3msc: Por tu amor

By CSI_64

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Los hechos suceden 21 años despues...... More

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CAPITULO XXVIII – POR LA FAMILIA

Hugo se había ido muy mal, de su casual encuentro con Babi en el cementerio. La novedad de que había tenido un hijo y que ni siquiera lo había imaginado, volvió a hundirlo en el dolor. Avanzó tres cuadras con su camioneta y frenó muy mal, en el medio de la calzada. Completamente desconcertado, no podía centrar su atención en el camino, por lo que decidió dejar el coche estacionado y volver al trabajo por otro medio. Afortunadamente, en la esquina encontró una gasolinera, donde dejó su camioneta y fue en búsqueda de un taxi para ir al trabajo.

Al llegar a los cuarteles generales de Seat, sus empleados lo recibieron con asombro y alegría, aunque él poco pudo responder ya que fue a encerrarse a su bureau. Romeo al verlo llegar lo siguió hasta dentro de la oficina, donde Hugo retomaría su lugar después de casi dos semanas.

- ¿Qué? ¿Qué estás viendo que estas ahí parado? – preguntó Hugo a Romeo, que se había quedado esperando a que diga algo.

- Pues jefe, estoy esperando que diga algo. Entró rápidamente y no dijo nada.

- Algo – respondió Hugo sarcásticamente - ¿Conforme?

Romeo no iba a permitirle a Hugo que le falte el respeto, por más jefe suyo que fuese.

- ¡Señor, por favor! ¡Estamos ante una situación complicada! Han habido errores en los balances de las últimas semanas y se han producido pérdidas importantes. ¡Lo necesito entero, por favor!

- ¿Qué acaso no tenemos un maldito subgerente que pueda estar a nuestro cargo? – preguntó Hugo muy molesto.

- Usted sabe perfectamente que es el único que puede hacerlo. Y lo hace muy bien – respondió Romeo y dicho esto, dio media vuelta y se fue.

Hugo se reclinó en su asiento y pensaba muy seriamente en todo lo que estaba pasando. Pero para rellenar el cartón, ese día no iba a tener paz. Una visita inesperada, irrumpió en su oficina completamente enfurecida: Daniela, la hermana de Babi, ingresó de manera violenta y enfrentó crudamente a Hugo.

- Lo siento señor, no pude hacer nada. No la pude detener, vino como un huracán – se excusaba Romeo.

- Retírate Romeo. Déjanos a solas. – pidió Hugo.

Daniela lo miraba reprobante y muy enojada. Esa mañana en la que Babi había ido al cementerio, había sido llevada por Daniela, quien también la rescató de allí adentro cuando quedó llorando frente a la tumba de Gin. Descubrió a su hermana lamentándose por lo que había sucedido y se la llevó de regreso a casa. Dani ya conocía la verdad respecto a la paternidad de Hugo y al escuchar el relato de su hermana, sobre el encuentro que tuvo con él, decidió ir a enfrentarlo. En sus manos, llevaba el sobre con los resultados del ADN.

- ¿Qué demonios quieres tú aquí? – preguntó Hugo con tono airado.

- Eres una porquería. No sabes lo que está sufriendo mi hermana por su hijo y ahora tú vienes y le haces esto. ¿Qué carajo pensabas, eh? – respondió Dani muy enojada.

- ¿Y quién eres tú para presentarte en mi oficina y decirme todas estas cosas eh? – repreguntó Hugo más enojado aun.

- Solo sé que estas comportándote como un pendejo. Ni siquiera sabes un gramo de la realidad y te crees con autoridad para tratar así a todo el mundo – volvió a responder Daniela.

- El que andes de amoríos con mi hermano, no te habilita a que quieras venir a hablarme en ese tono. ¿Acaso olvidas que tú no eres un gran ejemplo a seguir? – atacó Hugo.

Daniela se sorprendió con lo que Hugo acababa de decirle. Sabía muy bien que con esa insolencia, hacía referencia a su pasado de niña rebelde, producto del cual había tenido a su hijo Andrés, sin saber nada acerca del padre de la criatura. Enfurecida con el golpe bajo que le diera Hugo, arrojó el sobre con los papeles sobre su escritorio y respondió:

- Tú bien lo dices Hache… Y en eso somos muy parecidos. Por eso, antes de querer hacer algo, primero consulta – respondió Daniela.

