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Kusuo observó con aburrimiento el paisaje borroso que se encontraba detrás de la ventana, cuyo vidrio estaba empapado por unas gruesas gotas de agua que caían del cielo gris. Eran las diez de la mañana en punto y el psíquico no le quedaba otra cosa que esperar a que su novia volviese del aeropuerto mientras tomaba su chocolate caliente.
Sin embargo, con cada segundo que pasaba, el de pelo rosa no podía evitar sumirse más en el mar de pensamientos que su mente trabajaba.
Su vida había cambiado. Él como persona había cambiado. Y aquello en tan solo un año.
Ya no era la misma persona de hace un año, no era el "Kusuo" que Hikaru había conocido a principios del mismo. Y ella tampoco era la misma que él había conocido.
Pero eso era lo que le gustaba de la relación, los dos se ayudaban a crecer, a madurar, a entender viejas cosas y experimentar nuevas. Saiki sonrió inconscientemente, tomando otro sorbo de su chocolate.
Desde que estoy pasando la mayor parte de mis días aquí, mi rutina se ha vuelto bastante...
¿Normal? ¿Esa era la palabra que Saiki utilizaría para definir su vida en esos momentos? La palabra "solitaria" era una que se encontraba en el diccionario de su vida antes de conocer el amor, pero ahora... él cambió y todo ya no era lo mismo.
Hikaru se volvió parte de su vida, sin que los dos lo hayan planeado y ahora no podía imaginarse un futuro sin ella. En cualquier plan de vida que hacía, ella estaba en él de alguna forma u otra.
Sin duda, sus yo del pasado se burlarían de él por lo cursi que se había vuelto. E incluso podía escuchar a Toritsuka burlarse de él.
—¡Ya llegó por quien llorabas! —la voz de la la azabache lo sacó de sus pensamientos, ocasionando que Kusuo deslizara su mirada rápidamente a ella. Esta rió ligeramente al ver su expresión desconcertada—. He vuelto.
El psíquico sonrió y se levantó de su asiento para acercarse lentamente a su novia.
—Bienvenida a casa.
—¿Me extrañaste? —cuestionó ella con una sonrisa burlona, cerrando la puerta detrás de su espalda para poder acercarse y abrazar con fuerza a su novio.
—Ni un poco.
Los dos se fundieron en un pequeño beso antes de que Hikaru pudiese acomodar sus cosas.
—¿Qué tal les fue?
—Bastante bien. ¡Tengo tantas cosas que mostrarte! Compré unos souvenirs y alguna que otra cosa para decorar la casa. —respondió Hikaru, caminando a su habitación para poder ponerse una ropa más cómoda—. Pero podemos dejar eso para después, porque me debes algo, ¿recuerdas?
—Que sí lo recuerdo. Aunque realmente no hay mucho que pueda decirte, solo pregunta y te responderé.
Una vez que todo estuvo en su sitio, la pareja se sentó en el sofá luego de que Hikaru se haya hecho un buen té para matar el frío que se acumulaba en su pecho.
—En el camino estuve pensando en todas las veces que pude haber pensado en una estupidez y que tú las escuchaste.
—Sinceramente no le presto atención a muchos pensamientos, porque escucho de todas partes es algo agobiante.
—Por Dios, dime que escuchaste como cantaba internamente una y otra vez una canción de Lady Gaga. —la azabache miró con burla al de pelo rosa.
—Estuviste una maldita semana con esa canción metida en la cabeza. Me obligaste a ponerme mi anillo solamente para dejar de escucharla.
—¡Ha! ¡Lo sabía! ¿Y anillo? ¿De qué-...? ¡Oh! Creo que ya sé cual es. Te vi usándolo algunas veces. —respondió Hikaru, tomando un sorbo de su té.
—Es el único anillo que tengo y uso. Reprime todos los pensamientos que llegan a mi cabeza.
—Qué increíble...
—Lo malo es que no puedo comunicarme telepáticamente.
Hikaru se quedó en silencio por unos segundos, pensando en aquellas palabras. Empezó a toser exageradamente cuando entendió y el té se iba por el tubo equivocado.
—¿Realmente te sorprende tanto que te hable telepáticamente?
—¡Eso explica muchas cosas! —habló ella, queriendo reírse mientras tosía—. Ahora entiendo por qué a veces sentía tu voz retumbar dentro de mi cabeza. ¿Y por qué no hablas?
—Simplemente no quiero.
—¡Yo soy tu novia! Exijo que me hables. —dijo Hikaru, sonriendo y picando el pecho de su novio su dedo índice.
—Lo he hecho muchas veces.
—¡Pero no se vale! Yo no era consciente de que hablabas telepáticamente. Y no pude apreciar tu voz como se debe.
