más de ti [camren]

By cabellosfreedom

1.1M 59.5K 108K

[camren] More

INTRO (LEER)
PRIMERA PARTE - APOLO & DAFNE
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
SEGUNDA PARTE - ORFEO & EURIDICE
26
27
28
29
30
31
32
33
34
35
36
37
38
39
40
41
42
43
44
45
46
47
48
49
50
TERCERA PARTE - EROS & PSIQUE
51
52
53
54
55
56
57
58
59
60
61
62
63
64
EXTRA #1
65
66
67
68

15

14.4K 752 1.8K
By cabellosfreedom



Lauren

Me detengo frente al local de comida italiana que está cerca del hospital donde trabaja mi papá y apoyo mi espalda en unas plataformas de madera antes de entrar porque necesito pensar. Me quito la bufanda que disminuye un poco mi alergia al clima que ya comienza a ser más caluroso y vuelvo a encender mi teléfono para leer por segunda vez el mensaje que acaba de enviarme Nicholas.

''Nos vemos hoy??? 8 PM?"

Llevo más de cuarenta minutos tratando de encontrar alguna respuesta que me haga sentir menos culpable respecto a lo que hice estando con Camila. Pero no la encuentro porque no existe y no sé cómo ordenar mis ideas porque las cosas no han cambiado... tanto. Es decir, Nicholas sigue gustándome. El problema es que también algo me pasa con Camila y no voy a fingir no darme cuenta.

No sé si con ella sea mutuo porque es difícil estar segura, pero quiero suponer que sí. Se me hace difícil imaginar que todo lo que pasa entre nosotras sea sólo para confundirme y en realidad no le pase nada conmigo. Por algo sigue yendo a mi departamento, ¿verdad? Puede que necesite ayuda para estudiar porque su examen es en unos días, pero también es parte de todo lo que pasa mientras estudiamos.

Leo el mensaje por tercera, cuarta, quinta vez. Se me aprieta el estómago cada vez que lo hago y mi mente sigue en blanco, vacía y a mil por hora, y hasta tengo la garganta seca porque me siento muy culpable y me frustra mucho estar sintiéndome así porque salir con Nicholas era todo lo que quería hace unos días, pero pensar en Camila no me deja disfrutarlo como yo quisiera.

Apago el teléfono y suspiro, guardándomelo en el bolsillo. No voy a contestarle ahora porque aunque siempre intento ser directa, no sé qué decirle. No quiero mentirle al responder que puedo verlo ni tampoco rechazarlo cuando todavía no tomo una decisión. Necesito pensar.

Froto mis manos en mi pantalón para quitarme el sudor y me aclaro la garganta antes de entrar al restaurante donde se suponía que me encontraría para comer con mi papá hace ya varios minutos. De hecho, no me sorprende ver que frunce el ceño al reconocerme y niega lentamente con la cabeza porque odia la impuntualidad casi tanto como odia cuando respondo sus llamadas cada vez que salgo con mis amigas.

— ¡Perdóname! ¡Soy la peor! —Exclamo al caminar hasta su mesa, pero el arrepentimiento me dura hasta ver que su orden está pedida y me hago la ofendida antes de sentarme—. ¿Ya empezaste a comer? ¿Sin mí? ¡No te creo!

Dejo caer la mochila en la silla frente a él y hago una mueca cuando veo que su plato ya está casi vacío. Me cruzo de brazos mientras me siento.

—Es de mala educación invitarme a comer si luego no vas a esperarme.

—Sabes que luego tengo que ir a trabajar y que no puedo esperarte tanto. —Me responde sin siquiera mostrar arrepentimiento.

—Si hubiera sabido que estabas con tanta prisa habría venido antes —le digo—. ¡Hasta me hiciste correr para llegar a tiempo!

Él se limpia la boca y entrecierra los ojos al ver el reloj de su muñeca.

—Quedamos en vernos a las dos y ya casi son las tres, Lauren. Mi descanso no dura para siempre y tengo que ser puntual en mi próximo turno si quiero tener esta noche libre.

—Pero estaba en medio de una ducha cuando me avisaste que tenías tiempo para comer conmigo, no puedes culparme. —Trato de defenderme aunque sé que tiene razón—. ¿A qué horas llegarás hoy si no trabajas en la noche?

—Como las once, todavía no lo sé. —Aparta la mirada al responderme y no me pasa desapercibido que está un poco reacio a responderme—. Pedí tu pasta favorita cuando me dijiste que habías tomado el autobús, así que no creo que tarde en llegar.

— ¿De verdad? ¡Gracias! El mejor papá del mundo. —Extiendo mis brazos e intento apretarle las mejillas, pero me envía una mirada de advertencia; me río antes de volver a acomodarme—. Con ese gesto me dan ganas de perdonarte.

Rueda los ojos y bebe un poco de su agua.

— ¿Cómo te ha ido en la universidad? —Me pregunta—. Ayer tuviste examen, ¿no?

—Sí —respondo, sin muchas ganas de hablar sobre eso—. Estuvo bien, normal. ¿Y a ti? —Apoyo los codos en la mesa y mi barbilla sobre mis manos al mirarlo con más atención.

— ¿Me estás preguntando cómo me va en la universidad? —Se ríe, pero no sigo su broma porque hay otro asunto que me interesa más.

