Rosa De Media Noche (KatsuDek...

By LeyiUzumaki

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Deku nació con un Quirk muy particular, maldito y bendito a la vez, evitado durante años trabaja como enferme... More

Parte Única

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By LeyiUzumaki

Capítulo Único

Acto de Katsuki:

Todas las noches escuchaba los torpes pasos en el silencio más horrible que se pudiera experimentar. Pero siempre que llegaba podía sentir un alivio en su corazón, una luz de esperanza arremolinarse en la habitación, alejado de los sonidos de las máquinas que le mantenían con vida.

Katsuki, fastidiado de la cama de hospital, se sentía volver,  renacer una y otra vez, con una sonrisa cansada pero feliz al despertar a la mañana siguiente para encontrarse con la rosa fresca, vivaz, tan viva y espléndida, dentro del florero sobre la mesita de luz. Con el tallo libre de espinas y apenas algunas hojas hundidas en el agua cristalina.

-¿Otra vez?

Movió los ojos cansados hacia la voz, una enfermera había ingresado a su cuarto, mas sin embargo se veía interesada en saber de la rosa, prácticamente le había ignorado a pesar de su situación convaleciente.

Maldijo, pero pensó que quizá ella lo ignoraba por el hecho de no ser la enfermera a su cargo.

Y sobretodo lo que realmente le había dolido fue ver al florero y su rosa alejarse entre las nebulosas que inundaban sus ojos. La puerta se cerró bruscamente y de nuevo se quedó sumido en su cansancio y aburrimiento.

En el ruido de las máquinas y los del bullicio fuera de su "jaula". Impropiamente dicho.

Debía estar ahí afuera, salvando vidas, pero el destino se encargó de darle un destino diferente.

No sintió el tiempo pasar porque dormía profundamente, ni siquiera fue capaz de presencia cuando vinieron a ocuparse de él y revisar su historial médico, para ver si había evolucionado o empeorado.

Impedido por el dolor de su cuerpo, que le había inutilizado para una vida normal, remontó algunos años atrás, cuando aquello en su vida... sucedió.

Hace dos años.

Estaba trabajando como todos los días, ese día la agencia de héroes estaba muy revolucionada pues los villanos continuamente estaban atacando y destruyendo la ciudad, y para combatirlos y evitar tragedias innecesarias estaban héroes como él.

Katsuki era el aclamado y popular héroe "Ground Zero" aunque lejos de ser el número uno, su popularidad cada día subía de nivel, recordaba muy lejana alguna tragedia que no hubiera sido capaz de evitar, su contador de víctimas durante sus rescates eran cero y estaba muy orgulloso de ello.

Pero ese día lo cambió absolutamente todo, nada sería igual en su vida. Los villanos tenían en mente un cruel plan y uno de los héroes había traicionado la confianza de los suyos, antes de unirse al bando de los malos.

Katsuki hacía tiempo tenía sus sospechas, pero cuando intentó detener a dicho héroe, tuvo un gran número de villanos a su alrededor, sedientos por sangre, por aniquilar un héroe en ascenso que en el futuro sería imparable y evitaría que ellos, los villanos, se alzaran como tal.

Todo se volvió negro no mucho después de ser atacado en manada, pero "el" llego conveniente rápido a su vida, como la luz al final del túnel pero en un augurio benevolente. Varios doctores y enfermeras movían rápidamente su camilla por el pasillo del hospital y cuando lo reanimaron, entre ellos, haciendo compresiones en su pecho pudo ver a Izuku.

Su sonrisa se iluminó y ensanchó al ver que abrió los ojos, al principio le había costado trabajo pero tan a prisa como se metió a su vida, se dio cuenta que era Deku, su viejo amigo de la infancia hasta la escuela secundaria.

Izuku había sido el único que se mantuvo a su lado, pese a su destructiva y explosiva actitud, cuando los médicos declararon que sería incapaz de volver a ser un héroe, lo cual solo empeoraba su salud ya que esperaba cada día que pasaba, el que encontrarán un donante de corazón.

Uno de los ataques del villano le habían parado el corazon, además de otros daños, hasta que Izuku inquebrantablemente le había hecho volver a latir con sus compresiones, pero pese a volver, su salud era delicada y tenía fallos cardíacos muy a menudo.

Izuku le acariciaba el cabello y sonreía tiernamente, lo veía directamente a sus ojos verdes, entonces la tormenta en su interior se calmaba. Se volvió dócil, como con ninguna otra persona.

