Wen Bai lo llevó a casa esa noche. Puesto a que habían hablado sobre un asunto con otras personas sin ver la hora del reloj.
Wen Qing estaba un poco cansado y dio la casualidad de que Wen Bai le propuso llevarlo a casa. Wen Qing también era demasiado vago como para volver al edificio de la empresa y recoger su auto, por lo que regresó a su casa junto a Wen Bai.
Fue Wen Bai quien le abrió la puerta cuando se bajó del coche. Wen Qing le sonrió y despeinó el cabello del joven que era más de media cabeza más alto que él, antes de irse.
—Descansa temprano—. Wen Qing le dijo.
—Bien, usted también—. Algo que Wen Qing no pudo comprender apareció en los ojos de Wen Bai.
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Cuando llegó a su casa, Yan Han estaba sentado en el sofá viendo las noticias.
Wen Qing aflojó su corbata y se sentó al lado de él. Yan Han le preguntó: —¿Ya cenaste?
Wen Qing asintió. —Sí, ya lo hice.
Yan Han extendió su mano y la envolvió alrededor del hombro de Wen Qing, para después bajar su cabeza y besar el cuello de Wen Qing. Murmuró de una forma poco clara. —Estás demasiado ocupado últimamente.
Wen Qing sentía cosquillas en su cuello, no pudo soportar la mordida de Yan Han. Y su cuerpo temblaba suavemente.
Lo que sucedió a continuación fue una trama con la que ambas personas ya estaban familiarizadas.
No terminó hasta que ambas personas estuvieron completamente exhaustas. Yan Han sostuvo a Wen Qing, cuyo cuerpo estaba flácido en el baño y lo ayudó a bañarse.
—¿Por qué no renuncias a tu trabajo?
Wen Qing entrecerró sus ojos. —No quiero. Puedo ganar dinero.
Yan Han hizo una pausa por un momento. —Sabes que no nos falta ese pequeño salario tuyo.
Wen Qing no dijo nada, Yan Han pensó que sus palabras podrían haber herido un poco el orgullo de Wen Qing y le dijo: —No te sobreesfuerces por esa pequeña cantidad de pago.
Wen Qing tarareó vagamente en respuesta. —Hablemos de esto más tarde.
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Después de que Wen Qing se despertó al día siguiente, descubrió que lo que sucedió anoche había sido muy difícil para él. Su cadera y piernas incluso temblaban levemente en cada movimiento suyo.
También había una marca rojiza en su clavícula. Wen Qing se subió el cuello de su camisa.
Wen Bai fue a su oficina para entregar algunos archivos comerciales. Cuando el otro estaba esperando a que lo firmara, Wen Bai le preguntó de repente: —¿Tienes novia?
Wen Qing negó con la cabeza. —No, ¿por qué?
Wen Bai señaló su cuello. —¿Eso significa que tienes novio?
Wen Qing dejó su bolígrafo y miró a Wen Bai con una sonrisa forzada.
Los ojos de Wen Bai se oscurecieron. Y salió de la oficina con los archivos que Wen Qing había terminado de firmar.
Wen Qing miró la parte posterior de la figura de Wen Bai y entrecerró sus ojos.
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