—Te pregunto por esa enfermera... Creo que me dijiste que se llamaba Felicity o Faith, no me acuerdo bien. ¿Volvió a pedirte el número o todavía te haces el indiferente con ella?

—Felicity —me dice antes de negar con la cabeza; su expresión cansada se contrasta más cuando usa sus anteojos. Se ve incluso mayor de lo que en realidad es y supongo que es por la presión que ha tenido desde que sólo somos él y yo, además de unas decentes horas de sueño que no recuerda tener desde hace meses—. Y no me hago el indiferente con nadie, Lauren.

—Ignorar a alguien que muestra claras señales de querer salir contigo es ser indiferente, papá.

—Ella es una vieja amiga del hospital donde trabajé por primera vez, por eso siempre quiere verme. Era más amiga de tu mamá, en realidad, y fue ella quien me recomendó el puesto de guardia de seguridad que tengo ahora. No hay nada extraño entre nosotros.

—No he dicho que haya nada extraño, tú eres el que se puso incómodo de la nada —me burlo, soltando una risa cuando su expresión se vuelve más hosca—. Y si te pidió el número para verte y hablar de viejos tiempos, no entiendo por qué la rechazas tanto. Creo que deberías darle una oportunidad porque te estás poniendo un poco viejo y necesitas amigas.

—Tú te estás poniendo un poco intrometida y yo no te crié así, ¿no estarás necesitando un novio?

—Ay, Dios, por favor dime que no has dicho eso. —Lo detengo, levantando mi índice para que no siga hablando—. Ahora podría hacerte una lista de lo horrible que ha sido tu comentario porque, para empezar, no necesito ningún novio. Soy una mujer independiente que no necesita ningún hombre.

Él se ríe.

—Cuidado con la comida, mujer independiente, que ahí vienen con tu plato —me avisa, haciendo que baje mis manos hasta mis piernas antes de agradecerle al camarero. Mi estómago cruje con el olor a fideos con salsa y queso parmesano—. Yo tampoco necesito que me encuentres novia, pero estás siempre insistiendo y es como si estuvieras desesperada porque tenga con quién salir.

—Lo que yo hago es animarte a ser menos maleducado con la gente, papá, porque apuesto que ni siquiera le dijiste que no querías salir con ella. Sólo te quedas callado y prometes llamarla para después inventarle mil excusas —murmuro, acomodándome el pelo detrás de las orejas—. Dime, ¿qué tiene de malo tener amigas?

—Nunca he sido muy bueno para tener amigas y estoy bien así. Me gusta hablar con la gente en el trabajo, pero prefiero estar tranquilo y no involucrarme más de la cuenta con nadie.

— ¿Y esa tranquilidad no te aburre?

—Siempre he sido así —me responde—. ¿Sabes? En el colegio era del grupo que pasaba desapercibido y luego entré a trabajar en el puesto que era de mi papá, así que no era necesario hablar con nadie porque sabía lo que tenía que hacer.

—Pero ahí conociste a mi mamá. —Le recuerdo antes de llenarme la boca.

—Sí, ¿qué tiene que ver?

Trago antes de contestarle.

—Que en algún punto tuviste que hablar con ella para conocerla, así que no siempre has estado solo. ¿Cómo fue que quisiste salir con ella?

—Porque con tu mamá fue diferente.

— ¿Diferente cómo? —Me atrevo a preguntar.

—Ambos coincidíamos en los turnos y nuestros saludos en el ascensor se transformaron en conversaciones más largas en el estacionamiento, así fue durante meses, y luego ella me invitó a salir pero no me lo dijo con un interés romántico ni nada de eso. En realidad ella saldría con un compañero de trabajo que conocía desde la universidad y quiso invitarme porque la aterraba estar sola con un hombre en una primera cita.

— ¿Y aceptaste? —Es primera vez que me cuenta ese detalle, así que obviamente llama mi interés porque aunque sé la historia de cuando estaban juntos, de lo mucho que se querían, nunca me atreví a preguntar mayores detalles de los meses previos a admitir que estaban enamorados el uno del otro.

—Claro que acepté, le tenía mucho cariño y deberías haber visto su cara. Estaba muy asustada.

Suelto una risa breve.

—Así que —continúo, esperando que no se detenga y se sienta lo suficientemente cómodo como para seguir hablando—, ¿te quedaste a un lado de la mesa mientras la veías coquetear con otro? ¿Esa fue tu técnica de seducción?

—No, claro que no. Cuando llegué al bar me pidió que por favor la acompañaba mientras lo esperaba y bebimos unos tragos. Me acuerdo perfectamente que pidió un mojito para ella y yo la imité aunque fuera la primera vez que bebía algo más que cerveza. —Hace una pausa y dejo el tenedor sobre mi plato para escucharlo con más atención.

Por un instante mi papá aparta la mirada y sostiene el vaso de agua, sin moverse, pero continúa—: Fue la noche más divertida de mi vida porque Grace... Grace era muy graciosa y hablaba mucho, pero mucho, cuando estaba nerviosa o ansiosa. Y no estoy exagerando sólo por ser más callado, de verdad pensé que no se callaría nunca y pasaron varias horas antes de preguntarle si la habían dejado plantada o se había equivocado de bar. Te prometo que en ningún momento se me pasó por la cabeza que ella en realidad tenía otra cita.

