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By SPACELATINOS

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Eleanor tiene que aprender muchas cosas pero sobre todo a como no morir por las tendencias suicidas de su sob... More

introduction
graphics
prologue
━━━ act i
1. Eleanor Rigby
ii. Pésimas bienvenidas
iii. El niño que sobrevivió
iv. Momentos incómodos
v. Despedidas
vi. El corazón del dragón
vii. Cediendo
viii. Inesperado
ix. El perro negro
x. Investigación
xi. Mentiras
xii. La verdad siempre sale a la luz
xiii. Peter Pettigrew
xiv. El aullido del lobo
━━━ act ii
xv. Libertad
xvi. Juntos de nuevo
xvii. Pesadillas
xviii. El caos Weasley
xix. El campeonato de quidditch
xx. La marca tenebrosa
xxi. Alastor Moody
xxii. Bella durmiente
xxiii. Bertha Jorkins
xxiv. Ansiedad
xxv. Sospechas
xxvi. Cuando las mariposas aparecieron
xxvii. Cenas incómodas
xxviii. El apoyo
xxix. Enfermedad
xxx. Traidor
xxxi. Preguntas
xxxii. La maldición Potter
xxxiii. Impostor
xxxiv. Ha vuelto
xxxv. Priori incantatem
xxxvi. La crueldad de un Crouch
xxxvii. Número 12 de Grimmauld Place
xxxviii. Primera reunión y la misión de Eleanor
xxxix. El buen gancho de Eleanor
xl. Los celos están en el aire
xli. Rojo y azul
xlii. Fragilidad
xliii. Feminidad
xliv. La cita
xlvi. Confrontaciones
xlvii. Agridulce

xlv. Shell Cottage

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CAPÍTULO CUARENTA Y CINCO;
SHELL COTTAGE


Los colores del amanecer que resplandecían la playa en Shell Cottage que se instalaban por la ventana, chocaban justo contra el rostro dormido de Bill Weasley. Era una imagen tan relajante y vulnerable que logró dejar a Eleanor sin palabras.

No había forma de que pudiera explicar lo especial y hermoso que había sido estar entre los brazos hombre que estaba logrando ocupar gran parte de su corazón. Y a Bill no parecía disgustarle, ya que aún dormido, tenía sus brazos alrededor de la cintura de Eleanor, como si temiera que huyera (cosa que empezaba a hacerse una costumbre en ella).

Pero lo que no sabía aún el pelirrojo era que Eleanor nunca se sintió más decidida a dejarse llevar por todos los sentimientos que había estado contiendo y le daba temor admitir que sentía por él.

«Ya no más.» Era lo que pensaba Eleanor. «Sirius tenía razón... Él tenía razón y disfrutará decir "Te lo dije"».
Gimió de solo imaginar la sonrisa burlona del animago al decírselo, por supuesto que él muy desgraciado iba a disfrutarlo.

Sus pensamientos volvieron hacia el pelirrojo acostado a su lado cuando sintió su agarre regresandola a la realidad. Los recuerdos de las horas anteriores igualmente regresaron, los momentos en donde compartieron un recuerdo tan único y especial, donde ambos se unieron por primera vez...

Las mejillas de Eleanor se pusieron coloradas y mordió su labio nerviosamente.

¿Por qué seguía poniéndose tan... nerviosa?

Después de haber hecho el acto, los dos compartieron la cena que se suponía debían degustar mucho antes del postre, ambos se dedicaron a platicar el resto de la noche y a pesar de estar exhaustos, ​​ninguno de los dos parecía dispuesto a cerrar los ojos y terminar su agradable conversación que sólo fue detenida cuando los párpados de Bill Weasley cedieron finalmente.

Eleanor desde entonces lo admiraba mientras dormía, tenía sus brazos y barbilla reposando en su pecho desnudo, ambos cuerpos pegados al otro. Estando aún desnuda (por capricho de Bill claramente), ella miró cómo las pestañas translúcidas del hombre se removían, sus labios yacían entre abiertos y su pecho subía y bajaba en un ritmo relajante.

Eleanor... —susurró Bill entre el sueño.

La joven se sonrojó al escuchar su nombre y muchísimo más al sentir como una parte baja del cuerpo del chico se endurecía mientras repetía su nombre.

Estaba soñando con ella.

Sería una completa mentira decir que eso no le resultaba jodidamente caliente, y es que la voz ronca y los gemidos bajos que emitía la hicieron sentir muy deseada y muy poderosa. ¿Acaso ella podría tener tanto poder sobre él?

Uff.

Eleanor no tenía ni la mínima idea.

