Un Amor Declarado y Personal

By YIZHAN_2MIN

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Si quería seguir adelante con esa farsa relación, tendría que comportarse como un esposo leal... tanto en la... More

Sinopsis
Falsa Noticia
Acepto
Tirano
Plan
Baijiu (licor de arroz)
Tatuaje
Anillo de compromiso
Reinvención
Carácter
Nuevo hogar
Equivocación
Química
Chocolate
Deseos
¿Arrepentido?
Hielo
Matrimonio
Noche de bodas
Miedos
Ya no te amo
TE AMO (Final)

Princesa

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By YIZHAN_2MIN

—Vamos a adelantar el matrimonio a la semana que viene —Yibo entró en el pequeño despacho de Zhan—. El martes al mediodía.

Algo extraño, teniendo en cuenta que lo había ignorado todo el día anterior y que se había pasado la noche en la oficina. Xiao Zhan había tenido que conducir el mismo hasta Wang&Tua aquella mañana y seguía molesto por la desaparición del menor. Sabía por qué lo había hecho. Estaba muerto de miedo. Pero él se había imaginado cosas horribles, como que había sufrido un accidente de tráfico y que estaba agonizando en alguna vereda. Lo había llamado por teléfono, pero no había obtenido respuesta y el orgullo le impidió repetir la llamada más de cinco veces. Al final se fue a dormir a la cama de Yibo y aspiró el olor que impregnaba la almohada. Al parecer, el sexo lo ponía sentimental.

—No puedes adelantar una fecha que no está programada —repuso él en tono irónico—. Y en cualquier caso, es demasiado pronto.

—No, no lo es. Es hora de que acabemos con esto. Mi casa no es una pensión.

Sus palabras fueron tan hirientes como una bofetada en el rostro.

—No, claro. Disculpa por haberme hecho una idea equivocada. Pero en mi defensa debo mencionar que no deberías haber puesto un mostrador de recepción con una campanilla junto a la puerta.

—Zhan-Ge...

—Yibo... —respondió él, imitando su tono.

—Sabes lo que quiero decir.

—Sí, que estás siendo ofensivo y grosero. ¿Es eso? Porque lo has dejado muy claro.

—Quiero decir que esto no es permanente.

—Eso ya lo sé. No dejas de recordármelo.

—¿Quieres conseguir la adopción lo antes posible, o prefieres continuar con esta rutina?

—Quiero conseguir la adopción.

—Me lo imaginaba.

—Así que vamos a casarnos el martes que viene... ¿Qué hay de la adopción?

—He donado una generosa cantidad de dinero a los servicios sociales. Eso facilitará el resto del proceso.

—¿Has comprado la adopción?

—Más o menos. Si descubren algo terrible sobre nosotros no lo tendrán en cuenta.

—¡Esto sí que está bueno! —exclamó el mayor, fuera de sí. Se levantó y apartó la caja de adornos con una patada—. Tuve que trabajar durísimo para demostrarles que podía ser un buen padre, todo porque era soltero y vivía en un departamento diminuto. Pero tú, en cambio, puedes pasearte por ahí sin preocuparte por tu mala reputación ya que tienes dinero de sobra para lavar tu imagen.

—Lo siento si eso te enfada, pero supongo que se te pasará al saber que todo acabará pronto.

ZhanZhan se llevó la mano a la boca y se sentó en el borde de la mesa.

—Tienes razón. MeiLing va a ser mi hija —volvió a levantarse y rodeó a Yibo con los brazos—. Muchas gracias.

El menor permaneció inmóvil, muy rígido, mientras él lo besaba en la mejilla.

—Hoy no tengo brillos.

—Mejor —murmuró Wang, apartándose.

—¿Asistirán tus padres a la boda?

Yibo tardó unos segundos en responder.

—Habrá que invitarlos. Preferiría no mentirles.

—No quiero que nadie lo sepa. Ya sé que estoy siendo egoísta, pero si algo pone en riesgo la adopción...

—Lo entiendo.

—Y yo entiendo que no quieras mentirles. Son tus padres y...

—Sí, lo son.

—Fueron muy buenos contigo, ¿verdad? —Yibo siempre hablaba de ellos de una forma casi impersonal.