- Lárgate de mi oficina – ordenó Hugo.

- Lo voy a hacer… Pero piensa un poco, lo que dices y lo que haces.

- ¡Lárgate de mi oficina, carajo! – reordenó Hugo con un grito.

Daniela se dio media vuelta y comenzó a abandonar la oficina, pero antes de llegar a la puerta, recordó algo más.

- Por cierto, si te interesa… En dos semanas me caso con tu hermano. Estas debidamente invitado a la fiesta. – declaró con total ironía. Tras esto, se retiró.

Hugo no podía terminar de digerir el impacto de la presencia de Daniela. Se encontraba muy enfurecido y no podía aceptar que vengan a hablarle así. Se levantó de su asiento y fue a su gabinete por una copa de whisky. Pero tras probar el primer sorbo, arrojó el vaso con total violencia hacia la puerta, haciéndolo estallar en mil pedazos. Su respiración era muy acelerada.

En ese momento, observó el sobre que Dani arrojara sobre su escritorio. Retomó su posición detrás del mismo y comenzó a investigar ese misterioso paquete. Comenzó a leer los datos que había en él y al comprobar las fechas y otros detalles más, comenzó a darse cuenta de lo equivocado que estaba. Solo así se dio cuenta del daño que le generó a la mujer que lo amó desde el primer día. Solo así, pudo comprobar que hizo muy mal, dejándola sola y que con la actitud de su hijo, ya era más que suficiente. Apesadumbrado, se derrumbó sobre el escritorio y comenzó a lamentarse por el mal que había ocasionado.

Por otra parte, Daniela recibió un llamado de Valeria quien pidió para verla. Las dos se reunieron en una confitería y se dispusieron a charlar. Durante la charla, Daniela se enteró del encarcelamiento de su sobrino y se dispuso a sacarlo de allí, haciéndose cargo de la fianza. Pero la gran sorpresa, se la llevaría Valeria, ya que sin quererlo Dani le confesaría que el verdadero padre de Horacio, era su tío Hugo. Tras haber liberado a Horacio, este prefirió pedirle a su tía para quedarse a vivir con ella. No quería volver a cruzarse con su madre.

- Horacio, no creo que sea conveniente lo que pides – aconsejó Daniela.

- Tía, no tienes idea del dolor que siento. No puedo seguir adelante y menos al lado de alguien que le ha mentido a mi familia durante tanto tiempo – dijo Horacio.

- Hijo, no te pongas en esa actitud. Tu madre te ama y te necesita más que nunca. Está destruida y necesita de ti. Por favor, no la hagas sufrir más. – pidió Dani.

- ¿Y yo qué? ¿Crees que no sufro con todo esto? – recriminó Horacio.

Daniela lo miraba tristemente. Pensó en ese momento que lo mejor iba a ser albergar a Horacio un tiempo en la casa, hasta que madure en su posición. De esta forma, aceptó que viva un tiempo con ella, con la condición de que pensaría y mucho en la forma de recomponer la relación con su madre.

Por su parte y tras haber leído los papeles que Daniela le dejara, Hugo se recriminaba el no haberle creído una sola palabra a Babi, con respecto a su paternidad. Aunque dentro de él, aun sentía inseguridad sobre la veracidad del tema. Fue por eso que decidió llamar a Katina para poder desahogar su dolor:

- Aló Hugo, ¿Qué sucede? – preguntó Katina al notar quebrado a su amigo.

- No tienes una idea de cómo me siento. Estoy muy mal. Me siento un desastre. – respondió Hugo.

- Pero ¿por qué? – repreguntó Katina.

Hugo no sabía cómo confesarle la verdad a Katina, ya que no quería desilusionarla por el cariño que se tuvo desde el primer día con Gin, sin embargo, decidió ponerle pecho a la situación y encaró tomando energías:

- Katina… He traicionado a Gin. Traicioné su confianza y su amor. Le mentí. No soy digno de nada de lo que a ella le pertenece. – respondió sin poder contener las lágrimas.

Katina hizo un silencio muy paciente, para luego preguntar con voz conciliadora:

- Hugo, campeón ¿Me quieres explicar, por qué dices eso?

