Maratón 5/5
1002, Sur de Francia
Su noche había empezado tan tranquila, ni un sonido atravesaba el aire, mientras se recostaba en la cama con Niklaus.
Llevando sólo un camisón de noche, Astrid se había acurrucado en el cálido abrazo de Nik, permitiendo que su calor corporal natural calentara su frío exterior.
Aunque había sido arrancada rápidamente de su abrazo cuando la puerta de su habitación se abrió de golpe, revelando una Aubrianne temblorosa.
Sus mejillas se habían enrojecido y manchado de lágrimas, mientras exhalaba pesadamente, tratando de recuperar el aliento.
Astrid supo que algo andaba mal tan pronto como vio la mirada en los ojos de Aubrianne.
Astrid le recordó a un ciervo al ver un depredador, amplio y alarmado.
Rápidamente alejándose de Nik, Astrid se dirigió al lado de Aubrianne, poniendo una mano en el hombro de la chica.
―Aubrianne, ¿qué pasa? ―
Con un parpadeo ante el repentino toque, Aubrianne apartó la mano de Astrid mientras Nik fruncía el ceño, sentándose para ponerse la túnica, cubriendo su torso desnudo.
―Es Lucien... él ... Hubo un malentendido... y... y Tristán. ―Aubrianne jadeaba, logrando tartamudear las palabras entre cada larga exhalación.
Cuando mencionó a Lucien, Nik estaba alerta, abriéndose camino hacia las dos mujeres. Astrid no estaba segura de qué pensar mientras miraba fijamente a Aubrianne, tratando de entender lo que la pelirroja estaba diciendo.
―¿Lucien? ¿Qué ha pasado? ―Niklaus instantáneamente preguntó, la preocupación se instaló en su estómago ante la mención del humano al que consideraba un buen amigo.
"Lucien siempre había sido cauteloso con Lord Tristán y sabía lo que el heredero del castillo podía hacer. Parecía extraño que Lucien se hubiera metido en problemas de alguna manera, a menos que hubiera intentado darle la nota a Aurora..." Nik fue sacado de sus pensamientos por el sonido de Aubrianne resoplando.
Secándose las lágrimas, tembló. ―Fue un malentendido... N... No pude hacer nada. Intenté... Realmente lo hice. ―Aubrianne lloró, moviendo la cabeza frenéticamente mientras Astrid miraba a la mujer en cuestión.
Lo que sea que haya sucedido, realmente había sacudido a Aubrianne.
Normalmente la niña tímida estaba muy tranquila y serena, mostrando poca emoción, por lo que era extraño para Astrid ver a la humana en un estado tan vulnerable.
Frunciendo el ceño, Niklaus no parecía preocuparse mucho por el bienestar de Aubrianne. ―¿Dónde está él? Llévanos con él. ―Él exigió.
―Yo... Él... ―Aubrianne lloró, le temblaban las rodillas. Astrid esperaba que la chica cayera al suelo en cualquier momento.
Se estaba volviendo cada vez más pálida a cada minuto.
El temperamento de Niklaus se encendió cuando miró a Aubrianne, consumido por la preocupación por Lucien cuando de repente se tambaleó hacia adelante, agarrando sus hombros con fuerza.
―¡Nik! ¡Suéltala! ¿No ves que está aterrorizada? ―Astrid ordenó bruscamente, tirando del hombro de Niklaus hasta que éste la soltó de mala gana.
Marcas rojas en forma de media luna se imprimieron en los pálidos hombros de Aubrianne, la sangre amenazaba con acumularse en la superficie.
Empujando a Nik, Astrid dirigió su atención a Aubrianne, su mirada se fijó en la de Aubrianne. ―En primer lugar, cálmate. ―
La calma se apoderó de Aubrianne, sus hombros tensos se relajaron mientras Astrid sonreía, aún recuperando el contacto visual. ―Mira, está bien. ¿Dime qué pasó? ¿Dónde está Lucien? ―
Las palabras se movieron de la lengua de Aubrianne antes de que pudiera comprenderlas, aunque no hubiera querido decírselo a Astrid, sus labios se movieron por ella.