—Bueno, tendré que darle las gracias a ese enfermero que la dejó plantada porque gracias a eso ocurrió después el milagro de mi creación. —Trato de bromear cuando veo que su expresión se vuelve un poco más sombría y melancólica.

Mi intención al preguntarle cosas sobre mi mamá no es ponerlo triste, sólo curiosidad.

Mi comentario lo hace reír.

—Él nunca existió, Lauren, o nunca estuvo en sus planes que fuera a ese bar. Cuando le pregunté, admitió haberme mentido para que yo fuera su cita porque sabía que nunca aceptaría si me lo ofrecía directamente.

— ¡¿Qué?! —Mantengo mi boca abierta—. ¿O sea que tengo la mala suerte de que mi mamá ya no esté y no poder ir a felicitarla?

Pocas veces me he hecho una idea más realista y poco idealizada de mi mamá porque nunca suelen hablarme de acciones que ella misma haya hecho, sino lo que significaba para ellos. Pero ahora siento que la conozco un poquito más. No mucho, pero es un avance.

—A Grace le gustaría que la felicitaras. Te habría contado la historia ella misma y entre las dos se burlarían de mí por no haberme dado cuenta.

Me río otra vez.

—Encontré extraño que te invitara cuando saldría con otra persona pero nunca pensé que fuera una mentira para tener una cita contigo. —Me llevo los dedos a los labios y los beso como si fuera un chef—. Un plan maestroz Si no te enamoraste de su ingenio en ese momento entonces no se me ocurre qué pudo haber hecho para conquistarte.

—Lamento decepcionarte porque no me enamoré de ella esa noche —me dice.

—Ah, claro, se me olvidaba que eres hombre. Lento, lento, lento. —Ruedo los ojos en broma porque sé que escuchar eso le hace gracia—. Apuesto que ni siquiera te diste cuenta que a ella ya le gustabas.

—Para tu sorpresa, Grace me confesó sólo sentirse atraída y no se enamoró de mí hasta mucho después, me hizo pelear mucho para escucharla decir que me quería —me responde, rascándose la nuca como siempre que está avergonzado—. Pero esa noche sirvió para darme cuenta que, en realidad, yo ya estaba enamorado de ella. No me enamoré de su ingenio esa noche porque lo estaba desde hace tiempo.

Me llevo las manos a las mejillas y suelto una exclamación de amor. Me gusta que se sienta más en confianza para contarme estas cosas cuando sé que nunca será fácil recordarla, sobre todo porque fue él mismo quien comenzó a hablarme del tema sin prepararnos antes. Es como una conversación natural, espontánea, y me gusta sentir que verme es cada día menos doloroso a pesar del parecido físico que tenemos.

No es que mi papá sea una mala persona que se niega a hablar conmigo, pero es demasiado reservado cuando se trata de ese tema y aunque lo entiendo, sentí su ausencia durante gran parte de mi adolescencia y en el fondo comencé a sentir un resentimiento poco saludable hacia mi mamá aunque ella no tuviera la culpa de nada.

Me sentía responsable todo el tiempo, como si al ver a mi papá con sólo su mirada me dijera que desearía que fuera ella y no yo. Lo mismo me pasaba con mis abuelos y es la razón de no ir muy seguido; que mi abuela me llamara por el nombre de mi mamá fue el punto de cierre para mi relación estrecha con ellos y cuando mi papá se dio cuenta que me llamaban por ese nombre, también decidió dejar de frecuentarlos para no lastimarme ni convertirme en un fantasma.

Ahora no culpo a nadie porque sé que no es culpa de nadie y que no puedo juzgar un dolor que nunca he sentido y espero no sentir, pero me habría gustado que las cosas fueran más fáciles. Me habría gustado que mi mamá nunca se hubiera ido y que mi papá no tuviera que sufrir constantemente el dolor de una pérdida que a veces pienso nunca será físicamente capaz de superar.

Me asusta que siempre permanezca aferrado a unos recuerdos que lo torturan en una vida que sólo consiste en trabajar para mantenerse distraído y no empeorar. Me gustaría una vida mejor para él, porque yo no imagino una mejor para mí dadas las circunstancias.

— ¿Se lo dijiste esa misma noche? —Le pregunto—. Que estabas enamorado, ¿se lo confesaste cuando lo supiste?

—No creo que existan personas tan valientes para confesarlo cuando lo sienten —me dice, terminando de comer las verduras que restan en su plato; me apresuro a continuar comiendo del mío para no tener que quedarme sola cuando se vaya a trabajar y lo animo a seguir hablándome—. Es decir, puede que existan algunas, pero no pertenezco a ese grupo. Se lo dije después de que ella me lo dijera porque en el fondo soy un cobarde —se ríe—, pero escucharla fue el segundo mejor día de mi vida.

— ¿Cuál fue el primero? ¿Cuando le propusiste matrimonio?

Me arrepiento al mencionar ese tema porque me recuerdo que debo caminar antes de correr. Aunque nunca pudieron casarse, sé que él le propuso matrimonio en la forma más básica e inesperada que he escuchado jamás, pero que según mis abuelos era exactamente lo que mi mamá quería, lo que había confesado esperar cuando decidió que mi papá sería el hombre con quien pasaría el resto de su vida porque, según mi abuelo, era una romántica empedernida. También me han dicho que poco después de comenzar los preparativos para una boda simple y familiar en una pequeña capilla en el pueblo donde creció, la diagnosticaron.

