... puedo confirmar que no he tenido un buen año. —le informó a Sirius con un tono tan tierno que le conmovió–. Y tengo hambre.

Él sonrió y sacudió la cabeza sin borrar su buen humor, últimamente desde que sus dos hijos estaban en la casa él parecía irradiar una clase de felicidad muy contagiosa, incluso parecía ignorar la molestia que le causaba ver a Snape en cada reunión de la orden.

—Estoy preparando sopa para cenar. —le dijo Sirius—. En unos minutos estará lista.

—Espero que no nos envenenes a todos. —dijo Alphard entrando a la cocina y tomando asiento a un lado de la azabache. Desde el incidente en Hogwarts y con su tío Barty Crouch, el mellizo se mostraba más dispuesto a abrirse con ellos (al menos solo con su padre y Eleanor), con el resto de los miembros de la orden del fénix cuando llegaban él se dedicaba a encerrarse y pretender que no escuchaba a nadie sólo en excepciones de cuando Ares Crouch pasaba tiempo con él en la sala lejos de ellos. La convivencia era mejor y la incomodidad que rondeaba cada que Sirius y su hijo estaban en la misma habitación había desaparecido—. Aún puedo sentir el dolor de muelas que me provocaste por intentar morder esa carne dura que preparaste ayer para cenar.

—Sí, bueno, yo no vi que Eleanor ni Cassie se quejaran de mi carne. —reprochó Sirius poniendo ambas manos en sus caderas con indignación.

Una pequeña sonrisa tensa apareció en los labios de Eleanor cuando ambos la miraron esperando una respuesta.

—A mí no me metan en sus cosas. —dijo Eleanor, abriendo la cerveza de mantequilla para beberla y así evitar más preguntas.

Alphard se cruzó de brazos y se dirigió a su padre.

—Artie y Eleanor son muy buenas para decirte lo terrible que cocinas. —se encogió de hombros el mellizo y regresó su mirada a Eleanor que pronto terminó cayendo a su mano inflamada. Él enarcó una ceja hacia ella y cuestionó—. ¿Y tú a quién has golpeado?

Sirius la miró con los ojos abiertos en sorpresa y se acercó para tomar su mano sin ser tan cuidadoso provocando un quejido bajo de la joven.

—¿Qué sucedió? —la interrogó con preocupación—. No me digas que no te has controlado y golpeaste a Fudge.

—¡¿Qué?! ¡No! —chilló Eleanor alejando su mano de Sirius para volver a colocarle sobre su cerveza relajándose con el frío contacto—. No, no fue a Fudge aunque ganas no me faltarían... He golpeado a Percy Weasley.

Alphard abrió los ojos igual de sorprendido que su padre y una enorme sonrisa satisfactoria apareció con un bufido satisfactorio.

—Wow. No te juzgo, incluso yo lo golpearía. —admitió el mellizo y se inclinó sobre la mesa con intriga—. ¿Dónde y cómo lo golpeaste? No olvides agregar los detalles, esos son los mejores.

—¡Alphard! —lo reprendió Sirius tratando de sonar autoritario pero fracasó cuando él mismo también terminó arrastrando la otra silla del otro lado donde estaba la azabache para mirarla curiosamente—. Sí, bueno, cuéntanos todo.

Eleanor se contuvo de rodar los ojos y empezó a explicar cómo había sucedido todo, desde el ascenso del pelirrojo hasta la sospecha del nuevo puesto, terminando por supuesto en las terribles palabras que iban dirigidas a su familia, en específico, a su padre. Inclusive Sirius se había encontrado indignado por lo que el tercer hijo había dicho sobre su padre. Pero toda esa charla se vio interrumpida cuando los gritos del retrato de Walburga Black comenzaron a intensificarse y las palabras «traidores a la sangre» se volvieron plural. Pronto, los tres salieron de la cocina para dirigirse al vestíbulo en donde toda la familia Weasley se encontraba siendo recibida por Cassiopeia Black, estaban casi todos los pelirrojos a excepción de Charlie y Percy, aunque aquello no fue tan raro cómo el ver a Molly (la mujer más fuerte que Eleanor había conocido) hecha un mar de llanto que sólo fue en aumentó al posar sus ojos en ella.

