El hijo del sol
Viene Mysha. Vienen los dragones. Daenerys Targaryen descenderá sobre nosotros con fuego y sangre.
Todos estos rumores y muchos más los había escuchado de boca de los otros mercenarios en su largo viaje a Astapor.
Quentyn no sabía qué pensar de todos estos rumores, pero era todo lo que tenían. Desde su partida de Dorne, había estado ciego y sordo a todo lo que había sucedido en casa. Por supuesto, habían escuchado rumores, pero los rumores eran similares a los cuentos de hadas. Uno podría encontrar una pizca de verdad en ellos, pero no más que eso.
Lo mismo debe pensarse de los rumores sobre Daenerys Targaryen. Antes de que su padre lo enviara a Essos le habían dicho que era una niña pequeña de diez y cinco años y que era bonita de contemplar, pero lo que había oído de ella hasta ahora le hizo creer lo contrario. Daenerys Targaryen supuestamente había sido vendida a un señor de los caballos Dothraki, supuestamente había despertado dragones de la piedra, supuestamente había hecho marchar a su anfitrión a través de Red Waste, supuestamente había matado a los Imperecederos y había saqueado tres ciudades, antes de nombrarse a sí misma Reina de Meereen. Lo que fuera que su padre hubiera dicho, debía ser falso, porque no podía imaginar que una chica de buen corazón pudiera hacer tales cosas.
Tal vez sea otra Rhaenyra Targaryen , había bromeado su amigo Gerris Drinkwater mientras tomaba una copa de vino. Bueno, al menos no te aburrirás mientras mantienes su cama caliente, Quent.
Quentyn se había divertido menos. Nunca se había acostado con una mujer, y mucho menos con una loca, pero para Gerris todo era una broma. El cielo podría ser oscuro y amenazador, pero Gerris Drinkwater aún tendría una sonrisa en los labios.
Eso había sido tres días antes, después de un largo viaje bajo el sol abrasador. Quent había nacido y se había criado bajo un sol aún más caliente, pero aún buscaba consuelo bajo la sombra de los árboles que bordeaban el polvoriento camino hacia Astapor. Las moscas y los mosquitos eran peores, deslizándose incluso a través de las redes de seda que usaban para cubrir sus lugares para dormir. Esta mañana había contado tres bocados más, pero ahora había dejado de importarle. Había soportado demasiado para huir de su destino.
Soy un príncipe de Dorne. Inquebrantable, Inquebrantable, Inquebrantable , como decía la Casa Martell. Sus antepasados no doblaron la rodilla ante los dragones y, por lo tanto, él no se doblegaría ante los caprichos de los mosquitos y sus tontos miedos.
Sin embargo, cuando llegaron a las puertas de Astapor, sintió que lo invadía un oscuro presentimiento.
Quentyn no sabía por qué, pero para él la ciudad parecía muerta y desierta.
"La Ciudad Roja", comentó Greenguts y agitó su mano hacia las paredes de color rojo sangre y desmoronadas de Astapor. Era un gran caballero calvo de Dorne y para todos los Windblown, la compañía de mercenarios a la que se habían unido, el amo y señor de Quentyn.
Fue una vida humilde. En Dorne, Quentyn había sido un príncipe, en Volantis un comerciante, pero una vez que puso un pie en las costas de Slaver's Bay, volvió a cambiar su nombre. En un abrir y cerrar de ojos se había convertido en Frog, un escudero de Greenguts, aunque los otros mercenarios casi nunca usaban ese nombre. Por lo general, lo llamaban "usted" o "niño" y cuando eran realmente malos lo llamaban "Froggy".
No es que a Quentyn le sorprendiera la falta de nombres propios. Muchas empresas libres habían nacido y habían desaparecido como las estaciones. Su vida era tan inestable como sus nombres. La muerte estuvo siempre presente.
Los Windblown no eran muy diferentes. Habían sido formados hace unos treinta años por un noble Pentoshi de voz suave comúnmente conocido como el Príncipe Andrajoso.
