Anne Of The Present

Da armoniadeamor

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Anne Shirley nació con la aventura tatuada en sus clavículas y las ganas de descubrir el mundo bordadas en su... Altro

Primera parte
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Segunda parte
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Da armoniadeamor

Gilbert.

Volver a ir a las reuniones del centro no fue tarea fácil.

La última vez que me hallé en esa sala estaba totalmente al tanto de cada reunión anterior, —porque yo había participado en crearlas después de todo— pero ahora estaba bastante oxidado en los temas a tratar. Esto sumado al hecho de que en ese entonces Anne era mi novia y no una persona que me regalaba miradas severas cada vez que sus ojos estaban obligados a dirigirse a los míos.

—¿Alejado del grupo, príncipe encantador? —me preguntó Venus mientras tomaba asiento junto a mí al final de la sala.

Sonreí a labios cerrados. —¿Hasta cuándo me dirás príncipe? Me has visto comer alitas de pollo con las manos y hemos hecho competencias de eructos, Vee.

—Que seas príncipe no significa que tengas buenos modales. —me respondió poniendo las piernas sobre su lado de la mesa—. Además eructas como niño.

—Tú eructas como camionero, no es mi culpa que cualquier persona a comparación sea un príncipe.

En lugar de ofenderse la francesa soltó una carcajada burlesca. —Yo creo que un camionero se queda corto con mi poder.

—Empezaremos en cinco minutos, estamos esperando a Aline y a... —expresó Anne al grupo desde la mesa que le correspondería a una profesora—. Justamente a ti, llegas tarde.

—Ups. —soltó Royal entrando a la sala con su caminata desinteresada—. Pero aquí estoy, saca ese gesto de enfado.

Aparté mis ojos de ellos para centrarlos en mi libreta cuando él se inclinó para saludarla de un beso en la boca.

Venus pareció notarlo porque volteó la cabeza a un lado para mirarme. —Es una putada.

—¿Uhm? —pregunté fingiendo que no sabía de lo que hablaba mientras escribía la fecha de ese día en la esquina superior de la hoja.

—No te hagas el imbécil conmigo. —agregó.

—¿Hablas de Anne y Gardner? —interpelé y ella asintió poniendo los ojos en blanco—. Nada que ver, no me importa.

—Qué bueno. —expresó chasqueando la lengua—. Porque le acaba de jalar una trenza como lo hacías tú.

Fruncí el seño y no pude evitar alzar la cabeza al instante. Ese era nuestro código, no podía repetirlo con...

No lo estaba haciendo, Gardner estaba de hecho sentado en uno de los puestos en primera fila comiendo su maldito dulce, y Anne hablaba con Ruby.

Venus soltó una risa. —No me importa.

Tan inteligente. —Quizás sólo me incomoda un poco.

—Yo sé de primera mano lo que es ver a la persona que amas con otro. —explicó la pelinegra como si nada, estirando los brazos hacia arriba—. Así que no; no te incomoda un poco, te incomoda como la mierda. Y no hablo de mierdas como las que cagas cuando...

—Entendí. —interrumpí su metáfora de mierda y luego al repasar sus palabras en mi cabeza fruncí el seño. ¿Persona que amas? ¿Ella?—. ¿Tú...?

Jaló mi oreja con fuerza como respuesta. —No porque sea una camionera significa que no tengo sentimientos, príncipe carademierda.

—Auch. —solté quitando su mano—. Definitivamente necesito saber quién es el desafortunado.

Vee lo dudó unos segundos con la mirada fija en el techo, sus largas pestañas tocando el párpado. —Digamos que no sólo Anne se dejó embelesar por el encanto Gardner.

Podría asegurar que mi gesto de sorpresa fue digno de museo. —¿Qué?

Asintió. —Así como escuchas.

—Pero... —fruncí el seño tratando de ordenar mis ideas, ella puso una sonrisa ladina en sus labios al verme tan confundido—. Me dijiste que nunca le correspondiste a Roy.

—¿Quién te dijo que hablaba de ese Gardner?

—Disculpen. —se escuchó la voz de Aline entrando a la sala como si se tratase de una aparición—. En la Avenida el Señor Méndez le propuso matrimonio a su novia, y no pude evitar quedarme a verlos. ¡Fue tan lindo!

Miré de reojo la sonrisa fugaz que se formó en los labios de Venus y mi cerebro se iluminó.

—¿Estás enamorada de...? —pregunté totalmente desconcertado.

