Demonios;; Eren Jaeger x Lect...

De -BlackCigarette

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『En edición』❝Siempre que estamos a punto de salir a flote en aquel mar devastador donde permanecemos atrapado... Mai multe

Prólogo.
·•❃•1. Depredador.
·•❃•2. Equilibrio.
·•❃•3. Frustración.
·•❃•4. Montaña.
·•❃•5. Combate.
·•❃•7. Amanecer.
·•❃•8. Euforia.
·•❃•9. Rojo.
·•❃•10. Esperanza.
·•❃•11. Latidos.
·•❃•12. Humano.
·•❃•13. Ocaso.
·•❃•14. Cenizas.
·•❃•15. Desconfianza.
·•❃•16. Frágil.
·•❃•17. Decisiones.
·•❃•18. Hogar.

·•❃•6. Ladrones.

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De -BlackCigarette

❝Hay personas que pueden ser más peligrosas que un titán❞

─·•❃•✿•❃•·─

El ceño de (Nombre) podría apreciarse fruncido y sus ojos estrechados por la luz solar que bañaba su rostro. Prefería por mucho que la misión que se les asignó, hubiera sido en un sitio que no estuviera olvidado por Dios.

Su equipo debía realizar un viaje de ida y vuelta en búsqueda de un objeto escondido en un punto específico. Montaban sus caballos bajo el intenso calor de agosto en un recorrido de cuarenta kilómetros. Marco fue elegido como líder del grupo y Armin se encargaría de anotar todo su progreso. Oía a Jean bostezar y veía las caras de aburrimiento en Connie y Sasha.

Era mediodía, levantó la cabeza para mirar las nubes que surcaban el cielo. En ese mismo segundo escuchó pasos apresurados golpear el suelo.

—Maldición, de verdad que es un fastidio andar con esos lagartos... —se quejó Jean.

Trasladó la vista a donde él estaba mirando, topándose con una rápida criatura escamada.

—Es raro ver un animal de esos... —dijo Marco.

—Son deliciosos. —(Nombre) no se sorprendió tanto como se esperaría por el comentario de Sasha, no era ningún secreto que los cazadores conseguían una gran diversidad presas que les servían como alimento; no obstante, sí se mantuvo escéptica ante la afirmación del sabor. Las miradas de sus camaradas compartieron la misma duda—. Realmente lo son, en mi casa los comíamos hervidos. Saben a pollo.

—¿Sabes cocinar? —le preguntó Jean.

Pese a que en ocasiones solían encargarse de ayudar en la cocina, casi nunca solía darse el caso de que tuvieran que meterse a preparar algo.

—¡Por supuesto! ¡Es fácil!

—De acuerdo... —sonrió, dándole un suave golpe al caballo para que acelerara, rebasando a Marco en el acto.

—¡O-Oye! —le llamó el susodicho.

Kirstein torció el cuello para mirarlo.

—¡Yo me encargaré de la comida durante este entrenamiento, cazaré a ese lagarto!

(Nombre) ni siquiera supo qué expresión poner.

—¡Detente! —exclamó Christa—. ¡No hagas eso!

—Yo iré... —Pronto Eren se encontró haciendo lo mismo, pero no precisamente por la misma razón.

De inmediato (Nombre) se mostró alarmada. Ya podía imaginarse cómo acabarían las cosas, pero de cualquier manera le daba flojera movilizarse para ir tras ellos. Con simpleza soltó:

—No creo que sirva de algo perseguirlos... no llegarán lejos.

Christa asintió de acuerdo.

Y acertó, los chicos no se habían alejado demasiado; sin embargo, estaban discutiendo. Incluso si hubiera intentado detener a Eren, éste no habría hecho caso y el resultado sería el mismo. Marco se bajó de su caballo y se les aproximó.

—¡Deténganse!

Ya no vio al lagarto por ningún lado, quizás Eren frenó a Jean y el reptil se escapó, haciendo molestar al más alto.

—Jean, por favor cálmate —pidió el pecoso una vez que estuvo frente a él.

—¿Qué se supone que hice mal? —indagó de vuelta.

—Si nos demoramos, tendríamos que informarlo —clavó sus orbes en Arlert—. No escribas esto, Armin.

—E-Entendido.

Entonces Jean también le dio un vistazo al rubio.

—Informa que Jean Kirstein trató de encontrar comida durante el entrenamiento, pero Eren Jaeger lo interrumpió.

—¿Qué dijiste? —espetó Eren enojado.

—¡Está delicioso!

(Nombre) se sobresaltó en su caballo por el repentino grito de Sasha. Todos voltearon a verla cuando el mutismo se instauró y ella hizo un puchero mientras fruncía el entrecejo.

—Vámonos... —Marco permitió que un suspiro se le escapara.