Antes de que Eleanor pudiera preguntar que sucedía, Molly se avalanzó sobre ella en un abrazo fuerte que sólo fue correspondido unos instantes después del shock que tenía la azabache. La mujer lloraba en su hombro mientras que ella le acariciaba la espalda sin saber qué hacer para controlarla, todos sus hijos se veían entre enojados y decepcionados. Bueno, Arthur Weasley era el que más furioso lucía que el resto y por una extraña razón su esposa no paraba de repetirle a Eleanor que "lo sentía mucho", obviamente sin el contexto, ella no comprendía que estaba sucediendo. La joven Potter buscó al hermano mayor de los Weasley, Bill, en dónde se encontró con rastros de sangre en su camisa blanca pero él sólo la tranquilizó con la mirada y se acercó para tratar de sostener a su madre que simplemente se logró aferrar mucho más a la azabache sin querer soltarla.

Toda la escena fue interrumpida cuando un extraño aroma embargó el vestíbulo.

—¿Eso es humo? —inquirió uno de los gemelos, George Weasley, señalando detrás de ellos.

Sirius soltó un grito escandalizador y en ese momento incluso Molly dejó de llorar para mirarlo igual que el resto.

—¡Mi sopa!





Luego de que Sirius y Arthur terminaran de sacar el humo que había provocado la sopa quemada del animago (Y de que terminara de hacer un enorme drama innecesario por eso). Todos se dirigieron al comedor a excepción de Molly Weasley que prefirió retirarse a dormir ya que no tenía ánimos de explicar lo sucedió, los demás comenzaron a narrar todo lo sucedido.

Al parecer, Percy Weasley no se había terminado de desahogar con Eleanor en el trabajo, sino que también al llegar a la Madriguera con la nariz rota él empezó a culpar de lo sucedido a la joven, por supuesto, señalando que sólo fingía hacerse la vícitima para ganar poder en el Ministerio. Habló sobre el ascenso y el cómo Eleanor quiso persuadirlo de que todo era un plan del ministro que por supuesto no creía. Todo empeoró cuando él agregó (y con molestia Fred tuvo que explicar) que tal vez ella de verdad estaba loca y que el resto de la familia hacía mal en creer en ella. Eso terminó en una pelea entre hermanos cuando Bill lo escuchó, él tampoco dudo en darle un buen golpe que sólo acabo cuando tuvieron que separarlos, lo que explicaba los restos de sangre en su camisa. Tras eso, la última gota que derramó el vaso fue cuando Percy se acabo desquitando cuando el señor Weasley le dio la razón a la joven Potter, ya que Percy no dudo en repetirle todo lo que le había dicho a Eleanor sobre lo que pensaba de su padre y todo lo que éste había hecho.

—... Después de eso él empacó todas sus cosas y se fue de la Madriguera. —terminó de relatar George, quién con ayuda de su gemelo explicaron lo sucedido. El señor Weasley estaba tan enojado y decepcionado de su hijo que no pudo ni hablar del coraje que sentía. Sirius se encargó de invitarles y servirles whisky de fuego a todos (menos a los menores, por supuesto) para calmar los ánimos sobre lo sucedido—. Fue un completo imbécil.

—Al menos ya nos libramos de él. —agregó Fred encogiendose de hombros—. Por cierto, Eleanor, tienes un buen gancho. Deberías dar clases, yo las tomaría.

—Sí. —dijo Ron­—. Tú ya le habías roto la nariz y Bill terminó de destrozársela.

Las mejillas de Eleanor se incendiaron en vergüenza y trató de no mirar al hermano mayor para dirigirse al señor Weasley.

—Me siento culpable —admitió Eleanor—. Si yo no me hubiera metido quizá él no hubiera dicho todo eso.

Él sacudió su cabeza y suspiró.

—Fue mejor así. —le aseguró el señor Weasley—. Al menos, de esa manera él nos dijo que era lo que pensaba al respecto... Todo sucede por algo.

—Él nunca debió decir nada de lo que dijo. —gruño Eleanor molesta—. Usted es un excelente padre y una persona maravillosa, señor Weasley. Percy está mal. Él debería sentirse orgulloso por tener unos padres como ustedes.

Una sonrisa apareció en el rostro de los pelirrojos y una más pequeña en el del señor Weasley.

