High School Pyrex ✓

By OdysseyRamirez

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Saga #School 1 High School Pyrex. Instituto para varones. Un reformatorio. ¿Entonces que hace una chica ahí m... More

High School Pyrex
Advertencia
1. Decisiones precipitadas
2. Instituto Pyrex
3. Nueva estudiante
4. Tratos propuestos
5. Viejos deseos
6. Desastrosa escapada
7. Fumador nocturno
8. Paradas silenciosas
9. Peculiar reconciliación
10. Curiosa preferencia
11. Cumpliendo deseos
12. Noches playeras
13. Típica realidad
14. Preparatoria Orange
15. Cruda verdad
Ares
16. Exasperante desigualdad
17. Amor juvenil
19. Regreso Bailey
20. Tinta negra
21. Deformada A
22. Halloween colorido
23. Obra interminable
24. Touchdown problemático
25. Extraña soledad
Ares
26. Esa constelación
27. Libreta materna
28. Intensa competitividad
29. ¿Te quedarías?
Agradecimientos

18. Tormentosa interrupción

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By OdysseyRamirez





- ¿Qué tal si te respondo eso en la feria?

-Dudo mucho que asista -no pretendo sonar pesimista pero con el estado en el que mamá se encuentra se me dificulta ir a la feria.

- ¿Qué días estás disponible entonces?

Muerdo mi labio inferior. Muy posiblemente no será pronto, dado que, mi madre aunque no esté consciente de mi presencia en el hospital me necesita.

-Siendo completamente sincera no va a ser estos momentos, Ares, discúlpame.

- ¿Cuántos días estarás aquí? -miro sobre mi hombro la arquitectura del hospital. Indefinidamente no sé cuánto estaré aquí, asistiré a clases claro está, lo que no sé es si iré a casa luego de la preparatoria.

-Depende de como se encuentre la persona por la que estoy aquí.

Ares exhala con esa comprensión desilusionada, sin embargo, su rostro no muestra discordia con mi decisión; en su lugar, se muestra comprensivo cuando me ahueca las mejillas entre sus ásperas y frías manos. Me brinda una sonrisa afable y besa una última vez mis labios.

-Estaré pegado al móvil -dice -, por si quieres ya sabes desligarte de lo que te acongoja -no me da tiempo de decir nada cuando me suelta dejándome más fría de la que ya estoy. Con él todo parece aumentar diez grados.

Se gira sobre sus talones sin despedirse, se dirige a su auto a paso cauto. Quiero detenerlo y explicarle lo que sucede; mas, mi boca se alía con mi lengua para dejarme muda e incluso insignificante.

Se sube a su auto, da la vuelta y desaparece por la calle sin más nada que escuchar de mi parte ni más nada que decir de su persona. Meto las manos en los bolsillos de mi sudadera, e inconscientemente muerdo mi labio inferior rememorando el beso que me dio. Admito que no me lo esperaba pero me ha dejado impresionada y satisfecha.

Regreso al hospital donde papá está parado frente la puerta de la entrada con las manos enterradas en los bolsillos de sus vaqueros. El ceño fruncido no hace más que traerme incógnitas y preocupaciones.

Sé en una parte de mí que muy seguramente él vio lo que pasó con Ares.

Cada sospecha se confirma al cabo que pregunta -: ¿El de tu lista? -Avergonzada asiento sin mirarlo. Las orejas y la cara me arden. No obstante él continúa su diálogo -: ¿Cuál es su nombre?

-Ares.

Suelta una risa de sopetón con aire sarcástico.

-Esos nombres que les ponen a sus hijos -su sonrisa desaparece cuando me ve a mí en sí y no la puerta de la entrada -. Asumo que es con quién estudiaste en el reformatorio.

-Sí...

- ¿Es una especie de Stefan Salvatore?

No evito reír.

-Tal vez.

- ¿Tal vez? -Pregunta con un fingido asombro -Iré comprando las estacas.

-Papá -regaño sin perder la sonrisa.

