Esposa del CEO

By EliseCastro

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Una bebida alcholizada y una habitación equivocada será más que suficiente para cambiarle la vida a la retraí... More

Prólogo
Capítulo Uno
Capítulo Dos
Capítulo Tres
Capítulo Cuatro
Capítulo Cinco
Capítulo seis
Capítulo siete
Capítulo ocho
Capítulo nueve
Capítulo diez
Capítulo once
Capítulo doce
Capítulo trece
Capítulo catorce
Capítulo quince
Capítulo dieciséis
Capítulo diecisiete
Capítulo dieciocho
Capítulo diecinueve
Capítulo veinte
Capítulo veintiuno
Capítulo veintidós
Capítulo veintitrés
Capítulo veinticuatro
Capítulo veinticinco
Capítulo veintiséis
Capítulo veintisiete
Capítulo veintiocho
Capítulo treinta
Capítulo treinta y uno
Capítulo treinta y dos
Capítulo treinta y tres
Capítulo treinta y cuatro
Capítulo treinta y cinco
Capítulo treinta y seis
Capítulo treinta y siete
Capítulo treinta y ocho
Capítulo treinta y nueve
Capítulo cuarenta
Capítulo cuarenta y uno
Capítulo cuarenta y dos
Final
Segundo libro
¡2da parte disponible!

Capítulo veintinueve

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By EliseCastro

Las piezas encajaban perfectamente en la escena.

Anastasia con el envase de la bebida derramada entre manos, jugo concentrado de uva, muy difícil de desmanchar una vez cae sobre la ropa, Edith, en el suelo, usando un atuendo de enfermera de la época durante la primera guerra mundial, la cual eran colores claros en su mayoría y que ahora se había tintado.

Las miradas estaban sobre las dos, a una la miraban con lástima mientras que a la otra querían quemarla viva.

Esa fue la primera vez que vio las verdaderas habilidades de actuación de Edith en acción.

* * *

Todo comenzó cuando Erick estaba atendiendo a un invitado, un socio, dentro de su oficina. Anastasia estaba poniéndose al día y reorganizando los horarios, era conveniente para mantener su cabeza ocupada. Tenía una botella de agua encima del escritorio y una compresa fría sujetándosela en la frente, a la altura donde recibió el golpe contra el vidrio y el golpe con la puerta en el estudio.

Maldijo su mala suerte en ese preciso momento.

Además de recibir llamadas y consultar a Erick algunas cosas no hubo algo realmente interesante en que pudiera fijar su atención, la mañana pasó relativamente rápida. — ¿Deberíamos ir a comer a algún sitio? — La voz de Erick la sacó de sus pensamientos.

— ¿Ya te desocupaste?

— No precisamente, pero moriremos de hambre si esperamos a que yo me desocupe. — Él estiró su cuerpo. — Hay un restaurante cerca, podemos ir caminando.

Anastasia recogió sus cosas luego de acceder a hacerlo, Erick la esperó hasta que terminara y poco después ambos se encontraban bajando por el ascensor rumbo hacia la salida.

A veces simplemente se miraba en cualquier lugar donde viera su reflejo y era incapaz de creer hasta donde había llegado, meses atrás si alguien le hubiera dicho sobre el destino que le esperaba lo habría tachado de loco, era algo imposible que alguien como ella terminara casándose con un personaje como Erick, ni siquiera en sus sueños había llegado a tanto.

Y seguía siendo inalcanzable, ella solamente tuvo la suerte de ser la primera mujer que se le cruzó por el medio.

Afuera del edificio había un flamante auto convertible rojo estacionado, desde la entrada podían ver claramente a una pareja discutiendo sobre quién sabe qué cosa, Anastasia trató de ignorarlos, de no haber sido porque reconoció el rostro de Edith y Apollo probablemente Erick también habría seguido de largo.

Edith tiró la puerta al salir del vehículo, dando grandes zancadas con una expresión realmente enojada decorando sus finas facciones.