—Sí... —afirmó Jean, todavía boquiabierto.

Poco a poco retomaron su camino.

—Dado su tamaño, podría haber alcanzado para todos... —habló Sasha para sí misma.

—¿En verdad son tan apetecibles? —le inquirió (Nombre) no tan convencida por el supuesto sabor, provocando una cara de sorpresa en la chica.

—Sí, creí que lo sabías. ¿En el muro Sina no comen carne todos los días?

—Más bien se consumen animales de granja y otros tipos... pero la carne de lagarto no es algo que comamos. —Sin querer, su mente viajó al pasado para revivir el recuerdo de cuánto deseaba tener un pollo de mascota. Era muy mala idea. Tal vez cuando éste creciera, hubiese acabado en su estómago luego de desaparecer misteriosamente. Ambas evitaron retrasarse más y siguieron al resto—. Ah, y la gente no come carne todos los días.

—Ay, ¿es en serio? —rió, sintiéndose interesada en lo que le contó. Aunque la comprendía, o sea se trataba de comida. Asintió en contestación—. Pero la carne de lagarto es deliciosa, yo creo que te falta probarla para que puedas determinar si es buena o no. ¡Un día podríamos salir a cazar uno!

—¿Cazar? No estaría mal... pero debo advertirte que nunca he cazado por mi cuenta, únicamente me explicaron cómo destripar y despellejar a los animales. —Su abuela solía vivir en los bosques del muro Sina antes de contraer matrimonio, por lo que poseía extensos conocimientos de cacería que después pasaron a su único hijo. Éste les prometió tanto a (Nombre) como a su hermano mellizo enseñarles también, pero su muerte fue un impedimento para ello. Un silencioso suspiro de aflicción se deslizó por sus labios—. Lo máximo que he llegado a capturar son las arañas de nuestra habitación. Ya sabes que a las demás les da asco agarrarlas.

Los ojos de Sasha brillaron como si hubiera descubierto una mina de oro.

—No te preocupes por eso. ¡Yo te enseñaré!

·•❃•❀•❃•·

El Sol se ocultó tras las montañas, permitiendo que la oscuridad se cerniera sobre ellos cuando se adentraron en un bosque. A (Nombre) le gustaban los árboles —en especial treparse a ellos—, por lo que no tenía problema con permanecer ahí toda la noche. La idea era quedarse a acampar ya que con la hora no era recomendable seguir en marcha.

Y mientras unos alimentaban los caballos, algunos se dedicaban a encender un par de fogatas y otros preparaban lo necesario para hacer la cena. (Nombre) se mantuvo ocupada junto a Jean tratando de crear fuego, una vez conseguido levantó la mano hacia su compañero y éste respondió chocando las palmas.

—(Nombre) —murmuró Christa, inclinándose hacia ella. La joven retiró su mano de la fogata, donde se puso a remover algunas ramas y hojas secas, para ver a la rubia de reojo—. Hace unas horas te atrasaste con Sasha, cuando estábamos retomando el entrenamiento. ¿Pasó algo malo?

—Oh no, nada de eso. Solamente teníamos una conversación sobre comida. —Sus ojos se movieron hasta algunos utensilios que Lenz traía en sus manos, ésta misma contestó con una leve risa aliviada.

—Es un desastre hablar de comida cuando las raciones militares son tan insípidas —opinó Jean. Sabía que aún se encontraba molesto por no haber tenido la oportunidad de cazar aquel lagarto—. Siquiera la comida que dan en el cuartel es un poco más decente.

—Tú lo dijiste, Jean, “un poco”. —Connie hizo comillas con sus dedos cuando pasaba por ahí. Eren y él ya habían acabado de alimentar a los caballos—. Pero piénsenlo, cuando nos graduemos seguro podremos comer algo delicioso.

—Faltan menos de dos años para eso —le recordó (Nombre), levantándose.

—Este año se fue muy rápido, otros dos no serán nada —habló de nuevo, mientras la veía irse a donde se hallaba su caballo—. Cuando estemos en la Policía Militar nos vamos a acordar de esto mientras cenamos un filete con verduras al vapor y nos vamos a reír.

Con imaginar eso el hambre aumentó, jamás creyó que extrañaría tanto el sabor de la carne. Resopló y metió las manos a las alforjas de su caballo para sacar algunas latas de un estofado que empacó antes de partir. Oyó las pisadas de un compañero acercarse, encontrándose con los enormes ojos de Eren al girar la cabeza.

—Hey —la saludó y ella le murmuró un «hola» de regreso—. Hace un momento escuché a Connie y ahora que lo pienso nunca se me había ocurrido preguntarte esto, pero... ¿por qué quieres unirte a la Policía Militar?

