High School Pyrex ✓

由 OdysseyRamirez

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Saga #School 1 High School Pyrex. Instituto para varones. Un reformatorio. ¿Entonces que hace una chica ahí m... 更多

High School Pyrex
Advertencia
1. Decisiones precipitadas
2. Instituto Pyrex
3. Nueva estudiante
4. Tratos propuestos
5. Viejos deseos
6. Desastrosa escapada
7. Fumador nocturno
8. Paradas silenciosas
9. Peculiar reconciliación
10. Curiosa preferencia
11. Cumpliendo deseos
12. Noches playeras
13. Típica realidad
14. Preparatoria Orange
15. Cruda verdad
Ares
17. Amor juvenil
18. Tormentosa interrupción
19. Regreso Bailey
20. Tinta negra
21. Deformada A
22. Halloween colorido
23. Obra interminable
24. Touchdown problemático
25. Extraña soledad
Ares
26. Esa constelación
27. Libreta materna
28. Intensa competitividad
29. ¿Te quedarías?
Agradecimientos

16. Exasperante desigualdad

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由 OdysseyRamirez





Una vez me confundieron como novia de Max.

Expresé mi horror haciéndoles saber que jamás estaría con Max Olsen pues somos sólo amigos, lo que hace que me refute las cosas del como nos comportamos. Siempre he visto a Max como un hermano mayor, por eso a veces lo agarro de la mano o nos abrazamos muchos.

Tener un amigo hombre es de las mejores cosas que existe... Hasta que te dice lo mucho que le gustas y no sabes ni cómo se escribe tu nombre, es como si te reiniciaran la memoria.

Para mí suerte, Max solo ha visto una amistad conmigo.

Desde entonces no me molestan las miradas que nos dan en el nuevo Pyrex cuando me ven agarrada de manos con el corredor del equipo de fútbol americano.

—Phoebe se quedó atrás —nota él en cuando vamos por el pasillo de la entrada.

Encojo mis hombros, Phoebe tiene amigos en la preparatoria además de mí y de Max, no soy quien para decirle que no ande hablando con ellos. No soy celosa con mi amiga... No cuando no me conviene.

— ¿Cómo estuvo la tarde ayer con el nuevo suplente de mariscal?

—Bien —dice —. Hablamos bastante, cosas de hombres.

—Max, no te pueden tocar las costillas porque ya estas sufriendo un ataque de risa, no me vengas con que eres macho ahora —me jala la cola de caballo como venganza, me rio pero me quejo pues me dolió.

—Muy chistosa ¿Preparada para el segundo día de preparatoria cursando último año?

— ¡Sí! —Contesto eufórica antes de chocar la mano con Max. En ese instante suena el timbre que anuncia la primera clase, Max se va a sus clases mientras yo me voy a buscar algo en mi casillero, el color azul le va al metal de mi casillero, lo admito. Me recuerda a lo alegre que desperté esta mañana pues no le he visto la cara a Ares luego de lo que ocurrió ayer en el estacionamiento.

Cierro mi casillero girándome en dirección al salón de mi primera clase, en el camino me cruzo miradas con Phoebe que hace una seña de hablar en el receso del almuerzo, mientras tanto ambas nos metemos a nuestros salones. La primera hora es español.

☀️

Salgo molida de las clases. Nos dieron nuestros horarios y planes de evaluación, este año mi meta es no decepcionar a papá con mi promedio, sé que no puedo promediar en una de las universidades más sofisticadas pero al menos puedo entrar a la universidad Ocean o Franklin en Los Ángeles.

Aunque en Franklin es tradición que los de la preparatoria Lincon —también de Los Ángelesentren allí no les niegan la entrada a alguien de otro estado.


— ¿Qué tal matemáticas avanzadas, Max? —Pregunta Phoebe sentándose con nosotros. El corredor del equipo hace un gesto desdeñoso con la mano.

—Por ese tipo de cosas es que estoy en el equipo —dice lacónico mirando los alrededores de la cafetería.

Tyra llega unos minutos después con dos coletas de porrista en la cabeza pero vestida casual sin su uniforme de porrista.

— ¿De qué hablan? —Pregunta la chismosa del grupo.

—Materias del segundo día —Max grazna cuando lo digo. Tyra hace un gesto de que nos tiene que contar algo, pone las manos sobre la mesa e inclinándose dice:

—Yo tuve mi primera clase con el nuevo, el profesor Thompson nos obligó a presentarnos. Tenían que ver lo que provocó ese acento español —suelta un chillido emocionado —, fue perfecto.