Y como si fuera poco, no mucho después descubrió estar embarazada de mí, lo que probablemente haya sido la noticia más terrorífica tanto para ella como para mi papá porque era imposible que su cuerpo resistiera llevar el embarazo a término.

Así que sería normal que ahora mi papá decida que fue suficiente y quisiera cambiar el tema, pero él sólo niega con la cabeza y se limpia la boca cuando termina de comer.

—Tuve muchos días felices con Grace y no creo que sea posible ponerlos en orden, pero no tengo dudas en decir que el mejor fue cuando naciste. —Extiende uno de sus brazos y me aprieta la nariz, haciéndome poner mala cara—. Eras casi tan fea como ahora y tu llanto casi hizo que me golpeara la cabeza en la pared porque gritabas como si estuvieran torturándote y recuerdo pensar cómo era posible que algo tan pequeño pudiera gritar tan fuerte.

—Ja-ja. —Finjo reírme.

Nunca se me pasó por la cabeza que el verme nacer fuera precisamente un recuerdo feliz porque para entonces mi mamá estaba muy débil, delgada y enferma.

No es que imaginara que fuera una tragedia, pero pensé que el ver el estado de mi mamá tan desmejorado contrastaba cualquier sentimiento que tuviera alguna relación conmigo, sobre todo después de que el embarazo fuera tan... caótico.

—Lo de que eras fea era broma. O no lo es. —Sigue molestándome—. Pero hablando en serio, Lauren, nunca olvides que me haces preguntarme cada día cómo sigo con vida después de verte siendo una bebé tan horrible.

— ¡Papá! —Me atraganto con el agua y él tiene que apartarse para no mancharse la camisa.

Escuchar su risa es la única razón para no decirle que, en realidad, el feo es él, aunque me recuerdo mentalmente atacarlo cuando estemos en el departamento.

—Es chiste, es chiste —murmura cuando se acomoda de nuevo más cerca de la mesa.

—Te creería que es chiste si no te conociera —le digo—. Molestarme es la razón de tu existencia.

Él se quita los anteojos y los deja a un lado de mi plato mientras me observa comer, esbozando una sonrisa que desde hace mucho no me parecía sincera.

—Lo que de verdad haces que me pregunte siempre es cómo sigo con vida después de haber pasado por tantas emociones ese día, pero luego me recuerdo que la única razón por la que no estoy completamente destrozado eres tú. —Que diga esas cosas me hace sonreír porque sé que es honesto, que no lo dice solamente por la emoción de tenerme, sino porque fui lo único positivo en medio de perder a mi mamá—. Nunca tienes que olvidar eso, Lauren, porque no soy muy bueno expresando mis sentimientos y sabes que me cuesta mucho.

Asiento con la cabeza.

—No lo olvido —le aseguro—. Como tampoco olvido cuando me dijiste que deberían usarme como propaganda para los métodos anticonceptivos porque soy el recordatorio constante de los riesgos de no usar condón. —Me río.

Desviar la atención a un tema divertido es lo que he aprendido a hacer cuando me habla de sus sentimientos porque le incomoda mucho y aunque no soy como él, con los años me he ido acostumbrando a entenderlo.

—Ah, ¡sí! —Me apunta con el tenedor, manteniéndose serio y dándome a entender con la mirada que me agradece por aceptar lo poco que es capaz de darme, lo poco en tema de sentimientos que siempre ha estado dispuesto a ofrecerme—. Eso también.



Camila

Toco la puerta del departamento insistentemente hasta que escucho que alguien baja la escaleras para abrirme después de estar cinco minutos esperando.

Cierro mis ojos e intento con mis manos seguir el ritmo de alguna canción que escuché en el auto antes de bajarme, pero suena más como un montón de golpes que volverían loco a cualquiera y eso me hace reír, aunque no me detengo e incluso lo hago más fuerte porque el sonido me divierte y porque las cervezas, que no me gustan, empiezan a hacerme efecto como siempre que bebo demasiado rápido. Y es culpa de Kat, en cualquier caso.

Todo es culpa de Kat.

Cuando escucho que la puerta se abre, continúo con el movimiento de mis manos hasta que choco con el pecho de alguien, pero no de alguien cualquier sino de él, el traidor infiel que me tiene loca, y cuando abro los ojos noto que está mirándome con el ceño fruncido y expresión confundida.

— ¿Camila?

— ¡Esa soy yo! —Grito, cubriéndome la boca cuando me doy cuenta que estoy siendo demasiado ruidosa—. Perdón. ¿Lo dije muy fuerte? —Pregunto, ahora en un susurro.

Nicholas sacude la cabeza con el rostro adormilado por haber estado durmiendo una siesta y me sostiene de la cintura cuando trato de quitarme los zapatos y no tengo de dónde sostenerme.

— ¿Qué estás haciendo aquí? —Me pregunta antes de ayudarme a caminar hasta el sofá.

—Camila no está tan borracha, ¡te está haciendo una broma! —Escucho que Kat ríe detrás de mí y me apunta con sus dedos, delatándome—. Camila está... ¿Cómo dijiste que estabas, Camila? —Me pregunta, entrando al departamento sobre la espalda de Hook, quien intenta hacerla callar desde que la subió a su automóvil.