Sus ojos se entrecerraron con cierta sospecha.

—Para reemplazar corruptos inútiles. Allá abundan muchos ineptos que no hacen su trabajo, ¿sabes? Cuando los necesitas, crees que te ayudarán pero luego te das cuenta que no moverán ni un dedo... encontrar a alguien confiable es casi insólito.

—¿Es en serio? —se escuchó incrédulo según su sistema auditivo y tal vez levemente decepcionado—. ¿Crees que la corrupción tiene arreglo?

—Una sola persona no puede lograr un cambio significativo, pero debo confesar que siempre he creído que hay variaciones que tienen la capacidad de desencadenar grandes sucesos... —declaró, perdiéndose en sus propias palabras. Al cabo de unos segundos regresó a la realidad y vio cómo la confusión se abría paso por el rostro de su acompañante—. Te ves sorprendido, Eren. ¿Qué cosa esperabas que te dijera? —De sus labios brotó una sonrisa impregnada de un rastro malicioso—. Ah, ya sé... no me digas que creíste que lo hacía por buscar más privilegios. No te culpo por pensarlo, pues si tomamos en cuenta la caída del muro María, no sería raro que la mayoría esté en el ejército buscando una vida mejor. Pero alguien como yo que viene de un lugar tan podrido como Sina... —El gesto anterior se borró, haciéndola verse afligida de repente—, busca otra clase de cambios.

—Al principio sí lo pensaba, pero después lo descarté porque no tiene sentido ambicionar algo que ya tienes—admitió, sin dejar de escudriñar su expresión y preguntar qué había detrás de la misma—. Y respondiendo a tu pregunta... solo siento que no puede ser únicamente por eso.

—Tuve varios motivos, sí. Aunque... creo que de cualquier modo se pueden incluir en esa «otra clase de cambios» —cortó de tajo, dando a entender que no los iba a mencionar—. En tu caso ya sé de sobra que quieres unirte a la Legión de Reconocimiento. ¿Por qué? Quién sabe... tienes los tuyos también.

Empezó a avanzar hacia los demás como un alma en pena, siendo imitada por Eren, que se posicionó a su lado izquierdo.

—Cuando era un niño tenía el sueño de abandonar las murallas, no quería morir enjaulado como si fuera ganado —inició, con la vista perdida en la tierra y el pasto que pisaba bajo sus botas—. Hubo una vez en la que dije que si nadie tomaba el trabajo de aquellos que perdieron sus vidas, entonces habrán muerto en vano —murmuró—. Y al final... obtuve el deseo de destruir a cada titán después de haber presenciado la muerte de mi madre a manos de uno.

Aquel día casi lo perdió todo; su hogar, el distrito donde vivía y a su madre. Y podía decir «casi» porque todavía le quedaba su mejor amigo y su hermana adoptiva hasta donde sabía. Detectó las emociones y sentimientos negativos que brotaban de su interior cuando hablaba de ello, odio, resentimiento, rabia... podía reconocerlos con facilidad porque estaba muy bien familiarizada con tales cosas.

Fijó su mirada en Eren y éste levantó la cabeza cuando percibió que estaba siendo observado. En los confines de sus ojos él se encontró con algo que bajo ningún aspecto pudo relacionar con lástima, hubo similitud con la que le dio cuando hablaron de sus familias por primera vez. Ah, por supuesto... se trataba de la empatía. La que también sentía por todos aquellos que se vieron obligados a pasar por lo mismo.

Ninguno de los dos podía llegar a entender por qué tuvo que ocurrir aquel terrible suceso, pero lo único que les quedaba era seguir avanzando.

·•❃•❀•❃•·

—La comida para los soldados no tiene nada de sabor —comentó Jean, revolviendo la sopa y el estofado con la cuchara. Prefirió dejarlo de lado para comerse una barra de las raciones.

—Estaría mejor si hubiéramos atrapado al lagarto —agregó Sasha, comiendo sin muchas ganas.

—Suficiente. Me asquea recordarlos.

—¿Y no estabas intentando cazar uno hace rato? —replicó Eren con ironía.

Jean detuvo la galleta a medio camino de su boca. Cerró los ojos en señal de que intentaba contenerse y dio un sonoro gruñido cargado de molestia.

—Al menos es más fácil que cazar titanes.

—¿Qué diablos quieres decir?

(Nombre) prefirió ignorarlos poniéndose a pensar en otra cosa. Sus orbes de centraron en el fuego al mismo tiempo que picoteaba los vegetales en su plato. <<¿Qué estará haciendo Ymir ahora? ¿Ya habrá acabado de cenar?>> Bajó la mirada hasta su cena. Su madre no habría dudado en reprenderla por jugar con la comida, pero sabía tan insípida que quitaba el apetito. Mejor la dejó de lado y optó por la confiable galleta de siempre, entonces su entrecejo se frunció cuando las voces de los chicos se fueron elevando, opacando sus propios pensamientos.

