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By melistylinsonbutera

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AU. Midoriya Izuku es un joven médico de veintisiete años, pues gracias a su gran intelecto -que sorprendió a... More

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Final. 36
Epílogo

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By melistylinsonbutera

—¡Ah, mierda! ¡¿Cuánto tiempo más me tendrán aquí?! —gritó Katsuki, ya cansado y adolorido de estar dando vueltas por la habitación como un León enjaulado.

—Hasta que termines de dilatar bien, Blasty —recordó suavemente, y por quinta vez, su esposo; sentado sobre un banquillo junto a la camilla, en la que se suponía debería estar el cenizo recostado, atando sus largos cabellos rojizos con una liga.

Llegaron al hospital a las tres de la madrugada, y ahora mismo son las dos de la tarde, y Akane, apodada la sabandija, sigue dentro del vientre de su padre sin poder salir.

—Y una mierda. Estoy más abierto que un puto pavo en navidad, solo quiero que me saquen esta cosa de una vez —gruñó irritado, con pequeñas lagrimitas a los costados de sus ojos producto del dolor que le provocan las contracciones.

Eijiro suspiró poniéndose de pie, y a paso relajado caminó a él para tomarle en brazos; llevándolo a la fuerza hasta la camilla.

—Blasty, debes intentar relajarte, ¿sí? Cuando todo esté en su lugar, Akane saldrá —acostó su cuerpo, dejando pequeños besos en su mejilla izquierda. Borrando así algunas de sus lágrimas.

—Pues que se apresure porque yo mismo la sacaré si sigue así, pero a patadas —contestó en el mismo tono de voz bajo, aferrándose a sus manos entrelazadas con las suyas.

Es la primera vez que Katsuki puede tocarlo sin miedo a que una explosión aparezca por el sudor que las cubre, y es gracias a que le inyectaron algo así como un tónico que anulará su kosei por aproximadamente cuarenta y ocho horas, ya que el esfuerzo que requería el parto le haría sudar mucho; y sin aquel tónico acabaría reventando todo el hospital.

—No puedo ni imaginar el dolor que estás sintiendo, pero solo debes aguantar un poco más, amor. Cuando menos te lo esperes, tendrás a nuestra niña en tus brazos.

Las mejillas del cenizo se cubrieron de un tierno color rosado e inevitablemente comenzó a pensar en las imágenes, que ya tenía desde hace meses, de una pequeña personita acurrucada entre sus brazos. Tal y como le dijo su esposo. Pero aquello dejaría de ser una fantasía y se volvería una realidad en unas cuantas horas más, y pensar en ello logró dispersar cualquier rastro de enojo en su cuerpo.

Aunque las contracciones siguen, y duelen como la mierda, Katsuki se obligó a soportar. Después de todo, Eijiro está a su lado; y el simple hecho de tener sus labios besando la piel de su rostro, una de sus manos acariciando su vientre mientras que con la otra mantiene firmemente el agarre en una de las suyas —permitiéndole apretarla cuando las punzadas aparecen— y el dulce sonido de su voz al murmurar palabras de apoyo en su oído, le devuelven la calma.

Puede afrontar lo que sea siempre y cuando Eijiro esté a su lado.

—Hola... —la cabeza llena de rizos de Izuku se asomó por la puerta con cautela—. ¿Puedo pasar?

—Eres el médico, ¿por qué pides permiso?

Izuku contuvo una risita nerviosa, adentrándose en la habitación.

—Pues porque aprecio mi vida —respondió simple.

Su amigo chasqueó la lengua, apretando sus labios y cerrando sus ojos después cuando una nueva corriente de dolor atravesó su cuerpo.

—Izuku, dime que ya está li-listo porque te juro que me la sacaré yo solo.

El peliverde volvió a reír nervioso, y Eijiro le imitó.

Suavemente le pidió abrir sus piernas, y elevando la bata de hospital le revisó con extremo cuidado verificando que le faltaban algunas horas más.

—Me temo que deberemos esperar de dos a tres horas más, Katchan.

