Esposa del CEO

By EliseCastro

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Una bebida alcholizada y una habitación equivocada será más que suficiente para cambiarle la vida a la retraí... More

Prólogo
Capítulo Uno
Capítulo Dos
Capítulo Tres
Capítulo Cuatro
Capítulo Cinco
Capítulo seis
Capítulo siete
Capítulo ocho
Capítulo nueve
Capítulo diez
Capítulo once
Capítulo doce
Capítulo trece
Capítulo catorce
Capítulo quince
Capítulo dieciséis
Capítulo diecisiete
Capítulo dieciocho
Capítulo diecinueve
Capítulo veinte
Capítulo veintiuno
Capítulo veintidós
Capítulo veintitrés
Capítulo veinticuatro
Capítulo veinticinco
Capítulo veintiséis
Capítulo veintisiete
Capítulo veintiocho
Capítulo veintinueve
Capítulo treinta
Capítulo treinta y uno
Capítulo treinta y dos
Capítulo treinta y tres
Capítulo treinta y cuatro
Capítulo treinta y cinco
Capítulo treinta y siete
Capítulo treinta y ocho
Capítulo treinta y nueve
Capítulo cuarenta
Capítulo cuarenta y uno
Capítulo cuarenta y dos
Final
Segundo libro
¡2da parte disponible!

Capítulo treinta y seis

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By EliseCastro

— ¿Se puede saber por qué llevas esa cara? — Apollo se giró hacia Edith en el asiento del copiloto de su convertible, ella se cruzó de brazos, negándose a responder. — Te he comprado todo lo que has pedido sin chistar ¿Entonces por qué estás tan disgustada?

Los montones de bolsas de compras estaban ocupando su propio lugar en la parte trasera del vehículo, pero aun así Edith tenía la sensación inminente de que algo más le faltaba.

Algo más que ropa y cosas bonitas.

Algo más que Apollo complaciendo todos y cada uno de sus caprichos.

Algo más que la envidia de las personas cuando la veían pasar.

— Esto no es lo que quiero, ¿Por qué no puedo tener lo que quiero? — Se hundió de mala gana en el asiento del copiloto con frustración. — No es suficiente ¡No quiero nada de esto!

Apollo miró a Edith quitándose el sombrero y apretándolo con ira entre sus manos, lanzándolo al suelo del vehículo. — Edith, cariño... Tú puedes decirme qué es lo que quieres, sabes que yo haría lo que fuera por ti ¿Hay algo que te está molestando?

— Tú no eres capaz de hacer nada, maldito inútil. — Contestó cortante. — No tienes ni la más mínima idea de cómo hacer feliz a una mujer.

Apollo, con desesperación tomó su mano. — Por favor, dime qué es lo que quieres... No me gusta ver a mi pequeña princesita tan malhumorada.

— Lo siento, Apollo... He perdido la compostura. — Ablandó su tono de voz, haciendo una mueca triste. — Estos días han sido tan difíciles para mí, yo... Es esa mujer que se ha encargado de mal ponerme en frente de todos diciendo mentiras... ¡Expuso un video sobre mí en televisión internacional! Yo solo estaba hablando con Erick y su padre, entregándole las fotos del evento para los niños huérfanos y le pedí el pequeño favor de que ayudara a participar a mi sobrinita enferma, ahora todo se ha malinterpretado y me toman como a una villana. Es culpa de esa mujer, no puede soportar verme siendo exitosa a una edad tan corta y quiere deshacerse de mí a toda costa. — Levantó la mirada.

Apollo se conmovió al ver las lágrimas inundando las mejillas de Edith. — ¿Y por qué no te alejas de ella?

— Porque es mi amiga y aunque me haga cosas tan horribles yo la quiero. Apollo, tú me conoces desde que era una niña y mendigaba en las calles ¿Acaso me crees capaz de hacer algo así?

— Has pasado por tantas cosas y aun así tienes un corazón tan hermoso, no te preocupes. Todo estará bien... — Murmuró, secando sus lágrimas con los dedos. — Aquí me tienes para defenderte.

