Ashley
Siempre fue mi estación favorita del año, los colores anaranjados en el cielo y los parques, los abrigos que puedes llevar abiertos porque no hace tanto frío. Las hojas cayendo de las copas de cada árbol, amontonándose junto a las raíces. El crujir de las mismas cuando las botas de lluvia las aplastan.
Siempre me pareció algo muy bonito.
Y eso que muy pocas cosas me parecían lindas en el último tiempo.
Cada que empezaba una nueva estación realmente esperaba con ansias que terminara, eso solo me acercaría más a mi época favorita del año. 89 días y 20 horas. Me parecía poco tiempo, si por mi fuera sería eterno.
Pero al igual que todo a mi alrededor, el otoño también se arruinó.
No puedo decir que fue su culpa, él sólo tuvo la mala suerte de estar ahí ese día, a esa hora, en ese momento.
Definitivamente no fue su culpa, pero en mi interior quise decir que si solo para poder sacarme el peso de decir que una vez más lo había arruinado todo, esta vez con algo muy feo.
Técnicamente todo comenzó el último día de verano, las últimas horas, porque cuando dieron las doce y empezaba el contador, ya lo habíamos hecho, nosotros solo pudimos vernos a las caras antes de bajar la vista ante lo que sería nuestro pacto de silencio.
Debí correr, no entiendo porqué él tampoco lo hizo. Supongo que nos cegó el miedo y la incertidumbre de lo que había pasado, lo que habíamos hecho.
Porque cuando debimos dar un paso al frente y aceptar las consecuencias de nuestros actos, ninguno lo hizo, en realidad dimos ambos un paso atrás.
Jeff Heller y yo decidimos volvernos cómplices y guardar un secreto en otoño.
No lo conocía, apenas habíamos intercambiado algunas palabras en la escuela, pero a partir de ese día tuve que confiar ciegamente en él. Porque aunque no me gustara, tenía el poder de arruinarme en sus manos. Y sin importar cual fuera el final, si tuviera que volver a ese día, le confiaría mi vida otra vez.