Cuatro Momentos (Drummond #3)

By Gaby_SWSD

70K 10.4K 827

Un mal inicio... Weston Drummond es el cuarto hijo de lord Wulfric Drummond, regente de Savoir, quien después... More

Nota introductoria
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Epílogo
Nota Final

Capítulo 24

1.2K 210 17
By Gaby_SWSD

Laraine maldijo por lo bajo su idiotez y se obligó a quedarse quieta en su lugar. No obstante, su cuerpo no parecía escuchar las órdenes de su cerebro pues una vez más se encontró atravesando el puente levadizo con dirección al pueblo. Se detuvo, regresó sobre sus pasos y se preguntó cuántas veces ya habían sido.

Atravesó el puente hasta llegar al patio de armas y cerró los ojos. Tomó aire dos veces y miró hacia el camino que unía al castillo de Ealaín con el pueblo de Nox. ¿Qué estaba haciendo? Además de ser idiota, por supuesto.

No tenía por qué...

Sus pensamientos parecieron detenerse bruscamente al tiempo que ella se arrojaba al suelo. No fue lo suficientemente rápida, pues la flecha la rozó. Sin embargo, sus reflejos eran bastante buenos como para esquivarla prácticamente del todo. Se incorporó a medias, sosteniendo la herida en el brazo con la mano contraria.

¿Quién, por todos los cielos, se encontraba disparando flechas en plena tarde, cuando cualquier persona podía transitar por el lugar?

Y no, no era el primer atentado que sufría, aunque sí tan abiertamente, a plena luz del día. Por los dioses, ¿qué persona podía estar tan desesperada o loca para intentarlo así?

Su pregunta silenciosa pareció obtener respuesta cuando una joven dio varios pasos hacia adelante, dejando atrás el pilar que la ocultaba. Apoyaba con aire casual un arco sobre su hombro mientras una cinta ajustaba su carcaj a la espalda. Ah. Sí, había alguien lo suficientemente loca o desesperada.

Ella. Quien quiera que fuera.

Un momento. ¿Podía ser...?

–¿Jordane? –dijo, aunque sonó como pregunta. No estaba segura... no quería creerlo.

–Señora –musitó cuando estuvo cerca y le hizo una breve reverencia–. ¿Se encuentra bien?

–Ha sido un accidente –proclamó Laraine, incorporándose con un poco más de dificultad de la que pensó en un inicio.

–No.

Ante esa sílaba, pronunciada con fuerza y firmeza, trastabilló. Tomó aire un par de veces y encontró los ojos dorados de la joven.

–Ha sido un accidente –repitió, con dureza.

–No, no lo ha sido –fue esta vez la respuesta de Jordane.

–Creo que no lo has entendido –Laraine prescindió de la formalidad. Después de todo, ella era apenas más que una niña–. Ha sido un accidente porque yo así lo proclamo. No, no lo creo, y has dejado clara tu intención, pero es necesario que todos lo asuman así.

–No estoy de acuerdo...

–No interesa –cortó con sequedad–. Lo que te parezca es irrelevante ante las consecuencias que puede acarrear que una persona de Savoir ataque abiertamente a otra de Nox, sea quien sea o la razón que la impulse.

–Pero...

–La próxima vez, deberías pensarlo...

–¡Señora! ¿Se encuentra bien? –Shamus las interrumpió. Probablemente había estado espiándolas desde lo alto, pensó Laraine.

–Sí. Ha sido...

–Laraine, ¿hay una reunión...? –la voz de Weston se perdió al encontrar los ojos de Laraine, que había girado al escucharlo. En ese momento estaban atravesando el patio de armas Weston, acompañado de su guardia, Garrett, y curiosamente también venían Candra y Arley–. ¡Laraine! ¿Estás...? –la exclamación de Weston se perdió cuando los ojos de Laraine relampaguearon con advertencia–. ¿Sucede algo?

–¡Por supuesto que sucede! –dijo indignado el capitán de la guardia de Nox–. Esta joven ha atacado a la regente de Nox. ¡Merece un castigo ejemplar! –anunció, asiendo a Jordane del brazo.

–¿Qué? –exclamaron a un tiempo los recién llegados. Sus reacciones fueron inmediatas. Tanto Garrett como Arley fueron por Jordane, mientras Wes y Candra se acercaron hacia Laraine.

–¿Estás bien? –musitó Candra mirando a su hermana con ojos aterrados.

–Lara... –dijo Wes por lo bajo, acercando su rostro hacia el de Laraine por un instante–. Lo siento –vocalizó, para ella, antes de girarse hacia el capitán.

–Merece que... –Arley gruñó, aunque no terminó su frase cuando Laraine se movió con inusitada rapidez y lo golpeó en el costado.

–Suéltala –ordenó Garrett con tono frío. Los dos jóvenes guerreros estaban frente a frente, rezumando hostilidad e ira.

–¡Basta! –exclamó Laraine, rogando para sus adentros que la joven irracional se quedara en silencio–. Ha sido un accidente, eso es todo. La joven se ha acercado a pedir disculpas y yo las he aceptado. El incidente ha concluido.

–¿Disculpas? –preguntó el capitán, incrédulo–. No creo que...

–Es irrelevante lo que usted crea, capitán. Así ha sucedido y quienes estuvimos presentes durante los hechos hemos sido únicamente la joven y yo –clavó su mirada oscura en ella–. ¿Cierto, Jordane de Savoir?

–Sí, señora –dijo en voz clara, sin apartar los ojos de Laraine. La odiaba. Podía sentirlo, sin embargo, había comprendido lo que estaba en juego. Por esta vez, no hablaría más.