Izuku era mucho más que el enfermero valiente que por sobre su agresividad e insultos, estaba ahí sin fallar un solo día. Jugaban a las damas chinas e incluso le facilitaba cosas que no alterarían su salud.

Izuku había vuelto a ser ese amigo de la infancia que el destino llevó por un camino diferente. 

Rápidamente se encontró pensando en él muy a menudo, incluso lo celaba internamente cuando debía irse y ocuparse de otros pacientes. De un tiempo para acá se había dado cuenta que lo amaba, por su simple y sincera manera de ser, en especial con él.

Estaba total y completamente enamorado de Izuku, aunque eso luego fue un venidero problema y todo por su propia y egoísta culpa.

-Entonces ahora prefieres tener una enfermera-la voz de Izuku sonaba serena-¿Porque lo haz hecho de esta forma, tan...? Tan repentina-se mantuvo firme en su mirada, le gustaba la valentía de Deku.

Katsuki se reservó algún comentario.

Pensó muy bien antes de responder.

-No quiero pasar mis últimos años viendo a un Deku en mi habitación...-Izuku frunció el ceño, estaba claro para Katsuki que no iba a creerle. Como si pudiera leer su mente y saber que ese no era el problema, que habia algo mas profundo.

Izuku se mantuvo en silencio, se mordió el labio inferior y dio media vuelta marchándose.

Llevaban un año compartiendo momentos, un año de volver a conocerse y recordar su infancia juntos, antes que la vida los separará y marcará caminos diferentes.

Y fue aquella la primera noche que, en medio del silencio se encontró la primera rosa.

Era como media noche y se escuchaba el ruido de las máquinas que controlaban sus signos vitales, aun respiraba por su cuenta pero a menudo su corazón fallaba.

No lo vio sino hasta la mañana siguiente, fue evidente que alguien se había colado a su habitación y dejó un florero sobre la mesita de luz, con una hermosa rosa roja en su interior, flotando en agua cristalina como si bailara en esta.

No pudo evitar sonreír en medio de la intriga.

Las siguientes noches se envolvieron en esa bella rutina. Por alguna motivo le daba alegría y paz ese detalle, sin embargo por otro lado sentía melancolía al no poder evitar pensar en Izuku y por el otro sentía que lo tenía mucho más cerca de lo que pensaba.

-Así que eras tu...-Izuku dio un salto, ya no pudo escapar al final de la semana.

Katsuki aunque no debía, estaba de pie y acababa de atraparlo.

-Kacchan... yo, crei que podria estar... cerca de ti de esta forma, nos separaste y yo...

Se miraron a los ojos, el verde esmeralda y profundo de Izuku, con los rojos y ojerosos pero refulgentes de Katsuki.

Verlo, ver la rosa significaba una esperanza. Pese a todo lo que hizo para mantenerlo alejado de una vida que probablemente acabaría al día siguiente sin aviso, Katsuki se rindió. Soltó a Izuku y le acarició la mejilla. Izuku se sonrojo, Katsuki sólo entonces dio el primer paso y le transfirió todos sus sentimientos, besándolo suavemente con sus labios resecos.

Y por el ojo de Izuku se deslizó una lágrima traviesa.

-Mierda, por que lloras cuando te beso...-no podía enojarse con Deku, no era su culpa-en realidad, realmente me sentía solo sin tu molesta presencia por aqui-Izuku finalmente estalló en lágrimas al escucharlo, se las limpio luego con su traje de enfermero.

-Eres cruel Kacchan...

Katsuki estaba muy feliz, así que extendió su brazo hacia él-ya, mierda, no llores...

Allí estaba nuevamente el comienzo, con la rosa de Izuku siéndole arrebatada, gracias a esa maldita y descuidada enfermera, que le había ignorado.

Acto de Izuku:

La primera anomalía respecto a su Quirk, Izuku la descubrió a la edad que se suponía que estos despertaban.

Se encontró dentro de un gran dilema, pues el médico no había sabido explicar de qué se trataba, por lo que para la sociedad era un Quirk sin valor, sin ser valedor para convertirse en héroe a futuro.

Sin embargo pudo darse cuenta muy pronto de que se trataba y así mismo, sus deseos de ser héroe se vieron aplastados por el bendito y maldito Quirk que había heredado de su madre.

