Un Amor Declarado y Personal

By YIZHAN_2MIN

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Si quería seguir adelante con esa farsa relación, tendría que comportarse como un esposo leal... tanto en la... More

Sinopsis
Falsa Noticia
Acepto
Tirano
Plan
Baijiu (licor de arroz)
Tatuaje
Anillo de compromiso
Reinvención
Carácter
Nuevo hogar
Equivocación
Química
Chocolate
Deseos
¿Arrepentido?
Princesa
Matrimonio
Noche de bodas
Miedos
Ya no te amo
TE AMO (Final)

Hielo

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By YIZHAN_2MIN

MeiLing no se durmió hasta las once y media, y Zhan seguía evitando a Yibo. Lo cual no parecía tener mucho sentido, puesto que él lo había estado evitando desde el día anterior por la mañana. Después de comer él se había encerrado en su despacho. Y por la noche se marchó, dejando una breve nota en la que decía tener que ocuparse de un asunto urgente en el trabajo.

Un sábado a las diez y media de la noche...
Y durante el domingo apenas lo había visto.

Xiao Zhan se pasó casi todo el día con la pequeña en la terraza, pintando al óleo con unos colores y trazos que no reflejaban para nada la vista que tenía ante sus ojos. El lago estaba en calma, no como él.

Yibo estaba de nuevo en casa, encerrado en su despacho, y el mayor no sabía cuál sería su comportamiento cuando volviera a verlo.

¿Sería grosero, querría acostarse con él o preferiría marcharse de casa antes que volver a compartir su cama?

Bajó de puntillas por la escalera y se dirigió hacia la cocina en busca del helado de chocolate. Al abrir la nevera sintió una bocanada de aire frío en el rostro y se sintió confuso y solitario. Más solo de lo que nunca se había sentido. Cuando YangZi murió fue muy duro, pero MeiLing lo necesitaba y no tuvo tiempo para hundirse en la desgracia.

—Te estaba buscando.

Se giró y cerró la nevera de golpe, olvidándose del helado. El menor estaba allí, con el aspecto desaliñado que cabía esperarse al final de la jornada. Aunque en el caso de él, "desaliñado" significaba que se había quitado la chaqueta y la corbata, que se había pasado la mano por el pelo unas cuantas veces. Por lo demás seguía impecable, la camisa blanca metida en los pantalones negros. Viéndolo, Zhan-Ge sintió deseos de sacudir su compostura y descubrir al hombre que se escondía bajo aquella fachada de piedra.

Necesitaba averiguar quién era realmente del que solo había observado breves destellos, como cuando hablaba de su madre o cuando se preocupaba por el después de haberse acostado juntos. En esos escasos momentos demostraba una ternura increíble, incluso amor al mencionar a su madre, pero también una tristeza y un miedo desgarrador. Sobre todo cuando lo miraba cuando estaba con MeiLing.

El mayor se esforzaba por comprender, pero Yibo ocultaba sus emociones enseguida y volvía a tomar el control. Se sentía obligado a descubrirlo. A desenterrar todo lo que llevaba dentro. Lo bueno y lo malo. Tenía el presentimiento de que nunca podría alcanzar lo bueno si no sacaba también lo malo y lo exponía a la luz del sol.

Unos días antes ni siquiera se lo habría planteado, pues solo se dedicaba a MeiLing en cuerpo y alma. Pero Wang empezaba a formar parte de su mundo. Y no era una parte cualquiera, lo cual lo aterrorizaba.

—Pensé que tenías mucho que hacer, ya que es sábado y llevabas corbata.

—Tengo trabajo, Zhan-Ge. A eso me dedico el cien por ciento del tiempo.

—¿Y qué haces para divertirte?

Él dio un paso hacia el mayor.

—Se me ocurre una cosa...

A Zhan le dio un vuelco el corazón.

—Ah, sí... Comiendo del helado de chocolate, ¿verdad? —se volvió hacia la nevera abriéndola nuevamente e intentó rebajar la tensión. Sería lo más conveniente, dadas las circunstancias.

—No exactamente.