—Feliz —respondo—. Feliz, feliz, feliz. —Río cuando Nicholas rueda los ojos—. No, es broma porque hablando en serio, sólo quería molestarte. Mírame, estoy más que bien. —Me aparto de él para mostrarle que soy capaz de sostenerme perfectamente sobre mis pies, pero de nuevo me tropiezo y tiene que sostenerme—. Ups.

—Siéntate —murmura Nicholas, acomodándome la camiseta para que no se me vea nada—. No estás bien. ¿Desde cuándo bebes tan temprano y... ¿Cerveza? Hueles a cerveza.

—Desde hoy. Estábamos en la casa de Kat porque sus papás no estaban y no había nada más —le respondo—. Pero no bebimos tanto, nos detuvimos cuando Kat empezó a llamar a Hook para decirle lo mucho que lo extrañaba y yo quería enviarle mensajes a cierta persona que no paro de extrañar.

Kat aguanta la risa, consecuencias de que a diferencia de mí, a ella sí le gusta la cerveza y bebió mucho más que yo. Se asegura de que ni Nicholas ni Hook la estén mirando cuando gesticula el nombre de Nicholas para molestarme porque casi me pongo a llorar cuando pensé en lo difícil que me resulta ahora volver por él.

Le muestro el dedo del medio a Kat antes de sentir que Nicholas se sienta a mi lado mientras revisa su teléfono. Seguro está hablando con Lauren, ¿con quién más? Quiero gritarle que aleje sus sucias y asquerosas manos de infiel de ese chat o vomitaré de la rabia, pero me contengo y cierro los ojos porque recuerdo que estoy en una nueva etapa de indiferencia.

—Voy a llamar a Julia para que venga a buscarte. —Me dice, tomándome por sorpresa—. No puedes quedarte aquí.

Bajo la mirada hasta su celular y pienso en quitárselo hasta que se pone de pie.

— ¿Por qué no? —Le pregunto con indignación.

—Porque no quiero malentendidos.

— ¿Qué clase de malentendidos?

— ¿Por qué viniste, Camila? —Me mira más serio. Me giro para caminar hasta el sofá e imito su voz, haciendo que Kat ría más alto y apoye su espalda en la pared cuando sus pies finalmente tocan el suelo—. ¿Por qué no la dejaste en su casa? —Le pregunta a Hook.

—Me dijo que Julia estaba en su casa y que no quería que sus papás se enteraran. —Hook levanta sus manos cuando Nicholas se acerca a él—. ¡No pensé que te molestaría! Camila también es mi amiga y no voy a dejarla en un lugar que no quiere estar. Menos borracha.

—Sus decisiones sí las respetas, ¿verdad? —Dice Kat, sacándole la lengua—. Pero cuando digo que no quiero quedar embarazada te pones como... ¡como un cavernícola que planea tenerme encerrada en una cueva!

Hook la ignora.

—Camila no está tan borracha, así que no veo el problema en que se vaya a su casa —dice Nicholas, girándose para mirarme—. Si lo estuvieras, no pararías de gritarme por lo que pasó en tu casa.

—Tú también me gritabas un montón cuando te emborrachabas, ¿por qué siempre me dejas a mí como la única problemática?

—Porque tú eres la que sigue estancada en lo mismo.

Lo que dice es verdad, pero sólo en parte. Porque no es por dejarme sola que discuto con él, no le recrimino el hecho de terminar la relación por haberse interesado en alguien más, sino por la forma en que lo hizo, la manera asquerosa y repugnante en la que fue a mi casa para acostarse conmigo y humillarme a la mañana siguiente.

No me cabe en la cabeza que signifique tan poco para él como para pedirme disculpas esa noche y desecharme como basura sólo días después, sin siquiera tolerar mirarme a la cara después de hacerme creer cosas que nunca volverían a suceder. No puedo entender por qué hizo lo que hizo.

Y tampoco puedo entender por qué sigo haciendo lo que hago.

Suelo pensar que tengo valor suficiente para olvidarlo, para no necesitarlo, pero luego estoy continuamente buscando formas de hacerlo volver porque no me gusta estar sola, sentirme sola, y Nicholas ha sido la única persona que me ha hecho sentir mejor desde... Desde siempre.

—Claro, porque ahora todo el mundo gira en torno a ti y hasta mi borrachera tiene que ver contigo —murmuro, acomodándome la camiseta cuando Kat tira de ella para que me siente cerca de ella—. Ahora decides cuándo estoy borracha y cuándo no, ¿es eso? Ni siquiera estoy aquí por ti, sino por Kat.

— ¿Por Kat? —Me pregunta Hook, quitándose la chaqueta de cuero—. No entiendo. Me dijiste que no te llevara a tu casa porque...

—Porque es una manipuladora de mierda —lo interrumpe Nicholas—, y obviamente iba a mentirte para conseguir verme. No puedo creer que sigas con esa puta obsesión, Camila. —Se frota la cara al hablarme, como si realmente no me soportara.

Bueno, no me soporta desde hace tiempo y me lo ha dicho muchas veces, pero por una vez que de verdad no me interesa verlo, me trata como si fuera una peste de la que tiene que escapar para no contagiarse. Me cruzo de brazos y enarco mis cejas. No me gusta para nada el tono que está usando para referirse a mí.

—A mí me hablas bien —le advierto, entrecerrando mis ojos—. Cree lo que quieras, Nicholas, me da lo mismo. No estoy aquí para darte explicaciones de nada.