'«Por favor, que nos siga de largo» Rogó Anastasia para sus adentros, tirando del brazo de Erick para apresurarlo a bajar las escaleras.

— ¿Cómo dijiste que se llamaba el restaurante al que vamos? Probablemente lo haya escuchado antes.

Él se rió, sin darse cuenta de sus intentos para distraerlo. — ¿Cómo podrías conocerlo? No es la tiendita de la esquina.

— Quien sabe, quizás haya ido antes. — Le siguió el juego. — Yo tengo muchos contactos ¿Sabes? La señora de las copias me adora, siempre me regalaba una impresión extra cuando imprimía los afiches que colgábamos en fechas festivas de la empresa.

— Dudo que la mujer que hace afiches haya ido a ese lugar. — Sonrió, sin percatarse de que pronto estarían pasando de largo a Edith.

— ¿Cómo puedes saberlo? Usaba un anillo con un diamante incrustado, era de plástico, pero un plástico de los finos. — Anastasia continuó parloteando, un poco más natural que antes. — Sería lindo poder usar uno.

En ese momento Erick le prestó más atención al mirarla. — ¿Quieres ir a comprar un anillo con diamantes? Puedo regalártelo.

— ¡No! Solo decía — Interrumpió de inmediato. — A veces se me olvida lo jodidamente rico que eres.

— ¿Van a algún lado tan animados? — Justo cuando creyó que las cosas marchaban bien Edith los alcanzó. — ¡Oh! Es la hora de la comida ¿Por qué no vamos todos juntos? ¿O acaso es una salida de pareja?

Erick la miró, Anastasia no supo cómo deshacerse de aquel chicle en el zapato tan molesto. — ¿No estabas conversando con ese chico actor...Apollo?

— Sí, se había ofrecido a llevarme a dar una vuelta, pero de repente se ha querido propasar conmigo. — En su rostro mostró toda la pinta de querer arrojarse al suelo y llorar. — Así que solamente hui, pero ahora estoy sola y me da miedo de que regrese por mí.

Por lo que habían visto ellos dos estaban sumergidos en una conversación, en absoluto parecía ser una escena de acoso.

Anastasia apretó el brazo de Erick sin darse cuenta, no quería que Edith los acompañara.

— Lo siento, pero iremos nosotros dos solos ¿Qué te parece si almorzamos todos juntos otro día?

Casi como si Erick hubiese escuchado sus pensamientos rechazó la petición de Edith, quien forzó una sonrisa. — ¡Por supuesto! ¿Cómo podría entrometerme entre una pareja tan...Agradable? Otro día comeremos juntos, así será.

Por alguna razón que dijera aquello le produjo escalofríos repentinos.

No conocía las intenciones de Edith, pero el hecho de que se deshiciese de las esposas anteriores de Erick solo podía indicar que quería hacer lo mismo con ella. Para colmo ante los ojos de todo el mundo es una santa, el ángel caído del cielo y la inspiración de medio mundo.

Todo lo que tenía era una cara bonita y talento para actuar, igual que Apollo.

De repente la idea de un complot entre ambos comenzó a sonar lógico.

Imposible, Apollo la trataba como a una roca a la cual patear. Simplemente lo descartaría.

Mientras pensaba idioteces al caminar bajo un sol cálido si llegar a ser abrasador Erick y Anastasia se detuvieron frente al lujoso restaurante en el que pretendían comer.

— ¿Cerrado por mantenimiento? ¿Qué clase de broma es esta? — Ambos estaban de pie sobre el cartel en la entrada principal. — Los demás restaurantes están demasiado lejos para caminar y la hora de la comida es limitada.

Anastasia miró a los alrededores sin ganas de regresarse a la oficina hasta que miró un puesto de comida callejera del otro lado de la calle que se adentraba hacia un callejón bastante transitado. — ¿Qué tal si vamos ahí?

— ¿Qué? — Erick trató de resistirse cuando ella comenzó a halarlo. — ¿En qué diablos estás pensando? ¿Pretendes que yo vaya ahí a almorzar?