Desde la infancia hasta la adultez decidió evitarlo, completamente efectuado excepto hasta que... Su amigo de la infancia, Kacchan, llegó a su vida.

— ¡Ves esto, no serás tú!-acusó la jefa de enfermeras, sosteniendo y tambaleando entre sus manos el florero que había quitado a Katsuki. 

El agua le había salpicado el uniforme, lo que le hacía ser más grosera, y una parte del suelo tan bien se había visto afectado.

—Deberías dejar eso en su lugar—advirtió con seriedad, ella inmediatamente se calmó, entendía porque lo seguía haciendo. Sin embargo, no creía que fuera bueno para Izuku.

—Mira yo sé que es duro, pero así son las cosas aquí y esto no te hará ningún bien.

Izuku se mantuvo sereno y serio, extendiendo la mano para recuperar el florero. La enfermera tosca no tuvo más remedio que entregárselo y soltó un largo suspiro, aquel chico no tenía remedio y sabía que las cosas podrían terminar muy mal para él... aunque él se viera tan tranquilo al respecto no estaba segura de cómo estuviera su mente allí dentro.

El joven enfermero camino a pasos seguros hacia la habitación de Katsuki, miro que no hubiera nadie merodeando y se coló dentro, el frasco resbaló de sus manos ante la sorpresa.

— ¡Kacchan! ¿Kacchan? ¿Dónde has ido?-dio un respingo con la nariz, como si estuviera a punto de llorar, se mordió los labios y caminó rodeando los cristales rotos que nadaban en el agua cubriendo a la rosa, cuyos pétalos se habían desprendido por el impacto.

—Kacchan, Kacchan...—continuó invocando, esquivando trastos en la habitación que lucía abandonada. Donde sus ojos verdes miraran, todo se veía en refacción. Había una cama cubierta por un plástico, ventanas sin vidrios y con más plástico, algunos colgaban del techo y había antiguas maquinarias por donde se viera.

No quiso ser preso del pánico, así que una vez que recogió los cristales y la rosa, se lanzó hacia afuera buscando un sustituto, en la sección del hospital que no estaba en remodelación y habían pacientes.

Había recorrido todo el lugar, esquivando doctores y otros enfermeros, camillas y sillas de ruedas, cuando pasó por la habitación de Imelda: una antigua paciente que vivía en aquel lugar, era extranjera y amable.

Miro su habitación con detenimiento, fijándose en el florero de mármol sobre su cómoda, en su interior habían narcisos que comenzaban a secarse y más abajo agua amarillenta.

—Eres tu Izuku—ella apareció a sus espaldas, caminando lentamente, era una mujer mayor y siempre daba una vuelta como ejercicio. Aunque muy lejos no podía llegar, en su juventud había aplicado para ser una heroína en su país, pero su Quirk no fue al final valorado como tal.

—Imelda—chan—saludo con ternura, la anciana se sonrojo.

—Parece que te gusta ese florero, he perdido la cuenta del tiempo que lleva allí, quizás cinco años. Antes estaba sobre el alfeizar de mi sala y siempre le colocaba narcisos frescos.

—Cinco años...

—Oh, lo lamento Izuku, te he hecho recordar algo que no debía—lo miró con compasión, él era quien la necesitaba en ese momento, la anciana se sentó sobre la cama.

—No importa... a veces es bueno recordar. Podría, pedírselo prestado—la anciana se sorprendió y como si supiera que tal vez no iría a recuperarlo en un tiempo, le dijo con una sonrisa:

—Te lo regalo, eres mi enfermero favorito. Puedes tomarlo—Izuku sonrió con todos sus dientes, ensanchando su cara pecosa y no perdió el tiempo. Avanzó hacia él y lo tomó entre sus manos. Regresando a pasos gigantes a la habitación que... a la habitación de Kacchan.

No pensaría en la realidad, no lo pensaría, no lo pensaría. Se repetía mientras hacía los preparativos, estilizó la rosa y la colocó en su nuevo florero, en agua clara y limpia que había sacado del baño. Al menos ese ya estaba listo para uso.

—Kacchan...—llamó de nuevo y entonces se hizo la magia.

La habitación se entorno igual que hacía cinco años, con cristales en vez de plástico en las ventanas y el ruido de las máquinas que le mantenían con vida. Que ya no revisavban sus signos vitales sino que también respiraban por él.

