Los Orígenes 👑 | LIBRO 1 - T...

By Dany_Styles_09

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[LIBRO I] Thalía Ivannova, una joven proveniente de Bulgaria, busca nuevas oportunidades en el lugar al que t... More

👑 Prologo
👑 Capítulo 1: "Conociendo a los Mikaelson"
👑 Capítulo 2: "Elijah"
👑 Capítulo 3: "Presentando a los novios"
👑 Capítulo 4: "Los celos de Tatia"
👑 Capítulo 5: "Predicciones"
👑Capítulo 6: "La Boda (parte 1)
👑Capítulo 7: "La Boda (Parte dos)
👑 Capítulo 8: "Extrañas presencias"
👑 Capítulo 9: "Asegurando la descendencia"
👑 Capítulo 10: "La chica de la capa roja"
👑 Capítulo 11: "Después de la Luna"
👑 Capítulo 12: "Los Originales"

👑 Epílogo: "El llanto de los lobos"

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By Dany_Styles_09


👑Epílogo 👑

-¿Mi verdadera personalidad?-repetí, enarcando una ceja.- Bien, ¿y eso por qué es?- madre se mordió el labio y en sus ojos noté un destello de nerviosismo.- ¿Qué no me estás diciendo?-

-Oh, Thalía.- se sentó nuevamente y me abrazó.-Lo lamento tanto, lo lamento, mi niña.-

-¿Madre? ¿Qué ocurre?-la separé de mí y la tomé de los hombros. Ya no había nerviosismo en sus ojos, ahora había lágrimas.- ¿De qué estás hablando?-

-Sabía los riesgos de llevar a cabo este hechizo.-susurró.-Lo sabía perfectamente.-se puso de pie y se paseó por la habitación.-Pronto querrás alimentarte y la bestia saldrá. Terminarás por revelar tu verdadera naturaleza.-

-¡¿De qué hablas?!-exclamé, poniéndome de pie.

-¡Engañé a tu padre!-gritó, con los ojos saltones y las lágrimas cayendo.

Por un momento, el corazón dejó de latirme. Aquella confesión me resonaba en la cabeza. Madre estaba parada, o más bien, acurrucada en un rincón. Se tapaba el rostro con las manos y sollozaba en silencio. La cama de Ingrid chilló y ella se acomodó sobre el colchón.

-¿Qué?-pregunté, tragando saliva.

-Todo pasó durante el viaje que hicimos desde nuestras tierras hacia aquí.-comenzó.- Sabía que algo estaba pasando con tu padre; él ya no era el mismo, ya no me miraba, era frío y distante.-madre se sobó la nariz mientras Ingrid se reincorporaba y escuchaba.- La verdad no sabía cómo sentirme; así como ustedes, me obligaron a casarme. Pensé que llegaría a amar a su padre y lo hice, lo amé con cada latido de mi corazón y lo sigo haciendo pero...en aquél viaje, sabía que algo había cambiado.-tomó aire y se secó las lágrimas.- Él coqueteaba con otras mujeres mucho más jóvenes que yo, lo que me llevó a quebrantar la promesa que hice cuando me casé: lo engañé con un hombre que era completamente encantador conmigo.-

-Es por eso que no querías que nadie la mirase.-murmuró Ingrid, con cierto deje de furia.-Sabías que no era igual a ninguno de nosotros.-

Madre asintió.

-Pensaba dejarla, pero cuando vi esos hermosos ojos verdes...simplemente no pude hacerlo.-de media zancada vino hacia a mí.-No pude ser capaz de abandonarte, mi preciosa Lía.-me estrechó entre sus brazos, pero yo no hice nada para corresponderle.-Aparte, tu nacimiento fue lo que volvió a unir mi matrimonio.-

-¿Qué soy?-cuestioné, separándome de ella.

-Thalía...

-¿Qué soy?-la interrumpí, tensando la mandíbula.- Dijiste que mi verdadera personalidad saldría en cuanto me alimentase, bien, quiero que me digas que demonios soy.-

-La sangre de hombre lobo corre por tus venas.-respondió, bajando la vista.

-¡¿Y no fuiste capaz de decírmelo?!-grité.

-¡Pensé que jamás tendría que hacerlo mientras no hubiese nada que lo detonará!-respondió con la voz quebrada.-Hija, perdóname.-

-¿Y te atreves a pedir que te perdone?-cuestioné con un nudo en el estómago.- ¡Hubiera preferido que me abandonases!-

-Thalía...no.-Ingrid la sostuvo cuando las piernas le flaquearon.

De la punta de mi cama tomé mi capa y la coloqué sobre mis hombros.

-Si viene Klaus, dile que estoy en el lugar de siempre.-mi hermana asintió, mientras madre lloraba sobre su hombro.