Sintiendo que era lo correcto, Eleanor tomó una iniciativa muy atrevida (y nada propia de ella). Removió el agarre del hombre para poder acomodar cada pierna a un costado suyo. Se inclinó sobre él y comenzó a repartir besos a lo largo de la mandíbula remarcada del pelirrojo. Un gemido casi gutural escapó de los labios de Bill y antes de que Eleanor pudiera reaccionar, ella ya se encontraba debajo del pelirrojo y él le sonreía de oreja a oreja mientras sostenía ambas manos de la chica por encima de su cabeza.

—No lo creo, mi amor —le susurró tan cerca de sus labios que pudo sentir su aliento caliente chocar contra ella. Eleanor gimió, de pronto muy deseosa por su toque. ¡Por Merlín, ella no tenía idea de que era lo que hacía pero no quería que se detuviera!—. Por muy caliente que sea tenerte sobre mí, disfruto mucho más cuando estás debajo. —Eleanor trató de quejarse por su dominación pero el contacto de los carnosos labios pelirrojo contra los suyos la interrumpió de cualquier objeción—. Me gustas más así. —admitió después de unos momentos.

Pronto Eleanor se vio sometida a las candentes caricias de Bill sobre su ardiente cuerpo, siendo privada de poder tocarlo de la misma manera ya que el agarre del chico sobre sus muñecas seguía impidiéndoselo.

—¡Bill! —se quejó Eleanor alzando sus caderas para lograr algún contacto contra la pelvis del chico, necesitaba urgentemente alguna clase de fricción o moriría—. ¡P-Por favor!

Él la observó profundamente y Eleanor de pronto se sintió (estúpidamente) aún más desnuda de lo que ya encontraba. Era una mirada profunda, deseosa, y llena de adoración que ella había visto horas antes, como si pudiera leer allí mismo su alma.

¿Podría él sentir lo mismo que ella sentía?

Bill puso su mano sobre la barbilla de la azabache para alzar su rostro hasta el suyo y unió sus labios en un beso más profundo, lleno de fuego ardiente, ambas lenguas se encontraron explorando el sabor del otro. La respiración de la pareja fue más lenta, ambos pechos subían y bajaban rítmicamente mientras sus corazones quedaban cerca. Pronto, de un instante a otro, los ojos azules se abrieron justo al mismo tiempo que los chocolates, en silencio él pidió permiso para continuar su exploración en su cuerpo.

Ella no tuvo que decir nada, su propio cuerpo respondió por inercia, alineándose con el suyo y allí, él irrumpió lentamente en su entrada por segunda vez.

Ya no dolía como la primera vez, pero aún seguía siendo algo incómodo para Eleanor y Bill lo entendió. Se detuvo un instante mientras se dedicaba acariciar y adorar el rostro de Eleanor.

—Me podría acostumbrar a esto muy fácilmente. —dijo Bill Weasley con voz ronca. Un escalofrío recorrió la espalda desnuda de la azabache al ver los ojos azules centrados únicamente en los suyos.

—¿A tenerme ... desnuda? —inquirió Eleanor entre gemidos.

Bill no pudo evitar soltar una carcajada haciendo que su cuerpo vibrara junto a su risa, estimulando la parte íntima de Eleanor al sentirlo más profundo.

Los labios de la azabache se entreabrieron ahogando un gemido de placer. Aquella reacción se veía tan sensual en ella, que los ojos azules de Bill se oscurecieron dos tonos más despertando una marea en ellos.

Tragó saliva.

—Hablaba de despertar contigo cada mañana pero —murmuró con voz ronca cuando bajo la vista entre sus cuerpos, exactamente en donde se encontraban unidos y lentamente, sin perder algún detalle del cuerpo desnudo de la joven, volvió la vista hacia ella con una sonrisa pícara que hizo brincar el corazón de Eleanor—, creo que el tenerte desnuda es aún más tentador.

La espalda de la joven se arqueó cuando inesperadamente, él le dio una estocada más profunda, sus piernas estaban abiertas y daban pequeños temblores. Él llevó las manos de la joven a su cuello en donde se aferró a las hebras de su pelirrojo cabello y las suyas viajaron hasta el sur, entre sus cuerpos desnudos, justo en aquel centro húmedo que ahora estaba enloqueciéndola. Sus dedos estimularon su clítoris enviando fuertes olas de placer a la Potter.

Eleanor ya no podía controlar más sus gemidos por lo que se permitió dejarlos salir. Eso estaba volviendo loco a Bill, no encontrando nada más excitante que ver a la mujer de sus sueños gemir su nombre debajo suyo.

Solo era cuestión de unos movimientos más para que los dos acabaran llegando a la cima del placer uno detrás del otro.

«Te quiero.»

Esas dos palabras fueron las únicas que salieron de la boca de Bill Weasley antes de que los párpados de Eleanor Potter cedieran.