Sin embargo la cama estaba vacía, Izuku volteo asustado, miró su alrededor. Kacchan seguía sin estar ahí de nuevo.

—Kacchan quizás no puedas verme pero si oírme, es extraño pero no sientas miedo.

Como si estuviera uno a cada lado de un cristal espejo, se pudo ver al otro lado a Kacchan sobre la cama convaleciente. Kacchan estaba asustado y extrañado, pero feliz de escuchar a Izuku.

—Deku ¿Qué mierda sucede?

—Escucha, debemos.... No, tú debes entender que tienes el poder de levantarte de la cama, que ya no sientes dolor y que no estas enfermo, que todo eso ya pasó, y ahora solo es un reflejo—tomó aire, ya una vez había intentado explicarle y a la otra noche no lo recordaba.- ¿Qué fue lo más real que has sentido entre ambos?

Kacchan seguía sobre la cama, no podía levantarse, se sentía muerto ya. Aun así su capacidad para pensar la pregunta fue buena... Recordando el primer beso entre ambos, como lo más real... como lo último realmente vivo y sentido.

—Nuestro beso...

Izuku sonrió sintiendo al mismo tiempo tanta nostalgia.

—Kacchan ese... ese también fue nuestro último beso—confesó, sin poder evitar el ardor de sus ojos, las lágrimas deslizándose por su cara y el nudo horriblemente doloroso en su garganta.

La sentía como si la cerraran a la fuerza, con algo duro, sentía como se estrechaba pegándose entre sí.

—Hace cinco años tú, tú estabas aquí, era, lo oyes... E-era tu habitación—Katsuki sintió como un estorbo a la máquina que respiraba por él. Sintió más fuerzas de repente, su corazón no parecía acelerarse por ese inútil y sencillo esfuerzo y sintió como el cristal espejo que lo separaba de Deku, se rompía en un sonoro "Crick, crack".

—Deku...

—Llevas cinco años... muerto—confesó, en una voz ronca, hundido en un pantano de dolor. Ese maldito Quirk.

Lo aborrecía desde aquella noche, desde la última vez que vio los ojos rojos y vivos de Kacchan.

Ya no tenía ánimos y fuerzas para jugar a las damas, entre estudios nuevos y otros pacientes, habían tenido poco tiempo para amarse un momento más. 

Y entonces la tragedia de esa noche se instaló sobre su cabeza, llevaba la rosa para ponerla en el florero, sobre la mesa de Kacchan.

Kasuki, naturalmente, ya no estaba sobre la cama cuyas sábanas habían sido ya dobladas.

Se había ido en la mañana, su corazón se detuvo abruptamente  simplemente y aunque el doctor había llegado a tiempo, no había podido hacer más nada por el ex héroe "Ground Zero".

Incapaz de aceptarlo, en la soledad de la habitación, aguanto las lágrimas y camino hacia la mesita.

Dejando aun así la flor en el florero que aún no habían sacado de allí. Y como una especie de magia rara el lugar cobró vida.

Su Quirk se había activado después de muchos años, ignorándolo y fingiendo que no lo tenía.

—Deku, te he atrapado de nuevo—Abrumado por sus sentimientos abandonó la habitación, asustado, dejando de oír su voz. Corrió hacia la morgue y se aseguró.

Se aseguró de que estuviera teniendo un mal sueño... pero al ver el cuerpo inerte sobre la camilla de metal, entró a llorar sin control.

Kacchan realmente ya no estaba, y más temprano que nunca entendió que su Quirk formó un lazo con el más allá, gracias al florero y la rosa.

Al igual que lo veía en este momento, frente a frente. Una vez sola se había atrevido a decirle la verdad, confrontar su alma sin embargo muy diferente a aquella vez por fin Katsuki parecía dispuesto a aceptarlo.

Lo sentía por su expresión, tan cálida y serena.

Algo profundo y doloroso, clavándose con miles de agujas en su mente le decía claramente, que al día siguiente Katsuki ya no lo olvidaría y comenzaría todo de nuevo, creyendo que aún estaba moribundo sobre la cama del hospital.

— ¿No es un regalo de los dioses?

Izuku miró en dirección a Katsuki.

—Pero... Kacchan...

—Mírame, estoy aquí y puedo tocarte, puedo hablarte, puedo estar a tu lado y ya no tengo que irme.

Izuku sollozo.

—Yo...