—Supongo que tendrás que esperar. Hoy no tengo la motivación para hacerlo.
—Que malo eres. —Hikaru hizo un pequeño puchero—. Ahora sí, la pregunta del millón... ¿tienes el pelo rosa DE VERDAD?
Kusuo rodó los ojos, pero no estaba molesto. Era más bien cómica la situación, porque sabía que ella preguntaría eso.
—Sí. No sé por qué. Solo nací así.
—Vaya, y yo que pensé que te habías teñido... Me sorprende que nadie te haya dicho nada por tu pelo...
—En realidad... nadie cree que mi pelo es extraño. Hace unos cuantos años atrás cambié ese pensamiento en todo el mundo con mis poderes. Y se supone que NADIE... —miró con el ceño fruncido a la azabache, esta alzó una ceja—. ...debería ver el color de mi pelo como algo raro. Pero, extrañamente, tú fuiste la excepción. Incluso viste extraño mis lentes y mis antenas, que me ayudan a mantener mis poderes bajo control.
—¡Dios Santo! ¡Soy tan genial! —se carcajeó Hikaru, dejando a un lado su taza de té ya vacía y haciendo una pose ridícula de superhéroe—. Pude contra tus poderes psíquicos, diablos, soy mejor de lo que creí.
—La razón no la tengo muy bien en claro. Aparentemente es porque tus abuelos o... algún ancestro tuyo fue psíquico.
—¿Te imaginas que pudiese desarrollar poderes? Que horror. —Hikaru hizo una mueca al imaginarse a ella misma en el lugar del otro—. Sin ofender, Kusuo.
—¿No te gustaría ser un psíquico?
—Nah. Demasiada responsabilidad. No podría manejarlos, tú puedes porque has vivido toda tu vida así. —respondió—. ¿Y de verdad usas esas cosas porque te ayudan a limitar tus poderes?
—Mi hermano los hizo. Sin mis gafas podría convertirte en piedra, aunque solo por unas horas.
—Eres como una especie de Dios...
—¿Tiene algo de malo serlo?
—Nah. Es asombroso. —dijo ella con una pizca de emoción en su voz—. Es decir, ¡mi novio es un Dios! Es el deseo de cualquier chica, y-... ¡Ah! ¿¡Puedes viajar al pasado?!
—Sí. Pero casi borro mi existencia de este mundo por culpa de eso. Así que viajar por el tiempo está prohibido para mí.
—Entendible. Todas las películas dicen eso.
—Es común. No hay nada bonito en alterar la línea temporal.
—¿Y qué mas puedes hacer?
—Lo normal. Volar, volverme invisible por unos minutos, alterar recuerdos de otros, alterar la mente de alguien para que me vea como otra persona-...
—ESPERA, ¿ESO QUIERE DECIR QUE TE HICISTE PASAR POR AIURA? —Hikaru casi salta de su asiento, entre asustada y curiosa.
—Sí.
—Diablos, esto es demasiada información para mi cabeza. —su voz sonaba entre horrorizada y emocionada—. Jamás creí que pudiera haber alguien tan poderoso... y... hablando de eso... yendo a otro tema...
—Sí, Hikaru. Puedo teletransportarme. —Saiki casi se ríe al ver cómo la mirada ajena se iluminó al instante en el que terminó la oración. Puso los ojos en blanco para después sonreír—. Habrá otro momento para ir a la Torre Eiffel, no ahora.
—¡Maldita sea! Había olvidado que podías leerme los pensamientos.
—Espero que tus sentimientos por mi no cambien solo porque soy-...
—¿Cómo puedo amarte menos si puedes llevarme a París? —bromeó la azabache, lanzándose a los brazos de su novio—. Es broma, no importa lo que seas. Yo te amo por quien eres, no por lo que tienes.
Ambos se quedaron abrazados y disfrutando de la cálida presencia del otro sin decir ni una palabra más. Kusuo abrazaba con fuerza a la azabache, deseando que esta nunca se alejase y permanecieran así hasta la eternidad.
—¿Kusuo?
—¿Mhm?
—¿Y a ti? ¿Te gusta tener tus poderes? Has vivido toda tu vida siendo un psíquico... ¿te gusta ser así?
Hikaru no esperaba que su pregunta fuese profunda, pero el silencio extraño por parte del contrario le preocupó. Lo miró sorprendida, y cuando estuvo a punto de hablar, el de pelo rosa le respondió.
—A veces me gustaría haber tenido una vida normal.
—¿Eh? Pero... tu vida ya es normal, sí, está bien, tienes poderes que nadie más en este mundo tiene, mas eso no hace que seas una especie de fenómeno. ¿Qué es exactamente tener una "vida normal" para ti?