La cocina estaba hecha un desastre. Y la música que sonaba al fondo era lo único que lograba que el lugar tuviera un aspecto mejor, bueno, eso y las carcajadas de Bill y Eleanor que iban y venían sin detenerse. El vino también, al parecer, el gusto por él había sido adquirido gracias a Dahlia Bane.

—¿Dónde ha quedado tú vergüenza, chico? —Eleanor lo cuestionó entre risas cuando sus manos se posaron sobre su trasero, tocándola sin ningún pudor.

—Creo que la he extraviado y tú eres la causante.

¿Y-Yo? —carraspeó fingiendo no tener idea de lo que hablaba—. Yo únicamente venía a una cita... y también extravíe otras cosas... —añadió con humor.

Las carcajadas de Bill incrementaron al escucharla.

No pensaba haberse sentido antes tan orgullosa de ser la causante de tanta felicidad.

—Estoy casi segura que podemos hacer una comida sin necesidad de envenenarnos en el intento. —comentó Eleanor mientras le echaba un vistazo al intento de pastel plátano horneado que hicieron entre los dos. Aunque, no sabía si el color debía de ser verde como el que tenía actualmente—. ¿Sabes? Creo que tu madre estaría decepcionada de nosotros dos.

Bill se cruzó de brazos a un lado de Eleanor mientras inspeccionaba junto a ella su creación y después la volteó a ver con una mirada desafiante pero sin dejar de ser divertida.

—Me ofendes, amor —dijo Bill—, solo para demostrarte que he heredado los mismos dones culinarios que mi madre, estoy dispuesto a arriesgarme a probarte lo equivocada que estás y comerlo. Digo, ¿qué es lo peor que puede pasar? Sí no me mata, quizá Remus lo haga cuando vea que he corrompido a su santa Ellie.

Eleanor tuvo que desviar su mirada tratando de no sonrojarse al escuchar esa nueva forma que tenía al llamarla pero al mismo tiempo muy tentada ante su desafío.

—Demasiado Gryffindor de tu parte, ¿no crees? Pero va, acepto. Hazlo. Y, por favor, no olvides que quizá Sirius lo ayude a ocultar tu cadaver, ya sabes, con eso de que adora a Ben Weasley. —le siguió Eleanor con una sonrisa burlona.

El pelirrojo le sonrió antes de agarrar un tenedor limpio y sin molestarse en partir un trozo del pastel, el pinchó y Eleanor pudo ver el valor reflejado en los ojos azules del hombre. Era mucho más que eso, siempre brillaban pero era como si le gustara demostrarse a sí mismo lo valiente que era pero para Eleanor no era necesario aquello. Ella lo sabía, lo supo desde que tenía once años y lo veía pelear con otros niños de Slytherin en sus años en Hogwarts cuando la llamaban «loca». Él era valiente y no había manera en que necesitara demostrarlo para que lo supiera.

Antes de que pudiera llevarse el bocado del pastel de plátano con sospechoso color verdoso pastoso a su boca, ella lo detuvo. Él se volvió a ella con el ceño fruncido sin entender pero Eleanor simplemente bajo mano y le quito el tenedor con cuidado dejándolo en la mesa nuevamente.

—¿Qué sucede, amor?

—¿Sabes? Prefirió mejor ir por algo de pizza y bueno, si quieres poder bailar esa música que tanto te gusta.

Bill le sonrió enormemente mostrándole todos sus dientes y aquel hermoso hoyuelo que se formaba en su mejilla izquierda al sonreír.

—Estoy seguro que podemos encontrar algo mejor para bailar que AC/DC.

—¿No era esa tu banda favorita? —lo cuestionó Eleanor confundida.

—Lo es, pero en realidad prefiero algo más lento para tenerte más pegada a mí... mucho más lento —admitió él robándole un beso rápido–, iré por nuestra comida y después te haré bailar lo que queda del día, promesa. –levantó su mano hacia ella y le aventó un beso mientras salía de la casa y corría para desaparecer instantes después.

Eleanor parecía estar flotando, sus dedos permanecían en sus labios aún hipnotizada por el toque de su suave beso, se recargó en el borde de la puerta mientras apreciaba la playa de Shell Cottage a la distancia exactamente por el lugar en donde había desaparecido su chico. Su Bill. Se sentía bien decirlo. ¿Era suyo? Bueno, no lo sabía, pero ella se estaba dejando llevar y todo parecía fluir bien.

Y después de tantos años, era la primera ocasión en que Eleanor no pensaba en alguien más que no fuera ella misma y su felicidad.



—Deberíamos llamarla —dijo Sirius mirando a Remus que aún masticaba sus uñas con nerviosismo—, ella se molestará si no le decimos lo de los dementores en Privet Drive.

El hombre lobo alzó la mirada hasta su mejor amigo y sacudió la cabeza.