—Es mi departamento.

—También de Hook y si él me invita, entonces puedo quedarme. Ya te dije que estoy aquí por Kat porque no voy a dejarla sola cuando está borracha, así que tendrás que aceptarlo porque no voy a irme a ninguna parte. No sin ella.

Al escuchar su nombre, Kat me abraza. Le quito el pelo de la cara e ignoro que Nicholas continúa mirándome como si fuera a fumigar el sofá cuando me vaya.

— ¿Él sabe que estudias con Lauren? —susurra Kat, aguantándose el hipo—. Creo que no te quiere aquí para no tener malosentendidos con ella y yo... yo no apruebo lo que estás haciendo porque vas a lastimarla y... Espera, espera. —Se acomoda y baja más la voz—. ¿Crees que Lauren se lo diga? —Parpadea confundida y frunce la boca mientras piensa—. ¡¿Crees que ya sepa que fuiste a su departamento el viernes?! —Grita.

Le cubro la boca.

—Lo sabrá si no te quedas callada —le digo de mala gana—. Habla de otra cosa.

— ¿De qué?

—De... —Paro de hablar cuando Hook se sienta a su lado para acariciarle la espalda y distraerla, y soy consciente de que Nicholas no ha parado de mirarme desde que Kat gritó.

Cuando le devuelvo la mirada, él me sonríe con curiosidad.

—Así que... —comienza, de pronto divertido—. ¿al departamento de quién fuiste? —Se inclina un poco hacia adelante, interesado en escuchar los detalles de lo que él supone fue una salida con alguien solamente para ponerlo celoso. Conozco esa expresión.

— ¿Te importa? —Alzo la mirada hacia el techo antes de ponerme de pie, con ambas manos en mi cintura; Nicholas es mucho más alto que yo, pero nunca he permitido que eso me haga sentir cohibida—. Tú eres quien tuvo cita. Una de la que no quisiste decirme nada, por cierto. —Ladeo mi cabeza, chasqueando mis dedos—. Ni siquiera me dijiste si estuvo divertida o no.

— ¿No deberías preguntar primero con quién fue?

—Con Lilian. Sé que fue con ella y te lo dije cuando fuiste a mi casa. Todo lo que haces ahora es por ella.

Soy una cínica y no me escondo, no niego que soy mentirosa cuando se trata de descubrir cosas, pero es verdad que no sé muchos detalles de lo que pasó porque ninguno quiso decírmelo.

—Sabes perfectamente como se llama —me interrumpe Nicholas—, y no es Lilian. Es Lauren.

Me hago la sorprendida.

—Estaba super ebria cuando la conocí, ¿cómo me voy a acordar si con suerte la he visto en la universidad y en algunas fiestas?

Se le va toda la diversión cuando invierto la situación y me intereso en sus citas.

—Pero hemos hablado de ella muchas veces —me recuerda, mirándome—. Cuando estábamos juntos, la mencionabas siempre que la veías. Te sentías amenazada.

— ¿Yo?

Suspira.

—Sí, Camila, estoy hablando de ti.

— ¿Te refieres a cuando comenzaste a coquetearle y aunque te pregunté si te gustaba, descaradamente me dijiste que sólo era tu compañera?

—Sí, exacto, nunca dije que la miraras con ojos muy amables. —Se encoge de hombros, colocándose a mi lado cuando me giro un poco para no dejar de estar atenta a Kat, que está por quedarse dormida sobre Hook—. Te repito que fui honesto cuando te dije que no tenía mayor interés en ella, me parecía simpática y ya. No la invité a salir hasta que terminé contigo.

No creo que sea cierto cuando sus amigos lo molestaban con Lauren desde mucho antes que decidiera terminar conmigo, pero sé que nada de lo que diga servirá para que lo admita en voz alta.

— ¿Y ahora? —Me trago el orgullo y me volteo para mirarlo a la cara.

—¿Ahora qué? —Me pregunta.

Detesto que se haga el desentendido. Sólo yo puedo hacer eso.

— ¿Qué piensas de ella? —Lo enfrento, sin estar muy segura de si la respuesta me ayudará a mantener esta tranquilidad que no es propia de mí—. ¿Ahora podrías decirme que sí te gusta?

Nicholas alza la barbilla y sólo se me queda mirando, sin decir nada. Me parece difícil recordar que en algún momento estuve con él en una relación que no fuera de atacarnos mutuamente; me resulta difícil poder decir tan sólo una razón por la que me enamoré de él cuando lo único que hacíamos era lastimarnos el uno al otro.

A diferencia de él, ese amor que hubo en los días buenos sigue presente en mí. Todavía pienso en su nombre cuando estoy sola, cuando quiero desaparecer y pienso que es la única persona capaz de hacerme sentir como yo misma otra vez, pero es tan difícil ser la única que se esfuerza.

Nicholas sonríe y luego me da palmadas en el hombro antes de irse a la cocina, dejándome con las ansías de escucharlo decir que todavía no siente nada por Lauren. Me irrita que siga siendo tan cobarde como para no decírmelo a la cara. No tiene agallas.

Parpadeo, respirando más rápido ahora que tengo que tomar todo de mí para no ir tras él y exigirle que me dé una respuesta. Porque lo haría, sin dudarlo, pero lo único que me detiene es no estar tan segura de soportar escuchar esa respuesta sin morirme.