—Sí, mucho. Me ofrecieron la guía que tanto necesitaba. Me ofrecieron mi propio espacio, algo que nunca había tenido, y muchas cosas más.

Zhan comprendió por qué el chico era tan meticuloso con todo. Se había pasado ocho años de una familia de acogida a otra, y eso implicaba muchos cambios y pocas pertenencias.

—¿Amor?

Wang Yibo se encogió de hombros.

—No lo necesito.

Su respuesta lo horrorizó, aunque después de todo lo ocurrido ya nada debería sorprenderlo.

—Pero... ¿los quieres?

La expresión del menor se congeló.

—No es que yo no... —dejó la frase sin terminar. Era evidente que no podía hablar de ello.

—Lo sé. Y seguro que ellos también lo saben.

—Seguramente les hará mucha ilusión el matrimonio, aunque no sé qué dirán cuando les avise con tan poco tiempo —dijo con un atisbo de sonrisa.

—Seguro que les parecerá bien.

—Hay otra cosa que debo decirte.

¿Una disculpa, tal vez?
Eso estaría bien. ZhanZhan aceptaría sus disculpas con mucho gusto.

—¿Qué?

—La otra noche no usé protección.

Xiao Zhan tuvo una ligera decepción. No era una disculpa.

—Oh.

—Necesito saber si estás embarazado. Espero que me lo digas.

—Por supuesto.

—Bien.

Xiao Zhan sintió un momento de pánico.

¿Qué haría si estuviera embarazado? ¿Cómo podría afectar a MeiLing y a la adopción? ¿Tendría dos hijos cómo padre soltero? Ni siquiera estaba del todo seguro de que pudiera criar a uno...

—Pero no estoy embarazado —tenía que creerlo, porque la alternativa era aterradora. Otro ejemplo de su tendencia innata a estropear algo que iba bien.

—No lo sabes.

—Maldita sea, Yibo, tengo que creer que no lo estoy. Muy doncel seré, pero conozco mi cuerpo.

El menor soltó una amarga carcajada.

—No te culpo por no querer estarlo. Has oído todo sobre mis genes. Y has sido un espectador privilegiado de cómo puede ser mi carácter.

—No se trata de eso —protestó él—. Pero respóndeme con sinceridad. ¿Te quedarías conmigo si estuviera embarazado? ¿O me vería en un futuro solo con dos niños?

—Estarías mucho mejor sin mí.

—Supongo que eso responde a mis preguntas.

—Me quedaría contigo, pero es mejor que no nos veamos en esa situación.

—No quiero que nadie esté conmigo por obligación.

—Pues así sería si llevaras dentro un hijo mío. Nunca esquivó mis responsabilidades.

A Zhan-Ge se le contrajo dolorosamente el estómago. Yibo parecía... resignado.

—Querrías... querrías a nuestro hijo, ¿verdad?

—No creo que pudiera.

—No lo dices en serio. Solo tienes que dejar atrás el pasado y... y...

Los ojos de Wang ardieron peligrosamente.

—Mira a tu alrededor, Zhan-Ge. Todo lo que ves me pertenece. ¿Crees que necesito hablar de mis sentimientos? ¿Crees que necesito un psiquiatra? ¿Para qué, para que me escuche? ¿Así se arreglará todo? ¿Me devolverá a mi madre? ¿Sacará de mis venas la sangre de un padre asesino? ¿Me convertirá en un hombre feliz y capaz de amar? —sacudió la cabeza—. Tú vives en el país de las maravillas, pero en el mundo real las cosas no son así. No se puede arreglar todo.

—Yibo, eso no es... Yo no trato de quitarle importancia a...

—Sí, sí lo haces. Esta semana debo hacer un viaje de negocios. Volveré a tiempo para la boda. Todo está preparado. Lo único que tenemos que hacer es presentarnos a la ceremonia.

—¿Te marchas?

—Tengo negocios que atender.

—Muy bien —rodeó la mesa y se sentó, con el corazón en un puño. No sabía en qué punto se encontraban, salvo que ambos estaban furiosos y que Yibo iba a marcharse sin haber arreglado la situación. Por desgracia, no se imaginaba cómo se podría arreglar.