Yibo observó el empeño de Zhan-Ge por ignorarlo mientras empleaba más tiempo del necesario en revolver los contenidos de la nevera. Seguramente fuera lo más sensato para sofocar la llama que prendía entre ellos. Él llevaba todo el día intentando apagarla, trabajando sin descanso y haciendo pesas hasta destrozarse los músculos. El dolor era lo único efectivo para bloquear la necesidad que llevaba acosándolo desde que dejó al mayor solo en su cama, cuando lo único que deseaba era volver a poseerlo, una y otra y otra vez.
Pero había otra clase de dolor que también quería erradicar, y era el que le golpeaba el pecho cada vez que veía a Xiao Zhan con MeiLing en brazos. Un padre y su hija, así como el reflejo de una madre y su hija. El amor más verdadero que podía existir...

El amor que él había perdido.

Necesitaba aplastar aquellas emociones y enterrarlas bajo algo más intenso. El deseo, la lujuria y el sexo. Sí, Zhan-Ge estaba haciendo lo más sensato. Y por una vez, él no lo estaba haciendo.

Inaceptable.

Se colocó tras ZhanZhan y puso la mano en la puerta de la nevera. El mayor se puso muy rígido.

—No me ignores, Zhan-Ge —se inclinó y le dio un beso en el cuello, haciéndolo estremecer.

—No lo he hecho.

—Estabas intentando ignorar esto... —le recorrió el cuello con la punta de la lengua—, y sabes muy bien que no podemos.

—No lo sé. Soy demasiado inocente.

Yibo le puso las manos en la cintura y pegó la erección contra su trasero.

—No bromees con esto. No pongas distancia entre nosotros.

—Yo... Está bien.

—Me he pasado todo el día pensando en ello y he llegado a la conclusión de que, efectivamente, eras virgen. Pero tenías razón... sabías lo que hacías. Y pareces saber lo que quieres. De modo que respóndeme, Zhan-Ge... ¿qué es lo que quieres?

—Helado de Chocolate.

—Demasiado pegajoso —murmuró él. Alargó el brazo y agarró un cubito de hielo del congelador—. En cambio esto tiene más posibilidades...

Sostuvo el cubito sobre el hombro de Zhan. El hielo empezó a derretirse entre sus dedos y una gota de agua cayó sobre su pálida piel. El menor agachó la cabeza y siguió el recorrido de la gota con la lengua.

Xiao puso las manos en la puerta de la nevera, como si necesitara apoyarse en algo.

—¿Te gusta? —le preguntó él.

—Nunca se me habría ocurrido —susurró—. Debo de ser más inocente de lo que creía.

Él le presionó el hielo contra el cuello y acto seguido lo reemplazó con un beso.

—¿Quieres que pare?

Sintió que estaba al filo de la navaja, esperando la respuesta del mayor y viendo la oscilación de sus hombros al respirar. Se pararía si él se lo pedía. Tendría que hacerlo aunque no quisiera...

—No —respondió ZhanZhan finalmente—. No te pares.

Un alivio inmenso lo invadió, tan fuerte que desató algo en su interior. Las cadenas de su autocontrol cayeron y por primera vez en su vida sintió algo tan profundo e intenso que amenazaba con consumirlos a ambos. Y eso era lo que quería. Ahogarse en aquella nueva sensación y perderse por completo. Nunca había deseado tanto a nadie. El sexo nunca había sido más que la mera satisfacción de una necesidad ocasional. Pero aquello era algo más. Era la suavidad del cuerpo de Zhan-Ge. Su piel ardiente y sudada. Su sabor...

Era el placer que le prometía el viaje y no solo el destino.

—Esperaba que dijeras eso —le agarró la playera, se la quitó por encima de la cabeza y lo hizo girarse, cerrando la nevera tras él.
Xiao Zhan lo miró fijamente con sus ojos avellanas mientras le desabotonaba la camisa para ver su pecho, trabajado, duro y perfecto. Zhan tenía los pezones duros, ya fuera por la excitación o por el hielo. Yibo le tocó la clavícula con el cubito. Las gotas se deslizaron sobre su torso, endureciendo aún más los pezones e intensificando su color rosa. Se inclinó y pasó la lengua por la clavícula hacia su pecho, antes de atrapar un pezón con los labios. La fragancia de la esencia natural de Zhan-Ge hizo que el miembro le palpitara dolorosamente. El mayor se arqueó, chocando contra la puerta de la nevera, y él siguió succionándolo, con una mano en la cadera y la otra dirigiendo el cubito. Las gotas bajaban por el vientre y ZhanZhan se retorcía y gemía de placer.