-No puedo mentirte, Ava, no me gusta ver esas escenas ¿Me doy a entender? Eres mi hija.

-Comprendo tu preocupación, papá, pero no hay de que alarmarse, Ares no es un aprovechado.

-Fingiré que te creo -dice no solo haciendo que me sienta ofendida sino que hasta me saca una risotada traicionera -. Solo tienes dieciséis.

-Lo sé.

-Sé que he estado haciendo un buen trabajo cuidándote sin tu madre pero por favor no te me desvíes del camino. Los chicos te distraen de la escuela.

-No pasará -prometo.

-Que así sea, Ava -de pronto me jala del brazo abrazándome, estrujándome entre sus brazos paternales que me empiezan a asfixiar por la presión ejercida. Luego de al menos treinta segundos más de tortura paternal me deja ir a donde se encuentran mis abuelos paternos.

La abuela Marcie me hace cariños en el cabello cuando sentada recuesto la cabeza en su regazo. Frente a mí está la abuela Katty y el tío Rick mirando sus celulares por -lo que creo yo- trabajo. La doctora Daisy viene de vez en cuando a decirnos el estado de mamá que no ha cambiado de estable y fuera de peligro.

Un rato después, el sueño puede conmigo y termino durmiendo en un sofá de la sala de espera.
























El hospital cuenta con muchos paneles de vidrio, tanto ventanas como puertas y en la sala de espera hay muchos de ellos por ende despertarme gracias al sol que aparece a las siete de la mañana iluminando todo a su paso no me sorprende en la mañana de domingo.

El sábado fue bastante ligero a comparación del viernes.

Papá está junto a mí haciéndome rulos en el cabello con sus dedos mientras lee una revista de la mesita de la sala de espera. Los abuelos están tomando café, el abuelo Jace a diferencia de todos ve el partido que muestran en el televisor de la sala.

Ronroneo de gusto cuando me estiro buscando desperezar mis músculos agarrotados y algo incómodos por dormir en una posición nada comida en el sofá; muy a lo contrario, cuando estoy estirando los pies estos no llegan a su estiramiento límite puesto que algo me lo impide. Alzo la cabeza encontrándome con la imagen del español durmiendo sentado con la cabeza contra la pared. La paz en su rostro es reconfortante pero no amortigua el desconcierto de su presencia aquí.

- ¿Qué hace aquí? -Inquiero en un susurro ronco por la falta de uso de mi voz.

-El zopenco con M lo trajo -explica el abuelo Jace -pero se fue a comprar algo que no alcancé a escuchar. -Se gira en mi dirección apuntando con su vaso de café a Ares. Continúa -: Y este boy band ni siquiera durmió según dijo. Por eso babea ahí sentado.

Su vista vuelve al televisor.

Observo a Ares otra vez. Es inevitable no notar las ojeras bajo sus ojos. Una sonrisa triste se asoma por mis labios. Termino levantándome y cubriendo con la sábana que usaba yo al español. Le doy un pequeño beso en el pómulo.

-Iré a ver qué consigo de desayuno en la cafetería -papá asiente pasándome unos cuantos dólares para pagar.

Así pues, emprendo camino a la cafetería.






La milanesa y los huevos revueltos saben de maravilla con el pan tostado en el plato que compré como desayuno. Mi celular tiene unos cuantos mensajes de Phoebe que me habla sobre las decoraciones de la fiesta de Carly, que, sin problemas consiguió.

No le respondo.

Un bufido se escucha frente a mí al mismo tiempo que se dejan caer en la silla de la mesa que ocupo. Ares con un vaso de café de la cafetería y una cara de muerto de sueño es lo que mis ojos detallan.

-Buenos días -saludo.

-Hola -farfulla adormilado.

- ¿Por qué no dormiste?

-Además de la incertidumbre contigo y que estuve estudiando más nada -se ríe silenciosamente mientras toma del café.

-Max te dejó a la deriva -señalo metiéndome un pedacito de milanesa a la boca con Pam tostado incluido.

-Fue a comprar globos para tu madre.