Quentyn solo lo había visto de lejos. Su cabello y cota de malla eran de color gris plateado, pero su capa andrajosa estaba hecha de vueltas de tela de muchos colores, azul y gris y violeta, rojo y dorado y verde, magenta y tal vez cerúleo. Su hermana Arianne lo habría sabido, siempre le gustaron los colores brillantes, pero él borró esos recuerdos antes de que pudieran apoderarse de su mente. Pensar en su hogar lo entristecía.
La historia del Príncipe Andrajoso, como la de su futura esposa, fue aún más cautivadora. Según la historia, los magistrados de Pentos lo habían elegido para ser su nuevo príncipe, horas después de decapitar a su antiguo príncipe. Sin embargo, en lugar de aceptar su destino, había atado su espada, había subido a su lugar y había huido a las tierras en disputa. Había viajado con muchas compañías desde ese día y luego finalmente formó su propia compañía, Windblown. De sus seis fundadores, solo quedó el príncipe andrajoso.
"¿A qué estás esperando chico? ¡Fuera del camino!" la voz atronadora de su sargento lo llamó de regreso al presente. Era un hombre enorme y comúnmente conocido como Hammerhand Dick, por su preferencia de cortar las cabezas de sus enemigos con un martillo de guerra. Quentyn no pudo evitar recordar al rey Robert. Nunca había conocido al Rey Ciervo, pero incluso en Dorne lo conocían como un guerrero temible, aunque su tío Oberyn prefería llamarlo el "Ciervo Gordo" o "el Loco Borracho".
"¡Ten cuidado con lo que dices, Dick!" Greenguts respondió y desenvainó su brillante espada. Era el mejor espadachín de su grupo e incluso Dick Hammerhead no tendría un juego fácil con él. "Frog es un tonto torpe, pero no lo veré lastimado. Le tengo cariño a mi Froggy ".
Quentyn se sintió de nuevo como un niño. Arianne siempre le había puesto extraños apodos cuando era niño, aunque él le había devuelto el favor. Ella había sido una niña bastante regordeta y por eso la había apodado "cerdita", algo que ella nunca le había perdonado. Ahora, años después, Arianne se había convertido en una belleza mientras Quentyn todavía era el chico de apariencia sencilla que siempre había sido. A veces, especialmente cuando se veía como su compañero Gerris, creía que los dioses debían haberlo castigado por su vanidad.
Todo lo que podía esperar de esas cincuenta mil lanzas dornienses sería suficiente para influir en el corazón de la princesa Daenerys.
"Muy bien", respondió Dick Hammerhead y escupió en el suelo ante Greenguts. Ahora muévete. Astapor nos espera ".
Sus palabras resultaron ser ciertas, pero no de la forma que esperaban.
De hecho, Astapor los había estado esperando, pero no se veía ninguna señal del enemigo.
Se habían acercado a las puertas de la ciudad con cuidado, con su caballería ligera montando círculos ante las puertas de la ciudad mientras las legiones Ghiscari se habían colocado en las colinas que rodeaban la ciudad. Detrás de ellos y en los flancos, su pesada caballería había ocupado sus lugares. La Compañía del Gato, dirigida por el infame Barba Sangrienta, había sido colocada en el flanco izquierdo, mientras que su compañía, la Windblown, había tomado posición en el flanco derecho.
Así, se quedaron esperando el movimiento del enemigo, pero no pasó nada. Finalmente, después de que sus líderes se dieron cuenta de que ningún enemigo vendría por ellos, decidieron asaltar las puertas.
Los descarados tontos que habían asaltado las puertas habían sido liderados por Bloodbeard. Rápidamente, la infantería Ghiscari siguió y luego los pocos miles de hombres que habían sido proporcionados por los maestros exiliados de Yunkai. Sus propios hombres habían estado ansiosos por unirse, pero el Príncipe Andrajoso había aconsejado a sus sargentos y capitanes que se quedaran atrás y vigilaran las tierras que rodean la ciudad en busca de nuevos movimientos enemigos.