—¿Te gusta? —le preguntó él sin apartar la boca de su torso ahora.

—Sí...

Yibo se irguió, le tocó brevemente los labios con el hielo y lo besó con pasión, deleitándose con el contraste entre el frío de los labios y el calor de la lengua. Nunca había imaginado que un juego sexual pudiera ser tan excitante. Nunca había practicado juegos sexuales, pues los preliminares nunca habían tenido cabida en su concepción del sexo.

Hasta ese momento.

Se apartó y ZhanZhan lo miró con los labios entreabiertos. Le introdujo el resto del cubito en la boca y dejó que se derritiera en su lengua.

Xiao lo besó con sus fríos labios en el cuello y lo lamió con la punta de su lengua helada. Yibo siempre se había valido del frío para contener sus emociones, reprimir sus deseos o despejar la mente.
Pero en aquella ocasión no le sirvió para nada de eso. Las sensaciones lo abrasaban y el escalofrío de la piel, se evaporaba por el fuego que ardía en sus venas.

Zhan-Ge se giró, volvió a abrir la nevera y sacó otro cubito de hielo con una pícara sonrisa. Le abrió más la camisa y le pegó el hielo al pecho. Un frío ardiente se propagó por su piel, absolutamente ineficaz para apagar las llamas. Estaba temblando. Todo el cuerpo le palpitaba con la dolorosa necesidad de liberarse y hundirse en él. Unirse a él. Perderse en él en busca del calor con que quemarse vivo. Lo empujó contra la nevera, abandonando los últimos restos de autocontrol. Se presionó la mano de Zhan contra el pecho, haciendo que el hielo se derritiera en su piel mientras lo besaba con una voracidad insaciable.

El mayor se liberó las manos y lo rodeó para sacarle la camisa por los hombros y se la quitó de un tirón y la dejó caer al suelo. A Wang Yibo no le importó lo más mínimo.

Le bajó el pantalón del pijama junto con el sencillo y práctico bóxer de algodón... que demostraban lo poco que ZhanZhan se había esperado otro encuentro sexual. Lo apartó con el pie y lo agarró por el trasero para levantarlo. Zhan-Ge le rodeó la cintura con las piernas y le echó los brazos al cuello, y él se dio la vuelta y lo sujetó contra la pared, llevó una mano hacia su trasero para prepararlo, luego de unos cuantos gemidos y dilatar su entrada lo necesario, con una mano se desabrochó el cinturón, se bajó los pantalones, se sacó la erección y la introdujo en la entrada rosa de ZhanZhan.
El mayor se agarró con fuerza y le clavó las cortas uñas en la piel, pero el dolor solo servía para enloquecerlo aún más.

—Sí... —lo penetró con fuerza, hundiéndose en aquel cuerpo cálido y perfecto, y Zhan jadeó y abrió los ojos—. ¿Estás bien?

Zhan-Ge se mordió el labio y asintió. Era absolutamente perfecto.

Xiao Zhan... No había nadie como el. Ninguna otra persona lo había hecho sentirse jamás de aquella manera. Y entonces dejó de pensar y solo fue capaz de sentir. El ardor del pecho, la dureza de los músculos, la presión de la liberación inminente. Apretó los dientes y agarró con fuerza las caderas de ZhanZhan para embestirlo salvajemente.
El mayor echó la cabeza hacia atrás, contra la pared, y soltó un grito ahogado mientras sus músculos internos se tensaban y apretaban alrededor de la erección. Yibo aumentó el ritmo y la fuerza de las embestidas, hasta que un placer casi doloroso estalló en su interior, propagándose por sus venas y músculos mientras se vaciaba en ZhanZhan. Le temblaban los muslos. Dejó a Xiao de pie en el suelo y se arrodilló, apoyando las manos en la pared. Agachó la cabeza e intentó recuperar el aliento y pensar con claridad. Se sentía lleno y al mismo tiempo consumido, debilitado y exhausto, pero al mismo tiempo lleno de aquel deseo que aún seguía ardiendo en su pecho y en sus huesos.