—¡¿Qué?! ¡Hace once horas que estoy aquí!

—Lo sé, pero debes entender que en los y las primíparas el proceso de dilatación puede durar hasta dieciocho horas. Tú llevas once desde las primeras contracciones que tuviste a las tres de la madrugada —explicó—. Casi estás listo, solo debemos esperar unas horas más.

La suavidad y dulzura con la que le estaba hablando solo lograba irritar aun más a Katsuki. Eijiro lo notó y volvió a dejar pequeños besitos en los nudillos de la mano que sostenía entre las suyas, buscando calmarle.

—No se preocupe, Midoriya-san. Esperaremos lo que sea necesario con tal de que Akane nazca de forma segura.

—¡Ja! ¡Habla por ti, tú no eres el que la va a parir! —chilló el cenizo apretando sus dientes.

Izuku hizo un gran esfuerzo por no reírse mientras que, dando una leve inclinación, les pidió disculpas y permiso para retirarse, ganándose un nuevo regaño por parte de Katsuki; en el que le gritó que no necesitaba pedir ninguna de las dos porque es el médico a cargo.
Una vez fuera se permitió reír bajito, observando los rostros divertidos de los padres de su amigo, la madre de Eijiro, la suya, y la de los amigos de la pareja que se encuentran aquí. Entre ellos están Kyoka, Momo, Rikido y Shoto.

Los y las demás no pudieron asistir porque tienen que cubrir los turnos en la agencia que comparten y en las propias. Aunque en el caso de Hitoshi y Denki, ellos no pudieron venir porque el rubio se encuentra con mucho dolor, como para estar sentado o de pie muchas horas, debido a que hace poco cumplió cinco meses de embarazo, teniendo cada día más cerca la oportunidad de tener a su niña, Haruki, en brazos.

—Esto me trae recuerdos de cuando Katsuki-kun nació —comentó Inko con una tierna sonrisa en sus labios. Mitsuki y Masaru igualmente sonrieron.

—El peor día de mi vida —bromeó la mujer, provocando unas cuantas risitas en los presentes.

—No digas eso —regañó su esposo—. Estaba tan nervioso que hasta me desmayé.

—No me sorprendería que Eiji reaccione de la misma manera —añadió la hermosa mujer de cortos cabellos azabache y mirada rojiza.

—¿Cuánto tienen que seguir esperando? —preguntó Kyoka.

—No queda mucho. Katchan es muy fuerte al soportar las contracciones por tantas horas.

—Que Eijiro-san se encuentre a su lado debe ser como una anestesia para él, estoy segura de ello —dijo Momo, con las yemas de sus dedos dulcemente colocadas en cada una de sus mejillas.

—No sabría con qué comparar el dolor, pero a puesto a que debe sentirse como... no lo sé, ¿recibir un millón de puñetazos de All Might? —opinó Rikido, haciéndoles reír.

—Probablemente —rio Shoto.

El divertido ambiente se vio interrumpido por un fuerte grito proveniente de la habitación, y enseguida el dulce médico volvió a entrar.

—I-Izuku... ya no puedo, no aguantaré más horas, por favor. Sácala —suplicó entre lágrimas, apretando con fuerza la mano izquierda de su esposo.

—Katchan... Sé que tú puedes hacerlo, al menos una hora más —animó, acercándose para pasar un paño húmedo y frío por su rostro. Katsuki sollozó mordiéndose la lengua para evitar gritar otra vez.

«He recibido ataques y golpes que me han dejado hecho mierda... ¿pero esto? Carajo. Esto es el dolor más insoportable que sentí en toda mi maldita vida»

—Quiero ver a mis padres —logró murmurar. Izuku y Eijiro intercambiaron miradas.

—Pero, Katchan, solo puede entrar una persona conti-...

—Mira mi cara —Izuku le vio fijamente—. ¡¿Acaso crees que me importa?! ¡Quiero que vengan!

El pecoso suspiró, y dejando el paño en manos del pelirrojo volvió a salir.