Abrí la puerta de mi habitación y salí sin mirar atrás.

*.*.*

Me adentré al bosque con los puños apretados y la mandíbula más tensa que nunca. Me dolió que mi propia madre me hubiese ocultado eso. Por casi veintidós años mi padre me menosprecio y ahora entendía el motivo: su sangre no era la misma que la mía.

Al llegar a la rivera, me senté en el suelo con las rodillas contra el pecho y el mentón sobre ellas. Sollocé, pero no derrame lágrimas. No podía permitírmelo. Tenía que ser fuerte y para eso necesitaba tener la frente bien en alto. Me aparté unos cuantos mechones de cabello y respiré hondo.

-Estaba esperando este momento.-alguien caminó por detrás de mí, pero no me molesté en lo más mínimo en voltear.-Han pasado años desde la última vez que escuché esa historia.-

-Déjame.-pedí.-Quiero estar sola.-ese alguien se sentó a mi lado.

-Siempre me pregunté cuanto tiempo tu madre tardaría en ocultarlo.-soltó una risa.-Veo que la mentira se le cayó muy pronto.-la presencia de quién fuera, me estaba fastidiando.

-Se lo pedí amablemente.-le espeté, levantando la cabeza.- Quiero estar sola.-los ojos de Brends me escudriñaron de arriba abajo.

-Sé que tienes preguntas.-murmuró, rascándose la barbilla.-Sé que te mueres por saber quién es tu padre.-levantó la mano. Por un momento, cerré los ojos.-Tranquila, Thalía, no voy a lastimarte; es lo último que haría.-

-Déjame.-insistí.

-¿No tienes curiosidad por saber de dónde provienes?-negué fervientemente.- No me mientas, niña, sé que te mueres por saberlo.-

-Ya fue demasiado por un día.-murmuré, con los ojos cerrados.-Solo quiero...quiero olvidar lo que mi madre me ha dicho.-

Sentí a Brends mirarme fijamente.

-Bien.-dijo, poniéndose de pie.-Cómo tú quieras.-volvió a asomar su mano y corrió mi cabello hacia el costado.- Solo quiero que sepas algo.-apretó sus dedo contra un tramo de piel que sobresalía de mi vestido.- ¿Ves esa marca?-miré por encima de mi hombro y asentí.-Bueno, eso te hace parte de mi manada.-dio media vuelta y comenzó a caminar. Avanzaba de manera lenta, como si esperar que yo le hablase.

De hecho, si tenía ganas de seguir averiguando. Me moría de curiosidad.

-Espera.-dije, poniéndome de pie.-Mi abuela siempre dijo que esa marca me hacía especial, ¿a qué se refería?-

Casi que podía imaginarme a Brends sonriendo.

Volvió sobre sus pasos y regresó a mí. Se sacó la camisa y me dio la espalda.

-¿La ves?-sobre su hombro se hallaba la misma marca que la mía.-Esa es una marca de nacimiento. Aparece en todos los miembros de mi manada. Y sí tú la tienes, es porque fuiste engendrada por algún macho que también la posee. Eso te hace muy especial, Thalía.-

-Y... ¿tú conoces a mi...padre?-Brends me apretó el hombro.

-Lamento decirte que no lo sé.-bajé la cabeza y curvé los labios.-Pero, si algún día de aburres de tu familia, serás bienvenida entre mi gente y allí te ayudaré encontrarlo.-sonreí de lado.-Bien, creo que ya debo irme, fue un placer hablar contigo, Thalía Iva...Labonair.-

Pasaron varias semanas y con Klaus seguíamos atrapados en la aldea. Esther todavía no había logrado realizar el hechizo indicado para proteger a sus hijos del sol. Tal vez ella sabía que ibamos a irnos y quería retrasarnos la partida la mayor cantidad de tiempo que pudiese. Durante esas semanas intenté adaptar mi nueva vida a la vieja rutina: alimentar a las gallinas, peinar a los caballos, ordeñar a las vacas. Todo era normal excepto la incontrolable hambre que se apoderaba de mí a cada rato. Se me hacía imposible estar entre mucha gente, porque era como si pudiese sentir la sangre fluir por sus cuerpos. Los primeros días probé saciar mi sed tomando sangre de animal, al hacerlo un insoportable dolor se apoderó de mi boca. Le rogué a Ingrid que me dijese que me estaba pasando y ella me dijo que me estaban saliendo colmillos. Me asuste, pero me aseguró que le pasó lo mismo. Cada mañana, cada día me preguntaba, ¿qué somos? En lo que respecta a mi matrimonio, con Elijah nos tomamos un tiempo. Ni él ni yo estábamos muy interesados en seguir con esa farsa. Él se le había declarado a Tatia, ya que eso era lo que dictaba su corazón. Lo mismo que pasó entre Klaus y yo. Nos convenía ser felices por mérito propio que por un arreglo. Las cosas con Klaus iban de lo mejor. La vieja Tata nos había dejado su casa y teníamos la privacidad que tanto deseábamos. En cuanto a mi verdadera identidad, padre se había enterado. Decir que se puso furioso era quedarse realmente corto. Le gritó a mi madre y de no haber sido por Ethan y Aidan, la hubiera castigado. No conforme con gritarle, la humillo frente a todos en la aldea. Pero era bueno sabe que no estaba enojado conmigo: según él, yo no tenía la culpa de las acciones de mi madre. Por otro lado, continuaba sin saber quién era realmente mi padre. De vez en cuando frecuentaba a Brends y se podría decir que se creó un vínculo entre nosotros.