- No me lo vas a creer… Recientemente me he enterado. Te juro que yo tampoco suponía nada, pequeña. Pero igual, es una marca de la injusta traición que le hice a Gin. – decía Hugo

- Cálmate Hache. Serénate y dime ¿qué fue concretamente lo que hiciste?

- Tú mejor que nadie sabes… que le fui infiel a Gin… Lo que de seguro no sabes… es que tuve un hijo con Babi. ¡Tuve un hijo con Babi! ¡Y Gin nunca lo supo, ni lo sabrá! ¡La traicioné ¿entiendes?! – confesó finalmente Hugo.

Katina volvió a su silencio reflexivo, mientras escuchaba a Hugo lamentarse del otro lado del teléfono. Al escucharlo de esa forma, decidió decirle la verdad.

- Campeón, no has hecho nada malo. No hiciste nada malo. Ni traicionaste a Gin, ni dejaste de amar a Babi. Has hecho las cosas bien. En este cuento, no hay vencedores ni vencidos. Todos fueron víctimas de la lucha encarnizada entre tu mundo y el de Babi. Ella tampoco lo suponía. Recuerda que Horacio nació a los meses de haberse casado, por lo que ¿cómo pretendes que suponga quien es su padre? – respondió Katina.

Estas palabras pusieron aun más en alerta a Hugo, ya que no hacían otra cosa que confirmarle la única verdad: Lastimó los sentimientos de la primera mujer que lo amara.

- Katina… Lo que dices… ¿No me estarás vacilando? ¿Tú lo sabías? – preguntó Hugo desconcertado.

- Hugo… Me enteré de la misma forma que tú. Y le exigí a Babi que confiese la verdad cuanto antes, para que no genere dolor. Ella tampoco sabía la realidad de cómo pudieron concebir a Horacio, hasta que ató los cabos que quedaban sueltos. Hugo, Babi nunca supo a ciencia cierta la realidad del origen de su hijo. Se enteró después de casi 22 años como tú.

- No puede ser… ¡No puede ser!... ¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOO! – gritó Hugo de manera desgarradora.

- ¡Hugo, ¿Qué pasa?! – exclamó Katina asustada por el alarido de Hugo.

Hugo continuaba gritando de furia y dolor por la confesión de Katina.

- ¡Hugo, por el amor de Dios! ¿Qué has hecho? – preguntaba Katina aun más preocupada.

En un arranque de furia, Hugo lanzó su móvil contra la pared, haciéndolo pedazos. Se levantó de su sillón y desparramó todo lo que había en el escritorio, completamente impotente.

Romeo, que había escuchado el ruido a vidrios rotos y los gritos de su jefe, del otro lado de la puerta, ingresó para ver si podía serle de utilidad. Fue así como lo encontró derrumbado al costado del escritorio, lamentándose.

- Señor, ¿Necesita algo? – preguntó Romeo.

- Deseo morirme chaval. Deseo morirme. Perdí al primer gran amor de mi vida para siempre.

- Señor, si le sirve de consuelo, nada se pierde si no lo pelea.

Hugo miró a Romeo por lo que le había dicho.

- Eso ya lo sé mi amigo. Pero ya no tengo vuelta atrás con esto.

- Yo que usted no me daría por vencido. Yo iría, juntaría mis cosas y buscaría a mi amada por cielo y tierra.

Hugo volvió a mirar a Romeo y albergó esperanzas en sus palabras. Le resultaba muy extraño que siendo él quien siempre sabía aconsejar, ahora le estén dando consejos. Sin más nada que decir, tomó su saco y fue a la calle a buscar un taxi. Decididamente, fue a buscar a Babi para suplicarle perdón y para decirle que estuvo muy equivocado con ella, juzgándola de esa forma.

Subió al taxi, pasó por su camioneta que estaba estacionada en la gasolinera y fue conduciendo como un endemoniado, hacia la mansión de Babi. Sin embargo, su sorpresa fue mayúscula, cuando lo atendió la mucama de la casa y le anotició de que Babi ya no se encontraba en el país. Se había ido con una gran maleta, de viaje hacia París. Sin perder un solo minuto, Hugo volvió hacia su casa, buscó su pasaporte, más algo de dinero y fue raudamente hacia el aeropuerto. Consiguió rápidamente un vuelo hacia París, por lo que decidió emprender su misión de buscar a Babi y retrotraerla hacia su lado nuevamente.