Armin tomó la tablilla y golpeó con nerviosismo la punta de su lápiz en las hojas, sin saber qué escribir.

—¡Está bien, Armin! —interfirió Marco—. Es solo una conversación durante la cena.

No obstante, Jean continuó con sus provocaciones hacia Eren. Qué fastidio, en menos de media hora la naturaleza testaruda de Jaeger estaba de regreso y bien preparada para agarrar al otro chico de la chaqueta. El resto se levantó de golpe cuando fue testigo de esto.

—¡Ya basta! ¡Cierren la maldita boca! —(Nombre) perdió la poca paciencia que le sobraba. Vio que la galleta se desmoronó en su mano luego de aplastarla y gruñó ante el desastre.

—¡Deténganse! —rogó Christa en un alarido.

—¿Qué tal si voy a cazar lagartos? —propuso Sasha, sin saber cómo lidiar con la situación—. ¡Seguro se calmarán después de eso!

(Nombre) se sacudió las manos y en ese instante el débil crujir de una rama llegó a sus oídos. Christa viró la cabeza a un costado cuando pudo ser capaz de ver una silueta por el rabillo del ojo y escuchar pasos entre los árboles, aun bajo la discusión que sostenían.

—Oigan, chicos... —habló la rubia, preocupada.

—¿Qué ocurre?

—Escuché y vi algo por allá —señaló al punto, bastante nerviosa—. ¿Tú no? —(Nombre) dudó, creyó que el sonido de antes había sido causado por uno de los presentes. Se limitó a afirmar con lentitud en respuesta.

—Fue como si una rama se hubiese roto. ¿Qué oíste tú? —arrugó las cejas.

—Parecían... pisadas. Lo que vi era una sombra.

—Hasta donde recuerdo, nosotros y el grupo de Mikasa somos los únicos que estamos acampando en esta área... —divagó unos breves segundos—. ¿Habrán más personas aquí? Y de ser así, ¿serán cadetes o simples civiles?

—No lo sé... ¿no crees que se podría tratar de un animal?

—Se supone que... —le echó un vistazo fugaz al lugar— las fogatas ahuyentan casi a cualquier animal...

·•❃•❀•❃•·

(Nombre) despertó por tercera vez en lo que iba de la noche. No podía decir con exactitud si se debía a que dormían a la intemperie o por lo que Christa le informó en la cena. Frotó su cara y se dispuso a reincoporarse.

Tras moverse entre sus camaradas y reacomodar el cuerpo de Connie dentro de su saco de dormir, captó que Christa no se encontraba ahí. Le lanzó una mirada a los caballos y los contó, descubriendo que faltaba uno. A ver si entendía... ¿le advirtió acerca de que oyó pasos para luego irse a deambular a quién sabe dónde?

Se aseguró de comentárselo al resto cuando la discusión había cesado y la mayoría determinó que pudo ser solo un animal, quizás uno de ellos o su imaginación incluso, entonces el tema se concluyó ahí.

A pesar de esto, no dejaba de sentirse intranquila.

Partió con el propósito de buscarla, no sin antes ocultar en su bota uno de los cuchillos de caza que llevaban en el equipaje. La luz que emitía la Luna y los leves sonidos de la naturaleza serían sus escoltas esa noche, aunque fue tan solo cuestión de segundos para que sus sentidos se empezaran a detectar algo extraño en el ambiente. No se había alejado a más de setenta metros para cuando un alarido femenino estalló.

El grito que salió de Christa no resonó muy lejos de ahí, viniendo en compañía de una débil pero perceptible pisada contra la tierra. Al darse la media vuelta, lo primero que vio fue el cañón de un rifle siendo apuntado directamente a su rostro.

—Quédate quieta.

Y mientras tanto, todo aquel que se quedó en el campamento se despertó por el grito y fueron recibidos por un grupo de ladrones armados, con la sorpresa incluida de que éstos desataron a los caballos. Eren arrastró los ojos hasta la cara del tipo que lo amenazaba con un arma, topándose con una bolsa de tela que le cubría la cabeza por completo.

—No te muevas —ordenó.

Miró con atención el par de orificios que poseía la bolsa, intuía que debajo de la misma permanecía atento a cualquier movimiento en falso. Los chicos se levantaron de un modo lento y torpe delante de las armas.

—Traigan sus equipos de maniobras. Rápido.

Eren arrugó el entrecejo.

—¿Y para qué los quieren? —le cuestionó al desconocido.