Edith le sonrió. — Gracias, me siento mucho mejor ahora.

*   *   *

Anastasia sintió un escalofrío recorriéndole las vértebras.

— ¿Sucede algo? — Erick se giró hacia ella cuando la vio paralizarse a mitad de camino.

— No pasa nada, es solo que siento que he tenido un mal presagio. — Respondió, dándose prisa.

— Tal vez solo sean los nervios.

Anastasia también esperaba que fuera eso.

Inhaló hondo y exhaló poco antes de entrar al automóvil, no sin antes mirar su vestido negro en el reflejo de la ventanilla polarizada del vehículo.

El día del aniversario fúnebre de Máximo Russo llegó más rápido de lo esperado, igual que la calma antes de la tormenta los problemas alrededor de ellos parecían haberse detenido por completo, no había escuchado nada acerca de Edith o su embarazo, por lo que no vio la necesidad de obligar a Erick a recordar cosas en ese momento, Anthony tampoco había hecho acto de presencia, ni se había mencionado nada sobre el ladrón de las llaves del búnker.

Sin embargo Charity mencionó que habían hecho una inspección del área y seguía igual de abandonada que siempre en los alrededores, las enredaderas cubriendo la gran puerta seguían ahí, en pocas palabras no ha sido visitado.

Pero eso no quería decir que podía bajar la guardia.

Dentro y fuera de la familia Russo Máximo era como un Tabú, la manera en que murió o de quien fue la culpa era algo sumamente delicado, por ende cada año se reunían para recordarlo en vida en una reunión familiar íntima.

Todavía no estaba segura de qué esperar de aquel funeral, pero Erick se veía sombrío, apretando el volante y a veces su mirada se perdía cuando estacionaban en los semáforos en rojo.

— Todo estará bien. — Anastasia apoyó su mano en el hombro de él. — Porque ha sido un accidente, no tu culpa.

Erick hizo una pequeña mueca. — Para mí este día es un poco... Son demasiadas emociones juntas.

Pero al menos podía quedarse tranquilo al saber que tenía a una persona de su lado.

La familia Russo tenía su propio cementerio familiar, alejados de la ciudad, donde han enterrado a todos y cada uno de sus antepasados desde el momento de fundación de RCO. La entrada tenía las siglas RUSSO en letra cursiva, parecían como si estuviesen esculpidas en oro encima de un arco de piedra.

Habían estatuas de ángeles dispersados por todos lados y tenía un estacionamiento que estaba casi lleno, Erick se estacionó en un lugar un poco más apartado y exclusivo, exhalando sus nervios y volviéndolos a inhalar.

Anastasia tomó su mano para darle seguridad, él le sonrió un poco más tranquilo.

De esa misma manera se aproximaron hacia el lugar donde deberían descansar los restos de Máximo bajo tierra, a la lejanía se alcanzaba a ver a los integrantes de la familia que ya estaban ahí, esperándolos. Anastasia apretó la mano de Erick al verlo cada vez más nervioso, ayudándolo a avanzar.

— ¿El cuerpo de Máximo pudo ser sepultado? — Preguntó de repente.

— Nunca encontramos más que algunas prendas rasgadas y un par de huesos, tenemos la sospecha de que un gran pez o muchos pequeños lo devoraron. — Respondió Erick. — Padre se rehusó enterrar tal cosa y por eso todo lo que hay ahí es la lápida con su nombre y la fecha en que murió: El día en que fuimos de pesca.

— Erick, todavía hay algo que no me has contado...

Él se detuvo unos pasos más adelante.

— ¿Qué cosa?

— ¿Por qué Máximo y tú se pelearon? ¿Qué es eso de que una parte lo apoyaba a él y la otra a ti?

Pero no pudo escuchar la respuesta, Erick tampoco estaba muy convencido sobre decírsela.

Justo a tiempo llegaron hasta el lugar, Anthony parado junto a la lápida de su hijo, todos vistiendo de negro, desde el más joven hasta el más adulto, Edith no estaba en ninguna parte, Irene tampoco, por supuesto, no eran parte de la familia.