—Katchan quiere verlos —les comunicó a los mayores. Mitsuki y Masaru se vieron entre sí antes de ponerse de pie.

Dejando sus pertenencias y accesorios de lado, pasaron por una especie de cabina que los desinfecto de pies a cabeza para luego adentrarse en la habitación, donde pudieron observar a su único hijo hecho un desastre a causa del dolor.

—Mi bebé... —Masaru fue el primero en sentarse a su lado, tomando su mano libre entre las suyas. Katsuki las entrelazó con un poco de fuerza.

—Hum, eres un debilucho —negó la mujer, cruzada de brazos, quedándose de pie junto a Eijiro.

—Tú me pariste, vieja. Deberías entenderme —murmuró entre dientes.

Mitsuki sonrió, quitándole algunos mechones húmedos del flequillo que tenía pegados a la frente por culpa del sudor.

—Créeme que lo hago, fue tan difícil lograr que salgas que terminaron haciéndome una cesárea de emergencia. Casi me matas, maldito desgraciado. Esto no es nada comparado a mi parto.

Katsuki quiso reír, pero en su lugar sollozó.

—¿Y si no puedo hacerlo? ¿Qué pasará si hay algo malo con ella?

—No, mi amor, no pienses esas cosas —Masaru besó los nudillos llenos de pequeñas cicatrices de su mano izquierda—. Todo saldrá bien. Akane-chan es una bebita muy saludable y fuerte al igual que tú; no habría razón para que ocurra alguna complicación durante el parto.

—Además, Izuku-kun eligió a un personal con un historial médico impecable igual al suyo. No debes preocuparte por nada más que en dar a luz a tu hija, mocoso.

—Y yo estaré junto a ti, amor. No te dejaré solo —finalizó Eijiro, regalándole una de sus más brillantes sonrisas.

Katsuki les vio a los tres, sorbiendo su nariz, y terminó por asintir.

«Sólo una hora más» pensó, aferrándose a la mano de su esposo y a la de su padre.

Como había sido predicho: el parto finalizó sin ninguna complicación.

Duró exactamente cuatro horas, y ahora mismo Akane se encuentra —ya aseada y vestida únicamente con un pañal y un gorrito de tiburón— entre los brazos de un Eijiro, con los ojos y el rostro llenos de lágrimas, que no puede dejar de mirarla.

Sí bien Akane goza de una perfecta salud, le preocupó que fuera tan pequeñita, pero los médicos le tranquilizaron al decirle que solo era su perspectiva porque la bebita tiene el peso ideal para una recién nacida.

Encaja perfecto sobre sus dos manos, y luce tan frágil que tiene miedo hasta de respirar cerca de ella. Y un detalle no menor, es que tanto Katsuki como Akane todavía no abrieron los ojos.
Akane porque se quedó dormida mientras la ponían en condiciones para ser entregada a uno de sus padres, y Katsuki porque se desmayó ni bien escuchó el primer llanto de la pequeña, que fue como una señal para permitir que su cuerpo se rindiera ante el cansancio y se apagara de una vez.
Y sería mentira decir que Eijiro no entró en pánico cuando vio los ojos de su esposo cerrarse, con sus brazos y piernas cayendo sobre la camilla al perder la fuerza, e Izuku fue el encargado de ayudarle a recuperar la compostura cuando le hizo tomar el pulso de Katsuki por sí mismo, a pesar de que tenía una maquina que ya lo hacía frente a sus ojos.

«Todo terminó» fue lo primero que pensó una vez que tuvo a su niña en brazos. Ahora solo queda esperar un día o dos para que Katsuki se recupere y podrían irse los tres juntos a casa; y como si le hubiera invocado con su voz interior, Katsuki despertó.

Eijiro sentía que se le caería el rostro por sonreír tanto.

—Mi amor... Hola —saludó en voz baja, acercándose para besar suavemente su mejilla derecha.

—¿Estoy muerto?

—Nop, lamento decepcionarte —los dos rieron, pero casi al segundo el cenizo se detuvo y se quejó de dolor.