Un sonido enternecido brota de mi garganta.

Luego entro en cuenta que Ares acaba de mencionar a mi madre.

-Tranquilízate -masculla calmado a diferencia de mí que estoy al borde del colapso nervioso -, no fue su intención decírmelo. Estuvo todo el camino diciendo que lo matarías por haberme lo dicho sin querer.

Escondo mi cara detrás de mis manos. Ardo de pena.

- ¿Por qué te pones así? No es tu culpa la situación de tu madre.

-Deberás pensar que soy...

-No pienso nada, Ava -asegura quitándome las manos del rostro. Sus ojos se muestran compasivos -. Que tu mamá esté enferma no es culpa de nadie y no hace a las personas diferentes, en realidad, me ofende que pienses mal de todo por lo de tu mamá.

-Es que... Siempre se lo he ocultado a todo el mundo por miedo a que me digan algo. Crecí con las blasfemias de mis tíos y mis tías, sumarle más personas a la lista no es sanamente correcto.

- ¿Te digo algo? -Ni siquiera me da tiempo a responder -Todos son unos gilipollas si se meten contigo o con tu mamá por lo que le pasa. Son unos hijos de puta.

Una sonrisa agradecida aparece de repente en mis labios.

-Gracias.

-No, Ava, no me agradezcas más bien ten presente que cualquiera que juzgue a tu familia por la dolencia de tu madre no merece ni un ápice de tu atención. A diferencia de todos ellos tú eres una persona realmente valiente que está ahí por su mamá cuando más la necesita, eres simplemente extraordinaria.

-Continúa así y pueda que te convide de mi desayuno -de él brota una risa por su nariz.

-Termínalo tú, yo desayuné ya.

- ¿A qué hora vinieron?

-Como a las seis y media creo. Max estaba apurado y me sacó de mi casa así como así. Esta camisa es la que usaba ayer en la noche -señala la camisa de color verde militar con una estrella blanca en el centro. De ve desgastada y el cuello esta rozando su pecho. Me muestra a la perfección sus clavículas, la cadena en su cuello y los pequeños lunares que tiene en la piel de tórax.

-Pudiste negarte. -Justifico pinchando la milanesa del plato.

- ¿Negarme a verte?

Alzo la mirada del plato cuando lo dice. Tenso los labios en el instante que una sonrisa tonta exige salir a brillar.

-Quizá...

Ares ríe incrédulo.

-Ava, no sabes cuán feliz me pone ver tu cara al menos cinco minutos.

-Ok... -me muerdo el labio inferior embelesada por el español frente a mí. Sus ojos se ven más expresivos, su expresión más relajada. Se ve esplendoroso.

- ¿Irás a la feria entonces?

Me muestro tensa e inconforme.

-No lo sé, temo que en cuanto salga de aquí algo malo pase.

-Cosas malas siempre van a pasar, Ava, pero que eso no te impida disfrutar de las cosas buenas que pasan también.

-Me da miedo.

-Me encargaré de quitarte ese miedo, Ava -promete antes de arrebatarme un pedazo de mi pan tostado.

-Eso es abuso.

-Dijiste que podías darme de tu desayuno -ruedo los ojos al cielo sin borrar la sonrisa que se dibuja en mis labios.







De la mañana al mediodía las cosas siguieron constantes. Max le trajo un ramo de globos blancos y amarillos a mamá que amarró al pie de la cama, rato después vino Phoebe que se puso más insistente que el español acerca de la feria. Por supuesto que Max escuchó y duplicó esa insistencia.

Para Ares era mejor que mis amigos me rogaran asistir a la feria. Y luego de tantos no me convencieron porque la doctora Daisy apareció en un momento inesperado anunciando que mamá ya estaba despierta y podía recibir visitas.

Primero entraron la abuela Katty y papá. Yo por otro lado me quedé en la sala de espera. En cuanto ellos salieron habían pasado veinte minutos. Entonces, vino el momento de la verdad. Después de tantos meses hablaría con ella.