―Lucien se estrelló contra mí, cayó sobre mí y Lord Tristan entró. Pensó que Lucien se estaba forzando sobre mí y sus guardias se llevaron a Lucien. También encontró una nota, dijo que era para mí de Lucien. Estaba enojado. Habrá llevado a Lucien al sótano para ser torturado.―
Agarrando las correas con fuerza, Lucien se agotó mientras Tristán golpeaba alegremente el látigo sobre su espalda desnuda.
La piel estaba ensangrentada y mostrando un poco de carné, aunque Tristán no dejó de castigarlo mientras Lucien seguía gritando en agonía.
Cada látigo abría las heridas, burlándose de ellas y provocándolas. Lucien nunca había sentido tanto dolor en su vida como cuando soltó otro grito estridente.
A través de su dolor, Lucien apenas se dio cuenta cuando la puerta del sótano se abrió, revelando a Niklaus, su hermano Elijah y Lady Astrid.
Aunque su visión empezaba a nublarse, Lucien se las arregló para distinguir la sonrisa engreída con la que Tristán saludó a los tres, su cara salpicada de sangre.
A pesar de ser ellos mismos monstruos, los tres parecían estar horrorizados por lo que veían delante de ellos, tal vez incluso sorprendidos.
Niklaus entrecerró sus ojos, su mandíbula apretada mientras pisaba discretamente delante de Astrid, intentando protegerla de la vista de un Lucien ensangrentado.
Pero era demasiado tarde, Astrid había visto a Lucien, con los ojos abiertos y los labios ligeramente separados.
Lo peor fue el hecho de que el olor de la sangre fresca de Lucien despertó el hambre en su interior.
Lord Elijah parecía horrorizado, su mirada se centró en Tristán, que no mostró vergüenza alguna. ―¿Habéis venido a ver cómo Lucien recibe su castigo? Me temo que estoy siendo un poco indulgente, dadas sus intenciones para con mi sirviente. ―Tristán comentó, su mirada aterrizando en Astrid.
Astrid tuvo que morderse la lengua, queriendo corregir a Tristán y educarlo sobre el hecho de que Aubrianne no era su sirviente, ya no. Aunque ella sospechaba que señalar tal asunto no ayudaría al asunto en cuestión.
Niklaus estaba claramente molesto al ver que su amigo era torturado tan brutalmente mientras se acercaba lentamente a Tristán. ―¿Por qué torturar a un sirviente leal? Estoy seguro de que todo esto es un malentendido.―
Aún atado, los ojos de Lucien comenzaron a parpadear, claramente la pérdida de sangre comenzaba a afectarlo.
―Uno que permanece fuera de su preocupación. Como hijo del Conde, puedo disciplinar al personal como me parezca. Si tiene algún problema, tendré que recordarle que es un invitado. ―Tristán se quebró fríamente.
Moviendo los labios en señal de disgusto por la actitud de Tristán hacia su personal, Elijah miró vacilante como Tristán les dio la espalda, empezando a azotar a Lucien una vez más.
Niklaus hizo un gesto de dolor, incapaz de soportar ver cómo torturaban a su buen amigo cuando se encontró con la mirada desesperada de Astrid, buscando su apoyo.
Frunciendo el ceño, Astrid asintió rápidamente, sin importarle las consecuencias de exponerse mientras miraba la espalda ensangrentada de Lucien.
Lucien no había sido nada más que amable y atento, había sido útil y un buen amigo de la familia.
Se lo debían.
Con el apoyo de su esposa, Niklaus agarró a Tristán por el brazo, con un agarre de hierro.
Tristán comenzó a luchar inútilmente, aunque sus esfuerzos fueron débiles.
―¡Aléjate de él! Ahora. ―Nik ordenó sombríamente.
Jadeando por el esfuerzo, claramente exhausto por su lucha, Tristán aún se las arregló para mirar a Klaus con diversión.