— ¿Acaso tú nunca te has comido un Hotdog en un puesto ambulante?

— ¿Tengo cara de haberlo hecho? — Su actitud seguía siendo bastante terca, como un niño. — Anastasia, no quiero ir ahí, busquemos otro lugar.

— No seas un bebé llorón y siéntate ahí. — Lo obligó a tomar asiento en una cómoda silla de madera junto a una mesa del mismo material ubicada frente al carrito de Hotdog y luego se dirigió al cocinero. — Dos por favor.

Erick se veía incómodo, dando risa mientras intentaba limpiar la mesa con su pañuelo.

El callejón en el que habían entrado estaba completamente iluminado por farolas colgantes y se encontraban vendedores ambulantes de todo tipo, desde comida rápida hasta algodones de azúcar y palomitas de maíz con música en vivo de fondo: Un hombre tocando múltiples instrumentos a la vez.

Cuando regresó con la comida vio la mueca en la cara de Erick. — ¿Todo este alboroto por una salchicha dentro de un pan?

— Corrección: La mejor salchicha dentro del mejor pan. — Le ofreció uno a Erick y se sentó para observarlo. — Si no te lo comes no hay postre.

— ¿Qué soy? ¿Un niñito?

— Pues no tienes nada que envidiarles. — Suspiró. — Solo cómelo, Erick. No te matará. — Él lo intentó múltiples veces, fracasando una vez tras otra. — Si no lo haces te juro que te obligaré a hacerlo.

Él frunció el entrecejo, cerrando los ojos con fuerza al dar su primera mordida.

Y luego su ceño se suavizó por completo al seguir comiendo.

Anastasia no pudo evitar reírse. — Tu mirada me dice que te gustó. — Erick trató de disimularlo, carraspeando la garganta. — Adelante, no estoy aquí para juzgarte. Para mí solo eres ''Erick'' comiéndose un Hotdog conmigo, solamente eso.

Y lo que para ella fueron palabras insignificantes tuvieron un gran impacto en él.

* * *

Fue un momento relajante donde convivieron, era una lástima tener que regresar al trabajo. Anastasia arrastraba los pies durante el camino.

— Creo que estuvieron bien... Los Hot...Dogs. — Dijo Erick de repente, avergonzado.

— ¿Estuvieron solo bien? Si tú solo te comiste media docena. — Contestó Anastasia entre risas, limpiando su mejilla con el dedo humedecido de saliva. — Y además de eso comiste algodones de azúcar y terminaste ensuciándote la cara con helado.

Erick arrugó la nariz. — Basta de eso, es antihigiénico.

— Si quieres que deje de hacerlo entonces aprende a comer como una persona normal. — Contestó al terminar de limpiarlo.

Es una pareja tan linda, quisiera que mi novio y yo fuéramos así. — Se escuchó el comentario de una mujer que pasó cerca de ellos en compañía de otra.

Anastasia se separó de golpe al escucharla y Erick se enderezó rápidamente, volviendo a su rígida postura. La vergüenza podía percibirse en el ambiente, probablemente se estaban dejando llevar demasiado.

Todo continuó normal cuando regresaron al edificio, ella volvió a atender llamadas y él continuó dentro de su despacho organizando papeles.

* * *

Cuando la sed llamó a su garganta se puso de pie, Erick seguía ocupado y no podía interrumpirlo, o al menos no quería hacerlo. Sin conocer bien las instalaciones del lugar se las arregló para llegar al área de descanso de los trabajadores, un pequeño y moderno café con máquinas expendedoras.

— Solo hay té caliente y café de lata ¿Qué clase de bebidas son estas? — Masculló al observar las bebidas, ninguna era útil para ella.