En el instante que entré a la habitación y cerré detrás de mí su expresión se iluminó.

-Ava.

La voz le sale pastosa por la falta de uso. Sus ojos color miel se muestran alegres por mi presencia.

-Hola, mamá. -Saludo con las mejillas rellenadas por una sonrisa. La mujer que me trajo al mundo alza una mano para que me acerco.

El brazo de la mano tiene una vía por donde le dan quién-sabe-qué-cosa pero que le afecta realmente bien. Se ve con más color que anteriormente. Me acerco con parsimonia y cautela.

Mamá suaviza la sonrisa al tenerme cerca otra vez.

-Te abrazaría pero me duelen los brazos -confiesa con pesar mientras me toma de la mano. Sus manos están tibias y sus uñas largas están pintadas de rosado pastel. Los músculos de mi rostro se contraen e, inesperadamente estoy llorando - ¿Ava?

-Lo siento tanto, mamá -farfullo apretando entre mis dedos los suyos, delgados y cálidos.

- ¿Por qué te disculpas?

-Porque no vine... Porque me dolía recordarte así y no como antes. Lo siento.

-Ava, no te disculpes por eso, está bien -dice más compresiva de lo que me gustaría -. Definitivamente eres como yo, cuando tu abuelo murió no quise verlo en la urna por eso mismo. Recordar a nuestros seres queridos como eran es mejor que cuando los vemos en sus últimas. No llores más, estrella. Quiero verte sonriéndome.

Y la sonrisa aparece involuntariamente.

-Mejor, ¿no crees? -su mano señala el reflejo del vidrio de la ventana interna de la habitación -Así con tu sonrisa te vez mejor.

Me acerco un poco más estrechándola entre mis brazos. Se siente mas delgada y pequeña que yo pero no me importa, me importa más ahora sí presencia aquí que cualquier otra cosa.

- ¿Me extrañaste?

-Como no tienes idea, mamá -respondo aspirando su aroma que está ligado con el antiséptico del hospital.

Mi visita es corta. Hablamos de la preparatoria, de mis primeros días en el nuevo Pyrex, pero ya estaba al tanto de todo porque papá no se le pasan los detalles cuando viene a hablar con ella. No evita preguntarme si me gusta algún chico y la respuesta no hace más que ponerme al borde de la vergüenza. Por suerte no hace más insistencia con el tema y terminamos hablando es de mi estadía en el Pyrex original que hasta ahora no sabe mucho.

Por un corto instante mi mundo de felicidad se reconstruye y no me siento tan cohibida como las otras veces. Me da un abrazo final y así, me deja ir del cuarto.






- ¿Entonces está bien que vaya? -Pregunto en dirección a papá que ha estado asintiendo desde hace cinco minutos. No sé y me gustaría preguntarle si le duele la cabeza al igual que el cuello por tanta movilidad reiterada - ¿Seguro seguro?

-Por los clavos de Cristo, Ava, ve a la feria con tus amigos -espeta ya cansado de mi desasosiego -. Todo estará bien, te lo aseguro, Daisy te lo asegura, el mundo también si eso no te basta.

-Está bien -acepto al fin. Max me llevará a casa y podré arreglarme sin mucha presentación a la feria. Decidimos que ir disfrazados no sería necesario y que lo podríamos hacer en otra ocasión.

-Ya sabes que me puedes llamar -señala con su dedo índice mi celular dentro de mi vaquero -, y si pasa algo yo no dudaré en llamarte.

-Gracias.

-Cuídate -me da un beso en el cabello. Acto seguido Max me jala de la muñeca impaciente. Papá le pide que me cuide y así salimos del hospital en dirección a su auto en el estacionamiento.

-Muero de nervios -confieso - ¿Es normal?

- ¿Sí? Ava, compórtate, todo estará excelente.

Hago un mohín en el asiento del copiloto.

-Max -alargo.

-Lo siento, no puedo escucharte -enciende el auto y la radio, la música de la emisora llena el automóvil y como dijo sobre que no me escuchaba lo hizo entender subiéndole el volumen a la radio.