–¿Está claro para todos? –soltó en alto Laraine, usando sus últimas fuerzas–. Ha sido un accidente y no ha pasado nada. Ahora, si me disculpan, debo ir a limpiar la herida y descansar. Me saltaré la cena –indicó en dirección a Candra y Arley–. Candra, ofrece mis excusas y, Arley, acompáñame a la habitación.

–Sí, señora –asintió el joven y se puso a su lado. Laraine caminó hacia el castillo, ignorando con intención el dolor punzante que sentía. Y, cuando finalmente llegó a su habitación, no le sorprendió que todo estuviera dispuesto para que pudiera limpiar la herida y coserla.

Wes, sin duda alguna, era una persona sumamente eficiente. Y no, Laraine no necesitaba verlo ahí para saber que había sido él. Nadie más que Weston Percival Drummond haría algo así por ella.


***


–Quiero rendirme contigo, Jordane. Pero sé que no puedo hacerlo. Después de todo, eres mi hermana –Garrett suspiró audiblemente–, sin embargo, ¿te has vuelto completamente loca? ¿Qué hacías practicando tiro de arco en mitad...? No, no me mires así. Tampoco soy idiota y sé, aunque no quiero admitirlo, lo sé.

–¿Qué? ¿Qué sabes? –preguntó, airada.

–Que no fue un accidente –respondió una voz detrás de ellos. Cuando lo miraron, inclinó la cabeza, curioso–. ¿Qué? Si no quieren que los escuche, ¿por qué discuten en mi habitación?

–Te esperábamos, Wes –Garrett cerró los ojos y tomó aire–. Lo lamento.

–¿Por qué? Tú no has hecho nada –Weston lucía calmado, indiferente. Esto no podía ser bueno–. Jordane –sus ojos se clavaron en ella.

–¿Sí?

–Tu deslealtad me abruma –Wes se acercó hacia ella–. Lo que hiciste, atacar a alguien de mi familia, jamás pensé que podría suceder algo así.

–¡Lord Drummond, eso no...! –Jordane intentó defenderse.

–Pensé que podía confiar en ti. Tanto tú como Garrett, son no solo mi familia, sino mis amigos más cercanos. Daría mi vida por ustedes, sin dudarlo y sé que ustedes tampoco se cuestionarían si llegara el momento. Me protegerían, a mí y a los míos, sin importar qué. ¿Por qué? Porque ustedes también son parte de mi gente. Savoir –Weston se sentó junto a Jordane–. Ahora mismo, no puedo ni mirarte a la cara, ¿sabes? Y comprendo el por qué Garrett me pedía que hiciera algo. Fue estúpido de mi parte pensar que lo habías comprendido. No fue así. Debí obligarte a que me escucharas. No lo hice, por lo que es mi responsabilidad también lo sucedido –Wes se incorporó y empezó a pasear–, por eso he reflexionado lo que tengo que hacer. Lo diré una vez. Solo una. Luego, serás tú quien decida –Weston miró brevemente a su amigo–: Garrett, lo siento. Siento hacer esto, pero sé que tú lo comprenderás.

–Wes... –musitó Jordane, con los ojos llenos de lágrimas.

–Laraine es mi esposa. No la elegí yo, es cierto, pero en el momento en que acepté ser su esposo, eso dejó de tener importancia. Tanto ella, como cada una de las personas a las que quiere y protege, se han convertido en mi gente también. Indistintamente de las tierras a las que pertenezcan, son mi familia. Laraine, especialmente, es mi familia. No, no me decidí por ella, pero ahora sé que, si pudiera cambiarlo, no lo haría. No puedo ser más claro que esto, Jordane, al menos no en este momento. Por tanto, o aceptas que Laraine es mi mujer, la única para mí; o, márchate. Vete a Savoir, o a donde debas, pero no te quedarás aquí. Si tu intención es hacerle daño, prefiero que te marches. Porque esto no volverá a pasar. Si lo vuelves a intentar, no importará quién eres, yo mismo me encargaré de condenarte –terminó con dureza. Se encontró con los ojos de Garrett y, aunque lo lamentó por él, no se amilanó–. Espero tu decisión para el día de mañana. Garrett –habló, cuando los hermanos se retiraban– entenderé lo que tengas que hacer.

–Gracias, lord Drummond –contestó escuetamente el capitán. Salieron.

¿Por qué? ¿Por qué todo tenía que ser tan difícil? Nunca debió dejar que llegara a este punto. Había sido descuidado y su descuido podía haber causado una lesión seria o, algo peor, podía haber llevado a la muerte de Laraine.

No. No podía volver a suceder algo así. Él estaba ahí para ayudarla y se aseguraría de hacerlo. Por el tiempo que quedara, lo haría todo por ella.

Continue Reading

You'll Also Like

318K 31.2K 63
A veces el amor baña el corazón de desdicha. Suele ser arrollador, llenándote de vitalidad pero no por eso menos letal. Y eso lo sabía perfectamente...
462K 26.9K 34
Toda historia tiene un final... pero en la vida, cada final es un nuevo comienzo. Que la historia termina al ver la palabra fin en los libros, o en l...
180K 18.9K 45
Allison Müller es una restauradora de arte independiente que lleva los últimos tres años encerrada en su departamento, saliendo lo menos posible y ev...
334K 35.5K 68
Alcohólico, mentiroso, mujeriego, asesino... Geoffrey Stanfford no es, ni de lejos, la compañía que alguien desearía. Pero los que lo conocen saben q...