Pasado un mes, las cosas comenzaron a ponerse más complicadas: la sangre animal no me llenaba como antes. La noche en la que discutí con mi madre, vi a Rebekah acabar con un grupo de aldeanos. Luego de lo que había hecho la atacó la culpa. Yo no quería pasar por lo mismo. También temía desatar algo que no pudiese controlar luego, pero el hambre estaba acabando con mi cordura.

Luego de haber terminado de lavar la ropa a la orilla del río, decidí volver a casa. El sol ya estaba cayendo. Al ingresar al pueblo, me llegó a la nariz el típico aroma de los aldeanos: sudor, tierra, olor a humo y a sangre. Me mordí fuertemente el labio y apreté el paso, quería regresar para poder controlarme a mí misma.

-¡Qué alguien traiga un trapo!-gritó alguien. Miré hacia atrás, encontrándome con un grupo de leñadores. Tres de ellos rodeaban a uno mientras que el que había gritado corría en busca de ayuda.

-¿Qué pasó?-preguntó el señor Gregovich, saliendo de su herrería.

-Un hacha.-respondió el que estaba en medio de los otros tres. Se sostenía la mano contra el pecho. Un intenso aroma a sangre me llegó.- ¡Tuve suerte de no haberme cortado los dedos!-

-¡Oye!-me gritó uno de los leñadores.- ¡Ven aquí y ayúdanos!-iba a negarme, pero cuando me di cuenta, ya estaba caminando hacia ellos.

-La verdad tuviste suerte.-comenté, con una risa nerviosa. Tomé algunas sabanas húmedas y le envolví la mano.-Tal vez podríamos pedirle a Ayanna algo para parar el sangrado.-

-Al demonio con eso.-habló otro. De algún lado sacó una botella y al abrirla dejó que un hilillo fino y trasparente cayera sobre la tela. El herido se retorcía del dolor.

-¿Qué es eso?-pregunté, mordiéndome el interior de la mejilla. El olor a sangre se había intensificado.

-Algo mágico.-respondió el sujeto y le dio un sorbo.-Evitará que se infecte.-

-Deberíamos llevarlo hasta su casa.-propuso otro, tomándolo de los brazos.

Depositaron la sabana ensangrentada en mis manos y entre todos lo llevaron. Luego que desaparecieron en el bosque, el resto de los aldeanos regresaron a sus actividades. La sabana aún estaba tibia y el olor era demasiado tentador. Tragué saliva para tranquilizarme y al hacerlo sentí un sabor distinto. Me había lastimado el interior de la mejilla.

Regresé a casa lo más rápido que pude. Ya no podía soportarlo más. Apreté entre mis manos a la sabana y un hilo de sangre cayó al suelo. Cerré los ojos y aspiré el dulce aroma a la sangre humana. Traté de dejar de pensar en eso, pero el hambre y el instinto eran más fuertes. Lancé la sabana al suelo y salí de la casa.

Me subí la capucha de la capa y caminé, internándome más en el bosque. En el aire había un rastro. Estaba lejos de la plaza pero fácilmente podía sentir la esencia de aquel hombre. Me guie por ese aroma y llegué a una destartalada cabaña oculta bajo una tupida arboleda. A través de las ventanas se veía una leve luz, desde afuera podía escuchar el chispear de la chimenea, podía oler el aroma de una sopa cocinándose lentamente y el embriagante olor de la hidromiel. Cerré los ojos y dejé que aquella sensacional mezcla de aromas y sonidos se uniesen.

Avancé por entre la nieve y llegué a la enorme puerta de roble. Levanté el puño y llamé con los nudillos. Hubo un breve silencio y luego se escucharon pasos sobre el suelo. El resonante sonido de un par de botas se detuvo frente a la puerta. Por debajo se veía una sombra.