Ella chasqueó la lengua sin apartar los ojos de la rubia. —Desde que tengo uso de razón.

Miles de preguntas se formaron en mi mente al instante ante su confesión: ¿Cómo alguien tan sincera como Venus podía amar a alguien en secreto? ¿La amaba realmente en secreto?

Estuve apunto de bombardearla con ellas pero Anne cortó mi posibilidad hablándole al grupo.

—Bueno, aunque aún falta Bryce ya estamos diez minutos tarde, así que empecemos... —exclamó con seguridad, pensé en que definitivamente había nacido para ser una líder—. Ésta semana pasaron muchas cosas contingentes dentro de la escuela, dentro de ellas la expulsión de Billy Andrews motivada por un abuso de su parte del que ya todos están enterados.

Venus a mi lado chifló como...bueno, una camionera. —Que descanse en paz y coma mierda.

Anne trató de ocultar una sonrisa en sus labios sin conseguirlo. —Nunca mejor dicho...bueno, la cosa es que luego de su expulsión le expresé a la Señorita Stacy nuestro avance bastante eficiente con el protocolo de violencia de género y cómo nos estaban poniendo miles de trabas para que no viera la luz. Y ella me respondió que al no tener el respaldo que había tenido con la expulsión, mucho no podía hacer para que lo aprobaran.

—Estaba estipulado en el informe que firmamos que uno de los acuerdos para bajar la toma era el protocolo de género. —agregó Diana, igual de confundida que todos.

Anne asintió. —Pero no decía nada sobre cuándo, ni tampoco que consignas debían aprobar o no.

—Ministro comemierda. —masculló a mi lado Venus a la que le encantaba decir la palabra mierda y yo asentí.

—Entonces...¿nos engañaron? —preguntó confundida Ruby.

—Eso tratan. —soltó Anne tras soltar un suspiro cansado.

Se notó en su voz lo desgastante que era para ella el tratar de hacer avances y que una y otra vez le pusieran trabas. Pensé en cómo podía aminorarle esa carga, sólo se me vino a la cabeza una idea.

—¿Y sí tuviéramos un respaldo? —pregunté alzando la voz lo suficiente como para que todos me oyeran.

Anne posó sus ojos en los míos. —Sería genial, pero acabo de decir que no lo tenemos.

Ignoré su mirada agria. —¿Pero y si la tuviéramos? Conocemos a la presidenta del centro de alumnos de la universidad de...

—Prissy. —exclamó la pelirroja entendiendo al instante a lo que me refería, sus ojos brillaron de excitación y supe que le había parecido una buena idea—. Tienes toda la razón...¡conocemos a Prissy!

Royal pareció no entenderlo. —¿Y eso cambiaría las cosas porque...?

—Porque podríamos formar una... —trató de aclararnos con una sonrisa en el rostro Anne mientras rodeaba la mesa para sacar una de las hojas de sus apuntes—. una red de funcionamiento y apoyo para el protocolo.

—Si una Universidad tan prestigiosa como University of Prince Edward apoya el protocolo otras podrían unirse y al ministro no le quedará razón para no aprobarlo. —les aclaré la idea.

Anne volvió a asentir sin dejar de escribir en una de las hojas con esa emoción desbordante que soltaba cada vez que una idea se le aparecía en la mente. —Y de hecho hasta podemos formarlo junto a ellos, le haría muy bien una visión más amplia y experimentada del tema.

Saqué mi teléfono para escribirle a Prissy sobre su disponibilidad, era un punto a considerar su tiempo, ya que estaba seguro que no era mucho, ya que manejaba un Centro de Alumnos universitario y además tenía que sacar toda una carrera.


—Me parece una idea genial. —agregó Diana volteando a mirarme, yo le devolví la sonrisa—. Sabía que serías un buen aporte, Gilbert.

Anne alzó la vista de su hoja. —Ahora sólo falta hablarle para...

La interrumpí alzando mi teléfono. —Acabo de escribirle.

Sonrió en mi dirección. Sí, en mi dirección. —Entonces sólo falta esperar su respuesta y estipular quiénes irán a juntarse con ella en caso de que acepte.

—Anne y Diana, ¿no? —preguntó Aline uniéndose a la conversación—. Presidenta y vicepresidenta.

—Tienes razón, pero yo ya no soy vicepresidenta. —habló la mayor de los Barry—. Lo dejé para ser de la mesa ejecutiva, el vicepresidente ahora es Gilbert.