—Hay sujetos que los quieren, se los venderemos para hacer dinero. Es inútil ganarle a los titanes. ¿Qué hay de malo en usar esos equipos para algo bueno?

Eren sintió la indignación y el coraje filtrarse por su cuerpo, agarró el cañón del rifle en un arrebato. Forcejeó contra el ladrón y no dudó en enviarle una ojeada a las únicas personas con las que podía contar.

—¡Chicos, ahora! —vociferó, a la espera de que se movilizaran para atacar.

Nadie pudo intentar hacer algo. El temor los mantenía paralizados a medida que corría el tiempo. Jean tomó la iniciativa de huir, siendo alcanzando por un tiro que se le escapó al ladrón con el que Jaeger forcejeaba. Para su suerte, la bala solo rozó su pómulo derecho, pero fue suficiente para dejarlo completamente quieto.

El hombre le arrancó el arma a Eren y con esta misma lo golpeó con dureza en la cara, mandándolo al suelo de nuevo. Su imprudente idea de tomarlo desprevenido por segunda vez se vio eclipsada cuando el sonido de otro disparo, no tan lejos de ese punto, se abrió paso en sus oídos. Le enfureció de manera desmedida la creencia de que un compañero suyo pudiese haber resultado herido.

—No hagan nada, quédense en donde están —advirtió. Lo anterior había sido una pequeñísima demostración de que eran capaces de hacerles si no obedecían.

Eren apretó los puños y sus facciones se desfiguraron de rabia en su máxima expresión.

Echaron los equipos de maniobras en sus carretas, y encima, pretendían secuestrar a Christa. Los obligaron a mantenerse juntos para tenerlos vigilados y no lidiar con más ataques que acabasen mal. Eren miró a todos lados, no encontró a (Nombre) entre su grupo y en ningún instante vio que se la llevasen a las carretas, pronto sintió una oleada de sudor frío al considerar la posibilidad de que el disparo le hubiese tocado a ella. Todo eso no podía estar ocurriendo.

No obstante, su sorpresa fue evidente en el momento que otro sujeto emergió con dificultad de entre los árboles, luciendo como si le hubiesen atizado una brutal golpiza. Su mente trabajó a velocidades inhumanas, armando toda clase de escenarios caóticos.

Antes de irse, ese hombre que tenía la pinta de ser el líder les dijo que los liberaría en cuanto se marcharan, pero si se les ocurría perseguirlos, matarían a Christa primero y luego a ellos sin dudarlo. Ya la soltarían más tarde si les hacían caso sin chistar. Eren ancló la mirada en el camino por donde se desvanecieron las carretas, apretando sus manos hechas puños.

—Todos... —murmuró áspero—, ¡si hubiésemos atacados todos, habríamos podido hacer algo!

—Esa es tu opinión, pero yo no estoy de acuerdo —se adelantó a hablar Jean, en vista de nadie más parecía querer hacerlo—. En realidad, gracias a ti todos estuvimos en mayor peligro.

Marco agachó la cabeza.

—Este entrenamiento ha terminado.

—Sí... —apoyó Armin en un susurro desanimado.

—¿Y vamos a dejar a (Nombre) y a Christa solas...? —preguntó sin dar crédito a que ya estuvieran dándolo todo por perdido. No podía comprender por qué a casi un año de lo acontecido en la montaña, ese par tenía que estar en peligro una vez más.

—¡No es eso! —contradijo Bodt, sin percatarse de que Sasha se retiró de ahí y desapareció entre los árboles—. Lo estoy diciendo porque nosotros no podíamos hacer nada. Por eso mejor debemos buscar a (Nombre) e ir a recibir órdenes del instructor.

—Así no lo lograremos —movió la cabeza a un lado, entregándoles un vistazo por el rabillo del ojo—. ¡No pienso quedarme de brazos cruzados! ¡Buscaré a (Nombre) y después salvaré a Christa como sea! —Las lágrimas de impotencia y rabia se asomaron, amenazando con trazar recorrido por sus mejillas en cualquier segundo—. ¡Aunque lo haga solo!

—Eren... —El aludido ignoró el llamado de Armin y se alejó de ellos con paso apresurado—. ¡Eren!

—¡Espera! —Jean no dudó ni dos segundos en ir detrás de él.

Escuchaba a la perfección cómo iba siguiéndole, pero no se detuvo. Tenía la esperanza de que (Nombre) continuaba respirando, así que él mismo iría a corroborar que así era. De pronto, en su cabeza se formó el pensamiento invasivo de que debía empezar a hacerse a la idea de que ella no correría con la misma suerte toda la vida, lo que solo sirvió para alterarlo un poco más. Eren paró en seco cuando Jean le agarró un brazo.

—¿Cómo rayos te encontraremos luego si te alejas?