-¿Quién es?-preguntaron desde el interior. No respondí. Ya estaba echándome hacia atrás, pero el hambre me obligó a no moverme. La perilla giró apenas y una rendija se abrió, dejando que la luz de la chimenea me impactase contra los ojos.-Ah...-el dueño de casa sonrió y respiró aliviado.-Eres tú, ¿no es un poco tarde para que vengas? Y, ¿no es un poco tarde para que estés sola?-

-Estaba...estaba preocupada.-respondí, aclarándome la garganta.- Quería saber cómo estaba su mano.-

-Bueno...-la levantó y la observó.-Como he dicho, no me rebané ningún dedo.-soltó una risa nerviosa.-Ohm...no he tenido la posibilidad de agradecerte por lo que has hecho.-

-Cualquiera lo hubiera hecho.-repuse.

-Oye.-el sujeto miró hacia afuera.-Está haciendo frío y está nevando, ¿no quieres pasar?-

-Oh...yo...-miré por encima de mi hombro. El hambre controlaba mis pies.-No quisiera molestarte.-

-No seas tonta, pasa.-días atrás había intentado entrar en la casa de Tatia, pero había algo que me lo impedía. Ahora, en cambio, pasé sin problema.- ¿Quieres un poco de sopa?-preguntó.

-No, no tengo hambre.- "de eso".

-Bueno.-el leñador me miró por encima de su hombro.-Ponte cómoda.-

-Tienes una casa acogedora.-comenté. Sobre una pequeña mesa de madera había un jarro con un racimo de flores de color violeta.

-Es una porquería, pero si te gusta.-replicó, riendo.

Me incliné sobre el jarrón y acaricié una de las flores. Al tocarla sentí un horrible calor que parecía estar quemándome cada milímetro de piel. Rápidamente aparté la mano y la zona lastimada fue cicatrizando sola.

-¿Me...me darías un poco de agua?-estaba haciendo milagros para contenerme.

-Tengo algo de infusión, ¿quieres?-inquirió, colocando un tazón sobre la mesa más grande.

-Claro, claro.-me volví hacia el frente. Él llenó una taza y me la alcanzó.-Gracias.-

-No me has dicho tú nombre.-murmuró.-Yo soy Hank.-

-Thalía.-respondí, cerrando mis manos en torno a la taza. Me la llevé a la boca y le di un sorbo. Al hacerlo un irritable ardor se apoderó de mi garganta. Lancé la taza al suelo y esta se partió en mil pedazos.

-¿Estás bien?-Hank brincó en su asiento y se puso de pie. Los labios estaban al rojo vivo y quemaban.- ¿Qué te está pasando?-como si hubiera estado dormido, el instinto revivió.

Miré a Hank con ojos furibundos y me lancé sobre la mesa. Él intentó detenerme, pero lo tomé de los costados de la camisa y apoyándome sobre mis rodillas me prendí a su cuello. Aquello que Ingrid llamaba colmillos aparecieron y perforaron la piel. El delicioso sabor de la sangre inundó mi boca. Era algo que no podía dejar de tomar, a pesar de que mi mente me ordenaba que me detuviese. Tras un breve forcejó, Hank dejó de moverse pero la sangre seguía fluyendo por aquel canal que había abierto en su cuello.

Ahogué un gemido cuando terminé por secarlo. No era un gemido por estar saciada, era un gemido porque algo me dolía. Era una terrible presión en el pecho. Cada extremidad de mi cuerpo crujía y los huesos de la espalda parecían estar desplazándose hacia cualquier lado. Era un dolor que no podía soportar. Solté un grito y caí de espalda hacia el suelo. El cuerpo de Hank cayó pesadamente al otro lado de la mesa.

Pronto querrás alimentarte y la bestia saldrá

Momento más oportuno para recordar eso.

Volví a gritar mientras arañaba el suelo. Por un breve instante, todo paró.

Me reincorporé lentamente, sosteniéndome de la mesa. Hank yacía en el mismo lugar, sin moverse ni siquiera respiraba. Pasé mis manos por mi rostro y barrí el sudor que caía por mi frente. Al mirar mis palmas las vi manchadas de sangre. Las pasé por mi boca y descubrí que esa sangre no era mía.

-Terminarás por revelar tu verdadera naturaleza.-murmuré.-Ay, Thalía, ya no podrás ocultarlo más: eres un monstruo.-

*.*.*

¡Hola!

Bueno, llegamos al final de la primera parte de la historia. Espero que les haya gustado.

La segunda parte va a arrancar creo que a mediados de la tercera o cuarta temporada de TVD (todavía no lo tengo bien definido) y va a continuar con TO (cómo ya mencioné antes) y va a ser mucho más extensa.

Bueno, espero que les haya gustado.

¡Besos y gracias por apoyar a la historia!

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