—Mierda... ¿Y la sabandija?

Eijiro sonrió y con cuidado le ayudó a semi sentarse en la camilla para que pudiera observar a la bebé dormida sobre la típica cunita móvil de los hospitales. Y la primera reacción de Katsuki al verla fue reír aunque le dolía.

—¿Qué carajo le pusiste, Eijiro? —preguntó, aceptando el vaso con agua que le ofreció.

—No tuvimos tiempo de armar un bolso decente con las cosas que compramos para ella, así que mi madre lo hizo por nosotros, y el primer gorrito que encontré fue ese —respondió simple, tomando de vuelta el vaso, ahora vacío, para dejarlo sobre la mesita una vez más—. Le queda adorable, no me digas que no.

Katsuki volvió a reír y con cuidado estiró una de sus manos para acariciar muy delicadamente el cachete izquierdo de la pequeña carita de su dormida hija.

—Es muy pequeñita...

—Lo sé, pero los médicos dijeron que su peso y altura son ideales... así que no te preocupes por ello —él asintió—. ¿Te gustaría cargarla?

—No —respondió de inmediato, y por inercia alejó su mano. Eijiro le miró confundido.

—¿Por qué no, amor? Sé que está dormida, pero no vas a molestarla.

—No es eso... no quiero hacerle daño. Estoy sudando mucho, ¿y si mi kosei se activa por accidente?

Su esposo sonrió con paciencia.

—Blasty, no vas a lastimarla. ¿Recuerdas el tónico que te inyectaron? Pues sigue en ti; tu kosei no se activará —el cenizo le miró dudando—. Puedes probarlo en mí, si quieres.

Sin dudar extendió uno de sus brazos, invitándole a posar una de sus manos allí.
Katsuki nuevamente dudó, pero segundos después colocó su mano izquierda sobre el brazo de su esposo, y al ejercer un poco de fuerza, rozando la piel, no sucedió nada. Lo intentó otra vez y nada. No hubo ninguna explosión.

—¿Lo ves? No tienes que preocuparte por nada —consoló.

En silencio se acercó a la cunita, tomando con muchísimo cuidado a la bebé envuelta en una mantita —que el mismo Masaru fabricó, junto a un pequeño bordado de las formas chibis de Dynamight y Red Riot tomados de las manos— y dejándola después sobre los brazos de su esposo que, sin poder evitarlo, temblaba de pies a cabeza.

—Relájate, Blasty. Jamás podrías lastimarla —besó su frente, acariciándole los brazos y dejando su mano allí para sostenerlos a ambos—. Es muy linda, ¿no lo crees?

—¿Linda? Esta cosa casi me mata.

Eijiro rio, secando algunas lágrimas que se escaparon de los ojos del cenizo.

—Es perfecta... Oh, mira, creo que está despertando —apoyó su mentón sobre su hombro derecho; mirando ambos expectantes el rostro fruncido de la bebita que movía sus extremedidades, hasta que lentamente sus ojitos se abrieron por primera vez. Y los dos sintieron exactamente el mismo flechazo atravesar sus corazones.

—Mierda. Sí es muy linda.

—Tiene tus ojos, Blasty. Creo que voy a llorar —chilló en voz baja, llorando otra vez.

—¿Cómo podrías saberlo? Los dos tenemos ojos rojizos.

—Sí, tienes razón. Pero pasé tanto tiempo viéndolos que sé distinguirlos de los míos —respondió sonriente, tratando de limpiarse las lágrimas. Katsuki se sonrojó por lo dicho y chasqueó su lengua—. Hola Ak... ¿Crees que pueda vernos?

—Lo único que verá hasta que tenga dos o tres meses son sombras grises, no entiendo cómo es que no está llorando —murmuró para sí aquello último.

Akane les miraba fijamente, resultando muy extraño que no se asustara y comenzara a llorar.

—Mi madre me contó que, cuando nací, casi no lloraba. En cambio de niño lloraba por todo —rio bajito, y Katsuki le imitó.