—¡No me importa! —zafó su extremidad de un tirón.

—¡Pues a mí menos, por eso voy contigo! —Su comentario lo llenó de sorpresa. ¿No estaba bromeando o algo por el estilo? ¿De verdad iba a ir?—. Yo... tampoco quiero quedarme de brazos cruzados.

—¡Chicos! —salió Sasha de la espesura de la oscuridad, exclamando alegre—. ¡Miren a quién me encontré! —(Nombre) estaba atrás de ella, pero decir que se hallaba bien en su totalidad pues... no.

Había una herida en su ceja y un hilo de sangre le recorría la cara. Iba presionando una mano al rededor de su brazo izquierdo, en donde llevaba un vendaje improvisado creado con una manga de su chaqueta. Aquel mismo líquido carmesí le manchaba las extremidades, de las cuales, la que recibió el balazo temblaba con suavidad. <<Solo le rozó la bala... igual que a Jean...>> Eren no contuvo su alivio y se le escapó un gran suspiro.

—Es la primera vez que me apuntan y disparan con un arma... ah sí, y también que me rompen una ceja con ella. Eso me pasa por tomar el camino equivocado... —se rió de forma amarga.

Y por subestimar al idiota ése que aprovechó la pequeña distracción que tuvo al oír el disparo que alcanzó a Jean, además de no tener reparos en matarla si seguía luchando, aceptó que fue su error. Había sido sometida y eso la cabreaba, pero al menos le hacía feliz saber que le dio una buena paliza en la que hasta una mordida y una puñalada en la pierna iban incluidas.

—Como sea... Sasha ya me contó lo que pasó acá... —Eren vio a los otros chicos acercarse, ya eran conscientes del balazo que casi la atravesó y por ello no hubo preguntas. Las miradas de cada uno reflejaban un nuevo brote de determinación. Todos lucían dispuestos a rescatar a Lenz sin importar el precio—. Vayamos a rescatar a Christa.

Pero no tan rápido, en primera había que suturar el brazo de (Nombre) —lo cual sería un problema porque las agujas la ponían nerviosa— y desinfectar la herida de Jean, ya después vendría la parte del plan.

·•❃•❀•❃•·

—Y... ¿cómo vamos a encontrarlos?

Ya con las heridas curadas y el grupo reunido, pensaron con cuidado el siguiente plan que armarían. Sabían que incluso dividiéndose, no habría manera de hallar a los ladrones entre tantos árboles.

Sasha levantó una mano cuando una idea se le cruzó ante el inconveniente.

—En ese caso... ¡debemos subir a lo más alto! Cuando te pierdes en los bosques, subes a una buena altura. Cuando te pierdes en una pradera, también subes a una buena altura. Es una enseñanza de mi padre.

Le tomaron la palabra y se trasladaron hacia una colina con ayuda de un mapa. Una sola señal, por más pequeña que fuera, les podría favorecer.

Cuando iban subiendo a (Nombre) le punzaba la parte derecha de la cara y no podía levantar el brazo, empezaba a sentir dolor porque la adrenalina de antes ya se había esfumado. Sin en cambio, había que reconocer que estaba resistiendo bastante los efectos causados por la pérdida de sangre. La mano de Armin descansó su hombro. Lo miró expectante, no sabía si aquello se debía a un intento por captar su atención o por el cansancio que empezaba a hacerse evidente en él.

—Sé que entre todos estamos participando en esto... pero al menos por mi parte, yo no puedo permitir que te enfrentes a esos hombres en el caso de que tengamos que hacerlo...

Sus ojos azules brillaron con audacia. Ella ya se esperaba que le señalaran su inconveniente aunque deseaba que mejor no lo hicieran. Dándole un pellizco al puente de su nariz, expulsó un suspiro frustrado.

—No es que desconfíe de ti —explicó, tratando de evitar un malentendido—, pero tienes el brazo herido. Marco tuvo que aplicarle siete puntadas y no quisiera que empeorara.

Su mirada abandonó el semblante de Armin y se centró en el camino. Tenía que darle la razón en que podría pescar alguna bacteria por ahí y luego se vería en la obligación de lidiar con una infección, pero a la vez iba ganando terreno el pensamiento de cuánto detestaba no poder brindar su ayuda. El agarre de Arlert continuó en su hombro, ya estaba claro que se debía más al agotamiento por subir esa elevación rocosa a paso veloz.

—Está bien —recitó finalmente (Nombre), justo en el instante que el rubio volvía a tomar la palabra:

—Eren estuvo preocupado... y muy enojado en verdad —confesó en un susurro, dejándola estupefacta, a lo que Armin sonrió—. Yo te entiendo, estás molesta porque te cuesta hasta levantar el brazo y te duele muchísimo, quieres traer a Christa de regreso y esto te lo impide... pero no tienes ninguna razón para desconfiar de nosotros. Haremos lo posible.