—Es solo un chico —excuso picando la ensalada en mi bandeja —, no es para que andes así.

— ¿Perdón? Tierra llamando a Ava Parker —arrugo las cejas extrañada por Tyra que al estar inclinada tiene la facilidad de darme golpecitos en la frente para que reaccione. Dice —:  Pasa una clase completa con él y verás algo diferente.

"Ya pasé semanas con él."

—Ava —dice Phoebe como si recordara algo —, olvidé algo en mi casillero ¿Me acompañas? —Asiento sin problema levantándome y arreglándome el vestido planchandolo con las manos.

Tyra queda con Max, le prometemos volver rápido.

En los casilleros donde hay pocos estudiantes hablando o utilizando su celular. Phoebe me detiene y no precisamente en su casillero.

—Bien, me sacaste de la cafetería ¿Qué ocurre?

La observo vacilar un instante, boquea como un pez fuera del agua comenzando a preocuparme. Por suerte ella recompone su postura suspirando tranquila.

—Quería pedirte si me ayudabas a conseguir esas serpentinas de Halloween para la fiesta de Carly.

Es irónico que la bruja del nuevo Pyrex cumpla años un día antes de Halloween pero lo celebra en Halloween. Las fiestas de sus cumpleaños siempre son con la temática de Halloween, ya pasó a ser una tradición que se las hicieran así.

—Quedan dos semanas para Halloween, Phoebe, conseguir esas serpentinas puede hacerse a cualquier hora el día que sea y en la tienda más simple del condado —Phoebe grazna. Suelto un bufido, preguntando —: ¿Carly vendrá con nosotras?

—Está más ocupada enviando invitaciones que preocupándose por lo que falta —encoge sus hombros despreocupada. Algunas veces dan ganas de atinarle con un balón de voleibol en la cabeza a Carly.

—Okay, iré contigo —termino aceptando —. Reitero otra vez que no le llevaré regalo.

—Te estoy diciendo que está bien —se ríe —, las compraremos cuando me den el dinero para comprarlas —entrelaza su brazo con el mío, ella es quien nos guía a la cafetería otra vez donde uno de los puestos sobrantes es ocupado por el suplente del mariscal.

Trago grueso.

Esos ánimos que traía al despertar está mañana acaban de volverse una pasta gris en cuanto veo al español en la mesa. No puedo irme, no soy una niña, soy una adolescente que afronta las cosas... De vez en cuando.

Tomo asiento lejos de Ares.

—Llegaron en buen momento, el séquito de las porristas de Carly Richie viene entrando con su artística entrada.

— ¿Tú no formas parte de las porristas también? —Ataca Max con burla en sus palabras, Tyra le lanza una mirada amenazante.

Las porristas entran a la cafetería haciendo piruetas, utilizando silbatos, silbando y deletreando el nombre de la capitana de las porristas. Entonces Carly se asoma por el grupo de chicas vestidas de negro, celeste y blanco representando el color de la preparatoria.

Tiene tarjetas en las manos al igual que otra dos chicas. La fiesta de Carly pone felices a algunos de los del nuevo Pyrex, pues les alegra saber que saldrán de fiesta otra vez. Carly exclusivamente llega a nuestra mesa sentándose en otro puesto vacío.

—Todos los amigos de Phoebe están invitados -dice dejando las tarjetas en la mesa, barre la vista hasta donde Ares se encuentra en silencio —. Hasta tú, suplente —el español le sonríe a medias, tenso. La prima de Phoebe me ve a mí esbozando su sonrisa arrogante, me pasa una tarjeta y se límita a irse.

Tomo la tarjeta en mis manos leyendo la invitación.

Oh, vaya, este año se lució con el disfraz —reconoce Tyra dejando su tarjeta en la mesa —. Me gustan las fiestas de cumpleaños de Carly, no hay temática estricta de los disfraces, puedes venir como te plazca.

—Claro, mientras no opaques a la nueva Cenicienta —digo dejando la tarjeta de mala gana sobre la mesa. Me froto la sien izquierda, Phoebe se ríe de mí dándome un apretón en el hombro.

— ¿Alguna enemistad con la tía? —pregunta Ares con la mirada perdida en la tarjeta, su tono es determinado.

—La batalla campal entre Ava Parker y Carly Richie se remonta desde tiempos en los que todos nos raspabamos las rodillas al salir a manejar bicicleta —explica Max por mí o por Phoebe; me extraña que Tyra no haya intervenido.