Yibo se acercó a la mesa, apoyó las manos en la superficie y se inclinó hacia él para besarlo en la boca. ZhanZhan se quedó momentáneamente aturdido, pero superado el desconcierto entrelazó la lengua con la suya y los dedos en sus cabellos. Sin embargo, el menor se apartó y lo miró con expresión severa.

—Cuando vuelva nos casaremos. Y luego tendremos nuestra noche de bodas.

Los medios de comunicación habían acusado frecuentemente a Wang de tener un comportamiento despreciable, pero casi siempre se debía a la imagen que habían creado en torno a él. Aquella vez, sin embargo, y sin más testigos que Zhan-Ge, se habría merecido todas las críticas.

No podía evitarlo. En su mundo todo estaba perfectamente ordenado y controlado, y Xiao Zhan parecía decidido a sacudir los pilares que sustentaban ese orden. No sabía por qué le había hablado tanto de su madre. O por qué se daba duchas frías y aporreaba la pared hasta sacarse sangre. Al confesarlo parecía una locura, y seguramente lo fuera. Pero era su manera de controlar las emociones, como llevaba haciendo desde joven. Si conseguía ser el único que pagará las consecuencias, nadie más resultaría herido. Y así había sido durante años, ajeno a cualquier debilidad y emoción, hasta que Zhan-Ge irrumpió en su vida y todo saltó por los aires.

A pesar de todas sus precauciones había cometido un error fatal. Zhan podía estar embarazado. De un hijo suyo. Y él no servía para ser padre. Ni siquiera podía mirar a ZhanZhan y a MeiLing sin que lo asaltaran los recuerdos de su madre. No podía ni tocar a MeiLing, porque la pequeña le recordaba lo indefenso y vulnerable que se había sentido de niño.

¿Cómo iba a tener un hijo que llevará la misma sangre envenenada que él había heredado de su padre?

Toda su vida se había esforzado por mantener el control. Al final había fracasado y sería Zhan-Ge quien pagará las consecuencias. O MeiLing. O su futuro hijo...
Todos vinculados a él por culpa de un descuido imperdonable.
Podría posponer el viaje de negocios si quisiera, pero necesitaba recuperar el control. Y para ello debía poner distancias. Porque mientras el mayor estuviera cerca, mientras tuviera que verlo y contemplar su delicioso cuerpo, escuchar el sonido de su voz y oler su fragancia, no sería capaz de controlar y reprimir sus emociones. Tenía que hacerlo. No le quedaba otra opción. Aunque ya fuera demasiado tarde.


Yibo regresó a su casa el día antes de la boda, a medianoche. Había sido un viaje muy largo y cansador, y por las noches la cama le había resultado fría y vacía. Le había prometido a Zhan-Ge una noche de bodas, o más bien lo había amenazado con ello, pero no creía que al mayor lo entusiasmara mucho la idea. Y no sería extraño, después de haberse comportado como un idiota con él.
Pero los días que había pasado fuera le habían servido para recuperar el control de su mente y su cuerpo. Cualquier cosa que les deparará el futuro, la afrontaría con frialdad y sentido común, siempre que él mantuviera las distancias emocionales.

Entró en su casa, pero en vez de encontrarse con el silencio esperado oyó el llanto indignado de MeiLing. Subió la escalera y fue al cuarto de la niña, esperando encontrarse con Zhan. Pero él no estaba allí.

Oyó el agua del baño en la habitación contigua. Zhan-Ge se estaba duchando, confiando en que la pequeña MeiLing estaría dormida como solía a estar a aquellas horas. Pero la niña estaba despierta y lloraba desconsoladamente. Su llanto era tan desgarrador que evocó en Yibo la imagen de un niño en el suelo, llorando por una madre que jamás volvería.

Se acercó a la cuna de MeiLing con el corazón latiéndole fuertemente y tragó saliva mientras se inclinaba hacia ella.

—¿Por qué lloras, princesa?

Ella lo miró con sus grandes ojos de búho y siguió llorando. Yibo le puso la mano en el vientre. La niña dejó de llorar en el acto y se retorció bajo la palma con una expresión de curiosidad. Pero cuando el menor no le siguió tocando el vientre comenzó a llorar de nuevo. Yibo tenía dos opciones, podía ir a avisar a ZhanZhan o podía ocuparse por sí mismo de la situación.
Nunca había tenido a un bebé en brazos, pero había visto con cuánto cariño y ternura lo hacía el mayor. La apretaba contra el pecho para hacerla sentirse querida y segura.