—Conmigo fue al revés —comentó, acercando su dedo índice a la pequeña nariz de su hija.

Akane entrecerró sus ojitos y, en un intento de alejarlo, rodeó el dedo con una de sus diminutas manitos. Eijiro empezó a llorar, otra vez. Los deditos de su bebé alrededor del ancho dedo de su esposo es demasiado adorable de ver.

—Déjame tomarles una foto. Mina tiene que ver esto —sonrió emocionado sacando su celular y enfocando sus manos unidas. Luego le sacó varias a Katsuki con la pequeña en brazos, y la sesión de fotos terminó tras tomar una selfie de los tres juntos y escuchar el sonido de la puerta siendo golpeada y abierta por Izuku.

—Hola —susurró, y al notar a su amigo despierto sonrió—. Oh, está despierto. ¿Cómo te sientes, Katchan?

—Vacío —respondió sincero.

Aunque fue un dolor de culo tener aquella panza enorme por tantos meses, ahora que ya no la tiene se siente hasta extraño.

—Me lo imagino.

—Ven, Izuku —llamó y enseguida tuvo a su amigo a un lado de la camilla, a una distancia prudente de la pequeña.

—Oww... es preciosa, Katchan. Tiene tus ojos.

—¿Verdad? ¡Yo le dije exactamente lo mismo! —ante el grito del pelirrojo, Akane comenzó a llorar, borrando su sonrisa enseguida.

—Tch...

—No, no, perdóname, amor. No quise hablar fuerte —lloriqueando acarició uno de sus bracitos, buscando consolarla, pero de nada sirvió.

—Qué susto le diste —regañó Katsuki entre pequeñas risas, dejándola agarrar su dedo una vez más—. No fue para tanto, mocosa dramática.

Como por arte de magia, Akane se calmó; aferrándose a su dedo y cerrando sus ojitos al sentir el cálido contacto de sus labios en su frente.
Izuku y Eijiro contuvieron algunas lágrimas al ver aquello. Demasiado adorable.

—Fuiste muy valiente, Katchan. Me alegra que los dos estén bien.

—Sin ti, y a los extras que estaban contigo, no habría sido posible... Gracias, Izuku.

El ojiesmeralda le devolvió la sonrisa, colocando una de sus manos en su espalda brindándole una caricia en respuesta.

Akane Kirishima llegó al mundo, sana y salva

Una vez llegadas las doce de la noche, Izuku por fin pudo volver a su hogar.
Pony sería la médica encargada de cuidar de Akane y Katsuki hasta que él volviera por la mañana, dándole la oportunidad de tener su tan adorada noche de sueño junto a su lindo novio.

Ni bien puso un pie dentro de la casa, Hisa comenzó a pasearse a su alrededor maullando, e Izuku, sonriendo tiernamente, le alzó; dejándolo sobre su espalda como se les hizo costumbre.

—Hola, bebé. ¿Me extrañaste?

El minino frotó su cabecita en sus rizos como respuesta, dándole leves cosquillas, mientras le miraba quitarse los zapatos.

—Izu, bienvenido —la voz a sus espaldas provocó que su corazón comenzara a latir con fuerza. Y al voltear su sonrisa no hizo más que crecer.

—Estoy en casa... —murmuró, acercándose hasta fundirse ambos en un dulce abrazo, con el gatito inmóvil sobre el hombro izquierdo de Izuku.

Se vieron durante la tarde en el hospital, pero casi no estuvieron juntos. Además de que, cuando el horario de visitas terminó, los únicos que pudieron quedarse con Katsuki fueron sus padres, la madre de Eijiro y el pelirrojo.

—El agua ya debe estar caliente, puedes bañarte mientras termino tu cena —propuso, dejando suaves besos en su frente sin romper la unión de sus cuerpos.

—¿Ehhh? Pero estoy tan cansado, Sho-chan —lloriqueo sonriente.

—¿Sí? —le siguió el juego. Izuku asintió—. Entonces yo te ayudaré, pero primero voy a apagar el fuego de la estufa.