Llegó al aeropuerto y alcanzó a conseguir el último vuelo a París. No necesitaba llevar equipaje, por lo que fue con lo que tenía puesto y con la tarjeta de crédito, para buscar allí todo lo que necesitara. Al llegar a destino, subió a un taxi y fue en búsqueda de un alojamiento donde parar:

- Excuse me, I don't speak French ¿Do you speak English? – preguntó Hugo al taxista

- Yes, ¿Where you from? – contestó el chofer.

- I'm from Barcelona, Spain – respondió Hugo.

- ¿Pues entonces para que estamos hablando inglés? Yo soy de Galicia, hombre. – respondió el chofer con una carcajada.

Esa situación levantó el ánimo de Hugo quien no pudo evitar contagiarse.

- Pues bien, entonces estoy de suerte encontrándolo – reia Hugo.

- Por supuesto. Hombre, ¿adonde desea ir? – preguntó el chofer

- Primero, a buscar un buen hotel aquí. Y luego, necesito llegarme hasta este lugar. – dijo Hugo entregándole al chofer, un papel que le había dado previamente la mucama de Babi, antes de irse.

- ¡Ajá! ¡The Ritz! – exclamó el taxista – En seguida vamos para allá.

- No, no, no, no, no, espérese… Le voy a pagar muy bien, si primero buscamos otro hotel donde yo pueda hospedarme. Déjeme su número de teléfono, que lo contactaré para que luego me lleve al Ritz. Le prometo que la paga será buena. – dijo Hugo.

- Bueno… Si usted pretende alojarse en un hotel diferente al Ritz, le recomiendo el Crillón. Tendrá una espectacular visual de la Avenida de los Campos Elíseos – ofertó el taxista.

- Pues zarpemos hacia allí – ordenó Hugo y con un chirrido de neumáticos, el taxi comenzó su excursión por las calles parisinas.

Hugo recorrió con la vista un paisaje muy hermoso, que sin dudas le hacía recordar los paisajes que pintaba su amada Gin. Con el recuerdo de su amor en mente, Hugo terminaría dormido dentro del taxi, hasta la llegada al Crillón. El taxista despertó a Hugo de su letargo y este tras pagar el pasaje y tomar el teléfono del chofer, descendió y fue en búsqueda de una habitación dentro del fastuoso hotel parisino. Una vez instalado, resolvió salir en búsqueda de una tienda de ropa, donde consiguió un traje nuevo. Al anochecer, se prepararía y saldría en búsqueda de Babi. Llamó al taxista y fue hacia el Ritz, donde se realizaría un importante desfile de moda.

Babi por su parte, había decidido realizar ese viaje por sugerencia de su hermana, quien le aconsejó ir para que el recuerdo del encuentro con Hugo no la atormente. Al mismo tiempo, había elegido a París como destino, ya que conocía de la realización de ese desfile, lo que le permitiría adquirir nuevos conocimientos y conceptos en lo que a moda refería. Lo que nunca imaginaría, era lo que iba a vivir esa noche.

Hugo llegó a la fiesta. Si bien no estaba invitado, consiguió entrar gracias a su credencial de gerente de Seat, lo que le permitiría ingresar al cóctel para empresarios… Y fue allí donde la vio. Enfundada bajo un elegante vestido color pastel, Babi brillaba entre los empresarios de la moda, destacándose por su belleza. Hugo no podía quitarle la vista de encima un solo momento. Babi por su parte, dialogaba y departía con otros diseñadores, interiorizándose de los últimos detalles de la moda francesa. Cuando Babi se desocupó, Hugo aceleró y fue a su encuentro. Babi se detuvo frente a la mesa principal para servirse una copa de ponche, cuando finalmente Hugo se posicionó detrás de ella.

- Que bonita estás – expresó parado a sus espaldas.

Babi quedó congelada.

- No tengas miedo. Soy yo. – volvió a expresarse Hugo.

Babi se dio vuelta lentamente y no podía dar crédito a lo que veía. Acercó su mano atemorizada hacia la solapa del saco de Hugo, para comprobar que no estaba soñando y cuando lo estaba haciendo, Hugo tomó su mano rápidamente. Al sentir que no estaba soñando, Babi retiró su mano aterrada.