Anastasia sujetó el brazo de Erick antes de empezar.

— Gracias por haber asistido a esta ocasión tan triste donde se cumple otro año desde la penosa y prematura muerte de mi primogénito, Máximo. — Anthony tomó el mando de la situación cuando vio que no faltaba nadie más. — Como ya todos saben, mi hijo siempre fue un joven especial, aunque no me di cuenta de sus capacidades a tiempo, lo que causó una gran disputa dentro de la familia...

Pudo notar cómo Erick se tensó al escuchar aquello, Anastasia miró a los alrededores, sin embargo pudo notar que el otro lado de la familia, quienes siempre vestían de luto se mantenían distantes, sin siquiera conversar entre ellos, silenciosos, inmóviles. Sin escuchar las vanas palabras de un magnate sin el poder de regresar a la vida a un difunto.

Zathrian estaba junto con ellos.

Kailani y Hunter se acompañaban el uno al otro, estaban un poco más lejos, pero en la primera fila, con flores en sus manos,

— Pero estoy seguro de que él querría que lo recordásemos con una sonrisa, porque era un joven feliz y alegre... Es por eso que no vamos al lago donde murió para recordarlo y decidimos hacerlo aquí, donde podrá descansar y ser recordado junto a su madre y demás familiares queridos.

Anastasia observó los alrededores, un par de metros más hacia un lado había otra lápida con rosas rojas y blancas, las favoritas de la difunta esposa de Anthony.

— Aunque no queremos buscar culpables ni señalar a nadie con el dedo debemos proseguir con la tradición familiar para preservar la paz entre nosotros... — Aquellas palabras de Anthony capturaron su atención, Erick la soltó para abrirse paso y pararse justo frente a la lápida de Máximo. — Para que el alma de Máximo no se deje llevar por el odio y traiga calamidad sobre nosotros la única persona que estaba con él al momento de su muerte, como cada año, se arrodillará ante él y le pedirá disculpas hasta que sus cuerdas vocales no puedan decir nada más.

En ese preciso momento el otro lado de la familia comenzó a acercarse, Zathrian, tomado de la mano de una mujer mayor con un velo negro eran los primeros en presenciar el show.

— ¿Qué? ¿Por qué? — Se acercó a Kailani — ¿Qué está haciendo su padre?

— Es algo que hacemos todos los años, Erick está acostumbrado, no te preocupes... — Contestó él en un murmullo.

— Pero si ha sido un accidente.

— No hay manera de saberlo, ellos estaban solos. Todos estimaban mucho a Máximo, esto es lo mínimo que Erick puede hacer para no ir a prisión. — La respuesta de Hunter le atravesó el pecho con rudeza.

Anastasia los apartó de un empujón, por supuesto que no iba a permitir tal cosa.

— Levántate, nos vamos. — Tomó del brazo a Erick cuando lo vio de rodillas en el suelo.

— Anastasia ¿Qué haces?

— No permitiré que mi esposo sea humillado de esta manera.

En ese momento sintió que Zathrian la tomaba del brazo a ella para apartarla. — No puedes hacer eso, él debe ser castigado por sus pecados.

— ¿Acaso tú eres perfecto para decir que alguien merece ser castigado por pecador? Jodido lunático. — Anastasia se zafó de su agarre. — Si crees que voy a permitir que Erick se disculpe por un accidente estás muy equivocado, mientras sea yo la esposa de él no se arrodillará ante ningún hombre para disculparse por algo que no hizo.

Miró a la mujer a su lado, ella asintió y dio la orden a un más joven, quien se acercó hasta alcanzar a estampar la palma de su mano contra la mejilla de Anastasia. — ¡Mocosa irreverente! ¡¿Cómo te atreves a defender al asesino del bebé de nana?!

Algo espeso se deslizó por la nariz de Anastasia, no hacía falta ser un genio para saber que se trataba de espesa sangre.