—Yay —celebró, robándole una risita.

—Hisa —el gatito le miró—. Baja.

El minino tiró sus orejitas hacia abajo ante la orden del bicolor.

—Ay, pobrecito.

—Eso no funciona conmigo y lo sabes. Obedece.

Hisa soltó un pequeño maullido, como quejándose, antes de brincar al sofá; cayendo limpiamente sobre uno de los cojines.

—A veces pienso que de verdad nos entiende.

—Es un gatito muy inteligente —opinó, yendo a la cocina y regresando en un segundo—. Igual que tú.

—¿Acabas de decirme Gatito o Inteligente?

—Mmm... Ambas —respondió, haciéndole rodear su propio cuello con sus brazos para luego tomar sus muslos y alzar su cuerpo, sin problema alguno, yéndose en esa posición hacia el cuarto de baño de la habitación que comparten.

—Uno de estos días vas a lastimarte la espalda —regañó.

Aunque Izuku es un hombre adulto, de casi veintiocho años, para Shoto no pesa nada.

—Eso dices siempre, pero no haces nada para evitarlo.

—¡No estamos hablando de mí!

Shoto rio, dejándole con cuidado en el medio de la barra que contiene dos lavabos en cada esquina y un enorme espejo sobre ella, con los diferentes productos de higiene personal descansando en cada lado.

—Bueno, no voy a cargarte más, entonces. Supongo que tienes razón y ya no debería hacerl-...

—¡No Sho-chan! —negó al instante, inflando sus mejillas—. Me gusta que me cargues, pero no me agrada la idea de podrías llegar a lastimarte —explicó en un tono de voz un tanto agudo, dándole un aspecto adorable. Al menos a los ojos de Shoto se ve jodidamente adorable.

—Ya, ¿pero sabes que es muy difícil que me lastime por algo así, verdad? Llevo años cargando cosas más pesadas que tú.

—Tal vez...

—Te preocupas demasiado, Izu —negó con su cabeza, deslizándo la bata blanca de su uniforme por sus hombros para luego quitarle la playera que traía debajo, dejando suaves besitos en su mejilla que poco a poco bajaron a su cuello. Izuku exhaló de gusto ante las caricias—. Mereces un descanso.

—E-Espera, Sho —susurró cuando sintió una de sus manos acariciar el bulto que comenzaba a notarse en sus pantalones—. Todavía no me baño.

—¿Eso importa? Además —con una leve sonrisita traviesa en sus labios se quitó su propia playera—, yo también estaba planeando tomar un baño.

Izuku rio dulcemente, tomando sus mejillas entre sus manos y besando sus labios; acercándose el uno al otro hasta reducir cualquier distancia entre sus cuerpos.

•••

—Mina estaba un poco triste por no poder quedarse a ver a Akane —comentó, observando con ternura cómo el médico entre sus brazos jugaba con la espuma de la bañera, tratando de crear formas sobre sus cabellos de diferentes colores.

—Imagino que sí, pero Kirishima-san le envió muchas fotos de ella —sonrió al recordar el rostro feliz del pelirrojo, que no paraba de presumir a su esposo e hija en los diferentes grupos que tiene con su familia y amigos.

A las redes sociales, por ejemplo, subió una de sus manos unidas —claramente para no mostrar el rostro de la bebita— solo para anunciar que ya nació y goza de una perfecta salud. Y por supuesto que la misma revolucionó a todo el mundo en segundos.

"Dynamight y Red Riot acaban de tener una niña".

—¿De verdad luce tan pequeña como en las fotos?

—Sí —sonrió enternecido—. Cuando la tuve en mis brazos, no se sentía real... fue tan lindo. Y pensar que alguna vez todos fuimos así en el inicio.

—Sin duda es muy lindo imaginarlo —murmuró para sí.

—¿Imaginar qué?

—Un o una bebé igual a ti.

Izuku quedó en blanco por unos segundos antes de reaccionar y soltar una risita.