La zona inclinada se convirtió en una horizontal, permitiéndoles detenerse para darse un respiro y poner en el piso los pocos objetos que les dejaron. (Nombre) dedicó un breve de lapso de tiempo en observar a Eren mientras las palabras de Armin le hacían eco, fue tan corto que ella optó por retirar la vista antes de que diera cuenta. Justo ahí fue cuando Jean señaló al frente.

Apuntaba el humo propio de una fogata a la distancia. Esa era la pista que querían encontrar.

Se desplazaron para quedar más cerca y poder vigilarlos a través de un catalejo. Ya que esos hombres también estarían pendientes a los alrededores, una parte de los cadetes debían adoptar una postura de cuerpo a tierra y los restantes mantenerse ocultos. Eren pudo apreciar una figura que no cabía duda que se trataba de Christa y notó cómo la dirigían a otra carreta. Viró la cabeza y sus orbes chocaron con los de (Nombre), dio un asentimiento que le indicó que la rubia aparentaba estar bien de momento.

—¿Qué hacemos? —inquirió Jean, agarrando el catalejo que Eren le tendió—. ¿Atacamos?

—Espera, tienen armas  —aclaró Marco—. Nosotros solo tenemos el cuchillo que traía (Nombre). Perderíamos.

—Tengo una idea —anunció Armin, retirándose y yendo a reunirse con los demás, siendo imitado por estos tres—. Es seguro que quieren vender los equipos —desplegó el mapa que les dieron—. El distrito más cercano a esta zona es Yarckel. Vayamos primero y preparemos una emboscada.

—No tenemos caballos, ¿cómo llegaremos primero? —le preguntó Connie.

—Yarckel está cerca si salimos del bosque —mencionó Sasha. Tenía muy presente que en cualquier bosque siempre existirían atajos y el que les tocó fue una bajada directa donde cualquiera se podría deslizar.

El haberse adelantado, les dio el tiempo suficiente para tumbar un árbol a base de sogas y balanceando el peso de sus cuerpos. Habían dos caminos distintos y uno conectaba al distrito Yarckel, si no lograban bloquearlo y los ladrones tomaban esa dirección, entonces ya no habría nada que se pudiera hacer.

Y si funcionaba, ¿cómo podrían saber en qué carreta estaban Christa y los equipos? Pues guiándose por el sonido del cargamento.

(Nombre) y Marco se encargarían de detectar el ruido, escondidos a un lado del camino. Armin tenía conocimiento en la agudeza del sentido auditivo que ambos poseían, pero llegó a considerarlo dos veces después de notar a su compañera un poco ausente. Entonces la primer carreta pasó y no obtuvieron el sonido que buscaban, quedó descartada. La siguiente atravesó una grieta, causando que las cuchillas se golpearan en sus respectivas ranuras. Echando a un lado su brazo sano, (Nombre) jaló una soga enredada entre las ramas al mismo tiempo que Marco. Con un solo movimiento, las latas que colgaban de ahí les dieron la señal a Eren y a Jean de actuar.

Atacaron la segunda carreta dejándose caer sobre ella desde un árbol. Eran tres hombres y Jean fue el primero en atacar, mientras mandaba fuera a uno echándole todo su peso, Eren derribó al segundo con una de las diversas técnicas que aprendió y procedió a noquearlo. Kirstein fue a estrangular con una llave al conductor.

—¡Hijos de puta! —Uno de los pasajeros del frente les apuntó con un rifle. Que una de las ruedas le pegara a una roca, provocó que perdiera el equilibrio y el tiro fallara.

Daba igual, con el siguiente sí acertaría. A medida que se preparaba para otro disparo, Christa se interpuso pretendiendo bajar el arma con sus manos atadas. Nada de eso le impidió accionar el gatillo, aunque la bala impactó en una de las ruedas, haciendo que la carreta se saliera de curso y chocara contra los árboles.

Sin embargo, los equipos regresaron a manos de sus dueños y teniéndolos en su propiedad, perseguirlos sería más sencillo.

—¿Estás bien? —le cuestionó Jean a Eren, levantándose apenas logró recuperarse del golpe.

—Sí, algo así...

—¡Chicos! —exclamó (Nombre), asomándose al interior y dejando salir un resoplido aliviado. Marco, Sasha y Connie llegaron atrás de ella—. Oímos disparos... ¿los lastimaron?

Eren la inspeccionó de un modo demasiado agudo y ella fue capaz de sentirlo, a lo que sus miradas chocaron. ¿Acaso era su imaginación o (Nombre) parecía hablar como si le estuviese comenzando a dar sueño?