— Anastasia, no te comprometas. — Erick se paró de frente con aquella mujer, sujetándole la mano con tanta fuerza que casi pudo escuchar el sonido del hueso de su muñeca rompiéndose. — Si usted tiene algo que discutir es a mí a quien debe dirigirse, pero a mi esposa nadie la toca.

— ¡¿Qué diablos es este alboroto en el velorio de mi hijo?! — Se escuchó alzar la voz de Anthony, señalando a Anastasia. — Tú no tienes el derecho siquiera de estar aquí, así mejor deberías mantenerte callada viéndote bonita desde lejos.

— El único que se vería bien callado es usted. — Kailani fue quien evitó que Anastasia se le lanzara encima a aquel vejestorio. — Continúen con su funeral, pero Erick y yo nos vamos.

La mujer que la abofeteó se atrevió a hablar. — Atrévete a llevarte a Erick de aquí, niña.

— ¿Todos vieron que ella me golpeó primero antes, cierto? — Anastasia se rió internamente cuando el lugar quedó en silencio. — Erick. — Él alzó las manos en son de paz, señal de que no intervendría, sostuvo los aretes y el bolso de Anastasia. — ¿Sabes algo? Tenía ganas de romperte la cara desde que tocaste la mía.

— ¿Qué vas a hacer? — Escuchó preguntar a Hunter.

— Voy a domesticar a un perro.

Erick le cambió la compresa fría en el ojo derecho a Anastasia, quien estaba tumbada boca arriba en el sofá.

— Te ves terrible. — Murmuró él algo divertido.

— Pero ella quedó peor. — Se consoló Anastasia. — Solo alcanzó a golpearme en el ojo cuando tropezamos y fuimos a dar a un estanque.

— Si no te iba a buscar la hubieras ahogado ahí mismo. — Contestó. — ¿De dónde sacaste la fuerza y rapidez para quitarte el zapato y pegarle con su propio calzado?

Anastasia sonrió al recordarlo. — También alcancé a llenarle la boca de pasto.

— ¿Te sientes mejor luego de haberla golpeado?

Anastasia negó con la cabeza.

— Creo que solo te hice quedar mal, pero sentí mucho coraje al ver que te disculparías siendo inocente. — Se giró un poco para mirarlo, sujetándose la compresa fría en el ojo. — Ya has dejado que te rebaje demasiado tu propia familia ¿Por qué insistir tanto en complacerlos?

— Soy como un perro entrenado, seguir órdenes es lo mejor que hago.

— Pues eso se acabó. ¡Al carajo Anthony Russo, su nido de cuervos y RCO! Vive tu vida, como James, como Erick ¡Como quien quieras ser! — Se sentó de golpe. — Erick, escapemos de este jodido infierno durante nuestra luna de miel... Huyamos lejos, a un lugar donde podamos vivir tranquilos, tener una familia y no sé, adoptar un perro o dos gatos ¡Lo que quieras! Andrés, el niño del orfanato en silla de ruedas ¿Sabes lo mucho que le gustaste? ¡Podemos llevarlo con nosotros! Tú no tienes necesidad de seguir soportando esto.

Erick se acercó hasta ella, besando su frente. Anastasia supo que la rechazaría. — Hagámoslo, larguémonos todos juntos.

— ¿De verdad? — él asintió.

— Estoy cansado de todo esto.

— Es hora de que empieces a ser feliz.

Erick acarició su mejilla, disminuyendo la distancia hasta besar sus labios.

El beso de Erick fue cálido y profundo; Sentía el calor haciendo crecer la repentina pasión por la que se estaban dejando llevar. Él se despegó de sus labios para llevar sus besos al cuello de Ana, repartiendo delicados besos sobre su piel. Ana jadeó, dejándose caer en sus brazos, Erick la estrechó más contra él, apresurándose a deshacerse de su vestido.

— Te adoro tanto. — Le susurró al oído.

Ante esa confesión Anastasia se apresuró a desprenderle la camisa, botón a botón luego de haber arrojado su corbata al suelo. Erick se arrojó hacia ella como una bestia hambrienta y desesperada, restregándose como una serpiente ansiosa en su bajo vientre, ella no se quedó atrás y comenzó a contonearse para sentirlo lo más cerca posible.