—No es que sea un complejo para mi. Solo... a veces me gustaría no tenerlos por el hecho de que no podría confiárselos a nadie de mis amigos... Como antes te dije, mucha gente podría tener ataques de estrés o de nervios con solo pensar que alguien podría leerles los pensamientos o que alguien podría tener tales habilidades. No es algo que podría contárselo a cualquiera, y el tener gente cercana se me es más difícil ocultarlos. Como contigo, por ejemplo. Cada vez era más difícil ocultártelos.
—Lo entiendo... —la azabache le sonrió un poco entristecida a la vez que se acercaba para poder acurrucarse con su novio una vez más—. Puedes contar conmigo, no importa que me puedas leer los pensamientos, no es como si tuviese algo para esconder... bueno, me jode porque quería hacerte una fiesta sorpresa para tu próximo cumpleaños, pero no es importante eso. Yo confío completamente en ti.
—Lo sé. Aunque mi vida se vuelve un poco aburrida con mis poderes.
—Todo lo que has tenido que reprimir no me lo imagino. —Hikaru le dio un pequeño beso en la comisura de los labios, sin saber realmente qué decir para levantarle el ánimo. No era su intención que el ambiente bajara un poco por su pregunta.
Kusuo se quedó pensando, mirando un punto fijo en la casa. Podía sentir el corazón de la azabache latir al compás del suyo, y era un sonido raramente relajante.
—Hikaru.
—¿Qué sucede, Kusuo?
Kusuo sonrió.
—¿Aún tienes ganas de recorrer París?
La pregunta hizo sonreír a la mayor.
—Por supuesto.
—Entonces vamos.
*****
La lluvia había disminuido en un gran porcentaje cuando ambos volvieron a casa. Anteriormente, Kusuke llamó a su hermano menor para darle algo que él catalogaba como 'especial'. Una vez allí, los hermanos Saiki tuvieron una conversación a las afueras del departamento, excluyendo a la azabache. Quien quedó un poco preocupada porque cuando su novio regresó, portaba seriedad en su rostro. Aunque ella decidió no preguntar nada y esperar a que él se lo diga cuando se sienta listo.
Y cuando Kusuo le contó... realmente no sabía que decirle. Era una decisión que solamente él podía tomar por su cuenta.
Ahora los dos estaban en la habitación, en silencio, oyendo el suave sonido de las ligeras gotas de lluvia golpear la ventana.
Hikaru guardaba la ropa que se había comprado en los cajones de su cuarto, pero cada tanto miraba con preocupación al psíquico, quien miraba con suma seriedad los objetos que se encontraban en su mano.
—¿Realmente quieres esto? —preguntó la azabache, una vez que terminó y dejó las cosas a un lado. Resopló—. Cielos, debí haber comprado el saco que estaba unos diez euros menos, aunque este tiene más calidad...
No obstante, Hikaru no obtuvo respuesta alguna. Y ahí fue cuando ella se acercó mucho más preocupada a su novio.
—¿Kusuo?
—¿Crees que esta sea una buena decisión? —preguntó el de pelo rosa, sin quitar la mirada de las antenas que su hermano le había dado hace una hora atrás.
Hikaru le miró con total sorpresa. Desvió la mirada.
—Pues... no lo sé... Yo... haz lo que te haga feliz. Lo que creas que es correcto y mejor para ti. —le sonrió ligeramente—. No es una decisión en la que yo deba influenciar, es la tuya y la de nadie más. De todas formas, quiero que sepas que cualquier decisión que hagas... yo te apoyaré.
Saiki sonrió, agradecido con el universo por haber encontrado a Hikaru.
—Gracias, Hikaru.
—No es nada.
Los dos se abrazaron. Kusuo se apegó al cuerpo contrario con fuerza, como si ella pudiese escapar lejos de él. Kusuo la necesitaba y mucho más ahora.
Ahora y para siempre.
—Aunque yo quería ir a Cuba mañana.
Hikau soltó una carcajada y el psíquico solo rodó los ojos con diversión.
—Te llevaré a donde quieras, con o sin mis poderes.
—Sí, pero con la teletransportación es más barato, rápido y cómodo.
—Oye, te dije algo bonito. Respóndeme con algo bonito.
—¡Lo siento! —Hikaru largó una carcajada y lo tomó de las mejillas para besarlo, aunque era un beso extraño porque ella intentaba calmar su risa desastrosa—. Te amo, Kusuo.
—Yo también te amo, Hikaru.
***
Gracias por haber leído. Estaré eternamente agradecida con todos ustedes. 🥺❤️
Se les ama. ❤️