—Quiero... Quiero irme a la cama, por favor. Estoy mareada y cansada. —Escucho a Kat, y eso es lo que necesito para concentrarme en ella otra vez.

—La llevaré a mi habitación para que duerma un poco —dice Hook, lo que me hace soltar una risa sarcástica.

—Ni en tus sueños dejaré que hagas eso. —Lo detengo cuando está por cargarla y lo obligo a hacerse a un lado, rodeando con mis brazos los hombros de Kat para ayudarla a incorporarse y ponerse de pie—. Yo la llevaré y me quedaré con ella.

—No empieces, Camila. Soy su novio.

— ¿Y? Está borracha, casi no puede sostenerse y no la dejaré sola contigo. Si quieres puedes ayudarme a llevarla a la habitación, pero luego te irás y nos dejarás solas.

— ¿Y quién mierda te crees que eres para darme órdenes con respecto a Kat? —Su cara demuestra que quiere asesinarme y eso sólo me hace chasquear la lengua.

—Ya, ya. —Murmuro antes de comenzar a caminar hasta las escaleras—. Mejor ayúdame, tienes más fuerza que yo y está cansada.

Más que borracha por un par de cervezas, Kat parece estar agotada. No estoy segura si habrá fumado antes de llegar a su casa, pero empiezo a pensar que sí porque su pelo huele un poco a marihuana y por lo general se vuelve somnolienta cuando lo hace.

Recuerdo haberla escuchado decir que estos días ha discutido mucho con Hook por el tema del hipotético embarazado que a nadie más que a él le importa, y por más que Kat sea centrada y paciente, supongo que decidió relajarse un poco y se le terminó pasando la mano. Pobre. La conozco y sé que se arrepentirá por la mañana.

Cuando terminamos de subir, la recuesto en la cama de Hook, ladeándola con ayuda de algunas almohadas para que no se ahogue con su propio vómito en caso de que vomite y le cierro la puerta en la cara a Hook cuando intenta insistirme en quedarse con ella.

Me ruega que sólo quiere disculparse en cuanto se ponga bien, pero no me interesa. También le muestro el dedo del medio mientras le sonrío antes de cerrarla porque en realidad no me cae bien y disfruto estos momentos en los que Kat no está para defenderlo.

Abro las ventanas y apoyo mis brazos en las barandas, sintiéndome momentáneamente mareada por la altura y por esas cervezas que me arrepiento de tomar porque ya estoy sintiéndome mal del estómago. No son más de las cuatro de la tarde y el sol resplandece como no lo hacía hace varias semanas.

De pronto siento mi teléfono vibrar y, como lo he estado haciendo desde que le escribí, me ilusiono con la posibilidad de que Nicholas me haya escrito. Estamos en el mismo lugar y sería inútil, pero mi corazón es estúpido. Me ilusiono con cualquier cosa.

Me decepciono cuando veo que no es él, sino Julia. Qué horror. Lo borro sin siquiera terminar de leerlo porque está avisándome que se quedará en casa de su novio y me pide que la cubra con mis papás como si yo quisiera hacer algo por ella alguna vez en mi vida. Claro que no la cubriré. Por mí podrían descubrirla y echarla de la casa para poder ser un poco más feliz.

Miro hacia la cama para comprobar que Kat sigue durmiendo y cuando mi teléfono vibra otra vez, estoy por mandarla a la mierda por odiosa cuando veo que ya no se trata de Julia, sino de Lauren.

Y no sólo está escribiéndome, sino que me está llamando. Oh.

Corro descalza hacia la puerta para abrirla y asegurarme de que ni Nicholas ni Hook han subido hasta la otra habitación o estén escuchando a hurtadillas, y luego la cierro y chasqueo los dedos frente a Kat para ver que está bien dormida. Me siento como una ninja preocupándome de que no hayan muros en la costa mientras odio internamente a Lauren por aparecer cuando no me conviene.

Éste es mi castigo por ilusionarla. Darle a entender que estoy interesada está haciendo crecer su propio interés como una bola de nieve que me sobrepasará cuando menos lo espere.

Pongo el celular en silencio y cierro los ojos porque de verdad estoy mareada. Puta cerveza. ¡Qué estrés!

Bien, contrólate y responde.

No puedo parar ahora cuando estoy a nada de lograr que Lauren deje de querer estar con Nicholas. O sea, es lo que me digo constantemente para justificar el hecho de que estoy pasando límites que no estaban incluídos en mi plan original.

Cierro los ojos al suspirar para dejar de estar tan mareada y le contesto, sentándome en el suelo cerca de la ventana para que me llegue un poco de aire fresco al cerebro, aunque no sé si eso tenga sentido.

—Mira nada más quién ha decidido llamarme. —Hablo con toda la intención de hacer algún comentario que la avergüence, pero Lauren me interrumpe.

—Camila, ¿en serio tenías ganas de besarme o sólo estabas jugando? —Me pregunta, con toda la seriedad que puede transmitirme en su tono de voz. Se me escapa una risa porque no me lo esperaba.

Se me escapa más de una risa, de hecho.

— ¿Qué?

—No te rías, por favor. —Se detiene para suspirar—. Necesito saber si todo lo que me dices es en serio o sólo es parte de un juego. Quiero que me digas la verdad en lugar de venir a mi casa y confundirme o enviarme mensajes con segundas intenciones.

Ruedo los ojos.