—Gracias, Eleanor. Aprecio mucho que me hayas defendido.

—Y lo volvería a hacer. —dijo Eleanor con seguridad—. Quizá golpearlo ya no porque eso no está hecho para mí...

Una risa escapó de Alphard impresionando a todos que desviaron su mirada hasta él que estaba sentado justo a un lado de su melliza. Él cuando sintió las miradas de todos encima suyo, se encogió de hombros y un pequeño bostezo escapó.

—¿Qué? —preguntó Alphard como si nada—, me dio risa.

Ron frunció el ceño.

—Pensé que no tenías sentimientos. —dijo él.

En lugar de que el mellizo le dedicara una mirada fulminante como las acostumbradas, él volvió a sonreír y miró a su melliza que ya lo observaba con una sonrisa burlona en sus labios.

Te sorprendería. —respondió Cassiopeia por él.





Cuando la mayoría se iba retirando para descansar en la respectiva habitación que Sirius les había asignado a cada uno, Eleanor no había esperado que una de las estrategias del animago fuera dejar que las habitaciones de Bill y la de ella quedaran una frente a la otra en el mismo piso. La joven de verdad comenzaba a creer que Sirius trataba de hacer algo como un "cúpido" entre los dos.

Los dos jóvenes habían quedado a solas en el pasillo una vez que todos desaparecieron de su entorno. La única separación que había entre sus habitaciones eran las escaleras, pero a pesar de eso Eleanor sentía que aún había demasiada cercanía entre ellos.

Sin saber que hacer y con los nervios a flor de piel, ella lo detuvo chocando con el mismo por ambos tratar de hacer la misma acción al momento, una torpe sonrisa se reflejó en los dos y ella desvió su mirada a su camisa justo en donde estaba la sangre de la que suponía solo pertenecía a su hermano.

—¿Cómo estás? —Eleanor quiso saber en voz baja—. ¿No te golpeó?

—No alcanzó a hacerlo. —dijo Bill tratando de sonar desinteresado. Desde que había llegado a Grimmauld Place él era el que lucía menos afectado que los demás, pero ella sabía que no era así. Bill Weasley al ser el mayor de los hermanos era sobre protector con ellos, una cosa que ella admiraba demasiado, él siempre podía lucir despreocupado pero era una simple imagen que les quería mostrar al resto mientras que la verdadera razón era que siempre que alguno de ellos lo necesitaran él sería el primero en estar ahí para cada uno. Él hizo una mueca—. No importa, me siento satisfecho de haberlo golpeado, eso te lo aseguro. Ojalá mi mamá no hubiera presenciado lo que él dijo, ella estará muy afectada y papá... Nunca antes lo vi tan furioso. —admitió con molesita—. Los chicos están enojados y es normal, Charlie cuando se enteré también lo estará. Creo que todos esperábamos que Percy explotara en algún momento porque él siempre ha sido el más ambicioso de todos pero nunca creímos que se sintiera avergonzado de nuestra familia...

—No creo que lo haya dicho en serio, él estaba molesto y...

Bill negó.

—Conozco a mis hermanos y sé muy bien cuando mienten y Percy no lo hizo. —suspiró—. Pero ya no vale la pena, no importa.

Eleanor le dio una sonrisa triste.

—Está bien si te sientes mal no tienes que fingir conmigo, aquí no están tus hermanos, yo no te juzgaré. —le dijo—. Percy es tu hermano, te importa y lo sigues queriendo aunque haya dicho lo que dijo. Él sigue preocupándote y siempre lo hará porque así eres tú: siempre te preocupas por todos tus hermanos. —se acercó y lo abrazó por el cuello recargando su barbilla en su hombro mientras él sin esperar aquel acto, le correspondió rodeando sus brazos alrededor de su cintura—. Todo mejorará. Estoy segura que Percy se dará cuenta de lo mal que estuvo y se disculpará.

—Eso espero, El. —le respondió sin soltarla—, porque no sé que hará mi mamá si él no lo hace.

nota de autora;

¿Se acuerdan que les dije que este era el capítulo lleno de emoción y mi favorito? Pueeeees se alargó mucho y lo tuve que dividir en dos, entonces tengo que hacer modificaciones.

En la madrugada estaré publicando el siguiente entonces... Espérenme.

Fergie.

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