Un rato después estamos en mi casa. Él se queda en la sala y yo voy a mi habitación a bañarme y a ponerme decente para la feria. Tomo los dólares en el cajón del escritorio de mi habitación dejándolos sobre la cama.

Más tarde estoy bañada, cambiada y con el bolsillo de mi vestido lleno de unos dólares. Bajo encontrando a Max tendido en el sofá dormido. Para despertarlo empiezo a meterle golpes con el cojín más cercano del mueble.

Ya despierto salimos de la casa hacia su auto. Phoebe me escribe anunciando que ya está en la feria y que esta se encuentra más que llena.

El dia pasó rápido, con la visita de mamá, los programas de televisión, al abuelo Jace jugando UNO con Max y conmigo, entre otras cosas más. El tiempo ha pasado volando y ya son las seis de la tarde. Él pisa el acelerador hacia la calle, no va a perder tiempo con la feria, sé que desea jugar los juegos buenos y ganarse peluches para después regalarlos en sus partidos.

Max a veces me hacía pensar que está tocado.










-Pensé que no llegarían nunca -Phoebe exagera acercándose hacia nosotros que acabamos de llegar. Esta vestida ligeramente con los vaqueros, las converse y el suéter blanco ceñido. Siempre me ha gustado su sentido de la moda.

-Nos demoramos un poco porque me pidió que le hiciera ver como una calavera -señalo a Max que muestra el lado izquierdo de su cara, ese que muestra un rápido y nada profesional casi maquillaje de calavera.

-Me gustó como me quedó -se sincera Max -. Sin embargo, dejando la charla para más tarde yo iré a los juegos de allá a ganar muchas cosas -en cuestión de segundos se pierde con los demás del puesto de la feria.

- ¿Les hicieron la P? -Asiento mostrándole la P que me hicieron en el dorso de la mano.

Phoebe me lleva entonces a la primera atracción más llamativa que ve en el parque de diversiones. Me muestro algo rígida con tener que subirme al juego temático que se pone de cabeza.

Al subirnos creo que es peor de lo que pensé.

-Me dejaste sin estómago -le recrimino mientras salimos del juego algo -bastante- mareadas.

-Subamos a la montaña rusa.

-Aquí me pregunto por qué es que comí. Dejaré todo el almuerzo en el basurero más cercano -Phoebe me jala sin importarle mis advertencias y lamentos.

Con Phoebe me subo a unas tres atracciones así de turbulentas como la montaña rusa. No sé cómo no he vomitado pero termino sentándome en una banca cerca de un juego infantil para recuperar fuerzas y si es posible la conciencia que perdí en el último juego. Phoebe me dio tregua pero no sé cuánto durará.

Me escribo con Ares en ese corto plazo de tiempo. Es quien me insistió venir y no lo he visto por aquí, ni siquiera con Max; sin embargo, en los mensajes me asegura que llegará pronto pues se le presentó un problema en su casa. Pasan cinco minutos cuando Phoebe me jala para ir a otro juego.

Y con ella viene Tyra. En resumen no sobreviviré.






- ¡Dame paz! -Chillo en cuanto nos bajamos del juego -, estoy a un grano de arena a ponerme a vomitar -Phoebe se carcajea. Como ella tiene el estómago cromado -parece- no le afecta.

Tyra está igual de mareada que yo. Por lo menos alguien me entiende.

-Te dejaré en paz porque Max se aproxima con el español -veo en su dirección. No puedo evitar aliviarme al ver a Ares acercarse junto a Max en nuestra dirección. Observo a Tyra arreglarse el cabello, y no creo que sea por Max.

-He ganado muchos peluches, el carro está lleno de ellos -anuncia Max enroscando su brazo en el cuello de Ares que se suelta y le advierte sobre el tatuaje en su cuello.

-Oigan, observé unas atracciones por allá que te ponen de cabeza. -Phoebe ancla sus dos brazos a los hombros de Max y Tyra alejándolos del español y de mí.