Ares hace un gesto nada sorprendido con las cejas.

— ¿De qué se van a disfrazar? —Cuestiona Tyra guardando la invitación en su bolso.

—Será sorpresa —asiente Max.

—Seré cupido, lo he estado pensando desde el año pasado —Phoebe sonríe risueña.

— ¿Ava?

—Aún no lo sé —confieso.

— ¿Ares?

Mantiene su silencio. Es esa afilada respuesta muda. Tyra carraspea volviendo con su postura de seguridad nuevamente.


—Yo me vestiré de Pucca —suelta una risotada —, aunque soy muy cambiante, pensaré en mi disfraz.

El almuerzo termina con las porristas dejando todas las invitaciones, y también entre risas de los que estamos en la mesa porque Max nos cuenta sobre la sorpresa de su disfraz, conociéndolo será algo sencillo, predecible y tendrá sangre falsa.

☀️

Las horas en Pyrex pasan con lentitud, tanta que parezco zombie cuando entro a mis clases de educación sexual con el entrenador Bennett que da metáforas deportivas con los métodos anticonceptivos preventivos del embarazo y las enfermedades de transmisión sexual. Luego, para que nos cuidemos más nos pasa una canasta pequeña con condones a todos en la clase. En cuanto agarro el pequeño envoltorio plateado en mis dedos una sensación avergonzada se presenta en mi pecho.

Nunca he agarrado algo como esto. Sé que me tocará cumplir ese punto en mi vida pero ahora mismo no pienso en eso, más bien, todavía me da grima ver escenas sexuales en películas.

Disimuladamente veo a Ares. Compartimos esta clase como otras, el obstáculo en esta y todas las demás es que se sienta en la parte de atrás o muy lejos de mí. Esta vez se sentó en la parte alejada a mi derecha, puedo verlo más allá de dos chicos y una chica. Esta jugando con el envoltorio plateado entre sus dedos.

Mi cabeza va a cuando estábamos en el reformatorio, mi primer día, cuando los chicos me pidieron desvestirme para que no llegáramos tarde a la primera hora de ejercicios. Recuerdo cómo me negué y como ellos dijeron que ya habían visto un cuerpo desnudo femenino.

Es obvio que ellos no son vírgenes, por eso me da tanta grima esto del ámbito sexual.

El sonido del coach Bennett escribiendo en la pizarra acrílica me saca de mis cavilaciones. Leo por encima: «consecuencias del embarazo precoz»

Mentalmente me persigno. Este tipo de temas forman un pandemonium entre todos pues cada uno opina algo y el salón se vuelve un gallinero. El coach le gusta la participación de los estudiantes, siempre ha querido escuchar mis opiniones pero me mantengo al margen dibujando garabatos en mi cuaderno.

La sorpresa llega cuando le pregunta a Ares, algo así como probando carne nueva y fresca. El español dice solo cinco palabras:

—Son irresponsables al no cuidarse.

Es lo suficientemente como para que el coach le aplauda y diga que esa opinión es una motivación importante. De haberlo sabido ya estaría en el escritorio del coach enmarcada haciendo sentir orgulloso a ese hombre.

Nos dice que conservemos los preservativos y que hagamos un estudio acerca de lo visto en clase. La cabeza se me infla al saber de las tareas que se me acumulan nada más de este día.

Para mi suerte, educación sexual es mi última clase, por ende me puedo ir casi celebrando de Pyrex. Desde esta mañana he pensando en lo raro que es ponerle Pyrex a Orange, hasta que no cambien la placa del nombre de la preparatoria que se encuentra frente a la propiedad no será oficial.

Me encamino al estacionamiento, si tengo suerte puedo tomar un aventón con Max. No obstante su auto no se encuentra en el lugar que lo dejó esta mañana, cosa que, me hace querer gritar de la frustración. Reviso mi celular observando la causa de la ausencia del Dodge.

«Max»
«Mátame si quieres, pero luego, tengo que cumplir un compromiso por lo que me voy temprano de Orange»

Es que saboreo el ácido en mi boca.

— ¿Te llevo? —Giro sobre mis talones encontrándome a Ares con el celular en una de sus manos y la otra agarrando la correa que pasa por su hombro izquierdo.

—No quiero molestarte —excuso guardando mi celular en el bolsillo de mi vestido floreado.

—No me molestas —dice seguro —, será rápido —hago el vago intento de convencerme con lo que dice.

Sus ojos no mienten, Ares no me miente... O eso es lo que quiero creer desde que dejé el reformatorio.