—Por suerte no —le tranquilizó Jean—, pero lo logramos. Aquí están los equipos...

Fue la hora de ponerse en marcha para la siguiente parte. Mientras terminaban de colocarse sus equipos, Eren todavía esperaba que (Nombre) abriera la boca y dijera algo acerca del estado que tras varias horas apenas tomaba posesión de ella. Pero no, nada más apoyó la espalda en un árbol y se pasó un dedo por la costura cubierta de su ceja, teniendo una mirada tan perdida como adormilada. Eren se molestó por milésima vez, ¿esa chica no podía simplemente hablar de sus propios malestares? ¿Por qué no intentaba con un «me siento mal, no me fastidien» siquiera?

Bueno, porque no le agradaba tener atenciones que no consideraba necesarias en momentos críticos, prefería que los demás se centraran en el objetivo que tenían en frente. Desde el punto de vista de (Nombre), solo estaba mareándose un poco pero no se encontraba agonizando.

Tal como lo había dicho una vez, conocía sus propios límites.

El sonido de los equipos de maniobras se escuchó conforme los chicos se lanzaban a perseguir a los tipos restantes. Armin se apresuró a llamar a Sasha antes de que se retirara.

—Sasha, ¿tienes la pistola de bengalas?

—Sí... la tengo... —(Nombre) levantó la cabeza con lentitud al oírlos. ¿Armin tenía algo más en mente?

—Préstamela.

La disparó hacia el cielo. Una línea de humo color verde se dejó ver. (Nombre) se despegó del árbol y comenzó a moverse por el mismo camino donde se fueron los chicos. El rubio no dudó en aproximarse.

—Espera, iré caminando contigo. No te preocupes —avisó. Trató de gesticular un «¿por qué?» pero Arlert se le adelantó—. Me sabe mal dejar que estés sola otra vez tomando en cuenta lo que pasó. Y en serio, no vuelvas a hacer imprudencias como esa, ¿sí?

De pronto vio a su mamá en lugar de Armin.

—Eh... sí, sí —murmuró, pestañeando rápidamente y esperando que la figura de esa mujer preparada para reprenderla se esfumara de su mente—. Gracias. —Desde que recibió el balazo, Armin no paraba de revolotear a su alrededor como pájaro recién alimentado y esto la confundía—. ¿Y... para quién fue la señal de la bengala?

—El grupo de Mikasa, ojalá hayan logrado verla. Ellos podrían echarnos una mano.

La chica le sacó provecho a sus piernas y dio zancadas más grandes. Y mientras tanto, el resto del grupo quedó atónito ante la imagen que los recibió cuando la persecución finalizó. Cuando querían acercarse al carruaje estrellado, vieron a uno de hombres apuntándoles con un rifle y el otro sosteniendo un cuchillo contra la garganta de Christa.

—¡Quédense atrás! ¡Bajen esas armas!

De nuevo fueron puestos entre la espada y la pared.

—Entreguen sus equipos de maniobras... ¡dense prisa!

Justo ahí llegaron Armin y (Nombre), tan rápido como habían podido. Consciente de sus palabras, la mencionada los fulminó con la mirada hasta la distancia en que se encontraba. Tal dura expresión logró sembrar el nerviosismo en el ladrón que los amenazaba con su arma. En cambio, Armin sonrió con emoción.

Jean y Eren se dieron un vistazo antes de empezar a deshacerse de sus equipos, y como consecuencia, sus demás camaradas los imitaron. Quien tenía el rifle entre sus manos, ya no soportaba tener los turbios ojos de (Nombre) encima y le apuntó directamente, deseando que eso la hiciese retroceder. Sin embargo, ella se sorprendió cuando vio a Mikasa y Annie descender de un árbol.

Los golpearon con la parte posterior de sus espadas, desorientándolos por unos segundos. Antes de que Mikasa le rebanara la garganta a uno de ellos, Christa se apresuró a rogar que no lo matara.

—Bien —contestó con frialdad. Retiró la espada de su cuello, dejando a la vista un delgado corte en su piel.

Debido a que salieron victoriosos gracias a la señal que les lanzó Armin, Sasha le dio unos leves codazos cómplices al rubio. Aquella acción provocó que sus mejillas se colorearan. Tan lindo él. Entonces los miembros del otro grupo aparecieron en sus caballos.

Después de eso, los ladrones fueron arrestados por la Policía Militar. Pero claro, (Nombre) no iba a permitir que quien la dejó en ese estado, se le escapara con facilidad. Luego de recobrar un poquito de energía fue a regalarle una potente patada en la entrepierna y con una alegría inusual, le dio las gracias al policia que estaba llevándoselo y accedió a detenerse cuando se lo pidió.

Eren la observó a la lejanía con horror.

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