—Ah. —soltó Aline mirando a su hermano—. Bueno, entonces...

—Que vayan los dos, ¿no? —intercedió Moody con la cabeza apoyada en el hombro de Ruby—. Después de todo fue idea de Gil y ya todos vimos que trabajan con Anne, hasta pareciera que se leen la mente.

No sé si era para tanto, pero bueno...

Anne volvió a poner sus ojos en los míos, supe como estaba tratando de cranear la mejor forma de solucionar este tema. —Bien. Si tiene la disponibilidad, claro.

Yo no aparté la mirada de la suya. —Por mí no hay ningún problema.


A Prissy y a Sadie la idea les pareció muy bien y se animaron al instante, así que cuatro días después estábamos en un autobús rumbo a su universidad, sentados uno al lado del otro.

El viaje era de cuatro horas, cosa que siendo totalmente sincero se me hizo eterno con Anne a mi lado hablándome sólo para cosas puntuales, como por ejemplo cerrar la cortina de la ventana o el aire.

—¿Quieres una manta? —le pregunté al ver cómo se rodeaba los brazos con las manos tratando de dormir.

—Se me olvidó traer.

—No te pregunté si trajiste. —agregué sacando una de mi bolso y estirandola en su dirección—. Te pregunté si querías una.

Ella la miró recelosa y volvió a cerrar los ojos. —No, gracias.

—No es una ofrenda de paz, ni tampoco un tratado. —agregué molesto por su hostilidad—. Es una manta y ya, no seas orgullosa.

Ella alzó una ceja en mi dirección. —No me digas qué ser o qué no ser.

—¿Entonces vas a decir que no sólo de altanera aunque tengas frío?

Asintió. —Justamente eso voy a hacer.

—Bien. —le contesté y me rodeé mis brazos con la manta—. Cuando tengas una pulmonía no quiero que me culpes.

—No lo haré. —respondió mirándome a los ojos con enojo—. Y cállate, quiero dormir.

—Suerte con eso, —agregué poniéndome mis audífonos— ambos sabemos que no puedes dormir cuando tienes frío.

Dicho y hecho: cuando bajamos del autobús Anne tenía una cara de no haber descansado nada, y había aumentando su mal humor contra mí un tres mil por ciento.

Hasta que por fin llegamos al enorme campus de la UPEI y al edificio de la Facultad de Negocios donde Sadie esperaba por nosotros.

—¡Chicos! —gritó sonriendo con amplitud la pelinegra al vernos—. Aquí están, genial. Justo a tiempo.

—Hola. —la saludó Anne contagiandose de su sonrisa—. Perdón por llegar tarde, la maquinita se demoró una eternidad. Wow, ¡qué lugar tan bello!

—Por maquinita se refiere al autobús. —le aclaré a Say al ver la confusión en sus ojos—. ¿Y Prissy?

—Le conté que llegarán a las dos porque su autobús se demoró más de lo necesario. —comentó haciéndonos un gesto para que la siguiéramos dentro del edificio.

—¿A las dos? —preguntó la pelirroja mirando todo el edificio con su habitual interés—. Pero si son las doce.

—Es que necesito que me ayuden para algo. —expresó dejando libres a sus trenzas ante amarradas en una coleta alta—. Iba a hacerlo hace dos días pero Prissy me avisó que vendrían y lo dejé para hoy, así también le daba tiempo de venir a la perfecta.

—¿El qué?—la interrogó la pelirroja con interés.

Sadie sonrió y abrió una de las puertas del casi vacío corredor, permitiéndonos ver una pequeña habitación con dos sofás azul marino, en los que una figura que yo conocía a la perfección leía una revista.

Sus ojos verdes se posaron en las chicas y luego se detuvieron en mí. —Miren nada más lo que trajo el viento, un futuro cirujano.

Compartí su sonrisa y acorté la distancia entre nosotros para poder darle un abrazo. —¿Qué haces aquí?

—No me podía perder ver a mi prima humillándose públicamente —respondió cuando nos apartamos—. Oh, soy tan grosera, hay más personas aquí.

Anne nos miró a todos sin entender muy bien qué estaba sucediendo por unos segundos y luego pestañeó volviendo a la realidad. —Hola, eh...yo soy...

—Tú debes ser Anne. —sonrió mostrando sus blancos dientes y luego estiró una mano en su dirección—. Yo soy Winifried. Es un placer, he oído mucho sobre ti.

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