―Sé lo que eres. Los sirvientes de nuestra casa hablan de demonios que cazan en la noche. Yo mismo entrevisté a una de esas doncellas. Tranquila, bonita. Creo que estarás muy familiarizado con ella si recuerdo bien. Sé que Lucien deseaba estar familiarizado con ella... ―Tristán se alejó con suficiencia.
La mirada de Astrid se dirigió hacia él, sus ojos se entrecerraron cuando se dio cuenta. No podía estar hablando de Aubrianne, ¿verdad? Si hubiera estado espiando para Tristán todo el tiempo, engañándola y fingiendo ser una inocente doncella.
La furia y el sentimiento de traición latían en las venas de Astrid ya que nunca apartó su mirada de Tristán, incapaz de encontrar palabras.
Había confiado en Aubrianne...
Elijah, claramente molesto por haber sido descubierto, dejó escapar un suspiro, cerrando los ojos mientras consideraba su próximo movimiento. Tendrían que irse antes de que Mikael viniera por ellos, el castillo ya no era seguro.
―Toda su familia se refugió aquí, afirmando ser nobles, cuando, en realidad, son unos desalmados. Sólo puedo suponer que se están escondiendo, lo que significa que tienen miedo. En algún lugar ahí fuera, algo es aún más salvaje que tú. ―Tristán se burló.
El pensamiento de Mikael le hizo correr la sangre fría mientras su esposo, vencido por la ira, agarró a Tristán, sosteniéndolo en un asimiento de ahogo.
Tristán comenzó a luchar, jadeando en shock cuando salieron los rasgos de vampiro de Nik.
―Esto no va a ser agradable. ―Gruñó humildemente, su agarre comenzó a apretarse peligrosamente alrededor del cuello de Tristán.
Astrid observó el encuentro con entusiasmo, sin querer nada más que su marido matara a Tristán.
Jadeando para respirar, Tristán se encontró con la mirada de Nik. ―Hazlo bajo tu propio riesgo. Pero, si me ocurriera alguna desgracia, he instruido a mis jinetes más rápidos para que sepan que difundan su presencia aquí. Quien te busque, seguramente oirá la noticia. ―
Los ojos de Elijah se abrieron de golpe ante la amenaza, y su mirada se posó oscuramente en Tristán mientras se movía ansiosamente de pie.
Su hermano, aunque asustado, apretó la garganta de Tristán.
―Niklaus, libéralo. ―Elijah interrumpió rápidamente, claramente preocupado.
Su marido sólo se acobardó cuando los labios de Tristán comenzaron a ponerse azules.
Frunciendo el ceño, Astrid lanzó un suspiro. Aunque quería que Tristán muriera, no podían arriesgarse a que sus jinetes avisaran de su localización a Mikael.
―Nik, por favor. ―Astrid comentó de mala gana.
Después de un momento de vacilación, Nik dejó ir a Tristán, aunque a regañadientes mientras recuperaba el control, permitiendo que sus rasgos de vampiro se desvanecieran mientras Tristán se enderezaba.
Mientras recuperaba el aliento, Tristán envió a los tres una sonrisa engreída.
―¿Ves? No somos tan diferentes después de todo. Deseas proteger lo que es tuyo. Yo deseo proteger lo que es mío.―
Dándose la vuelta, Tristán sacó repentinamente un cuchillo de su cinturón, agarrando a Lucien del cabello, con la cabeza hacia atrás, antes de que Tristán le cortara rápidamente la boca a Lucien de oreja a oreja.
Astrid jadeó conmocionada mientras que los dos hermanos miraban horrorizados a Lucien cuando éste soltó un grito estrangulado.
Cayendo cojeando hacia adelante, la sangre goteaba de la boca de Lucien al suelo con una asquerosa salpicadura.
Mientras Astrid corría a su lado, tenía una sensación repugnante en sus entrañas de que esto era sólo el principio.
Fin del Acto Dos