—Gracias —murmuro —, de verdad. No me conviene irme caminando a casa —el español hace un gesto desdeñoso antes de ponerse a caminar conmigo por el estacionamiento. El mismo convertible de ayer pita la bocina cuando pasan junto a nosotros, más para Ares que para mí.

—Ya te doy tu aventón —asegura deteniéndose. Giro a ver el motivo encontrándome con un auto. Uno bonito. Lujoso, cabe destacar.

— ¿Eres algún tipo de mafioso y no me lo dijiste?

—Mi padre hace negocios, esto fue un muy ostentoso regalo —no suena arrogante ni hablando indirectamente del dinero de su padre ni del auto frente a mí. En su lugar suena cansado del lujo que básicamente lo rodea —. Aunque no me guste tener cosas carísimas porque no me van, este carcacho me lleva y me trae del instituto.

— ¿Qué es para ser un carcacho? —Frunzo las cejas.

—Un Audi R8 —al fin sé el modelo del Audi de Christian Grey —. Sube, te llevaré a casa.

Abre las puertas con las llaves del auto. El espacio es pequeño pero para nada incómodo, enciende el aire acondicionado en cuanto cierra las puertas. A diferencia de Max, Ares no tiene que dar la vuelta para salir del estacionamiento de la preparatoria, simplemente dobla el volante saliéndose de la propiedad.

Miro por la ventana.

—Vale, indícame donde vives —le digo la dirección del vecindario. El GPS es quien lo guía después.

—Prefiero la jeep de la playa —confieso con un tono triste que espero no haya notado. Muy a mi pesar el español suelta una exhalación pesada.

—Lo único rústico que tengo son los genes de mi madre que no creció en la ciudad —inconscientemente sonríe —. No me creerás pero mi padre pensaba regalarme algo más costoso que este coche.

—Eso es ser un malgastador de plata —confirmo regresando la mirada al parabrisas.

Debería estar incómoda con él por lo que me dijo ayer en el estacionamiento de Pyrex. La pregunta que llega a mi cabeza entonces es cómo lo hago si tiene la razón. Por eso mi subconsciente no se mete en lo profundo del asunto porque sabe que no tengo el derecho de enojarme con él por algo que es verdad.

Se detiene en una semáforo.

Lamo mis labios, nerviosa.

— ¿Irás a la fiesta de Carly? —Me ve como si me hubiera salido una segunda cabeza.

—Ni siquiera sé quién es la chavala —espeta displicente —. Imagino que tú irás por obligación pues es la prima de tu amiga.

—Sí... —Respondo con hastío.

Volvemos a meternos en ese silencio tenso que ambos nos dedicamos a crear. Me siento asfixiada así. El semáforo cambia y Ares avanza. El trayecto es rápido, me alegra que llegue tan rápido a mi casa pues tengo la certeza de huir sin que me lo impida.

Muy en el fondo espero que me detenga, así como en las novelas románticas pero, también, mucho más en el fondo sé que no es así; leo novelas románticas porque sé que jamás tendré una.

—Ava...

O eso creo.

— ¿Si? —Pregunto mirándolo sobre mi hombro. Se ha bajado del carro y lo ha rodeado para apoyarse contra la puerta del copiloto.

—Ten —se saca un papel del bolsillo de su pantalón. Me sorprende que me esté dando un papel. No hago más que tomarlo y guardarlo, lo leeré cuando esté en la casa.

— ¿Qué es?

—El fin de mis deseos —arrugo las cejas —. Nos vemos en Pyrex.

Así, atónita lo veo irse hasta el puesto de piloto de su auto y echar marcha por la calle. Saco el papel rasgado del bolsillo de mi vestido leyendo con una desesperación irreconocible en mí.

«* Ganarle a Ava en Ludo.

* Ser feliz.»

—Ares Costner —musito para mí mirando su auto irse por una curva de la calle desapareciendo de mi vista —, de verdad eres un enigma.

— ¡Buenos días, población estudiantil de Pyrex!

Es viernes, toda la preparatoria está en el auditorio con Lucas Pyrex en el podio para dar un anuncio rápido antes de dejarnos ir a nuestras clases. Max se mete un cuadrito de chocolate a la boca con disimulo, le doy un zape en la cabeza cuando no es capaz de compartir por egoísta.

La preparatoria completa lo saluda.