Se separó de la pared y de Zhan-Ge y se levantó.

—Voy a darme una ducha —dijo.

Tenía que escapar. Poner distancia entre ellos. La necesidad de alejarse era aún más fuerte de lo que había sido después de la primera vez. Se dio la vuelta y se marchó, dejándolo allí, desnudo contra la pared de la cocina, y sintiendo el remordimiento pegado a su piel como una capa viscosa.

En el baño, el menor abrió el agua fría y se metió bajo el chorro para intentar desprenderse de la sensación. Para que se le entumecieran los músculos y no sintiera nada. Se apoyó en la pared de azulejos y trató de respirar con calma bajo el agua helada. Pero el frío, que normalmente lo ayudaba a despejarse, le hacía pensar en el cubito de hielo con que Zhan-Ge le había rozado el pecho, seguido por sus cálidas manos, sus labios y...

Había perdido la cabeza. Xiao Zhan lo había hecho enloquecer y traspasar el punto de no retorno. Y él sabía muy bien que toda pérdida del control tenía su precio.
Lo había hecho sin preservativo.
Sin pensar en lo dulce e inocente que era ZhanZhan realmente. Sin la menor consideración por el, olvidando que no era la clase de doncel con cuál se podía hacer una salvajada semejante.

Golpeó el azulejo con el puño. Se hizo daño en la mano, pero volvió a golpear. Y otra vez, y otra, y otra, hasta que el dolor le llegó al hombro y sintió el escozor del agua sobre la sangre. Pero nada podía borrar el recuerdo del placer, mil veces más fuerte que el remordimiento y el castigo. Agachó la cabeza y esperó a que el agua arrastrara sus sentimientos por el desagüe.

ZhanZhan consiguió vestirse y comerse un cuenco de helado. Estaba demasiado aturdido para enfrentarse al menor. Le había hecho cosas que nunca se había imaginado, ni siquiera en sus fantasías más salvajes. Y él le había hecho cosas a Yibo que...uf!

Cielos.

Pero y luego se había marchado, sin darle ninguna explicación. A Xiao Zhan se le ocurrían miles de razones, pero ninguna lo convencía. Yibo era un hombre extremadamente complejo y sería imposible analizarlo en cinco minutos con un cuenco de helado.
Se levantó, dejó el cuenco vacío en el fregadero y subió las escaleras.

MeiLing seguía durmiendo, ajena al embrollo que mantenían los dos adultos. Tenía que elegir, ¿su habitación o la de Wang? Habían acordado que lo harían mientras él viviera en aquella casa. Pero el comportamiento que Yibo había demostrado después de la primera vez no invitaba a compartir su cama. Tendrían que encontrar un punto medio. Él no iba a acostarse con Wang para luego regresar a su habitación como si estuvieran haciendo algo a escondidas. De eso nada.

No quería implicarse emocionalmente, aunque temía que ya fuera demasiado tarde para impedirlo. Pero aun así, tenía muy claro lo que deseaba y él tendría que aceptarlo. Zhan-Ge no era un experto, pero sentía que dormir juntos era una parte esencial del sexo. Y además sentía una certeza que nunca había tenido. Yibo lo deseaba, y eso le ayudaba al poder de la negociación.

Entró sin llamar en la habitación del menor, pero allí no estaba. Oyó el agua de la ducha, pero no había vapor ni se sentía calor alguno. Caminó hacia la puerta del baño y llamó con manos temblorosas.

—¿Yibo?

No recibió respuesta. Solo se oía el agua.

—Yibo —volvió a llamar, con más fuerza.

Empujó la puerta y se encontró con una imagen que le paralizó el corazón. El menor estaba de pie en la ducha, con las manos en la pared y la cabeza agachada. Los músculos le temblaban bajo el agua helada que le caía por la espalda, enrojeciéndole la piel.

—¿Pero qué haces? —le preguntó.

No quería saberlo, pero tenía que preguntarlo.

Wang Yibo levantó la cabeza, inexpresivo, con los labios grises y algo morados y la mirada vacía. Zhan se puso rápidamente en movimiento y tomó una toalla para pasársela.

—Sal de ahí.