Entonces se fundieron en un beso apasionado, sus lenguas se entrelazaron entre sí, ardientes, desesperadas en una combinación de sensaciones difíciles de describir y comprender por sí solas. Poco a poco sus respiraciones se fueron combinando, Anastasia se estremeció cuando la diestra de Erick recorrió todo su cuerpo, colándose justo en medio de sus piernas, jugueteando con la fina tela que lo separaba de su intimidad. Anastasia se mordió el labio inferior al ver el bulto indisimulable entre los pantalones de su esposo y, con una mano escurridiza bajó el cierre de su pantalón, desabrochándolo. Erick los apartó tras quitárselo, estorbaban.

— Que atrevida te has vuelto. — Añadió él con un brillo malicioso en su mirada.

— Algo he aprendido de ti.

Anastasia pudo sentirlo retorciéndose cuando sus dedos llegaron hasta su palpitante erección, continuó acariciándola por encima de la prenda interior y él hizo lo mismo con ella.

La manera en que la lengua de Erick se encargaba de atender sus senos se hicieron duros al tacto la hicieron sentir un escalofrío electrizante, de un momento a otro la sala se inundó con los eróticos sonidos que ambos vociferaban al caer en las garras de un placer inminente.

Cuando ya no había prenda que se interpusiera Erick se levantó un poco, haciéndose espacio suficiente en medio de las piernas de Anastasia para hundirse en ella, estaba siendo más considerado a diferencia de la primera vez que tuvieron sexo, se tomaba su tiempo para apreciar las finas facciones de Anastasia, atrapar sus labios en una mordida y experimentar con diversos ritmos e intensidades, su corazón comenzó a acelerar sus latidos, los sentidos de ambos se nublaron por completo. No paraba de besarla, Anastasia le abrazó con las piernas, hundiendo sus dedos en la espalda de Erick hasta dejar marcadas las uñas sobre su piel.

Y pronto ambos se derramaron en un placer delirante.

*   *   *

— Ana, estás derramando tu café— Charity fue quien la sacó de sus pensamientos, cuando se dio cuenta Anastasia tuvo que limpiar la mesa. — Habla ya ¿Pasó algo bueno acaso? Erick y tú no han parado de hacerse ojitos cada vez que se encuentran, como persona soltera es muy incómodo para mí presenciarlo.

— ¿Acaso lo estábamos haciendo? — Se ruborizó tenuemente. — Espera ¿Tú no deberías estar grabando un disco?

— ¿En qué planeta estás? Recién termino de decirte que he venido porque Erick tenía una reunión con el productor de mi video musical y me ha encargado hacerte llegar el mensaje de que pases a buscar este recado... — Le entregó un pequeño papel doblado. — Entonces regresaré al trabajo.

Anastasia asintió. — Suerte.

Según la nota de Erick debía buscar un artículo en la joyería del centro comercial que le pertenece a Raeliana y que podía ir con un chofer que la estaría esperando en la entrada. Por suerte el centro comercial era el mismo donde habían ido a comprar ropa, por lo que no tendría problemas en encontrarlo.

La tienda era pequeña pero realmente elegante, tanto que se le hizo conocida.

— Buenos días ¿Puedo ayudarla en algo? — Cuando Anastasia se giró hacia la dependienta quedó casi en shock.

Cabello rubio, sonrisa brillante.

— ¿Raquel?

Por un momento la había olvidado.

— ¿Disculpa? — Preguntó ella, confundida.

Pero Anastasia solo negó con la cabeza, más extrañada aún. — Soy la esposa de Erick Russo, me ha pedido venir a recoger un encargo que hizo.

Ella reaccionó de inmediato y, tras leer una nota aparte se fue y regresó con un pequeño cofre entre manos, Anastasia lo recibió sin más, pero no podía dejarla ir así como así.