—Okay, sé que apenas estamos en nuestro quinto día de reingreso a clases, —dice. Cabe destacar que desde hace tres días la tensión entre Ares y yo es asfixiante, he querido hablar con él acerca del papel rasgado que me dio pero es imposible hacerlo: siempre está ocupado, no me evade, de verdad está ocupado. Lucas Pyrex continúa —: pero se me ocurrió una idea de hacer una pequeña... Celebración, este domingo me gustaría que asistieran a una comparsa en el parque temático del condado, ya todo está listo, solo falta los invitados. Habrá comida, juegos, pirotecnia, un montón de cosas que podrán disfrutar...

El hombre sigue hablando sobre la comparsa del domingo hasta que pasan al menos veintiocho minutos hablando sobre la diversión que tendremos allá. El parque tendrá un tema de Halloween por el mes, y qué mejor noche que esa para hacer la comparsa. Los detalles finales son que al llegar habrá que decir si somos de la preparatoria o fuimos al parque como un civil más. De ser de Pyrex se nos hará una P con marcador permanente en la mano que nos identifica como estudiantes de la preparatoria y lo que compremos el dinero será apartado de los que dieron los civiles pues el nuestro será para la preparatoria.

A la mayoría le gusta la idea, otros quieren pasar su noche de domingo en casa vagando.

Max, obvio, que es el primero en zarandearme porque quiere ir a la comparsa.

—Nos podemos disfrazar, ¿quién dice que no? —Me dice haciendo una expresión de suplica que me cuesta negar —, ¿de qué nos disfrazamos? ¿Ángel y demonio? ¿O de Billy y Mandy?

Una risita abandona mi garganta.

—Mejor de Huesos y su novia.

Max niega no muy convencido.

—Si vamos a ir vayamos extravagantes.

—Que tal si nos vestimos de las chicas superpoderosas, que Max sea Bellota —interviene Phoebe sentada detrás de nosotros.

— ¡No! Ya sé —en su rostro si ilumina esa expresión de lucidez que a Phoebe y a mí nos da mala espina —. Vamos a disfrazarnos de Gumball y sus hermanos —ahora sí suelto una risotada.

—Yo apoyo las chicas superpoderosas —alzo la mano y Phoebe detrás de nosotros también. Max esboza una mueca discordante, no sin antes añadir:

—Suerte que tengo el cabello negro.

—Yo soy castaña y seré Bombón —sonrío.

Max me lanza una mirada cansada antes de levantarse pues el nuevo director terminó su plática. Los tres nos vamos en direcciones diferentes para abordar nuestras clases.

En el pasillo del auditorio a los salones me encuentro con la figura titánica del español abriéndose paso entre los estudiantes; como puedo trato de alcanzarlo, y desde que me dio el papel alcanzo mi objetivo tomándolo de la manga del suéter causando que se gire en mi dirección. Tiene el ceño fruncido por mi presencia y también por haberlo capturado así.

—Hola —saludo afable soltándolo. Mis manos se aprietan en las correas de mi morral. Me saluda con un asentimiento de la cabeza —. Okay, estuve preparándome para eso desde el martes así que... Aquí voy —sueno patética y chistosa. A Ares le causa gracia, pero es una amable.

—Vale, escúpelo.

Termino boqueando como pez fuera del agua.

Él me ve expectante, tampoco tenemos mucho tiempo, no quiero perder una clase y hacer que Ares pierda una de las suyas también.

—Ava, tengo que ir a clases, hablamos después —se despide volviéndose a su destino. Y yo me le interpongo en el camino —. Ava —me regaña.

— ¿Ser feliz? ¿Cómo no eres feliz? —El reproche en mi voz es más del que me gustaría, pero lo dicho esta hecho y no puedo quejarme después.

El español entorna sus ojos al mismo tiempo que frunce el ceño más de la cuenta, se muestra arisco y casi puedo decir que incrédulo.

—Parker, está conversación no es para tenerla en pleno pasillo con las clases cogiéndonos del cuello.

—Solo quiero saber el motivo, es todo.

Jodergruñe mirando el suelo como medio de tranquilizarse; no obstante, al subir la mirada me dedica una cargada de irritación, molestia cruda —. Tal vez en la feria, te diga —excusa dejándome sin aliento. Me remuevo incrédula observando como me da la espalda y se va.

Quiero ponerme a correr y seguirlo pero es imposible cuando estudiantes se me atraviesan en el camino alejándome cada vez más del español.

Entre dientes suelto un quejido. Soy abordada por Phoebe que me pregunta si todo está bien. Apenas puedo responderle con un sí y así, me lleva a mis clases.