— De la clase útil para mantenerse despierto cuando el trabajo toma sobretiempo. — Una lata fría se apoyó en su cabeza, cuando levantó la mirada vio a Edith ofreciéndole jugo de uva. — Es lo que conseguí, de casualidad la máquina de nuestro set arrojó dos latas cuando compré una sola, puedo dártela si quieres. — Anastasia miró con duda el jugo, tratando de examinar el envase para asegurarse de que no tuviera un agujero por donde le habrá inyectado sabrá Dios qué cosa. — Solo te estoy ofreciendo jugo, no drogas.

Ella vestía un genuino traje de enfermera antiguo, probablemente los que se usaban durante la primera guerra mundial, debía admitirlo; Le quedaba increíble.

Si Anastasia se metiera en uno de esos probablemente arruinaría la elegancia del traje.

De cierto modo había entendido cómo se las arreglaba Edith para ganarse a las personas, ella simplemente mostraba su lado ''Caritativo'' con los menos afortunados en medio de una gran cantidad de público, en ese caso los demás trabajadores, que la idolatran aún más al ver su ''Genuina amabilidad''

Era una buena estrategia para mejorar su imagen, nadie con quien se metiera podía alegar que era una mala mujer porque ella simplemente ya los habría comprado a todos.

— Gracias. — Solamente lo aceptó por dos razones: Porque tenía sed y para no quedar como la villana en medio de todos los espectadores metiches.

Pésima idea.

La lata en cuanto la abrió comenzó a temblar y el líquido salió disparado en una propulsión increíble, justo cuando Anastasia se esperó quedar llena de jugo de Uva por la mala jugada se dio cuenta de que el envase se vació y ella estaba completamente seca.

Al abrir los ojos vio a Edith en el suelo, las manchas de jugo en su ropa y en su cabello la paralizaron. De repente las miradas se volvieron hacia ellas. — S-solo te ofrecí un jugo ¿Por qué tenías que arrojármelo encima? Podías solo decir que no lo querías.

— ¿Qué? — Se dio cuenta de lo estúpida que era al mirar la escena completa.

Anastasia con el envase de la bebida derramada entre manos, jugo concentrado de uva, muy difícil de desmanchar una vez cae sobre la ropa, Edith, en el suelo, usando un carísimo atuendo de enfermera de la época durante la primera guerra mundial, la cual eran colores claros en su mayoría y que ahora se había tintado.

— ¿Por qué siempre eres tan mala conmigo? Yo te he estado cuidando desde que entraste al hospital. — Pronto las lágrimas comenzaron a asomarse en los ojos de Edith, quien rompió en llanto. — ¿Por qué me odias tanto, Anastasia?

Podía escuchar los murmullos alrededor, palabras de odio y resentimiento hacia ella.

— Yo no te he hecho nada, deja de mentir. — Contestó, tratando de levantarla al tomarla de la muñeca.

Pero Edith resbaló y cayó al suelo sobre el charco.

— ¿Acaso ella es la esposa del presidente? — Murmuró alguien — Que persona tan cruel, a leguas se ve que ha dejado caer a la pobre Edith a propósito.

— ¿Qué? ¡No es así! — Se defendió Anastasia.

— Seguramente le tiene envidia porque Edith es adorable, angelical y tiene talento ¿En cambio ella qué ha hecho además de gastarse la fortuna de la familia Russo? — Añadió otra persona. — Debería disculparse.

— ¡No haré tal cosa porque yo no he hecho nada malo! — Alzó la voz Anastasia.

— Que arrogante, menuda mujer con la que se casó el presidente. — Comentó alguien más. — Tiene que aprender de sus errores y pedir perdón.

Y de repente las personas rodeándola y obligándola a disculparse fueron en aumento.

— Ella no tiene que hacerlo... — Para colmo de Anastasia Edith siguió hablando, poniéndose de pie con la ayuda de una mujer. — Tal vez es porque no he sido buena amiga... Es mi culpa, así que arreglemos las cosas entre nosotras ¿Bien?

Entonces Anastasia comprendió el verdadero significado de lo que era la presión social.