Me regala un guiño que me provoca ardor en las mejillas. Giro viendo al español que tiene la cabeza ladeada y se muerde el labio inferior.

-Me ves de una manera tan rara, Costner.

-Es que esta noche te ves tan bonita, Parker.

-Gracias -digo mirándolo de arriba abajo. Viene vestido completamente de negro exceptuando los zapatos Nike que son de un color vinotinto.

-Por el desastre de tu cabello no me cuesta adivinar que Phoebe te metió en muchos juegos rudos.

-Demasiados.

-Lástima. Te volverás mierda conmigo -arrugo las cejas cuando me pasa el brazo por los hombros.

- ¿Me llevarás a más juegos como esos? -Afirma con la nariz -Oh, púdrete, Ares -me rio mientras él me guía por el parque a las siguientes atracciones.

No es una gran diferencia montarme en esas atracciones con Ares. Salgo peor que antes, más mareada y a nada de soltar todo en mi estómago. Para mi suerte el español es más compasivo conmigo y me da una tregua más larga que la de Phoebe que no he vuelto a ver. Ares me pasa una botella de agua, luego toma asiento junto a mí en la banca en la que estoy sentada.

-Tienes que reponer fluidos o vas a desmayarte. Estás pálida.

-No acostumbro a hacer estas cosas -confieso -, por muy raro que parezca me gusta más los juegos no tan drásticos.

-Vale.

Alzo la mirada a las luces de colores de los juegos, los puestos de comida y de estrategias. La feria sé siente exorbitante por la cantidad de personas que hay aquí pero si subo la vista al cielo veré mucho espacio libre.

-Sabes, recordé que me tienes que responder lo que te pregunté el viernes -musito rodando el cuello hacia la izquierda para verlo. Puedo ver su nuevo tatuaje. Es bonito.

-No lo he olvidado -reconoce mirándome en vez de ver al frente.

- ¿Y?

- ¿Tam impaciente estás? -Pregunta con una burla molesta.

-Yo te contesté.

-Después de que yo te besara.

- ¿Insinuas...?

-Quizás.

Sacudo la cabeza acomodándome en el asiento, me acerco a su rostro y le doy un beso rápido, casto.

-Yo no te besé así, Ava -aclara con altivez.

-Me da pena que nos vean -digo riéndome de la pena.

-Te dije que te quitaría ese miedo y es lo que voy hacer -me toma de las mejillas desvaneciendo el espacio entre ambos.

La sorpresa, el sabor, todo él. Sabe a problemas. A menta. A Ares. La forma en la que sostiene mi rostro manteniendo un agarre firme en mi mandíbula, su pericia y su sabor ds tentación pura. Ares sabe besar excelente o tal vez yo no se besar lo suficiente pero cuando su lengua vuelve a corromper mi boca me digo que no, no he besado a nadie como a Ares. El movimiento de sus labios no tiene control y yo apenas le sigo el ritmo. Da mordiscos suaves sobre mi labio inferior, junto a ellos pequeños besos en mis labios y succiones deliciosas. Sé que mis labios quedarán hinchados pero no me importa, sé tanto que no me importa las consecuencias.

Entonces ocurre, la otra mano de Ares me sujeta con fuerza por la cintura enterrando sus dedos encima de la ropa. Llevo las manos hasta su cuello tocándolo con mucho cuidado por el tatuaje.

La nariz de Ares choca contra la mía haciéndolo sonreír en el beso. Me estremezco por esa amena e inconsciente sonrisa. Una vez en una fotografía había leído que sabría lo que era la magia cuando me sonrieran en un beso, y, no siento sólo magia, siento gritos, dragones, mariposas y todo tipo de sensación y acción extraña en el estómago por culpa del español.

- ¡¿Pero qué mierda estás haciendo, Ares?!






*Le toma la mano* bailecito de actualización y porque les dejo la incertidumbre.

Los quiero mucho, siempre gracias por su amor a High School Pyrex c': en serio los quiero mucho ❤

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