Y sí su imprudencia había resultado en un embarazo, también tendría que aprender a hacerlo. Se dobló sobre la cuna y tomó a MeiLing en brazos, apretándosela contra el pecho. La incomodidad que rayaba en el miedo cada vez que veía a la pequeña empezó a desaparecer, barrida por la ternura que reflejaba el rostro de Zhan cuando abrazaba a su hija. No quería reconocerlo, pero seguramente no hubiera nada de malo en sentir ternura por un niño. Tal vez no todo estuviera congelado en su interior...

MeiLing dejó de llorar y pegó la cara a su cuello. El corazón le latía deprisa, como el de un pajarillo.

—¿Esto es todo lo que querías? —le preguntó Yibo dulcemente—. ¿Que te tuvieran en brazos?

La pequeña respiraba sosegadamente, tranquila y segura en los brazos que la sostenían. De pronto se removió y empezó a gimotear. Yibo se sentó en la mecedora y comenzó a acunarla. Recordó que el mayor le había pedido la primera noche si podía cantarle una canción, y le había respondido que no conocía ninguna.

Le había mentido.

El llanto de MeiLing se hacía más fuerte. Yibo respiró hondo y le acarició la espalda. No podía pronunciar las palabras. Le oprimían la garganta, junto a la imagen del niño pequeño en el suelo. Aquella fue la última vez que había cantado una canción. La última vez que las palabras salieron de su boca. Siguió acariciando a la pequeña, sintiendo su calor. Su aliento. Su vida. No estaba fría. No había muerto. Se la acomodó bien mirándola como formaba pucheros. Volvió a respirar hondo y comenzó a cantar.

Estrellita dónde estás, me pregunto quién serás. En el cielo o en el mar...

La bebé se calmó al oírlo y lo miró fijamente. Al menor se le formó un nudo en el pecho y casi se le cerró la garganta.

—¿No te gusta?... Que tal... Arrorró mi niña. Arrorró mi sol, arrorró pedazo, de mi corazón —siguió cantando hasta el final—. Esta niña mía, se quiere dormir. Y el pícaro sueño, no quiere venir. Esta niña linda, se quiere dormir. Cierra los ojitos y los vuelve a abrir.

La pequeña apoyó la cabeza en su pecho y él le puso la mejilla en el pelo y sonrió.

—Está niña linda, de papá —dijo sin pensar.

Las palabras lo devolvieron a la realidad. MeiLing no tenía padre. Y no podía llenar ese espacio junto a ZhanZhan. Ni tampoco podía ser un marido para el mayor. No estaba hecho para ser ninguna de las dos cosas. No tenía nada que ofrecer. Unos minutos cantando una canción en una mecedora no cambiaban nada. Si permitía que algo cambiará, que se abriera un mínimo resquicio en su armadura, todo se desmoronaría como un castillo de naipes. Y el terror y sufrimiento que vivían en él se desatarían sobre las personas inocentes que lo rodeaban.
Eso no podía suceder. Jamás.

Sin embargo, permaneció sentado en la mecedora, ajeno a la realidad, con una criaturita en brazos que confiaba plenamente en él. Sí, la pequeña bebé confiaba en él porque nunca había estado con nadie que quisiera hacerle daño. MeiLing se aferró a un dedo de él y Yibo que no rezaba, en aquel momento rezó para que la pequeña nunca estuviera en brazos de un ser cruel y malvado.

👶👨‍❤️‍👨👶👨‍❤️‍👨👶👨‍❤️‍👨👶👨‍❤️‍👨👶👨‍❤️‍👨👶

Aunque no lo crean, volví a llorar con este capítulo, cómo la primera vez que lo escribí para mí otro perfil.

Yibo llamo princesa a MeiLing 😭♥️ y la tomó en brazos y la mecio mientras le cantaba 😭♥️

¡Se viene el matrimonio!

Hasta el siguiente capítulo 😊💕

Créditos a quien corresponda ♥️

Me encanta está sesión de fotografía YiZhan, ¿Y a ustedes?

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