Kacchan flotó hacia él, era todo diferente. Por sobre el dolor sentía que necesitaban esto ante lo inevitable.

-Aunque estaba en la gloria siendo un héroe, siendo reconocido y alcanzando la cima poco a poco... Siempre me haz hecho falta Deku. -Deku se sonrió, calmado y sereno, Kacchan era más dulce.-Eres como la luz del amanecer, eso sonó realmente cursi, pero así me siento y además...

-Tu alma debe ascender y descansar Kacchan, aunque me haga feliz verte yo... No se trata de lo que quiera yo, se trata de que te mereces algo mejor que quedarte atrapado aquí.

-Quien carajos me asegura que del otro lado será mejor que esto, que tenerte aquí mismo...

Izuku ante sus sobrenaturales ojos rojos, dejó caer el florero que Imelda le había regalado.

Se arrepentiría, pero su fe fue muy determinada. Observó la pobre rosa y acabó por destruirla pisoteandola con todo el dolor de su alma impreso en los pisotones. Observando mientras tanto como la figura de Kacchan se desvanecía como si miles de lucecitas de árbol navideño, se apagaran en un vals lento y radiante.

Significaba que al fin se habían desprendido el uno del otro.

Evito solo entonces pensar en nada y giró sobre sus pies, mientras su rostro se empapaba de nuevo en lágrimas, a la salida de una ex habitación de Katsuki se había encontrado con la jefa de enfermeras de antes.

Esta vez ella lo había visto, sabía que era quien se metía allí y dejaba la rosa en el florero que antes, había quitado.

Muy diferente de Izuku, ella no pudo ver las proyecciones sobrenaturales de Katsuki: las sombras de lo que era él en sus últimos días, hacía cinco años. Cuando fue a echar un vistazo como si tuviera un presentimiento y Katsuki, vio que el florero y la rosa le eran arrebatadas, pensando entonces su alma, al ser ignorada, que la enfermera no estaba a su cargo.

Por supuesto, sin imaginar que estaba muerto e Izuku podía verlo gracias a su "maldito Quirk".

Ella había esperado el momento que ahora tenía, sin embargo fue incapaz de decir algo. Por la actitud del enfermero intuía que nada estaba bien, de nuevo.

Izuku evitó mirarla, pareció pensar que dirección tomar y se fue hacia la izquierda, llegando a las escaleras. Las bajo durante un buen tramo hasta dar con la recepción y se marchó de allí con mucha tristeza ahogándole el corazón y su alma.

Había dado un paseo por los lugares que Kacchan mencionó en vida, gustaba de ir. Siempre había soñado con visitarlos junto a él, cuando florecía la esperanza de que pronto encontrarían un donante y sin embargo allí estaba solo y sin su compañía.

Un mal final que tal vez era muy visible entonces, pero que ignoro tanto como le fue posible.

Los días continuos los había pasado en su apartamento, dándole vueltas al asunto y pensando en Kacchan como siempre.

Debía y tenía que superarlo o sino otros cincos años pasarían antes de darse cuenta que quizás no podría... pasar otros más sin él.

La llegada de la media noche suponía los últimos días una vaga y tajante golpiza. Ya no podía cambiar los hechos, nunca debió seguir aun después de su muerte ese absurdo ritual romántico.

Se tentaba siempre de comprar rosas cuando, mientras iba a la tienda a comprar el almuerzo, pasaba frente a la florería más cercana y al tercer día de su descanso finalmente cedió apresurandose a llegar a su casa, para poner un gran ramo en el florero o al menos en una jarra de vidrio de su alacena que nunca utilizaba.

Si no lo hacía en el hospital, Kacchan no retornaría, su alma estaría bien como debía, en el paraíso.

Así que a las diez se fue a dormir.

Soñaba que estaban juntos de nuevo, el eco de palabras mezcladas los confundía y en medio de la escena, una rosa mutante los separaba enredándolos su sus ramas serpenteantes, llenas de espinas que quebraban su amor: visualizado como un paraíso de más rosas que se iban transformando en horribles monstruos.

Abrió los ojos como si nunca hubiera estado durmiendo, jadeando y volteando a ver la hora... Su estupor lo hizo saltar de la cama, era media noche.

Soltó un largo suspiro, dudaba mucho que pudiera dormirse de nuevo y entonces como si todavía tuviera pesadillas vio a Katsuki parado sobre el pie de su cama flotando en un suave manto de luz.