- ¿Qué haces aquí? ¿Qué es lo que quieres? ¿Qué has venido a hacer? – preguntaba Babi

- Necesito hablar contigo. Tiene que ser ahora. Pero no en este lugar. – respondió Hugo.

- Está bien. Ven conmigo. – invitó Babi, aun alterada por su repentina presencia.

Fueron hacia la piscina interna del Ritz, donde casi no había gente. Caminaron a la par por el costado de la pileta, observando Hugo todos los rincones del fastuoso salón. Una vez llegados ahí, Babi inició la charla.

- Bien, ya estamos aquí. ¿Me explicas a que has venido? – preguntó

Hugo resopló un poco antes de comenzar.

- Babi… No sé cómo, ni por donde empezar. Han pasado muchas cosas… Y una de ellas, sin lugar a dudas, ha sido esta noticia de nuestra paternidad sobre Horacio.

- Hache, no quiero hablar más de ese tema. Ya bastante daño me ha generado. Ya bastante dolor he sufrido por culpa de ese tema. Basta, no quiero que me hables ni que me recuerdes eso – contestó Babi.

- Pero Babi, necesito decírtelo. Por favor, no me dejes con las palabras en la boca. – suplicó Hugo.

- ¿Tienes en cuenta como me siento hoy yo, a causa de esta noticia? ¿Te has puesto en mi lugar un segundo de tu vida? ¿Has pensado como ha de doler, que el amor de tu vida te acuse de un engaño, cuando tú tampoco sabías la realidad de las cosas? – preguntaba Babi muy enojada.

- Por eso, he venido hasta aquí para suplicarte tu perdón. Babi, me he enterado de la realidad de las cosas. Y quiero pedirte perdón, por haberme comportado como un idiota. No sabes el dolor que siento hoy, aquí en mi corazón, por la falta que estás haciendo hoy aquí. Creo yo con esto entender un poco el sufrimiento que padeces. Pero te pido por favor, perdóname. No quiero seguir hiriéndote, más de lo que ya te lastimé. Quiero que nuestra familia, quede finalmente unida. Te amo pequeña. Perdóname, por favor. – suplicó Hugo poniéndose de rodillas.

Babi se sorprendió de lo que Hugo fue capaz de hacer, con tal de venir a suplicarle perdón. Se sorprendió aún más al verlo rendido a sus pies, él que tan intocable era. Hugo seguía ahí, arrodillado, esperando un poco de piedad por parte de Babi. Ella lo tomó de la cabeza y se la hizo apoyar contra su vientre. Hugo la abrazó desde abajo, y entre llantos continuaba suplicándole que lo perdone, por haberla maltratado. Babi se arrodilló ante él y quedaron cara a cara mirándose. No pudieron resistirse más y terminaron dándose un beso muy apasionado.

- Espera… Aquí no. - dijo Babi y tomando a Hugo de la mano, se lo llevó hacia su alcoba, donde continuarían besándose, desde la entrada hasta la cama, donde finalmente volvieron a hacer el amor y a revivir esa llama que parecía apagada. Cuando terminaron de hacerlo, Hugo quedó acariciando la cabellera de Babi y ella quedó acurrucada contra su pecho. En ese momento, Hugo preguntó:

- Entonces Babi… ¿Me perdonas?

Finalmente, Babi respondió.

- Hache, te amo más que a mi propia vida. Eres el hombre con el que siempre he soñado vivir. Sin embargo, no estoy segura de perdonarte instantáneamente. Te pido que me des un tiempo para pensar en todo. No quiero dar una resolución que nos termine perjudicando a los dos. – respondió Babi.

Hugo comprendía amargamente que esta vez, iba a ser difícil lograr el perdón de Babi, por lo que para poder despedirse bien de ella, la abrazó fuertemente, acariciando sus cabellos y le dijo:

- Buena suerte, princesa. Voy a estar esperándote. - le dió un beso en la frente, se vistió y se retiró.

Esa noche Hugo se fue del Ritz, nuevamente hacia el Crillón, donde preparó sus pocas cosas que había comprado, para a la mañana siguiente volverse hacia Barcelona. Esa mañana, Babi acercó su cara al balcón de su habitación para ver el amanecer y pensó, que iba a necesitar un gran tiempo para poder decidir si quería volver con Hugo o recorrer el mundo para olvidarlo

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