Titubeó, tomar la mano que Edith le estaba ofreciendo sería igual de catastrófico que no hacerlo. Edith había mostrado solo una cuarta parte de lo que era capaz y en su primer día de trabajo ya todos la odiaban por su culpa, no quería imaginarse lo que pasaría si se atrevía a rechazarla.

Los demás la presionaban para disculparse, pero ella no podía pedir perdón por algo que no hizo.

Y si no actuaba rápido el nombre de Erick y el apellido Russo que ahora portaba se vería seriamente afectado.

— Ya basta ¿Por qué debería disculparse? Yo vi cuando Edith le dio una bebida que estaba agitada. — Para sorpresa de Anastasia su salvación no fue Erick, sino Charity, quien apareció de repente y se entrometió. — Esa bebida estaba agitada, la señora Russo no tiene la culpa. Edith se la dio a propósito.

Y las miradas se concentraron en Edith, quien se puso nerviosa, pero supo arreglar la situación de inmediato. — N-no lo sabía, ha sido mi error... Lo siento muchísimo.

Solamente admitía la culpa y todos la perdonaban.

— Deberías disculparte con Anastasia por haberla hecho quedar como la mujer malvada. — Charity la enfrentó. — Todos sabemos que tú eres la única tirana en este lugar, pero no me das miedo ni me importa lo que digan los demás, yo sí podría salpicarte de jugo y cosas peores a propósito solo por verte humillada durante un buen rato. Así que discúlpate con la esposa del señor Erick si no quieres que lo llame y termines siendo despedida y yo termine revolcándote en el suelo.

Charity estaba completamente determinada, tanto que hizo retroceder a Edith.

— Solo fue un pequeño accidente ¿Por qué la necesidad de llegar tan lejos? Seguro Edith ni siquiera sabía que esa bebida estaba agitada, no exageren. — En seguida salió alguien a su defensa.

— No llamé abogados para que la defendieran. — Contratacó Charity. — Quiero que se disculpe.

Anastasia no podía permitir que la situación se complicara aún más.

— Está bien así, gracias. — La interrumpió en cuanto las miradas comenzaron a tornarse más agresivas hacia ella.

Marcaría sentencia si se atrevía a dañar a su joyita perfecta.

Charity la sacó de ahí y el grupo se dispersó, Anastasia la siguió a paso acelerado. — Gracias por haberme defendido. — Comentó, haciéndola detenerse.

— Siempre es bueno ayudar a alguien a salirse de las garras de la zorra Edith Donaire. — Contestó ella con una sonrisa. — El año pasado fui yo, veo que este año eres tú.

— ¿Yo? ¿Yo qué?

— El centro de los rumores que ella esparce. — Respondió en voz baja. —Siempre lo hace cuando alguien no le sigue la corriente, es una maldita serpiente venenosa, ella no teme tirar la piedra y esconder la mano. Pero eso es algo que nadie ve por estar demasiado ocupados concentrándose en su ''Perfección'' — Comentó con sarcasmo lo último. — No importa qué tipo de estrategia uses, ella es como un mosquito molesto y difícil de matar.

Anastasia entendió el sentimiento. — Eso explica por qué todos han sido tan crueles conmigo hoy...

— Al principio cuando les vi llegar juntas creí que eran amigas, yo no me relaciono con personas amigas de esa pequeña perra. — Dijo Charity — Pero veo que no es tu caso, solo por eso me he acercado a ayudar.

— De verdad te lo agradezco, no sabía cómo librarme de eso... — Anastasia suspira de alivio. — Por cierto, puedes llamarme Ana.

Ella sonrió. — Soy Julia, pero llámame Charity, por favor.

— ¿Caridad en inglés? — Charity asintió tras escucharla.

— No quiero olvidar de dónde vengo ni de por qué estoy aquí: Para ayudar a los que más lo necesitan. — Contestó con convicción. — Ese es mi deseo.

Anastasia le sonrió devuelta, jamás había conocido a alguien con un corazón tan puro.

Fue toda una sorpresa que Charity terminara convirtiéndose en su primera amiga.

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