Podría ser una trampa , les había dicho Dick Hammerhead cuando Drink, el nombre que Gerris Drinkwater se había dado para ocultar su identidad, lo había molestado por su falta de participación. Descansemos mientras Bloodbeard hace nuestro trabajo.
No mucho después de que los hombres de Bloodbeard hubieran logrado romper las puertas de la ciudad, pero nuevamente el Príncipe Andrajoso contuvo a sus hombres. En cambio, les había ordenado que acamparan.
Obedecieron y construyeron tiendas de campaña, recogieron leña y alimentaron a sus caballos mientras los Bloodbeard saqueaban la ciudad.
El sol ya estaba desapareciendo detrás de los muros rojos de Astapor cuando se les permitió entrar en la ciudad, aunque una vez que cruzó las puertas rotas, Quentyn deseó no haber venido nunca aquí.
Astapor no era una ciudad, era el infierno en la tierra, una ciudad de muerte y ruina.
Las calles estaban sembradas de un río de cadáveres, en las espaciosas plazas se habían encontrado cientos de piras amontonadas de ceniza y restos de huesos humanos. Recorrieron las pirámides y las casas, en busca de señales de vida y comida, pero lo único que encontraron fueron cadáveres y más cadáveres. Algunos habían estado tan infestados de gusanos y moscas que tuvieron que llevar antorchas para mantener a raya a los enjambres de moscas.
Sin embargo, el olor había sido el peor. Era una mezcla de dulzura y maldad, diferente a todo lo que Quentyn había olido jamás.
Drink y Greenguts apenas habían podido mantener el ayuno dentro de su estómago e incluso los Ghiscari dudaban en quedarse en la ciudad, ¿no era por el hecho de que necesitaban agua? Solo Barbanegra y su horda de carteristas parecían prosperar en este ambiente podrido. Apenas había caído la noche, antes de que hubieran rescatado las barricas de las bodegas de los maestros y empezaran a ahogarse en ellas.
Algunos de sus hombres también se habían unido, pero la mayoría no. El príncipe andrajoso era un hombre de voz suave, pero tenía reglas firmes en su compañía y una de ellas era: no vino durante la campaña, aunque en cambio tenían una bandada de chicas bonitas siguiéndolas y atendiendo las necesidades de los hombres. No hace mucho, Drink había enviado a una de las chicas a su tienda, pero Quentyn la había despedido. Ella no había sido fea de ninguna manera, pero su olor le había disgustado.
Drink se había reído de él esa noche, pero al día siguiente se había disculpado, pero eso no había sido suficiente para aliviar el orgullo herido de Quentyn.
Quentyn hubiera preferido una copa de vino, pero en lugar de tomar algunos de los barriles para los suyos, el Príncipe Andrajoso los había enviado a explorar los alrededores en busca de un lugar de agua.
Habían tenido éxito en su esfuerzo, pero los hombres se habían quejado porque les había llevado casi medio día encontrar un arroyo en este paisaje seco.
Astapor era un lugar de infierno, pero lleno de cisternas y pozos llenos de agua. El hecho de que los hombres de Ghiscari y Bloodbeard se hubieran burlado de ellos por eso había afectado aún más.
Eso fue hasta que los tontos descubrieron que los pozos estaban manchados de cadáveres hinchados.
El Ghiscari se había horrorizado, pero al Bloodbeard no le había importado. En cambio, él y sus hombres habían continuado ahogándose en vino.
Habían pasado dos días desde entonces y muchos de los mercenarios, que habían sido privados de una buena pelea, se aburrían y recurrían a prostituciones, apuestas y simulacros de peleas. Quentyn observó a Greenguts jugar a los dados con alguien llamado Old Bill Bones. Los otros mercenarios amaban a Greenguts, quien apostaba con tanta valentía como blandía su espada, pero lamentablemente nunca fue bendecido con suerte.
Greenguts perdió una y otra vez, pero había un límite de tiempo que se podía perder jugando. Sin embargo, cuando los primeros hombres empezaron a enfermarse, Quentyn deseó que perder el tiempo fuera el menor de sus problemas ...