☀️

Tenemos clases en el gimnasio y Bennett no tiene piedad con ninguno de la clase pues nos ruge que sigamos corriendo por el campo. Phoebe está sudando a mi lado, Max no, él se ve cómodo con el trote.

— ¿Qué? Si no fueran tan vagas no estarían sufriendo —dice con sorna.

Phoebe y yo le damos un empujón que lo hace caerse. Partimos en risas continuando el trote. Bennett hace sonar histéricamente el silbato que cuelga de su cuello.

Es una clara señal de que tenemos que empezar a hacer ejercicio. Phoebe me sostiene los pies mientras yo me dedico a hacer abdominales que rompen poco a poco mi comodidad, el ejercicio me cobra factura, mañana en la mañana estaré sufriendo porque me dolerá el abdomen, las piernas, los brazos. En conclusión: no me voy a levantar de la cama hasta tarde.

— ¿Hablaste con Ares? —Sacudo la cabeza. Phoebe vuelve a subir con sus abdominales, cambiamos posiciones hace unos segundos — ¿No?

—Lo agarré en el pasillo, le pregunté el motivo y me dijo que tal vez me lo dirá en la feria. Estoy segura de que no irá para evitarse ni interrogatorio.

Phoebe aplana los labios algo disgustada con mi situación. Toma posición sentada.

—Le gustas, Ava.

—Me gusta, lo admito, pero la situación en la que estamos me lo niega casi todo.

—Deja que Ares dé el paso, sino, jamás tendrán paz pues estamos claras de que tú dando los pasos no funciona —le dedico una mirada irritada —. Tengo razón, Ava.

"Demasiada."

—También está la apuesta.

— ¡Olvida la apuesta, Parker! —riñe al mismo tiempo que el coach llega a regañarnos porque nos detuvimos. Phoebe vuelve a los abdominales —La apuesta es lo de menos en este momento.

—Ya sé —admito mordiendo mi labio inferior.

Soy consciente de que la apuesta es la cosa más irrelevante en este momento, pero también soy hiper consciente de que estoy metida hasta el cuello con esto. Si se pudiera retroceder el tiempo arreglaría las cosas porque ahora mismo no hay indicios de mejoría a menos que el español dejé el orgullo de lado.

—No sé para qué me preocupo —musito de repente —, muy fácilmente puedo dejar todo esto en el olvido y preocuparme en las tareas, en el promedio para entrar a la universidad. Desafortunadamente, siento que si lo hecho todo a la basura terminaré arrepintiéndome.

—Los problemas del corazón adolescente siempre serán un dolor de cabeza —dice ella regresando a la posición sentada —. Tenemos dieciséis años, no sabemos nada de esto.

—Sabemos pero lo vemos a nuestro modo.

— ¿Y tu modo es...?

—Que me quedaré sola toda la vida —Phoebe va a decir algo cuando asimila mis palabras. Suelta un bufido irritado volviendo a hacer abdominales.

El silbato del coach suena fuertemente alertándonos a todos. Celebro pese a que me extraña que el coach nos detenga tan temprano los ejercicios. Sin embargo, mi confusión pasa a otra más rotunda cuando el coach me llama anunciándome que me debo presentar en la oficina del director.

Soy presa del miedo. No he hecho nada malo, no entiendo porqué me preocupo; no obstante me levanto del suelo dirigiéndome a la salida del campo.

En el edificio de Pyrex me encamino por los pasillos en dirección a las dirección. Gladys —la mamá de Max y secretaria del nuevo Pyrex— me saluda con una sonrisa diciéndome que pase a la dirección, es inevitable que no le pregunte el motivo de por qué me llamaron. Ella no me responde concretamente, me dice que pase y ya.

La sorpresa que me llevo al entrar a la oficina del director es grande.

— ¿Papá? ¿Qué pasó? ¿Por qué estás aquí? Oye, voy bien con las materias si es que has venido a ver mis notas como la vez pasada...

—Ava —me corta él con tono monótono. Lucas Pyrex se levanta de la silla de su escritorio, me da una sonrisa a boca cerrada bastante plana antes de desaparecer de su oficina.

— ¿Papá? —espero que me diga algo. Su gesto torturado me preocupa, acentúa la sensación vertiginosa en la boca de mi estómago —, ¿qué ocurrió?

Se levanta de la silla frente al escritorio, me envuelve en un abrazo que no hace más que volar mi cabeza de preguntas.

Cada una es respondida cuando me dice:

—Recayó.

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