—¿Tú crees? —el héroe asintió energético, con pequeños brillitos rodeando su aura—. Yo la verdad es que... pienso que, quizá, no sería un buen padre.

—¿Estás jugando, verdad?

—Es solo que, bueno, tú sabes que yo no tuve un padre y la única gran influencia en mi vida fue mi madre. Lo que soy hoy es gracias a ella. Y a veces pienso que no llegaría a ser ni la mitad de lo que ella fue conmigo.

—Eso es imposible, Izu. Inko es una mujer maravillosa que crió a un hijo maravilloso —tiró sus rizos húmedos hacia atrás—. Sin duda serías un gran padre, así como ella que fue una excelente madre.

Izuku dejó un besito en el dorso de la mano que acariciaba su pómulo izquierdo.

—Gracias, Sho. Pero tú tampoco te quedas atrás; apuesto a que serás uno de esos padres pegajosos que no dejan en paz a sus niños —los dos rieron.

—Seguramente sí. Conozco demasiado bien el camino de la paternidad que no quiero seguir, así que haría hasta lo imposible por no cometer los mismos errores —expresó con una leve sonrisita en sus labios. Izuku asintió, entendiendo, mientras terminaba de enjuagar el cabello de su amante—. Aunque, al igual que tú, me asusta no ser lo suficientemente bueno.

—Aún falta mucho para ello. Pero quién sabe, si es a tu lado... no tendría miedo.

Ante su confesión, el corazón del héroe dio un brinco en su pecho y sus mejillas se cubrieron de un suave color rosado por la calidez y ternura que recorrieron su cuerpo.

—Pienso igual...

—En fin, salgamos de aquí. Mis dedos están todos arrugados —se puso de pie, riendo.

Rápidamente tomó una toalla y la envolvió alrededor de su cintura, y otra más para secar su cabello. Shoto le imitó, pero a diferencia de él se tomó su tiempo para cubrir su desnudez.

—Sho-chan, usa una toalla —regañó dándose la vuelta.

—¿Estás consciente de que acabamos de hacerl-...

—¡Sí, sí, pero no es lo mismo! —chilló avergonzado, arrojándole una de las toallas a la cara. El bicolor no pudo evitar soltar una fuerte carcajada.

—Está bien, está bien —ató la bendita toalla alrededor de su cintura—. ¿Feliz?

—Muchísimo. Vamos a vestirnos de una vez que muero de hambre —dando pequeños saltitos salió del baño. Shoto fue detrás suyo.

Luego de que Izuku terminara de comer su cena, al fin, entre los dos lavaron los platos y utensilios usados para luego apagar las luces y caminar de nuevo a la habitación, con Hisa siguiéndoles el paso.
Una vez allí, Izuku brincó a la cama suspirando de gusto; y tanto su gato como su novio no tardaron en imitarle.

Hisa recostó su cuerpo a los pies de ambos, y en un parpadeo cayó dormido.

—¿Mañana debes volver temprano al hospital? —quiso saber en un murmullo, permitiéndole abrazarlo y apoyar su rostro sobre sus pectorales.

—Sí... y presiento que voy a dormir muy bien —frotó su mejilla contra la piel descubierta de su pecho, dándole algunas cosquillas.

—Yo me encargaré de que así sea. Cierra tus ojos y duerme tranquilo, Izu —se acercó para dejar un último besito en los labios contrarios, y en cuestión de segundos el médico quedó profundamente dormido.

Shoto sonrió, besando reiteradas veces su frente antes de acompañarle en el mundo de los sueños.

Continuará

Aparezco solo para decir que espero que les haya gustado mucho el cap, me disculpen por si leyeron algún error y desaparezco porque tengo tareas finales que entregar


Recuerden tomar agüita y que lxs amo mucho bbs, muchísimas gracias por todo su apoyo u,w,u💜

Nos estamos leyendo en la próxima actu, cuídense mucho💜

Adiós

Pd: las notas (☝☝) que encuentren al final de los capítulos, son viejas. No quise quitarlas por nostalgia, así que ignorenlas xd



























































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