— ¿Estás drogada?

—No.

— ¿Borracha?

—No —niega otra vez—. Estoy bien.

Hago una pausa.

— ¿Estás...

—No, pero... Pero pensé en que literalmente me toqué para supuestamente enseñarte y eso no es estudiar, Camila. Lo que hacemos es más que estudiar. —Cambia la pregunta y ahora es mucho, mucho más específica—. Porque tienes que entender que si dices que no, no pasa nada, seguiremos estudiando y todo lo que quieras, pero entonces debemos tomar distancia porque esto no me está gustando.

— ¿Qué es lo que no te está gustando?

—Todo. O casi todo —me responde—. No tú porque me caes bien, pero la situación me pone un poco ansiosa. No, bastante ansiosa y he intentado ser educada pero no se me ocurre otra forma de decirte que, por favor, te detengas si...

—Más lento, Lauren, o no voy a poder entender si hablas a mil por hora. —La detengo, con la sensación de que ni siquiera está respirando con tal de decirme todo eso antes de perder el valor—. Ni siquiera me saludaste.

—Oh, cierto, tienes razón. Hola, Camila, ¿cómo... cómo estás? —Vuelve a reír.

—Estoy en un pésimo momento para hablar de esto. —Murmuro porque no estoy de ánimo para escuchar.

— ¿Estás ocupada?

—Un poco borracha. Estoy cuidando a Kat que se quedó dormida en la cama de su novio y... ¡Ah! —Se me ocurre una brillante idea para que sepa dónde estoy y no pierdo tiempo en decírselo—. Estoy en el departamento de Nicholas, por cierto, y no creo que me vaya hasta la noche.

—Ah... Claro, claro, entendí. —No me deja terminar—. Discúlpame, es obvio que no puedes hablar. —No me pregunta qué hago en el departamento de Nicholas y aunque yo en su lugar estaría muriendo de celos, para Lauren no parece ser un problema—. Es que quería estar segura de que no todo está en mi cabeza y no sólo para... Bueno, ya sabes.

—No te preocupes —la corto, mirando a Kat para que no despierte—. Estoy acostumbrada a que siempre me molestes como una mosca que no me deja tranquila.

—Bruja.

—Te mueres de calentura por esta bruja.

—Eres una creída de mierda, Camila.

Me río.

—No puedo hablar tan fuerte, pero ya lo sé —le digo—. ¿Hablamos otro día? —Finalizo el tema para cortarle.

—Está bien, podemos enviarnos mensajes.

— ¿Sucios?

—Super sucios.

—Trato hecho. —Murmuro, apoyando la cabeza en la pared al cerrar los ojos y mantener el teléfono sobre mi hombro, escuchando que Lauren sólo respira—. ¿Me cortarás ya?

—Mmmm... —Lo piensa—. Mejor corta tú. —Bromea, riéndose—. Ahora tú tienes que decirme que corte yo.

Hago una arcada ruidosa para que la escuche.

—Mariconadas conmigo no, Lauren.

—Me da risa cuando te pones así.

— ¿Te hago reír?

—Sí —me responde—. Porque te molestas en serio y tienes estas pequeñas rabietas que me dan risa. Tu humor es complicado.

—Imagina como podría hacerte gemir.

Se atraganta.

— ¿No que no podías hablar? —Pregunta.

—Para calentarte sí puedo hablar.

—Yo... ¿Sabes qué? No voy a responderte nada.

—Está bien, está bien —me río y me acomodo mejor—. Entonces adiós.

—Entonces adiós. —Repite y no corta de inmediato, sino que pasan unos segundos en los que las dos nos quedamos calladas antes de que decida terminarla. Es un momento extraño que me hace fruncir el ceño cuando termina porque se siente... diferente. Pero prefiero no darle importancia porque tengo cosas más urgentes de las que preocuparme.

Suspiro y miro mis manos, sintiéndome sola. Otra vez. Este departamento empieza cada vez a parecerme menos familiar y me pregunto qué pasará cuando no me quede ningún otro lugar en el que me sienta tan bien como me sentí aquí.

Me pongo de pie para abrir la puerta de la habitación y me encuentro con Nicholas que está terminando de subir las escaleras. Lo miro como si lo odiara y lo quisiera al mismo tiempo. Y también como si me diera lo mismo porque no podría catalogar en una sola cosa lo que me pasa cuando lo veo.

Él también me mira poco antes de seguir su camino hacia su habitación, sin preguntarme si estoy bien o si quiero irme a casa. Imagino que siente lo mismo por mí, aunque más odio e indiferencia. Y de nuevo me pregunto qué pasará cuando no encuentre a nadie más con quien me sienta tan bien como un día me sentí con él.

Continue Reading

You'll Also Like

750K 152K 174
He oído que este cuerpo suyo esta en la lista de los 10 más ricos... ¿Tarjeta negra sin límite? ¿Diferentes coches de lujo ? ¿Hombros anchos y cintur...
486K 28.3K 31
La vida de Camila Cabello era muy buena, pues su carrera como patinadora en hielo empieza a despegar cuando la seleccionan para ir a los Juegos Olímp...
1.1M 66.6K 53
Las personas podrán olvidar tus palabras, tus actos e incluso tus promesas, pero nunca olvidarán cómo les hiciste sentir.
284K 19.5K 51
Sinopsis: ¿Crees en la reencarnación?