—No importan cuantas veces deba hacerlo, ahora puedo y soy consciente, entonces solo romperé el cristal que hay entre nosotros y—sonriéndole orgullosamente divertido—no me has dejado decirte antes—floto hacia el—. Tú eres mi paraíso—murmuro decididamente-así que acostúmbrate a ver mi maldito rostro fantasmal, Deku de mierda.

Izuku no lloro, solo esbozo una enorme sonrisa tras mirar el ramo de rosas en el florero improvisado, sobre su cómoda y luego miró hacia a Kacchan.

"A veces no se quedan por asuntos pendientes, a veces un ser vivo es el paraíso de aquella pobre alma que... necesita saberlo para poder aceptar su muerte y no estar atrapado en un bucle de sus mejores días de vida."

"Tenía unos diez años, Izuku se levantó una tarde de la siesta y se asomó al living, Inko, su madre, estaba bailando en medio de la sala, antes que ella se diera cuenta de su presencia vio una figura espectral desaparecer."

"Aquella misma figura era la que antes la sostenía de la cintura y le hacía moverse al centro de la sala, bailando una música que sonaba de alguna parte que no logro identificar."

"Tras Izuku preguntarle quién era la persona con la que bailaba, Inko supo entonces que su niño había heredado su Quirk, supo el porqué los doctores decían que tenía un Quirk pero no que este hacía y con sus sospechoso confirmadas pasó a explicarle."

"-Ese era tu padre, fue bastante astuto y dijo que le tomó tiempo, pero pudo romper el cristal que lo separaba de mí, del otro lado en el otro mundo..."

"Izuku sabía que su padre estaba muerto, pero un poco más mayor comprendió que su alma, conectada con Inko todavía, todas las tarde cruzaba el velo para bailar con ella."

"Inko murió antes de graduarse y la vio una vez, reuniéndose con el alma de su padre, entonces, Izuku ignoro su Quirk y lo maldijo."

Izuku recordó las palabras de su madre y recordó entonces cuando la veía bailar con su padre, hasta que desarrolló un poco de control sobre el Quirk, apenas veía luminosidad tapandolo todo, cuando trataba de ver el alma de su padre bailando con su madre..

"Quizás los ayudes muchas veces, pero una vez que saben abrir su paraíso, ellos entraran una y otra vez buscando esa inmensa felicidad que solo su paraíso puede darles, el descanso tan merecido tras su tránsito en el mundo de los vivos."

Pensándolo con más detenimiento, Izuku no supo si quizás el mismo ya había muerto, porque ni siquiera lo pensó y de hecho le hizo realmente feliz en cinco años, decirle a Katsuki:

—Y tú eres el mío.

Kacchan era su paraíso, se pertenecían el uno al otro.

La adusta enfermera estaba en la sala de descanso, después de una dura y trágica noche, mientras se sonaba la nariz con un pañuelo.

Miró hacia la tele y allí nuevamente hablaban del ataque que había sufrido la ciudad por parte de los villanos.

Entre las muchas víctimas que habían recibido antes de la media noche, la enfermera había sido parte del reconocimiento, pues cierto enfermero de cabello verde había sido ingresado.

-Los villanos atacaron la florería donde el enfermero Midoriya estaba, lo lamento mucho...

En algún lugar.

-¡Kacchan, he regresado y mira, te he traído rosas!

Katsuki apareció como por arte de magia.

-Hah, solo me traes rosas-Izuku sonrió.-Te perdonaré, pero solo  esta vez.

-Esta es especial, un niño me la ha dado en el hospital, aunque por alguna razón se ha asustado de mi.

-Será por tu estúpida actitud.

-No lo sé, pero me pareció extraño...

Katsuki se acercó a él, sin notarlo extraño pudo ser capaz de abrazarlo y besarlo.

Incluso le había puesto rojo.

-Harás que me ponga celoso de ese niño, Deku.

-No seas así Kacchan, eres todo para mí y será así para siempre... Créeme.

-Te creo...-Izuku floto a su lado, sin darse cuenta que, Katsuki no había roto el cristal, sino que se habían reunido gracias a su propia muerte.

FIN.

;-; alguien más está sad, solo diré que me dolio adaptar esto, lo adapte al Katsudeku desde un Oneshot original, bajo el mismo nombre que está en mi perfil y que he escrito yo.

Pueden tirarme su hate, D,X están todo su derecho.

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