—Creo que ya le hemos ocultado suficientes cosas ha Eleanor, una más, no será nada. Además, con Bill acordamos que esta cita la ayudaría a despejarse de todos los problemas que ha tenido. —le recordó el merodeador—. No me mires así, Canuto. A mí tampoco me gusta la idea de mentirle a Eleanor, nunca le he ocultado jamás nada y empezar a hacerlo no me agrada pero... si se entera de la verdad... —suspiró agotado—. Temo que no lo soportaría.

Sirius no estaba de acuerdo. Él estaba enojado, parecía un gato enjaulado que se paseaba por toda la sala sin saber que hacer mientras ideaba distintos escenarios de cómo lograr salir de aquel caos en qué estaban metidos.

—Es que no lo entiendes, Lunático. No es solo la reacción de Eleanor lo único que me preocupa. ¿No viste la cara de Crouch? ¡Ni siquiera ha pisado esta casa desde ese día y Alphard cree que es porque le he hecho algo yo! —llevó ambas manos hasta su cabello y lo despeinó sin importarle poco el desorden que dejó por ello. Agregándole que su olor a whisky de fuego lo hacía lucir peor—. Por Godric... Me enfermo cada vez de pensar que estaba... o está... mierda, de alguna enferma manera, enamorado de su... h....hermana...

Remus cerró los ojos con el remordimiento remarcado en su rostro.

—Fue toda mi culpa, ¿sabes? —recargando su espalda en el sofá—, hace dos años, ella vino a mí para pedirme permiso para salir con él y yo en ese entonces lo encontré tan tierno... Quiero decir, ella en ese momento, teniendo veinte años podía tomar su propia decisión pero no, ella seguía viéndome como su figura de autoridad y no sé... —se calló un instante antes de continuar y mirar a Sirius con los ojos cristalinos—: Debí decirle que no, pero fui tan estúpido de aconsejarla para hacer lo que ella quisiera. Pude haberle dicho que no y no lo hice. Me siento culpable...

—Los dos lo somos, Lunático —murmuró Black—, Ellie siempre fue nuestra primer responsabilidad, no solo por Cornamenta. Sino por mamá Euphemia y papá Fleamont. Le hemos dejado tanta responsabilidad a una niña pequeña, no es justo.

—Y es por eso que no le romperemos otra vez el corazón, Sirius. No podemos hacerle eso, no después de todo lo que ella ha pasado.

El animago asintió de acuerdo con el hombre lobo.

—¿Y qué haremos con Ares Crouch?

—Tendremos que encontrarlo nosotros primero antes de que él encuentre a Eleanor.



—¡Por supuesto que no es cierto! —rió Eleanor sin poder evitarlo mientras sostenía su estómago, en el fondo se podía oír los álbumes que Bill tenía guardados en la casa reproduciéndose mágicamente mientras los dos estaban sentados sobre una toalla en la arena viendo el atardecer desaparecer en la playa mientras platicaban—. No me puedo imaginar a las amigas de tu tía Muriel locas por ti cuando eras más joven.

Bill enarcó una ceja casi ofendido por el comentario de la azabache.

—¿Tan difícil es de creer? Incluso la Dama Gorda estaba enamorada de mí cuando estaba en Hogwarts. —trajo al recuerdo—. ¿O ya se te olvidó?

Eleanor se llevó una mano a su barbilla de forma pensativa y Bill se mordió la lengua tratando de no reírse mientras la miraba fingir tener amnesia.

—La verdad... No te recuerdo mucho... um, ¿ibas a Hogwarts? —él se abalanzó sobre ella mientras pasaba sus grandes manos por sus costados y ella lo miraba en alerta—. ¡No. te. atrevas! —amenazó Eleanor, pero fue muy tarde ya que Bill fue más rápido en el ataque, repartiendo cosquillas haciendo que la joven se retorciera debajo suyo entre risas poco a poco se fueron apagando y los dos entre respiraciones agitadas se quedaron viendo fijamente el uno al otro—. Dime que no estoy soñando, por favor, Bill. Todo esto es tan perfecto que temo que sí despierto las preocupaciones y la Eleanor que tiene miedo todo el tiempo regrese y...

Él la interrumpió poniendo un dedo sobre sus labios.

—Lo único que debe importar ahora es lo que estamos sintiendo es fuerte y demasiado real para estarlo soñando, amor —le dijo Bill con suavidad—. Pero si tu miedo es que todo esto se acabe puedo repetirte esto cada vez que despiertes para que no dudes que somos reales...

—¿Qué? —musitó Eleanor sin voz.

Bill le sonrió rozando su nariz contra la suya en un suave toque.

—Te quiero.



Nota de autora:

Hola. Ya. Regresé.

¡¡¡BILEANOR IS BACK BITCHES!!!

Voten y comenten que les ha parecido el capítulo de hoy... nos vemos pronto, bebés míos.

Besos enormes,
Fergie 🦋

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