—No ha funcionado —dijo él en voz baja y temblorosa.

—¿Qué no ha funcionado? ¿Todavía no se te han congelado los testículos? ¡Sal de ahí, ahora!

—Siempre hay que pagar, Zhan... El placer tiene un precio.

Al mayor se le encogió el corazón. Lo que Yibo decía no tenía ningún sentido para él, pero para el menor era algo muy serio. Y sus palabras arrastraban un peso que podría aplastarlos a ambos.

Le puso la mano en la espalda. Tenía la piel helada.

—Un poco de frío puede ser erótico, pero esto me parece excesivo —se echó la toalla sobre el brazo y tomó a Yibo por los hombros para sacarlo de la ducha. No lo consiguió por la fuerza, sino porque él no se resistió.

No parecía él. Su cuerpo, normalmente sólido y cálido, parecía debilitado y tembloroso. Y sus ojos... ya no parecían inertes, sino llenos de angustia. Tal era el sufrimiento que reflejaban que Xiao quiso apartar la vista. Pero no lo hizo. Le sostuvo la mirada mientras lo secaba con la toalla.

—Vamos a la cama.

Tampoco esa vez opuso resistencia y lo siguió al dormitorio, donde se metió en la cama. ZhanZhan se desnudó y se acostó junto a él, apretando su torso contra su fría espalda y rodeándolo con los brazos mientras el menor tiritaba.

Se le escapó una lágrima y hundió la cara en su omoplato.

—Estás helado.

—De eso se trata —dijo él con una voz un poco más firme.

—¿Por qué?

—Una costumbre, supongo.

—¿Te das duchas frías después del sexo?

—No. Es una especie de castigo. Mi penitencia.

—¿Por qué? —le preguntó, intentó disimular su horror—. ¿Por tus pecados?

—Por sentir. Por perder el control...

—¿Pero, por qué? —Zhan seguía sin entender nada.

—Porque, Xiao Zhan, en esta vida nada es gratuito. Todo tiene un precio. Sobre todo las emociones, y especialmente la pasión. La vida está hecha de luces y sombras, de lo bueno y lo malo. Lo contrario del amor es el odio, y la línea que los separa es muy fina.

—No creo que el amor y el odio estén tan cerca el uno del otro.

—Te equivocas. Tú nunca has visto la otra cara del amor, pero yo sí. Te hablé de mi madre. Te dije que había muerto y que recuerdo cómo me acariciaba y me cantaba. Pero también recuerdo su muerte... Mi padre la mató, mientras yo lo presenciaba todo detrás del sofá, sin poder hacer otra cosa que taparme los oídos. Nunca olvidaré cómo es ver morir a alguien. A mi madre. Mi propia madre. Nunca olvidaré tenerla en mis brazos mientras me abandonaba para siempre. Eso es lo que sucede cuando pierdes el control y te dejas dominar por la pasión. Por eso tengo que pagar.

ZhanZhan lo abrazó con fuerza, llorando pegado a su espalda.

—¿Por qué tienes que pagar, Yibo? —era lo único que podía decirle. No había consuelo posible.

—Para que nadie más tenga que hacerlo.

ZhanZhan estaba agotado, pero no podía dormir. Permaneció abrazado a él, transmitiéndole el calor de su cuerpo, hasta que la luz del alba empezó a invadir la habitación.

Ojalá encontrará la manera de hacer lo mismo por él. Llevar una luz a su alma para que borrará las sombras del pasado.
 

👶👨‍❤️‍👨👶👨‍❤️‍👨👶👨‍❤️‍👨👶👨‍❤️‍👨👶👨‍❤️‍👨👶

Un Capítulo un poco más largo que los demás publicados anteriormente.

Cómo leyeron Yibo le contó lo de su madre y padre...

Además Yibo no ocupó preservativo de tantas ganas que tenía, y poco o casi nada de autocontrol... habrá consecuencias?

PD: No siempre debe quedar embarazado al primer descuido🤭 "¿quitando ilusiones, o no?"

👶👨‍❤️‍👨👶👨‍❤️‍👨👶👨‍❤️‍👨👶

Regalito visual para ustedes 😍

Amé esté edit, por algo lo tenemos en foto del perfil.

Créditos a quien corresponda
♥️🤗

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