— Disculpa, tal vez estoy siendo entrometida, pero... Raquel, quisiera saber ¿Tú aún sientes algo por Erick? No necesitas mentirme, pero... Creo que lo mejor será que lo olvides, porque aunque al principio planeaba juntarlos ahora no creo poder dejárselo a nadie más. Es por eso que...

Ella se veía nerviosa, sobresaltada.

— Disculpe... No sé de qué está hablando, el señor Erick es solo un cliente confiable que nos pidió que lo tratáramos sin formalidades. — Respondió de inmediato. — Además, mi nombre no es Raquel.

— ¿Qué?

— Me llamo Erika, no Raquel.

Anastasia quiso morirse de la vergüenza.

— L-lo siento, yo te... Ah. — Ni siquiera tenía palabras para arreglar la situación. — Lo mejor será que me vaya.

Aquella amigable jovencita asintió, viéndola marchar hecha un manojo de nervios.

Anastasia maldijo para sus adentros, todavía cargaba con el colgante en el bolsillo y estaba a punto de regresárselo. Pero Raquel aparentemente seguiría siendo todo un misterio.

Miró una vez más la fotografía y suspiró, tenía que encontrar a esa mujer antes de que Erick lo hiciera.

— Parece que la vida se empecina en juntarnos. — Justo de frente se topó con la carismática sonrisa de Lucien. — Querida Ana ¿Cómo estás?

Anastasia sonrió. — Todo ha estado bien ¿Y tú cómo estás?

— Pues no me quejo. — Contestó con una sonrisa. — ¿Te fue bien en tu paseo con tu esposo por el muelle?

— Sí, fue hermoso.

Lucien asintió, observando el colgante. — Pero mira que belleza traes entre manos ¿Son los que tienen una fotografía incrustada? ¿Acaso hay una ahí dentro tuya y de tu esposo?

— No, es de una chica a la que estaba buscando... Pero parece que seguirá escondida por un tiempo.

— Ya veo ¿Me permites mirarlo?

Anastasia se lo cedió. — Es una foto muy antigua probablemente, pero su nombre es...

— Raquel. — Completó la frase. — Sí, la recuerdo perfectamente.

— ¿La conociste?

— Conozco a todo el mundo, Ana. Te dije que me buscaras si necesitas de mi ayuda. — Se encogió de hombros. — Pero me temo que te será imposible encontrar a esta mujer.

— ¿Por qué?

Lucien la miró, regresándole el colgante. — Murió hace catorce años.

— No, no puede ser...

Ahora el por qué Erick le había permitido buscarla tan libremente cobró sentido ¿Cómo podía encontrar a una mujer muerta?

— Pero ¿Quién era ella?

— Esas son cosas de las que no se habla en áreas comunes. — Respondió, mirando hacia los lados para asegurarse de que no hubiera nadie cerca.

— Lo entiendo... — Pero en ese momento recordó algo adicional. — Lucien, ya que conoces tanto ¿Existe algún tipo de droga que se absorba sin consumirla y afecte la memoria?

Él la miró raro. — ¿Acaso hiciste algo de lo que no te acuerdas?

— No, no es eso... Es solo que... Ocurrió un incidente y, bueno...

— Ya, está bien. No tienes que entrar en detalles si es privado, puedo responder todas las preguntas que tengas, pero no hago nada sin recibir nada a cambio ¿Entiendes? — Le entregó a Anastasia un pequeño sobre con una invitación adentro. — Si quieres ayudar a los tuyos y encontrar las respuestas a tus preguntas yo personalmente te ayudaré si asistes conmigo a una pequeña gala.

— Ya te dije que estoy casada, estás loco.

— Entonces nunca sabrás si el hijo que Edith espera es de Erick realmente ¿O sí? De todas maneras la ignorancia es la felicidad, claro, hasta que ella decida tener al bebé y cuando Erick se haga cargo te harán a un lado. Pero es tu decisión, entonces, querida, nos veremos pronto.

Anastasia se mordió el labio con indecisión, Lucien giró su silla de ruedas para marcharse.

— ¡Un momento!

Él se detuvo.

— ¿Dónde debo esperarte?

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