Comenzó con cien hombres de la Compañía del Gato y doscientos hombres de las dos legiones Ghiscari, pero pronto todos los que habían consumido agua o vino de la ciudad se enfermaron. El Bloodbeard era solo uno entre muchos.
Quentyn no lo había visto morir, pero incluso aquellos que lo habían despreciado sintieron lástima por él al final. Dicen que había desangrado todo el vino que había consumido, antes de que su piel se volviera tan seca como el desierto de Dorne y le suplicara a uno de sus subordinados que le cortara el cuello.
«El Flujo Sangriento», les había dicho Dick poco después, con la voz llena de miedo. Bendice a nuestro Príncipe. Vio la pintura en la pared y nos evitó un destino tan terrible ".
Y aunque el príncipe andrajoso les había librado de la misma suerte, no había podido evitarles el destino de convertirse en sepultureros de sus camaradas caídos.
Así, en lugar de luchar, dedicaron su tiempo a enterrar y quemar a los que habían perecido por la plaga. Quentyn pensó que nunca terminaría, pero después de una semana la muerte cesó, aunque eso no fue un gran consuelo.
La mitad de los hombres de la primera legión Ghiscari habían perecido y aunque a los hombres de la segunda legión Ghiscari les había ido mejor, algunos de ellos todavía estaban en camino de recuperarse. Sin embargo, la Compañía del Gato había sido la más afectada. Dos tercios de su número habían perecido.
Lo peor ha pasado , supuestamente les había dicho el príncipe andrajoso a sus capitanes y sargentos después de que hubieran pasado dos días más sin otro caso de enfermedad. Ahora finalmente podemos marchar sobre Yunkai.
Los amos de esclavos exiliados de Yunkai supuestamente habían estado de acuerdo con él y también los líderes de las dos legiones de Ghiscair que se les habían unido hace apenas un día. Se suponía que estas dos legiones frescas marcharían hacia Yunkai mientras sus dos legiones debían mantener Astapor, pero ahora, después de que tantos de sus camaradas habían muerto a causa de la plaga, era inevitable reforzar sus filas con estas tropas frescas mientras los enfermos lo harían. Regrese a New Ghis.
Todavía se orinarán cuando tengan que enfrentarse al verdadero Inmaculado , Denzo D'han, uno de sus capitanes y un veterano de cien batallas que había declarado después de haber escuchado su acalorada discusión.
Habían marchado desde el crepúsculo hasta el amanecer para poner una distancia adecuada a Astapor, pero al final Quentyn sólo había deseado descansar.
Sin embargo, siempre había algo que hacer. Armadura para pulir, carpas para construir y comida para cocinar.
Esa noche también se le ordenó soportar la primera guardia y vigilar los caballos.
Había necesitado toda su fuerza de voluntad para no quedarse dormido.
El sol se elevaba en el horizonte lejano cuando Drink vino a verlo.
"¿Dónde está el gran hombre?" preguntó, refiriéndose a Greenguts.
"Se fue a perder el resto de su plata", dijo Drink. Déjalo fuera de esto. Hará lo que tenga que hacer, a pesar de sus quejas ".
Quentyn era muy parecido. Había hecho muchas cosas que no le gustaban, todas para enorgullecer a su padre. Había navegado en un barco abarrotado sacudido por el viento y el mar, comiendo pan duro y bebiendo cerveza amarga, durmiendo sobre montones de paja y había soportado muchas más desgracias, todo por una bella princesa. Se sentía como vivir una canción, solo que Quentyn no se sentía como uno de estos heroicos príncipes, sino como un tonto.
Y aunque había aceptado todo esto como parte de la gran aventura en la que se había embarcado, ahora estaba a punto de cometer una pura traición.
Sus camaradas de armas eran hombres duros, pero Quentyn había compartido su hidromiel y había intercambiado historias con ellos. No era honorable, por mucho que Drink tratara de justificarlo.
Sin embargo, esta vez, parecía como si los dioses hubieran escuchado sus súplicas, porque un día después fueron llamados de repente a la tienda del Príncipe Andrajoso.
Fue el amargo Hungerford quien los condujo a la tienda del comandante, un gran pabellón de lona gris.
Le tomó sólo un parpadeo de un momento darse cuenta de que la mayoría de los hombres reunidos procedían de los Siete Reinos. La mayoría de ellos probablemente eran exiliados o hijos de exiliados. Dick Straw, amigo de Dick Hammerhead había afirmado no hace mucho que había tres veinte Westerosi sirviendo en su compañía y parecía que muchos de ellos estaban entre estos hombres. Estaba el propio Dick, Hugh Hungerford, Pretty Meris y un hombre llamado Lewis Lanister, el de cabello dorado. Denzo D'han también estaba allí, con el enorme Caggo a su lado. Extrañamente, ninguno de los dos lo era Westerosi, pero ambos eran capitanes y la mano derecha e izquierda del Príncipe Andrajoso.
Algo está sucediendo aquí, Quentyn se dio cuenta de inmediato.
"Los esclavistas quieren que exploremos más adelante", explicó el Príncipe Andrajoso. "Creen que la Reina Dragón podría prepararnos otra trampa. Por eso voy a enviar a un tercio de nuestros hombres a las colinas. Lo que quede de la Compañía del Gato seguirá, pero ellos viajarán entre los suyos ".
Se escucharon susurros y se intercambiaron miradas de miedo entre los hombres. Ninguno de los dos se agradaba, pero el hecho de que algunos de ellos pudieran ser portadores de una enfermedad mortal hizo que estos hombres se sintieran más temerosos.
"¿Pero por qué hacernos montar juntos, mi señor?" Preguntó Dick. "Nunca hemos dividido la empresa por sangre o lengua. ¿Porqué ahora?"
"Una pregunta justa," concedió el Príncipe Andrajoso, sus tristes ojos grises barriéndolos. "Quiero que te separes y corras hacia Yunkai o mejor dicho ... si vienes por uno de los mercenarios de la Reina Dragón, a saber, los Segundos Hijos o los Stormcrows ... bueno, quiero que te acerques a ellos."
"¿Para ir con ellos?" preguntó Dick Hammerhead. "¿Quieres que cambiemos nuestras capas?"
"Yo lo haría", confirmó el príncipe andrajoso.
A Quentyn le costó mantener a raya la risa. Quizá los dioses no lo hubieran maldecido después de todo.
"¿Y crees que la Reina Dragón nos dará la bienvenida?" Hugh Hungerford preguntó e hizo una mueca amarga. "¿Y entonces? ¿Somos espías? ¿De verdad estás pensando en cambiar de bando? "
"Eso no te corresponde a ti decidir", refunfuñó Caggo. "Harás lo que te digan".
"Siempre", maldijo Hungerford y levantó su mano que consistía en sólo dos dedos.
"Entonces seamos francos", añadió Denzo D'han. "Los maestros exiliados de Yunkai son tontos torpes. Los únicos hombres valiosos son las legiones Ghiscari y lo que queda de la Compañía del Gato. Sin embargo, apenas ayer, cincuenta de las legiones Ghiscari se enfermaron. La enfermedad aún se está propagando. Por eso creo que nuestro príncipe es prudente al mantener abiertos todos los caminos ".
El príncipe andrajoso había escuchado en silencio y obviamente había tomado esto como un acuerdo de todas las partes.
"Meris te lo ordenará", declaró por fin y se puso de pie. "Ella conoce mi mente en esto ... y Daenerys Targaryen puede ser más tolerante con otra mujer".
Quentyn no sabía si podía estar de acuerdo con eso cuando vio a Pretty Meris.
Tenía ojos fríos y muertos. Le hacían estremecerse.
Y, sin embargo, era su única oportunidad de llegar a la princesa Daenerys.
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Próximo capítulo volvemos con jon y el dragón